jueves, 23 de octubre de 2025

¿Tiene esta serie semejanza con los tiempos actuales? The Breslau Murders (Disney II)

 


En uno de los pocos ejemplos de publicidad que ha merecido esta serie, encontré una entrevista con el director, Leszek Dawid quien la ha vendido como un relato que presenta parecidos con el presente. Los tiene, pero como  buen Noir no es factualmente histórica, y aunque sus esfuerzos por explotar todas las gamas de la “diversidad” la pueden hacer actual, también la hace complicada y confusa.

En su nota para MSN, Anna Magdalena Lubowska ha dicho que la trama ofrece paralelos con tiempos actuales. El director Leszek Dawid ha comentado que “una vez más (los polacos) somos sacudidos por eventos históricos y amenazas similares”. Lubowska y el director se refieren a las constantes provocaciones de Rusia quien, recientemente, ha hecho volar drones sobre territorio polaco. Los paralelos son referencias a septiembre 1939 cuando el país eslavo fue invadidocasi simultáneamente por tropas germanas y soviéticas que se dividieron el territorio entre ambos.

                            Soldados soviéticos y germanos  compartiendo la partición de Polonia

En 1936, año en que tiene lugar esta historia, Polonia llevaba tiempo sintiéndose amenazada por los dos regímenes totalitarios más amenazantes de Europa. Hitler había dejado claro en su libro Mi Lucha que su objetivo era apoderase de Polonia para ampliar su Reich. Los nazis no escondían  su desprecio por el pueblo eslavo y sus deseos de aniquilarlo.

Todo esto es histórico y hace más impactante que Alemania, en un esfuerzo de parecer una nación afable y amiga de la ley, haya invitado a la delegación olímpica polaca a entrenar en Breslau. Sin embargo hay un problema. Polonia es la nación amenazada, pero la acción no tiene lugar en Polonia. Los personajes, con la excepción de los atletas, son alemanes. Incluso Podolsky, aunque hijo de un carnicero, es nacido y criado en Breslau.



Según Agata Kulesza, que interpreta a Frau Holz, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un trauma para los polacos y a ella le resultó difícil meterse en la piel de una alemana nazi. Es lo que ha hecho que algunos polacos se sientan incomodos al ver a nazis de uniforme hablando en polaco. Me sorprende ese lapsus, ya que en Guerreras teníamos personajes alemanes hablando alemán.

                                           Agata K. como Gerda Holz

Este detalle explica  lo problemas del libreto con la verisimilitud de la historia, su desconocimiento de la geopolítica de la región y su pasado histórico. Solo se puede culpar a Disney que,  ya hace rato, demuestra su inoperancia en la fabricación de series de época.

Breslau: Entre Germanos y Eslavos.

Hace ochenta años, que Breslau pasó a llamarse Wroclaw y a ser parte de Polonia. No siempre fue así. Originalmente, la región de Silesia fue parte de la esfera eslava, perteneciendo alternativamente al reino de Bohemia y al de Polonia.  En el Siglo XIII, empujados por las invasiones mongolas, llegaron los primeros inmigrantes alemanes. Para el siglo XVIII, Silesia era parte del reino de Austria, pero María Teresa la perdió en sus guerras con Prusia. Silesia y sus ciudades, incluyendo Breslavia, pasaron a ser parte del imperio de Federico el Grande. Consecuentemente, la zona se germanizό y se convirtió ,después de la unificación alemana, en parte del imperio de los Hohenzollern.



El fin de la Primera Guerra Mundial vio nacer la republica de Polonia, pero Silesia no le fue otorgada. El tratado de Versalles dividió la provincia en dos. La Baja Silesia, con capital Breslau, pasó a ser parte de la Alemania de Weimar. La alta Silesia permaneció como zona independiente hasta que, en 1937 (un año después de los Juegos Olímpicos), un plebiscito permitió que la provincia entera se uniese al Tercer Reich. Esta es una indicación del apego de la población alemana silesiana al régimen hitleriano.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Polonia anexό Silesia a su territorio, pero muchos silesianosentre ellos el escritor de Krolno se sienten polacos y hay un fuerte movimiento separatista.

Las Olimpiadas de 1936

Me ha sorprendido un poco la idea de usar las Olimpiadas del ‘36 como trasfondo para la persecución de un asesino en serie. No es que esa olimpiada no haya aparecido antes en el cine, Desde que el famoso  detective chino  se fuera a investigar robos de joyas en Charlie Chan at the Olympics (1937) hasta el documental Triumph: Jesse Owens and the Berlin Olympics, sin olvidar el extraordinario documental de Leni Riefenstahl , Olympia (1938) que ese evento ha sido expuesto en las pantallas. Lo diferente es que aquí la acción no tiene lugar en Berlín, la sede de los juegos, sino en Breslau.

              Este es Jesse Owens en Los Asesinatos de Breslavia. El verdadero era más  flaco

Antes que todo deberíamos hablar de por qué motivo estas olimpiadas fueron tan significativas. Como parte del castigo de Alemania, al acabar la Primera Guerra Mundial, se prohibieron competencias deportivas internacionales en suelo germano. Para 1931, los adelantos científicos, intelectuales y sociales de la República de Weimar levantaron el castigo a la nación alemana y se decidió que los juegos de 1936, tanto de invierno como de verano, se celebrarían en Alemania.

El problema fue que con el ascenso de Hitler al poder la imagen de Alemania como una sociedad progresista y liberal se desvaneció. Los campos de concentración para disidentes, la creación de un estado policiaco, las purgas y la persecución sistemática de los judíos y otras minorías, llevaron a varios deportistas y organizaciones deportivas a hablar de buscar otra sede o boicotear las olimpiadas. España, por ejemplo decidió celebrar sus propios eventos bajo el título de la “Olimpiada Popular” que tendría lugar en Barcelona ese verano del ‘36.

Para Hitler y su gente esto era un golpe tremendo ya que planeaban unas olimpiadas que demostrarían la superioridad física de la raza aria.  Cuando el Conde Baillet-Latour, presidente del Comité Olímpico vio los carteles antisemitas y los letreros en las tiendas judías que prohibían a los arios a comprar ahí, le dijo al Fuhrer que eso era inadmisible. De ahí que veamos en The Breslau Murders como se limpian escaparates y se retiran afiches en contra de los judíos. Aunque con eso no limpiaba las mentes de los breslavianos de una judeofobia que el Reich llevaba tres años inculcándoles.

                      Limpiando letreros antisemitas de los escaparates

Hubo otras formas en que la Alemania Nazi siguió llevando al cabo su programa de expulsar a los judíos de la vida civil teutona. Uno de ellos fue purgar el equipo olímpico de atletas judíos. No pudieron hacer eso con los equipos extranjeros aunque algunos países, como Italia, no mandaron judíos “para no ofender al Fuhrer”. En otros casos, los mismos deportistas eligieron no ir como un modo de protesta. Aun así muchos judíos ganaron medallas como el boxeador francés, Victor Perez,  y el campeón olímpico de esquí Bronislaw Czech. Ambos morirían en Auschwitz.

Fantasilandia Nazi

Donde la serie se cae como fruta podrida, es en su descripción de la sociedad alemana de 1936. Hay tantos errores que tal vez se entienda que Podolsky no comprenda lo que está pasando en su país y en su ciudad, pero le resta verosimilitud al relato.

Me sorprendió descubrir que Los asesinatos de Breslavia está inspirada en Muerte en Breslau del autor polaco Marek Krajeswki. Como no la he leído no puedo hablar de plagio, pero por reseñas y sinopsis veo que se han aprovechado algunos aspectos tanto en la creación de Franz Podolsky como en la recreación sociohistórica de Breslau .



En ambos Noirs breslavianos observamos una ciudad de provincia en la que se sienten las pisadas de un totalitarismo que va a cambiar las reglas del juego. Hay dos estratos sociales: una aristocracia añeja, caduca, depravada y hedonista. Por otro lado tenemos un lumpen compuesto por criminales, prostitutas, igualmente corruptos y degradados.

                  Las zorras de la "alta" amigas de Lena

Entre estos dos mundos se equilibra el investigador que  se siente como  “los de abajo”, pero que está atado a los de arriba. En el caso de Eberhard Mock de Krajewski por su mentor el Barón von der Malten. En el caso de Podolsky, por su matrimonio con una aristócrata vienesa.

El problema es que la trama es convincente en la novela de Krajewski porque tiene lugar en el primer año de los nazis en el poder. Todavía hay posibilidades de vivir como se vivía antes, todavía las garras del poder no lo han atrapado todo, todavía hay asombro en muchos cuando se tropiezan con ejemplos de cómo un régimen político puede cambiar su existencia.

En cambio The Breslau Murders usa de telón de fondo a los Juegos Olímpicos de 1936. Tanto ha cambiado Alemania que hay amenaza de que se boicotearan los juegos. Hay conciencia en el mundo civilizado que el Tercer Reich es un estado que reprime las libertades individuales, que inhibe la libertad de expresión, que ha prohibido sindicatos y huelgas y que persigue, encarcela y mata a quienes se le oponen. Por eso es que resulta absurdo que Lena y sus amigos vivan con tanta libertad y que Podolsky se niegue a entender los peligros que corren su gente, él ,y la gente que él pone en peligro. ¿Será embotamiento de borracho o acaso,  al intentar fusionarlo con el protagonista de la novela de Krajewski, la IA les falló?



Eberhard es un policía sin mucho amor por las reglas, que usa métodos a veces poco éticos, que bebe de más y gusta pasársela en prostíbulos. Ahí paran las similitudes con Podolsky.  Eberhard es un escalador social que busca estar siempre arriba y controlar su ambiente. No le molestan los nazis mientras no se metan con él y su único miedo es que el descubrir su pasado en la masonería pueda afectar sus posibilidades de acenso.

Tal vez esas diferencias sean las que expliquen la contradicción de Podolsky, su arrogancia estúpida, su desprecio por los métodos de la Gestapo cuando él los utiliza constantemente y a lo mejor, siendo Eberhard antisemita, eso explicaría el menosprecio que Podolsky exhibe hacia los judíos que se le cruzan por el camino. Incluso el Dr. Kracauer es nada más un instrumento y no duda en ponerlo en peligro.



Siguiendo con la incongruencia de la sociedad nazi de Breslau, examinemos a la misma SS. Aparte de Holzel personaje mejor perfilado del argumento no tenemos ningún subalterno que destaque en nada. Es como si no hubiese evolucionado Disney de los días de Hogan’s Heroes. Los Caballeros de Negro aquí siguen siendo estereotipos risibles: el forense mediocre; el ayudante robótico, el ex proxeneta y asesino que ahora quiere hacer una fortuna robándole a los judíos de manera legal (“¡Hitler es un genio!”).

Creo que ya deberíamos tener la madurez necesaria para saber que el Tercer Reich no estaba manejado por clichés cómicos. Los había ignorantes, oportunistas, y ex criminales, pero si toda la cúpula nazi hubiese sido una manga de rufianes ignaros y estólidos, no hubiesen conquistado Europa.

Otro toque interesante es el entusiasmo de las clases humildes por las políticas del Fuhrer que queda en evidencia cuando Los Podolsky comen con la cuñada de Franz y el sobrino. Es una comida desagradable donde Lena intenta saltarse  las rencillas familiares y las diferencias sociales compartiendo con el joven su amor por la poesía. Todo para que Franz, celoso, la degrade exponiéndola como tan impúdica y tosca como él.



Antes del show del pepino (ecos de Jennifer Jasón Leigh en Fast Times at Ridgemont High), la cuñada ha expresado su agradecimiento y admiración por Hitler, un hombre de clase humilde, que entiende a los pobres. Este panegírico irrita a Los Podolsky, no porque sean opositores al régimen, sino porque es un agregado más a una cena incomoda y soporífera.



Sin embargo, es importante entender el espíritu de la época y la aceptación de gente que, al no ser judíos ni de izquierda, celebraron las políticas nazistas. Basta ver en Babylon Berlin la miseria en que vivían los obreros y sus familiasejemplarizado por el piso ruinoso de Charlotte Ritterpara ver lo que el gobierno nazi hizo por esa gente.



Durante del Tercer Reich, se construyeron edificios para las clases trabajadoras, con apartamentos más amplios, más limpios, dotados de baños. Todo un lujo. Aunque se acabaron los sindicatos y el derecho a huelga, la inmensa masa de desempleados consiguió trabajo , más o menos digno. El gobierno instituyó varias agencias para aliviar las necesidades de los más pobres. No es de sorprender entonces que el pueblo recibiese con alborozo a HItler y cerrase los ojos a la represión que exigía el vivir un poco mejor.

Medicina en el Tercer Reich

La aparición del forense mediocre que reemplaza al Dr. Kracauer, podría haber sido un momento para explicar que en la Alemania Nazi, las ciencias, incluyendo la medicina, habían sido depuradas de elementos judíos. Eso incluía la psicología de Freud (tan admirado por Inga Eissmann) tal como las teorías del criminólogo Cesare Lombroso.

Sin embargo, esta fue la gran época de la medicina forense alemana. Para los médicos nazistotalmente carentes de éticatodo cadáver, fuese de un comunista fusilado, un judío gaseado o un niño ario con problemas mentales, servía para experimentos. Se les despezaba en honor a la medicina nazi que buscaba respuestas para el comportamiento criminal del muerto tal como motivos para explicar sus políticas étnicas o evitar la procreación de seres inferiores. Un verdadero forense de la SS hubiese querido llevarse el cuerpo de Blumenstein para examinarlo.



Lo que la serie nos enseña fue un tema ya explorado en  otros shows como Charite,  World on Fire y hasta en El Cisne Dorado. Ese miedo que existía en el Tercer Reich hacia las enfermedades fuese las ulceras de Himmler o una alguna tara familiar que pudiese ser heredada, era real y terrible.



 Debido a eso, Los Holz han ocultado la patología de su único vástago. Lo de Jurgen solo lo conocen sus padres y su psiquiatra, la freudiana Inga Eissmann.  Lena también necesita terapia, y su narco dependencia ya no pasa del “uso social de drogas”  Podolsky se define como borracho, ¡Qué bonita familia! ¿Así quieren encargar un hijo?

                                                Jurgen Holz

Polacos y Gays: La anti diversidad de los nazis

Tratándose de una serie polaca debería haber más énfasis en la animosidad que había entre Polonia y Alemania. Apenas tenemos una visita del embajador a Breslau para amenazar con boicotear las olimpiadas. Vemos a la delegación olímpica metiendo bulla en las calles de la ciudad y arrastrando a Franz, ya borracho, a su francachela que está salpicada de insultos hacia los alemanes y los nazis.

                                La delegación olímpica polaca

Nos preguntamos si Podolsky sobrio  los hubiese seguido y hubiese cometido el faux pax de ponerse el blazer del equipo. Ni hablar de vomitarle las botas a Himmler. Para el espectador lego, esto es solo una manifestación de gente basta e ingrata con el buen recibimiento que se les ha dado , por hipócrita que este sea.

                      Himmler vino a Breslau a ver a Podolsky vomitar

Hubiera sido interesante que se hablase de los planes de Hitler para Polonia expresados en Mein Kampf. Estos abarcaban su deseo de apoderarse de la nación polaca incrustada en el rumbo que el Tercer Reich se había trazado para su Lebensbraum, la ampliación de la nación aria hacia el Este. Con eso se entendería el odio polaco y el desprecio teutón.

Tenemos el conflicto eterno en Silesia entre germanos y eslavos, pero esta serie de tramas aglomeradas no llega a explicar bien como ese conflicto ha adquirido tonos dramáticos en el Tercer Reich. Cuando Ágata Holz expresa su desprecio por la inferioridad racial de Franz Podolsky asume el espectador lego que se trata del descrédito que merece un policía tan desprolijo y poco amigo del reglamento no de un racismo que se ha vuelto política de estado.

Nunca se llega a entender que las políticas raciales del nazismo contemplaban un triple genocidio: judíos, gitanos y eslavos y que casi se llevó a cabo. De ahí mi indignación cuando se mal usa el término “genocidio” para definir la tragedia de Gaza.



Sabemos que en el paraíso hitleriano no había cabida ni para el multiculturalismo ni para la pluralidad y en eso entraba en juego una lucha en contra de las libertades sexuales de la república de Weimar desde transgéneros que circulaban públicamente en drag hasta revistas y cine pornográfico que era considerado artístico. De eso hablé en mi reseña del documental ElDorado.

Los nazis no se tragaron el adjetivo “artístico”. En l famosa quema de libros del 33, junto a los tratados de Freud y la poesía de Heinrich Heine, ardieron libros y revistas consideradas “pornográficas” por los nazis. Los transgéneros que en el previo gobierno se habían inscrito en las comisarías para poder salir a la calle, vistiéndose de acuerdo al sexo que creían pertenecer, se encontraron ahora en una peligrosa lista negra.

                             Destrucción de revistas de caballeros

Barens no miente cuando le dice a Podolsky que acabará junto a “comunistas y sodomitas” en un campo de concentración. Para 1936, Buchenwald, Dachau y otros campos cuyos nombres vivirán en la infamia, tenían como prisioneros a disidentes (muchos de ellos judíos) ,criminales comunes y los que caían bajo la Ley de Vagancia, léase un lumpen de mendigos, homeless, alcohólicos, drogadictos y lo que se conocía como “desviados sexuales”.

Desde la subida de Hitler al poder que la vibrante diversidad sexual alemana cesó de existir. No solo los gays eran arrestados, sus espacios como bares, restaurantes y cafés también fueron clausurados. por eso es que resulta absurdo que en Breslau exista un café donde todavía frecuentan homosexuales en busca de pareja.

Aunque no habría tanta persecución de lesbianas como de homosexuales y trans en el Tercer Reich, desde 1936, el campo de detención de Moringen comenzó a recibir a lesbianas muy notorias bajo el cargo de ser “antisociales”. Ahí es donde Holz espera mandar a la psiquiatra de su hijo. Ya Inga llama la atención por vestirse de varón.



La serie nos deja en claro quiénes son los enemigos del Reich: comunistas, homosexuales, polacos/eslavos y, por sobre todo, judíos. De estos últimos hablaré la próxima semana.

5 comentarios:

  1. I started King and Conqueror last week, it is watchable, but nothing pretty in it, costumes,colours, sets, nothing is pleasing for the eye, sadly, the producers have no artistic vision and I struggled to remember who is whom, as they are Godwins and Emmas kids, but Emma is vile and fugly here LOL And Marsan is such an ugly man, it is disturbing to watch him. Hope it gets better later on. They all talk and behave very modernish, which pisses me off to no extent.

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    1. I keep on tagging you with Breslau because i want you to watch it.we don't know when K&C will come to Amazon, glad you found it watchable. Yes, the modernism in speech was something critics have noted.

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    2. Nobody is torrenting Breslau nor any of such non English shows, and even if they did I probably would not watch it as I rarely watch WW2 shows, I still have Transatlantic somewhere in my folder LOL and a few others. I did finish secunda temporada or SAS Rogue Heroes and liked it less than the first season because Jerry OConnell dominated this one and he chose to speak with such weird voice in it which I found very disturbing and unpleasant so it took away some joy of watching it. There were award deserving digressive episodes in it, though, and my husband Gwilym Lee is always a balm for the eye and other organs....

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    3. Jack not Jerry, not that I do not like Jerry as well and his lovely wify whom I am currently watching Wednesdays in Star Trek Strange New Worlds

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    4. I’m surprised because Breslau is a Disney production, and it has been shown in Disney channel throughout Europe. It has subt. In English and Spanish. I know, sad, because I’m very much into European History between 1920-1960 and now I got my son Ernesto into it. He loved Breslau and is now into Babylon Berlin. Transatlantic was a shame, even for Netflix standards. You know, Netflix and Steven Knight have something in common they destroy projects, they FU actors like dear Jack. I hated Rogues.

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