Como saben, mi llegada
a la Unión Americana ha propiciado una obsesión con los filmes y series de tema
histórico. Pero no sé si sepan que tanta información me ha llevado también a
otra avenida de la historia que tanto amo. He vuelto a leer. Después de dejar
mi biblioteca en Chile, he empezado a construir otra aquí y no solo de libros
de historia, también de alguna que otra novela histórica.
Mis lecturas
combinan lo que estoy comprando o me regalan mis amigos con lo que encuentro en
línea y lo que a veces hallo en el sistema de bibliotecas de Queens que cada
vez está más pobre en lo que se refiere a libros. Ni siquiera en Kindle puedes
encontrar libros publicados hace tres, cuatro o más años.
Mi colección se ha
ido enfocando en temas asociados con mis series favoritas. por eso tengo más
material sobre historia inglesa que otro tema. Mi Tudormania me ha hecho
concentrarme en Harry, El Gordo y su extravagante familia. “The Crown ”me llevó
a adquirir algunas biografías de miembros de la Familia Real Británica. Un
sector de mi biblioteca sigue atado a
libros que deje atrás y no recobraré más, puesto que los legué a mis únicos
herederos. Me refiero a obas sobre la Guerra Civil Española, pero como los
extraño, he ido consiguiendo algunos pocos, a la vez que he podido leer autores
que conocía de nombre nada más como Juan Eslava Galán y Don Pio Moa.
Aunque no soy
amiga de la ficción (creo que ya leí toda la que debía leer en la universidad),
este año termine de leer Atonement y
realmente noto la razón por la cual la prosa de Ian McEwan ha sido tan alabada.
Sin embargo, he encontrado otro escritor capaz de superar a McEwan aun
describiendo lo más repugnante como son el abuso infantil y la mente de un
pedófilo. Me refiero al quinteto de novelas de Patrick Rose de Edward St. Aubyn.
Parece inaudito
que salte de esos iconos de la literatura
inglesa moderna a un caballero bastante despreciado por el mundo académico,
pero que para su suerte supo cultivar un tipo de relato romántico que atrapó la
imaginación femenina otorgándole fama—y espero— fortuna. Me refiero a Rafael
Pérez y Pérez y en particular a su novela Doña
Sol.
Edición de 1935 |
Este clásico de
la novela rosa volvió a ser parte de mi biblioteca, precisamente por “La Otra
Mirada” Esperaba que este folletín me diese una idea el mundo de una colegiala
sevillana o española de 1920, porque la serie erra fatalmente en la
reproducción de ese espacio incluso llegando a vestir a los personajes con ropa
anacrónica. Siempre he creído que para conocer una sociedad hay que buscarla en
exponentes de la cultura popular como cine, revistas y folletín.
Mi investigación
dentro del folletín arrojó interesantes resultados. Los grandes paradigmas de
la literatura romántica de entonces eran las revolucionarias, como Carmen de Burgos que ya llevaba décadas
escribiendo para las españolas, feministas creyentes en el amor libre como Carlota
O’Neill, y anarquistas. Yo ni idea que Federica
Montseny había escrito género rosa, pero si lo hizo. Aunque sus heroínas eran
castas, (y si no lo eran, al menos las redimía la maternidad) no las sentí como
representativas de lo que eran las jovencitas de entonces. Incluso una
escritora adherente a políticas conservadoras como lo fue la gran Concha Espina
escribía historias muy trágicas, con heroínas atormentadas, y con finales
sombríos.
Es que la
verdadera novela rosa ( y su hija predilecta, la telenovela) debe tener un final feliz. Al revés de la
literatura femenina “seria “que describe la ordalía de ser mujer, la novela
rosa acaba recompensando a la protagonista por adherirse a principios y
virtudes que se asocian con la feminidad. Al final de Doña Sol, ella no solo se casa con un marqués al que
ama, además hereda el ducado de Olarriaga de su abuelo, y toda la fortuna familiar.
La trama de Doña Sol es simple, conocida y ha
servido de modelo para muchos folletines parecidos. En 1971, la encontré en la Biblioteca
de Deshechos, como llamábamos en mi casa a una especie de desván donde iban a parar
libros sin cubierta o tan estropeados que no merecían espacio en la biblioteca
oficial de la casa. Ahí también caían ediciones rusticas que no eran de autores
clásicos. Esta era una edición antigua, sin ilustraciones, y creo que debe
haber pertenecido a mi abuela o a alguna de sus hermanas porque no era el tipo
de literatura apreciada por mi madre.
Esta fue la edición que yo lei. Es argentina y de los 40 |
La leí porque ese
verano leí todo lo que cayó en mis manos. La encontré cursi y rebuscada, aunque me atrajo la dicotomía muy lograda entre
la aristocracia ibera y la británica. Yo, educada en colegios ingleses, favorecía
todo lo británico y no me di cuenta entonces (fue Galdós quien me ayudo ahí)
que el sistema nobiliario español era más parcial a las mujeres que el anglo.
Pero vamos a la trama
que tiene lugar en cuatro espacios , un pueblecito castellano, una playa
cantábrica, Londres y un castillo escocés. Comienza con el funeral del padrino
de Doña Sol y acaba con la boda de ella, como un año y medio más tarde. Soledad Hernández
de Olariaga, de 22 años, ha sido criada con todos los lujos y mimos por su
padrino, el Duque de Olarriaga. Desde que se graduó del colegio, Sol vive con
el padrino en el Castillo de Olarriaga, en algún lugar de Castilla.
Hay un gran
secreto sobre el origen de Sol. Nadie sabe quién es ella, ni los criados, ni los allegados al Duque. Solo se sabe que
regresando de un viaje a Estados Unidos, donde
fue a enterrar a su único hijo, el Duque trajo consigo a la bebé. Es un
secreto a voces que Sol debe ser hija o nieta de quien llama “padrino”, puesto que es idéntica a un retrato de una antepasada
de los Olarriaga, Doña Sol de Álava, que
es parte de la galería familiar. A pesar de que el Duque le da a Sol una
excelente educación y mucho cariño, nunca le cuenta sus orígenes ni ella lo
interroga sobre ellos.
La muerte del
Duque sin dejar testamento deja a Sol en la orfandad y la miseria ya que todo
pasa automáticamente a poder de Lord Freddy Harwing, Marques de Stevart,
sobrino de su padrino. La orgullosa Sol hace sus maletas y se va a vivir con el administrador, Don Roque, para cuidar de Doña Margarita, la esposa de éste.
Freddy debe
viajar a Inglaterra y se lleva el retrato de Doña Sol como recuerdo de la mujer
que ama. Desde allá le escribe una carta a Soledad confesándole su amor y pidiéndola
en matrimonio. Con el corazón destrozado, Sol le responde que mientras no sepa
quienes fueron sus padres no pasará la vergüenza de ser vista como una
advenediza por la familia y círculo social del Marqués.
Desilusionado y
ofendido, Freddy decide irse en un lago
viaje en su yate. Antes , el lector lo acompaña por el Londres de las Bright Young Things, el mundo de “Downton
Abbey”. Y lo vemos tomar té con su madre, Maria Teresa, Marquesa viuda de Stevart,
hablar de ir al cumpleaños del Príncipe de Gales y otras actividades que los Downties
conocemos bien. Es un mundo muy alejado del bucólico campo donde conoció a Sol
y obvio, que Freddy lo compara
desfavorablente con el mundo español.
Freddy está a la
espera de otro título que le caerá la
muerte de otro tío, Lord Lawrence. ¡Este hombre acumula títulos! Lawrence tiene
una única hija, Bella, que como Lady Mary Crowley, planea casarse con
el primo para no perder su patrimonio, pero como Freddy le explica a su madre, él
solo se casará con una misteriosa mujer que dejó en España.
Entretanto, Sol
ha caído en una depresión (sus allegados la llaman “neurastenia”) de la cual la
saca la “tía Carlota” , la Generala Marquez, prima del Duque de Olarriaga, que
le da un empleo de dama de compañía. Por supuesto que el empleo consiste en
llevar a Sol a Paris y comprarle lindos vestidos.
En una fiesta en
la embajada española, Maria Teresa se entera que toda la nobleza española
cuchichea de como los Harwing han despojado de su fortuna a la verdadera heredera de los
Olarriaga. Le escribe a su prima Carlota.
Entre ambas, contratan un detective para que vaya a Chicago (lugar poco
recomendable en los Veinte) a averiguar si Carlos, el hijo del Duque, pudo ser
el padre de Sol. Además, la Marquesa Viuda quiere conocer a Soledad.
La Generala, camino a Vichy, deja a Soledad sola en su
pueblecito de pescadores, sin decirle que la madre de Freddy viene en camino.
Como es novela rosa, Maria Teresa y Sol se conocen, simpatizan y solo a la
llegada de Carlota, descubren quienes son.
Maria Teresa, encantada con Sol, se sorprende al saber que aunque la chica ha
fungido como castellana recibiendo a los invitados del padrino, nunca ha sido
presentada en sociedad ni asistido a un baile, Decide invitarla a pasar las
vacaciones navideñas en su castillo de Escocia. Tras asegurarse que Freddie pasará
el fin de año en el Océano Indico, Sol acepta.
En el castillo de
Harwing, Sol pronto se convierte en la sensación de la House Party por su belleza, elegancia y simpatía. Hace buenas
migas con Mary Dudley, viuda de guerra, y prima de Freddy, pero de inmediato hay antipatía
entre la española y Lady Bella Lawrence que reconoce el parecido de la recién
llegada con el retrato que obsesiona a Freddy. Sol lo está pasando muy bien, y
ya ha cosechado una corte de admiradores cuando se aparece Freddie.
Aunque la
situación es incomoda, y Freddy sufre de celos al ver a Soledad rodeada de
hombres, ambos están felices de verse. Freddie vuelve a declararle su amor y
Sol, consciente de que no desentona en el mundo de los Harwing, y que Maria Teresa la recibiría encantada en
la familia, pide unos días para pensar su respuesta. Es entonces cuando a Freddy
se le ocurre revisar un arcón de su tío que se ha traído consigo, con la sorpresa de que encuentra un
compartimiento secreto que esconde la ultima carta del Duque de Olarriaga.
En la carta, el Duque le revela a Sol que es su nieta
legitima, producto de una messalliance
entre Carlos y Dora, una chica estadounidense que murió al dar a luz. Poco
después Carlos la siguió víctima de tifus, es ahí cuando el Duque fue en busca
de su nieta. No solo Soledad es legítima además, por derecho propio, es Duquesa
de Olarriaga. La nueva Duquesa parte de regreso a sus tierras donde se celebra
su boda con Lord Freddy.
Aunque la novela,
en su momento, me pareció forzada y sentimental (yo estaba acostumbrada al
estilo natural y ameno de Galdós) le encontré méritos. Sobre todo en su
descripción del mundo inglés. Curioso que Rafael Pérez y Pérez, un hombre
sencillo, de clase media, pudiese retratar con tanta verosimilitud el milieu ingles de Los Locos Veinte.
Rafael Pérez y Pérez, a pesar de su humilde origen, fue un poco niño genio. Antes de los 20 años, publicó su primer libro, una monografía titulada Las Germanías de Valencia. Maestro titulado, ocupó varias plazas en provincia en los Años 20 y 30, sin dejar de escribir. Alternó entre novelas rosas, género poco común para un hombre, y ficción histórica. Durante la Guerra Civil, pasó al lado Nacional, fue depurado y volvió a la docencia. En los 40, adquiriría la fama que lo seguiría hasta su muerte como el gran autor de novelas sentimentales que podían leer sin reparo las adolescentes de la España de Franco.
Doña Sol pertenece a la primera etapa de Pérez y Pérez. A pesar de haber sido
publicada en 1931, se siente que tiene lugar en la década anterior. No hay
mención de la Republica ni de la Dictadura de Primo de Rivera. La constantes alusiones
a la Gran Guerra y el que la Generala se refiera a Leningrado como San
Petersburgo (cambiaria de nombre en 1924) hacen pensar que ocurre antes de 1925.
La novela es una
exaltación a los valores españoles encarnados en Soledad. Hay prejuicios
propios de la época sobre todo dirigido a extranjeros principalmente los
angloparlantes. Los ingleses solo son buenos si son medio españoles como Freddy
o católicos como Mary Dudley. Sino son estirados, indiferentes o frívolos y
ambiciosos como Bella Lawrence.
El mayor
prejuicio, y que casi destruye la vida de Sol, es el que el Duque de Olarriaga
sintió por Dora, su nuera a la que despreció no solo por ser pobre, sino también
por ser protestante e hija de un pastor. Se da entender que Carlos murió sin el perdón de su padre y que los remordimientos hicieron que el Duque
adoptara a Sol.
Sin embargo, el
abuelo la cría en la ignorancia, en la vergüenza de creerse una recogida o peor
una bastarda (que entonces era un gran estigma, algo que no han sabido explorar
en” La Otra Mirada” en el caso de
Macarena). Todo por ser hija de “una muchachita insignificante”. También, en su última carta, El Duque revela
como le arrebató a la familia de Dora a la niña, y como los ha privado de la
presencia de Sol.
Curioso, pero en
medio de esta obra de índole conservadora y nacionalista, me encuentro con un
detalle casi inconcebible en la literatura española que hace del judío o un ser
invisible o un ente malévolo. En el pueblito de pescadores, Sol desea saber la leyenda de una cruz que
denominan la del Judío. Los niños del lugar le cuentan que conmemora un milagro
medieval. Un judío perseguido por bandidos es socorrido por una imagen divina
que lo salva y lo convierte al cristianismo. Al acabar el cuento, uno de los niños dice que los judíos tienen rabo
(! Ayyy me acabo de sentar en mi colita!) y no es Sol quien lo refuta sino otro
chico mayor que le dice “Los judíos son como nosotros. Solo que tienen otra
religión.”
Se dice también
que es alta. En el episodio escocés, se la compara siempre favorablemente con Bella
que es rubia, pequeña, se burlan diciendo que parece que Freddie bailara con
una muñequita. En cambio Sol le llega las cejas al futuro marido. En los 20, el ideal de belleza era muy delgada, casi sin
curvas, y alta (ahí se pusieron de moda los tacones). Por eso el cuento de
Maria Jesús que se cree fea por su altura (y en una serie de hombres altos,
David, Martín, Rafita, Ramón) y por su delgadez , no pega.
Rafael Pérez y Pérez
es enfático en que es la belleza interior de Sol la que conquista a Freddie más
que la exterior. La mayor cualidad de Soledad es su altruismo que va asociado
con su piedad católica. Lo dicho, la
España de entonces era católica romana y esperaba que sus hijas fuesen piadosas
y virtuosas. Cuando Sol va a misa en la villa de pescadores, el sacerdote
reflexiona que la forastera si es devota y que sabe persignarse, no como las señoritas
de entonces “que hacen cualquier garabato” en la frente en su prisa por cumplir
con sus deberes religiosos.
Flapper española |
Para el sacerdote es obvio que Sol no es una de las flappers extranjeras y españolas que vienen a turistear. El autor menciona varias veces y con tono negativo, a estas representantes de “La Mujer Moderna”, pintarrajeadas, frívolas que Freddy ve en Londres, tan diferentes a su Soledad. Es una ironía leer que no solo Maria de Maeztu, sino también Federica Montseny, reprobaban este estereotipo femenino en boga entonces.
Pero Sol no es
solo mujer de iglesia, también ejerce su devoción con los más necesitados y la
inculca a otros. Freddie la encuentra por primera vez, enseñando catecismo a
unos niños aldeanos. El mismo se sorprenderá mas tarde, que Sol, a la que acaban
de atacar sexualmente, insista en ir a
atender a un enfermo.
En el mundo de esta novela solo hay dos clases
sociales: los multimillonarios y los muy pobres, que están sujetos a la caridad de los
primeros. Cuando Sol enseña a Freddie a vendar a un herido está inculcándole
sus obligaciones de buen cristiano. La Iglesia veía a la mujer virtuosa como guía
espiritual del marido, y el franquismo fomentó esa imagen. El feminismo por supuesto
la rechaza, no sé por qué motivo, cuando es una manifestación (no la única, obviamente) del poder femenino.
Entre las
virtudes de Sol está también la humildad. Cuando se despide de los criados del
Palacio de Olarriaga, les pide disculpas si algunas vez los humilló. La ironía es que Sol es humilde con los humildes,
pero altiva con los superiores.
Su orgullo la gana
y la hace impulsiva al reaccionar. Ya vimos como ofende a Freddy en la carta en que le da calabazas. Anteriormente
había replicado con frialdad a la Tía Carlota cuando esta le ofrece recogerla
en su casa tras la muerte del Duque. Sol le responde que prefiere buscar empleo
y salir adelante sola. Le toma tiempo a la Generala recuperarse y perdonar a
Sol por una respuesta que suena a
ingratitud.
No se piense por
eso que Sol es maleducada como Roberta o atrevida con los mayores como Candela.
Por el contrario, es en que como se
dirige a los demás lo que me confirma la formalidad de trato y la estructura de
clases que gobernaban a la sociedad española de los 20. Algo que “La Otra Mirada”
ha olvidado por completo. En Doña Sol
percibimos que la trama tiene lugar en un mundo vetusto que a veces nos es
incomprensible o distante. Qué mayor prueba que la que “patriarcal” sea un
adjetivo positivo. Cuando Sol admite que prefiere quedarse en una aldea de
pescadores antes que ir a Vichy dice que le agrada “la vida patriarcal ”del
lugar, con eso se refiere a “vida tradicional”.
Sol se dirige a
los criados, a los humildes, y a los niños usando el “tu”, pero el “usted” lo
reserva para los mayores, aun cuando sean de clase un poco inferior (como Don
Roque y el cura párroco), o superior como su padrino-abuelo, la Tía Carlota y Lady Harwing. Pero, y he aquí
la sorpresa, con Freddy y con Mary (que es solo un par de años mayor) Soledad
también usa el ”usted, ” y ellos le corresponden de la misma manera.
Por eso es por lo
que lo normal hubiera sido que ni Los Peralta ni Arcadio hubiesen tuteado a sus novias, e incluso los
matrimonios hubiesen usado el “usted” tal como lo usa Manuela con sus padres, y
el mismo Arcadio con Luisa. Creo que cuando Ramón conoció a Teresa, la trató de
“usted”, pero ese empeño de ella de tutear a todo el mundo agrega nuevas
razones para verla como un pájaro raro y tratarla de acuerdo a esa percepción.
Aunque Sol es
como cinco años mayor que las alumnas de la Academia de “La Otra Mirada”,
alguna vez tuvo su edad y como ellas estuvo interna. Se habla mucho en el libro
de que Sol a los seis años fue enviada al Sagrado Corazón de Madrid, donde
permanecería diez años, antes saliendo nada más que en las vacaciones para
pasarlas con su padrino o con la Tía Carlota. Tantos años de estudio eran poco
comunes para las mujeres y se habla mucho de que Sol es muy instruida y
preparada, ¿pero qué le enseñaron las monjas?
Encontré un
currículo del Sagrado
Corazón de Chamartín para estudios de primaria y que data del Siglo
XIX. De acuerdo a esto las alumnas recibían clases de Religión, Lengua y
Redacción, Aritmética y Geometría, Historia, Geografía, Ciencias Naturales,
Labores Manuales, Francés, Canto y Piano. Las labores manuales corresponden a
costura y bordados. Freddy encuentra el Castillo de Olarriaga colmado de
almohadones y mantelitos bordados por Sol. La chica también tiene buena mano
para el arte, y en la aldea de pescadores se la pasa pintando marinas. Además habla varios idiomas.
Pero es el piano
donde mas descuella. Aun antes de conocerla, Freddy, admira su buen gusto para
escoger música. En Escocia, hipnotiza a
su audiencia con sus dotes de pianista (y otra vez opaca a Bella). Si Sol tiene
tal capacidad para la música ¿por qué su padrino no la enroló en el Conservatorio?
La respuesta es
que para el Duque de Olarriaga era obvio que su nieta seria su sucesora, como
tal tendría tanto trabajo que no necesitaba de más profesión. En cuanto a Sol,
a pesar de que no es un personaje pasivo, la idea de cuidar de su padrino es su
mayor vocación. Aun así, en el Castillo, Sol continua practicando tanto música
como pintura, y desarrollando su labor intelectual con lecturas; su redacción, con un diario de vida; y su mente
con su hobby.
A través de la novela vemos la obsesión de Sol
con coleccionar leyendas para luego narrarlas. Ella es quien relata a Freddy
algunos cuentos que se asocian con el folclore de las tierras de los Olarriaga,
y luego la vemos recolectando leyendas en el Cantábrico, y más adelante, en el Castillo de Harwing.
Podríamos decir
que las alumnas de la Academia son mas progresistas puesto que laboran para ir
a la universidad, pero sabemos que no es cierto. Incluso, ahora en la primera etapa, vemos que ninguna tiene
mucho amor por sus estudios, Macarena es una indolente, Margarita solo busca
ser mejor que sus compañeras, Candela es una bruta que quería ser bióloga solo
por darle un gusto a la hermana y Maria Jesús ha privilegiado el amor antes que
su carrera.
En realidad, todas han privilegiado el romance antes que
los estudios. Roberta, Flavia y Maria Jesús planearon casarse al terminar el
colegio. Candela se la pasa hablando de hombres y Margarita, si Ramón le
pidiera matrimonio, huiría con él. Eso es lo que mas molesta de “La Otra
Mirada” que nunca sentimos que las chicas sean pioneras de algo, o que estén
luchando por conseguir lo que no está al alcance de todas las mujeres.
Sol, en cambio,
es quien aprovecha todo conocimiento, lo busca a pesar de que este no vaya
encaminado a un ejercicio concreto la de facultades adquiridas. Aun así, cuando
se encuentra desvalida, inmediatamente Sol planea emplearse, y la preparación
recibida, que no era la de cualquier mujer, ciertamente le hubiese abierto las
puertas al trabajo de institutriz e incluso de maestra.
Recordando que en
mi juventud, también el amor era lo primordial, me sorprende que Sol no sea romántica sino más
bien pragmática en ese aspecto. Freddy se tropieza con un retazo de un diario
de vida de Soledad en el que dice que le causa terror pensar en casarse y
abandonar a su padrino. Cuando Sol se enamora, no permite que el sentimiento
nuble su realidad o lo que ella cree es su insignificancia que la hace indigna
de ser Lady Harwing. Hasta el final, Sol deja que su lado practico prime sobre
lo romántico, no permitiéndose ilusiones.
En el castillo de
Harwing, Sol hace varias conquistas incluyendo El Capitán Terrible, apodado así
por ser un conquistador profesional. Sin embargo, a ella no le interesa entrar
en juegos de flirt como se le llamaba
entonces, ni en pescar marido. Al final los requiebros del Capitán Terrible le
son tan molestos que podríamos decir, en lenguaje moderno, que se siente acosada y Sol sabe lo que es
una agresión sexual .
El autor nos presenta
a Sol como una mujer independiente. En sus tierras ella, siempre circula, sola y a pie, aun por descampados. En una ocasión, yendo a visitar a un enfermo, accidentalmente despierta a un borracho que la
ataca y la persigue. Solo la oportuna intervención de Freddy y su látigo la
salvan de un ultraje y algo peor (el mendigo carga una tranca). Sol, aunque
alterada, insiste en ir a atender al
enfermo.
Aun en este mundo bucólico de Doña Sol hay cabida para los peligros que acechan a una mujer. Por
supuesto que el peligro viene de un lumpen de maleantes, de alcohólicos, pero
también sentimos que El Capitán Terrible podría , si no apareciera Freddy en
escena, volverse un peligro sobre todo por ser Sol una mujer sin familia. Y
aquí está lo que las feministas reniegan de “La Otra Mirada”, que tal como es
Freddy quien rescata a Sol en dos ocasiones, es Tomás el que, con su caballerosidad, consigue que Roberta gane su juicio. Tal como
es Nildo quien dispersa a los atrevidos que acorralan a Teresa a la salida de
la taberna.
Es que el mundo español
de los Años 20 no era un mundo preparado para mujeres independientes. Por eso
no encuentro tan descabellado pensar que Soledad sea más representativa de las jóvenes
de esa época que las alumnas de la Academia de “La Otra Mirada”
No hay comentarios:
Publicar un comentario