La falta de
material de esparcimiento decente me ha tenido este verano gravitando entre
cosas tan distintas como “La Otra Mirada” y “Borgoña”,
pero el hastío de días y noches de calor lo compenso con diversas series policiales inglesas cuyo
mejor atributo es que ocurren en un pasado semi cercano. La más nostálgica y la mejor de todas es “Endeavour”.
Hace más de
cuatro años que anunciaba en este
mismo blog, la llegada a Chile de una nueva serie inglesa inspirada
por las novelas de Colin Dexter. Las
novelas originales giran alrededor de
Morse, un inspector de la Policía del Valle
del Támesis que opera en la ciudad universitaria de Oxford. Mi padre fue un ávido
seguidor de la serie” Morse” por casi seis años, y una alegría para él fue cuando
el canal Film &Arts, en Chile, le permitió ver los últimos cinco episodios
que compusieron la última temporada.
Yo habré visto, a
lo más, un par episodios, de la serie
protagonizada por John Thaw. Uno porque trabajaba Elizabeth Hurley, entonces chongo de
mi hermano, y otro porque tenía lugar en Australia. Morse, cínico y amigo de la
botella, nunca me conquistó. Mi padre lo adoraba ya que compartían la pasión
por la música clásica, los buenos libros, y el ajedrez. Era un poco como otros
detectives que mi padre seguía en el espacio de la PBS titulado “Mistery” donde
también había seguido al Comisario Dalgliesh,
a Poirot y al Sherlock Holmes de Sir Jeremy Brett.
En el 2012, en la BBC se les ocurrió inventarse
una serie en donde veríamos a un joven Morse y seguiríamos su trayectoria de policía.
La serie llevaría el título de “Endeavour”, el nombre de pila (jamás usado) del icónico
detective. Este extraño nombre , que se puede traducir como “empeñoso” o “emprendedor”,
le fue impuesto a Morse por su madre,
una cuáquera creyente en el poder de
otorgar virtudes como patronímico. Otros dicen que fue el padre quien se
lo puso en honor a la nave con la que el Capitán Cook descubrió Australia.
Cuando anunciaron
la llegada de “Endeavour” a Film&Arts, traté de que mi papá la viera pero ya su mente
enferma no podía seguir una serie tan elaborada. La superioridad de “Endeavour”
es que, en cinco temporadas de episodios de hora y
media, ha alcanzado un nivel
cinematográfico y argumental más elevado que la mayoría de los dramas
policiales, aun los de época.
Para mí lo más
atractivo de “Endeavour” fue que iniciaba en el Oxford de 1963.Tal como
a mi papá lo había atraído la idea de crímenes en el mudo académico, a mi me
atrajo la idea de ver ese mundo cambiar en la década más versátil y camaleónica
de mi vida. A pesar de que era muy chica, los nombres Beatles, Carnaby Street,
Twiggy y Mary Quant eran reconocibles
para mi como hija de una mujer metida en el mundo de la moda y loca por las
fiestas y la música pop. Y esos nombres eran parte de los Sesentas británicos.
Aun en Oxford,
los largos de las faldas, de los cabellos, y de las quejas contra la juventud
se sentían. Los cambios sociales también eran evidentes en el tipo de crímenes
que la ley debía resolver. Así que me puse a seguir las aventuras de Endeavour Morse (Shaun Evans), ex estudiante de Oxford,
ex militar, que ha decido probar suerte
en el cuerpo de policía.
Otro atractivo de
esta serie es que el entorno del joven Morse es mucho más interesante que el de
su carrera futura. Sobre todo la relación que se forja entre el nuevo detective
y su mentor y superior Fred Thursday. Interpretado por Roger Allam (ex Ilirio
Mopatis de GOT). El Inspector Thursday es un hombre sencillo, justo, sabio, excelente
marido y padre devoto de dos hijos adolescentes que a medida que crezcan lo harán
sudar la gota gorda y derramar lágrimas de sangre con tantos líos en que se
verán metidos.
Cuando comencé a
ver la serie le vi similitudes con otro cuento de detectives que tiene lugar en
la misma década que ”Endeavour”, me refiero a” Inspector George Gently”. Ambas
series comparten raíces literarias, Gently nació en las novelas de Alan Hunter;
ambas series tienen lugar fuera de
Londres; y en ambas hay un detective veterano, marcado por su servicio en la
Segunda Guerra Mundial, que odia la corrupción y se ve encargado de enseñarle
la profesión a un joven y rebelde detective. Pero ahí se detienen los
parecidos.
La acción de
“Gently” trascurre en Newcastle, en el Norte de Inglaterra, una zona pobre
salpicada de fábricas. Morse se pasea por una Oxford vetusta, refinada y erudita a la que le cuesta entrar
en el Siglo XX. Thursday es menos huraño y tiene una familia, en comparación con el viudo y antisocial
Gently (a pesar de que ambos comparten una anticuado sentido de caballerosidad
hacia las mujeres aunque sean delincuentes).
Endeavour es más instruido, serio y
responsable que Bachus, el asistente de Gently. Aparte que, como su jefe, es respetuoso con las mujeres, y
eso incluye respetarlas como profesionales incluso en el cuerpo policial. Para ver la diferencia, basta recordar los chillidos de Bachus cuando Gently convence
a Rachel de tomar el examen de sargento. Según Bachus, las
mujeres “si solo se ponen a parir” no sirven para detectives.
Hablar de mujeres
es hablar de romance. El amor y el Inspector Morse parecían ser antónimos, a
pesar de que de vez en cuando le salían algunas maduras conquistas. Ahora, Endeavour
es joven, guapo, y con ojos de Steve
McQueen. Mujeres no le faltan, aunque no las busque y aunque su mirada siempre esté
ocupada en ver crecer a Joan Thursday (Sarah Vickers), la hija del jefe, hasta que tiene que aceptar
que se ha enamorado de ella.
El año pasado,
Joan se fue a vivir con un hombre casado, quedó embarazada y perdió el bebé.
Aunque ahora diga que se cayó, da la
impresión de que el novio la empujó por las escaleras. El hecho es que ha
regresado y aunque insista en vivir sola y hacer su vida, sus decisiones a cada
rato la colocan en el camino de su padre y el de Morse.
A mi ha dejado de
gustarme Joannie para Morse. Tampoco me gustaba Mónica (Shvorne Marks) . A la
que quería junto a él es la Agente Shirley Trewlove, interpretada por Dakota
Blue Richards. Increíble que la odiosa Lyra Bellaqua y la más odiosa niñita de “El
Secreto de Moonacre” se haya vuelto una actriz tan competente. Trewlove me encanta y la shipeaba con
Endeavour, pero parece que la niña de uniforme este año ha encontrado pareja en
George Fancy (Lewis Peek), la última adición a la comisaria de Morse.
Es que en 1968,
el cuerpo de Policía de Oxford sufrió una trasformación descomunal y terminó reagrupándose
bajo el nombre de Policía del Valle del Támesis. La mudanza va a ser física, ya que se ha construido
un edificio ultramoderno (con computadoras) para hospedar a la jefatura, pero
se sabe que no todos acabarán allá.
Este cambio tiene
a todos caminando sobre cascaras de
huevo y preocupados por su futuro. Thursday y su superior, el Comisario
Bright (Anton “Qyburn”Lesser), temen que el traslado pueda afectar sus
merecidas jubilaciones. Morse ha sido ascendido a Detective Sargento, el mismo
rango que Jim Strange (sean Rigby). Lo normal en estos casos es que trasfieran
a Morse, pero con tanta conmoción, la delegación tiene ahora dos sargentos que,
para colmo, viven juntos.
La última
complicación es la llegada de George Fancy, el nuevo detective mascota, o sea
lo que fue Morse un día. Se lo encajan a
Endeavour para que lo adiestre. Harry, El Sucio estaba más feliz cuando le
pasaron un compañero. George y Thursday le recuerdan a Morse que también él fue
principiante, pero el nuevo Detective Sargento no recuerda haber sido tan memo.
Fancy no le hace
caso, no sigue sus órdenes, llega
borracho, hay que rescatarlo de un campo minado, y más encima cuando ve a Trewlove le salta con
”¿Qué hace una chica guapa como tú en este sitio? “ “Mi trabajo” le contenta
ella . Pero ante el horror de Morse, hasta Shirley se está dejando ganar por
los ojitos de Fancy. “Parece un cachorrito” le dice la mujer policía a Morse.
Aprovechándose
del pánico en la división, un criminal de poca monta llamado Eddie Nero (Mark
Arden) comienza a surgir en el hampa oxoniana. Entramos en una Oxford desconocida donde Nero, que opera
tras el frente de un gimnasio donde entrenan púgiles, reina como extorsionador,
tratante de blancas y contrabandista de
objetos robados. La serie se interna por
los recovecos del Noir con cobradores
que se pagan con los favores de las hijas de dueños de restaurantes; elaboradas
centrales telefónicas que comunican a los clientes con prostitutas caras; y fiestas bohemias donde Nero es recibido como
un Don Corleone cualquiera.
El mundo del
crimen está evolucionando tal como el mundo real. Las noticias de los
asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy llegarán vía noticiarios, pero
en el patio trasero de la jefatura están ocurriendo conflictos que afectan a la sociedad, como el racismo.
Los 60 fueron épocas de odio racial y disturbios como los de Watts en Estados
Unidos. Recién me entero de que también lo fueron en el Reino Unido, pero por diferentes circunstancias.
Si en USA la
tensión es el resultado de la agotadora y dolorosa campaña por los Derechos
Civiles, en Inglaterra es el resultado del colapso de su mundo colonial. Cuando
en “Cartouche”, un egipcio acusa a los británicos por la muerte de su hijo en
La Guerra de los Seis Días, no miente al decir que el conflicto arabe-israeli
ha nacido de la intrusión europea en la región y de pésimas decisiones que
Whitehall ha tomado por casi un siglo sobre el Medio Oriente.
A su regreso a
Oxford, Joannie consigue trabajo en el servicio social. Atendiendo a una
familia de hindúes de Kenia (otro ejemplo de como las guerras independentistas
de las antiguas colonias creaban nuevos refugiados), se convierte en blancos de racista que casi le
parten la cabeza con un ladrillo. Este es cortesía de un grupo de neofascistas
que también están involucrados con el omnipresente Eddie Nero.
Es en el capítulo
“Colours” que el racismo emerge en todas sus facetas. Cuando la peluquería del barrio
pone un cartel donde especifica que no atienden gente de color, un grupo, al que se une Joannie, se forma ante el local protestando la medida.
Cuando impiden el paso a una cliente blanca, la protesta se vuelve violenta y
los manifestantes, Joan entre ellos, son
arrestados.
La protesta es
liderada por Marcus Willians (Marcus Griffith), un carismático y elocuente anglo-africano que
ya ha se ha desempeñado brillantemente en un debate en Oxford en contra de Lady
Bayswater (Caroline Goodall en un velado retrato de Lady Diana Mosley). Un
debate en que la ex líder fascista aboga no solo por la expulsión de
inmigrantes de la universidad, sino también del país.
Como nos muestra
“Endeavour” el racismo no solo proviene de sectores fascistoides. La peluquera Mrs.
Radowicz (cómo ha envejecido Rebecca Saoirse), obviamente inmigrante polaca,
intenta convencer a Thursday que no tiene prejuicios en contra la gente de
color. “Siempre los he tratado como mis
iguales” afirma, “fui a ver a Sammy
Davis Jr. En El Palladium”.
Es su clientela
la que protesta porque no quieren usar las toallas que usan las parroquianas de
color. Pero cuando Thursday le pide que identifique a Marcus como el instigador
de la protesta, la peluquera no puede. Para ella todos los negros son iguales.
“Tal vez sus madres puedan diferenciarlos” dice.
Peores son los polizontes que han mandado de la División de Robos a ver lo de Nero que se niegan a aceptar que sea un jamaiquino quien esté vendiendo objetos robados. Según ellos, los negros son demasiado tontos para poder cometer ese tipo de delitos (!!!)
Peores son los polizontes que han mandado de la División de Robos a ver lo de Nero que se niegan a aceptar que sea un jamaiquino quien esté vendiendo objetos robados. Según ellos, los negros son demasiado tontos para poder cometer ese tipo de delitos (!!!)
Esos polizontes
son quienes se encargan de aportar una buena dosis de machismo a la comisaria.
Uno de ellos agrede verbalmente a Trewlove culminando en una joya como “las
como tú solo sirven para dos cosas…una de ellas es escribir a maquina y…” No llega a terminar
porque le caen encima todos los hombres de la jefatura.
Pero incluso
hombres refinados e instruidos pueden
ser capaces de actos repugnantes. En el episodio “Musa”, con más sutilidad
y emotividad que en “La Otra Mirada “, “Endeavour”
se enfoca en un caso que recuerda al de La Manada. Una serie de inexplicables
asesinatos sacude a Oxford. Un ex boxeador aparece con un clavo incrustado en
una oreja, un profesor de Oxford aparece muerto y sin ojos, y su padrino de
bodas lo sigue perdiendo la cabeza literalmente. La policía la encuentra en una bandeja de
plata.
Para mi es obvio
que el asesino serial sigue modelos bíblicos, para Morse y Thursday es más
complejo. Solo hay un vínculo en común , una mujer de impermeable blanco que
posiblemente ejerce la prostitución. Los catedráticos eran clientes, el
boxeador era el chofer encargado de proveer la mercancía.
Todo indica que la
asesina es Eve Thorne una guapa Call Girl
de alta sociedad e interpretada por nuestra nueva amiga Charlotte “Myranda”
Hope, a la que pronto veremos cómo
Catalina de Aragón.
En realidad, Eve encubre a su amiga Ruth (Antonia Clarke), que ahora trabaja en el servicio telefónico que procura mujeres para los clientes. Recién salida del convento, Ruth decidió probar suerte en Oxford y cayó en manos de la red de prostitución de Eddie Nero, que la” ofreció” (el Sacrificio de la Virgen supongo) para una despedida de soltero en Oxford. Ahí, Ruth fue salvajemente violada por el futuro novio y sus amigos, en los que ahora cobra venganza.
En realidad, Eve encubre a su amiga Ruth (Antonia Clarke), que ahora trabaja en el servicio telefónico que procura mujeres para los clientes. Recién salida del convento, Ruth decidió probar suerte en Oxford y cayó en manos de la red de prostitución de Eddie Nero, que la” ofreció” (el Sacrificio de la Virgen supongo) para una despedida de soltero en Oxford. Ahí, Ruth fue salvajemente violada por el futuro novio y sus amigos, en los que ahora cobra venganza.
Hay una sensación
que las mujeres están cambiando, que pueden buscar justicia como Ruth,
responder a los bravucones como lo hace Trewlobe, encontrar sus propias causas
como Joan Thursday, incluso intentar borrar el pasado de sus padres como sucede con Moira
Crichton-Ward (Leo Hatton), hijastra de Lady Bayswater, que es asesinada
precisamente por tener un novio negro.
También vemos
ejemplos de la nueva revolución sexual lo que afectará a Morse quien se involucra
este año con una glamorosa y liberada fotógrafa francesa (Claire Ganaye). Vemos
a Morse, más contento, más relajado, menos sumergido en el trabajo, pero comete
un error que solemos cometer las mujeres, de desear llevar la relación a un plano más
serio. Es ahí cuando Claudine se vuelve brutalmente franca: “esto es solo sexo.
No es amor”.
No siento mucha lástima
por Morse porque cuando no está creándose falsas expectativas o suspirando por
Joannie, anda tratando mal a otras mujeres. El siempre tan caballero acusa a
Eve, en su cara de ser “una vulgar prostituta”. Eve tiene demasiada experiencia
para no reconocer que el policía se escuda tas el insulto porque se siente
atraído por la acusada. “Soy inmune” le responde fríamente Endeavour, pero no
será tan inmune ante los encantos de una rubia bonita(Emma Rigby) a la que conocerá cuando la dejen plantada en
la puerta de una caseta telefónica.
Sn preguntarse
los nombres, van a un bar, se emborrachan y terminan en la cama de Morse. Unos
días mas tarde, Morse se reencuentra con la rubia en la cocina de Thursday, se
trata de Carol, sobrina del Inspector. Sus padres han venido de Londres de
visita y se la encajan a Morse para que le muestre la ciudad.
Morse se porta
horrible con ella ignorándola o haciéndola sentir mal por lo que pasó entre
ambos. Algo que el insiste en llamar “un error” Al final, al despedirse, Carol le dice que ella no ve lo ocurrido como
un error, solo que hay cosas que no duran más del momento.
A pesar de todos
los cambios, Oxford sigue siendo provincia y el crimen nunca alcanza los niveles
londinenses. Cuando el hermano de Thursday le cuenta que necesita dinero para
mantener su ferretería, el Inspector inmediatamente le pregunta si ha tenido
algún problema con “Los Mellizos”. Es que Eddie Nero no tiene el poder en
Oxford que Los Krays tuvieron en Londres.
El mundo de esta
quinta temporada de Endeavour se balancea entre el pasado y el presente. Un
presente de mujeres liberadas gozando del glamur de su independencia, pero
también presas de estrés y de otras trampas que los 60 nos tenían deparadas a
las generaciones siguientes. Antes de ser asesinada Moira Crichton-Ward
demuestra un comportamiento errático. Se descubre que estaba bajo los efectos
de un coctel de anfetaminas y Seconal.
Los médicos de entonces todavía no sabían que
las combinaciones eran dañinas. Las anfetaminas son para suprimir el apetito,
el mayor enemigo de una modelo. El Seconal, como explica el forense De Bryn (James
Bradshaw) es para hacerla insensible. “¿Insensible a qué? “pregunta el azorado Bright. “A la vida” responde el Dr. DeBryn.
Aparte de los
peinados tiesos de laca, y las modas de las que espero hablar en otro blog, hay
cosas que inmediatamente nos remontan al pasado como cuando Morse va al cine en
una sala llena de fumadores. Solo pensar que me pasé mi infancia tragando humo
de los puchos de mamás viciosas…. Con razón tengo los pulmones malos.
Otro detalle es
el clasismo. Cuando el hermano de Thursday viene de visita, lo lleva al
inspector y a su esposa a cenar a Chez André, el mejor restaurante de Oxford
donde se tropiezan con el Superintendente Bright quien demuestra sorpresa ante
el hecho que un policía como Thursday pueda costear un establecimiento tan
exclusivo. Hay un leve tono de reproche en la voz del elitista Bright como si
Thursday, y su insufriblemente vulgar hermano , estuviesen usurpando el espacio
de gente superior a ellos.
Un rasgo
característico del Inspector Morse era su conservadurismo. En su empaque más
joven , Endeavour es igual de chapado a la antigua. El mundo que lo rodea, a
pesar de los cambios impuestos sigue apegado a tradiciones, algunas bastante
respetables. Ciertamente que uno prefiere policías como Bright y sus
subalternos, que siguen apegados a reglas de tradicional decencia, antes
que mequetrefes como el polizonte de
Robos que se jacta de que sus superiores prefieren sus reprensibles métodos a
los de una antigualla como el superintendente.
En “Colours”
vemos un regimiento a punto de ser desplazado a Alemania, dejando tras de si un
mundo de recuerdos y tradiciones de honor y valor. Hay similitudes con lo que
está viviendo el cuerpo de policía de Oxford. Cuando Morse reprocha el que
mantengan en servicio activo a un héroe como el Mayor Duff (Ian Pirie), que a
pesar de su brillante carrera, presenta evidentes señales de perturbación mental
tras dos años en un campo de prisioneros chinos, la respuesta del coronel Champion
(William Scott-Masson) en contundente: “el regimiento cuida de los suyos”.
De igual manera,
la policía cuida de los suyos y por extensión, de sus familias. Eso se ve cuando Jim Strange libera
a Joannie, detenida durante la manifestación, y borra toda señal de que haya
estado en la comisaria.
En “Endeavour”, a
diferencia de Gently quien está siempre luchando contra la corrupción dentro del sistema, la institución policial es vista como un baluarte de decencia
y dignidad ejemplarizados por hombres
conservadores pero buenos y justos como Bright, Thursday, Strange y Morse. Trewlobe, aunque nueva y mujer, abraza esos códigos de
honor e intenta preservarlos.
En “Endeavour” el
pasado tiene su modo de siempre vincularse al presente. En “Passenger”, un par
de asesinos reutilizan los métodos detrás de un crimen sin resolver y solo
consiguen “resucitar” al verdadero homicida. En “Colors” el fascismo de los 30
renace en el clima racista de los 60. Ruth Astor se inspira para su venganza en
el arte de Artemisia Gentileschi, una gran pintora barroca que tuvo el valor de
llevar a su violador a juicio.
“Cartouche” gira en torno a Emil Valdemar (Donald “Maestre Lewin”Sumpter)
una especie de Boris Karloff que fue estrella del cine de horror de los 30.
Ahora su fama ha renacido en la compañía Mammoth (obviamente, la Hammer). Pero
tal como su momia, hay un asesino que resucita del pasado para perseguir a Valdemar
por algo ocurrido durante la Gran Guerra. Algo que solo conocen el actor y el
vengador.
“Endeavour” está
mejor estructurada que la mayoría de las series de detectives modernas. Los
crímenes son mas exóticos, al igual que la galería de sospechosos. Siempre haya
un modo de entroncar el crimen con la vida personal de los personajes
habituales, de combinar lo nuevo con lo antiguo y de hacer el misterio más
complejo, incluso llevándonos como por un laberinto de falsas pistas a
callejones sin salida. Tal vez el costo de mantener ese alto nivel de calidad es lo que obligue a la serie a tener temporadas
cortas. Esta solo tiene seis episodios de hora y media de duración. Snif, ya se
me acaba. Se las recomiendo.
Como la Señora Valentina Párraga
siempre me pregunta dónde puede ver las series que recomiendo, les aviso a ella y a otros interesados. En
USA, se puede ver “Endeavour” los domingos (con repetición) por PBS (Canal 13),
WNJ, la PBS de Nueva Jersey, la está
dando con dos capítulos de retraso, los miércoles, a las 9pm. Pueden verla en Thirteenth
Passport, el sistema de streaming al que estoy subscrita ($4 mensuales) o ver
las cuatro temporadas por YouTube, por
$1,99 el capítulo.
Veo que en YT hay
algunos gratis de esta temporada como “Passenger”, y con
subtítulos en español. Es cuestión de buscar.
En España dan a endeavor en Paramount chanell. Gratuita si te das de alta. Están las temporadas 5 y 6
ResponderEliminarMucas gracias. Ojala nuestros Gatitos Españoles aprovechen de ver esta excelente serie que vuelve a las pantallas estadounidenses el primer domingo de agosto.
Eliminar¡Qué buen análisis! Sí, es una serie estupenda. Saludos.
ResponderEliminarGracias, totalmente de acuerdo. Aqui, esperando la octava temporada
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