jueves, 26 de julio de 2018

El Espejo en que me miro: La Otra Mirada Capitulo 11



Por fin, la serie comienza a actuar como si estuviera punto de acabar. Los problemas de Angela no se solucionan, pero Teresa descubre un nuevo eslabón que la une a Roberta,  y Manuelita aprende que hay que ser flexible. Aunque la feminista en mi ve una claudicación en sus actos, la pragmática se da cuenta que el personaje de Macerana García tenía que aceptar que sus expectativas eran un poco  irreales.

Comenzamos con un flashback a abril de 1911. En el atrio de la academia,  Doña Manuela (con un vestido corto anacrónico) celebra un hito: el entierro de La Caja del Tiempo. Esto suena a las capsulas del tiempo que se inventaron en los 50s cuando Estados Unidos creía que cualquier día una bomba soviética los iba borrar de la faz de la tierra. La Caja es menos apocalíptico. Cada alumna enterrará un objeto preciado junto a una carta dirigida sí misma, contándole todo los sueños y expectativas que tiene. La idea es abrir el baúl una década más adelante y ver cuántos sueños se han cumplido.

Como en esta Academia no hay nepotismo, Doña Manuela hace que sea su hija quien comience. Manuelita , con el mismo uniforme de las niñas de 1921 (¿me van a decir que en diez años no lo han cambiado? ) va hacia el baúl  donde  hace un breve discurso. Tal como su madre la ha presentado llena de orgullo, recalcando lo buena alumna y compañera que es su cría, Manuelita también habla de la admiración y cariño que siente por su mami. ¡Ay que tiempos Señor Don Simón!

Pasamos al presente en que Manuelita, en camisón, está en su casa y hecha un mar de lágrimas. ¿Que la llevó a este estado?

Pues Manuelita, faltando poco para fin de año, se encuentra sobrepasada por el trabajo. Se inventa un viaje a Madrid para ir atender conferencias de María de Maeztu, y le encaja toda la carga de trabajo a la pobre Luisa que ya tiene bastante con su clase.

Antes de que la directora se marche, Luisa le recuerda que es el aniversario de La Caja del Tiempo. ¿No sería bueno hacer una celebración, abrirla e invitar a Doña Manuela para que haga las paces con su hija? A todo Manuelita responde con un rotundo “No”.

Manuelita hace como que viaja. Se vuelve a su casa, duerme vestida, come sopa boba, y mira fotos de su boda y de su vida de casada. Obvio que echa de menos al marido.


Así la encuentra Martin, que aprovechando la ausencia de su esposa, ha venido en busca de camisas limpias. A Martin le preocupa el estado de su mujer, pero promete no contarle a la suegra que Manuelita está escondida en su casa. Le pregunta si puede venir a cenar. Evasivamente, su mujer lo invita a un café en la Academia, una vez que se haya reintegrado a su trabajo.

Entretanto, David también visita su casa en busca de los juguetes de los niños. Angela, llena de sonrisas, actuando como si lo pasado pisado, le pide ver a los niños. De pronto, estalla en sollozos, dice que necesita “abrazarlos”. El marido le recuerda que si estuviera presa no podría abrazarlos. Se marcha. Angela se sienta en el canapé, sacude la cabeza y se compone inmediatamente. Hey, yo lloro y me toma horas calmarme.

En la Academia, Luisa no da abasto. Todo es un desorden, descubre que están a punto de terminar el año y nadie ha tomado una prueba. Da exámenes sorpresa. Teresa se queja. Luisa cansada, invita a  Doña Manuela a tomar té en la Academia y le pide consejo. Hablan de los hijos. Doña Manuela pregunta si ha sabido algo de Arcadio. Luisa le aconseja hacer las paces con Manuelita.

 A Luisa se le ocurre una brillante idea, tener a la fundadora como maestra suplente de historia. Teresa llega al claustro y se encuentra su némesis instalada en una silla.

 Pone el grito en el cielo. Habla de traición, de consultar a Manuelita, de que esta va a enojarse, que no se le hace eso a una amiga.

Doña Manuela trata displicentemente a la de pantalones. Luisa intenta calmar los ánimos. Angela es quien zanja la situación con un solo grito…¡a Teresa! Dice que no le gustan los gritos. Y Teresa se queda callada. Yeeeh, ya sabemos cómo neutralizarla.

Doña Manuela se lleva un chasco en clase. Las irrespetuosas alumnas no se ponen de pie cuando entra en la sala. Con dos gritos las tiene parada a todas , menos a Roberta. No le perdona a la ex directora su actitud durante el juicio. Doña Manuela la expulsa de la sala. Luisa se encuentra con Roberta en el atrio y se da cuenta que su amiga ya está haciendo de las suyas.


Trata de explicarle que han cambiado las costumbres para acercar a alumnas y maestras y le recuerda que fue doña Manuela quien impulsó estos cambios.

Indignada,  la madre de Manuelita dice que lo hacia por ayudar en los estudios,  “no para pasarla bien”. Acusa de todo a Teresa y se burla preguntando que otras cosas hacen para acercarse a las alumnas. ¿Acaso juegan juntas a la Rayuela en la capilla. ¡Señora si supiera la de cosas que ocurren en la capilla!

Luisa se altera y pide disculpas por levantar la voz. Se le ocurre para contentar a su amiga proponerle una nueva Caja del Tiempo. La idea no es bien recibida por alumnas como Candela y Macarena. A Margarita le encanta. Roberta enfurecida dice que fue Doña Manuela quien puso a todos en su contra. Esto es interesante, ¿de quién hablará?. Margarita le recuerda que Doña Manuela fue la fundadora de la Academia.

Margarita le da coba a la ex directora diciéndole que quiere ser como ella. Luego se va a buscar a Tomás para que le saque fotos con sus mejores vestidos. Dice que quiere verse muy linda porque cuando abra el arcón, habrán pasado diez años y será una vieja. También recuerda que quiere ser actriz.

Doña Manuela es una gran diplomática. Pide disculpas a las niñas diciéndoles que ella es la “nueva” ahora y que debe aprender las nuevas reglas. Convence a Macarena que quiere luchar por los derechos de las mujeres, a leer libros sobre otras que lo han hecho y de ahí sacar ideas para su carta. Convence a Candela que su deseo de ser bióloga es un objetivo y que de eso debe escribir. Todo va también, pero a Flavia le dice que escriba una carta a Enrique, puesto que será su marido. “tendrás una vida plena” le asegura.
Y su mayor brutalidad es que cuando llega Maria Jesús con la cantaleta de “Mi Arcadio”.  Doña Manuela le dice que Arcadio se ha ido y que es una suerte para ella.

Maria Jesús desesperada exige la verdad de Luisa que se la da con cuentagotas y le deja la impresión de que Arcadio se ha ido porque no la quería o estaba descontento con ella. Por haber estado en la situación de Maria Jesús, me rompe el corazón verla llorar. Sobre todo, porque está aprendiendo la lección equivocada.

Luisa enfrenta a Doña Manuela quien es muy clara, y tiene razón. Tratar a las niñas como si fueran de cristal termina haciéndoles mas daño. La madre de Manuelita dice que ella no pretendía darle estudios a mujeres sumisas, que su intención fue crear una escuela para mujeres fuertes.

Tomás,   con la excusa de limpiar los cristales, se mete en el cuarto de Flavia y le registra las cosas. Ay, No, esto ya esta a la altura de “Rebelde”. Se pone contento cuando encuentra que Flavia guarda una rosa que él le obsequió,  dentro de un libro de poesía. Pero se molesta cuando ve que ella tiene una foto de Enrique en la mesita de noche.

 Le pide a Flavia que solo se comuniquen para cosas de trabajo. Ella siente que el la culpa de su desgracia. Tomás se lo confirma. Si ayudó a Roberta, perdiéndolo todo en el proceso, fue por Flavia.
Otro pretendiente contrito es Ramón quien le trae a Teresa todas las cartas que ella le escribió al portugués y que le han sido devueltas. Teresa intenta darle una explicación, pero Ramón  se niega a escucharla, diciéndole que no es asunto de él.

Teresa encuentra a Roberta triste. Ha llamado a su casa, pero sus padres se han negado a atenderla. Le dice a Teresa que fue muy difícil su estadía en la finca durante las vacaciones de Semana Santa.
A Teresa se le ocurre que Roberta escriba en la carta del baúl lo que desea decirle a su padre. Dice que ella hacía lo mismo en la ausencia del suyo. Roberta acepta aunque le da risa que Teresa apoye una medida de Doña Manuela.

Roberta le muestra a Teresa el objeto que planea enterrar en el baúl. es un espejo de mano de platino. El último regalo que su padre le dio. A Teresa le sorprende ver que en el dorso,  el espejo trae una cita de Emily Dickinson.





Mas tarde, Teresa le mostrará  a Ramón un espejo idéntico y con la misma inscripción. Es de ella, se lo regaló su padre. Comienzan a sospechar que hay un vínculo entre El Embajador y los Luna.
A Manuelita se le ocurre telefonear a la Academia. ¿Y quién contesta?  Obvio, Doña Manuela. Manuelita se queda estupefacta al reconocer la voz. “¿Madre? “pregunta. Doña Manuela cuelga asustada.

 Manuelita,  echando fuego por las fauces como Drogón, se presenta en el claustro y se encuentra su madre .  La única defensa de Doña Manuela es acusar a su hija de haber fingido viajar a Madrid. Manuelita se controla admirable. Exige hablar a solas con Luisa. Vuelve al claustro,  fríamente le agradece a su madre haberla reemplazado y la despide.

Dona Manuela asustada recuerda lo del Caja del Tiempo. Luisa dice que las niñas están ilusionadas. Manuelita se enoja más porque Luisa contravino sus órdenes respecto al baúl.

Angela, quien por alguna extraña razón está completamente de parte de Doña Manuela, se atreve a aconsejar a su directora. A solas le cuenta que David la dejó por algo “horrible” que hizo en contra de su marido y de los niños. Le dice a Manuelita que sufre mucho por la ausencia de sus hijos y que entiende a Doña Manuela. Le pide a Manuelita que haga las paces con su madre.

Martín viene a la Academia a tomarse el café prometido con su mujer. Ella le cuenta lo ocurrido. El le dice tres cosas inteligentes. A) Doña Manuela no va a cambiar, pero tampoco va a dejar de ser la madre de Manuelita B) Ella no debe sentirse fracasada porque no haya podido conseguir lo que deseaba con la Academia C) Los sueños hay que perseguirlos aunque cueste. Esto último lo dice con mirada coqueta implicando que habla de ella, que su mujer es su sueño (¡Ayyy ¡Yo estoy loca por Jordi desde que apareció en Twitter abrazado a su gato Pepe).


Manuelita llama a Luisa, le da permiso para seguir con los preparativos para lo del baúl y le dice que puede invitar a Doña Manuela.

Llega el día y aparecen las antiguas amigas de Manuelita. Una de ella está panzona de su tercer hijo. Le pregunta a Manuelita cuantos tiene y se sorprende al saber que ninguno todavía. Más se sorprende Manuelita cuando su ex condiscípula le recuerda que de jovencita,  la nueva directora soñaba con casarse y tener muchos hijos.

Empieza la ceremonia. Por orden cronológico,  Manuelita es la primera en abrir el baúl y rescatar su carta y la bolsita con el objeto. Lee la carta en voz alta y se emociona. No solo de colegiala se veía como esposa y madre en el futuro, pero también como directora de la escuela fundada por su madre. El final de la carta es un homenaje a Doña Manuela escrito con veneración por su hija. Muy emocionada,  Manuelita llama a su madre al estrado y se funden en un abrazo.

Manuelita le entrega a su madre el objeto enterrado, es el anillo de la abuela que Doña Manuela creía perdido. Martin que ha llegado a la ceremonia, pero prefiere mantenerse discretamente tras una columna,  aplaude y otros lo siguen.

Las niñas comienzan a enterrar sus cartas. La más más emotiva y que me hizo llorar es la de Maria Jesús que le pide a su yo futura que se quiera “porque yo no soy capaz de  hacerlo”.

Flavia avanza hacia el baúl. Tal como le aconsejó Doña Manuela, lleva una carta para Enrique. Ve a Tomás que ha cargado el baúl hasta el atrio. Pide un poco de tiempo. Corre a su cuarto y escribe una carta su Yo futuro pidiéndole que haga cosas por ella y no por los demás, y que siempre “seas tú misma”. Vuelve al atrio y pone la carta dentro del baúl, junto a un libro de poesía y su rosa seca.

Doña Manuela está muy contenta de ver a Martin con Manuelita, pero su hija le quita cualquier esperanza de reconciliación con su marido. La vieja arpía entonces le pregunta si “tiene otro”. 

Realmente esta señora no conoce a su hija. Solo sabe enfadarla. Manuelita,  con cierta ironía,  le pide disculpas a su madre por no haber estado a la altura de las expectativas de Doña Manuela.

Manuelita le dice Angela que empaque y venga a vivir con ella. Ya basta de estar solas.

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