En su primera
parte, Eldorado What the Nazis Hate ha intentado darnos una visión del Berlín de
Los 20 y de su permisiva cultura en lo referente a las costumbres sexuales. Se
enfoca en tres personajes tan diferentes que su único vínculo en común es su
orientación sexual y su afición al cabaret ElDorado. En los últimos cuarenta minutos, el docudrama
repasa muy brevemente como el nazismo destruyó la Cultura de Weimar y a estos
personajes.
Parte de la propaganda
nazi era un repudio a la cultura de Weimar , su falta de censura y de límites
en lo que respecta a conductas sexuales. Ese fue un motivo para que los
votantes conservadores llevasen al Partido Nazi a una victoria total en enero
de 1933. Asentados en el Reichstag, y tras haber obligado al Mariscal von Hindenburg,
jefe de gobierno, a compartir el poder
con Adolf Hitler, los nazis emprendieron la tarea de “limpiar “a Alemania de
una homosexualidad que asociaban con la corrupción judía.
Bares como
ElDorado fueron clausurados, revistas y otras publicaciones pornográficas
fueron quemadas públicamente dejando de existir. Ya no se filmaron cintas con
explicaciones científicas sobre el drama de no ser heterosexual y no se
hablaría por cuarenta años más sobre la posibilidad de eliminar el Párrafo 175
del código penal germano.
El final de
Magnus Hirschfeld y su Instituto
La primera víctima
fue el Instituto para el Estudio de la Sexualidad. Unos días en el poder y ya
los nazis habían caído sobre el edificio rompiéndolo todo, quemando la
cuantiosa biblioteca y golpeando a los que encontraron ahí dentro. Por mucho
tiempo se creyó que habían matado a Dorothea Rich, una de las pacientes
transgénero de Magnus Hirschfeld. Por suerte el director no se encontraba en
Alemania. Tras visitar Rusia y descubrir que el estalinismo no veía con ninguna
simpatía a la Gente Queer, Hirschfeld se dedicó a dar conferencias por el mundo.
La llegada de los
nazis al poder lo encontró en Suiza. Hirschfeld decidió sabiamente no regresar.
En realidad, no me da mucha lástima. El docudrama no se explaya sobre la vida
personal del gran sexólogo, pero consiguió sacar parte de su fortuna de
Alemania lo que le permitió instalarse en un lujoso apartamento en Niza,
mientras en Berlín su fiel amante y su hermana Richa luchaban por proteger lo
que quedaba del Instituto.
Para cuando Karl
Gries, cargando los pocos libros que lograron rescatar de la biblioteca, llegó
a Francia Hirschfeld se había conseguido un amante más joven, un estudiante de medicina
chino . El Profesor esperaba que formasen un menage a trois. A Gries no
le quedó más remedio que aceptar, pero parece que buscó otro consuelo puesto
que el Escuadrón del Vicio parisino lo sorprendió en un baño público con otro
homosexual. Karl fue expulsado de Francia.
Karl Gries se
instaló en Praga. Magnus Hirschfeld no vivió mucho tiempo en el exilio, ya que
falleció en 1935. Tuvo más suerte que muchos en su entorno. En Praga, Karl;
inició una relación con un abogado judío llamado Karl Fein. Cuando los alemanes
ocuparon Checoslovaquia, Gries se suicidó. El licenciado Fein murió en
Auschwitz. Richa, la fiel hermana de Magnus Hirschfeld, fue deportada al “Ghetto Modelo” de Theresienstad
donde murió.
Las cosas no
fueron fáciles para Charlotte Sharlaque y Toni Ebel tampoco. Siendo ambas judías
ahora, su único camino era la inmigración. Partieron hacia Checoeslovaquia.
Unos años más tardes, Brno donde vivían se convirtió en parte de Eslovaquia,
nación títere del Reich. Charlotte, judía de raza y extranjera, era la que corría mayor peligro. Fue arrestada
y la amenazaba un viaje a un campo de los que no se vuelve. Toni solicitó ayuda
del cónsul estadounidense que consiguió la liberación de Charlotte y una visa
para Suiza.
Toni Ebel
permanecería en Brno. Aunque fue arrestada varias veces por la Gestapo, sobrevivió la guerra. Se trasladó a la
Alemania del Este donde solicitó y recibió una pensión como Victima del
Nazismo. Vivó de eso y su pintura hasta el fin de sus días. En San Francisco,
su pareja se dedicó al teatro , nadie nunca cuestionó su género. Toni y
Charlotte tuvieron un final feliz, no así los otros protagonistas de esta
historia.
La Caída de
Ernst Rohm
El inicio del Tercer
Reich tiene a un Ernst Rohm en la cúspide del poder, se pavonea sintiéndose
intocable. No se percata que cercano a él hay fuertes enemigos. Rohm ha creado
en sus S.A. un paraíso para las amistades masculinas lo que puede o no llevar a
relaciones entre el mismo sexo. Predica que el superhombre nazi trasciende las ataduras
heterosexuales, estimula una camaradería que tiene a sus subalternos encerrados
en un paraíso de machos donde todo lo hacen en conjunto.
Para Heinrich
Himmler, líder de las SS, las connotaciones homoeróticas del estilo de vida de
los S.A. son alarmantes . Van en contra de su propósito, aumentar la raza de superhombres, algo que
solo puede hacerse vía matrimonio y relaciones heterosexuales. Himmler comienza
a intrigar en contra de su rival. Convence al Fuhrer de que Rohm no solo es un
bochorno para el régimen, sino que además las S. A. están planeando un golpe de
estado para sacar a Hitler del poder.
Será en lo que la
historia conoce como La Noche de los Cuchillos Largos que perecerán Rohm y sus
S. A. Fue ejecutado junto con muchos de sus hombres durante esa purga. Otros se
unieron a las victoriosas SS. Los con récord gay tuvieron dos alternativas:
casarse y procrear hijos o acabar en campos de concentración. Lo que había sido
una masacre para acabar con elementos disidentes cercanos al gobierno, es
explotado por los nazis como una cruzada moralista que pretende acabar con
depravados que quieren pervertir a la juventud aria. De ahí se desatará una
caza de brujas en contra de los gay.
Una falla del
documental es que apenas se detiene en la persecución de la población homosexual.
Habla un poco de que algunos acabaron en campos de concentración, donde fueron
elegidos para las peores faenas y el peor trato. Aunque se alude a la
castración como una vía para que los gays pudiesen purgar sus “malos hábitos”, no hablan de los experimentos barbaros a los
que fueron sometidos. De alguna forma, Eldorado perpetua el silencio y desinformación
sobre el trato de la comunidad LGTB alemana bajo el nazismo.
La Ordalía de
von Cramm
He dejado para el
final el caso de Gottfried von Cramm, una historia trágica, con un final semi
feliz. En 1932, el Barón von Cramm se convierte en el campeón de tenis de Alemania.
En 1933, gana los dobles mixtos en Wimbledon y en 1934 el Abierto francés
(Roland Garros). Pronto será reconocido en el mundo entero por su atractivo,
por su pasión por su fair play y su caballerosidad en la cancha.
Los nazis babean
por él. El Barón es un digno representante de la belleza aria y un orgullo para
el deporte del Tercer Reich. Como con Rohm, están dispuestos a olvidar los pecadillos del
atleta puesto que solo los conocen sus íntimos.
Gottfried von Cramm se niega a unirse al Partido o ser un instrumento de
propaganda de un régimen que desprecia. Por el contrario, vocaliza su repudio
en entrevistas en el extranjero sobre el error de los nazis de obligar a
jóvenes a hacer el servicio militar en años que deberían ser dedicados al
deporte. También habla en contra de impedir que ciertos deportistas alemanes
representen a su país cuando su único “pecado” es ser judíos.
No solo es el
mundo del deporte el que segrega a los judíos. Manasse está desempleado, las
puertas del teatro y el cine se le han cerrado. En 1935, decide macharse a Portugal Como a los judíos
se les prohíbe salir del país con mucho dinero encima, el actor le entrega su fortuna a su amante con
la condición de que, en cada viaje al extranjero, Gottfried le haga llegar parte de ese dinero.
Von Cramm lo hace ignorante de que está bajo a vigilancia de la Gestapo.
1937 será un año
decisivo en la vida del tenista. En El Cairo ha conocido a Bárbara Hutton, “la
mujer más rica del mundo”. La heredera del Imperio Woolworth es también la más
desgraciada . Está casada con un golpeador, el Conde von Reventlow. Conocer a
alguien tan guapo y caballeroso como el Barón von Cramm la deslumbra. Gottfried
no tiene tiempo para otras mujeres. La suya ha solicitado el divorcio. En la
serie nos dicen algo muy tonto que Lisa se ha cansado de que su esposo prefiera
el deporte antes que a ella. En realidad, se ha enamorado de un jugador de
hockey llamado Gustav Jaenecke que será su segundo marido.
Manasse se ha instalado
en Paris. El plan es que Gottfried y él se reúnan, pero los nazis tienen otros
planes. En abril 1937, el Barón cena con su familia en su castillo ancestral
cuando llegan agentes de la Gestapo a buscarlo. Lo interrogan acusándolo de
haber tenido tratos con un prostituto que lo ha delatado. Indignado, Gottfried
exige un careo con su acusador. Como todo es una faramalla de la Gestapo, se le deja en libertad.
Von Cramm no correrá
con tanta suerte en 1938 cuando vuelve a ser arrestado. esta vez la acusación
es más grave e involucra a Manasse. No solo el tenista ha tenido relaciones
sexuales con un judío además lo acusan de haberle suministrado ayuda económica,
lo que es un delito en la Alemania nazi. Aconsejado por sus abogados, el Barón
reconoce haber tenido un fling con el judío. Sitúa ese encuentro en la
época después de su luna de miel cuando descubrió que Lisa le era infiel. En
estado vulnerable se dejó seducir por el actor. El dinero es parte de pago por
una extorción “de un judío solapado”. Lo más importante, Gottfried admite haber
tenido un relación física, pero que no pasó de masturbación mutua que no es
considerado crimen en el tercer Reich
Aun así, el Barón von Cramm es condenado a un año de prisión
que debe servir en el campo de concentración de Rollwald. La noticia se filtra
al extranjero y causa consternación en la comunidad deportiva internacional.
Llegan rumores pavorosos. Von Cramm ha sufrido un colapso nervioso y está
internado en una clínica, incluso se rumora que ha muerto. En Estados Unidos,
varios deportistas, incluyendo al famoso
pelotero Joe DiMaggio, firman una
petición solicitando la excarcelación del tenista. Barbara Hutton, ahora
divorciada, intenta conseguir a través de Edda Ciano, la libertad de Gottfried.
Quien tiene más
suerte, es la madre del prisionero. La Baronesa von Cramm se entrevista con Göring
que, preocupado por las repercusiones
internacionales del caso, ordena la libertad del Barón. Gottfried es invitado
por el rey Gustavo de Suecia a ir a recuperarse en Estocolmo. Después el
tenista parte a Londres dispuesto a participar en el torneo de Wimbledon, pero una claque de fascistas que regula el
deporte inglés le impide
participar argumentando que es un criminal convicto. Gottfried von Cramm no
volverá a competir ni siquiera en Alemania sino hasta la posguerra.
Es reclutado por
la Wehrmacht al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Su condición de ex reo le
impide ser oficial. Es la caótica situación en el Frente Oriental la que lo
coloca al frente de un batallón que sustenta cuantiosas bajas. Casi congelado, Gottfried es enviado a la retaguardia y luego expulsado
del ejército, durante la purga hitleriana de militares de la nobleza. Esto
salvará su vida.
Es en la época
que Gottfried von Cramm se acerca a grupos militares que buscan derrocar a Hitler.
Por invitación del Rey de Suecia viaja a Estocolmo en varias ocasiones llevando
mensajes de la resistencia alemana. Según la Princesa Marie Wassiltchikoff en
sus famosos Diarios de Berlín, tras el fallido atentado de von
Stauffenberg, el tenista se ofreció para matar a Hitler.
Von Cramm Redux
El final de la
guerra encontró a Gottfried von Cramm vivo y dispuesto a rehacer su vida. En un
país criminalizado en la imaginación universal, era uno de los pocos hombres
respetables y limpios del estigma del nazismo. Se dedicó a restaurar el tenis
en Alemania, volvió a ganar y volvió a competir en el extranjero. Al mismo
tiempo inició un próspero negocio de importación de algodón desde Egipto.
En 1955, le cumplió el sueño a Barbara Hutton
convirtiéndola en Baronesa von Cramm. Un matrimonio que, como todos los de la millonaria, duró poco. Gottfried
sobrevivió encolumne un segundo divorcio y continuó su vida hasta que un
accidente automovilístico en Egipto la cortó en 1976. Hoy es recordado con
respeto y admiración en los anales deportivos mundiales.
Hay algo que el
documental cuenta sobre el Barón von Cramm que no me cuadra, no sé si será por problemas
de traducción o falta de datos, pero no he podido corroborarlo en ningún otro
sitio. Supuestamente, en 1951, von Cramm solicitó de las cortes de la Alemania
Federal una limpieza de nombre que implicaría tanto borrar su prontuario como
recibir una compensación por la calumnia.
La docuserie nos
dice que tanto Lisa como Manasse estaban dispuestos a testificar a favor de su
antigua pareja. Lisa y su ex marido habían seguido en contacto. Durante la
guerra cuando la residencia de ella había sido bombardeada, fue Gottfried quien
la ayudó a trasladarse a otro lugar. Los periódicos alemanes comentaron en 1951
el retorno al país de Mannase Herbst. De acuerdo con varias fuentes, había
estado viviendo en Israel (murió en Florida) y se había casado. En declaraciones
a la prensa, el ex actor habría dicho que volvía a agradecer al Barón por su
ayuda a salir del país durante el gobierno de Hitler.
Reitero, busco
información sobre esa causa legal y no la encuentro. La docuserie dice que von
Cramm fracasó en su intento de hacer desaparecer su prontuario. Algo
comprensible. En la Alemania Federal hasta 1967, la homosexualidad era un crimen
que ameritaba cárcel. A menos que Lisa y Mannase cometiesen perjurio, no había
modo de anular la sentencia y periodo de encarcelamiento de Gottfried von Cramm.
Las Lesbianas
en Weimar y el Tercer Reich
Una carencia que
el espectador puede percibir en Eldorado es la ausencia de lesbianas
como tema, algo que ilustra la actitud confusa contemporánea hacia el convertir
a ese grupo en víctimas del nazismo. Aunque desde el Siglo XIX se intentó
normalizar el amor sáfico y promover su aceptación en la sociedad germana,
nunca fue criminalizado ni hubo sanciones legales en contra de las relaciones
entre mujeres.
Debido a eso las
militantes no percibían su lucha como parecida a la de varones homosexuales o
transgéneros. Eso no quitaba que publicaciones dirigidas a lesbianas
solicitasen la abolición del Párrafo 175, pero existía cierta segregación. Locales
como Eldorado abrían sus puertas a todos los géneros, pero varios clubes de
lesbianas solo admitían mujeres.
El Tercer Reich
acabó con revistas, clubes y organizaciones de lesbianas, pero ni se las arrestó
ni torturó. Para los nazis, las lesbianas eran mujeres “ extraviadas” que
perfectamente podían poner sus cuerpos al servicio del nazismo pariendo niños
arios.
Muchas lesbianas se
‘reinventaron’ usando esa excusa, casándose e incluso abrazando el nazismo.
Otras como la cantante Claire Waldoff se retiraron al campo donde vivieron sin
ser molestadas. Otras, en cambio, siguieron militando y colaborando en grupos
de resistencia antinazi. Ese fue el caso de la pionera de los derechos lésbicos,
Charlotte Hahm, quien fue arrestada por distribuir propaganda comunista y en
1943 fue enviada a Ravensbruck de donde milagrosamente regresó. .
La inclusión de
mujeres gays entre las víctimas del nazismo es motivo de disputa entre historiadores
del Holocausto y sus colegas LGTB. Los primeros dicen que las lesbianas
ejecutadas o enviadas a campos de concentración, eran judías, o Roma, o
disidentes. Su arresto no se debió a su orientación sexual. Es por lo que hay
monumentos a víctimas del Holocausto en Alemania (y en Isael) que incluyen a
los homosexuales, pero no a las mujeres gay. A pesar de este descuido, el documental
es un principio de conversación más que adecuado sobre el trato de los nazis a
minorías y sirve para ilustrar a heterosexuales sobre como el conglomerado gay
fue también blanco de la brutalidad nazista.
Queda una
pregunta en el aire. ¿Qué motivó este backlash social? ¿Como la gente aceptó
cambios tan drásticos que afectarían a gran parte de la población? En la
primera media hora, el documental medio responde esa duda. La cultura gay fue
un fenómeno urbano que no se esparció ni por pueblos ni zonas rurales donde la
población era más religiosa y conservadora.
Nazis destruyendo publicaciones consideradas pornográficas
Estos cambios
vertiginosos alarmaron a esa población, tal como a sectores conservadores
urbanos, El ver atacadas todas sus instituciones más sagradas (familia,
religión, moral) hizo que la población se
volcase a movimientos de derechas que ofreciesen proteger esas instituciones. Lamentablemente, entonces el movimiento más
activo en combatir cambios sociales era también el más totalitario. La ironía
es que el movimiento nazi no salvaguardó ni familia, ni religión ni moral.
Weimar Ayer y…
¿Hoy?
No voy a ponerme
a buscar paralelos entre Weimar y nuestra sociedad actual. Todo ser pensante
los ve. Tampoco voy a jugar a Casandra y pronosticar una hecatombe como la
iniciada en Alemania en 1933. Basta leer el periódico, intercambiar opiniones con
gente que observa lo que ocurre, incluso lo que a ustedes les parecerá ocioso,
examinar nuestras fuentes de esparcimiento y encontrar en ellas agendas que
provocan diferentes reacciones en diferentes grupos.
En mi acera veo
un auge del antisemitismo, una reacción antinmigrante latino, hasta medidas que
afectan los derechos que tanto nos costaron conseguir a las mujeres. Todo eso
me afecta directamente. Otros grupos ven otras amenazas. Entre el panel de
historiadores que componen El Dorado, esta Morgan M. Page , la escritora trans,
quien alude a esta situación y hace una pregunta estremecedora “si esto
volviese a ocurrir, ¿dónde podría yo huir?”. Es una pregunta que me hago yo. Si
miramos más allá de nuestras fronteras, la situación no se ve más halagüeña.
Morgan dice que
la comunidad gay alemana gozaba de los mismos derechos que ella goza hoy en
día. Se equivoca. No ha habido sociedad moderna que alcanzara el nivel de
derechos LGTB que ha alcanzado la nuestra. Aun así, lo más cercano fue la
Alemania de Weimar, por lo que un retroceso hoy en día sería más preocupante en
términos de envergadura y porque su miembros estarían más expuestos.
Otro detalle que
descubrí gracias a Eldorado fue que en Alemania estaba prohibido el
crossdressing fuera de espacios privados o públicos como determinados cabarets.
Quien andaba en drag por la calle era arrestado. Magnum Hirschfeld le encontró
una solución legal. Procuró para los transgénero un carnet que estipulaba que
el portador estaba en proceso de recibir cirugía de cambio de sexo. Gracias a
ese carnet, se normalizó ver en Berlín hombres vestidos de mujer.
Sin embargo, los portadores
del carnet estaban inscritos en las comisarías berlinesas. Cuando comenzó la
caza de homosexuales, estas listas cayeron en manos de los nazis tal como otros
documentos que identificaban a la población LGTB oficialmente. Es como para
desear haber tenido un perfil más bajo. La libertad de expresión va más allá de
la palabra, por lo tanto, debe usarse con discreción y responsabilidad, porque
las libertades no son eternas. Al menos esa es una de las moralejas de El
Dorado: Everything the Nazis Hate.
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