Desde que Ruhami
llegó a mi vida, el hastío que me perseguía debido a las condiciones del drama
de época actual se evaporó. A través de diversas plataformas y servicios de
streaming he descubierto que en la Vieja Europa se siguen haciendo cosas de calidad
y mérito artístico y que no están obligadas a sujetarse a las fórmulas establecidas
por la cultura angloparlante. Hora es de hablar de ello y comenzamos como
siempre por la capital de la cultura europea: Francia.
En la primera
década del Tercer Milenio, Francia se anotó dos goles en el área del custom
drama. La primera fue la adaptación de las andanzas de Nicholas Le Floch, un detective aristócrata en la Francia de Louis
XIV. La siguió, la extraordinaria” Un Village Français” un descarnado retrato de la vida cotidiana bajo
la Ocupación alemana de un pueblito del Franco Condado.
A pesar de la
fama cosechada con ambos seriados, la televisión francesa no ha probado suerte
en ninguna de esas áreas. De historia antigua tenemos el dramatizado “El
cardenal y la reina” que he encontrado en Vudu: una visión de los amores de Ana
de Austria con el Cardenal Mazarino. Es como una precuela a “Versalles”, pero
esta última serie tuvo un definitivo sello anglo.
Lo mismo ocurre con
el proyecto actual de Isabelle Adjani, “Diana de Poitiers”, que será un dramatizado
en dos partes. La mejor parte del cuento de la amante de Enrique II quedará en
manos de Starz que ya tiene contratada a Samantha Morton para dar vida a la
rival de Diane, Catalina de Médicis en “The Serpent Queen”.
La televisión
francesa no muestra interés por el drama de época y lo deja en manos de Netflix
que crea proyectos de escaso mérito y nula historicidad como “Le Bazar de la Charite”
y la fantasía histórica ‘La Revolution”.
Sin embargo, hay en las productoras galas un espacio de tiempo que los
vuelve nostálgicos. Son el comienzo de Los 60.
Agatha
Christie a la Francesa
En mi sondeo del
drama de época continental he visto que abundan los whodunnit históricos. Francia
no ha sido la excepción. Aparte de Nicholas Floch y el más moderno Maigret, la
televisión gala se embarcó en unas series de adaptaciones de Agatha Christie
conocidas como “Les Peites Meurtres” (los pequeños asesinatos). Para no chocar
con la sensibilidad purista de los fans de Dame Agatha, se han reversionado sus
mejores misterios y se ha trasladado la acción a la Francia antigua,
prescindiendo de los geniales detectives Poirot y Miss Marple.
La primera
temporada tuvo lugar en os Años 30 y su única notabilidad fue que uno de los
detectives era gay. Mas éxito tuvo la segunda ola con siete temporadas que van
desde el 2013 hasta el 2019. El largo de la serie es clara evidencia de que el público
la apoya. No sé por qué. La acción tiene lugar en Lille y trata de crímenes
locales que debe resolver el insoportable inspector Swan Laurence cuyo mayor mérito
parece ser el desprecio con el que trata a sus principales colaboradoras su
secretaria Marlene, y Abril, una joven periodista.
El vestuario es
glamoroso, las actuaciones pasables. Aparte de eso no veo el motivo que haya
gustado tanto una serie donde su protagonista es antipático, soberbio y casi misógino
en el trato de sus ayudantes. Marlene andará disfrazada de rubia tonta, pero es
obvio que está enamorada del Laurence y por eso le es devota y sumisa, aunque
ya solo falta que el policía la use de alfombra.
El caso de Abril
es más triste. A sus veinticinco años ha acumulado desdichas causadas por su
condición femenina. Ahora intenta salir adelante en el mundo de periodismo, a
pesar del acoso de un editor y las pullas hirientes y desubicadas de Laurence.
Debido a la naturaleza inquisitiva de Abril y a un hábito de meterse en sitios peligrosos,
los caminos de la periodista y del comisario se entrecruzan constantemente.
Laurence no
pierde oportunidad de humillarla y amedrentarla, usualmente usando como base de
su ataque la desesperada necesidad de Abril de superar un género que la
debilita ante los hombres. Así hay burlas por su vestuario (jeans que entonces
no eran vistos como prendas de trabajo para la mujer) o su puritanismo a pesar
de ser mujer divorciada.
Esta serie que
puede verse en Amazon, Acorn Tv, y creo que hasta estuvo en Netflix, me provocó
sorpresa puesto que ha sido confeccionada antes y después del MeToo, pero
entiendo que a pesar del eslogan de las mituteras francesas Chacun son Porc
(un puerco por cada una) todavía se considere atractivo un porc como Swan
Laurence. Tal vez el que la acción tenga lugar a fines de los 50/comienzos de
los 60, permita esa actitud tan reprensiblemente sexista que supera en creces
el machismo del Don Draper de “Mad Men”.
El Cuento del
Stalker
Otra serie que
glamuriza los 60, es “Romance”—en inglés “Wonderland”—una
fantasía romántica hecha justo antes de la pandemia. En el 2019, Jeremie, un ex estudiante de medicina
se ha convertido en un loser total. Vive de arrimado en casa de una
hermana divorciada a cambio de ser baby sitter de los sobrinos, mal se gana la
vida con un empleo de vendedor de vinilos en una tienda de música y cuando se
tropieza con una ex novia, descubrimos que es mitómano y que ella lo dejó por
su costumbre de andar con cuentos nacidos de una imaginación tan fértil como la
de Walter Mitty.
La noche de Año
Nuevo, unos amigos llevan a Jeremie a una disco muy original. Se trata del Wonderland,
un antro dedicado al rock de comienzos de los 60. Jeremie tiene un encontronazo
con el dueño, pero lo atrapa una fotografía que ve en la pared. La foto
representa una mujer, de espaldas a la cámara, entrando en el mar. Aun sin ver
su rostro, Jeremie enloquece por ella.
Indaga con las camareras y descubre que el
Wonderland original estaba en Biarritz en 1959. Era propiedad del padre del actual
dueño. Tony ha revivido el Wonderland como una manera de conectarse. con el padre que murió en un accidente cuando él
era muy pequeño.
Totalmente
obsesionado, Jeremie abandona su empleo y consigue otro como camarero del
Wonderland. Incluso comienza a stalkear a
Tony. Se le, mete en la suite del hotel donde vive en un esfuerzo por
descubrir la identidad de la desconocida que lo ha hecho perder la cabeza.
Finalmente, una
tarde a solas en el bar, Jeremie coloca un disco de Odetta. Al final de la
canción el ensimismado Jeremie nota que su entorno ha cambiado, sale del bar y
descubre que está en Biarritz en 1960. Desorientado deambula hacia una playa
donde un grupo de jóvenes están reunidos. Ahí ve a la mujer de sus sueños. Ella
se vuelve hacia él…un solo vistazo a la bella Olga Kyrylenlo y Jeremie se obsesiona
más.
Valeria, la
hermanita de Chris Desforges, novio de Alice (Kurylenko), casi se ahoga. Jeremie
anuncia que es médico cardiólogo, le da respiración boca a boca y cae tan bien
en la familia de los Desforges que se lo llevan a su villa. Jeremie les hace un
cuento chino de que es Pierre Foucher (el maestro que más odió en la facultad)
y que le robaron el auto y los documentos.
Aunque el cuento tiene muchos agujeros, los Desforges son tan despreocupados como hedonistas, Jeremie/Pierre se ve envuelto en un torbellino de fiestas y asiste a la apertura del “Wonderland” original. Ahí conoce al padre de Tony y a Margaret, su amor imposible, una escritora canadiense atada sentimentalmente al novio que murió en la guerra.
Aunque existe un
Papa Desforges, que es el del dinero, su presencia no se materializa y los Desforges
se acostumbran al “médico”. Jeremie descubre un modo de volver al presente,
pero prefiere seguir cerca de la enigmática Alice. La historia se vuelve un noir,
tipo novela de Patricia Highsmith, con Jeremie convertido en un Tom Ripley. Solo
que su obsesión es una femme fatale que ya le ha costado la vida la ex
prometida de su novio y que según Chris miente sobre su pasado.
Jeremie sigue a
Alice hasta una granja en la campiña vasca. Además de espiarla desnuda en el
baño, registra sus maletas y encuentra un cartucho de municiones. Jeremie sigue
con su fisgoneo rastreando a Alice hasta Paris donde terminan haciendo el amor.
Allá, gracias a un casillero privado y el diario que encuentra adentro, se
entera que Alice es judía. Sus padres murieron en los campos nazis y quien los
delató (para quedarse con su apartamento) fue Desforges Pere. No es casualidad que Alice y Chris sean novios,
es parte de un plan de venganza.
Lo que en papel
suena muy interesante, un maridaje de misterio y viaje en el tiempo no funciona
en pantalla. Wonderland se apega a formulas añejas sin renovarlas. La historia
de un desadaptado que solo es feliz en el pasado tiene ecos del “Midnight in Paris”
de Woody Allen. La obsesión del protagonista con una mujer de otra época evoca
a la romántica “Somewhere in Time”, pero la falta de química de los
protagonistas evita las similitudes positivas.
A Jeremie/Pierre
le falta la determinación y ambición de un Tom Ripley. Su única motivación es
poseer a una mujer a la que nunca llega comprender del todo. Los temas de
venganza, drama familiar y mentiras pasadas y presentes son demasiado serios
para un protagonista que parece estar jugando a ser héroe de comedia romántica,
pero que se comporta peor que el Joe Goldberg de” You”. El ritmo de la serie también
es forzado con momentos de dudoso humor dando paso a otros de increíble violencia,
y el final es un sinsentido total
En su loca
aventura, Jeremie roba dinero, llaves y autos. Se infiltra en casas ajenas, rompe
pisos, fisgonea mujeres denudas y hasta secuestra a un niño. A diferencia de Penn
Badgley en “You” se supone que debemos admirarlo y comprenderlo. Digamos que la
combinación de musical de Jaques Demy y “Au Plein Soleil” no le cuadra. Le
falta el carisma actoral y la belleza física de Alain Delon para hacernos
olvidar que es un Stalker/delincuente/posiblemente un enfermo mental. Eso según
los estándares del Tercer Milenio, pero “Wonderland” nos deja saber que las
reglas mituteras podrán controlar Hollywood, pero no la televisión francesa.
La Mujer en la
Televisión Gala de los 60
Mi última
selección es mi favorita, “Speakerine” del 2017. La historia tiene lugar en Paris
en 1962. Christine Beauval es el rostro más admirado de Francia, y eso que no
es ni actriz, ni cantante, ni modelo, solo una humilde speakerine, (la
persona que anuncia el siguiente programa en televisión). Parece una tarea tan
humilde, pero casi no hay mujeres en el rubro. La otra spkearine del canal no
es tan atractiva como Madame Beauval y está ahí solo por ser la “amiguita” de
un ministro.
A sus 42 años,
Christine es una estrella, la esperan sus admiradores a la puerta del canal,
recibe kilos de cartas elogiándola y una cantidad de Hate mail que Michelle,
su fiel asistente, procura ocultar. Algunas cartas vienen de gente que cree que
Christie debería estar en casa cuidando de sus hijos, pero otras parecen venir
de un desquiciado que las acompaña con imágenes amenazadoras y finalmente con
una estatua de cera de la speakerine cubierta de sangre.
Michelle debe
contarles a los Beauval (Christine y su esposo Pierre) de la existencia de esta
persona y la lista de enemigos de la pareja es larga. Incluye a la “amiguita”
que fue enviada a su casa y culpa a su colega; a un utilero al que Christine
hizo despedir; y sobre ellos al envidioso Darnet, director del canal. Sucede que
una revista popular ha entrevistado a Christine y a su familia. Durante la
entrevista, la anunciadora ha revelado que pronto conducirá un programa
dirigido a la población femenina.
Este anuncio de
un proyecto nunca discutido con Darnet, pone lívido al director. Su ira es
fustigada aún más cuando Pierre Beauval es puesto a cargo de Mundovisión, un
proyecto en conjunto con televisoras norteamericanas. Según Darnet-—que
ansiaba ese puesto—Beauval solo lo ha conseguido por Eric Jauffret,
Ministro del Interior, amigo de la infancia de Christine y compañero de armas
de Pierre en Las Fuerzas Francesas Libres.
Charles de Gaulle
está de regreso en el Eliseo y Eric y Pierre, sus antiguos soldados, son sus
protegidos. Eric le asegura a Pierre que es cuestión de meses antes que
reemplace a Darnet como director del canal. Pierre le pide a su mujer que
posponga su proyecto hasta entonces. A Christine no le parece y comienza a
sospechar que debe poner al padre de sus hijos en su lista de enemigos.
En la Francia
de la OAS
Hora es de hablar
de los hijos de los Beauval que pondrán los peores escollos en el camino de las
ambiciones de sus padres. Antes debo mencionar un poco del contexto histórico
que también es importante y ni es explicado en la serie. Tal vez los niños
franceses lo aprenderán en la escuela.
A mediados de los
50, el imperio colonial francés comenzó a desintegrarse. Junto con la Guerra de
Indochina hubo levantamientos de la población autóctona en Argelia, la colonia más
grande del país galo. En Argelia se creó
un movimiento llamado FLN (Frente de Liberación Nacional) que comenzó una campaña
en contra del poder colonial.
Aunque esto fue
lo acostumbrado en todas las colonias, el escenario aquí cambió debido a que
los ataques iban dirigidos a dos grupos completamente asentados en el
territorio argelino. Los ataques que devinieron en masacres estaban marcados
por una barbarie brutal de violaciones, mutilaciones y torturas que precedían
las muertes de víctimas fueran mujeres, niños o ancianos.
Los principales blancos
del FLN no eran las fuerzas militares ni las autoridades coloniales sino los
colonos franceses que residían en Argelia desde hacía cien años, y la comunidad
judeo-sefardí que llevaba en esa tierra desde su expulsión de España em el
Siglo XV. Las peores torturas y brutalidad (hay casos tan fuertes que ni puedo describir)
se las reservaba para los judíos.
Es posible que
hubiese ahí un elemento de envidia. La Ley Cremieux de 1874 les había otorgado
a los judíos argelinos, la ciudadanía francesa. Aunque el gobierno de Vichy derogó
esa ley durante la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle se la devolvió tras la liberación,
pero los argelinos de origen árabe nunca la tuvieron.
Es cierto que, en
el momento de su creación, el FLN se aproximó a la población judía
ofreciéndoles que luchasen juntos contra el opresor galo, pero los judíos se
sentían franceses y escogieron unirse a los Pied-Noir (pies negros) que
así se apodaba a los colonos franceses. Para ser francos, la verdadera razón
detrás de la actitud judía es que no había confianza en los árabes argelinos quienes
habían organizado ataques y matanzas recientes en contra de la población sefardita.
El caso es que la
violencia en contra de colonos, judíos, y hasta árabes moderados, escaló de tal
manera que el ejército francés respondió con la misma moneda, con torturas
brutales y llegando a ejecutar sospechosos sin previo juicio. Como solución, Francia sacó del retiro al
General De Gaulle en 1959, pero la situación era desesperada.
La opinión
mundial estaba en contra de la presencia militar francesa en el Norte de África.
Los intelectuales de izquierda— encabezados por Sartre y su De Beauvoir—
azuzaron a la opinión pública a repudiar lo que ocurría en Argelia. Una
excepción fue Albert Camus, que, nacido en Argelia, apoyó a los PIed-Noir.
En 1960, las
Naciones Unidas reconocía la independencia argelina. Dos años más tarde De
Gaulle se rindió, Francia abandonó el país y las fuerzas francesas se retiraron
dejando atrás casi 200.000 Harkis, auxiliares de origen argelino. El nuevo
gobierno había jurado perdonarles la vida, pero pronto comenzó a masacrarlos.
Se cree que
60.000 fueron asesinados con muertes horribles acompañadas de torturas. 90.000
lograron refugiarse en Francia, ayudados por oficiales franceses que
desobedecieron órdenes para hacerlo. A esta inmigración forzada se agregaron
los 900.000 Pied Noirs entre los que vino la comunidad judía. Esto creó un
problema inmenso de inmigración del que Francia todavía no se recupera.
Muchos se sentían
defraudados y traicionados por el gobierno galo. Eso dio paso a la creación en Madrid,
en 1962, de la OAS, una organización terrorista fundada y compuesta por ex
oficiales. Su mayor actividad consistió en poner bombas que estallaban en
diferentes partes de Paris y atentar en contra de simpatizantes del FLN como lo
era Sartre. Aunque su mayor blanco era De Gaulle a quien se intentó asesinar en
varias ocasiones, siendo la más recordada la retratada por Frederick Forsyth en
El Dia del Chacal.
Es en este marco
histórico donde se desarrollan los hechos marrados en “Speakerine”. Jean
Claude, el hijo mayor de los Beauval estaba para hacer el servicio militar obligatorio.
Sabiendo que lo enviarían a Argelia, Christine suplicó a Pierre que usase de
sus influencias para impedirlo. Jean Claude se quedó en Francia, mientras sus
amigos partían a África. Dos de ellos no regresaron. Se les dio por “desaparecidos”
(algo que hacia el ejercito cuando los cadáveres estaban muy mutilados).
En pos de la
verdad, Jean Claude cae en una célula de la OAS. Por luchar contra el
gaullismo, que el joven asocia con un padre al que odia, Jean Claude se une a
los terroristas sin que su familia jamás se entere de un episodio que marcará
su vida. Uno de los cabos sueltos del final de Speakerine.
Colette y un
Romance Políticamente Incorrecto
Mas compleja es
la historia de Colette, la menor de los Beauval. A sus 18 años, Madeimoselle
Colette cursa el tercer año de secundaria en un colegio de monjas. La razón de
que todavía esté en la escuela es que en la Francia de entonces (y Chile también)
un mal estudiante era obligado a repetir cursos las veces que fuese necesario.
Colette es pésima
estudiante lo que desespera a su madre quien la sueña una profesional autovalente.
Para eso le consigue trabajo, gracias a su amigo Eric, en el Ministerio de
informaciones. Tan bien se desempeña Colette que acaba en la cama con su jefe.
La mejor amiga de
Colette es la despercudida Marilou quien a sus 16 años ya tiene su proyecto de
vida, ser actriz famosa. Eric les consigue a las chicas entradas para el debut
de “Cartouche”. Junto a Belmondo y Lollobrigida, las niñas conocen a un
productor que le pronostica un brillante futuro a Marilou.
El productor
invita a Marilou a una fiesta privada, y ofrece pagarle por si asistencia. Con
reparos, Colette se emperifolla y acompaña a su amiga a un palacete en Saint
Cloud. Ahí está feliz sacando fotografías, cuando nota que no hay nadie
conocido y que las parejas andan manoseándose por los rincones.
Colette quiere
marcharse, pero Marilou, medio borracha, lo está pasando bien, le alcanza
dinero para el taxi. A la salida, Colette se tropieza con su amante. Eric le
asegura (y es cierto) que ha caído en una trampa y que no sabía que era ese
tipo de fiesta. El ministro le pide a Colette que lo espere mientras convence a
Marilou de que deben salir de ahí. No lo consigue y cuando vuelve a buscar a
Colette esta ha huido después de ser acosada por un par de invitados.
Al día siguiente, un joven argelino en Nanterre (donde se han instalado los refugiados de África) descubre en una zanja el cadáver de Marilou. Antes de ser asesinada, fue violada. La asustada Colette revela la verdad a su madre (sin contar lo de Eric). Colette va al Ministerio a buscar consejo de su amante, pero la pareja es descubierta por Christine.
La reacción de
Madame Beauval es la esperada. Acusa a su amigo de ser un degenerado. “La
conoces desde que era una nena. ¡Estuviste en su bautizo!” Exige que no se
vuelvan a ver, so pena de hacer públicas las fotos que Colette tomó de Eric en
la fiesta. A solas, Christine recrimina a su hija. Después de todo lo que ha
hecho para que Colette estudie y se prepare. Todo lo que ha querido es hacerla
un ser autovalente que no dependa de un hombre.
Sabemos que
Christine siempre se ha arrepentido de haber dejado la universidad para criar a
sus hijos. ¿Acaso no está obligando a Colette a llevar la vida que ella no
vivió? Esa parece ser la opinión de Colette quien tiene otras metas. Y ahí es
donde vemos el tema de las opciones femeninas tratado de una manera que sería
inconcebible en una serie americana. Colette se niega a cumplir los sueños de
su madre. Ama a Eric y está segura de que él le corresponde, van a casarse y tendrán
muchos bebés.
Aunque sus
palabras nos horroricen a las sofisticadas hembras del Tercer Milenio, ¿era un
sueño tan descabellado en 1962? ¿Por qué el objetivo de Colette es menos
legítimo que el de su madre? Christine
no se plantea esta interrogante. Barre a Eric y Colette debajo de la alfombra y
sigue intentando reparar todas las grietas que se han abierto en su vida.
Eric va a ver al
Ministro del Interior y le revela la existencia de estas fiestas tipo Jeffrey Epstein,
y de los políticos importantes que avistó la noche que fue a Saint Cloud. El
cree que el asesino de Marilou estaba en la fiesta. ¡Pobre Eric,! A veces es
tan ingenuo como su joven amante. El Ministro está metido hasta la nariz en el
asunto y también Darnet. Este aprieta las tuercas de un inspector de policía
corrupto para que le cuelguen el asesinato al jovencito que encontró el
cadáver.
Mohamed “Momo”
Attoun es un adolescente autista, argelino obligado a refugiarse en Francia (su
padre fue asesinado por el FLN, su madre es judía). A pesar de ser golpeado bárbaramente
por la policía, Momo insiste en que vio a los conductores de un Renault rojo
(propiedad de Darnet) arrojar el cadáver a una zanja. Nadie lo escucha, es
enjuiciado y condenado a la guillotina. Lucette Attoun, su desesperada madre, suplica
a Christine que la ayude, y Madame Beauval, como si no tuviera suficientes
problemas, se embarca en esa cruzada acompañada del periodista Philippe Lefevre
que se convierte en su amante. Muy encomiable todo, pero tal vez a Christine le
conviniese velar un poco por sus hijos.
El Aborto como
Opción y No Solución Obligatoria
Tal vez el sueño de Colette de casarse sea
una quimera, pero lo de los bebés…Christine, ocupada con sus cosas, no nota que
su hija se la pasa vomitando en el baño. Colette llama a Eric y este no le
devuelve las llamadas, le escribe una carta que el ministro rompe, visita su
departamento, pero ‘él no le abre la puerta. Es en esa escena con Colette
llorando apoyada en la puerta y la pantalla dividida que nos muestra a Eric también
llorando apoyado en la misma puerta, que nos hace caer en cuenta que la quiere
y no es un mero pasatiempo.
Es Jean Claude,
cada vez más involucrado con la OAS, quien reconoce los síntomas de su hermana
y le consigue una cita para un aborto (hasta 1975 el procedimiento fue ilegal
en Francia) pero Colette se arrepiente en la sala de espera. Entretanto,
Christine comete la imprudencia de advertir a Darnet de que tiene pruebas que
lo vinculan al asesinato de Marilou. Esto provoca un descalabro en el gobierno
y la cabeza que rueda es la de Eric Jauffret.
Jean Claude aconseja a su hermana
El ex Ministro de
Comunicaciones, al ver su carrera política acabada, decide que no va a perder a
Collete también. Va a buscarla, le dice que la ama y quiere casarse con ella.
El anuncio del embarazo añade urgencia al asunto. Eric llama a Christine y la
cita en un cervecería. Quiere convencerla de dar su permiso para la boda, pero
ignora que ese sitio, frecuentado por políticos, es blanco de la OAS. Precisamente,
es Jean Claude quien coloca una bomba que mata a Eric y casi alcanza a
Christine.
Colette esta desolada
y confiesa su embarazo a su madre. Ya Christine no puede seguir ocultando la
verdad a su marido. Los Beauval celebran una reunión de emergencia en la que la
más interesada, Colette, no está presente, no tiene voz ni voto. Su padre
insiste en que debe ser enviada un convento para madres solteras y regresar sin
él bebé. Christine es más drástica, quiere un aborto. Ambos cónyuges desean una
solución express que les permita zanjar el asunto y volver a cosas más
importantes.
Pierre se niega a
lo que considera “un asesinato”, pero insiste en referirse a su nieto como “el
bastardo” Colette se da cuenta de que no puede contar con sus padres. No les
importan sus sentimientos, ni siquiera recuerdan que Eric fue un amigo que ambos
quisieron y que, por su memoria, deberían velar por su único hijo. Nadie repara
que desde el momento en que Eric planeó casarse con Colette legitimó su
relación. Que la pareja compartía un proyecto en común y que lo único que le
queda a la joven de ese proyecto es ese hijo
Christine lleva a
su hija al médico de la familia quien, antes de examinar a la joven, ya les está
pasando la tarjeta con el nombre de alguien que le puede ayudar a abortar. Horrorizada,
Colette se marcha de su casa. Es extraordinario como en un país donde el aborto
es ilegal, todos estén tan dispuestos a aconsejar a la chica a deshacerse de su
hijo.
El caso más
chocante es el de Michelle, amiga de confianza y asistente de Christine. Cuando
se entera de la situación de la joven se sorprende que Christine tenga dudas de
cómo actuar. Como madre tiene el deber de obligar a su hija a interrumpir el
embarazo. Colette es menor de edad, no tiene poder de decidir sobre su vida.
No debería
escandalizarme. Así se vivía el feminismo francés de los 60. Ese es el mundo
donde Simone de Beauvoir predicaba que no debía ser una opción femenina el ser
amas de casa, que había que forzar a las mujeres a ser independientes y no
planear ser madres de familia.
Colette tiene 18 años.
Sin ser la más madura del mundo, hoy día ella tendría el poder de votar, beber
alcohol y casarse sin permiso de los padres. No es como si fuera una niña, o
enferma mental que necesite que su madre decida por ella. No hay razón médica
para que aborte. Su embarazo no es ni producto de una violación ni de una
relación tan poco trascendente que pueda considerarse accidental. Tampoco es
como si Colette tuviese objetivos que lograr que estorbase un hijo. Al no existir una causa de fuerza mayor, el
aborto deja de ser una única opción.
Para las mujeres sudamericanas de países donde el aborto legal es algo nuevo, e incluso donde todavía no está legalizado, el mensaje de “Speakerine” resulta peligroso, pero en Francia donde es un procedimiento generalizado y aceptado se pueden examinar otras opciones para la madre soltera y eso hace a la serie interesante. Aunque el capítulo final es rocambolesco y deja muchas subtramas inconclusas, la de Colette tiene un final feliz precisamente porque los Beauval comprenden que tener una madre soltera en la familia no acarrea un estigma tan grande.
Termino este
repaso por la visión de los 60 en la televisión francesa recalcando que “Emily
in Paris” tenía razón, los franceses no se adhieren a la visión progresista
angloparlante. Al menos en su ficción de los 60 aprovechan de crear personajes que
serían imposibles aun en el drama de época de la BBC.
¿Se imaginan como
cancelarían en Twitter el lenguaje y actitudes machistas del Comisario
Laurence? ¿O la glorificación del Stalker en “Wonderland”? Aunque tengo
sentimientos encontrados con los stalkers como Jeremie/Pierre de “Wonderland”,
el público “woke” está clarísimo de que alguien como Joe Goldberg de “You”
puede ser fascinante, pero que se trata un psicópata y ninguna mujer se podría
sentir segura con quien tenga tan poco respeto por su privacidad.
Sin embargo, “Speakerine”
es el caso más significativo, porque si tal historia fuese hecha por la
televisión estadounidense no tendría final feliz (veamos el descarnado retrato
de una madre soltera adolescente en “Mare of Easttown”) porque las adolescentes
con críos no solo arruinan sus vidas sino también al estado que debe mantenerlas
a ellas y a los hijos. En cuanto al romance Eric-Colette…les llegarían más
piedras progres que al de Woody Allen y Soon Yi.
Aun así, me
encanta saber que en Francia todavía se pueden tocar temas que en su contexto
histórico no eran chocantes como lo ha hecho” Speakerine”. Después de todo, es
el país con una Primera Dama que en sus días de maestra sedujo a un alumno
adolescente que hasta hoy es su marido.
¿Les parecen
atrevidos o inapropiados estos resabios de culturas patriarcales en series
modernas? ¿O el hecho de que solo
ocurran en period dramas los hacen más aceptables?
Les Petites
Meurtes” pueden verse (en USA) por Amazon Prime y MHZ Choice y en AcornTv (USA
y America Latina). Wonderland” creo que ya apareció en TV5 y está en USA en MHz
Choice. “Speakerine” está en USA en MHz y ha sido vista en el 2018 en la señal
internacional de TV5, pero en octubre del 2020 fue parte de la programación de
Europa Europa. Así que atentos Gatos Latinos que ese canal puede repetirla.
Gracias a Dios, muchas televisoras a nivel mundial siguen haciendo lo que saben hacer, FICCION, sin ningún miramiento a su público. La gente debe entender a respetar, a respetar las costumbres que la gente tenía y no a cancelar porque ya no son actuales y/o correctas según sus criterios. Si a mi no me gusta X cosa, pues puede coexistir conmigo, simplemente NO la voy a apoyar. Pudiera criticarla, pero sino me interesa o importa, lo mejor es ignorar. La gente es cada día más sensible y de cristal a cosas que debería importarles, pero lo de ellos, lo de esta nueva generación, todo es peaches and cream... Cancelan a diestra y siniestra, pero hay que tener muchos cojones, los que hacen televisión, los productores, televisoras, casas productoras a no dejarse manipular por las tendencias del momento. Según esta nueva generación de llorones, todo lo de ellos es lo único correcto, política, social y sexualmente correcto... WTF!!! ¡BESOTES! RAFA
ResponderEliminarBesotes, Gracias por responder. Tienes razón para recrear el pasado hay respetarlo con fallas y todo. Yo creo que un esfuerzo valiente es pensar en un público heterogéneo que realmente presenta diversidad de opiniones y darles material para todos los gustos.
EliminarEsta serie de visiones del drama de época que voy a hacer no es solo para quienes han visto las series mencionadas. Es para prepararlos si las encuentran, e informarlos a punta de fotos, video clips y resúmenes de como son, como trabajan lo histórico y las sociedades de otros tiempos. En este caso he escogido tres series bastante diferentes. A mí me disgustan los machistas, pero los hombres eran así hace 60 años. lo vimos en “Mad Men” y nadie se quejó.
Los stalkers han existido siempre, pero a mi Romance/Wonderland me dejó incomoda porque no era un hombre del pasado trayendo sus malas costumbres al presente sino lo contrario y eso puede ser preocupante. Sobre todo, si se le glorifica.
En el caso del romance Mayo-diciembre de “Speakerine” queda claro que eso solo podía ocurrir en el pasado, que la solución era boda y que aun muerto el novio, Colette no necesitaba abortar. Su único inconveniente eran los convencionalismos de sus padres. Pero me quedó esa pregunta, ¿realmente no podría pasar eso en el presente? ¿Y por qué la solución de Speakerine es imposible?
Por último, “speakerine”me dio una lección de historia rápida. Yo en los 70 tuve una compañera en la UNIS que era judía argelina (Ahora con pasaporte francés) y que había salido bebé de Argelia junto con los pied-noirs y pienso en cuantos pueblos han sido expulsados u obligados a exiliarse de sus países y nadie los recuerda. Corrección, solo los recuerdan este tipo de series políticamente incorrectas
Sobre lo que pasa en la televisión estadounidense, hasta sitios progres como Salón.com se están dando cuenta de que se ha vuelto un espacio para la mediocridad. Te pongo el artículo, ahí reconocen la mediocridad, pero niega que sea culpa de la cancelación. ¿Entonces a quien culpamos?
https://www.salon.com/2021/05/16/the-nevers-cancel-culture-joss-whedon-donald-glover/