jueves, 21 de noviembre de 2024

La Joya del Raj: La India Británica en la ficción

 


Hoy la colonización del subcontinente indio por el imperio británico es objeto de repudio y denuncia tanto de parte de los indios como de historiadores occidentales. Una vez fue objeto de admiración y envidia y los esfuerzos por civilizar a hindúes y musulmanes habitantes de tan vasta joya merecieron aplausos de la ficción tanto de Kipling como de Hollywood.

La India Milenaria

Antes de todo, trataré de dar un panorama de la India británica. Esto no es una historia del subcontinente indioalgo que tomaría volúmenes pero intentaré dar un vistazo a los procesos de colonización vividos por la “India milenaria” que así se la llamaba en los libros de mi niñez.

Efectivamente,  la India tuvo una civilización milenios antes que naciese tal cosa en Europa. La civilización del Valle del Indo y la Era Védica fueron contemporáneas del Egipto faraónico y otras culturas madres del Medio Oriente. Para cuando Alejandro Magno se fue a meter por allá con ideas de conquistar parte de lo que hoy llamamos India, esta estaba poblada por diferentes reinos y dotada de ciudades y otros adelantos que la hacían deseable como posesión.

                                     Alejandro en la India por la imaginación de Charles Le Brun

Aunque llegó hasta Bengala, esa conquista no echó raíces sino en el Reino de Bactriana que comprende parte del moderno Pakistán. Ahí se desarrollaría una civilización greco-india que duraría por varios siglos. Lo importante es que Grecia y Roma sabrían de la existencia de esta tierra de fabulosas riquezas. No fueron los primeros puesto que en tabletas asirias se menciona la zona, y mercaderes judíos ya habían llegado hasta la India estableciendo, trecientos años antes de la era cristiana, comunidades en Kerala y en Cochín.

Debemos recordar que la India es inmensa y muchos visitantes,  fueran conquistadores, mercaderes o turistas, no tenían idea de lo vasto que era el subcontinente, por algo se le llama así. La desastrosa campaña de Alejandro disuadió a otros imperios de conquistar esa tierra, prefiriendo comerciar pacíficamente con los reyes de diferentes regiones indias. Entretanto, la India ya estaba practicando una especie de colonialismo cultural, llevando el hinduismo al archipiélago malayo, Las Filipinas y otros países del Sureste asiático.



Casi doscientos años antes de nuestra era, el emperador Asoka adoptó el budismo que, sin llegar a ser la religión de estado,  tuvo muchos adeptos en lo que hoy es la India y de ahí pasó a la China. Sin embargo, fue el islam la gran fuerza colonizadora del subcontinente. En 1220, musulmanes de origen turco establecieron el Sultanato de Delhi y comenzaron a islamizar la región. Su excusa es que prevenían que otros pueblos invadieran ese espacio. Aun así, Tamerlán destruyó el sultanato, y otros lo seguirían. Para el Siglo XVI, el Imperio Mogol dominaría parte de la India, islamizando todo lo conquistado.

Bajo el reinado de Akbar los mogoles extendieron su imperio desde Pakistán hasta lo que hoy es Bangladés y hacia el Sur, apoderándose de la meseta del Deccan. Ya para entonces, Europa había entrado en la Era de la Exploración y el hombre blanco andaba metiendo las narices en el Indostán. En 1408, Vasco de Gama llegaba gracias a una nueva ruta a la India y plantaba la bandera portuguesa en Goa y en Bom Bahía que se convertiría en Bombay. Interesante es que Goa siguió siendo portuguesa hasta 1964. Portugal fue el último poder europeo en dejar su colonia india.

                                Acto de Fe de la Inquisicion de Goa en el siglo XVI

En días de Luis XIV, los franceses establecerían colonias en Pondicherry y otros sectores de lo que sería la “India Francesa” y que lo seguiría siendo hasta 1950. Los holandeses llegaron por el Sur, asentándose primero en Ceylán y luego en Malabar, para ser expulsados por los reyes locales por lo que prefirieron irse a conquistar lo que hoy es Indonesia. Los ingleses hicieron su aparición en 1600, el año en que murió Isabel I y acabó la Era Tudor, aunque solo consiguieron afirmar su pie en suelo indio durante la Restauración, cuando Catalina de Braganza trajo a Bombay como parte de su dote.

La Rapiña de la East India Company

En el Siglo XVIII,  se constituyó la siniestra East India Company que tanto repudian Los Hermanos Beecham en Beecham House. La especialidad de esta compañía,  corrupta y codiciosa, era entrometerse en riñas entre reinos vecinos y debilitar a uno para acabar absorbiendo al otro.  En Beecham House tuvimos la oportunidad de ver a sus soldados, los Hermanos Beecham: Daniel Beecham (un slurpy Leo Suter) y John (Tom Bateman). Desilusionado con la cruel actitud de sus compañeros de armas, este último renuncia a la Compañía e intenta reconstruir su vida (con fortuna ganada en servicio de esta), en un principado donde requiere de un permiso para comerciar con objetos de arte locales.

                            Ls Hermanos Beecham

Sus enemigos son los franceses que lo creen espía de la Compañía y aquí está mi primer problema con la serie. Si los Beecham expresan la visión revisionista actual de que la Compañía era un nido de escorpiones y que hombres como Robert Clive y Warren Hastings han sido una vergüenza para Gran Bretaña, ¿entonces por qué describir a los franceses como villanos por oponerse a la infiltración inglesa? Mas, teniendo en cuenta que el único francés que vemos es un mercenario, el General Castellon, interpretado por ese ejemplo de sensualidad sefardita llamado Gregory Fitoussi (Speakerine, Mr. Selfridge, La Garconne).

Robert Clive,  el primer gobernador de Bengala, fue convocado a Inglaterra donde fue acusado de enriquecimiento ilícito. Los historiadores modernos lo culpan además de la primera Gran Hambruna de Bengala. Clive, que hizo muchas obras de filantropía en Inglaterra, no pudo soportar tanta ignominia. Posiblemente víctima de locura momentánea provocada por su adicción al opio, se suicidó.

Hoy día se habla de retirar las estatuas de quien se considera un colonialista criminal, pero medio siglo después del suicidio de Clive ya se le había exonerado en la opinión pública y se escribían obras teatrales exaltando su labor imperialista. Una de esas obras fue llevada la pantalla en 1935 por un Hollywood que había encontrado un público fascinado por el Raj Británico y que además contaba entre sus estrellas a un descendiente directo de Robert Clive:



Hubiese sido interesante que Colin Clive interpretase a su tataratataraabuelo, pero Clive of India tenía como protagonista a un famoso actor inglés ya parte de la comunidad de histriones británicos apodada “The Hollywood Raj”.  Ronald Coman encarnó un Clive heroico, víctima de calumnias y no había mención en la trama ni de su drogadicción ni de su suicidio. Esa sería la actitud del Reino Unido por más de medio siglo.



Aunque nominalmente bajo la venia del Reino Unido, la Compañía era semi independiente, nombraba gobernadores, tenía su propio ejército y ejercía monopolio del comercio del Indostán. Para el público europeo era suficiente saber que practicaban una cruzada civilizando a los indios que quemaban a las viudas en la misma pira donde se incineraba el cadáver del esposo. Tan arraigada estaba esta idea que aun cuando el sutee había sido erradicado por décadas, Julio Verne lo incluye en La vuelta al mundo en 80 días. Otra labor civilizadora era combatir el culto a la Diosa Kali, una deidad sanguinaria, cuyos seguidores, los Thugs andaban practicando sacrificios humanos y ahorcando a sus enemigos.

Yo recuerdo, al respecto, un filme menor de la Hammer que vi de pequeña en la que el héroe era por supuesto un oficial inglés y el villano  era el líder de los thugs. Aunque ya sabíamos quiénes eran esos bribones porque habían perseguido al pobre Ringo Starr en ese filme de los Beatles, Help! (1964). Tan importantes eran estos fanáticos en la cultura popular que en su saga de la Familia Savage, John Manners, incluye un tomo sobre los Thugs, The Deceivers que fue llevado al cine en 1988, cerrando casi una década de Indomanía.

                         Sir Ringo y el anillo que Los Thugs quieren recuperar.

El Motín y sus Secuelas

Tal como la Indomanía,  la East India Company (que también operaba en la China y otros lugares del Oriente) tenía que decaer. El punto clave fue La Rebelión de los Cipayos seguida por lo que los historiadores simplemente llaman “El Motín”. Los cipayos eran soldados nativos, de todas las religiones, que servían en las fuerzas militares inglesas. El problema surgió de cartuchos de municiones que los soldados debían abrir con los dientes. Los cartuchos estaban engrasados con tocino, lo que iba en contra de la religión de hindúes y musulmanes.

La revuelta inició en un sitio cercano a Delhi y se expandió por el norte y centro de la India atrayendo el apoyo de tropas de jefes nativos, nababs, maharajás y hasta una mujer, la célebre Rani de Janzi. Aparte de los motivos económicos, había mucho descontento en la población por la influencia de la cultura y religión de los invasores. Sentían, tanto hindúes como musulmanes,  que los ingleses venían a erradicar su religión combatiendo costumbres como el matrimonio infantil, el infanticidio de niñas y en general mejorando el puesto de a mujer en esa sociedad. Cuando leo lo que acabo de escribir suena como que la influencia europea era beneficiosa para sus colonizados. Lo cierto es que la labor misionera era opacada por la codicia y el abuso de los conquistadores.

Volviendo al Motín, lo extraño es que su influencia en la sociedad hindú sería tan crucial cuando fue solo una pequeña revuelta. Nunca el alzamiento se expandió ni a Bombay ni a Madrás, no todos los principados se alzaron. Los más grandes como Hyderabad o Tavancore permanecieron al margen. Los Sijes (sikhs) del Punjab apoyaron a la Compañía y eso que habían tenido una guerra en contra de los ingleses apenas una década antes. Fueron estos factores los que consiguieron que los europeos triunfasen, tras un año de batallas brutales seguidas de cruel represión.

Aunque ambos bandos cometieron atrocidades, la opinión pública del Reino Unido desde los cockneys hasta Victoria Primera percibieron esta guerra como un ejemplo de que no se podía confiar en nativos que cometían bestialidades contra mujeres y niños. Como siempre, el público era manipulado por la prensa. Se exageraron las atrocidades de los indios tales como la masacre de mujeres y niños en Canpur.  La India pasó a ser un espacio de gente poco confiable que necesitaba ser civilizada por una mano fuerte Ese concepto hizo nido en la imaginación tanto del pueblo como de la Reina Victoria y sus ministros.


                                     Escenas del Motín  y de la Masacre de Canpur

Ocurrió un quiebre social que afectaría el proceso de colonización irremediablemente. Ya no se podía confiar en los indios como aliados. Seguirían estos sirviendo en el ejército, pero con pocas posibilidades de ascenso. A pesar de que la East India Company seguiría existiendo hasta 1874, el gobierno de la India estaría en manos de la Reina-Emperatriz. En Londres se escogerían a los virreyes y a los gobernadores. El ejército seria parte de la administración británica.

Ese gobierno colonial, conocido coloquialmente como “The British Raj”,   necesitaría de administradores, soldados, personal médico, policías, maestros y misioneros para gobernar y civilizar un continente que ocupa lo que hoy son los países de la India, Nepal, Pakistán, Bangladesh, y Myanmar. Se crearía una burocracia cuyos miembros serían preparados en escuelas especiales antes de ser enviados a servir en la joya del imperio. Los burócratas-administradores traerían a sus familias y criarían a sus hijos con un sentido de deber y misión hacia la India. La mayoría volvería a Inglaterra y,  tras la educación apropiada,  retornaría al subcontinente para seguir la labor paterna o para casarse (en el caso de las mujeres) con gente involucrada en el manejo del territorio indostano.

                         La India Británica, mapa de 1937

Esta clase hereditaria de anglo-indios (pero totalmente caucásicos) es la que aparece en la ficción de los siglos XIX y XX. El gran tema en el mundo real y el ficticio es como el Motín siempre está presente y como explica la fracturación en las relaciones entre los conquistadores y los nativos, principalmente en lo que se refiere a la población femenina. En sus inicios, no había reparos en que los ingleses tomasen esposas indias. Como relata Daniel Beecham a su madre en Beecham House, hay pocas caucásicas en la India. Así explica que su hermano sea viudo de una princesa india y tenga un hijo mixto.

A partir del Motín ya no se vio con buenos ojos ese tipo de enlaces. Solo se daban entre ingleses de clase baja como el padre de Victoria Jones, la protagonista de Bowhani Junction, la penúltima entrega de la serie de novelas sobe la India de John Masters. Victoria ha vivido la humillación, en pleno siglo XX, de  ser apodada “chichi”, un término malicioso para una joven mixta. El mismo protagonista, Rodney Savage,  puede hacerla su amante,  pero titubea ante la idea de casarse con ella y tener hijos “morenitos”.



Si se miraba mal el matrimonio entre ingleses y nativas, peor era lo opuesto. No se reconocía la unión entre un indio y una caucásica aun cuando él fuese noble. En Freedom at Midnight, Dominique Lapierre y Larry Collins mencionan que uno de los últimos actos como virrey de Lord Mountbatten fue reconocer el matrimonio entre un maharajá, amigo de su familia, y su esposa escandinava que, según las leyes del Raj, era vista y tratada por los ingleses como una mera concubina.

En Far Pavillions la obra maestra de M.M. Kayes , la protagonista,  la princesa Anjuli, es hija de un maharajá y de una emigrada rusa (lo que explica los ojos azules de Amy Irving en ese rol), un matrimonio aceptable antes de la revuelta. Para el reencuentro de Anjuli y el oficial Ashton Pelham Martyn(Ben Cross), ambos saben que ese amor está prohibido. El final los muestra huyendo de todos esos prejuicios y buscando en los Himalayas esos “pabellones lejanos” donde puedan ser felices.



Hollywood se Enamora del Colonialismo

Kayes escribiría otra novela sobre El Motín específicamente, Shadow of the Moon (1957).  Tal como lo haría John Masters en Nightrunners of Bengal (1951). Ambas obras están enfocadas en el coraje y sufrimiento de los blancos. Se entiende, ambas son publicadas después que Hollywood, en Los 30 haya convertido a los miembros del Raj británico en héroes unidimensionales. En La Carga de la Brigada Ligera (1936), antes de irse a buscar la gloria en Crimea, Errol Flynn guerrea en la India contra los amotinados de 1857.

                         Errol Flynn en La carga de la Brigada Ligera

En su enaltecimiento del colonialismo británico, Hollywood  volvió los ojos a su principal promotor: Rudyard Kipling. Aunque la primera versión del Libro de la Jungla será hecha en Inglaterra en 1942, y Kim, la historia de un niño mestizo en la India decimonónica,  no tendrá versión fílmica sino hasta 1950, Hollywood se inspiró en famosos poemas de Kipling para sus filmes pro-Raj.

En el siglo XIX, la India había sido inspiración de novelas de aventuras de Emilio Salgari y Julio Verne. Maud Diver dramatizaría la experiencia de las memsahibs en este país de salvajes en novelas como Desmond V.C., pero la gran fuente de información de a India nos llegaría a todos de cuentos y novelas del Premio Nobel de Literatura,  Rudyard Kipling. Aunque cuando pensamos en Kipling es la imagen de Mowgli el niño nativo criado por lobos, no debemos olvidar que Kipling era un hijo y súbdito del Raj y que creía casi de manera religiosa que los ingleses perpetraban una misión divina en la India. El famoso “White Man’s Burden”.



Otros que parecieron creer en eso fueron los grandes estudios de filmación hollywoodenses. La primera ola de Indomanía nacería en Los Ángeles y nos presentaría casi medio siglo de visiones románticas, fascinantes, pero erróneas,  del Raj Británico. En su estudio del Hollywood de Los Treinta, From Scarface to Scarlett, Roger Dooley dedica toda una sección a este culto al imperialismo titulada “The White Man's Burden: Imperialism Hollywood Style”. En estos filmes que Dooley examina se perpetúan conceptos racistas que E.M. Foster, Louis Bromfield y Paul Scott repudiarían en diferentes décadas del Siglo XX.



Es que nadie podía creer que Gary Cooper, Errol Flynn y Cary Grant se prestasen a retratar heroicos oficiales y fieles servidores del imperio si estos no existiesen en la vida real. Gary Cooper tendría su más famoso rol en esa década en Lives of a Bengal Lancer (1935)que solo el nombre conservaría de las memorias de Francis Marion Crawford. Cooper,  un soldado canadiense (para explicar su acento de Montana),  llega a un bastión del ejército en la frontera entre lo que hoy son Afganistán y Pakistán. Pronto hace amistad con otros oficiales, interpretados por Franchot Tone y Richard Cromwell, este último es hijo de un celebre general lo que pone presión en el chico para demostrar su propia destreza en el campo militar.

El espíritu de camaradería de Tres Lanceros Bengalíes (como se la llamó en castellano) es puesto a prueba cuando aparece en escena la bella Tanya, una rusia emigrada. No por mucho tiempo, Tanya es una espía del Mohamed Khan (Edoardo Cianelli), un príncipe nacionalista que lucha contra los ingleses. Los lanceros caen en una trampa y son torturados por Khan cuya educación británica esconde a un brutal bandido. Al final,  dos lanceros sobreviven, pero solo a costa de la vida del tercero que se sacrifica por sus hermanos de armas.

Hoy día es difícil digerir el machismo, racismo, misoginia e imperialismo de la historia, pero en Los 30 sería un exitazo de taquilla. Muchas memorias de la época, celebran la camaradería y otros valores masculinos del libreto. Aunque Mussolini la prohibió en Italia, esta era una cinta hollywoodense muy admirada por Hitler que exigió que fuese un filme obligatorio del entrenamiento de los SS. Otros esfuerzos fílmicos no serían tan admirados.



El Racismo de Gunga Din

Para cerrar una década en que el colonialismo era ensalzado en la pantalla, la MGM trajo Gunga Din, inspirada por el poema homónimo y el relato “Soldiers Three”  de Kipling. Cary Grant, Douglas Fairbanks Jr. Y Victor McLagen, son el trio de soldados  enviados a un reducto perdido en las montañas donde ha habido un renacimiento del culto de los Thugs. Con ellos van algunos subalternos indios incluyendo al aguatero Gunga Din interpretado por el judío ucraniano Sam Jaffe- debidamente “achocolatado” y cuyo vestuario eran dos trapos,  uno para turbante el otro para taparrabos.

                            El uniforme de Gunga Din

A pesar de su “pellejo oscuro” como reza el poema, Gunga Din tiene “ un alma blanca” y se sacrifica para salvar a sus amos ingleses. Nuevamente tenemos el elogio a los valerosos soldados británicos, esta vez apoyados por un miembro de las castas más bajas hindúes. Gunga Din fue otro éxito en los cines, siendo superada solo por Lo que el viento se llevó y El mago de Oz,  como la película más vista de 1939. Es un buen recordatorio de la mentalidad del público estadounidense de la época, pero no tendría ese recibimiento en Asia.

En la India de Gandhi, donde el espíritu nacionalista había crecido de manera magna, se prohibió que se mostrase la película en ciertos estados como Bengala. Los críticos indios odiaron ese retrato glorioso de un ejército que los oprimía y vieron a Gunga Din como una especie de Tío Tom. En el Japón también se prohibió el filme puesto que insultaba a un país asiático. Ya Japón tenía sus propios sueños imperialistas y esperaba que el pueblo indio colaborase con ellos expulsando a sus invasores blancos.



Estas preocupaciones no afectaban al público estadounidense que veía Gunga Din sin notar su racismo. Para ellos Cary Grant y Douglas se veían guapísimos en uniformes británicos . Hollywood ya había notado que funcionaba esto de poner a galanes en roles de oficiales imperialistas. En 1937 hicieron otro experimento, trajeron a la frontera india a su mayor estrella infantil. En Wee Wille Winkie Shirley Temple interpretaba su rol más conocido , huerfanita victoriana, que debe ir a vivir con su gruñón abuelo.

Esta vez el abuelo era Sir Guy Standing en la piel y charreteras de un coronel metido en esas guerras decimonónicas con jefes tribales díscolos. Priscilla (Temple) cae bajo la protección del rudo Sargento McDuff (Víctor McLagen) quien la apoda” Wee Willie Winkie” . Cuando el Sargento muere en una escaramuza del pérfido Kodha Khan (el cubano César Romero), Priscilla decide ir en persona a dialogar con el bandido. El filme fue un exitazo, aunque de Kipling solo tenía el título (en el cuento Priscilla es un varón llamado Percival Williams). John Ford había tenido muchas dudas sobre trabajar con una niña, pero Shirley lo impresionó con su talento y profesionalismo.



En 1940, Shirley Temple dio vida a otra heroína victoria con vínculos con el subcontinente indio en The Little Princess.  Sarah Crewe, criada como una reina en la India, es enviada a un internado en Londres, pero tras la muerte de su padre, queda huérfana, en la ruina,  y termina casi de pinche de cocina. El filme estaba basado en el libro de Frances Hodgson Burnett quien también retrataría a otra pequeña anglo-india sufriendo shock cultural en The Secret Garden. En este siglo, Libba Grey ha confesado que The Little Princess inspiró su Trilogía de Gemma Doyle sobre una adolescente criada en la India victoriana que es enviada a estudiar en Londres en la misteriosa y mágica Academia Spence.

Los Trovadores del Raj

El tema de la vida en el Raj Británico ha interesado a los literatos ingleses desde los días de Kipling, y muchos de ellos fueron hijos de servidores del Imperio Británico. H.H. Munro, que escribiría cuentos satíricos y de terror bajo el seudónimo de Sakí, nació en Birmania.  Eric Blair nació en Bengala y retornó de sus estudios en Inglaterra para servir en la Policía Imperial en lo que hoy es Myanmar. Su breve experiencia quedó condensada en su libro Burmese Days publicado bajo el seudónimo que lo haría celebre: George Orwell. Ya he hablado de John Masters y su monumental saga sobre La Familia Savage, cuyos miembros son devotos servidores del imperio. Pues él nació en Calcuta.



Hubo también escritoras que se inspiraron en sus experiencias en El Raj Británico y cuyas obras serian llevadas a la pantalla. Mary Margaret Kayes,  nacida en Simla, regresó a la India durante la Segunda Guerra Mundial y ahí comenzó a escribir novelas de suspenso romántico bajo el seudónimo M.M. Kayes. También escribiría novelas históricas, una sobre el Motín, y la famosa Pabellones Lejanos que la HBO escogería para su primera miniserie en 1984.







Otra literata nacida en Inglaterra, pero criada en lo que hoy es Bangladesh,  fue Rumer Godden. Después de terminar sus estudios, regresó a Calcuta donde dirigió una escuela de ballet. Huyendo de un mal matrimonio, con hijos pequeños que mantener, y mal viviendo en una casa-bote en Cachemira, Godden encontró en la escritura una manera de salir a flote. Su vasta obra, muchas veces llevada la pantalla, incluye relatos en la India como la semi autobiográfica The River que Jean Renoir filmara en 1951 y la sobrecogedora Narciso Negro, que ha sido adaptada tanto para cine como para televisión. En esta historia de un grupo de monjas en una aldea perdida de Los Himalayas, Godden transmite ese miedo al efecto que ejerce la atmosfera sensual de la India sobre la mujer blanca.



En resumen, cine y literatura hasta Los 80, perpetuarían tres clichés: la India como un espacio peligroso, pero exótico; el influjo maligno de la sensualidad india y de sus hombres sobre la mujer blanca, y los beneficios del imperialismo encarnado en sus valientes soldados. Incluso después de la independencia se sigue viendo que la India es casi ingobernable. Así lo muestra Thunder in the East (1952) donde un político pacifista a lo Gandhi (Charles Boyer) pierde una mano y su fe en la no violencia, cuando debe proteger a un grupo de europeos atrapados en una de esas muchas luchas de poder locales que surgieron después de la absurda Partición con la que los ingleses otorgarían su independencia a su subcontinente.



The Rains Came Rompe Mitos

Solo una voz disidente apareció en pantalla y correspondía a la visión de un novelista estadounidense. Louis Bromfield, ya había ganado un Pulitzer y era un reconoció escritor, cuando, después de un viaje a la India, escribió su obra más importante The Rains Came (Vinieron las Lluvias). Esta novela de 1936 se convertiría en bestseller en USA y Hollywood compró los derechos para comenzar a filmarla inmediatamente.

La novela difiere, en todos los aspectos, de los panegíricos del Raj, aunque corresponde a un tropo hollywoodense de la época que trasciende otro subgénero, el coral. Esta fórmula se enfoca en un grupo de personas de diversas clases y nacionalidades atrapadas o en un vehículo (trasatlántico, tren) o espacio (la fórmula Gran Hotel combinada con desastres naturales). En este caso es el Principado de Ranchipur donde europeos y nativos deben sobrevivir un terremoto, inundación y epidemia. Tan bien les quedaron los efectos especiales que hubo que crearles un Oscar para premiarlos.



Hoy Vinieron las lluvias es un libro casi olvidado, y el filme de 1939 ha sido opacado por la grotesca The Rains of Ranchipur (1955) que tenía a Lana Turner fingiendo ser inglesa y a Sir Richard Burton fingiendo ser hindú. Lo más terrible es que esta absurda adaptación fingía estar basada en la obra de Bromfield. Por eso es imposible imaginarnos una readaptación, a pesar de la diversa y casi moderna trama donde hay un romance interracial muy diferente al despreciado, pero muchas veces retratado, en el Hollywood de Los 30.

El Código Hayes creía fervientemente en la máxima de Kipling “East is East and West is West, and never the twine shall meet” (El Este es el Este y el Oeste es el Oeste y nunca se encontrarán). En los romances “diversos” era siempre la pareja de color la que moría, y casi siempre era hembra. Uno de los pocos ejemplos de varón asiático que se atrevió a posar sus ojos en curvas caucásicas fue Son of India (1931) , uno de esos filmes que intentaron insertar a Ramon Novarro en el cine hablado. Fue un fracaso tal como el romance que el galán mexicano tenía en la trama con una mujer blanca.



La adaptación de The Rains Came no sufrió de ese cliché, o al menos lo modificó. La acción comienza en Ranchipur donde viven dos hombres muy diferentes que han superado esa diferencia para unirse en amistad. Tom Ramsome (George Brent) es el hijo de un conde inglés y de una Princesa del Dólar. Ha venido a la India en busca de un refugio para el trauma que viene arrastrando desde La Gran Guerra. Divorciado, con pésima reputación que se esmera en cultivar, vive entre borracheras e intentos de pintar en serio.

El Mayor Rama Safi (Tyrone Power), es un médico bengalí que dirige el hospital del principado. Educado en Inglaterra, conserva un gran respeto por su cultura y tradiciones, aunque desea erradicar la superstición e ignorancia que no permiten a su pueblo a progresar. En una cena en el palacio del Maharajá, ambos hombres se encuentran con Lady Edwina Esketh (Myrna Loy), cuyo marido, el poderoso empresario, Sir Edward, ha venido a comprarle caballos al Maharajá. Para Tom es un reencuentro, ya que él y Edwina fueron amantes en Londres.



Vuelven a serlo, pero solo será un revolcón de una noche. Edwina se ha casado por dinero con un hombre brutal al que desprecia. Para castigarlo busca amantes constantemente. Apenas ve al “Apolo de Bronce” (como llama a Safti) decide convertirlo en su juguete. El Mayor, que no es tonto, se da cuenta y le sigue el juego sin comprometerse. A diferencia de otros romances interraciales donde el temor es que el indio pervierta a la mujer blanca, aquí el temor (lo siente Ransome) es que Edwina corrompa a un hombre que está involucrado en hacer el bien.

Bromfield encuentra una solución en una catástrofe natural: un terremoto destruye un dique propiciando una inundación. Los sobrevivientes, aislados del mundo exterior, enfrentan otro flagelo: una epidemia de colera. Ransome y Edwina encuentran su redención trabajando en el hospital. Impresionado ante el cambio de la inglesa, Safti se enamora de la nueva Edwina, pero East is East…Ella se contagia y muere, quedando el indio a cargo de la reconstrucción de “una nueva India”.



Los Hijos del Raj y su Influencia en La Cultura Británica

El Raj Británico no fue un ejemplo del poder civilizador de una nación europea, pero tampoco fue un nido de víboras racistas, corruptas y explotadoras. De ese siglo y medio se pueden extraer británicos, nacidos y criados en la India, que influirían en la cultura popular del Reino Unido y hasta de España como fue el caso una joven esposa moribunda cuyas aventuras llevarían por tres continentes y que conoceríamos en El tiempo entre costuras. Rosalinda Powell Fox se crio en la India, allá contrajo matrimonio y una tuberculosis bovina que la tendría al borde de la muerte toda su aventurera vida adulta.

Aventurero también fue Harold Philby, nacido y criado en el Punjab,  quien recibiría el apodo de “Kim” por el personaje de Kipling. Kim Philby ha entrado en la historia británica como el más letal y traidor de los 5 de Cambridge, reclutados por la Unión Soviética para espiar a su propio país. Hay muchas formas de traicionar a la Corona, The Crown nos lo enseñó. La Familia Townsend estuvo compuesta de leales servidores de Raj Británico. Uno de ello, el Capitán Townsend (nacido en Rangún) fue un héroe de la Batalla de Inglaterra, pero cuando quiso entrar en la Familia Peal casándose con la princesa Margarita, para mucho pasó a ser un indigno traidor.

No todos los hijos del Raj Británico serian inmortalizados como escritores, espías o arribistas. Algo bueno debería existir en ese continente peligroso y misterioso que las británicas nacidas ahí eran tan bellas. Como ejemplo tenemos a Vivian Leigh nacida en Darjeeling:  Julie Christie nacida en Assam y Merle Oberon en Bombay y que se pasó una vida tratando de ocultar que era un chichí, una mestiza despreciada por igual por blancos y nativos.



En resumen, el Raj Británico produjo una cultura que sería ensalzada en novelas, memorias y producciones para la pantalla grande, pero sería en 1984 que, como parte de una nueva fascinación con la India, llegaría a la pantalla chica el mayor ejemplo de “Indomanía” . De eso hablaré en mi próxima entrega.

Bibliografía Consultada

Bromfield, Louis: The Rains Came (traducida como Vinieron las lluvias)

Foster: E.M. A Passage to India (traducida como Un Pasaje a la India)

Godden, Rumer: Black Narcissus (Traducida como Narciso Negro)

                              The River (traducida como El Rio)

Kaye, M.M.: Far Pavillions (Traducida como Pabellones Lejanos)

Lapierre, Dominique y Larry Collins: Freedom at Midnight (traducida como Libertad a Medianoche)

MacMillan, Margaret: Women of the Raj.

John Masters:  Nightrunners of Bengal 

The Deceivers

The Lotus and the Wind

Bhojwani Junction (traducida como Destinos cruzados)

Bugles and a Tiger

The Road Past Mandalay

Prawer Jhabvala, Ruth: Heat and Dust (traducida como Calor y Polvo)

Scott, Paul: The Raj Quartet: The Jewel in the Crown (traducida com La joya de la corona)

                                                    The Day of the Scorpion (Traducida como El dia del scorpion)

                                                     The Towers of Silence ( traducida como Las torres del silencio)

                                                     The Division of the Spoils (traducida como El reparto del botin)

Trevelyan, Raleigh: The Golden Oriole



2 comentarios:

  1. New White Narcissus was so godawful, my, oh, my, I could not believe it.... The only good thing in it was Alessandro Nivolas peachy nekkid bum.

    Tis the age old question where would India be without Raj, would it be a massive dignified rich power or still poor as it is today? But having in mind what Raj did to them in the number of its victims, nobody should feel sorry it is done. Hindus had such prodigious rich empires in old days and ancient history, like Persia and Middle East, it is sad that they did not continue that and that they were stopped in their progress, either by the Greeks, Romans, Brits or even Islam.

    Ben Cross was the star of my childhood, he starred in so many good shows of our wee days.

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  2. PS the papa of my English literature professor at the University was a Yugoslav ambassador in India and she grew up going to school with the little Hindus listening to lesson in the shade of an old baobab tree LOL Wish my papa was an ambassador too LOL

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