Recientemente
pude ver por completo la excelente serie de 1999, Aristocrats (Tubi). Coincidió justo en que yo acababa de terminar
la Segunda Temporada de The Gilded Age (MAX)y acababa de no-ver la
vomitiva adaptación de Las Bucaneras (AppleTV). ¿Qué tienen en común
estas tres series? Las tres muestran como las elites de antaño buscaban los
mejores partidos para sus hijas y como este mercado de esposas operaba en ambos
lados del Atlántico, principalmente en ese acontecimiento de los veranos londinenses
llamado The Season. En esta primera parte me concentraré en Inglaterra,
desde el inicio del fenómeno hasta su consolidación en la Era Victoriana.
Bridgerton regresa a Netflix este mayo. Tres
exitosas temporadas (y el spinoff de Queen Charlotte) la han convertido en un fenómeno. ¿Dónde
radica su encanto? ¿Es la diversidad del reparto o el ser testigos de como los
aristócratas londinenses de antaño convertían la temporada veraniega en una
arena en la que las gladiadoras eran sus propias hijas? Si es lo último entonces deben agregar a la
lista de series sobre el tema, a Aristócratas
que describe a una familia de la vida real (y de sangre real) y sus intentos de
colocar a las hijas en un mercado donde no todas consiguen el marido que los
padres desean.
A mí me entró la alucinación
por este aspecto cuasi-romantico de la Season a principios de Los 90s con la
lectura del libro de Angela Lambert 1939: The Last Season of Peace. A
pesar de que el énfasis de Lambert es sociopolítico, las entrevistas con las
participantes, sus experiencias y vida social, me hechizaron, hasta el punto de que en el
2000 finalmente me puse a escribir una novela sobre el tema. Aunque en 15 años
tuvo muchos cambios y nunca la llegué a terminarla (solo me faltaron tres
capítulos) fue un homenaje a este asunto que no solo me fascina a mí.
Durante esas dos
décadas, comencé a coleccionar libros sobre el tópico, llegando a formar una
pequeña biblioteca que, por suerte, he
recuperado casi en su totalidad. Gracias a ella tengo una visión más o menos
clara de cómo los veranos londinenses escondían un suceso social que perpetuaba
costumbres ancestrales de cómo debía mantenerse el statu quo de una
elite y permitir su continuación.
Según el ilustre diarista
Samuel Pepys, la Season comienza durante la restauración de los Estuardo.
Obviamente, un rey tan amigo de los placeres mundanos como lo fue Carlos II no
iba desperdiciar una época de clima decente que le permitía ofrecer bailes y entretenimiento
para sus nobles. Pepys mismo contrata un maestro de baile para que su esposa y él
no desentonen en una corte donde nuestro eterno arribista espera ascender
socialmente.
Será la sobrina
de Carlos, Ana, la última reina Estuardo quien, en 1711, instaure la carrera de
caballos de Ascot (Ascot Royal) que se convertirá en uno de los programas más icónicos
de la Season. Pronto se añadirán la exhibición de la Academia de Arte, la
regata de Henley y otros eventos. Para cuando llegan los Hannover al trono, es sabido
que todos los veranos la nobleza se traslada a Londres para participar en las
festividades, pero (y esto solo se susurra) también conseguirles buenos maridos
a sus hijas casaderas.
Las Lennox y
Las Season Dieciochescas
Hemos visto en Harlots, Tom Jones y La Duquesa, los fastuosos
bailes, las mascaradas y las noches de jolgorio en los Jardines de Vauxhall que
marcaban las Seasons dieciochescas, pero sería la miniserie Aristócratas
la que mejor ilustraría el proceso de la búsqueda de marido en el Siglo XVIII.
En el segundo capítulo
de su libro, “I Have Been to London to See
the Queen”(He estado en Londres a ver a la reina), Angela Lambert describe el
debut de Lady Sarah Lennox y su triste historia. Sarah y sus hermanas son el
centro de la trama de Aristocrats que puede encontrarse incompleta en
YouTube y completa en Tubi y en BritBox.
De todas las
amantes de Carlos II , mi favorita es la noble bretona, Louisa de Keroualle,
Duquesa de Portsmouth con quien el rey tendría un hijo. Ese hijo, titulado
Duque de Richmond, a su vez tendría un hijo, Robert Lennox de quien descienden el
actual Príncipe de Gales y Harry Sussex.
Robert tuvo un solo hijo varón, James, tercer Duque, quien tendría dos herederos,
más cuatro hijas que, sin quererlo, harían infelices a sus padres, además de ser
la comidilla de los chismes de su tiempo.
La historia
comienza con el debut en sociedad de Lady Caroline (Serena Gordon), la hija
mayor. Caroline y sus hermanitos han
sido criados en una casa llena de amor y alegría rodeados de libros, obras de
arte y animales domésticos y exóticos. Sus padres quieren ser estrictos, pero
terminan siendo permisivos para los estándares de su época.
Es Lord Julian Fellowes—entonces
en su etapa de actor— quien encarna a James, Duque de Richmond. El
Duque le permite a su hija transitar por dos Seasons, sin elegir marido y no es
que a Caroline le falten pretendientes. No es fea y tiene una enorme dote, pero
ella prefiere pasársela en su biblioteca. La sociedad inglesa entra en shock, y
el Duque monta en ira, cuando su primogénita
finalmente decide aceptar una propuesta de matrimonio, de , nada menos, que el
controversial político Henry Fox (Alum Armstrong, el Squire Western de Tom
Jones).
Fox no solo es
viejo y feo, también es pobre y tiene una pésima fama de mujeriego. Aun así, Caroline
se casa sin permiso de los padres y es expulsada de la familia. Atemorizada por
esta decisión, Lady Emily (Geraldine Sommerville) decide no causar dolor a su
familia, repitiendo el error de su hermana.
Emily tiene
suerte. En su primera Season, se enamora del Conde de Kildare, joven, guapo y
rico. Ante su sorpresa sus padres se oponen al enlace. Según ellos las fallas
de Robert Kildare, interpretado por Ben Daniels, son ser irlandés y pretender llevarse a Emily
a vivir en su lejana isla. Lord Kildare y su prometida ejercen paciencia y
humildad sin rendirse ante las presiones familiares, hasta que el Duque de Richmond
se doblega y da su consentimiento.
Después de la
boda, Los Kildare se marchan a Irlanda
donde son tan felices que encargan un bebé al año. Entremedio se van a pasar la
Season en Londres donde Emily pone empeño en reconciliar a Caroline con sus
padres. Finalmente lo consigue. Es la cúspide de la felicidad de los Richmond.
Fox se ha vuelto un importante fuerza política, él y Caroline tienen un hijo
Ste que será seguido por Charles James. Emily y su marido se adoran y no cesan
en agrandar su familia.
Para celebrar la
felicidad de sus hijas, que es la suya, y de paso homenajear al Rey Jorge, el
Duque de Richmond lanza una extravagante fiesta que espera será lo más
comentado de la Season. Lo es, pero no por las razones esperadas. En medio de
un discurso al soberano, James Lennox sufre un fatal infarto. Su viuda no lo
sobrevivirá por mucho tiempo.
Es ahí donde
ocurre un quiebre en la familia, sobre todo entre Emily y Caroline, que tanto
se quieren. Los Duques de Richmond han estipulado que, al faltar ellos, sus hijas menores deben ser criadas en Irlanda
por Los Kildare. Al ser la mayor, Caroline siente que es ella la encargada de
criar a sus hermanitas. Ve en ese último deseo de sus padres un reproche a sus métodos
de crianza que son muy permisivos.
Emily y Carolina
se separan enojadas y les tomará años reconciliarse. Entretanto, la tres Lennox menores, Louisa, Cecilia y
Sarah, crecen en Irlanda. Louisa (una
Anne Marie Duff morena) es presentada en sociedad en Dublín, no en Londres como
correspondería. Eso no impide que Louisa se case con Thomas Connolly, uno de
los hombres más ricos de Irlanda, y que la adora.
Cuando llega el
turno de Sarah (Jodhi Mai), Caroline exige que venga a Londres donde serán Los
Fox los que la presenten en sociedad. Caroline hace de todo para encontrarle un
buen marido. Aquí entran en juego los elementos que vinculaban a la Season con
el mercado de esposas.
Tenemos a Sarah preocupada
porque se considera tímida e insignificante. Su hermana le pone un maestro de baile
ya que los bailes eran los escaparates donde se exponían a las candidatas. En su
presentación al Rey Jorge vemos a Sarah con el tocado de plumas que hasta el
Siglo XX, estaría asociado con las debutantes.
De pequeña, Sarah
había sido la favorita del rey Jorge. Ahora se convierte en otro tipo de
mascota cuando el Príncipe de Gales se enamora locamente de ella. Aunque los
Fox, Los Kildare y los Lennox ven con buenos ojos que una de sus parientas se
convierta en reina consorte, a Sarah la
sorprende e irrita ser el centro de las habladurías de su sociedad y que hasta
los periódicos chismeen sobre ella.
Finalmente, el
príncipe cuando se convierte en Jorge III , debe rendirse a sus obligaciones y
casarse con una princesa de sangre real, la que los Bridgertonianos conocen
como la Reina Carlota. La humillación de Sarah es grande y escoge una salida
impulsiva. Se casa con el primero que cruza su camino, un tal Charles Bunbury, sin título ni fortuna,
que la entierra en el campo donde Sarah
se la pasa más con sus perros y charlando con su periquito que con su marido.
Lo importante de
este relato es ver como la Season funcionaba como agencia matrimonial y como
las Lennox y sus parientes la manejaron. Caroline se la pasó un par de
temporadas rechazando buenos partidos para poder fugarse con el hombre que amaba.
Emily tuvo la suerte de encontrar el amor en su primera Season, aunque debió
esperar a que sus padres aceptasen al candidato. Tras su debut en sociedad, Sarah parecía que iba camino de ser reina. Fue
lo que los periodistas llamarían dos siglos más tarde “la debutante del año”,
pero el mercado de esposas le jugó una mala pasada.
De alguna manera
las reglas sociales pusieron trampas a las Lennox que las convirtieron en
fuentes de comadreo de su entorno. Sarah y Emily acabarían teniendo hijos fuera
del matrimonio y pagando un precio por ello, pero les dejo lo mejor de su saga
para que la disfruten sin spoilers. Lo importante de Aristócratas es que
nos muestra como en la vida real, la sociedad londinense y la Corte imponían
reglas sobre las debutante y como las hermanas Lennox intentaron circunnavegar
esas reglas. Ese sería todo un tema en la ficción inglesa (y estadounidense)
por los próximos doscientos años.
De la Regencia
Hasta la Era Victoriana
Para la época de Jane
Austen, la idea de que el futuro de una joven yacía en un buen matrimonio (Pride
and Prejudice), y que las posibilidades aumentaban si la candidata iba a
pasarse el verano fuese en Londres (Sense and Sensibility) o a un balneario de moda (Sanditon)
estaba establecida. Austen dejó un esquema de narrativa que se cifraba en
protagonistas casaderas. Esto dio paso a una literatura de bolsillo llamada “Regency
Romance”, por tener lugar durante un momento en que la locura del Rey Jorge (el
cortejante de Sarah Lennox) le impedía reinar, e Inglaterra quedó en manos del Príncipe de
Gales y su madre, la formidable, Reina Carlota.
Habría maestras
del género desde Georgette Hayer hasta Barbara Cartland. A fines del siglo XX,
una chica judía de Queens llamada Julia Quinn decidió variar la formula Regency
añadiéndole al aburrido rosa el rojo de la pasión. Ahí nacía la serie bestseller
conocida como Bridgerton y que Shonda Rhimes ha transformado a un formato
televisivo. Esta exitosa serie, ahora en espera de su Tercera Temporada, se concentra en dos aristocráticas madres,
Lady Bridgerton y Lady Featherington cuyas hijas compiten en la corte del
Regente para ver qué pueden pescar sin caña ni anzuelo.
Ya vimos como Daphne
Bridgerton enganchó a un duque en su primera Season. En la segunda el afortunado
esposo fue el hermano de Daphne, Lord
Anthony, que también se consiguió una
heredera. Un cliché del género es la hermana rebelde, la que quiere algo más interesante que un
marido. Este ha sido el caso de la gordita Penelope Featherington. Harta de
esperar una propuesta de Colin Bridgerton, esta temporada, Penelope se pondrá a
buscar marido conjugando su actividad en el mercado de esposas con su trabajo
clandestino de Lady Whistleton la Gossip Girl de la Regencia.
Así llegamos a la
Era Victoriana cuando la pujante clase industrial entró de lleno en la Corte
trayendo a sus hijas al mercado. Los millones de estas nuevas herederas
competirían con los títulos y la estirpe de las hijas de los nobles. Y es que
todavía el mayor objetivo de una joven de clase alta era casarse. Esto hasta se
aplicaba a la mujer más poderosa del Reino Unido.
En Victoria
seguimos todas las obligaciones de la soberana incluyendo aceptar casarse. La
vimos amiga de los bailes y ser manoseada en uno por el Zarévich. La vimos
tener que renunciar al amor que sentía por su Primer Ministro y asumir una boda
dinástica con su primo que resultó ser uno de los grandes romances del mundo monárquico.
Tan feliz era
Victoria en su vida conyugal que deseó lo mismo para sus súbditos aristócratas.
Durante su larguísimo reinado, la Season adquirió más eventos para que las
jóvenes nobles pudiesen exhibirse tales como el Baile de la Reina Carlota, y la
semana de competencia de yates de Cowes. Se creó un tipo de presentación de
sociedad que no era todavía esa institución que vería el siglo XX. Toda joven
que desease entrar en la Corte podía ser presentada a la monarca en una levee
formal,. Solo bastaba que Victoria supiese, y que la candidata se acercase a donde estaba
la reina, acompañada de alguna dama de alta cuna, y le hiciese una reverencia.
El Lado Oscuro
del Mercado de Esposas
Fue ese gran
observador social, Anthony Trollope, quien le daría un nombre al mercado de esposas
llamándolo Marriage Market. En su encantador libro What Jane Austen
Ate y Charles Dickens Knew, Daniel Poole nos cuenta que si una chica se
pasaba tres Seasons sin enganchar marido ya era considerada solterona, y eso
que la edad para ser presentada caía entre los quince y los diecinueve años.
Aunque el mercado
de esposas funcionaba óptimamente, no surgirían de este muchos matrimonios felices. Ouida, la
novelista de moda retrataría el lado feo de estos enlaces obligados en su
novela Moths (Polillas) de 1880, que debería ser llevada a la pantalla
otra vez (hubo dos versiones del cine silente). Aunque no toca el tema de la Season
si nos muestra el mercado de esposas que se había trasladado desde Londres a la
Riviera Francesa donde ya a fines del Siglo XIX se habían autoexiliado muchos
nobles ingleses.
Vere Herbert se
ha criado en el campo inglés junto a su abuela. Tiene 16 años, es ingenua, pero
con buenos principios. A la muerte de la abuela, debe ir a la Costa Azul a
vivir con su madre, Lady Dolly. Desde que enviudó, Lay Dolly lleva una vida
extravagante de lujos que no puede pagar, de amantes que no la mantienen y de
deudas que se acumulan. No siente amor por su hija, de hecho, siente que la
avejenta. Eso, hasta que una amiga le enseña a aprovechar la minita de oro que
puede ser Vere. La amiga casó a su hija con un marques francés, un poco borrachín,
pero con mucho dinero. Lo que debe hacer Dolly es invertir en un yerno que
pague sus gastos.
Ahí Lady Dolly “vende
“a su hija al disoluto, pero millonario príncipe Zouroff, un noble ruso con
pésima reputación. Zouroff maltrata a su esposa desde el primer idea con su
frase: “Soy tu amo, y puedo ser un muy
mal amo”. Pronto lo demuestra. Cuando Vere se niega a compartir su casa con la
amante de su esposo, Zouroff la golpea y exilia a un olvidado castillo en el
campo polaco.
Yo leí Moths
hace un siglo en una edición que se caía a pedazos en la biblioteca de Nueva
York, único lugar donde pude encontrar una copia. Me pareció de prosa pesada y un
poco cargada de tintas, pero cuando vi ( y leí) The Age of Innocence me
di cuenta de que esta novela de1880 pudo ser una influencia en el retrato que Edith
Wharton nos brinda de Ellen Olenska. La diferencia es que quien se casa con un
cruel noble polaco es americana, no inglesa.
Si Ouida
denunciaba el matrimonio en las clases altas como una forma de prostitución,
Edith Wharton denunciaba los peligros en que incurrían las americanitas millonarias
al comprar títulos que venían atados a maridos golpeadores de los que había que
huir. Será en la próxima entrega en que hablaremos de como el Mercado de Esposas
llegó hasta las costas estadounidenses y del nacimiento de un fenómeno llamado
Dollar Princesses o “Princesas del Dólar”.
Desde FB de Jorge Eduardo Llerena Torrico: Excelente entrada! Bridgerton, por más peros que le podamos poner en términos de exactitud histórica, es un fenómeno que ha revivido el regency romance para una audiencia moderna, podemos cuestionar los motivos pero sin duda Shonda conoce su público y sabe que entregar, imagino para ellos el redescubrirlo y engancharse debe ser similar a cuando leí a Austen por primera vez hace tantos años, pues como muchos fue ella quien me introdujo al mundo de la season londinense, el drama social tan típico de esta época y las costumbres tan propias de estos eventos sociales. El éxito de Shonda, con todo y sus bemoles, refleja la perdurabilidad de un género literario (ahora televisivo) que ya en su época era un éxito de ventas, en un siglo repleto de autores brillantes y grandes novelistas cada uno dentro de su propia temática, desde Dickens hasta las Bronte. Por lo demás, muy buen análisis de la historia de la season y a ver si nos dice que pasó con aquella novela inconclusa y cómo se abordó la temática en ella. Un abrazo y a cuidarse que son tiempos de crisis
ResponderEliminarPara Jorge Eduardo Llerena Torrico Sir George, gracias por su enjundiosa opinión. Yo todavía tengo un poquito de resquemor por lo de la Reina Carlota (aparte que Aristócratas me ha contado que el verdadero amor de Don Jorge, El Loco era Lady Sarah Lennox). Es que habría algún ingenuo que realmente la crea africana, genéticamente imposible. Pero me reconcilié con Doña Shonda cuando anunció que se trataba de historia alternativa un género al que le tengo mucho respeto. Obvio que, si la reina es de color , tendrá cortesanos de sangre africana, y no hay personaje negro en el cuento que no traiga una historia (Cortesía de Shonda no de los libros) que explique su elevación.
EliminarNo solo Shonda nos ha mostrado que el Regency trasciende a Jane Austen, ha hecho cambios que reflejan positivamente (si se puede tal cosa) nuestra manera de pensar moderna. En las novelas, la gordita Penélope debe bajar de peso para conseguir marido. Tal cosa no va a ocurrir en la serie. No Fat Shaming for Bridgerton!
Otro mérito de Bridgerton es que es una de las pocas series de época que gira en torno al romance. Comentábamos con mi beta Lorena Abedrabbo-Hughes que el amor ya no es el eje del drama de época. En este momento estoy viendo varias series, pero nuevos period pieces solo tres: Feud, Masters of the Air y The New Look. En ninguno el amor romántico juega un papel importante. Si comparamos The Gilded Age, donde los romances son tema periférico, con Downton Abbey donde todo giraba alrededor de los amoríos de las Crowley y de sus criados, notamos la diferencia.
Estoy viendo Las Bucaneras (1995) y libro y serie tratan del amor y como se antepone el dinero a los sentimientos y como se debe luchar por ellos, etc.. Puedo entender que la horrorosa adaptación de Apple (de la que espero hablar esta semana) guste precisamente porque trata temas del corazón.
Usted cuide la salud, que aquí estamos bajo crisis sanitaria y no solo por catarros invernales. De la novela le puedo hablar en privado para no aburrir a quienes no estén interesados en el tema. Ohhh, pero también podemos hacerlo por WhatsApp. así me entera de noticias sobre su merced.
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