“Carlos, Rey
Emperador” no es “ Isabel”, no esperes encontrar en ella lo que
encontraste en la serie anterior, aunque si lo encontrarás. ¿Suena a
contradicción? Es que la vida de este rey fue todo una contradicción como lo
fue su época. Prepárate a entrar en un mundo que es un caleidoscopio de
colores, de vestuarios, de nombres históricos, de villanos y santos. ¿ Qué se puede decir de
un relato que salta de la Inglaterra Tudor al México de Cortes? En donde Francisco I(Alfonso Bassave) juega a los
tronos entre lascivia y mendacidad, donde San Francisco de Borja (Víctor
Clavijo)ama en silencio a una emperatriz, donde las reinas se embarazan de sus
hijastros, y los emperadores preñan a
sus abuelastras.
Interpretado por
un excelente Álvaro Cervantes, Carlos aparece primero como un adolescente
desgarbado y desorientado, que habla español con fuerte acento alemán y que
llega a Castilla a enfrentarse a una corte intrigante y a un país hostil. Lo
peor será un encuentro con una madre demente (Laia Marull)cuyo desamor ha
marcado su psiquis hasta el punto de que el joven rey teme casarse para no
tener un matrimonio como el de sus padres.
Puede que la
situación de Carlitos nos recuerde a su abuelita llegada a Segovia dejando
atrás una madre orate en Arévalo. La diferencia es que la enfermedad mental unió
más a las Isabeles, y la futura reina católica no tenía poder alguno. Carlos
tiene todo el Power. El no es Sansa, él es Daenerys y como tal aplasta levantamientos
como el de los Comuneros. ¿No es magnífico que una Pacheco sea la lideresa de
esos guerrilleros? Pasan los siglos y Los Pacheco siguen picaneando a Los Trastámara-Austria.
En su rol de
tirano, Carlos dispone matrimonios a diestra y siniestra principalmente el de
su hermana Leonor (Marina Salas) a la que ha separado de su verdadero amor,
Federico del Palatinado, para casarla con su tío político el anciano rey de Portugal,
Manuel, el Afortunado (Joan Crosas).
Leonor encuentra un poco de felicidad en amores con su hijastro, el futuro rey
Juan III (Tamar Novas). Al morir Manuel, Juan hace una oferta formal a Carlos
por la mano de Leonor a la que ha embarazado. Pero el rey-emperador ya
contempla usar a su hermana como cuerda para amarrar al vejete traidor del
Condestable de Borbón (Alberto San Juan).
Aunque tal
matrimonio no se lleva a cabo, Leonor dejará en Portugal a su única hija a la
que solo podrá recuperar en su vejez. Para mayor oprobio, Carlos casa a su
hermanita menor, Catalina (Guiomar Puertas) , con el hombre que ama Leonor. A
esta le tiene reservado un futuro más
negro, casándola con su archienemigo, Francisco de Francia, quien cubrirá a Leonor de humillaciones e indiferencia.
Es admirable que
los hermanos de Carlos le tengan tanta lealtad a un tirano que dispone de sus
vidas, y la de sus hijos como si fueran marionetas o como si fuera el Tommy
Shelby de “Peaky Blinders”. También es admirable del actor que no nos haga
odiarlo por esas arbitrariedades. Sobre todo porque él no practica lo que
predica. Carlos que llega mozalbete a
Castilla, ya dejó una hija bastarda en Flandes, y a poco de asentarse en su
reino, tiene entre las sabanas a nada menos que a Germana de Foix (Natalie
Poza), la viuda de su abuelo.
A pesar de que
llegué a shipear a ese par a rabiar ( a mí
me encantan las parejas disparejas) no tenían ninguna oportunidad de ser
felices, y eso que tuvieron una hija, Isabel. Yo no tenía ni idea.¡ Las cosas
que me vengo a enterar gracias a “Carlos”!
Sin embargo, Carlos
casará a su amante-abuela con otro señor y más encima la pondrá de casamentera
para que le haga propaganda y reciba a su mujer. Es que a pesar de sus
remilgos, Carlos ha de casarse y termina haciéndolo con Isabel de Portugal (Blanca
Suarez). Aquí sí que tenemos romance.
Carlos
enloquecerá de amor por la primita y le será fiel , en eso es mejor marido que
el Abuelito Fer, lo que se traduce en muchos embarazos. Si juzgamos por el
retrato que pintó de ella El Tiziano, la Reina-Emperatriz era bellísima. Blanca
Suarez no desmerece el papel demostrándonos que Isabel además de guapa, era
inteligente, capaz y gentil. La vemos ser una buena regente en ausencia del
marido, apoyar los esfuerzos de Fray Bartolomé de las Casas(Oscar Rabadán) por
ayudar a los nativos americanos, y hasta provocar la declaración de amor de un
santo.
Víctor Clavijo que tan bien me cayera en “La Señora”, es un
San Francisco de Borja adorable. Caballerizo de la reina, se convierte en su más
devoto siervo, compañero y consejero y quien la apoya en momentos difíciles—el
emperador solo viene a hacerle hijos—como cuando muere el pequeño Fernando.
En la vida real, San Francisco estaba casado precisamente con
una dama de Isabel, pero siempre le tuvo un gran cariño a su reina. Tras verla
en el ataúd hizo voto de ingresar a una orden religiosa si enviudadaba. Doña
Leonor convenientemente estiró la pata, y tras despedirse de sus ocho hijos, el
bisnieto del Papa Borgia ingresó a la Compañía de Jesús. De ahí saldría para la
tumba y para luego ser encumbrado en los altares.
Isabel era mujer
frágil, anémica, sufría de tercianas y un mal parto se la llevó. Enloquecido de
dolor, Carlos decide no casarse nunca más. Aun así, sigue casando hermanas y
después hijos. A una hermana la casa con un rey de Dinamarca y no vuelve a
verla, a otra la manda a Portugal, a Leonor la tiene como pelota de Castilla a
Portugal de Portugal a Castilla, de Castilla a Francia.
A la leal María (Laia
Costa) la manda a Hungría donde pierde
un esposo en el campo de batalla y pierde un país. Se aparece en Castilla con
los turcos pisándole los talones. ¿Y qué hace Carlos? Ni pasado el luto y ya la
quiere hacer reina de Escocia. Si Maria hubiese aceptado ella seria la madre de
Maria Estuardo y otro gallo cantaría, pero la reina viuda de Hungría se negó a
contraer nupcias de nuevo.
En cambio sí
acepta ser regente de los Países Bajos. Una tarea ingrata que cien veces intenta
abandonar, pero Carlos, no es tonto, sabe que puede confiar en esa hermana y en
su juicio. Carlos usa a sus hermanos como si fueran esponjas de cocina para limpiar
todo lo que ve sucio. Su trato del pobre Fernando alterna humillaciones con desconfianzas y acusaciones,
la mayoría falsas. Que los hermanos de Carlos le hayan sido tan leales asombra
sobre todo cuando miramos a las cortes de hoy en día donde reina la deslealtad.
Hablando de
cortes, Carlos tiene un mapa más grande que el de sus abuelos para esparcir a
sus novias reales. Los Reyes Católicos estaban construyendo un reino. Carlos es
soberano de un imperio que llega a otras costas y otros continente. A ratos me
marea porque de ver a Hernán Cortés peleando con la Malinche pasamos a Londres donde vemos descrita de manera condensada
la tragedia de Catalina de Aragón (Melida Molina) traicionada por su marido,
por su hermano, por un Wolsey que parece un tonel forrado en paño carmesí (¿dónde
quedaron el esbelto Gorrión Pryce y mi Sam Neill?)
Carlos visita a
su tía en Londres, después a tía Margarita (Mónica López) en los Países Bajos. La conmovedora viuda del Príncipe
Juan en “Isabel” y la comprensiva cuñada
de Juana la Loca en “La Corona Partida”
ahora rige lo que es Holanda y Bélgica, en
una corte famosa por su erudición (ahí se educó Ana Bolena) que luego heredará
su sobrina Maria. Margarita además le
hace a la política y junto a Luisa de Saboya traen paz que sus alborotados
parientes insisten en quebrar.
Luisa de Saboya,
hermosamente interpretada por Susy Sánchez,
es quien nos guía por los recovecos de la corte francesa donde manda su hijo Francisco
I. En “Los Tudors” y “Wolf Hall” Francisco era un traicionero y manilargo
truhan. Aquí es más o menos lo mismo, lo vemos cambiar de amante y esposa, ser
mecenas de Leonardo, y complotar y
traicionar a granel.
El pobre Carlos
ya no sabe quién es su peor enemigo: ¿El rey francés, el turco o los hombres
que ha enviado a conquistar unas Indias que no lo son? Finalmente reconoce que no se la puede con el
imperio, se lo deja a Fernando, (Eric Balbas) su hermano antes que agobiar a su
inexperto hijo con responsabilidades imposibles de cumplir.
Lo mejor de “Carlos”
es que no solo nos quedamos con esa imagen de un rey cansado, harto de su
empleo, jubilándose al monasterio de Yuste a seguir sufriendo de una gota que
le impide caminar (aun así siguió consumiendo alimentos a los que era adicto
como el arenque y las anchoas, ricos en sodio). No, también vemos la juventud de
su hijo, el otro gran rey de ese siglo.
A Felipe II (Marcel
Borras)lo hemos conocido como un gran villano en todas esas sagas isabelinas.
Hace una década, lo pusieron como un
memo manejado por el secretario, y obsesionado con Belén Rueda en “La Princesa
de Éboli”. Digamos que Felipe era eso y
mucho más. Lo vemos atrevido cantándole las cuarenta al padre, y delante de los
cortesanos, cuando el emperador lo conmina a abandonar a su amante, Isabel Osorio.
Como le recuerda
Felipe a su padre el desciende de una larga dinastía de hombres ojialegres y adúlteros.
Lo de Isabel durará hasta el tercer matrimonio de Felipe , esta vez con Isabel
de Valois (que para nada se parecía a la Leeza de “Reign”), pero eso no alcanzamos
a verlo. Si conocemos ese primer matrimonio obligado de Felipe con su prima
Maria Manuela de Portugal (Itxaso Arana), a la que ni en el lecho de muerte
podrá tratar sino con frio respeto.
Luego, Felipe se convierte en Rey de
Inglaterra cuando se casa con su tía Maria Tudor. Los Tudormaniacos estamos de
placem. Sin llegar al panegírico que Michael Hirst hiciera de nuestra Lady
Mary, “Carlos” trata con respeto, objetividad y veracidad, sin caer en caricaturas,
a la pobre Bloody Mary (Angela Cremonte)y a su relación con su esposo.
Felipe,
indirectamente, provocará preocupaciones a su padre sobre la sucesión.
Oficialmente, el heredero es su único hijo varón Carlos (Marc Abella), pero
este chiquillo es una bestia, loco, enfermizo y maleducado. Se atreve a acusar
al abuelo de cobarde y es altanero con Francisco de Borja.
Tanto el santo
como el emperador no pueden evitar compararlo con el noble y comedido Don Juan
de Austria (Marcel Villaespesa), el hijo ilegitimo de Carlos. La idea de legitimar
al bastardo y hacerlo rey rondó la cabeza del emperador y también la de muchos
hasta que Felipe II solucionó el asunto casándose dos veces más procreando una
tracalada de hijas y finalmente al futuro Felipe III. Pero eso no ocurrirá en
esta serie que acaba con la muerte de Carlos en 1548.
En comparación
con “Isabel”, la saga de un nieto le
gana en fastuosidad, escenografía y vestuario. Es realmente dinámica en ese
saltar de reino en reino, continente a continente. A muchos les mareará tanto
cambio y confieso que a mi me interesaba mas el juego de tonos europeo que la
visión de la Conquista. Hay una sola cosa que afea a “Carlos, Rey Emperador”, la
desigualdad actoral.
En “Isabel”, todos desplegaron unas dotes
histriónicas soberbias. A mí me ganó Rodolfo Sancho, al que hasta entonces
había despreciado como actor. No ocurre lo mismo en “Carlos”. No tengo quejas
de Álvaro Cervantes, ni de Blanca Suarez que se ve mejor actriz que en “Las
Chicas del Cable”, pero el rey francés que anda dando saltitos como bailarín de
ballet y el pobre Eric Balba. Amo a Fernando, ¡ pero que actor tan infame! Cada
vez que abre la boca parece un nene declamando una poesía el día del cumpleaños
del director de su escuela.
Aun así, esos son
bemoles superables, en cambio perderse esta serie de lujo es pecado para los
amantes del genero histórico, del period
piece y para todo Tudormaniaco que se respete. Ahora tienen la oportunidad
, los de la unión americana, de verla por UnivisionNow.
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