La Reina de Belleza
no es bella; no pertenece al género de ficción histórica
porque en ella se omite la historia o se presenta una versión alternativa; y un cuento en donde los judíos son los malos
y los sefarditas son peores, ya bordea
en el antisemitismo. Esta serie no tiene lugar ni en Israel, ni en Palestina,
ni en Tierra Santa. Es una fábula sin propósito que transcurre en lo que los
antiguos sefarditas llamaban el Payis de Traka-Traka, un lugar tan
lejano en el tiempo que es imposible que haya existido.
NOTA: El propósito
de esta reseña no es ni recomendar ni impedir que vean la serie. Como siempre
intento revisar las fallas en el contenido histórico , dar un poco de trasfondo
para que se entienda lo que pasa, y
buscar una explicación cuando el producto es mediocre o negativo. En este caso
ambos adjetivos son aplicables.
Me he esperado
hasta julio para reseñar una serie cuyos primeros diez capítulos han estado
disponible en Netflix desde mayo. Una razón era acercarme a los otros próximos
diez episodios que Netflix planea subir en un par de semanas. La otra razón es
que no sabía cómo venderla. Me es difícil encontrarle virtudes a una historia
que no es histórica, que no presenta personajes judíos positivos y que reafirma
el bulo de que las madres y las hijas deben llevarse mal.
Sin embargo, está
basada en una novela que ha gustado mucho, tanto en Israel como en el extranjero donde ya
se la ha traducido al inglés, al francés y al italiano. Aun así, hay dos
constante en las críticas de lectores: personajes antipáticos (sobre todo la
protagonista) y muy buen contenido histórico. Esta última aseveración no se
aplica a la serie. Por lo que he leído de la novela de Sarit Yishai-Levy es más
apegada a la historia que la adaptación.
La serie ocurre
en una Jerusalén de mentiritas, así como fabricada, igualita a las miniaturas
que sirven de paisaje puesto que al ser filmada en pandemia no se pudieron
utilizar grandes espacios. Las escenas de Jerusalén se filmaron en la ciudad
mística de Safed. Es ahí donde Gabriel Ermosa es obligado a casarse con su
criada Rosa y ahí donde nace el amor de su vida, su primogénita Luna quien
supuestamente viene al mundo en una pacifica noche de 1920.
Sucede que, en
1920, Jerusalén estaba bajo fuego. Los ingleses habían establecido el Mandato
de Palestina, que convirtió a Tierra Santa en otra posesión colonial británica.
El problema era decidir quién se haría cargo de estas tierras bíblicas. A pesar
que la Declaración de Balfour y la de San Remo dictaminaban que Tierra Santa
debía ser un Estado Judío, los británicos no querían enajenar a los árabes de
la región, pero tampoco a los judíos que—según una vieja falacia—
dominaban la opinión pública mundial.
En 1920, bajo el “reinado”
de un comisionado ingles que comandaba las
fuerzas militares, la policía y todo un estrato burocrático anglo, se
estableció La Agencia Judía de Palestina que era una especie de sub-gobierno judío.
La Agencia funcionaba con cierta autonomía en los asuntos del Yishuv (la
comunidad judía del Mandato). Esto no sentó bien a los árabes palestinos
quienes optaron por la violencia.
El Pogromo de
Nebi Musa
En 1920, la
violencia entre los pueblos semitas se traslada desde la frontera con Siria
hasta Jerusalén. Lo que inicia como una trifulca callejera dentro de una
manifestación religiosa (la peregrinación anual a la tumba de Moisés) de
nacionalistas árabes, acaba en una orgia
de muertes, violaciones, saqueos e incendios intencionados.
Los ingleses
imponen la ley marcial y un toque de queda en toda Jerusalén. Los árabes no les hacen caso y los ingleses
abandonan el barrio de Mea Shearim donde quedan solo los judíos pobres y
ortodoxos que no saben ni pueden protegerse. Es entonces que Zev Jabotinski, el
líder del Partido Revisionista ( la derecha sionista), llega
liderando un grupo armado. Los ingleses arrestarán a 19 miembros de ese
grupo+Jabotinsky. El resultado final son 5 judíos muertos, 216 heridos; 4 árabes
muertos, 93 heridos; 7 policías ingleses heridos. Lo extraordinario es que
ninguno de estos sucesos trágicos afecta a los Ermoza, a pesar de ellos vivir en Jerusalén
No voy a
detenerme a comentar todos los actos de violencia que se cometen en contra de
la población judía entre 1921 y 1936 en que los árabes protagonizan un
levantamiento en contra de los ingleses. Solo voy a mencionar tres hechos
puntuales: a partir del incidente de Nabi Musa, Jabotinsky funda una
organización paramilitar cuyo mayor propósito es el de proteger a los judíos de
la violencia árabe tanto en zonas urbanas como rurales, principalmente en los
kibbutzim. Es después de los incidentes de Jaffa de 1921, que la rama izquierda
del sionismo crea una organización clandestina parecida conocida como Haganá. El grupo de Jabotinsky se une a la Haganá e
intentan proteger a la población judía de los próximos ataques.
Una ironía es que
en Beauty Queen solo se menciona uno de estos ataques, el de 1929. Como
siempre la serie no nos provee de contexto, pero en la radio las Ermosa escuchan
que lo que provocará la hidrofobia árabe, el saqueo de su casa y la violación
de Rosa, se debe “a la provocación de los judíos en el Muro de
los Lamentos”. WTF? ¿Quién es dueño de
esa radio? ¿El Muftí?
Vamos por parte,
El Muro de los Lamentos es la única construcción que permanece en pie del
antiguo Templo de Salomón destruido por los romanos en el primer siglo de la
Era Cristiana. Desde entonces (aunque no lo llamamos de Los Lamentos sino Kotel
o Muro Occidental) los judíos rezan ahí.
Los musulmanes creen que, en su Viaje Nocturno de La Meca a Jerusalén,
Mahoma ató a su caballo alado, Al Buraq,
al muro para luego subir el Monte del
Templo y ascender al Cielo. Debido a esa creencia, en el Siglo VII, el Califa
Omar construyó en la punta del monte la mezquita Al-Aqsa.
La Masacre de
1929
A pesar de ser
parte de un recinto sagrado para el Islam, ningún pueblo que hubiese tenido soberanía
sobre Tierra Santa, ni cristiano ni musulmán, les había negado a los judíos el derecho a
rezar ahí. Eso cambió durante este fervor nacionalista que a fines de los Años
20 era azuzado por el Muftí quien incluso propagó el rumor (en octavillas
repartidas entre la población árabe) que los sionistas planeaban destruir la Mezquita.
Hay que entender
algo. Los sionistas no eran religiosos, los de izquierda eran ateos. Quienes
rezaban a diario eran ortodoxos, jasídicos, anti sionistas. Ahí vemos el antisemitismo
de esa primera oleada de los que hoy se llaman palestinos. Cuando marchaban en
la peregrinación/manifestación de Nebi Musa gritaban “Los judíos (ojo, no los sionistas) son nuestros perros”.
De esa forma
comenzaron a hostigar a los que rezaban en el Kotel. Hacían circular entre
ellos burros que defecaban en el paso de los devotos, les lanzaban agua desde
las ventanas, hacían que los muecines cercanos hiciesen su invocación a
plegarias lo más fuerte posible para ahogar las de los judíos.
A los Revisionistas
no les pareció bien que se acosara a pobre gente indefensa y enviaron
trecientos militantes a vigilar el área. Los árabes mandaron mil, hubo un
enfrentamiento que duró varios días y se trasladó como siempre a los barrios judíos,
sobre todo a los de los pobres y religiosos (en Israel siempre han sido sinónimo).
Como nos mostró la serie hubo saqueos, incendios y violaciones. La violencia se
extendió hasta Hebrón y Safed (hoy Tzfat) convirtiéndose en masacre. Allí estuvo
más que nada dirigida en contra de yeshivás y sus estudiantes, nuevamente
demostrando que era judeofobia, no anti
sionismo.
Los ingleses se
vieron superados, pidieron refuerzos a Jordania (también colonia británica). Al
final comenzaron a reclutar a los combatientes judíos porque ya no tenían
fuerzas que los defendiesen a ellos. Si no fuera por la Haganá, las cifras
hubiesen sido más altas. El conteo de cadáveres fue así: 133 judíos muertos, 116 árabes de los cuales más
de 90 fueron abatidos por soldados y policías ingleses.
Esto es importante para ver la desinformación
argumental de la serie. Ni el Irgún (que
se separaría de la Haganá en 1931) ni la Haganá estaban en contra de los
ingleses, puesto que todavía se creía que cumplirían con sus promesas. El cambió
ocurrirá en la siguiente década y por un doble motivo: la subida al poder de
los nazis en Alemania y la subida al poder de Amin Al Husseini quien es
nombrado Muftí de Jerusalén. El puesto en manos de este siniestro individuo
deja de ser el de un guía espiritual y pasa a ser un cargo político. Como
mencioné, aun antes de ser nombrado Muftí, Amin era quien apañaba todos los
grandes brotes de violencia antijudía en Tierra Santa.
Los ingleses
viendo a la población árabe tan galvanizada comenzaron a asustarse. El que en
Alemania Hitler creaba leyes antisemitas sin que Europa protestase, les hizo
notar que los judíos no eran tan poderosos como pensaban. Esto los hizo prestar
un poco más de atención a la peticiones de los lidere árabes, pero no era
suficiente. La depresión económica, el auge del nazismo, el antisemitismo de
los países del Este de Europa habían provocado una inmigración masiva de judíos
a Palestina. Estas bocas extras hacían tambalear la frágil economía del Mandato.
Quienes más sufrían eran los árabes, sobre todo el campesinado.
La Revuelta Árabe
de 1936
En 1936, el
terreno es fértil para una rebelión provocada por el Muftí apoyado por marcos
del Tercer Reich. Se declara una huelga general de trabajadores árabes. Aunque
esta acaba pronto, es una señal para una terrible revuelta que devendrá en
ataques constantes de parte de la población árabe a ingleses y judíos. La Haganá
y el Irgún deponen sus rencillas y ejecutan actos de retaliación a la par de
apoyar a los ingleses.
Los ingleses
salen vencedores, tras tres años de actividades terroristas que reprimen con
gran crueldad. Todo lo que se ha aprendido a asociar al conflicto
israelí-palestino de hoy es inventado en esa época por las fuerzas de ocupación:
desde escudos humanos hasta refinadas torturas. Hay actos revanchistas judíos, y masacres de aldeas perpetradas solamente por
las fuerzas británicas que llegan a usar a la Real Fuerza Aérea para bombardear
zonas de guerrillas. Incluso los ingleses crean campos de concentración en
donde se encerrará a nueve mil disidentes árabes.
La revuelta es
apagada en 1939. El Muftí huye a Berlín a beber limonada con el Tío Adolf, pero
la sociedad palestina ha quedado resquebrajada, empobrecida y llena de amargura,
no solo a nivel del campesinado sino de la clase media, los comerciantes y los
intelectuales.
Los ingleses reaccionan
con la chuecura de siempre. En vez de agradecer el apoyo judío publican en 1939,
el Libro Blanco, un documento que
establece una inmensa e inmediata reducción de la inmigración judía, justo en
un momento en que una visa es cosa de vida o muerte para los judíos europeos; se
estipula un cese de venta de tierras en lo que es hoy Israel a judíos; y se
afirma una promesa de acabar el Mandato en diez años dejándolo en manos árabes
puesto que son la mayoría.
Nadie queda contento
con este documento, ni los árabes. Del Libro Blanco se deriva únicamente una
obvia animadversión contra los judíos que había comenzado incluso durante la
Revuelta Árabe. En la serie, Victoria (en 1937) le recuerda a la protagonista
que los ingleses ejecutan judíos. Una de las muchas falsedades anacrónicas de la
obra.
Solo hubo una
ejecución que precedió a la Revuelta. En 1936, los ingleses ejecutaron a
Mordechai Schwartz, un judío checo que había
matado a un colega policía durante una discusión. El caso no tuvo realmente
implicaciones políticas, y Schwartz hizo
un llamado de que no se le considerase un mártir del sionismo puesto que lo
hecho era algo personal.
Sin embargo, en
1938, los ingleses llevaron a la horca a Shmuel ben Yosef, un joven judío
ucraniano. Como miembro del Irgún, Shmuel participó en un raid retaliativo en
contra de un bus lleno de árabes. Sorprendió la dura sentencia, puesto que no
hubo víctimas fatales. La desvergonzada repuesta inglesa fue que al haber
recientemente aplicado la pena de muerte a un árabe, debían ahora matar un
judío para que vieran al invasor como ‘justo”.
Este comportamiento
afectó gravemente las relaciones entre judíos y británicos. El Irgún volvió a
convertirse en una fuerza antagónica, a pesar de que hicieron una tregua
durante la guerra en que muchos irgunistas se unieron al ejército británico, al
igual que casi toda la Haganá. El ala más extremista del Irgún se separó en
1940, convirtiéndose en la Lehi o Stern Gang como la llamaron los ingleses. En
1944, el Irgún volvió a declarar la guerra a la ocupación británica lo que
llevó a una serie de ataques terroristas muy violentos e innecesarios que
acabarían solo con la partida de los ingleses en 1948.
En una
Jerusalén Inventada
La tremenda
ironía es que ninguno de estos sucesos, que afectaron a toda la población del Mandato
(británicos, judíos, árabes, ect.) aparece
en La Reina de Belleza… No hay mención de la Revuelta Árabe, ni de la situación
en Europa. En esta Jerusalén inventada, priman los sefarditas como los Ermosa.
Los judíos religiosos están apiñados en Mea Shearin dándole de comer a los
mendigos. Como mencioné en otra nota, no hay rastros de la población árabe con
la excepción del fiel Mustafá.
La gran ironía es
que la judería más visible en la Jerusalén de entonces eran los sionistas
askenazis que en esta serie no aparecen sino en una foto de Ben Gurion con
Gabriel. Efraín menciona la Histadrut a la que pertenece Gabriel y a la que su cuñado
tilda de comunista. La Histadrut, todavía en existencia, es la central más antigua de sindicatos
obreros de Israel, habiendo sido fundada por el Yishuv central en 1920. ¿Ahora
por qué un tendero como Gabriel iba a pertenecer a un colectivo obrero?
No llegamos a
saberlo porque de pronto a partir de los últimos capítulos, Gabriel se ha
vuelto un ardiente sionista, socialista y admirador de la Haganá. No se
entiende, puesto que lo único bueno que parecen hacer los invisibles sionistas
es estar en contra del Irgún (WTF?) No se explica este cambio que solo sirve
para hacer parecer a los ingleses (un poder colonialista) más adorables y glamorosos. ¿Quién quiere
echarlos? Solo los descerebrados
fanáticos del Irgún como Efraín. Cuando arrestan
a Luna en el capítulo 4, súbitamente a Gabriel se le ocurre gritarle a James: “¡Uds.
(los británicos) no tienen nada que hacer aquí!” Este repentino anti-colonialismo
no dura mucho como nada en la vida de Gabriel que para ser el protagonista no
es más que un fantoche.
Pero más allá de
los personajes indefinidos de este relato, están los datos históricos que
desmienten las posibilidades de los hechos retratados por la serie de Netflix.
Ya no es cuestión de decir esto “no es un documental” o hablar de licencias históricas.
Esta Jerusalén no se parece en nada la de 1937 donde el Irgún era aliado y no
enemigo de los ocupantes, donde ocupantes británicos y judíos hacían frente
común en contra de las guerrillas árabes, y donde los ingleses como gente en
pie de guerra no andaba dando fiestecitas donde sus enemigos podían plantarles
bombas ( y vaya la de bombas que les plantaron los árabes) .
La Jerusalén que
nos describe la serie es la de la insurgencia (1944-1947). Si querían tener de
villanos al Irgún y la Lehi bien pudieron cambiar la fecha del nacimiento de
Luna para coincidir con el auge de ambos grupos a fines de los 40. No es que yo
esté de parte de grupos terroristas. La Lehi principalmente albergaba dementes
que en un momento quisieron aliarse con Hitler y en otro con Stalin. Mi ira va
dirigida hacia la glorificación de un ejército de ocupación retorcido,
deshonesto y brutal. El famoso CID se caracterizó por su crueldad y por sus
torturas nefastas.
Me dan ganas de
mandarlos a leer el Éxodo de Leon Uris. Ya sé que no es una lectura imparcial
con su ángulo partisano pro-judio, pero no miente en los hechos históricos y
menos en su detallada cronología. En otro caso pueden leerse Jerusalem
Interlude de Bodie Thoene que narra el tristísimo romance-matrimonio entre
una chica palestina y un chico judío en el marco de la Revuelta Árabe. Tal vez
no parezca objetiva, pero es mucho más fidedigna que ese circo de La Reina.
Dicen que The
Beauty Queen ha tenido mucho éxito en Israel. Será porque como dice este
articulo de The Jewish Chronicle les recuerda las telenovelas brasileñas.
Yo le tengo mucho respeto a las series de época del Brasil. Mi telenovela
favorita de todos los tiempos es una de ellas: Xica da Silva. Pero
entiendo lo que quiere decir Josh Howie. En Israel el público que ve tele/hace
streaming disfruta de historias melodramáticas que son más customer que
ficción histórica.
En Turquía, Club Estambul y Pera Palas han sido cuestionadas tanto por público como por
críticos por no ser fieles a hechos
reales. Lo mismo en la Republica Checa con Bohema. En Israel, en cambio, prefieren ver versiones
rosáceas del pasado donde no hay palestinos, donde todos los males son
provocados por una derecha extremista y donde los ingleses son víctimas
incidentales. Lo próximo es que veremos una miniserie negacionista donde en Los
Treintas, nazis y judíos viven en armonía en Alemania.
Mi mayor
desilusión ha sido la calamitosa descripción de una familia sefardita. Aparte
de ponernos como unos psicópatas capaces de cometer todo tipo de pecados, la serie relega nuestra cultura a brujerías (de
las que hablaré en otro blog) y a algunas frases en Ladino. ¡Qué poco favor nos
hacen! Da vergüenza que series turcas y serbias sean las que rescaten la rica
herencia judeoespañola. Una cultura que en gran parte se perdió en el Holocausto
y ahora nuevamente perece ahogada por la ignorancia y secularismo que no
esperaba viniese de Haaretz Israel.
He preparado una
mini bibliografía de lo que pueden consultar para cotejar lo dicho por mi o
explorar más los temas. Obvio que me he informado en otras fuentes: artículos online; Wikipedia, etc., pero busqué
algunos libros que fuesen menos partisanos y más amenos, por si desean consultarlos.
Gilbert, Sir
Martin: Israel. 1998. Aunque no tan puntual como su Jerusalem in the Twentieth
Century que perdí en mi catástrofe del exilio, es un buen comienzo para la
historia de la región. Sir Martin no solo es bastante imparcial, además tiene acceso
a todo tipo de fuentes sobre el periodo, tanto judías como británicas y
palestinas.
Sebag Montefiore, Simon. Jerusalem, Biography of a City.
2011. Aunque ando enojada con SMS por sus errores culposos en su estudio de
los últimos Romanov, decidí incluirlo porque su exploración de la historia de Jerusalén
es lectura obligatoria en el tema y porque al menos quería una voz sefardita en
este cuento ( desciende de Sir Moses
Montefiore el más grande sefardita de su tiempo, y también de Los Carvajales de La Nueva
España).
Segev, Tom: One
Palestine Complete: Es la obra máxima sobre el periodo, la más completa y
tal vez la más honesta. Radical de izquierdas, Segev se las arregla para ser
objetivo y no caer en partidarismos. Algo que me gusta es que muestra la
cultura de lo que hoy se llama palestinos. Las grandes familias árabes que
dominaban la escena política hasta la llegada de los ingleses, los
nacionalistas reflejados por un personaje, Khalil Al-Sakakini, cuyas memorias son referidas contantemente en
este libro. Benditos quienes lo salvaron de la hecatombe de mi biblioteca.
Sherman A.J. Mandate
Days: Otro libro que perdí, pero que ni hermano me ha regalado al verme tan
incomoda con el retrato de los oficiales británico que salen en la serie (y no
así en la novela). El libro de Sherman es una compilación de fuentes primarias
(cartas, diarios de vida, ect,) de ingleses que tuvieron que instalarse en lo
que hoy es Israel durante el Mandato. Dos factores sobresalen. El primero es el
esfuerzo de tratar a la tierra ocupada como si fuese otra colonia del Imperio
(no lo era) y de establecer (como en la India y otras posesiones) una semblanza de sociedad inglesa y evitar el
temido Going Native que era como se describía a los europeos que adoptaban
el estilo de vida autóctono.
Para eso, crearon
los famosos clubes donde los ingleses (fuesen funcionarios o militares) y sus esposas no olvidasen costumbres ni moral
británicas. Incluso practicaban deportes ingleses como el tenis y las cacerías,
persiguiendo chacales en vez de zorros. Las clases más altas solo se codeaban
entre ellos. No había amistades con los nativos, menos la gente del Yishuv. Si
acaso preferían frecuentar grandes mansiones como la de Katy Antonious, egipcia,
cristiana y viuda de un reconocido intelectual
y nacionalista palestino. Katy, quien sería
la anfitriona más famosa del Mandato, sostuvo
un intenso affaire con Sir Evelyn Barker, el ultimo comandante militar de la Palestina.
En los Años 20, antes de su fallecimiento, una judía la que los ingleses frecuentaban era
la inglesa Annie Landau, directora de la
Evelina de Rothschild, la escuela elite
para señoritas judías (donde nunca hubiesen admitido a Luna). Annie ofrecía tés
bailables donde lo mejor de la sociedad del Mandato podía reunirse.
Según el material
compilado por Sherman, las familias inglesas no tenían ganas de juntarse con “los
nativos”. Había cierto respeto por los árabes sobre todo las clases altas e
intelectuales, que coincidía con un profundo desprecio por los judíos. Eran las
memsahibs inglesas quienes más expresaban un antisemitismo propio de su
clase y origen. Incluso los jóvenes
soldados, que en la serie parecen
enloquecer por las judías, expresaban en
cartas que encontraban más guapas a las chicas árabes.
Hubo un intento
de promover relaciones entre ambos grupos por parte del Yishuv, pero según los historiadores israelís Tom Segev y Motti Golani,
era para espiar al enemigo. Las chicas eran agentes infiltradas de la
Haganá y tenían ordenes de a) no acostarse con los ingleses y b) de sostener
relaciones breves.
Obviamente no
todas las judías que se acercaban a los ingleses eran agentes sionistas. Hubo romances,
hubo incluso hasta un centenar de matrimonios, y hubo prostitución durante el Mandato. El “club”
que muestran en la serie ( no aparece en el libro) es el famoso Casino que
además de bar y salón de baile tenía instalada una casa de citas en el segundo
piso.
Las relaciones entre
ingleses y judías eran muy mal miradas, atraían la deshonra sobre la familia de
ellas y el rechazo de la sociedad. En el libro, Gabriel prohíbe a su mujer
amistad con Victoria y Matilda Franco no vaya a ser que de un mal ejemplo. Los
Franco intentan ocultar el comportamiento de su hija y aunque se cree que Efraín
la mató, todo ocurre en un marco de clandestinidad y de vergüenza. Así que todo
este episodio de la amistad entre Matilda y Luna, la obsesión de Luna de tener
amores con un inglés, y su participación en el atentado del Irgún en contra del
club no solo no ocurre en el libro, hubiese sido difícil que hubiese tenido
lugar en la realidad.
Aunque he
incluido (e incluiré en notas futuras) enlaces a artículos pertinentes, he querido
agregar a la bibliografía dos que
destacan sobre los escritos besaculines y los ni chicha ni limonada con los que
han tratado de homenajear una serie que ni Netflix quiere promover.
Fox, Mira. May 10th, 2022. “Can a new Israeli Netflix
Historical Drama succeed if it flunks history?”
Forward.
Mira Fox es una
de las pocas columnistas del Forward cuya pluma respeto y disfruto.
Vuelve a dar en el blanco con su interrogante
Es la Señora Fox
quien identifica el problema más grave, el vender la serie como un recuento
histórico puede “ser peligroso para una audiencia estadounidense que tiene poco
conocimiento de los eventos reales”. Yo añadiría que es extremadamente
peligroso en un momento en que el antisemitismo demócrata se disfraza de anti
sionismo y que los judíos en suelo americano se sienten divididos en lo que respecta
a apoyar o no al estado de Israel. Me ha
gustado mucho el articulo a pesar del aguijón que le clava a Éxodo en el párrafo final. Con todo su
melodramático sionismo, comparada con The
Beauty Queen of Jerusalem, la novela de Leon Uris es una enciclopedia de
contenido histórico y político,
Oren, Michael. 5 de Agosto,
2021. “The problem with the Beauty Queen
of Jerusalem”. Tablet. Miembro del Knesset (el parlamento israelí) y ex embajador de Israel en USA, Michael Oren
escribió este contundente artículo, cuando la adaptación de la novela de Sarit
Yishai-Levy todavía no llegaba a pueblos de ultramar. Después de dar un
enjundioso recuento de la historia de Israel que yo he pretendido contar en esta
nota, muestra lo peor de la serie ya que como Mira Fox ve el peligro de
presentar una historia descontextualizada y distorsionada donde los únicos villanos
son los judíos y donde los árabes o son decadentes fumadores de hashish o dóciles
muleteros.
Me sorprendió gratamente
encontrar un eco de mis ansiedades y quejas tan ben expresadas, pero me alarmó
que un señor diplomático y político como el Embajador Oren se diese la molestia
de reseñar una serie de televisión. Eso demuestra la gravedad de los errores de
un programa que reitero, no ha tenido promoción por parte de Netflix y aun así
ha dejado insatisfechos a sus escasos espectadores..
Lo noto en los
comentarios de notas que pretenden crear algún tipo de hype alrededor de la
serie, la mayoría son lapidarios. De cuatro en Rotten Tomatoes tres son
negativos, de los seis en TellTale TV cinco son quejas y muchos dicen que les resultó
tan desagradable que no la pudieron terminar. A ver quienes van a seguir viendo
la próxima entrega de diez capítulos. El detalle más significativo fue que a la
semana de estar en pantalla en IMD tenía un score de 7,4 muy inferior a Shtisel
con su 8,4. Bueno a fines de mayo, la
Reina de Belleza bajó a 7,2. Ahora está en 7,1. Es una lástima que se haya
gastado tanto dinero en fabricar un cuento que acaba ofendiendo tanto a la
historia como a los personajes que la vivieron.
Desde FB de Maggie Sendra
ResponderEliminarBuenas. He leído la reseña en tu blog. Lo que más me ha gustado ha sido la clase de historia que me has enseñado. Esa clase de historia que no nos dan en el Colegio y solo nos hablan, como mucho, de la guerra de los siete días, con la idea de los judíos como los provocadores del conflicto. Si, eso en un colegio de monjas. Increíble. Si eso me lo enseñan a mi, no me quiero imaginar las nuevas generaciones. Y sobre la serie. No me llamaba la atención. Aunque me gusta la historia, no soy de series coral de muchas generaciones y muchos personajes. Te encariñas con los de una generación y odias a los de la otra. No se, eso me pasó en la saga del S.XX de Ken Follet. Además, si ya dices que no existe, apenas, un contexto histórico, menos me atrae. Tengo la sensación que esta serie israelí es del estilo "Cuéntame lo que paso" o "amar en tiempos revueltos" que las novelas chinas y turcas que muestran el pasado de estas dos potencias elogiandolo, hasta la exageración. Con lo cual pienso que Israel comete el mismo error que España, siendo tibia con su historia o, peor, ignorandola. No es un error en el que los Judíos, Israel en particular , deberían caer, su supervivencia depende de su fortaleza, lo que diga el resto del mundo, debería darle igual. Ya se está vendiendo el relato antisionista/antijudio, creo que por el bien del pueblo judío, no se debe permitir ser tibio para ganar audiencia en una serie. Y lo mismo digo para España, en particular.
Para Maggie Sendra Querida Maggie, gracias por comentar. La diferencia con esas clase, es que el motivo del ocultamiento histórico en ellas es demostrar la ilegalidad de la existencia del Estado de Israel. Lejos es ese el motivo de una serie que en cambio promueve las bondades del colonialismo anglo, y esto es lo más aberrante oculta, minimiza y denigra a la población del Medio Oriente. No solo afea los judíos, pone a los kurdos como estafadores, a los turcos como sádicos, no habla de beduinos ni drusos, en el Líbano los árabes tienen burdeles y venden drogas. Las tres veces que muestran a algún palestino es apegándose a clichés negativos: el burrero ignorante; los drogadictos desobligados, los saqueadores violadores.
EliminarTodo lo que dices es cierto, pero me incomoda más que la serie (que es casi una apología el machismo incluso perpetrado por otras mujeres) haya sido hecho por judías jóvenes. El fin de Israel vendrá, como el fin de la cultura y religión judías, por culpa de estos judíos irresponsables y seglares.
Por último, me ha dolido horrores que el antisefardismo de un sector judío (no me molesto ni de ponerle nombre) haya llegado a la pantalla. le preguntaba a tu hermano si Netflix en España la está presentando. Eso me preocuparía, porque por décadas he visto que, del Caudillo para abajo, y aun en los sectores mas “fachas”, ha existido ese Filosefardismo un poco idealizado , pero que me sigue haciendo sentirme unida a ustedes.
Desde FB de Alfonso Velasco Sendra
EliminarMaría Elena Venant Eso mi hermana Maggie Sendra yo es que a Netflix le hago boicot por promocionar los abortos, y porque no me gustan nada las series que emite. Mi primo Miguel Ángel Ariza Sendra y yo estamos temblando con lo que va a hacer Amazon con los Anillos del Poder (tenemos más fe en la película de los Rohirrim). Esa parte de la historia la conozco por la maravillosa novela de León Uris "Exodo". Creo que la adapto Premminger con Paul Newman como protagonista. A nosotros nos gustan mucho los judíos.
ParaAlfonso Velasco Sendra Lo sé, amigo, ojala todos fuesen como ustedes. Uf Exodo esta muy mal mirada por su sesgo totalmente sionista, y Leon Uris no era ni religioso ni sionista, cuando visitó israel en los 50 antes de escribir esa novela, que es mi placer culpable (se perdió con mi biblioteca) Preminger intentó ser menos anti-palestino, pero terminó haciendo una ensalada ininteligible. En otro mundo, me gustaria que la hicieran como miniserie. Tres cosas que recuerdo de esa novela que lei por vez primera a los 11 años: el sufrimiento de Taha el jeque palestino; el retrato jocoso pero benevolo de los beduinos, y la gran admiracion y respeto que debemos sentir por los drusos. Asi que yo no la tildaria muy rápido de racista o anti-arabe.
EliminarParaAlfonso Velasco Sendra Como saber si esta serie la esta pasando Netflix en España?
EliminarDesde FB de Maggie Sendra
EliminarMaría Elena Venant Esta ahí en un rincón apartado de Netflix y la vi por casualidad y busque el argumento y no me gusto o más buen me da cosa esas series intergeneracionales, que te encariñas con personajes de una generación, se mueren y te llevas un disgusto. Y luego ves la siguiente generación y no te gustan. Tampoco me gustan las series muy largas por eso. De hecho me recuerda a las series españolas: "Amar en tiempos revueltos" y de esa cuerda...Hum! Voy a leer la reseña que me has pasado.