Por fin, la serie
comienza a actuar como si estuviera punto de acabar. Los problemas de Angela no
se solucionan, pero Teresa descubre un nuevo eslabón que la une a Roberta, y Manuelita aprende que hay que ser flexible.
Aunque la feminista en mi ve una claudicación en sus actos, la pragmática se da
cuenta que el personaje de Macerana García tenía que aceptar que sus
expectativas eran un poco irreales.
Comenzamos con un
flashback a abril de 1911. En el atrio de la academia, Doña Manuela (con un vestido corto anacrónico)
celebra un hito: el entierro de La Caja del Tiempo. Esto suena a las capsulas
del tiempo que se inventaron en los 50s cuando Estados Unidos creía que
cualquier día una bomba soviética los iba borrar de la faz de la tierra. La
Caja es menos apocalíptico. Cada alumna enterrará un objeto preciado junto a
una carta dirigida sí misma, contándole todo los sueños y expectativas que
tiene. La idea es abrir el baúl una década más adelante y ver cuántos sueños se
han cumplido.
Como en esta
Academia no hay nepotismo, Doña Manuela hace que sea su hija quien comience. Manuelita
, con el mismo uniforme de las niñas de 1921 (¿me van a decir que en diez años
no lo han cambiado? ) va hacia el baúl donde hace un breve discurso. Tal como su madre la
ha presentado llena de orgullo, recalcando lo buena alumna y compañera que es
su cría, Manuelita también habla de la admiración y cariño que siente por su mami.
¡Ay que tiempos Señor Don Simón!
Pasamos al
presente en que Manuelita, en camisón, está en su casa y hecha un mar de lágrimas.
¿Que la llevó a este estado?
Pues Manuelita, faltando
poco para fin de año, se encuentra sobrepasada por el trabajo. Se inventa un
viaje a Madrid para ir atender conferencias de María de Maeztu, y le encaja
toda la carga de trabajo a la pobre Luisa que ya tiene bastante con su clase.
Antes de que la
directora se marche, Luisa le recuerda que es el aniversario de La Caja del Tiempo.
¿No sería bueno hacer una celebración, abrirla e invitar a Doña Manuela para
que haga las paces con su hija? A todo Manuelita responde con un rotundo “No”.
Manuelita hace
como que viaja. Se vuelve a su casa, duerme vestida, come sopa boba, y mira
fotos de su boda y de su vida de casada. Obvio que echa de menos al marido.
Así la encuentra
Martin, que aprovechando la ausencia de su esposa, ha venido en busca de
camisas limpias. A Martin le preocupa el estado de su mujer, pero promete no
contarle a la suegra que Manuelita está escondida en su casa. Le pregunta si
puede venir a cenar. Evasivamente, su mujer lo invita a un café en la Academia,
una vez que se haya reintegrado a su trabajo.
Entretanto, David
también visita su casa en busca de los juguetes de los niños. Angela, llena de
sonrisas, actuando como si lo pasado pisado, le pide ver a los niños. De
pronto, estalla en sollozos, dice que necesita “abrazarlos”. El marido le
recuerda que si estuviera presa no podría abrazarlos. Se marcha. Angela se
sienta en el canapé, sacude la cabeza y se compone inmediatamente. Hey, yo
lloro y me toma horas calmarme.
En la Academia,
Luisa no da abasto. Todo es un desorden, descubre que están a punto de terminar
el año y nadie ha tomado una prueba. Da exámenes sorpresa. Teresa se queja.
Luisa cansada, invita a Doña Manuela a tomar
té en la Academia y le pide consejo. Hablan de los hijos. Doña Manuela pregunta
si ha sabido algo de Arcadio. Luisa le aconseja hacer las paces con Manuelita.
A Luisa se le ocurre una brillante idea, tener
a la fundadora como maestra suplente de historia. Teresa llega al claustro y se
encuentra su némesis instalada en una silla.
Pone el grito en el cielo. Habla
de traición, de consultar a Manuelita, de que esta va a enojarse, que no se le
hace eso a una amiga.
Doña Manuela
trata displicentemente a la de pantalones. Luisa intenta calmar los ánimos.
Angela es quien zanja la situación con un solo grito…¡a Teresa! Dice que no le
gustan los gritos. Y Teresa se queda callada. Yeeeh, ya sabemos cómo
neutralizarla.
Doña Manuela se
lleva un chasco en clase. Las irrespetuosas alumnas no se ponen de pie cuando
entra en la sala. Con dos gritos las tiene parada a todas , menos a Roberta. No
le perdona a la ex directora su actitud durante el juicio. Doña Manuela la
expulsa de la sala. Luisa se encuentra con Roberta en el atrio y se da cuenta
que su amiga ya está haciendo de las suyas.
Trata de
explicarle que han cambiado las costumbres para acercar a alumnas y maestras y
le recuerda que fue doña Manuela quien impulsó estos cambios.
Indignada, la madre de Manuelita dice que lo hacia por
ayudar en los estudios, “no para pasarla
bien”. Acusa de todo a Teresa y se burla preguntando que otras cosas hacen para
acercarse a las alumnas. ¿Acaso juegan juntas a la Rayuela en la capilla. ¡Señora
si supiera la de cosas que ocurren en la capilla!
Luisa se altera y
pide disculpas por levantar la voz. Se le ocurre para contentar a su amiga proponerle
una nueva Caja del Tiempo. La idea no es bien recibida por alumnas como Candela
y Macarena. A Margarita le encanta. Roberta enfurecida dice que fue Doña
Manuela quien puso a todos en su contra. Esto es interesante, ¿de quién hablará?.
Margarita le recuerda que Doña Manuela fue la fundadora de la Academia.
Margarita le da
coba a la ex directora diciéndole que quiere ser como ella. Luego se va a
buscar a Tomás para que le saque fotos con sus mejores vestidos. Dice que
quiere verse muy linda porque cuando abra el arcón, habrán pasado diez años y
será una vieja. También recuerda que quiere ser actriz.
Doña Manuela es
una gran diplomática. Pide disculpas a las niñas diciéndoles que ella es la “nueva”
ahora y que debe aprender las nuevas reglas. Convence a Macarena que quiere luchar
por los derechos de las mujeres, a leer libros sobre otras que lo han hecho y
de ahí sacar ideas para su carta. Convence a Candela que su deseo de ser
bióloga es un objetivo y que de eso debe escribir. Todo va también, pero a Flavia
le dice que escriba una carta a Enrique, puesto que será su marido. “tendrás
una vida plena” le asegura.
Y su mayor
brutalidad es que cuando llega Maria Jesús con la cantaleta de “Mi Arcadio”. Doña Manuela le dice que Arcadio se ha ido y
que es una suerte para ella.
Maria Jesús desesperada
exige la verdad de Luisa que se la da con cuentagotas y le deja la impresión de
que Arcadio se ha ido porque no la quería o estaba descontento con ella. Por
haber estado en la situación de Maria Jesús, me rompe el corazón verla llorar.
Sobre todo, porque está aprendiendo la lección equivocada.
Luisa enfrenta a
Doña Manuela quien es muy clara, y tiene razón. Tratar a las niñas como si
fueran de cristal termina haciéndoles mas daño. La madre de Manuelita dice que
ella no pretendía darle estudios a mujeres sumisas, que su intención fue crear una
escuela para mujeres fuertes.
Tomás, con la
excusa de limpiar los cristales, se mete en el cuarto de Flavia y le registra
las cosas. Ay, No, esto ya esta a la altura de “Rebelde”. Se pone contento cuando
encuentra que Flavia guarda una rosa que él le obsequió, dentro de un libro de poesía. Pero se molesta
cuando ve que ella tiene una foto de Enrique en la mesita de noche.
Le pide a Flavia que solo se comuniquen para
cosas de trabajo. Ella siente que el la culpa de su desgracia. Tomás se lo
confirma. Si ayudó a Roberta, perdiéndolo todo en el proceso, fue por Flavia.
Otro pretendiente
contrito es Ramón quien le trae a Teresa todas las cartas que ella le escribió
al portugués y que le han sido devueltas. Teresa intenta darle una explicación,
pero Ramón se niega a escucharla,
diciéndole que no es asunto de él.
Teresa encuentra
a Roberta triste. Ha llamado a su casa, pero sus padres se han negado a
atenderla. Le dice a Teresa que fue muy difícil su estadía en la finca durante
las vacaciones de Semana Santa.
A Teresa se le
ocurre que Roberta escriba en la carta del baúl lo que desea decirle a su
padre. Dice que ella hacía lo mismo en la ausencia del suyo. Roberta acepta
aunque le da risa que Teresa apoye una medida de Doña Manuela.
Roberta le
muestra a Teresa el objeto que planea enterrar en el baúl. es un espejo de mano
de platino. El último regalo que su padre le dio. A Teresa le sorprende ver que
en el dorso, el espejo trae una cita de
Emily Dickinson.
Mas tarde, Teresa
le mostrará a Ramón un espejo idéntico y
con la misma inscripción. Es de ella, se lo regaló su padre. Comienzan a sospechar
que hay un vínculo entre El Embajador y los Luna.
A Manuelita se le
ocurre telefonear a la Academia. ¿Y quién contesta? Obvio, Doña Manuela. Manuelita se queda estupefacta
al reconocer la voz. “¿Madre? “pregunta. Doña Manuela cuelga asustada.
Manuelita, echando fuego por las fauces como Drogón, se
presenta en el claustro y se encuentra su madre . La única defensa de Doña Manuela es acusar a
su hija de haber fingido viajar a Madrid. Manuelita se controla admirable.
Exige hablar a solas con Luisa. Vuelve al claustro, fríamente le agradece a su madre haberla
reemplazado y la despide.
Dona Manuela
asustada recuerda lo del Caja del Tiempo. Luisa dice que las niñas están
ilusionadas. Manuelita se enoja más porque Luisa contravino sus órdenes
respecto al baúl.
Angela, quien por
alguna extraña razón está completamente de parte de Doña Manuela, se atreve a
aconsejar a su directora. A solas le cuenta que David la dejó por algo “horrible”
que hizo en contra de su marido y de los niños. Le dice a Manuelita que sufre
mucho por la ausencia de sus hijos y que entiende a Doña Manuela. Le pide a Manuelita
que haga las paces con su madre.
Martín viene a la
Academia a tomarse el café prometido con su mujer. Ella le cuenta lo ocurrido.
El le dice tres cosas inteligentes. A) Doña Manuela no va a cambiar, pero
tampoco va a dejar de ser la madre de Manuelita B) Ella no debe sentirse
fracasada porque no haya podido conseguir lo que deseaba con la Academia C) Los
sueños hay que perseguirlos aunque cueste. Esto último lo dice con mirada coqueta
implicando que habla de ella, que su mujer es su sueño (¡Ayyy ¡Yo estoy loca
por Jordi desde que apareció en Twitter abrazado a su gato Pepe).
Manuelita llama a
Luisa, le da permiso para seguir con los preparativos para lo del baúl y le
dice que puede invitar a Doña Manuela.
Llega el día y
aparecen las antiguas amigas de Manuelita. Una de ella está panzona de su
tercer hijo. Le pregunta a Manuelita cuantos tiene y se sorprende al saber que
ninguno todavía. Más se sorprende Manuelita cuando su ex condiscípula le recuerda
que de jovencita, la nueva directora soñaba
con casarse y tener muchos hijos.
Empieza la
ceremonia. Por orden cronológico, Manuelita es la primera en abrir el baúl y
rescatar su carta y la bolsita con el objeto. Lee la carta en voz alta y se
emociona. No solo de colegiala se veía como esposa y madre en el futuro, pero
también como directora de la escuela fundada por su madre. El final de la carta
es un homenaje a Doña Manuela escrito con veneración por su hija. Muy emocionada,
Manuelita llama a su madre al estrado y
se funden en un abrazo.
Manuelita le entrega
a su madre el objeto enterrado, es el anillo de la abuela que Doña Manuela
creía perdido. Martin que ha llegado a la ceremonia, pero prefiere mantenerse discretamente
tras una columna, aplaude y otros lo
siguen.
Las niñas
comienzan a enterrar sus cartas. La más más emotiva y que me hizo llorar es la
de Maria Jesús que le pide a su yo futura que se quiera “porque yo no soy capaz de hacerlo”.
Flavia avanza
hacia el baúl. Tal como le aconsejó Doña Manuela, lleva una carta para Enrique.
Ve a Tomás que ha cargado el baúl hasta el atrio. Pide un poco de tiempo. Corre
a su cuarto y escribe una carta su Yo futuro pidiéndole que haga cosas por ella
y no por los demás, y que siempre “seas tú misma”. Vuelve al atrio y pone la
carta dentro del baúl, junto a un libro de poesía y su rosa seca.
Doña Manuela está
muy contenta de ver a Martin con Manuelita, pero su hija le quita cualquier esperanza
de reconciliación con su marido. La vieja arpía entonces le pregunta si “tiene otro”.
Realmente esta señora no conoce a su hija. Solo sabe enfadarla. Manuelita, con cierta ironía, le pide disculpas a su madre por no haber estado a la altura de las expectativas de Doña Manuela.
Realmente esta señora no conoce a su hija. Solo sabe enfadarla. Manuelita, con cierta ironía, le pide disculpas a su madre por no haber estado a la altura de las expectativas de Doña Manuela.
Manuelita le dice
Angela que empaque y venga a vivir con ella. Ya basta de estar solas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario