jueves, 23 de octubre de 2025

¿Tiene esta serie semejanza con los tiempos actuales? The Breslau Murders (Disney II)

 


En uno de los pocos ejemplos de publicidad que ha merecido esta serie, encontré una entrevista con el director, Leszek Dawid quien la ha vendido como un relato que presenta parecidos con el presente. Los tiene, pero como  buen Noir no es factualmente histórica, y aunque sus esfuerzos por explotar todas las gamas de la “diversidad” la pueden hacer actual, también la hace complicada y confusa.

En su nota para MSN, Anna Magdalena Lubowska ha dicho que la trama ofrece paralelos con tiempos actuales. El director Leszek Dawid ha comentado que “una vez más (los polacos) somos sacudidos por eventos históricos y amenazas similares”. Lubowska y el director se refieren a las constantes provocaciones de Rusia quien, recientemente, ha hecho volar drones sobre territorio polaco. Los paralelos son referencias a septiembre 1939 cuando el país eslavo fue invadidocasi simultáneamente por tropas germanas y soviéticas que se dividieron el territorio entre ambos.

                            Soldados soviéticos y germanos  compartiendo la partición de Polonia

En 1936, año en que tiene lugar esta historia, Polonia llevaba tiempo sintiéndose amenazada por los dos regímenes totalitarios más amenazantes de Europa. Hitler había dejado claro en su libro Mi Lucha que su objetivo era apoderase de Polonia para ampliar su Reich. Los nazis no escondían  su desprecio por el pueblo eslavo y sus deseos de aniquilarlo.

Todo esto es histórico y hace más impactante que Alemania, en un esfuerzo de parecer una nación afable y amiga de la ley, haya invitado a la delegación olímpica polaca a entrenar en Breslau. Sin embargo hay un problema. Polonia es la nación amenazada, pero la acción no tiene lugar en Polonia. Los personajes, con la excepción de los atletas, son alemanes. Incluso Podolsky, aunque hijo de un carnicero, es nacido y criado en Breslau.



Según Agata Kulesza, que interpreta a Frau Holz, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un trauma para los polacos y a ella le resultó difícil meterse en la piel de una alemana nazi. Es lo que ha hecho que algunos polacos se sientan incomodos al ver a nazis de uniforme hablando en polaco. Me sorprende ese lapsus, ya que en Guerreras teníamos personajes alemanes hablando alemán.

                                           Agata K. como Gerda Holz

Este detalle explica  lo problemas del libreto con la verisimilitud de la historia, su desconocimiento de la geopolítica de la región y su pasado histórico. Solo se puede culpar a Disney que,  ya hace rato, demuestra su inoperancia en la fabricación de series de época.

Breslau: Entre Germanos y Eslavos.

Hace ochenta años, que Breslau pasó a llamarse Wroclaw y a ser parte de Polonia. No siempre fue así. Originalmente, la región de Silesia fue parte de la esfera eslava, perteneciendo alternativamente al reino de Bohemia y al de Polonia.  En el Siglo XIII, empujados por las invasiones mongolas, llegaron los primeros inmigrantes alemanes. Para el siglo XVIII, Silesia era parte del reino de Austria, pero María Teresa la perdió en sus guerras con Prusia. Silesia y sus ciudades, incluyendo Breslavia, pasaron a ser parte del imperio de Federico el Grande. Consecuentemente, la zona se germanizό y se convirtió ,después de la unificación alemana, en parte del imperio de los Hohenzollern.



El fin de la Primera Guerra Mundial vio nacer la republica de Polonia, pero Silesia no le fue otorgada. El tratado de Versalles dividió la provincia en dos. La Baja Silesia, con capital Breslau, pasó a ser parte de la Alemania de Weimar. La alta Silesia permaneció como zona independiente hasta que, en 1937 (un año después de los Juegos Olímpicos), un plebiscito permitió que la provincia entera se uniese al Tercer Reich. Esta es una indicación del apego de la población alemana silesiana al régimen hitleriano.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Polonia anexό Silesia a su territorio, pero muchos silesianosentre ellos el escritor de Krolno se sienten polacos y hay un fuerte movimiento separatista.

Las Olimpiadas de 1936

Me ha sorprendido un poco la idea de usar las Olimpiadas del ‘36 como trasfondo para la persecución de un asesino en serie. No es que esa olimpiada no haya aparecido antes en el cine, Desde que el famoso  detective chino  se fuera a investigar robos de joyas en Charlie Chan at the Olympics (1937) hasta el documental Triumph: Jesse Owens and the Berlin Olympics, sin olvidar el extraordinario documental de Leni Riefenstahl , Olympia (1938) que ese evento ha sido expuesto en las pantallas. Lo diferente es que aquí la acción no tiene lugar en Berlín, la sede de los juegos, sino en Breslau.

              Este es Jesse Owens en Los Asesinatos de Breslavia. El verdadero era más  flaco

Antes que todo deberíamos hablar de por qué motivo estas olimpiadas fueron tan significativas. Como parte del castigo de Alemania, al acabar la Primera Guerra Mundial, se prohibieron competencias deportivas internacionales en suelo germano. Para 1931, los adelantos científicos, intelectuales y sociales de la República de Weimar levantaron el castigo a la nación alemana y se decidió que los juegos de 1936, tanto de invierno como de verano, se celebrarían en Alemania.

El problema fue que con el ascenso de Hitler al poder la imagen de Alemania como una sociedad progresista y liberal se desvaneció. Los campos de concentración para disidentes, la creación de un estado policiaco, las purgas y la persecución sistemática de los judíos y otras minorías, llevaron a varios deportistas y organizaciones deportivas a hablar de buscar otra sede o boicotear las olimpiadas. España, por ejemplo decidió celebrar sus propios eventos bajo el título de la “Olimpiada Popular” que tendría lugar en Barcelona ese verano del ‘36.

Para Hitler y su gente esto era un golpe tremendo ya que planeaban unas olimpiadas que demostrarían la superioridad física de la raza aria.  Cuando el Conde Baillet-Latour, presidente del Comité Olímpico vio los carteles antisemitas y los letreros en las tiendas judías que prohibían a los arios a comprar ahí, le dijo al Fuhrer que eso era inadmisible. De ahí que veamos en The Breslau Murders como se limpian escaparates y se retiran afiches en contra de los judíos. Aunque con eso no limpiaba las mentes de los breslavianos de una judeofobia que el Reich llevaba tres años inculcándoles.

                      Limpiando letreros antisemitas de los escaparates

Hubo otras formas en que la Alemania Nazi siguió llevando al cabo su programa de expulsar a los judíos de la vida civil teutona. Uno de ellos fue purgar el equipo olímpico de atletas judíos. No pudieron hacer eso con los equipos extranjeros aunque algunos países, como Italia, no mandaron judíos “para no ofender al Fuhrer”. En otros casos, los mismos deportistas eligieron no ir como un modo de protesta. Aun así muchos judíos ganaron medallas como el boxeador francés, Victor Perez,  y el campeón olímpico de esquí Bronislaw Czech. Ambos morirían en Auschwitz.

Fantasilandia Nazi

Donde la serie se cae como fruta podrida, es en su descripción de la sociedad alemana de 1936. Hay tantos errores que tal vez se entienda que Podolsky no comprenda lo que está pasando en su país y en su ciudad, pero le resta verosimilitud al relato.

Me sorprendió descubrir que Los asesinatos de Breslavia está inspirada en Muerte en Breslau del autor polaco Marek Krajeswki. Como no la he leído no puedo hablar de plagio, pero por reseñas y sinopsis veo que se han aprovechado algunos aspectos tanto en la creación de Franz Podolsky como en la recreación sociohistórica de Breslau .



En ambos Noirs breslavianos observamos una ciudad de provincia en la que se sienten las pisadas de un totalitarismo que va a cambiar las reglas del juego. Hay dos estratos sociales: una aristocracia añeja, caduca, depravada y hedonista. Por otro lado tenemos un lumpen compuesto por criminales, prostitutas, igualmente corruptos y degradados.

                  Las zorras de la "alta" amigas de Lena

Entre estos dos mundos se equilibra el investigador que  se siente como  “los de abajo”, pero que está atado a los de arriba. En el caso de Eberhard Mock de Krajewski por su mentor el Barón von der Malten. En el caso de Podolsky, por su matrimonio con una aristócrata vienesa.

El problema es que la trama es convincente en la novela de Krajewski porque tiene lugar en el primer año de los nazis en el poder. Todavía hay posibilidades de vivir como se vivía antes, todavía las garras del poder no lo han atrapado todo, todavía hay asombro en muchos cuando se tropiezan con ejemplos de cómo un régimen político puede cambiar su existencia.

En cambio The Breslau Murders usa de telón de fondo a los Juegos Olímpicos de 1936. Tanto ha cambiado Alemania que hay amenaza de que se boicotearan los juegos. Hay conciencia en el mundo civilizado que el Tercer Reich es un estado que reprime las libertades individuales, que inhibe la libertad de expresión, que ha prohibido sindicatos y huelgas y que persigue, encarcela y mata a quienes se le oponen. Por eso es que resulta absurdo que Lena y sus amigos vivan con tanta libertad y que Podolsky se niegue a entender los peligros que corren su gente, él ,y la gente que él pone en peligro. ¿Será embotamiento de borracho o acaso,  al intentar fusionarlo con el protagonista de la novela de Krajewski, la IA les falló?



Eberhard es un policía sin mucho amor por las reglas, que usa métodos a veces poco éticos, que bebe de más y gusta pasársela en prostíbulos. Ahí paran las similitudes con Podolsky.  Eberhard es un escalador social que busca estar siempre arriba y controlar su ambiente. No le molestan los nazis mientras no se metan con él y su único miedo es que el descubrir su pasado en la masonería pueda afectar sus posibilidades de acenso.

Tal vez esas diferencias sean las que expliquen la contradicción de Podolsky, su arrogancia estúpida, su desprecio por los métodos de la Gestapo cuando él los utiliza constantemente y a lo mejor, siendo Eberhard antisemita, eso explicaría el menosprecio que Podolsky exhibe hacia los judíos que se le cruzan por el camino. Incluso el Dr. Kracauer es nada más un instrumento y no duda en ponerlo en peligro.



Siguiendo con la incongruencia de la sociedad nazi de Breslau, examinemos a la misma SS. Aparte de Holzel personaje mejor perfilado del argumento no tenemos ningún subalterno que destaque en nada. Es como si no hubiese evolucionado Disney de los días de Hogan’s Heroes. Los Caballeros de Negro aquí siguen siendo estereotipos risibles: el forense mediocre; el ayudante robótico, el ex proxeneta y asesino que ahora quiere hacer una fortuna robándole a los judíos de manera legal (“¡Hitler es un genio!”).

Creo que ya deberíamos tener la madurez necesaria para saber que el Tercer Reich no estaba manejado por clichés cómicos. Los había ignorantes, oportunistas, y ex criminales, pero si toda la cúpula nazi hubiese sido una manga de rufianes ignaros y estólidos, no hubiesen conquistado Europa.

Otro toque interesante es el entusiasmo de las clases humildes por las políticas del Fuhrer que queda en evidencia cuando Los Podolsky comen con la cuñada de Franz y el sobrino. Es una comida desagradable donde Lena intenta saltarse  las rencillas familiares y las diferencias sociales compartiendo con el joven su amor por la poesía. Todo para que Franz, celoso, la degrade exponiéndola como tan impúdica y tosca como él.



Antes del show del pepino (ecos de Jennifer Jasón Leigh en Fast Times at Ridgemont High), la cuñada ha expresado su agradecimiento y admiración por Hitler, un hombre de clase humilde, que entiende a los pobres. Este panegírico irrita a Los Podolsky, no porque sean opositores al régimen, sino porque es un agregado más a una cena incomoda y soporífera.



Sin embargo, es importante entender el espíritu de la época y la aceptación de gente que, al no ser judíos ni de izquierda, celebraron las políticas nazistas. Basta ver en Babylon Berlin la miseria en que vivían los obreros y sus familiasejemplarizado por el piso ruinoso de Charlotte Ritterpara ver lo que el gobierno nazi hizo por esa gente.



Durante del Tercer Reich, se construyeron edificios para las clases trabajadoras, con apartamentos más amplios, más limpios, dotados de baños. Todo un lujo. Aunque se acabaron los sindicatos y el derecho a huelga, la inmensa masa de desempleados consiguió trabajo , más o menos digno. El gobierno instituyó varias agencias para aliviar las necesidades de los más pobres. No es de sorprender entonces que el pueblo recibiese con alborozo a HItler y cerrase los ojos a la represión que exigía el vivir un poco mejor.

Medicina en el Tercer Reich

La aparición del forense mediocre que reemplaza al Dr. Kracauer, podría haber sido un momento para explicar que en la Alemania Nazi, las ciencias, incluyendo la medicina, habían sido depuradas de elementos judíos. Eso incluía la psicología de Freud (tan admirado por Inga Eissmann) tal como las teorías del criminólogo Cesare Lombroso.

Sin embargo, esta fue la gran época de la medicina forense alemana. Para los médicos nazistotalmente carentes de éticatodo cadáver, fuese de un comunista fusilado, un judío gaseado o un niño ario con problemas mentales, servía para experimentos. Se les despezaba en honor a la medicina nazi que buscaba respuestas para el comportamiento criminal del muerto tal como motivos para explicar sus políticas étnicas o evitar la procreación de seres inferiores. Un verdadero forense de la SS hubiese querido llevarse el cuerpo de Blumenstein para examinarlo.



Lo que la serie nos enseña fue un tema ya explorado en  otros shows como Charite,  World on Fire y hasta en El Cisne Dorado. Ese miedo que existía en el Tercer Reich hacia las enfermedades fuese las ulceras de Himmler o una alguna tara familiar que pudiese ser heredada, era real y terrible.



 Debido a eso, Los Holz han ocultado la patología de su único vástago. Lo de Jurgen solo lo conocen sus padres y su psiquiatra, la freudiana Inga Eissmann.  Lena también necesita terapia, y su narco dependencia ya no pasa del “uso social de drogas”  Podolsky se define como borracho, ¡Qué bonita familia! ¿Así quieren encargar un hijo?

                                                Jurgen Holz

Polacos y Gays: La anti diversidad de los nazis

Tratándose de una serie polaca debería haber más énfasis en la animosidad que había entre Polonia y Alemania. Apenas tenemos una visita del embajador a Breslau para amenazar con boicotear las olimpiadas. Vemos a la delegación olímpica metiendo bulla en las calles de la ciudad y arrastrando a Franz, ya borracho, a su francachela que está salpicada de insultos hacia los alemanes y los nazis.

                                La delegación olímpica polaca

Nos preguntamos si Podolsky sobrio  los hubiese seguido y hubiese cometido el faux pax de ponerse el blazer del equipo. Ni hablar de vomitarle las botas a Himmler. Para el espectador lego, esto es solo una manifestación de gente basta e ingrata con el buen recibimiento que se les ha dado , por hipócrita que este sea.

                      Himmler vino a Breslau a ver a Podolsky vomitar

Hubiera sido interesante que se hablase de los planes de Hitler para Polonia expresados en Mein Kampf. Estos abarcaban su deseo de apoderarse de la nación polaca incrustada en el rumbo que el Tercer Reich se había trazado para su Lebensbraum, la ampliación de la nación aria hacia el Este. Con eso se entendería el odio polaco y el desprecio teutón.

Tenemos el conflicto eterno en Silesia entre germanos y eslavos, pero esta serie de tramas aglomeradas no llega a explicar bien como ese conflicto ha adquirido tonos dramáticos en el Tercer Reich. Cuando Ágata Holz expresa su desprecio por la inferioridad racial de Franz Podolsky asume el espectador lego que se trata del descrédito que merece un policía tan desprolijo y poco amigo del reglamento no de un racismo que se ha vuelto política de estado.

Nunca se llega a entender que las políticas raciales del nazismo contemplaban un triple genocidio: judíos, gitanos y eslavos y que casi se llevó a cabo. De ahí mi indignación cuando se mal usa el término “genocidio” para definir la tragedia de Gaza.



Sabemos que en el paraíso hitleriano no había cabida ni para el multiculturalismo ni para la pluralidad y en eso entraba en juego una lucha en contra de las libertades sexuales de la república de Weimar desde transgéneros que circulaban públicamente en drag hasta revistas y cine pornográfico que era considerado artístico. De eso hablé en mi reseña del documental ElDorado.

Los nazis no se tragaron el adjetivo “artístico”. En l famosa quema de libros del 33, junto a los tratados de Freud y la poesía de Heinrich Heine, ardieron libros y revistas consideradas “pornográficas” por los nazis. Los transgéneros que en el previo gobierno se habían inscrito en las comisarías para poder salir a la calle, vistiéndose de acuerdo al sexo que creían pertenecer, se encontraron ahora en una peligrosa lista negra.

                             Destrucción de revistas de caballeros

Barens no miente cuando le dice a Podolsky que acabará junto a “comunistas y sodomitas” en un campo de concentración. Para 1936, Buchenwald, Dachau y otros campos cuyos nombres vivirán en la infamia, tenían como prisioneros a disidentes (muchos de ellos judíos) ,criminales comunes y los que caían bajo la Ley de Vagancia, léase un lumpen de mendigos, homeless, alcohólicos, drogadictos y lo que se conocía como “desviados sexuales”.

Desde la subida de Hitler al poder que la vibrante diversidad sexual alemana cesó de existir. No solo los gays eran arrestados, sus espacios como bares, restaurantes y cafés también fueron clausurados. por eso es que resulta absurdo que en Breslau exista un café donde todavía frecuentan homosexuales en busca de pareja.

Aunque no habría tanta persecución de lesbianas como de homosexuales y trans en el Tercer Reich, desde 1936, el campo de detención de Moringen comenzó a recibir a lesbianas muy notorias bajo el cargo de ser “antisociales”. Ahí es donde Holz espera mandar a la psiquiatra de su hijo. Ya Inga llama la atención por vestirse de varón.



La serie nos deja en claro quiénes son los enemigos del Reich: comunistas, homosexuales, polacos/eslavos y, por sobre todo, judíos. De estos últimos hablaré la próxima semana.

lunes, 20 de octubre de 2025

Un Asesino en Serie en la Alemania Nazi: The Breslau Murders (Disney I)

 


Interesante que para su primera coproducción con Polonia, Disney haya escogido un Noir de época. Teniendo como trasfondo la capital de Silesia en 1936,  en vísperas de las Olimpiadas de Berlín, conocemos a Franz Podolsky un policía que maneja sus problemas personales con la misma poca ortodoxia con la que maneja la investigación de los crímenes que le encargan.

Podolsky vs El Monstruo de Breslau

Es una lástima que las plataformas de streaming estén tan enfocadas en filmar historias en el extranjero para luego desenfocarse totalmente de una campaña para promoverlas. Este primer esfuerzo conjunto entre Disney y la televisión polaca ha tenido tan poca publicidad que hasta una semana antes de su estreno yo no tenía la seguridad de que fuesen a pasarla en Estados Unidos.

Comenzamos en Breslau, capital de Silesia, en el Año de Gracia de 1936 (léase tercer año del reinado de Adolfo Hitler, el Primero de su Nombre). El comisario Franz Podolsky tiene ordenes de trasladar un criminal del juzgado, donde se le ha encontrado culpable de la violación y asesinato de catorce niños, hasta su nueva cárcel.



Debido al dinero y poder de su familia, el pedófilo se ha librado de la guillotina y de una temporadita en Buchenwald. “ El monstruo de Breslau” irá a un manicomio en los Alpes. Podolsky observa entre la muchedumbre aglomerada en la calle a una niñita morenita de trenzas y aspecto desaseado. Esa imagen le da el valor de seguir con su plan. Demanda poder viajar con el asesino en un vagón policial.

A la mitad del camino le quita al preso las esposas, justo cuando Erwin Benk, devoto ayudante y cómplice de Podolsky, choca su carro contra el vagón. Podolsky saca su revolver y mata al prisionero. Nadie cree su excusa de que el muerto se desembarazó solo de las esposas y el comisario es suspendido mientras se investigan los hechos.



La acción pasa a tres meses más tarde y a tres subtramas. Vemos a la niñita de las trenzas, mendigando y cantando en yiddish bajo la ventana del ginecólogo de la esposa de Podolsky. El matrimonio ha venido a que el medico confirme que Lena puede embarazarse. Mal momento para escribirle a la cigüeña. Podolsky no le ha dicho a su mujer que lleva tres meses desempleado, que hay una investigación en su contra, y que es posible que vaya preso.



Va a suplicarle, sobre copas de vodkanuestro protagonista es aspirante a alcohólicoa su superior, Leopold Barens, que le devuelva su empleo. Barens le dice que debió haberlo pensado antes de matar a Félix von Berg alias “El Monstruo de Breslau”. La KRIPCO (policía criminal) alemana ha sido fusionada con la SS/Gestapo. Quien manda ahora es Heinrich Himmler. A los nuevos lideres no les simpatiza un policía que desobedece órdenes y que es hijo de un carnicero polaco. El problema de Podolsky es que no entiende los tiempos que vive y no toma a los nazis muy en serio.

La Muerte de un Atleta Judío

Entretanto, en la estación de Breslau se espera a la delegación deportiva polaca. Son quienes competirán en Las Olimpiada de Berlín, pero han aceptado hacer su entrenamiento en las facilidades deportivas de la capital de Silesia. Esta generosa oferta a un país que Hitler desprecia es una manifestación de la atmosfera de buena voluntad que Alemania pretende crear en la prensa extranjera y así poder continuar siendo la sede de los juegos olímpicos.

Antes de la llegada del tren, vemos a un grupo de camisas pardas armados de rocas, Erwin Benk está ahí y los desarma y dispersa. Se le acerca Zelda, una prostituta amiga, que lo soborna con cinco marcos para saber en qué hotel estarán alojados los polacos.




Bajan del tren los atletas y destaca el lanzador de jabalina, Leon Rosenblum. Con mucho desplante anuncia que viene preparado para ganarle al campeón alemán, Helmuth Sule a quien ya ha vencido en otras competencias. Ante las cámaras, Rosenblum anuncia que con su “fuerza judía y valor polaco” derrotará al campeón ario. El público lo abuchea. Francamente, este Rosemblun corteja algo más que un par de piedrazos.




Hay una subtrama que interrumpe la acción. Se trata de la relación marital de Podolsky. El ginecólogo le ha anunciado al comisario y a Lena, su mujer, que no hay nada que les impida(físicamente) la posibilidad de ser padres. Para ayudar el proceso les proporciona el famoso calendario del ritmo solo que ahora deben usar los días prohibidos para quienes lo utilizan como método anticonceptivo.

SPOILER: Presten atención a Lena. Es la gran Pistola de Chejov de la trama.



Ante de ir a entrevistarse con Barens, el comisario le promete a Lena regresar en la noche para aprovechar el calendario. Ella exige que le traiga champaña. “El vino es para las putas” Lo siento Lenita, pero la con facha de zorra aquí  eres tú. ¿Tanto collar de perlas para ir al ginecólogo? El resto del episodio me da la razón.



Con el dinero que le da su jefe, Podolsky se va a jugar a las cartas, bebe y gana. Compra buena champaña y un ramo de rosas y vuelve al hogar. Lena lo espera vestida con una sábana, pero se niega a acostarse con un borracho.



El policía pasa la noche en el sofá de la sala. Únicamente en la mañana consigue arrimarse a su mujer en un rincón. Están en lo mejor, cuando tocan la puerta, es el pobre Benk que viene con mensaje de Barens. Ha ocurrido un doble asesinato y es la última oportunidad de Podolsky de reintegrarse a la policía.



Cuando Podolski llega a la suite del Hotel Hungría se encuentra dos cadáveres desnudos. Son la prostituta Zelda y el atleta judío Rosenblum. El asesino los ha ultimado a balazos y después les ha quemado los ojos con cloro. Además ha tenido la precaución de extraer las balas para que los polizontes no puedan identificar el arma homicida. Podolsky se da cuenta que se las tiene que ver con un psicópata sádico, pero inteligente.

Se le va la mañana al policía descartando al atleta rival (muy tonto para ser el asesino) como sospechoso, y entrevistándose con Barens y su verdadero patrón, el  Oberststurmbannfuhrer Johann Holtz que se ve muy afable, pero es clarísimo. Si Podolsky resuelve el caso podrá reintegrarse a la policía con todos sus derechos, privilegios y una hoja limpia. Si no lo hace demostrará que Barens estaba errado. A solas con Barens, Podolsky descubre que si no encuentra al asesino, se culpará a Holz de incompetente y que este los arrastrará a todos en su caída.



Buscando Desesperadamente a Lena

En su retorna al hogar,  a Podolski lo espera un desorden de vestuario, restos de cocaína y desaparición de Lena. Parte a buscarla y eso nos permite un atisbo de la alocada vida nocturna breslaviana que no parece envidiarle nada a la de Berlín. Comienza en el Bar Luxor, sigue en un salón de baile donde (como corresponde a la imagen “moderna’ que quiere proyectar el Reich)  al son del swing, las parejas bailan jitterbugh, y acaba en un casino donde se encuentra con su forense, el Dr. Kracauer.





Hay un leitmotiv en todos estos espacios. Todos los camareros y barmen conocen a Podolsky, saben que es un alcohólico, saben que tiene una esposa más joven y que su matrimonio no es ideal. Es en el baño del casino donde Podolsky encontrará a su mujer con la cabeza metida en el inodoro y semi inconsciente.



La carga de regreso al hogar donde, mientras Lena duerme su borrachera, el detective registra el bolso de su esposa y encuentra varias sorpresas. Junto a la cocaína están las bragas de Lena muy dobladitas. La revisa y ve que anda sin calzones, parte de la base de que ha tenido sexo con otro (y justo en los días del calendario).

El tema pasa a segundo plano cuando encuentra el policía también un recorte de la noticia de la muerte del “Monstruo de Breslau”. La foto tiene los ojos quemados por cigarrillos y con la nota viene un mensaje del asesino en serie que comienza con una cita bíblica para pasar a lo personal: “Tú y yo Podolski somos iguales. Ambos queremos limpiar la ciudad”.



Esto es nada más que en el primer episodio los otros nos tendrán involucrados en una frenética búsqueda de un psicópata que alcanza a acabar con cinco vidas (ni hablar de daños colaterales) antes de ser atrapado y ultimado. En este misterio hay tal cantidad de pistolas de Chejov y pistas falsas (red herrings) que dilatan la investigación llevando a Podolsky a cul-de-sacs y que cofunden al policía y al espectador.

Podolski No me Simpatiza

Yo soy de las que se engancha con un relato si los personajes me interesan. The Breslau Murders no es una excepción. Tengo mis favoritos, los dos únicos decentes en esta fabula sórdida donde pululan personas depravadas y mezquinas. Me refiero a Erwin Benk, tan leal, tan honesto, tan buena gente y a su superior Leopold Barens, un caballero que se debate (para no perder su puesto) entre tener que inscribirse en el Partido Nazitodo policía del Reich debía ser miembroque desprecia, o seguir apoyando las insubordinaciones de Podolsky.




Obvio que en una historia donde no se sabe quién es más destructivo: si los nazis o el protagonista, hay muchos personajes que inspiran compasión: Zelda, la primera víctima; el Dr. Kracauer; el pobre Abram al que Podolski le toma un inexplicable fastidio; Uwe Gruber y su familia. incluso me conmueven los poderosos Holz , en su faceta de padres que descubren que ni ser arios, ni ser nazis, ni tener poder los libra del miedo y dolor de tener un hijo enfermo. Un tema que mejor se desarrolló en la Segunda Temporada de Charite.

                                      Los Holz quieren proteger a su hijo de un regimen al que sirven.

Todo este preámbulo es para explicar que no hay manera en que pueda sentir empatía por el comisario Podolski. Hay quien ha comparado a Podolsky con Carl Morck del Departamento Q. Hay quien dirá que a mí me gustó Morck porque lo interpretaba Matthew” Slurpy” Goode y aquí en cambio tenemos un actor que no sigue los cánones de belleza occidentales.

Por empezar, Tomas Schuchardt es considerado galán en su patria y a mí me gustan los gorditos si sus personalidades superan sus kilos de más. Por eso me han gustado muchos personajes interpretados por Spencer Tracy, Topol,  Orson Wells  y otros histriones pasados de peso.

Mork y Podolski tenían en común ser arrogantes e incapaces de demostrar su efecto por otros, pero el protagonista de Departamento Q poseía una intuición que le falta a su colega alemán. Mork era lo suficientemente listo para ver el potencial de Akram, Rose y Claire y a Hardy lo trataba como un igual. Podolsky trata a todos como inferiores incluso a los superiores. Es tan tonto y egoísta que no ve ni la realidad política, ni el peligro en que pone a la gente que lo quiere y lo asiste. Su tratamiento del devoto Sargento Benk es la apoteosis del egoísmo.

                                       Podolsky y su leal Benk

El detective huraño, dependiente de substancias y arrogante, es un tropo de los whodunnit históricos, pero Podolsky no tiene cualidades redimibles. Como se lo explica Barensque es el Pepe Grillo de este Pinocho Podolsky, en su incapacidad de entender que vive bajo un régimen totalitario, “es más estúpido de lo que pareces”. Barens además lo define como alguien que “destruye lo que toca”  y a quien no le importa nadie más que el mismo.



La serie nos dice que Franz Podolsky es una leyenda, pero nunca llegamos a saber el motivo.  Su cuñada se queja de que el carnicero Podolsky gastó lo que no tenía enviando a Franz a la universidad. No se nota. No solo Franz es ignorante y poco intuitivo, incluso cuando no está embotado con el alcohol, le molesta ver gente más culta que él. Por eso se pone celoso al ver a Lena hablar en inglés con Peter Fox y al oírla recitar poesía con su sobrino.



 En Babylon Berlin, la narcodependencia de Gereon Rath nunca puso en peligro  sus casos. En apariencia era un tipo atractivo y simpático, también un gran bailarín. Su error era permitir que los prejuicios y problemas personales lo hiciesen prescindir de personas que podían ayudar en sus casos. Solo en las últimas temporadas cuando se convertiría en el robot de su propio hermano, que el personaje decayó .  Hemos visto policías con graves problemas personales en Sol Negro y en Vienna Blood, pero ninguno  tan inoperante, ordinario e infantil como el protagonista de Los Asesinatos de Breslavia.

Creo que lo más desagradable de Franz Podolsky ,aparte de sus modales ramplones y su soberbia ,  es su ingratitud. Es ingrato con Erwin, con el Dr. Kracauer, con Inga y sobre todo con Barens a quien llama “un viejo jodido” cuando este lo ha rescatado después que el inmaduro policía ha tenido una pataleta depresiva que lo lleva a lanzarse a un rio.

En cuanto a sus métodos detectivescos, Podolsky no es ningún Sherlock Holmes . El modo en que conduce sus interrogaciones no es muy dispar a la de los SS: manipulaciones, amenazas, chantajes.  Es el investigador más patético que se haya visto desde que Matthew Rhys se puso los calcetines de Perry Mason.



Lo Mejor de Los Crímenes de Breslau

A pesar de este protagonista tan poco recomendable,  voy a recomendar la serie, pero antes vamos a examinar sus virtudes cinematográficas, comenzando por las actuaciones. Al no conocer a muchos actores, me he quedado con el histrionismo de tres secundarios a quienes veo en facetas muy diferentes a otras actuaciones que he presenciado.

Encabeza la lista Adam Bobik quien ya atrajera mi atención en Krol como el líder fascista polaco. En su rol del Sargento Erwin Benk, Bobik exuda humanidad, lealtad, e intuición. Recuerdo a Carolina Gruszka quien diese vida a la amante alemana del protagonista de Los Optimistas, a la que una bala perdida ultimaba el día de la inauguración del Muro de Berlín. Claramente el rol de la Dra. Eissmann exige más de su capacidad actoral.





Ni en IMDB ni en la Wikipedia mencionan en el reparto a Jan Hrynkiewicz quien me hiciese llorar como el infortunado Herschel que tras sobrevivir Auschwitz encuentra el amor en la persona equivocada en la miniserie suiza Laberinto de paz. Aquí da vida a Abram Niepold, un joven sospechoso que, por una razón incomprensible, merece un trato más duro y hostil de parte de Podolsky, pero hablaré más de eso en una nota separada.



The Breslau Murders es un agasajo visual gracias a la filmación en zonas históricas lo que permite apreciar la belleza de la ciudad reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial. En términos de vestuario hay una ironía. Las mejores prendas se las han puesto a las extras que se pasean por las calles o por los espectáculos nocturnos breslavianos.




En cambio las protagonistas no lucen sino deslucen. Inga se entiende, siempre está en drag, pero Frau Podolski debería haber sido un maniquí para la moda de ese verano. A la pobre Lena la tienen en tres atuendos: el de Eva: ropa interior, y muchos vestidos de noche que no llaman la atención tal vez porque la modelo no tiene con que llenarlos.



En cuanto al resto,  La banda sonora es lastimosa combinando opereta con lieders; temas del swing estadounidense (la versión de “Bei Mir Bist Du Schon”  de las Hermanas Andrews (1937) con algo más contemporáneo como un “That’s Life “ que corresponde a un Sinatra del ‘66 y alguna música incidental que no captura ni la época ni la atmosfera de novela negra. Con tanta música popular alemana de los 30s que hay en YouTube, lo mejorcito que encontraron fue este tema polaco de 1932 que Lena baila durante una de sus borracheras.



Hablando del libreto, este intenta abarcar demasiado sin nunca decidirse a qué género pertenece Los asesinatos de Breslavia, si novela negra o drama histórico. Esto lleva a varias subtramas, algunas prescindibles como la del periodista inglés, y a una hilera de cabos sueltos que deja el atropellado final.

Ayuda eso un pésimo trabajo de edición. Gato Rafael notaba los saltos de cámara y me preguntaba si se debía a señales para el corte comercial. Como en todo el mundo la ha presentado Disney sin spots, la única explicación es que esos saltos corresponden a recorte de material, a lo mejor necesario para darle coherencia a muchos aspectos de la historia que es muy diversa, pero a ratos poco histórica. De eso hablaremos la próxima vez.



Contenido Violento y Gory: Aunque ver cadáveres sin ojos es bastante Gory, esta serie es menos grafica que Babylon Berlin e incluso que Krol. Para tener lugar en el Tercer Reich da erróneamente la impresión de un mundo apacible en donde los únicos que lo pasan mal son los judíos.

Contenido Sexual y Desnudos: Tenemos dos cadáveres sin ojos y sin ropa en el primer episodio. Lena anda siempre a medio vestir y ofrece varios topless. En el tercer episodio, tenemos lo que debería ser una escena erótica con imágenes superpuestas de Los Podolsky teniendo sexo en el baño (con un preámbulo de Podolski orinando. ¡Qué sexy!) con el pobre Benk viendo porno y excitándose con las imágenes de la difunta Zelda.



Imagino que la idea era presentar una dicotomía entre una pareja casada haciendo el amor y un hombre solitario que necesita de pornografía para interesarse en el sexo. Pues no quedó así. Benk me dio lástima porque a esas alturas, ya está claro que estaba enamorado de Zelda y los Podolski son una pareja tan dispareja, tan poco sana, que la escena se siente vergonzosa, no es ni romántica ni erótica.

El sexo en la serie es visto como moneda de intercambio (prostitución , chantaje) pero también como arma. Es lo único que tiene Lena para defenderse del mundo e incluso de un marido al que ni ama ni respeta. Es la ausencia de amor y ternura lo que hace a la pareja principal más deprimente e indigna, algo que no ocurría en Babylon Berlin. Sobre todo porque es en el capítulo final que descubrimos que Lena posee una carga de devoción y ternura que se ha perdido en su desdichada vida matrimonial.


Amor a la Babylon Berlin/amor a la Breslau. Cuál es mas romántico?



Factor Feminista: Un problema de las series polacas, y no solo las de época (Eastern Gate) es que los personajes femeninos son deplorables. Por eso me gustó tanto Guerreras. Ahí había chicas con voz (incluso una judía) y que contribuían al bien de su sociedad. En Breslau no parece haber ninguna mujer decente, útil o inteligente. Lo más cercano es Inga Eissmann, pero por su profesión y orientación sexual no puede considerarse un ejemplo típico.

Gran parte de la trama gira en torno al misterio de Lena, un rompecabezas cuyas ultimas piezas solo se juntan en el último episodio. Es obvio a partir del segundo episodio cuando una amiga de su mujer le grita a Podolsky “¿Sabes por qué se casó contigo?” que intuimos que Lena tuvo razones para convertirse en Pani Podolsky que nada tienen que ver con amor. El hecho de que Franz no se interese por descubrir esas razones demuestra no solo su estolidez sino que establece que tipo de relación existe en esa pareja.

Para Podolsky, Lena es una vagina y un útero. La encuentra guapa, la quiere cuidar como algo de su posesión, pero no se puede amar a quien no se conoce y él no quiere conocerla. Se lo dice Lena a Inga. La psiquiatra agrega que el comisario es machista y no sabe tratar a las mujeres. Lo notamos en su comportamiento con otras féminas:  o las amenaza como a Gerda Holz y a la pandilla de Lena, o las ataca físicamente como a la pobre chinita Frida y a Frau Gruber, o las desprecia como a la prostituta Lila.



En realidad, para el comisario, acostumbrado a pagar por sexo, Lena no es más que una prostituta cara. La trata como tal, le echa en cara lo que se ha gastado en ella y la obliga a ser obscena, ordinaria y borracha como las rameras que él conoce. Ahí vi la diferencia entre este policía y el Rudle Havlik de Los Misterios de Praga, que, antes de casarse con una prostituta, la trae a su entorno doméstico, la convierte en madre de su hija adoptiva, y le da el respeto que merece su compañera y señora de su hogar.

                                           Rudle Havlik era un policia que respetaba a su mujer

En un podcast polaco encontré dos conclusiones que definen como la mala relación matrimonial de Podolski ayuda a enredar la trama innecesariamente. Por un lado, los podcasters no entendían la raison d’etre de ese matrimonio. Cierto, si no se quieren y no hay química entre ellos, ¿por qué siguen juntos? La otra conclusión es que si Podolsky se hubiese preocupado por conocer a su mujer, por saber su pasado, por entender sus motivaciones, tal vez hubiese dejado de seguir pistas falsas, hubiese hallado al asesino antes y no hubiese dejado una estela de cadáveres tras de si.