En uno de los
pocos ejemplos de publicidad que ha merecido esta serie, encontré una
entrevista con el director, Leszek Dawid quien la ha vendido como un relato que
presenta parecidos con el presente. Los tiene, pero como buen Noir no es factualmente histórica, y
aunque sus esfuerzos por explotar todas las gamas de la “diversidad” la pueden
hacer actual, también la hace complicada y confusa.
En su nota para
MSN, Anna Magdalena Lubowska ha dicho que la trama ofrece paralelos con tiempos
actuales. El director Leszek Dawid ha comentado que “una vez más (los polacos)
somos sacudidos por eventos históricos y amenazas similares”. Lubowska y el
director se refieren a las constantes provocaciones de Rusia quien,
recientemente, ha hecho volar drones sobre territorio polaco. Los paralelos son
referencias a septiembre 1939 cuando el país eslavo fue invadido―casi simultáneamente― por
tropas germanas y soviéticas que se dividieron el territorio entre ambos.
En 1936, año en
que tiene lugar esta historia, Polonia llevaba tiempo sintiéndose amenazada por
los dos regímenes totalitarios más amenazantes de Europa. Hitler había dejado
claro en su libro Mi Lucha que su objetivo era apoderase de Polonia para
ampliar su Reich. Los nazis no escondían su desprecio por el pueblo eslavo y
sus deseos de aniquilarlo.
Todo esto es
histórico y hace más impactante que Alemania, en un esfuerzo de parecer una
nación afable y amiga de la ley, haya invitado a la delegación olímpica polaca a
entrenar en Breslau. Sin embargo hay un problema. Polonia es la nación
amenazada, pero la acción no tiene lugar en Polonia. Los personajes, con la
excepción de los atletas, son alemanes. Incluso Podolsky, aunque hijo de un carnicero, es nacido y criado en Breslau.
Según Agata Kulesza,
que interpreta a Frau Holz, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un trauma
para los polacos y a ella le resultó difícil meterse en la piel de una alemana
nazi. Es lo que ha hecho que algunos polacos se sientan incomodos al ver a
nazis de uniforme hablando en polaco. Me sorprende ese lapsus, ya que en Guerreras teníamos personajes alemanes hablando
alemán.
Este detalle
explica lo problemas del libreto con la verisimilitud
de la historia, su desconocimiento de la geopolítica de la región y su pasado
histórico. Solo se puede culpar a Disney que, ya hace rato, demuestra su inoperancia en la
fabricación de series de época.
Breslau: Entre
Germanos y Eslavos.
Hace ochenta años,
que Breslau pasó a llamarse Wroclaw y a ser parte de Polonia. No siempre fue así.
Originalmente, la región de Silesia fue parte de la esfera eslava,
perteneciendo alternativamente al reino de Bohemia y al de Polonia. En el Siglo XIII, empujados por las
invasiones mongolas, llegaron los primeros inmigrantes alemanes. Para el siglo
XVIII, Silesia era parte del reino de Austria, pero María Teresa la perdió en
sus guerras con Prusia. Silesia y sus ciudades, incluyendo Breslavia, pasaron a
ser parte del imperio de Federico el Grande. Consecuentemente, la zona se
germanizό y se convirtió ,después de la unificación alemana, en parte del imperio de
los Hohenzollern.
El fin de la
Primera Guerra Mundial vio nacer la republica de Polonia, pero Silesia no le
fue otorgada. El tratado de Versalles dividió la provincia en dos. La Baja
Silesia, con capital Breslau, pasó a ser parte de la Alemania de Weimar. La
alta Silesia permaneció como zona independiente hasta que, en 1937 (un año
después de los Juegos Olímpicos), un plebiscito permitió que la provincia
entera se uniese al Tercer Reich. Esta es una indicación del apego de la
población alemana silesiana al régimen hitleriano.
Después de la
Segunda Guerra Mundial, Polonia anexό Silesia a su territorio, pero muchos
silesianos―entre ellos el escritor de Krol―no se sienten polacos y
hay un fuerte movimiento separatista.
Las Olimpiadas
de 1936
Me ha sorprendido
un poco la idea de usar las Olimpiadas del ‘36 como trasfondo para la
persecución de un asesino en serie. No es que esa olimpiada no haya aparecido
antes en el cine, Desde que el famoso
detective chino se fuera a
investigar robos de joyas en Charlie Chan at the Olympics (1937) hasta el
documental Triumph: Jesse Owens and the Berlin Olympics, sin olvidar el
extraordinario documental de Leni Riefenstahl , Olympia (1938) que ese
evento ha sido expuesto en las pantallas. Lo diferente es que aquí la acción no
tiene lugar en Berlín, la sede de los juegos, sino en Breslau.
Antes que todo
deberíamos hablar de por qué motivo estas olimpiadas fueron tan significativas.
Como parte del castigo de Alemania, al acabar la Primera Guerra Mundial, se
prohibieron competencias deportivas internacionales en suelo germano. Para
1931, los adelantos científicos, intelectuales y sociales de la República de
Weimar levantaron el castigo a la nación alemana y se decidió que los juegos de
1936, tanto de invierno como de verano, se celebrarían en Alemania.
El problema fue
que con el ascenso de Hitler al poder la imagen de Alemania como una sociedad
progresista y liberal se desvaneció. Los campos de concentración para
disidentes, la creación de un estado policiaco, las purgas y la persecución
sistemática de los judíos y otras minorías, llevaron a varios deportistas y organizaciones
deportivas a hablar de buscar otra sede o boicotear las olimpiadas. España, por
ejemplo decidió celebrar sus propios eventos bajo el título de la “Olimpiada Popular”
que tendría lugar en Barcelona ese verano del ‘36.
Para Hitler y su
gente esto era un golpe tremendo ya que planeaban unas olimpiadas que
demostrarían la superioridad física de la raza aria. Cuando el Conde Baillet-Latour, presidente
del Comité Olímpico vio los carteles antisemitas y los letreros en las tiendas judías
que prohibían a los arios a comprar ahí, le dijo al Fuhrer que eso era
inadmisible. De ahí que veamos en The Breslau Murders como se limpian
escaparates y se retiran afiches en contra de los judíos. Aunque con eso no
limpiaba las mentes de los breslavianos de una judeofobia que el Reich llevaba
tres años inculcándoles.
Hubo otras formas
en que la Alemania Nazi siguió llevando al cabo su programa de expulsar a los
judíos de la vida civil teutona. Uno de ellos fue purgar el equipo olímpico de
atletas judíos. No pudieron hacer eso con los equipos extranjeros aunque
algunos países, como Italia, no mandaron judíos “para no ofender al Fuhrer”. En
otros casos, los mismos deportistas eligieron no ir como un modo de protesta.
Aun así muchos judíos ganaron medallas como el boxeador francés, Victor Perez, y el campeón olímpico de esquí Bronislaw
Czech. Ambos morirían en Auschwitz.
Fantasilandia Nazi
Donde la serie se
cae como fruta podrida, es en su descripción de la sociedad alemana de 1936.
Hay tantos errores que tal vez se entienda que Podolsky no comprenda lo que está
pasando en su país y en su ciudad, pero le resta verosimilitud al relato.
Me sorprendió
descubrir que Los asesinatos de Breslavia está inspirada en Muerte en Breslau
del autor polaco Marek Krajeswki. Como no la he leído no puedo hablar de
plagio, pero por reseñas y sinopsis veo que se han aprovechado algunos aspectos
tanto en la creación de Franz Podolsky como en la recreación sociohistórica de Breslau
.
En ambos Noirs breslavianos
observamos una ciudad de provincia en la que se sienten las pisadas de un
totalitarismo que va a cambiar las reglas del juego. Hay dos estratos sociales:
una aristocracia añeja, caduca, depravada y hedonista. Por otro lado tenemos un
lumpen compuesto por criminales, prostitutas, igualmente corruptos y degradados.
Entre estos dos
mundos se equilibra el investigador que
se siente como “los de abajo”,
pero que está atado a los de arriba. En el caso de Eberhard Mock de Krajewski
por su mentor el Barón von der Malten. En el caso de Podolsky, por su
matrimonio con una aristócrata vienesa.
El problema es
que la trama es convincente en la novela de Krajewski porque tiene lugar en el
primer año de los nazis en el poder. Todavía hay posibilidades de vivir como se
vivía antes, todavía las garras del poder no lo han atrapado todo, todavía hay
asombro en muchos cuando se tropiezan con ejemplos de cómo un régimen político
puede cambiar su existencia.
En cambio The
Breslau Murders usa de telón de fondo a los Juegos Olímpicos de 1936. Tanto
ha cambiado Alemania que hay amenaza de que se boicotearan los juegos. Hay
conciencia en el mundo civilizado que el Tercer Reich es un estado que reprime
las libertades individuales, que inhibe la libertad de expresión, que ha
prohibido sindicatos y huelgas y que persigue, encarcela y mata a quienes se le
oponen. Por eso es que resulta absurdo que Lena y sus amigos vivan con tanta
libertad y que Podolsky se niegue a entender los peligros que corren su gente,
él ,y la gente que él pone en peligro. ¿Será embotamiento de borracho o acaso, al intentar fusionarlo con el protagonista de
la novela de Krajewski, la IA les falló?
Eberhard es un
policía sin mucho amor por las reglas, que usa métodos a veces poco éticos, que
bebe de más y gusta pasársela en prostíbulos. Ahí paran las similitudes con
Podolsky. Eberhard es un escalador
social que busca estar siempre arriba y controlar su ambiente. No le molestan
los nazis mientras no se metan con él y su único miedo es que el descubrir su
pasado en la masonería pueda afectar sus posibilidades de acenso.
Tal vez esas
diferencias sean las que expliquen la contradicción de Podolsky, su arrogancia
estúpida, su desprecio por los métodos de la Gestapo cuando él los utiliza
constantemente y a lo mejor, siendo Eberhard antisemita, eso explicaría el
menosprecio que Podolsky exhibe hacia los judíos que se le cruzan por el
camino. Incluso el Dr. Kracauer es nada más un instrumento y no duda en ponerlo
en peligro.
Siguiendo con la incongruencia
de la sociedad nazi de Breslau, examinemos a la misma SS. Aparte de Holz―el personaje
mejor perfilado del argumento― no tenemos ningún subalterno que destaque
en nada. Es como si no hubiese evolucionado Disney de los días de Hogan’s
Heroes. Los Caballeros de Negro aquí siguen siendo estereotipos risibles:
el forense mediocre; el ayudante robótico, el ex proxeneta y asesino que ahora
quiere hacer una fortuna robándole a los judíos de manera legal (“¡Hitler
es un genio!”).
Creo que ya
deberíamos tener la madurez necesaria para saber que el Tercer Reich no estaba
manejado por clichés cómicos. Los había ignorantes, oportunistas, y ex
criminales, pero si toda la cúpula nazi hubiese sido una manga de rufianes
ignaros y estólidos, no hubiesen conquistado Europa.
Otro toque interesante
es el entusiasmo de las clases humildes por las políticas del Fuhrer que queda
en evidencia cuando Los Podolsky comen con la cuñada de Franz y el sobrino. Es
una comida desagradable donde Lena intenta saltarse las rencillas familiares y las diferencias
sociales compartiendo con el joven su amor por la poesía. Todo para que Franz,
celoso, la degrade exponiéndola como tan impúdica y tosca como él.
Antes del show
del pepino (ecos de Jennifer Jasón Leigh en Fast Times at Ridgemont High),
la cuñada ha expresado su agradecimiento y admiración por Hitler, un hombre de
clase humilde, que entiende a los pobres. Este panegírico irrita a Los Podolsky,
no porque sean opositores al régimen, sino porque es un agregado más a una cena
incomoda y soporífera.
Sin embargo, es importante
entender el espíritu de la época y la aceptación de gente que, al no ser judíos
ni de izquierda, celebraron las políticas nazistas. Basta ver en Babylon Berlin
la miseria en que vivían los obreros y sus familias―ejemplarizado por el
piso ruinoso de Charlotte Ritter―para ver lo que el gobierno nazi hizo por
esa gente.
Durante del
Tercer Reich, se construyeron edificios para las clases trabajadoras, con
apartamentos más amplios, más limpios, dotados de baños. Todo un lujo. Aunque
se acabaron los sindicatos y el derecho a huelga, la inmensa masa de
desempleados consiguió trabajo , más o menos digno. El gobierno instituyó varias
agencias para aliviar las necesidades de los más pobres. No es de sorprender
entonces que el pueblo recibiese con alborozo a HItler y cerrase los ojos a la
represión que exigía el vivir un poco mejor.
Medicina en el
Tercer Reich
La aparición del
forense mediocre que reemplaza al Dr. Kracauer, podría haber sido un momento
para explicar que en la Alemania Nazi, las ciencias, incluyendo la medicina,
habían sido depuradas de elementos judíos. Eso incluía la psicología de Freud
(tan admirado por Inga Eissmann) tal como las teorías del criminólogo Cesare
Lombroso.
Sin embargo, esta
fue la gran época de la medicina forense alemana. Para los médicos nazis―totalmente
carentes de ética―todo cadáver, fuese de un comunista fusilado, un
judío gaseado o un niño ario con problemas mentales, servía para experimentos.
Se les despezaba en honor a la medicina nazi que buscaba respuestas para el
comportamiento criminal del muerto tal como motivos para explicar sus políticas
étnicas o evitar la procreación de seres inferiores. Un verdadero forense de la
SS hubiese querido llevarse el cuerpo de Blumenstein para examinarlo.
Lo que la serie
nos enseña fue un tema ya explorado en otros shows como Charite, World on Fire y hasta en El Cisne Dorado. Ese miedo que existía en el Tercer Reich
hacia las enfermedades fuese las ulceras de Himmler o una alguna tara familiar
que pudiese ser heredada, era real y terrible.
Debido a eso, Los Holz han ocultado la
patología de su único vástago. Lo de Jurgen solo lo conocen sus padres y su
psiquiatra, la freudiana Inga Eissmann.
Lena también necesita terapia, y su narco dependencia ya no pasa del “uso
social de drogas” Podolsky se define
como borracho, ¡Qué bonita familia! ¿Así quieren encargar un
hijo?
Polacos y Gays:
La anti diversidad de los nazis
Tratándose de una
serie polaca debería haber más énfasis en la animosidad que había entre Polonia
y Alemania. Apenas tenemos una visita del embajador a Breslau para amenazar con
boicotear las olimpiadas. Vemos a la delegación olímpica metiendo bulla en las
calles de la ciudad y arrastrando a Franz, ya borracho, a su francachela que está
salpicada de insultos hacia los alemanes y los nazis.
Nos preguntamos
si Podolsky sobrio los hubiese seguido y
hubiese cometido el faux pax de ponerse el blazer del equipo. Ni hablar
de vomitarle las botas a Himmler. Para el espectador lego, esto es solo una
manifestación de gente basta e ingrata con el buen recibimiento que se les ha
dado , por hipócrita que este sea.
Hubiera sido
interesante que se hablase de los planes de Hitler para Polonia expresados en Mein
Kampf. Estos abarcaban su deseo de apoderarse de la nación polaca
incrustada en el rumbo que el Tercer Reich se había trazado para su
Lebensbraum, la ampliación de la nación aria hacia el Este. Con eso se
entendería el odio polaco y el desprecio teutón.
Tenemos el
conflicto eterno en Silesia entre germanos y eslavos, pero esta serie de tramas
aglomeradas no llega a explicar bien como ese conflicto ha adquirido tonos
dramáticos en el Tercer Reich. Cuando Ágata Holz expresa su desprecio por la
inferioridad racial de Franz Podolsky asume el espectador lego que se trata del
descrédito que merece un policía tan desprolijo y poco amigo del reglamento no
de un racismo que se ha vuelto política de estado.
Nunca se llega a
entender que las políticas raciales del nazismo contemplaban un triple
genocidio: judíos, gitanos y eslavos y que casi se llevó a cabo. De ahí mi
indignación cuando se mal usa el término “genocidio” para definir la tragedia
de Gaza.
Sabemos que en el
paraíso hitleriano no había cabida ni para el multiculturalismo ni para la pluralidad
y en eso entraba en juego una lucha en contra de las libertades sexuales de la república
de Weimar desde transgéneros que circulaban públicamente en drag hasta revistas
y cine pornográfico que era considerado artístico. De eso hablé en mi reseña
del documental ElDorado.
Los nazis no se
tragaron el adjetivo “artístico”. En l famosa quema de libros del 33, junto a
los tratados de Freud y la poesía de Heinrich Heine, ardieron libros y revistas
consideradas “pornográficas” por los nazis. Los transgéneros que en el previo
gobierno se habían inscrito en las comisarías para poder salir a la calle,
vistiéndose de acuerdo al sexo que creían pertenecer, se encontraron ahora en
una peligrosa lista negra.
Barens no miente
cuando le dice a Podolsky que acabará junto a “comunistas y sodomitas” en un
campo de concentración. Para 1936, Buchenwald, Dachau y otros campos cuyos
nombres vivirán en la infamia, tenían como prisioneros a disidentes (muchos de
ellos judíos) ,criminales comunes y los que caían bajo la Ley de Vagancia, léase
un lumpen de mendigos, homeless, alcohólicos, drogadictos y lo que se conocía
como “desviados sexuales”.
Desde la subida
de Hitler al poder que la vibrante diversidad sexual alemana cesó de existir. No
solo los gays eran arrestados, sus espacios como bares, restaurantes y cafés
también fueron clausurados. por eso es que resulta absurdo que en Breslau
exista un café donde todavía frecuentan homosexuales en busca de pareja.
Aunque no habría
tanta persecución de lesbianas como de homosexuales y trans en el Tercer Reich,
desde 1936, el campo de detención de Moringen comenzó a recibir a lesbianas muy notorias bajo el cargo de ser “antisociales”. Ahí
es donde Holz espera mandar a la psiquiatra de su hijo. Ya Inga llama la
atención por vestirse de varón.
La serie nos deja
en claro quiénes son los enemigos del Reich: comunistas, homosexuales,
polacos/eslavos y, por sobre todo, judíos. De estos últimos hablaré la próxima
semana.
I started King and Conqueror last week, it is watchable, but nothing pretty in it, costumes,colours, sets, nothing is pleasing for the eye, sadly, the producers have no artistic vision and I struggled to remember who is whom, as they are Godwins and Emmas kids, but Emma is vile and fugly here LOL And Marsan is such an ugly man, it is disturbing to watch him. Hope it gets better later on. They all talk and behave very modernish, which pisses me off to no extent.
ResponderEliminarI keep on tagging you with Breslau because i want you to watch it.we don't know when K&C will come to Amazon, glad you found it watchable. Yes, the modernism in speech was something critics have noted.
EliminarNobody is torrenting Breslau nor any of such non English shows, and even if they did I probably would not watch it as I rarely watch WW2 shows, I still have Transatlantic somewhere in my folder LOL and a few others. I did finish secunda temporada or SAS Rogue Heroes and liked it less than the first season because Jerry OConnell dominated this one and he chose to speak with such weird voice in it which I found very disturbing and unpleasant so it took away some joy of watching it. There were award deserving digressive episodes in it, though, and my husband Gwilym Lee is always a balm for the eye and other organs....
EliminarJack not Jerry, not that I do not like Jerry as well and his lovely wify whom I am currently watching Wednesdays in Star Trek Strange New Worlds
EliminarI’m surprised because Breslau is a Disney production, and it has been shown in Disney channel throughout Europe. It has subt. In English and Spanish. I know, sad, because I’m very much into European History between 1920-1960 and now I got my son Ernesto into it. He loved Breslau and is now into Babylon Berlin. Transatlantic was a shame, even for Netflix standards. You know, Netflix and Steven Knight have something in common they destroy projects, they FU actors like dear Jack. I hated Rogues.
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