De todos los
placeres que AcornTv me ha proporcionado, ninguno se compara a ver nuevamente
esta miniserie de 1983 por la cual no han pasado los años. En nuestro apetito
por buenos relatos de espionaje no se nos pueden pasar las aventuras de un
espía real que, en su breve reinado, cambió las reglas del juego y capturó la
imaginación de muchos, incluyendo la de Ian Fleming que lo usó como modelo de
James Bond.
En 1982, en plena
era de miniseries épicas, la sección del “Masterpiece Theater”, conocida como “Mistery”, presentaba una serie
limitada tan lujosa y espectacular que rivalizaba con las grandes producciones de
la televisión estadounidense de los 80. Para el público asiduo al misterio, “Reilly,
Ace of Spies” era una sorpresa, Acostumbrado a tibias adaptaciones de novelas
de Agatha Christie, Lord Dunsany y otros maestros del misterio, se esperaba una
serie a la antigua con iluminación opaca, sin efectos especiales, con espacios restringidos,
aparte de algún par de escenas filmadas en exteriores.
Enfrentarse a una
escenografía de filme de Hollywood, con escenarios grabados en diversos puntos
del globo, una recreación fidedigna del mundo de la Belle Epoque y de la
Rusia Revolucionaria, con mobiliarios lujosos, fantásticos vestuarios y escenas
épicas, fue un agasajo inesperado. Como lo fue la intensa y realista trama que
mostraba un lado oscuro de la historia y de los servicios de inteligencia
británicos que pocos conocían, y muchos habían ocultado.
De Rosenblum a
Reilly
Tras su misteriosa
desaparición en la Unión Soviética en 1925, Sídney Reilly se convirtió en un
icono de la cultura popular en ambos lados del Atlántico. Gente que juraba
haberlo conocido vendía entrevistas, mientras que amigos, ex esposas y amantes escribían
libros sobre un hombre cuya vida estaba llena de secretos y leyendas, algunas
inventadas por el mismo Reilly.
Era natural que
un hombre tan enigmático suscitase tantas controversias. Nadie estaba seguro de
donde había nacido o cual era su verdadero nombre. Si bien era cierto que se merecía el apodo de
“As de los espías” también era cierto que había sido un agente doble sirviendo
al menos a cinco potencias.
Aunque Reilly contó
diferentes versiones de sus orígenes, hay dos factores certificados como indiscutibles:
era judío y había nacido en la Rusia de los Zares. En el episodio titulado “Anna”,
Reilly le cuenta a su hermanastra Anna (Diana Hardcastle) por que abandonó el
hogar paterno y fingió su muerte. Su padre, un general del ejército del Zar, le
reveló que era ilegitimo, producto del adulterio de su esposa con un médico
judío.
Diana Hardcastle como Anna |
En realidad, la
historia es más simple y trágica. Se cree que era hijo de Georgy y Polina
Rosenblum, un matrimonio de judíos polacos que, tras adquirir una pequeña fortuna,
se habían trasladado a Odessa donde Sigmund, Georgy, o Solomon (todos esos
nombres se han especulado como el patronímico de Reilly) nacería en 1874. A los
18 años fue arrestado por actividades revolucionarias. Al salir de prisión su
padre le tenía dos noticias. Polina había muerto y el joven Rosenblum no era
hijo de Georgy sino de un primo de la familia, el doctor Mikhail Rosenblum.
En la cultura y
religión judías, aun entre gente semi asimilada como los Rosenblum, no hay
mayor estigma que ser un mamzer, el producto de un adulterio. El shock
que recibió el futuro Reilly lo llevó a fingir su suicidio, haciendo parecer
como que se había arrojado al mar. En realidad, se embarcó hacia Brasil. Un año
más tarde volvió a aparecer en Europa.
Se sabe que se movió entre Londres, Paris y Florencia
dedicado a actividades delictivas y relacionándose con anarquistas italianos.
Parte de esa vida aventurera aparece dramatizada en la novela The Gadfly
escrita por una de sus primeras amantes, la inglesa Ethel Boole.
Para comienzos
del siglo XX, Reilly, todavía usando su apellido Rosenblum, se había instalado
en Londres donde combinaba dos empleos: informante de Scotland Yard y
fabricante de vitaminas. Bajo esta última careta nuestro héroe conoció al
anciano Reverendo Thomas y a su joven esposa, Margaret. Poco después Thomas
fallecía, un médico certificaba que se trataba de una muerte natural, y la viuda,
ahora millonaria, se casaba con un tal Sídney Reilly.
Hasta hoy, ese
cuento se ve con sospecha. ¿Murió Thomas
debido a las medicinas que le vendía Rosenblum? Al doctor que extendió el
certificado de defunción, nunca se le encontró y según testigos, se parecía
mucho al nuevo marido de Margaret.
En la época de su
matrimonio el novio firmaba ya como Sídney Reilly, la identidad que Rosenblum
necesitaba para ser respetable. Mas respetable fue que a la boda asistieron
importantes figuras del Almirantazgo, Scotland Yard y del Secret Service
Bureau, que más tarde se conocería como MI5. Reilly estaba escalando posiciones, haciéndose
famoso, y necesario, en los servicios de espionaje británicos.
Tras dejar a
Margaret bien instalada en San Petersburgo, Reilly se marchó a Manchuria donde
comenzaría su carrera de espía de los rusos y japones, trabajando tanto para
los servicios británicos como los nipones. Y me detengo aquí, porque esto es lo
que nos faltaba de la historia de Reilly, el resto con algunas licencias dramáticas
es lo que nos muestra la serie.
El Mejor Espía
de la Historia
Siete años después
de la supuesta muerte de Sídney Reilly, su compañero de aventuras rusas, R.H. Bruce
Lockhart (Ian Charleson lo interpreto en la serie) escribió un libro sobre la
vida del espía. Treinta años más tarde, Robin Bruce Lockhart, hijo de R H., escribiría
su versión basándose en la de su padre, pero agregándole nuevos datos que
habían surgido sobre quien se apodaba “el mejor espía de la historia”. Es la
versión de Lockhart junior la que sirve de base para esta serie.
Poco después de publicada,
“Ace of Spies” fue comprada por la Universal para adaptarla a la pantalla
grande. Laurence Harvey, que compartía
con Reilly el origen étnico de judío ruso, iba a interpretar al espía, pero el
proyecto no llegó a tomar forma. Una década después, los derechos fueron
adquiridos por la productora Thames quien contrató a Troy Kennedy- Martin para
escribir los libretos de doce capítulos.
Kennedy-Martin
llevaba ya un tiempo obsesionado con la idea de hacer algo sobre Reilly. Le tomó
cuatro años escribir un guion que no fuese un mero recuento de los hechos o una
copia de lo escrito por los Lockhart. Su objetivo era crear un ambiente digno
de una personalidad magnética como la de su antihéroe. Soñaba con alcanzar la
combinación exacta de suspenso, romanticismo y elegancia que había encontrado
en El Expreso de Estambul de Graham Green.
La atmosfera es
cercana al mundo de Graham Green con villanos y héroes dados a dialogo agudos y
cínicos; mujeres misteriosas y sensuales; y una escenografía divina que abarca
tanto los exteriores filmados en Malta, Londres y Paris, como los interiores. A
ratos yo me distraigo mirando los muebles, el vestuario (que abarca estilos de
varias décadas) ….y a Reilly.
A pesar de que físicamente
no se parecen (Reilly tenía un aspecto decididamente judaico) nadie pudo
interpretarlo con el panaché y el sex appeal del neozelandés (nacido en
Irlanda) Sam Neill. Después de hacerse
celebre como el interés romántico de Judy Davis en “My Brilliant Career”, una
muestra de la invasión australiana cinemática de entonces; y después de
interpretar al niño diablo, Damián, en su versión adulta en la tercera parte de
“La profecía”; Sam había logrado lo imposible, opacar a Anthony Andrews en “Ivanhoe”.
Era el candidato perfecto para un rol como el de “Reilly, As de Espías” que se convertiría
en su papel más icónico hasta su trilogía de éxitos de 1990 cuando protagonizó “El
Piano” “Sirenas” y “Parque Jurásico”.
Kennedy-Martin y
Sam Neill consiguieron capturar el aura carismática de Reilly quien llegó a
influir sobre el mismísimo Winston Churchill. A través de doce episodios, la
serie nos muestra a Reilly vivir experiencias que medio siglo más tarde
emularía James Bond. En los primeros seis episodios, el espía convive con los
poderosos de su época tales como el Barón de Rothschild (Peter Howell) y el
siniestro Sir Basil Zaharoff (Leo McKern); es testigo de la guerra rusojaponesa,
y participa en las luchas de poderes europeos por quedarse con los pozos petroleros
de Persia.
Leo McKern como Sir Basil Zaharoff |
Pero será la
Rusia Bolchevique—donde transcurre la segunda mitad de la serie— el
campo de batalla donde más descollará Reilly y donde encontrará una muerte
temprana. Al menos la serie cree que Reilly fue ejecutado por la policía
soviética en 1925. La última Mrs. Reilly y Lockhart padre creían que a quien
llamaran “El Pimpinela Escarlata de Rusia”, lo tenían languideciendo en algún Gulag
siberiano.
“Ace of Spies”
que ganaría un BAFTA como mejor serie de televisión de 1983, más una nominación
para Sam Neill de un Globo de Oro como mejor actor en una serie dramática,
abrió con excelentes ratings su única temporada en la BBC en 1983. En el primer
episodio, que llevaba el significativo título de “Un Affaire con una mujer
casada”, Sigmund Rosenblum, espía de los ingleses, es arrestado en un pueblo
perdido en el Cáucaso. Aprovechando la presencia del Reverendo Thomas y de Margaret
(Jeananne Crowley) su sufrida esposa, el espía seduce a esta última y consigue
que lo ayude a huir.
Para cuando Margaret
regresa a Londres, se ha convertido en objeto de escarnio tanto de su marido
como del publico puesto que la mayor humillación es que Rosenblum la ha abandonado.
Aun así, se casa con él, tras la muerte de su esposo. Para la boda, Reilly ha cambiado
de nombre. El Servicio Secreto de Su Majestad empaca a los flamantes esposos a Puerto
Arturo en Manchuria.
Un par de años más
tarde, Margaret aburrida se ha encamado con Grinberg (Joris Stuyck), el socio
del marido. Reilly anda espiando las maniobras rusas, pero también las niponas.
Reilly ha estado advirtiendo a sus superiores de la incursión japonesa en la
zona, pero los ingleses son ahora aliados del imperio nipón y no levantan un
dedo cuando la marina imperial bombardea Port Arthur.
A pesar de estar
en la mira del inspector de policía (David “Poirot” Suchet en un muy mal
maquillaje para parecer chino), Reilly se queda en Manchuria, aunque insiste en
ayudar a Margaret a escapar. En la vida real, Margaret estaba muy cómoda en San
Petersburgo, Reilly estaba en la nómina de los ingleses y de los japoneses, y aprovechó
el pánico para hacerse de una pequeña fortuna en complicidad con su socio
Greenberg.
Lo cierto es que
las licencias ayudan a hacer más simpático el personaje de un mercenario. Se menciona
en la serie que a Reilly le gusta el dinero, que es ambicioso y codicioso, pero
eso no significa que no tenga límites y honor. Es un jugador empedernido y el espionaje,
más que una fuente de ingresos es un juego de azar lleno de peligros entre los
que él se mueve con nervios de acero y humor sardónico aun en las peores
circunstancias. Como dice Zaharoff: “el humor patibulario es la característica
del judío”.
Esposas y
Amantes
Las proezas de
espionaje de Reilly se deben a su gran conocimiento de la naturaleza y
psicología humana y de su capacidad de manipular a la gente, principalmente a
las mujeres. En la vida real, Sídney
Reilly se casó tres veces, dos de sus matrimonios pueden haber sido bígamos y
tuvo amores con una gran cantidad de mujeres que secundaron sus planes.
El espía y sus esposas |
Reilly-amante es
casi tan fascinante y perturbador como Reilly-espía. El verdadero Reilly veía
el amor y el espionaje como juegos cerebrales que había que ganar. La serie nos
lo muestra como un exquisito Don Juan que conquista a sus tres esposas
(Margaret Thomas, la Princesa Nadia Massimo y la actriz Pepita Bobadilla) con
técnicas de seducción que obedecen más a necesidades oportunistas que al amor.
La falta de escrúpulos
de Reilly con el género femenino abarca el enamorar a una costurerita alemana (Joanne
Whalley) en cuya casa se hospeda, nada más que porque conviene a sus planes
hasta la ejecución de Eugenia (Eleanor David), su amante-secretaria, tras
descubrir que ella trabaja para los soviéticos. La serie incluso intima que
Reilly tuvo amores con Anna, su medio hermana. Y, por supuesto, incluye uno de
sus affaires más bizarros con la artista y mística Caryll Houselander (Joanne
Parce).
Joanne Whalley a punto de caer en las redes de Reilly |
Eugenia amante-secretaria-traidora-víctima |
En 1918, tras
regresar de Rusia y ser condenado a muerte en ausencia, Reilly conoce a Caryll
entonces todavía una adolescente. La serie nos muestra un Reilly semi derrotado
y consumido por la culpa de saberse culpable del fusilamiento de su
colaboradora, la letona María Friede (Jan Chapelle). Reilly, tras enterarse que
Caryll tiene visiones, le entrega los pendientes de la difunta Maria para que
intente saber cómo fueron las últimas horas de su dueña.
Caryll sufre un
shock puesto que en vez de ver lo deseado, tiene una premonición visual de las últimas
horas de Reilly en la Lubyanka y su ejecución en las afueras de Moscú. Tras esa
revelación, Reilly convierte a la joven pintora en su amante, a pesar de tener
casi 30 años más que ella.
Aunque en la serie y en la realidad, Reilly abandonó
a Caryll para casarse con Pepita Bobadilla (cuyo verdadero nombre era Nellie
Burton y era más inglesa que Los Lloyd de Londres), la mística nunca dejó de
amarlo. Nunca se casó y menciones a Reilly aparecen en su obra. En su episodio
final, la serie nos ofrece unas escenas espeluznantes que no sé si corresponden
a la realidad. Tras el arresto de su ex amante, Caryll comienza a ser afectada
por una especie de empatía telepática y experimenta las torturas a las que
Reilly es sometido.
Como el
Comandante Bond, Reilly tenía el poder de subyugar a las mujeres. La serie
inicia mostrándonos como Reilly seduce, utiliza y abandona a Margaret. Aun así,
eventualmente, la convierte en su esposa y aun cuando ella le sea infiel, se
vuelva alcohólica, e intente arruinar sus planes, Reilly velará por ella. A
pesar del énfasis que la serie pone en mostrarnos a Reilly como mujeriego y manipulador,
también nos muestra que tiene su corazoncito.
Ya en el primer
episodio lo vemos llorar la muerte de su cómplice, la prostituta Rose. También
llorará la muerte de Anna, a quien con su amor incestuoso puede haber empujado
al suicidio, y muy conmovedora es su despedida de Maria Friede cuando esta se rehúsa
a ser rescatada de la cheka moscovita. Maria no fue ni la primera ni la última
mujer que se sacrificó por el maestro de espías, pero un detalle en el que
concuerdan sus biógrafos es que ninguna mujer delató a Reilly ni habló mal del agente
después de su desaparición.
Jan Chappell como Maria Friede |
La difícil tarea
de Kennedy-Martin fue poder capturar la magnética, pero enigmática personalidad
de Reilly. Mostrar como un hombre tan ambicioso también era capaz de ser
honorable. De cómo el frio y calculador espía podía ser leal y generoso. Una
razón por la cual Reilly regresó a la Unión Soviética, donde su cabeza ya tenía
precio, fue para vengar a Boris Savinkov (Clive Merrison) quien iba a liderar el país tras la caída del
Comunismo y por cuya causa el agente había perdido fortuna y años de su vida.
Viendo nuevamente
esta serie, admiró lo moderna que es en términos de acción y suspenso. Vemos el
bombardeo de Port Arthur, vemos a Reilly disfrazado de curita burlar al Barón
de Rothschild en su propio yate y rescatar a Nadia Massimo (Celia Gregory) de
un jabalí en medio de una cacería.
Acompañamos a
Reilly en su huida por los techos moscovitas, asistimos al asalto de la
embajada británica en Petrogrado y a los últimos minutos del embajador Cromie
(Barry Stokes) y nos quedamos sin aliento al ver a Reilly saltar desde un
ventanal a un vehículo en marcha. Escena opacada solo por la carrera de autos
en Long Island donde el agente acribilla a sus posibles asesinos con una ametralladora
automática, gesto digno de james Cagney.
Por otro lado, no
hay gore, no hay violencia gráfica, las escenas de tortura ocurren off
camera. No hay malas palabras. No hay sexo (solo parejas encamadas) y una erótica,
pero discreta escena en la que Reilly se sirve a una prostituta sobre un
escritorio, actividad que interrumpe para matar a un asesino que los bolcheviques
han enviado a despachar al As de Espías.
Solo hay un par
de desnudos femeninos, uno protagonizado por una jovencísima Lindsay Duncan quien
también ofrece una escena lésbica arriba de una mesa de billar. Para no acusar
a la serie de sexista vale decir que nos muestran al protagonista de cuerpo
entero. Al parecer Reilly no usaba piyama porque en la serie, cada vez que
recibe visitas a mitad de la noche o debe huir, es ocasión para que la cámara
se enfoque en el trasero de Sam Neill.
Para mí, “As de
Espías” fue una fuente de datos históricos que desconocía sobe todo en lo que
respecta a la Rusia Bolchevique. Yo sabía que habían existido rusos blancos que
combatieron el auge del comunismo, pero ignoraba lo divididos que estaban los
mismos revolucionarios.
La serie nos
muestra como la Guardia Letona en la que tanto confía Lenin (Kenneth Cranham)
en realidad desea tener su propio país. Como los revolucionarios socialistas se
incomodan con Lenin precisamente por haber firmado una tregua tan desventajosa
con los alemanes. Y como esto provocó el intento de magnicidio por parte de la
judía cegatona Fanny Kaplan (Sara Clee) que arruinó los planes de Reilly y Lockhart
de derrocar a Lenin.
Me impresionó conocer las actividades de Félix
Dzerzhinsky (Tom Bell) el fundador de las chekas y el creador de “The Trust” la
singular organización de falsos antirrevolucionarios que es en realidad una
trampa en la que cae Reilly. Creyendo unirse a grupos que buscan derrocar a
Stalin, Reilly termina en las mazmorras de la OGPU, la antecesora de la KGB.
Así acabó la saga
de Sídney Reilly que con todas sus faltas y dobleces fue quien cambió las
reglas del juego del espionaje británico convirtiéndolo en un sistema cruel,
pero profesional. Ese sería el espacio que nos daría a James Bond. A pesar de
que Ian Fleming diría “James Bond es solo una bobería que me invente. Ya sabes,
él no es un Sídney Reilly.”
Reilly, que a
pesar de toda su falta de escrúpulos fue un sincero anticomunista, dijo en una ocasión “La Revolución Rusa fue bautizada
con sangre…Sus líderes eran todos asesinos”. Una novedad de la serie fue,
mostrar que la Revolución Bolchevique no había sido un invento tan fabuloso y
que había estado acompañada de represiones y baños de sangre. Antes del Glasnost,
era algo inconcebible de mostrar en una serie británica. Me es difícil ser
objetiva con una serie que me encantó en su día y vuelve a hechizarme
precisamente en una época en donde presentismos y revisionismos radicales
arruinan todo drama de época.
Si no pueden
acceder a AcornTv o Amazon Prime, “Reilly, Ace of Spies” esta gratis y completa
(ergo en inglés y sin subtítulos) en Dailymotion. Hay un par de capitulos en YouTube.
Interesante época❤
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