Cuando yo ya
aburría con tanto elogio al drama de época continental, me llegó una sorpresa.
He encontrado algo que no me ha gustado. Mi relación con las series de época
checa me ha dejado defraudada tanto en los aspectos técnicos como en la narrativa.
Solo dos son dignas de mención. Lo que si les reconozco es que, en marcos de época, saben advertirnos que ciertos eventos
históricos pueden repetirse en nuestro mundo moderno.
Para ser sincera,
mi enamoramiento con el drama de época continental no es tan grande. Encuentro
mucho que quejarme del italiano, francés y español que copian fallas del angloparlante
y nunca virtudes. Por ejemplo, el italiano era mucho mejor a comienzos de este
siglo. El ruso ha tenido una evolución
prodigiosa en la era del Zar Vlad. En cambio, las ucranianas todavía parecen hechas
por estudiantes de cine. Las series alemanas han tenido un cambio positivo desde
“El hundimiento del Laconia”, o sea hace apenas una década. Esperemos que esos
cambios también ocurran con los productos checoeslovacos.
Entre mayo y
junio he visto cuatro programas. Miniseries limitadas como “El Informante”, y “Un
Hombre Inocente”, un telefilme llamado “La Caída del Imperio.” y una serie que supuestamente
ha durado varias temporadas y se llama “Ambition” en inglés y “Prvni Republika”
en checo. Comienzo en orden cronológico (del relato) en reversa con “The
Informant/Herec/El delator) del 2019.
El Informante/El Delator
La acción tiene lugar en la Checoslovaquia comunista en 1953. Los Lanik son una familia de parias en un paraíso estalinista. Su padre, un volkedeutsch, murió en Tobruk luchando en el Afrika Korps. Su madre fue acusada por un vecino de ser amante de un SS y fue ejecutada. Debido a ese pasado ni Stanislav (Stana) ni su hermana Aneska pueden aspirar a un buen empleo, no tienen derecho a estudiar y después de la muerte de su abuela, son amenazados por el conserje de que serán desalojados. Su vida es gris. Anezka limpia calles. Stana repara radiadores en la universidad. Su única felicidad, ser actor en una pequeña compañía de teatro, también se acaba debido a su incomodo pedigrí.
Una famlia de canceladosEn la universidad,
la prodigiosa habilidad de Stana con los números atrae la atención de un
catedrático que también es un genio matemático. El profesor le ofrece al joven
Lanik la oportunidad de entrar en la universidad. Todo lo que solicita es que
pase un fin de semana con él en el campo. Stana se da cuenta que el interés del
profesor es puramente sexual, pero el chico está desesperado. Se va al campo
con su galán maduro y están en plena faena cuando irrumpen los agentes de la policía
secreta.
Resulta que la
homosexualidad es vista como un crimen burgués en el mundo comunista. Se llevan
al catedrático y cuando esperamos que sometan a Stana a torturas innombrables,
se limitan a palmearle la espalda y darle su dinerito. Stana es un soplón de la
policía secreta y el shock de esta espectadora no pudo ser mayor. Sabia por el
nombre y la descripción de la serie que el protagonista iba a convertirse en
delator, pero esperé que nos lo hicieran cercano y querible, que el proceso
fuese paulatino para hacerse más digestible.
El hacernos ver a
Stana como alguien ante un dilema moral (más encima tiene novia), orillado a
aceptar ayuda a cambio de sexo nos inspiraba lástima. Saber que todo está fríamente
calculado y que él mismo ha colaborado en una seducción que enviará a su amante
al Gulag, a torturas y muerte segura, nos lo hace repelente. Sensación que no
cambia ni aun cuando la serie nos haga ver que Stana es usado y despreciado por
sus patrones y que cuando solicita ayuda para castigar al violador de su
hermana le respondan “tú haces nuestro trabajo sucio, no nosotros el tuyo”.
Ambición
Lo siguiente que
vi fue “Ambition” (2014) que también se conoce como “Historia de Checoeslovaquia”
y en checo es “La Primera Republica” Es talmente una soap opera de los 80, cheesy,
cursi, llena de clichés, parece escrita por los autores de Dinastía. La
historia comienza durante la Primera Guerra Mundial. Los Valenta, unos nuevos
ricos que se han ganado una fortuna vendiéndole vehículos al Imperio Austrohúngaro,
retornan a su pueblo y se instalan en casa de los Lebel. Clara, la heredera de
esa familia fue obligada por su padre a casarse con Vladimir Valenta con la
excusa de que así ellos podían irse tranquilos a Estados Unidos dejándola
casada.
Han pasado varios
años, Clara tiene dos hijas y nunca más ha sabido de sus padres ni de Jaroslav,
su cuñado, de quien estaba enamorada. Al Imperio le va mal en la guerra, no les
pagan a los Valenta que están al borde de la ruina. Jaroslav regresa de haber
peleado con la Legión Checa en Francia. Trae dinero y muchas interrogantes.
Apenas llega ya se revuelca con Clara casi en la vía pública. Descubre que los Lebel
nunca llegaron a USA y es posible que hayan sido asesinados.
Aunque el cuento
suene bien en papel, la historia es lenta y llena de lugares comunes, los
personajes son pesadísimos y no llegan a importarnos. Ha tenido tres temporadas,
lo que demuestra su éxito en la televisión checa, pero me alegro de que Tubi
solo traiga una.
Rasin
“La caída del imperio” (2018) es un telefilme en dos partes sobre la vida del político Alois Rasin (El título en checo es “Rasin”). es un retrato de la clase política que forjó Checoslovaquia. En ella vemos nombres que se harán famosos en el sigo como Tomás Mazaryk y Eduard Benes.
El verdadero Alois RasinEl filme comienza con un atentado en contra
de Rasin, entonces Ministro de Economía a comienzos de 1924. Esto lleva a la víctima
a recordar su vida política y personal, su obsesión con la independencia de su
pueblo que lo empuja a pactar con los bolcheviques, su importancia en la
creación de un sistema legal y una moneda para a nueva nación, y las
enemistades que cosecha y que llevan a ese atentado.
A pesar de que
soy amiga de la historia, este relato me aburrió, nunca llegaron a mí los
personajes ni me interesó lo que les ocurría. Un problema del producto checo es
que no suele ofrecer muchos datos sobre el trasfondo histórico, parte de la
base que el espectador checo conoce su historia y el que no que lo parta un
rayo.
Un Hombre
Inocente
Mi favorito de
los cuatro programas que vi eta primavera es “Un hombre inocente”, aunque en inglés se la conoce como “A Crime in
Polna”. Mas que porque se trate de un tema judío, me gustó porque dramatiza la “Hilsneriad”
un cause celebre de finales del Imperio Austrohúngaro. También porque
es uno de los pocos dramatizados que gira en torno al libelo de sangre, una
infame calumnia que nos ha perseguido a los judíos por siglos.
En abril de 1899,
a unos pasos del siglo XX, en un bosque cercano a la ciudad de Polna, una
costurerita llamada Anezka Hruzova fue brutalmente asesinada. El crimen era
misterioso, aunque semidesnudo, el cadáver no presentaba signos de ultraje
sexual. Anezka había sido ahorcada y golpeada con ramas de árboles, pero la
causa de su muerte era el degüello. El cuerpo no tenía una gota de sangre. Lo
que para un criminólogo moderno seria señal de que el crimen había ocurrido en
otro sitio, para los supersticiosos campesinos era señal de que se trataba de
un crimen ritual.
Era la semana de
la Pascua judía. A los pueblerinos se
les metió en la cabeza que la sangre del a virginal Anezka había sido extraída
para preparar la matzah (pan ácimo) que los judíos comen en esa festividad.
Aunque había sospechas de que el asesino era el hermano de la víctima, y aunque
ningún testigo lo reconoció como visto en las cercanías del bosque, la policía
arrestó a Leopold Hillsner, un zapatero desempleado de mala reputación. El
alcalde del pueblo, un nacionalista antisemita, lo acusó formalmente por el
asesinato de la costurera.
Tanto alboroto causó
el caso que desde Praga enviaron a un detective veterano para que se encargase
de la investigación. Este descubrió muchas anomalías y torpezas cometidas por
las autoridades locales. Pero el poder de los nacionalistas era tal que
convocaron desde Praga al investigador y todas las notas tomadas sobre el caso
misteriosamente desaparecieron.
Es en este punto que
Zdenko Aurednicek un joven abogado recién instalado en el pueblo decidió tomar
el caso. Sobre todo, cuando vio que los periodistas, aunque conscientes de que
se trataba de una injusticia, añadían leña al fuego con caricaturas antisemitas
y notas amarillistas. La decisión de Zdenko tuvo repercusiones en su trabajo,
sus amistades se alejaron; su esposa, la traductora judía Anna Auredniceka, fue
expulsada de varias organizaciones de la cual era miembro; y la casa de los
Aurednicek fue apedreada.
Zdenko Aurednicek
El juicio fue un
circo. Hillsner ya estaba condenado antes de ser enjuiciado. La familia de Anezka
contrató los servicios de un famoso abogado Karel Baxa para que los representara,
además del fiscal del estado. Baxa llegó disfrazado del traje típico de la
región simbolizando a la raza eslava defendiéndose de la judía. Cuando la madre
de Anezka declaró bajo juramento que su
hija era muchacha vigorosa a la que un alfeñique como Hillsner no hubiese
podido someter, la fiscalía súbitamente acusó al zapatero de haber tenido
cómplices. A pesar de que tales cómplices no fueron identificados ni llamados a
declarar, el acusado fue condenado a la horca.
Zdenko decidió
apelar la sentencia y es aquí cuando Tomas Masaryk, futuro padre de la Republica
Checa y famoso abogado del imperio intervino. Le escribió a su colega condoliéndose
de la injusticia y ofreciéndose a representar pro bono a Hilsner. Se trasladó
el juicio a otra ciudad para hacerlo más neutral y Masaryk fundamentó su
defensa en un rechazo a mitos de gente ignorante más que en el acusado cuya
vida personal no lo hacía muy simpático para el jurado.
Dos problemas
acabaron con la brillante retórica de Mazsryk quien perdió su catedra
universitaria por este acto de justicia. Intimidado en la cárcel y convencido
de que lo indultarían si confesaba, Hillsner admitió haber cometido el crimen
en compañía de dos amigos. Los supuestos cómplices fueron interrogados y ambos
tenían solidas coartadas. Aunque nunca se les mencionó en el juicio, y HIlsner
se retractó de su confesión, el daño estaba hecho. La fiscalía decidió cambiar
su enfoque y abandonó la teoría del crimen ritual, acusando a HIlsner ahora de
ser un depravado sexual. Aunque médicos y psiquiatras no encontraron evidencia
de patologías en el acusado, se le endilgó otro crimen, el de una jovencita
ocurrido unos años antes.
Masaryk consiguió
que el Emperador Francisco José conmutase la pena de Leopold Hilsner por la de
cadena perpetua. Zdenko Audirineck nunca dejó de preocuparse por su cliente y
en 1918 consiguió indulto de parte del Emperador Carlos. Hillsner se fue a vivir
a Praga y luego a Viena. Se cambió el nombre y vivió de la caridad judía (entre
sus benefactores estaba Mazaryk), murió en 1928.
Zdenko Audireneck
alcanzó a asistir al funeral de Hilsner antes de morir él en 1932, librándose
ambos de la hecatombe que caería sobre su país con la ocupación nazi. Para
cuando Anna Auredniceka fue liberada por los rusos del campo de concentración
de Theresienstad, ya era casi dominio público que, en 1943, el hermano de Anezka
Hruzova había confesad, en su lecho de muerte, ser el fratricida. Aun así,
hasta hoy (y ha habido intentos legales de hacerlo) Leopold Hilsner nunca ha
sido exonerado.
El Libelo de
Sangre en Tiempos Modernos
Tanto Audirineck
como Mazaryk basaron su defensa en el absurdo de que, en tiempos modernos, se
creyese en un mito tan aberrante. ¿Pero era esa creencia tan obsoleta? Lo era
en el Imperio puesto que, en 1882, en Hungría, una acusación parecida había
sido demostrada en tribunales de no tener base. Lo era puesto que al final, la
fiscalía abandonó la teoría de que se trataba de un crimen ritual yéndose por
algo sexual. Lo era porque en la rusia zarista, el espacio más antisemita en Europa,
un jurado de cristianos ortodoxos en 1913 absolvió a Menahem Mendel Beilis de haber
asesinado a un niño porque su judaísmo se lo exigía.
Este caso de 1913
motivó la novela de Bernard Malamud The Fixer y el filme del mismo
nombre protagonizado por Sir Alan Bates y Sir Dirk Bogarde, y en su momento
pareció decir la última palabra sobre el libelo de sangre, pero no fue así. En
1928, a un año de la caída de Wall Street, en plena Era del Jazz, en Massena,
aquí en el estado de Nueva York, la desaparición de una niña en vísperas del Año
Nuevo Judío provoco un fuerte rumor de que se trataba de un crimen ritual
puesto que los judíos necesitaban de sangre inocente. Como no se come pan ácimo
en Rosh Hashannah, la acusación demuestra lo insensato del argumento antisemita
que da pie al libelo de sangre.
Vale decir que
tanto el antisemitismo como la acusación venían de miembros del Ku Klux Klan que
eran figuras prominentes en Massena y que componían la compañía de bomberos del
pueblo. En los 20, para eterna vergüenza del gobierno y autoridades estadounidenses,
el Klan había sido descriminalizado, se le había permitido marchar en pleno día
por las calles de Washington lo que le dio poder para estirar sus tentáculos
por todo el país. Por suerte l, a niña de Massena apareció sana y salva, pero
ese no fue el fin del cuento del libelo de sangre que siguió causando problemas
en el mundo moderno.
En 1946, en Kielce,
Polonia, un mocoso inventó que lo habían secuestrado los judíos (solo vino a
retractarse en 1998.) Esta acusación provocó la ira de los vecinos que creyendo
en otro crimen ritual organizaron un pogromo que mató a 42 sobrevivientes del Holocausto
y propició una emigración en estampida de la escasa población judía de Polonia.
Hasta hoy no se
sabe que existió detrás de este defortunado evento, si fue un complot de los
nacionalistas, de la Iglesia o de los comunistas. O tal vez de los tres. Lo que
sí se sabe, y gracias a encuestas hechas en Polonia y la Rusia del Zar Vlad es
que todavía hay mucha gente que cree que los judíos cocinamos con sangre de
niños como ingrediente.
Aparte que solo ver una morcilla (o prieta
como las llamamos en Chile) me provoca arcadas, las leyes religiosas que
determinan la dieta del judío practicante exigen que la carne no puede contener
una gota de sangre del animal. Debido a eso la carne de ave o animal kosher
debe ser limpiada de sangre antes de ser consumida. Incluso mi madre cuando
traía la carne del mercado kosher la ponía a remojar toda la noche en salmuera,
lo mismo hacia con los pollos. Y la pana/hígado antes de cocinarse debe
cauterizarse en una parrilla.
Obvio que eso no
lo saben los que creen en el libelo de sangre. ¿Lo creerán los que promueven
estas calumnias supersticiosas como lo han hecho en muchos países árabes? En
Siria hasta se hizo un period piece llamado “La Diáspora” ( As-Shatat) donde los
judíos eran una especie de vampiros que vivían desangrando niños cristianos.
Sirios, los rabinos jasídicos no usan boxing braids. Eso sería apropiación cultural.
Mas allá del tema
judío—aunque en estos momentos me es difícil alejarme de este—las
series checas me han dejado un amargo sabor de boca precisamente por ser tan
relevantes. En “El Delator” descubrimos como la cultura de cancelación (que
bien puede nacer de falsas acusaciones) alcanza a las familias de los
cancelados, convirtiéndolos en parias sociales que acaban buscando sobrevivir
de la peor manera posible.
“Un hombre inocente”,
en cambio, me muestra lo fácil que es combinar en un coctel letal el
oportunismo político con la complicidad de los medios y la ignorancia de la población.
Un coctel que sirve para demonizar a determinados grupos. Algo que debemos
tener presente antes de creer todo lo que nos cuentan Twitter o Instagram.
Todas estas
series pueden verse en Tubi, Amazon Prime y en America Latina, las está pasando
el Eurochannel.
El rabino con los boxing braids... ¡MMR!!! RAFA
ResponderEliminarInpagable! Lo que te demuestra que la raiz del antisemitismo es una ignorancia que te hace mearte de la risa.
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