La segunda Temporada
de ”Isabel” llega a su fin en 1492, el año en que los judíos fueron
expulsados de España. Es un tema al que los cineastas le temen y sobre el que todavía
debaten los historiadores. Ha sido valerosa la actitud de la serie de RTVE que
desde La Primera Temporada ha puesto en el tapete el tema de los judíos y de
los conversos. ¿Pero se ha falseado algún detalle histórico en el afán de
preservar la imagen de Isabel la Católica?
Debemos mirar este tema con cierta distancia. Debemos tener en mente nuestro
presente con los problemas de refugiados, inmigrantes legales e ilegales y el
surgimiento de movimientos que quieren expulsar a segmentos de la población
(sean moros, latinos, gitanos o esa pobre etnia muslime que ha sido desterrada
de Myanmar) por no parecerse a ellos. Pero también tomar en
cuenta el contexto histórico donde ocurrieron los hechos.
El problema judío
en España obedecía a variadas circunstancias. Los judíos habían llegado a la Península
con los romanos, quizás antes si vamos a creer que la legendaria Tartessos era
la Tarsis bíblica, pero no fue en días
de los Reyes Católicos cuando por primera vez
se les vio como extranjeros indeseables. Anterior al Siglo XV ya habían
sufrido masacres y persecución que los hicieron buscar otros sitios de
residencia.
La llegada del cristianismo
a Roma impuso leyes especiales a los judíos, tanto en Italia como en las provincias romanas.
Los judíos de Hispania las acataron sin protestar. La invasión visigoda tampoco
presentó problema mientras los reyes se adhirieron a la herejía arriana. Una
vez que aceptaron el cristianismo ortodoxo, en el reinado de Recaredo en el
Siglo VII , la cosa cambió.
Dícese que las
persecuciones comenzaron como reacción a que los judíos convertían a sus
esclavos a su fe. Se les prohibió tener esclavos o sirvientes cristianos, se
les prohibió circuncidar a sus hijos, se les prohibió casarse con cristianos, y se les prohibió relacionarse con judíos
conversos. Eventualmente se les prohibió practicar su fe.
Los castigos eran
pavorosos; hoguera, lapidación, castración para el circuncidado y para quien lo
circuncidase. Hubo también una fuerte campaña de vigilancia a los conversos.
Finalmente, durante el reinado de Egica,
se les confiscó los bienes y se les
convirtió en esclavos de facto, incluso arrebatándoles los hijos.
Tanta tortura solo acabó con la invasión árabe a la Península. La crueldad de
los visigodos nacía de una necesidad de demostrar que eran buenos cristianos, más papistas que el Papa, puesto que ningún
otro país en la Baja Edad Media generaba leyes tan injustas y rígidas en contra
de la población judía.
Egica instituyendo leyes contra los judíos |
Pero tampoco se
crean que todo fue paradisiaco en el Al-Andaluz. Nuevamente es el celo
religioso el que propicia masacres y persecuciones.Llos almohades, los
puritanos del Islam, invadieron Andalucía
a fines del siglo XII. Aunque bajo los reinos taifas, los judíos habían vivido
en un clima de relativa tolerancia, también estaban sometidos a impuestos
especiales y periodos de intransigencia. Sin embargo, bajo los almohades las comunidades hebreas andaluzas
fueron prácticamente exterminadas.
Las conversiones forzadas y el martirio que se
sometía a quien no deseaba abrazar el islam, provocaron éxodos masivos a reinos
cristianos del Norte de España, a África y a Provenza. El mismo fanatismo
almohade sería su debilidad ya que le daría fuerza los cristianos para derrotarlos
en el campo de batalla y reconquistar así todo el territorio que todavía estaba
bajo el dominio de los moros. Solo el
Reino de Granada permanecerá hasta 1492 en manos musulmanas.
Los judíos se establecieron
en Castilla y Aragón creando prosperas
comunidades. Mas su auge incitó la envidia y el recelo del pueblo y del bajo
clero. Este rencor derivaría en masacres periódicas a lo largo del siglo XIV
culminando en la más pavorosa, y que
realmente diezmó a la judería española, en 1391.
Matanzas de 1391 |
Varias son las
razones para esta masacre que comenzaría en Sevilla, para pasar luego a Córdoba
y de ahí subir por Castilla y extenderse hasta Aragón, e incluso al reino
independiente de Navarra. Oficialmente provino de una campaña de conversión masiva iniciada
por un clérigo menor llamado el Arcediano de Écija, pero la furia y crueldad
del pueblo no obedecía solamente a razones religiosas.
He mencionado el
recelo con que se veía la ascendencia de algunos judíos, su predominio en áreas
como el préstamo y el comercio, pero también existían razones políticas. A los
judíos se les vinculaba con el bando de Pedro, el Cruel, quien tras haber sido asesinado por su medio
hermano había pasado a ser un ente negativo tal como sus seguidores.
Prestamistas judíos |
Fue la nueva casa
reinante, los Trastámara, la que impondría
ropajes distintivos para que los judíos fuesen reconocidos y segregados. Isabel
no inventó tal medida y vale decir que en el reino musulmán de Granada también
los judíos estaban obligados a llevar esa insignia que tanto ofende a Abraham Senior
en la serie.
Toda persecución
étnica nace del miedo y de la
ignorancia. El pueblo no solo creía que
los judíos habían matado a Jesús y que se negaban a aceptarle como el Mesías,
sino que además toda su religión era un antítesis del cristianismo y que todos
sus textos sagrados hacían escarnio de la verdadera fe y de Jesús y sus enseñanzas.
Tales acusaciones
pueden resultarnos absurdas ya que tales textos precedían el nacimiento de Cristo
por varios siglos, y el único compilado después de la aparición del
cristianismo, el Talmud, no se ocupa de
Jesús más que en un par de citas (y eso en 63 tratados que, dependiendo de la edición talmúdica que se
consulte pueden ocupar entre 22 a 30 tomos) que no alcanzarían a llenar media página. Pero anda tu a explicarle eso a un alfarero
que ni sabe leer. Mas fácil es ir matar al judío, robarlo y, de paso, vender a su mujer y a sus críos como esclavos a
los moros granadinos, que así se hizo en
Sevilla
Por otro lado se
creía que los judíos eran duchos en magia negra, que hacían pacto con El Coludo
y que practicaban ritos monstruosos tales como mezclar sangre de niño cristiano
en la masa para la Matzah (el pan ácimo), profanar hostias y crucificar niños
como se les acusó en el sonado proceso del Santo Niño de La Guardia (1480). Un
proceso muy raro porque no hubo denuncia, no hubo cadáver ni siquiera se supo
nunca quién era tan misterioso niño. ¿Pero si la Inquisición, compuesta por
varones ilustrados, daba pie a
semejantes patrañas qué se podía esperar del pueblo?
El gran cataclismo
del Siglo XIV fue La Peste Negra. El vulgo necesitaba de una explicación a
tanta mortandad. Más que nada necesitaba de un chivo expiatorio. En España,
como en otras partes de Europa, los
pogromos se sucedieron durante o pasadas las epidemias acusándose a los judíos
de envenenar pozos, y propagar plagas (en el caso del Niño de la Guardia se
creía que los judíos buscaban provocar una epidemia de hidrofobia). Se decía que los judíos no contraían el mal
como sus vecinos cristianos lo que no es cierto. Y si menos judíos perecían sería
porque tenían hábitos de higiene que
alejarían las pulgas portadoras del mal. Esa era su magia.
Afligidos por la bubónica |
Judíos quemados en Estrasburgo por creerlos culpables de la Peste Negra |
La masacre de
1391 fue perjudicial para la comunidad
judía que decreció demográficamente. Hubo masivos éxodos, conversiones forzadas,
y muchos judíos prefirieron irse al campo, temerosos de las persecuciones en
las zonas urbanas. Esto sirvió para agrandar ciertos predios rurales como
Teruel en Aragón. Los judíos dejaron de figurar en el mundo del comercio y de
la banca. Los cristianos ahora se dedicaron a ser prestamistas y el comercio quedaría
en manos de los conversos.
Es ley natural que si se extirpa algo ha de
llenarse el vacío con otro algo. En este caso, el problema judío fue reemplazado por el
problema converso. El pueblo que había hecho tanto para obligar a los judíos a bautizarse
ahora los vería con desconfianza. Sobre todo porque amparados en su nuevo
estatus religioso, los conversos adquirirán
poder, riqueza y privilegios. Las autoridades y el gobierno sospechaban de la
fragilidad de la fe de los nuevos cristianos y
temían a la influencia de los judíos sobre los conversos y sobre su manera de practicar la religión.
El padre de
Isabel, Juan II de Castilla, había traído a la corte a muchos conversos y
también había relajado (después de la masacre de 1391) algunas de las medidas
antisemitas. Se permitió a los judíos recuperar algunas sinagogas (otras se
convirtieron en iglesias), se les devolvieron sus libros sagrados, se cerraron
los ojos ante quienes no portaban la distintiva rodela bermeja en su ropaje. En
1432, la corona castellana devolvió la autonomía
a la comunidad judía, el derecho a practicar su religión y leyes, y se aceptó
que, en el reino, existiera un
colectivo que no fuera cristiano.
“Isabel” nos mostró lo parcial que fue Enrique
IV con los judíos y con los conversos. Aunque la comunidad judeo-castellana
nunca recuperaría su antiguo esplendor, se fue reconstruyendo lentamente.
Enrique también traerá a conversos a su corte. el caso más reconocido por serie
e historia es el de Andrés Cabrera. La serie ha escogido a este personaje, interpretado por Jordi Diaz, para representar a la comunidad conversa de la
época.
Da risa ver a Pacheco
usar insultos raciales en contra de Cabrera cuando él era descendiente directo
de Ruy Capón, el tesorero judío de la reina Urraca de Castilla, y su mujer, Maria de Portocarrero, descendía de la legendaria Paloma, esposa
judía de Alonso Enríquez y tatarabuela de Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico.
Pacheco y los autores de la serie pueden
olvidarlo, sus descendientes tendrían ese recordatorio siempre colgando sobre
sus cabezas como espadas de Damocles. Otra ironía es que los nietos de Pacheco
y Cabrera se casarían por lo que el Marquesado de Moya, el titulo más elevado
que Isabel le concedió a Andrés, pasaría a ser propiedad de los Villena. (Hoy
pertenece a sus descendientes , los Duques de Alba).
La expulsión de
los judíos cuyo mayor propósito fue alejar su presencia contaminante para los nuevos
cristianos crearía un problema mayor y es que, tal como dice Cabrera a su
mujer, pronto serán los conversos los perseguidos. Aun así, nada en la historia
de este prodigioso personaje nos hace pensar, como lo retrata la serie, que
estuviese descontento o temeroso por las medidas isabelinas en contra de los
conversos, pero seria normal que se preocupase.
Había un miedo creciente—tanto
en la comunidad eclesiástica como en la corona— de que la presencia
judía afectase la religiosidad conversa y que la debilitase, lo que era visto
como una deslealtad a la nación. Quizás tenían razón. Es más que posible que
quien es obligado a abandonar sus creencias y adoptar las ajenas termine o
volviendo a su antigua fe o creyendo… en nada. Ambas posturas eran anatema en un
mundo donde la religión era símbolo de patriotismo y de ideología política.
En ese entonces (y
es casi una contradicción visto el odio popular hacia conversos y otros de
origen hebreo) judíos y cristianos
convivían hombro con hombro. Vivían cristianos dentro de las aljamas judías y
había amistades entre ellos. Llegaban al
punto que, como cuenta el hispanista
israelí Haim Beinart, había cristianos que compartían las fiestas del Año Nuevo
judío con sus vecinos o algunos eruditos que asistían a sermones de grandes
rabinos. Eso era preocupante, puesto que la Inquisición encontraría judaizantes
aun dentro de órdenes religiosas tal como la de Los Jerónimos.
Algo que me ha
sorprendido de esta sociedad es que como los judíos de sinagoga enfrentaban el
problema converso. Si bien muchos los repudiaban y veían como traidores, otros
los seguían visitando y recibiendo en sus casas. Algo que hoy no se vería en comunidades de judíos
ortodoxos. Lo normal es un repudio al converso, lo vi en el caso de mi madre, y
su familia no era particularmente religiosa. Es esa convivencia judeo-conversa la
que preocupaba a las autoridades y a los reyes que convirtieron a las aljamas
en verdaderos guetos. Solo así lograron segregar a la población judía de la
conversa y de la cristiana.
Por otro lado hay
que ver qué llamaba la Inquisición “Judaizar”. Nuevamente tenemos que meternos
en la mentalidad de la época. Judaizar seria lo que hacen hoy muchos
matrimonios mixtos que celebran las navidades con sus parientes católicos y la
pascua judía con los judíos. En esa época eso era herejía, como también lo era
abstenerse de tomar alimento en periodos de ayuno del el calendario hebreo o circuncidar
a los hijos. Después, había costumbres arraigadas que sin ir en
contra de la religión católica, eran vistas como resabios del judaísmo: no
comer puerco ni crustáceos, mudarse de ropa en sábado, bañarse el viernes, que
la casada no compartiera cama con el marido estando en sus días, etc.
Como muchas
personas obligadas a convertirse no tenían claro que es lo que iba en contra de
su nueva religión, los que se oponían a la implantación de la Inquisición en
Castilla como Fray Hernando de Talavera (que venia de familia conversa) abogaban
por la catequesis. Pretendían acabar con el problema informando e ilustrando a
los nuevos cristianos para la práctica de una religión más ortodoxa. Pero tales
esfuerzos fracasaron. El Tribunal de la inquisición encontró más falsos
conversos que buenos católicos. A veces se encuentra a ambos dentro de una
misma familia como ocurre con los Susón en “Isabel”.
Otra ironía de
este cuento es que mientras, la Inquisición quemaba gente por doquier o fabricaba
casos en contra de judíos como lo del Santo Niño de la Guardia, la reina seguía
prometiéndole a sus súbditos judíos que estaban bajo su protección. Ya vimos
que se hacía atender por el médico judío Lorenzo Badoz. Se han encontrado
cartas de judíos a parientes en Italia y el Imperio Otomano ensalzando la
gestión de la reina. Algunas cercanas a la fecha del Edicto de Expulsión.
Quienes hemos
seguido las sagas de Tudores y Borgias, tenemos una imagen clara de la Europa
de entonces. Un mundo sin piedad donde luchas por el poder e intrigas se
sucedían, y los amigos de ayer se tornaban en enemigos de hoy. Sin dejar que la
objetividad nos ciegue a la inhumanidad de muchos de los actos de Isabel,
también hay que tomar en cuenta el escenario histórico donde tienen lugar.
La razón
principal para la expulsión de los judíos es que eran un obstáculo para el
proyecto en común que era la razón de vida de Isabel y Fernando, la creación de
un imperio donde pueblo y corona debían pensar igual, tener los mismos
intereses y soldarse en una misma fe. Los judíos, porfiados y taimados,
negándose a convertirse, demostraban ser un elemento foráneo incapaz de acoplarse
a las reglas que gobernarían la incipiente nación. Dado el caso, los judíos podrían volverse un elemento hostil.
Isabel había
visto las debilidades de su hermano Enrique y no quería repetirlas. Hay
historiadores modernos que rechazan el antisemitismo popular como un motivo
para el Edicto de Expulsión, pero sería ingenuo pensar que no tuvo influencia
en la decisión de Los Reyes Católicos. Había presión por parte del populacho,
había presión por parte del clero y muchísima presión por parte del Papado. Como
recuerda Chacón, la Península ibérica es el último bastión de los judíos en
Europa, se les había expulsado ya de la mayor parte de Occidente.
Inglaterra expulsó a sus judíos en días de las
Cruzadas y estos no regresarían sino hasta el siglo XVII. Los que vimos la
malhadada “Knightfall” sabemos que Felipe, El Bello sacó a los judíos de
Francia al comienzo del Siglo XIV. En ese mismo siglo se les expulsó de Hungría.
Maximiliano de Austria, consuegro de los
Reyes Católicos, expulsó a los judíos de Austria, en 1496. En la Europa cristiana, el único
reino que nunca expulsará a los judíos será Polonia. Es importante enfatizar
este hecho para comprender que la mentalidad europea estaba cien por ciento a favor
de la expulsión de los judíos. Que Isabel y Fernando serian elogiados por su
edicto, que nadie levantaría una palabra en contra de esas expulsiones sino
hasta el siglo XIX y eso en el mundo Protestante y angloparlante.
No sé si será por
eso por lo que me disgusta un poco el retrato de judíos y conversos en
“Isabel”. Los muestran como si efectivamente fueran un peligro. Lo vemos en el
caso de la conjura de los Susón, que tiene bases históricas, pero que ocurrió
en Sevilla y no como lo describe la serie. Diego Susón no fue movido por el
asesinato del hijo, y Susana nunca fue
dama de Isabel. En eso los tres historiadores que asesoran la serie concuerdan.
Hubiese sido imposible que una judía o conversa fuese dama de la corte.
“Isabel” confirma
y perpetua los prejuicios contra los judíos que el imaginario popular español contempla hasta en estos días. Cuando una
turba asalta la casa de Diego Susón, y
degüella a su hijo, pequeño, él está
contando monedas. La muerte del niño, la poca asistencia de sus vecinos, y el cartel
en su ventana que lo tilda de “Marrano”, lo convencen de volver a su antigua
fe.
Hasta atado en la
hoguera, Diego Susón se niega a
arrepentirse y acaba echando una maldición sobre quienes lo ajustician. Poco
después la peste que Susón ha invocado hace presa de la ciudad. En resumen los
judíos se la pasan contando dinero, no son buenos cristianos, y mas encima les echan brujerías a los que si
lo son.
Los estereotipos
negativos continúan en el personaje de Andrés Cabrera. En la vida real, y las crónicas
nos lo afirman, no tuvo Isabel mejores ni más fieles criados que su mejor
amiga, su compañera de juegos, Beatriz de Bobadilla y el esposo de esta, Andrés
Cabrera. Nunca hubo una queja en contra de ellos. Ni siquiera por el hecho de Beatriz
de traer a su tocaya al palacio y a la
cama del rey, que fue obra de Beatriz de Osorio y no culpa de su tía.
Andrés Cabrera y su esposa Beatriz de Bobadilla |
En cambio, la
serie nos muestra a Cabrera receloso de las acciones de su reina. “Vuestra Amiga”
le dice a Beatriz y por eso se pone a sisar como criada de zarzuela. Cuando le
preguntaron a Teresa de Cunillera,
miembro del panel de asesores-historiadores de la serie, la muy ladina, en vez
de contar la verdad, se salió por la tangente diciendo que seguramente que Andrés
Cabera había traicionado la confianza de su soberana.
Si, Doña Teresa,
el ser humano es abyecto y donde hay y donde no amarran las manos…pero creo en
la honestidad de Cabrera por una sencilla razón. Si por algo ha pasado Andrés
Cabrera a la historia es por su prodigioso acenso en la corte. De ser un don
nadie, y mas encima converso, acumuló
títulos, tierras y monedas de oro. Todo legítimamente habido y recibido como regalo
de Su Señora Reina. ¿Iba entonces Cabrera a ensuciarse las manos por un puñado
de maravedíes y arriesgarse a perder el aprecio de Isabel?
Como dice la
historiadora, había en Segovia resquemor
en contra de Cabera y su suegro, pero no tanto por su condición de converso,
puesto que a Maldonado, quien se alzó en su contra, lo apoyaba la facción de los Arias, otra
poderosa familia conversa segoviana. Lo que ocurre es que nunca se le perdonó a
Cabrera su pasada al bando isabelino.
Alcazar de Segovia |
Pues veamos como
fueron los hechos. La sustitución de Maldonado por Don Pedro de Bobadilla como
Alcaide del Alcázar de Segovia era
sabida y ratificada por la reina. Maldonado y sus alzados asaltaron el Alcázar
estando la Princesa de Asturias en su interior, no así Los Cabrera. Andrés
andaba cumpliendo encargos de la corona. Beatriz estaba de visita en
Tordesillas con la reina que las amigas no podían pasarse separadas mucho
tiempo. Será Cabrera quien mande noticia de la revuelta.
Enterada del
peligro que corre su hija, Isabel parte al Alcázar en compañía de Beatriz.
Según dice Nancy Rubin, en Isabella Of
Castille: The First Renaissance Queen, Isabel le promete a Beatriz que ha de castigar
a los culpables. Es como si hubiesen afrentado a los Cabrera también.
Antes de llegar a
Segovia se les une Cabrera. Los alzados no los dejan pasar exigiendo que Beatriz
no entre y que se destituya al Alcaide. De hecho, la prohibición de los alzados de que
Isabel franquease las puertas era precisamente porque no querían a Cabrera en
el Alcázar.
Esto enfurece
a la soberana que les responde, y cito
de El
Alcázar de Segovia de Eduardo Oliver-Copóns: “Decid vosotros a esos caballeros y ciudadanos de Segovia que
yo soy la reina de Castilla y esta ciudad es mía y me la dejó el rey, mi padre,
y para entrar en lo mío no son menester
leyes ni condiciones…y que se dejen de hacer escándalos y alborotos en mi
ciudad…” y entra por donde quiere y acompañada de los Cabrera.
Algo que no nos
muestra la serie es que Isabel que era totalmente badass y gran diplomática, se entrevista sin guardia con los
sublevados en el patio del Alcázar; les escucha las cuitas; les promete una
investigación; destituye a Don Pedro y
pone en su lugar a Chacón.
Dos días más tarde, anuncia que no hay ningún cargo en contra de
Bobadilla o Cabrera, que todas las acusaciones son infundadas. Saca a Chacón de
su puesto, restituye a Andrés y todos contentos.
Porque ya la reina hizo su investigación y aun así no ha castigado a ningún
sublevado (eso de tirarlos por las almenas es totalmente fábula de la serie).
La justicia de
Isabel equipara a la de Salomón. Maldonado se ha dado a la fuga, Isabel le
confisca los bienes y se los da a Cabrera.
Isabel era muchas cosas, tonta
no. Si hubiese tenido alguna duda sobre la honradez de su mayordomo no lo
hubiese cubierto de honores.
¿Pero qué nos muestra la serie? Cabrera malversa fondos, establece
impuestos irregulares, abusa de su poder
y pone en peligro a la princesa. Isabel tiene todo el derecho a verse decepcionada,
de estar furiosa, de sentirse
traicionada. Amenaza a los Cabrera-Bobadilla con su justicia a su vuelta de Arévalo.
Pero como con los planes de La Beltraneja de desbaratar el matrimonio de su
primo, este episodio es olvidado por los guionistas.
Lo próximo es que
Beatriz de Bobadilla ha traído a la corte a la sobrina a calentarle la cama al
rey y luego en el sitio de Granada, vemos a Cabrera batiéndose valientemente y
a su mujer casi perder la vida. ¿Y ese episodio del Alcázar fue olvidado? A lo
mejor lo olvidaron en la serie, lo olvidaron los libretistas, pero el televidente
permanece con la impresión de que Cabrera es persona desleal y poco de fiar.
“Isabel” ha caído
en un cliché de la ficción moderna. No supo retratar a los judíos , los
personajes son acartonados no llegan al público.
No es culpa de Isabel ni de RTVE. La BBC (con la excepción de “Downton Abbey” y
“Call the Midwife”) es repugnante en su manera de presentar a los judíos. Basta
ver” McMafia”, a la que ahora le van a dar una segunda temporada. Pero esperaba
más de “Isabel” precisamente por la valentía de los escritores al tratar el
tema.
Hubiese deseado
algún personaje judío más positivo, más querible, más recordable. Lo más
cercano fue Lorenzo Badoz, el ginecólogo de Isabel, quien atendió todos sus partos,
menos el primero, salvándola la vida a su soberana y a dos princesas en alumbramientos
riesgosos y que prefirió el exilio antes de renunciar a su fe.
En mi próximo
blog, D-s mediante, hablaré del Edicto de Expulsión y de sus consecuencias, que hasta hoy afectan la relación entre
españoles y judíos. Recuerden que pueden ver las dos temporadas completas (y pronto la Tercera) por UnivisionNow.
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