Aunque Isobel y Mary todavía lo llevan dentro, Los Grantham
se quitan el luto abriendo Downton para un fin de semana con invitados. La
comitiva incluirá a Dame Nellie Melba, una duquesa, un pillo y un violador. "Downton Abbey" elige una incómoda manera para volverse más oscura.
Los invitados
Un lugar común del mundo aristocrático ingles son los
famosos fines de semana en alguna aristocrática propiedad campestre (country house).
Downton Abbey no es la excepción a la regla y en 1922 se acaba el duelo por
Matthew con invitados del weekend. Entre ellos llega Lord Illingham, un antiguo
conocido de la infancia de las Crawley. Consigue hacer reír a Mary, le da consejo
sobre como bregar con los impuestos y la hace hablar de Matthew.
Lamentablemente, Green su criado no tiene el don de gente de su amo.
Mary y su nuevo pretendiente (pbs.org) |
Edith consigue que Michael Gregson venga a La Abadía, a
conocer a su familia. El editor se encuentra casi tan fuera de su elemento como
el pobre Branson al que le imponen el deber de atender a una atildada Duquesa.
También viene en el “House Party” un tal Mr. Samson que Robert conoce de vista
de su club y un jovencito que coquetea con Lady Rose.
Branson en sociedad (corksandcakes.com) |
Las primeras víctimas
Carson está histérico. Solo tiene para atender a todos los
invitados a Barrow, Alfred, Jimmy, y dos mucamas (invisibles, porque ni a la
hora de comida aparecen). Es la cuarta parte del staff con el que solía contar
antes de la guerra. Haciendo malabares con un frasco de mermelada, Jimmy se
tuerce la muñeca. Para colmo, la noche en que Dame Nellie Melba, la más famosa
cantante de su tiempo debuta en el salón, a Mrs. Patmore le viene un pre-infarto.
Faux Pas de Robert
(au.tv.yahoo.com) |
Es absolutamente maravilloso ver a la neozelandesa Dame Kiri
te Kanawa (a la que tuve el privilegio de ver y oír en “Manon Lescaut” en El
Metropolitan el siglo pasado) la mejor voz de la opera contemporánea dando vida
a la australiana Melba, la mejor voz de la opera de comienzos del siglo XX. El
único problema es que tanto el mayordomo como su amo se mantienen apegados a
prejuicios decimonónicos que dictan que una tiple no puede alternar con la
aristocracia.
Carson se horroriza ante la idea de que una cantante cene en
la misma mesa que Lady Cora. Le hace saber a His Lordship que la invitada de
honor cenará en su cuarto. A Robert le parece una estupenda idea. A las que no
les parece tan buena idea es a su mujer, a su madre, y a su consuegra.
Cora, Isobel (que ha hecho un esfuerzo de salir de su
melancolía para venir a escuchar a Melba) y Lady Violet se escandalizan al
saber que los criados han encerrado a la diva en su cuarto en espera de su
actuación. Apostrofan airadamente a Lord Grantham y su mujer lo castiga obligándolo
a sentarse al lado de Melba. Robert se sorprende al descubrir que la soprano es
una gran conocedora de vinos y no encuentra el castigo tan desagradable.
Otro ejemplo de esta cerrada jerarquía es el modo en que tratan
al Dr. Clarkson. El medico del pueblo tampoco tiene derecho a sentarse con Condes y
Duquesas y debe asistir al concierto de Melba en compañía del servicio doméstico.
La clase alta inglesa, en general, consideraba que todo el
que tuviera que trabajar para vivir (aun los profesionales) eran criados y se
les trataba con la misma distancia. Por eso Lord Grantham no se siente cómodo con
Michael Gregson, menos con la idea de tenerlo de yerno, y hace lo imposible
para no hablar con el editor.
La ironía es que e Conde ha traído a esa selecta velada a
Mr. Samson del que solo sabe es miembro de su club. Samson resulta ser un
jugador de cartas y estafador profesional. Michael, solo por estar cerca de su futuro
suegro, acepta unirse a Robert y otros incautos en una partida en la que el
tahúr los despluma. Robert está desesperado. No solo ha perdido una fuerte
cantidad, además teme el regaño de Cora. Eso le pasa por esnob.
Los que salvan el día
El Señor Moseley ha encontrado trabajo de repartidor de alimentos, pero Mr. Carson le tiene una sorpresa. Reemplazará a Jimmy ese fin de semana. Moseley acepta, pero se siente degradado. Así se lo hace saber a Lady Violet que se alegra al verlo de nuevo en La Abadía.
Con Mrs. Patmore fuera de combate, sus ayudantas no se sienten capaz de preparar el postee. Entra Alfred, el aspirante a chef, quien se encarga de satisfacer el paladar de Crawley e invitados con un perfecto mousse.
Otro gran salvador resulta ser Michael Gregson. Es el único en la partida de naipes en notar que Samson hace trampas. Lo convence en darle la revancha durante el concierto (¿es que solo el Dr. Clarkson e Isobel aprecian la buena música?). Durante el juego, el novio de Edith hace trampa y le gana a Samson. Le ordena que le pague devolviéndole los pagarés que le han firmado sus victimas de fin de semana y le ordena que se marche. Así Gregson queda de gran señor al regresarles sus pagarés a los deudores que incluyen al padre de su prometida. Robert queda encantado con la caballerosa actitud de Gregson.
Tom Branson es obligado a alternar con la alta sociedad,
mete la pata sin querer y termina diciéndole a su suegro que es inútil intenta
convertirlo en “uno de ellos”. Tan deprimido está el pobre ex chofer que baja
la guardia con Lagarta Edna y otra vez se la doncella se le mete en el cuarto…
Este a sido el capitulo más controversial de la temporada.
Aunque no exenta de tragedias, “Downton Abbey” suele ser una serie serena, de
atmosfera gentil salpicada de pequeños conflictos domésticos. La inclusión de
un acto criminal altera esa serenidad y ha provocado muchas criticas el
episodio en que Anna es violada por el lacayo de Lord Illingham. Aunque era
obvio que el hombre estaba interesado en la doncella de Lady Mary, sin importarle
que fuera casada, resultó totalmente imprevisto su ataque.
Aburrida con el concierto de Melba, Anna baja a buscar un
vaso de agua. “Mr. Illingham” la encuentra en la cocina sin testigos y se
propasa con ella. Cuando Anna rechaza sus avances, el hombre la golpea, la arrastra
hasta la alacena y la viola. En aras del buen gusto, los productores decidieron
no hacerlo muy grafico y solo oímos los gritos de la Señora Bates haciendo eco
en un piso desierto.
Igual fue un shock, tanto para nosotros como para Mrs.
Hughes, el ver a Anna con el rostro golpeado y la ropa desgarrada. Aterrorizada
de que Bates mate a su violador, Anna suplica silencio. Nadie ni el Dr.
Clarkson deben saber lo ocurrido. Aun así, Bates entra en sospechas al ver a su
mujer con moretones en el rostro y vestida con un antiguo uniforme del ama de
llaves.
A pesar de que es un twist novedoso, y que el ultraje sexual
siempre ha sido una lacra que asecha a las empleadas en el servicio doméstico,
me resulta chocante que hayan elegido esa avenida para crear sombras en el
Matrimonio Bates y establecer el gran conflicto de esta temporada. La violación
no es un tema común en estas horse-and-hound
sagas y muchos preferiríamos que no volviera utilizarse. Tal vez me hubiera
sido más fácil de asimilar sino le ocurriera a Anna que ya ha sufrido tanto.
Este episodio me recordó dos capítulos de UD, “A Change of
Scene” y “The Bolter”. En el primero, James Bellamy acompañado de su mayordomo
Hudson, van a asar un fin de semana en Sommersby Park, propiedad de Lord
Newbury. También hay una sensación de incomodidad y esnobismo debido a que los
Newbury han invitado a Max Weinberg, un millonario judío. Lord Gilmore, otro
invitado, le susurra a James “es como
almorzar con tu sastre”. Pero es el judío quien le hace ver a James la vacuidad
de su clase. El Capitán Bellamy regresa a Londres decidido a casarse con Hazel,
secretaria de su padre.
El segundo episodio tiene lugar poco después de la boda de
James y Hazel. Van a Sommersby Park porque James quiere presentar a su mujer con
sus amigos. La nueva Mrs. Bellamy se siente tan fuera de sitio como Tom
Branson. Gracias a los esfuerzos de Diana, esposa de Bunny Newbury y ex de
James, Hazel termina siendo humillada públicamente. Para colmo es acosada
sexualmente por otro invitado, pero sin un desenlace trágico como el de Anna.
Tres estilos de 1922. La Duquesa sigue apegada a un estilo
pre-Gran Guerra, pero Cora y Rose van a la última moda. El largo de las faldas
llega al tobillo, subirá en los próximos años hasta llegar a la rodilla en
1925. El estilo de zapato en boga es el MaryJane, pero las puntas del calzado
de Rose son más redondas que las de su prima.
Este capítulo me dejó mal sabor de boca por el hecho de que Anna ha sido violada y la reacción muy fría a mi parecer de la señora Hughes. Debe ser la flema inglesa y la época...pues vaya. Confieso que le he cogido animadversión últimamente a Bates, no me parece trigo limpio.
ResponderEliminar¿Eres aficionada a la ópera? La única que he ido visto ha sido Turandot en el Liceo de Barcelona, me gustó mucho la experiencia, aunque mi bolsillo prefiere los conciertos de música clásica.
No encontré muy fría a Mrs. Hughes. Lo que pasa es que no sé como debió actuar. Fue un shock muy grande y Anna exigiendo silencio, no te da mucho tiempo para consolarla y llorar con ella. Lo que me heló la sangre fue que Annatuviera que darle las buenas noches al maldito violador. Qué terrible. Bates me cae mejor ahora que al principio que era tan santurrón. ¿Tu crees que el mató a…? Yo creo que fue Mr. M.
ResponderEliminarSoy aficionada a ciertas operas: Carmen y Manon Lescaut son mis favoritas. Por suerte en NY, hay dos compañías de opera. Una mas barata a la que nos afiliamos un año. Ahí vi/oí Carmen, Turandot, Los Puritanos, El Amor por 3 Naranjas, y dos operetas, La Viuda Alegre y Sweeney Todd. El Met es caroo, pero me di el gusto y lujo de una gala. Dame Kiri, Placido Domingo, Puccini y yo con vestido de coctel y tomando champaña en vasitos plásticos. Ultra glamoroso como Cher en “Moonstruck”.
Es una pena que en España sea cara la opera, porque es un gusto ver las representaciones, sobre todo si le ponen una escenografía diferente. La Carmen del Lincoln Center era en España de los 30’s y Don José era un Guardia Civil con tricornio.