Han pasado más de
cuatro años y nos encontramos a Las Shollack en Los Sesenta, entremedio se ha
construido el Muro de Berlín y se está preparando el primer juicio contra los
SS en suelo alemán. Sin embargo, Monika, Helga y Eva, siguen sumergidas en líos románticos,
conflictos domésticos y enfrentamientos con esa madre tan entrometida.
Monika y Joachim
llevan un par de años de casados. Ahora ella se dedica a escribir sus Blues que
nadie quiere entonar. Una buena noticia es que por fin Monika vuelve a salir
encinta. Eva sigue casada con Jurgen Fassbender, pero hace su vida por su lado.
Luce una melena teñida de un rubio albino y maneja una galería de arte. Helga, cada día más parecida su madre , ahora trata
de controlar a su hija menor Fredericke y de gritonear a su pobre marido.
Inicia nuestro
cuento en la Navidad de 1962. Toda la familia se reúne en casa de Mamá
Shollack. Caterina está molesta porque nieta Dorli ahora tiene dos padres: Papi Freddy (el biológico) y Papi Joachim (el
padrastro), y no nos olvidemos de Papi Wolfgang
(el adoptivo). Helga que está en animo despótico ha querido hacerlo todo, pero se
le quema el pavo. A Wolfgang se le cae el árbol navideño. Deciden salir a comer
en un restaurante y Mama Shollack acaba arrollada por un bus.
Con su madre en
el hospital, Helga se hace cargo de la academia de baile y contrata a Armando, un argentino que dará lecciones de tango y
algo más. Freddy ha puesto un bar nuevo y la víspera de Año Nuevo los Marck van
a bailar ahí. En la pista, Monika y el padre de su hija vuelven a su antigua y
agitada rutina de rock. En la madrugada del primer día del 63, Monika pierde el
bebé.
Al medico se le
ocurre consolar a Joachim diciéndole que el embrión era defectuoso y por eso no
perseveró en el útero. Al neurótico escritor se le ocurre que él es el defectuoso
y cae en una depresión que lo lleva a abandonar sus novelas y retomar la
dirección de la fábrica de su padre. Ni él ni Monika me dan mucha lástima, pero
si mucha hartera. Lo tienen todo y se quejan
Eva lleva una
vida perfecta. A punta de chantajes ha conseguido que su marido le de todo lo
que desea: una galería de arte, dinero a raudales y completa libertad. Caterina
se entera y lo arruina todo. Intenta chantajear al yerno, el Profesor Fassbender
no se deja. Expulsa a Eva de su casa y de su vida. Caterina está feliz creyendo
que Eva, al menos, volverá con ella, pero su hija prefiere ser independiente.
El pasado y el
presente no quieren dejar vivir a las Shollack. Vemos una Alemania que a dos años
del alza del Muro de Berlín ha visto cientos de personas perder la vida
tratando de huir de la Alemania del Este. Se acerca el juicio de Frankfurt. La
primera ocasión en que Alemania juzgó a los guardias de los campos de
concentración. El juicio ha polarizado a la sociedad berlinesa y hay clientes
del bar de Freddy que expresan un antisemitismo que no se oía desde la guerra.
El músico los expulsa con violencia.
Al día siguiente,
Freddy encuentra su local vandalizado y una suástica gigantesca pintada en el
piso. Freddy se consigue un revolver, no duerme, está vigilando siempre, casi
paranoico, esperando un ataque. Finalmente se marcha a Londres que, a juzgar
por lo que vimos en Ridley Road, también es un hervidero de neonazis
Como Alemania,
Caterina se siente atrapada entre su pasado y su presente. Cuando se reencuentra
en la terapía con el padre de su hija menor, le dice dulcemente “tenemos una
nieta”, pero se abstiene de contarle que Dorli es hija de un judío. Ni Caterina
ni Fritz han dejado de ser nazis.
Eso se hará más
evidente en el encuentro de Mamá Schollak con Hannelore Ley (un velado retrato
de Lotte Lenya). La Reina del Kabaret ha vuelto a Berlín y quiere ganar Eurovisión.
Cree que Monika puede ayudarla. Caterina, que fue su admiradora en su adolescencia,
hace que Monika la traiga a cenar. Otra de esas veladas aparatosamente
catastróficas.
Hannelore explica
las razone de su exilio. Caterina la acusa de cobardía, de no haber compartido el
sufrimiento del pueblo alemán, de haberse paseado por un Berlín en ruinas tras
la Capitulación, en un jeep estadounidense (algo que hizo Marlene Dietrich) .
Caterina se pone como víctima lo que exaspera a la cantante que abandona la
mesa. Monika corre tras de ella, Hannelore le dice “no podemos escoger a
nuestros parientes, pero si somos responsables de cómo ello nos influencia”.
El despertar
sexual de Helga la lleva a despreciar al marido y a alejarlo hasta que debe
confesar su affaire. Luego de un vergonzoso enfrentamiento a puños con Armando,
Wolfgang toma la decisión más sensata y se pone a buscar a Hans que ha
desaparecido en la nebulosa que existe más allá del Muro.
El desprecio que
Eva siente por su marido la ha hecho arrogante y ciega ante el hecho de que sin
el apoyo monetario de Fassbender y la respetabilidad que le otorga ser a esposa
de Herr Doktor Professor pasa a ser nada. Fassbender requisa la galería
de arte y su pandilla bohemia la abandona. Vuelve a trabajar de enfermera, pero
sus ínfulas chocan con colegas y pacientes que ya conocen su historial de
prostitución. Consigue empleo de camarera. En su primera noche, por coquetear con un cliente, no se da cuenta
que le ha robado el dinero de propinas y el pago de los clientes. Acaba
durmiendo en un banco del parque.
El caso Monika es
más complicado. Su lucha por sobresalir en un mundo de compositores machos debe
ser postergada. Primero tiene que encontrar una solución a sus líos románticos.
Atrapada entre dos hombres, no acaba de comprender
a ninguno. Cuando Freddy le dice que se va a Londres porque Alemania no ha
cambiado y se siente igual que en 1933, Monika solo lo ve como un abandono de
parte del padre de su hija. Tan oportunista como su madre, Monika retorna a los
brazos de Joachim, pero su marido también parte en un viaje del que no se
vuelve.
La tragedia
colapsará a la menor de las Shollack. Freddy deberá regresar de Londres a
hacerse cargo de su hija y ayudar a Monika a reinventarse. Así cerramos 1963 y
aunque no hay mención de una secuela, los finales abiertos de las Shollack
invitan a un Ku’damm 66 o 68.
En honor a la
verdad, se necesita de otra temporada porque esta ha dejado que desear. Los
personajes se han debilitado, ha habido retrocesos. Matar a dos personajes
importantes no ha hecho madurar mucho a las viudas. Las Shollack parecen
mantis, devoran a sus parejas o los
sofocan empujándolos a huir de ellas. Esa no fue la intención detrás de la
serie original.
Contenido
Violento o Gory: Casi
todo ocurre fuera de cámara: la destrucción de la discoteca y un par de
suicidios. Lo más violento es la redada de homosexuales que organiza Wolfgang.
Contenido Sexual
y Desnudos: Aunque hay
muchas escenas eróticas de Helga y Armando no hay desnudos esta temporada.
Contenido feminista: Es triste, pero esta serie que tenía un
sesgo definitivamente feminista ha decaído mucho en ese aspecto. Seguimos
viendo a Las Shollack como chicas bobas e indefensas. Ahora en el umbral de la
treintena siguen haciéndole caso a mami o imitándola. Helga pierde amante y marido,
Eva pierde respetabilidad y acaba en la cárcel, y Monika, en su búsqueda de una figura materna, es estafada y acaba haciéndose cargo de una
empresa que despreciaba. Es como si todas, a punta de malas decisiones, renunciasen a su libertad de escoger.
Factor Diversidad: Armando finge ser argentino, pero es
italiano. La trama de Freddy nos lleva ver que el antisemitismo nazi sigue muy
saludable en 1963. Seguimos viendo la homofobia que existíria en Alemania donde hasta 1968 sería considerada un crimén.
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