Desde la Primera Temporada de esta, mi serie alemana favorita, que noté que más que parecerse al filme de
Wolfgang Petersen tenía un aire entre Black Sails y Los Piratas del Caribe. Ahora, en la tercera entrega, se suceden los abordajes, vuelven a
abandonarse náufragos en balsas, hay tesoros que recobrar, y nos asombran con trucos que, como dice el Comandante
Swinburne, “son deshonrosos”. Sin
embargo, nunca habíamos visto un lazo tan fuerte entre oficiales y tripulación,
una camaradería que se logra a punta de sobrevivencia y que solo es comparable
a la de Band of Brothers.
Comienzo
agradeciendo a los innombrables que me permitieron saborear la mejor serie
alemana que he visto en mi vida. Das Boot supera a Babylon Berlin
cuya última temporada trajo ambigüedades confusas y personajes que se
traicionaban a sí mismos. En cambio , El Submarino (como se le conoce en
algunos países hispanoparlantes) mejora con cada añejada como un oporto de
calidad.
Dos Padres
Enlutados
Creo que fue en
la primera temporada que tuve una visualización futura. Robert Ehrenberg, el
traumatizado y cobarde ingeniero de máquinas, es puesto a cargo del submarino
que ayudó a construir. Esto ocurrirá efectivamente. En 1943, LI (jefe) como le llaman sus hombres se convierte
en KaLeu. Se lo merece porque en este cuento de piratas disfrazados de
marineros nazis, es el que tiene más alma de perro de mar, a lo Long John
Silver más que a Sir Francis Drake.
Antes de ver como
Ehrenberg ha evitado el paredón (castigo mínimo para un oficial que ha apoyado
dos motines, una deserción en masa, y
asesinado a su capitán), vamos a conocer a su contrincante, uno que como el
personaje de Franz Dinda ha experimentado el castigo de perder un hijo.
El primer episodio
inicia en alta mar. El comandante Swinburne (Ray Stevenson, que es como un calco de su Barbanegra de Black Sails) acaba de recibir un telegrama anunciando la muerte de su único hijo. Con el
papel estrujado en la mano ordena desde su navío un ataque a un U-Boat, luego
en un bote se dispone a abordar el submarino que se ha rendido. Vemos en la mar
marineros germanos suplicando se les rescate. Swinburne los escucha como Ulises
oía el canto de las sirenas.
Los que conocen
la historia del Laconia, recordarán que, tras el arriesgado, pero caballeroso salvamento por parte de un
U-Boat, se prohibió, tanto en la Kriegsmarine
como en las armadas Aliadas, el rescate
de tripulaciones de submarinos. Aun así, sabemos que la siguiente acción de Swinburne,
de matar a balazos a los oficiales
desarmados que se rinden en cubierta, es
un acto de venganza personal.
Por terrible que
nos parezca no debemos olvidar el pavoroso episodio, casi al final de la Primera Temporada de Das
Boot, en que la tripulación pirata
abordo un navío rumano . Bajo las órdenes del demente Wrangel, mataron a la tripulación, les robaron el
combustible y hundieron al barco con su cargo de esclavos judíos atrapados en
las entrañas.
Swinburne
desembarca en Liverpool y va en busca de la esposa a la que solo lo unen los
detalles del entierro de Daniel. Nadie nota que el Comandante está traumatizado
y al borde de la locura, puesto que lo echan a la mar sin reparo.
Nos vamos a
Alemania donde otro marino vuelve a poner pie en tierra. Ehrenberg ha regresado
a su natal Kiel donde nadie lo espera. Visita
lo que queda de su casa, un muro adornado con una cruz, único recordatorio de
la muerte de Frau Ehrenberg y su hijo. El ingeniero no intenta buscar
alojamiento, prefiriendo instalar su
hogar en un bote.
Curioso que un
hombre que no sabe nadar se sienta pez fuera del agua cuando lo sacan a tierra.
En el muelle entabla conversación con una nenita cuya madre está nadando. La
mujer sale del agua y se viste. No la vemos porque está lejos, pero debe ser
guapa puesto que el marino la observa con atención. Ehrenberg se despide de la
nena y vuelve a su caparazón marina.
Ehrenberg en
Sociedad
Próxima escena. Casa
de los Hoffman. Si, los parientes de Klaus. Conocemos a su hermana Hannie y al
esposo de esta. Volvemos a ver al legendario Comandante Hoffman ( Ernst
Stotzner, el General Seeger de Babylon Berlin) , muy mentado él, pero que solo habíamos visto
en los delirios de su hijo. Dado que todos creen a Klaus muerto en combate, el
pobre viejo está al borde de perder la razón y da muestras de senilidad. El
yerno está histérico. Esa noche dan una cena de gala y debe traer al padre de
su mujer, pero exige que no lo avergüence.
Otro invitado a
esta gala es Robert Ehrenberg. Es un poco chistoso verlo parado en el umbral
con el cabello engominado como si se lo hubiese lamido una vaca y esas barbas
de virutilla de fregar ollas en un espacio donde todos están rasurados (el actor ha dicho que le toma cuatro meses dejársela crecer) . Como
que titubea antes de entrar y nos damos cuenta de que nunca lo hemos visto en
sociedad. ¿Fue siempre así de huraño o es el luto el que lo volvió insociable?
La respuesta la
da un amigo del pasado que se ve feliz al verlo ( “al fin, una cara conocida”)
y lo escolta a la mesa. Se trata del
guapetón de Franz Hartwig ( que me entero no volverá en la segunda temporada de
Unsere Wunderbaren Jahre). Ehrenberg
no parece contento de verlo. Ignorando la hosquedad de “su amigo”, Rudy Vogt (así
se llama) comienza a informarlo de los últimos chismes.
El con cara de bebé
que está sentado al frente, es ahora capitán de su propio submarino, algo que
debía ser el destino de Ehrenberg, pero como no tiene parientes importantes en
el Partido… Ehrenberg siempre lacónico, no le dice que a él le vale ser
capitán. Rudy comienza a hablar de Wrangel de manera muy despectiva. Dice que
es una suerte que se haya muerto y ojalá haya sufrido mucho. Ehrenberg permanece
en silencio. Realmente debe estar muy molesto: no puede beber porque es
alcohólico, no puede comer porque metería la barba en la sopa, y la conversación no es amena.
Resulta que la
cena es para honrar a un almirante japones que está ahí muy tieso y no habla ni
jota de alemán. A su lado está Pierre Kiwitt . Ohhh me había olvidado, es “King
Kong” Schultz el marino estrella cuya tripulación violó y mató a la judía Natalie
en la Primera Temporada. En un intermedio, los germanos intentan congraciarse
con los tiesos invitados nipones, a pesar de que el viejo Capitán Hoffmann
interrumpe con sarcasmos muy atinados, pero poco recomendables.
El amigo chismoso
le susurra a Ehrenberg que Hoffmann no ha sido el mismo “desde que murió su hijo”.
Súbitamente Rudy recuerda que Robert también
navegó con Klaus Hoffmann. ”Tienes un don para perder capitanes” dice sin mala
intención. Ehrenberg está que vomita.
Nos enteramos de
que, si Ehrenberg sigue en la Kriegsmarine, es porque esta necesita personal.
Sobre todo, necesita de un buen ingeniero . Ahora está a cargo del diseño y
construcción de los submarinos y de las pruebas preliminares antes de enviarlos
al mar de batalla.
Descubrimos lo
buen profesional que es cuando se presenta un problema en el U-949, el flamante u-Boat que será el protagonista de
esta temporada. Falta un cristal del periscopio. Encargarlo tomará tiempo y
dilatará la puesta a proa del sumergible. Ehrenberg sonríe y les dice a los
oficiales que lo que se hace en esos casos es improvisar y no dejar que los
superiores se enteren.
Va la tienda de
un oculista que atendía los lentes de su difunto hijo. Recuerda que durante la Gran
Guerra el lentista hizo los cristales para periscopios de submarino. Lástima,
el señor ha muerto, pero su hija ha heredado el negocio y las habilidades. Ella
se encarga del lente.
Esperándola, y comiéndosela con los ojos, Ehrenberg la
reconoce, es la nadadora del muelle. Greta (la insufrible Elissa Schlott de
Unsere Wunderbaren Jahre) ha oído
todo un reporte de parte de su pequeña. Esto rompe el hielo entre ambos. El
ingeniero ofrece cuidar de la niña mientras Greta nada y ella le pide que traiga
a su hijo . Ahí es cuando Ehrenberg, suelta el “ está muerto”. Y se marcha
dejando a su nueva amiga cariacontecida.
Los
Carteristas de Dusseldorff y Forster en Lisboa
La falta de
personal para seguir batiendo una guerra que esa primavera se peleaba en varios
frentes se refleja en la gran subtrama de esta temporada. Harri Weidner y Pauli
Muller son niños vagabundos de Dusseldorff arrestados por carteristas. En la comisaria,
el detective que los arrestó les
presenta el código legal nazi para los ladronzuelos. Por ser menores de edad, se les enviará al reformatorio. Una vez
cumplan 18 años, se les castrará para
que no se reproduzcan sus genes criminales.
Los horrorizados
niños reciben entonces una segunda oferta. El policía les puede conseguir
documentación que atestigüe que son mayores de edad, siempre y cuando se matriculen en la escuela
de la Marina que prepara las tripulaciones de los submarinos. Harri, que antes
que las bombas aliadas lo convirtieran en huérfano tenía un hogar, acepta.
Pauli , a sabiendas que los submarinos son catafalcos, se muestra remolón, pero finalmente firma.
El entrenamiento
es brutal. Sobre todo, para Harri que es asmático. Aun así, está determinado a
ser marino. A Pauli le baja un ‘Lenú”, un “lo que tu hagas yo también puedo
hacerlo”. En esa competencia, Pauli acaba siendo un alumno aventajado. La
prueba final antes de la graduación consiste en sumergirse en pares, y provistos de máscaras de oxígeno, hasta el fondo de una piscina para recuperar
una moneda. El equipo Mueller-Wiedener lo consigue, a pesar de que a Harri se
le rompe la máscara y Pauli debe compartir su oxigeno con su amigo.
El instructor— que
no los quiere— inventa un error y los expulsa, pero su segundo oficial
y los compañeros de los muchachos exigen que se les haga justicia. Harry y Pauli
se gradúan y parten a integrarse a la tripulación del U-949. Eso es más o menos
lo que ocurre en el primer episodio. “¡Epa! ”dirán uds “¿Y qué paso con Hagen Forster?
Pues esa es una historia aparte. El primer episodio cierra con el Hombre sin Rostro
llegando a Lisboa en un avión de la Lufthansa.
Para el segundo
episodio sabemos que Hagen Forster viene en una misión encubierta, bajo el
nombre de Werner Giese y como representante de una empresa suiza. Su misión
consiste en retirar el cadáver de Dorfmann, otro agente de la Gestapo, y esclarecer su asesinato. Forster es muy
discreto sobre el pasado que conocemos y el que ignoramos. Se niega a contar
que ha estado haciendo desde la última vez que lo vimos. No suelta prenda
cuando lo interroga Weiss (Trystan Putter que, cansado de hacer de judío o
resistente, ahora retrata a un retorcido
funcionario nazi), el jefe de la Legación
Alemana en Lisboa.
Weiss lo informa
que Dorfmann había descubierto un espía de los Aliados entre los alemanes.
Antes de revelar la identidad del traidor, Dorfmann fue ultimado. Weiss le advierte a
Forster/Giesse que investigue con cuidado puesto que la policía cree al muerto víctima
de un asalto y los alemanes no quieren preocupar a la autoridad de un país
cuyos productos (sobre todo el famoso wolframio) son tan necesarios para el
esfuerzo bélico nazi.
Al ir a ver el
cadáver de Dorfmann en la morgue, Forster conoce al solapado inspector D’Acosta
que parece saber más de lo que dice. Acosta también menciona que el gobierno
portugués no desea una invasión nazi.
Durante toda la
guerra, Portugal fue un hervidero de espionaje de ambos bandos. Lo vimos en El Tiempo entre Costuras, en Vientos de Guerra y en Fleming). Por otro lado, Lisboa era la vía de escape de
Europa para judíos y antinazis. Forster ve las filas que la gente hace ante las
embajadas de países americanos. En la morgue, Acosta le señala al alemán los
cadáveres de judíos a los que les negaron la visa y han preferido suicidarse.
La trama nos
muestra ingleses y alemanes conviviendo en el casino. A mujeres como Bettina Grueber
que la primera noche aparece en la suite de Forster, con bragas negras y champagne en mano a
encaramársele encima al hombre de la Gestapo. El esposo de Bettina, el cónsul Grueber,
le advierte “ese hombre no es lo que aparece”.
Tenemos a Beck, supuesto encargado de prensa de la embajada, un individuo que podría haber sido interpretado por Sydney Greenstreet. Y a Inez (Joana Ribeiro la Úrsula de Gloria) , ex novia de Dorfmann, encargada del casino y que le echa una mano a Forster, pero tampoco parece ser lo que pretende ser. Hay mucha aura de Casablanca en todo este cuento. ¿Habrá bella amistad entre Forster y D’Acosta?
Es un espacio
fascinante y Das Boot crea una subtrama paralela en la que Forster se
convierte en un protagonista con toques heroicos. Lo vemos investigar al margen
de las celadas y obstáculos que le ponen quienes no quieren que descubra ni al
asesino ni los motivos para asesinar a Dorfmann.
Esta historia está
muy bien equilibrada con las otras subtramas. A diferencia de la soporífera
búsqueda de venganza del Comandante Swinburne, no incomoda. Es casi un remanso
de paz cuando interrumpe todas las tragedias que suceden en Kiel, pero los
caminos de los marinos y del hombre de la Gestapo están totalmente separados.
Un Capitán de
Agua Dulce
Los niños
marineros se integran al submarino. Entran con el pie izquierdo ya que se dan
de golpes con otros jovencísimos cadetes, incluyendo a Wim, el frágil cocinero. Son reconvenidos, pero no
muy estrictamente por el jovial contramaestre Erdmann (Artjom Gilz de Charite at War).
Es en el
submarino en que aparece otro arco, el
de Franz Buchner y su familia. Tal como chismorreó Rudy Vogt, los Buchner son
escaladores sociales que solo han podido llegar arriba gracias a sus servicios
al Partido. Como le explica Ulrika Buchner (Fritzi Haberland, la Frau Elizabeth de Babylon
Berlin) a su hijo una vez los encopetados de Kiel miraban a los Buchner con desprecio. Es hora
de demostrarles cuanto valen. Para eso le ha conseguido al nene el puesto de KaLeu.
Craso error.
Buchner es más
inexperto que él no-tan-difunto Klaus. Anda cargando sus instrucciones en una
libretita que debe consultar a cada rato. Durante los ejercicios navales todos
se dan cuenta del subterfugio y el travieso Pauli se la roba y esconde en el
baño donde la libreta casi es usada para limpiar traseros. Mientras la buscan, Buchner debe apoyarse en Ehrenberg quien le
sopla instrucciones al oído.
Pauli se
sorprende cuando sus amigos le reprochan el robo ya que pudo perjudicar a toda
la tripulación. El ex carterista no comparte el espíritu de camaradería que Harri
ha abrazado. Los insulta a todos y acaba peleándose hasta con Harri.
Esa noche,
durante un bombardeo del puerto, Pauli intenta atraer la atención de los
aviones enemigos para que lo maten. Es rescatado por Ehrenberg quien le aconseja
que encuentre un proyecto de vida en el submarino, que lo convierta en una
razón para continuar vivo. Básicamente lo que el ingeniero ha estado haciendo.
Sin embargo, la vida de Ehrenberg se está complicando. Está
convirtiendo a estos niños-piratas en sus hijos, tal como lo hace con Fanny. Su
relación con Greta sigue a pesar de que ella tiene un marido invalido escondido
en un hospital. Lo peor está por llegar.
El legendario
Almirante Hoffman ha conseguido la bitácora del submarino de su hijo. Una sola
revisada y reconoce que las ultimas paginas no fueron escritas por Klaus.
Ordena que le traigan a Ehrenberg. Una escena que nos recuerda la cobardía
perpetua del Ingeniero. Comienza balbuceando boberías: “Klaus era un buen hombre”; “Era mi
amigo…”(oye niño, si solo se conocieron tres días antes que lo dejaran en una balsa
la deriva). Finalmente huye. Le cuenta a Lessing, más tarde, que el viejo
marinero sabe que su hijo vive.
En una audiencia
con el mismísimo Almirante Donitz, Hoffmann senior horrorizado descubre
que su hijo es ahora considerado un traidor. Es curioso como todos parecen
saber lo que ocurrió en el submarino y colaboran en una campaña de
encubrimiento que rompen a cada rato con medias palabras. “Las porquerías que la gente habla de ti” dice Rudy a Robert ; “Te has salvado del paredón a punta de
mentiras” le recuerda Lessing a Ehrenberg.
El primer
desastre de la temporada ocurre cuando en un ejercicio náutico, el ancla del
submarino se engancha en una mina que se les quedó en la Gran Guerra. Rudy, que
funge de ingeniero, se paraliza; Buchner no sabe para donde correr y es Ehrenberg
quien los salva. Parte de su contradictorio carácter es que su cobardía desaparece
en casos de peligro.
Cuando se
desenganchan y vuelven a puerto tienen un encontronazo con un barco. Harri, a cargo de la radio, se demora un segundo en
dar aviso de la colisión, lo que le cuesta la vida a un marinero. Rudy culpa a Buchner
y exige a Ehrenberg que haga algo para evitar que la tripulación se haga a la
mar con un capitán que es un inepto calzonazos. Tras darse cuenta de que Rudy, con tal de quedarse en tierra con su familia está
dispuesto a dañar la nave (el trizó los espejos del periscopio), Ehrenberg
decide actuar.
Culpa y
Expiación
Decidirse no es
lo mismo que decidir. En una reunión con Lessnig y “King Kong” Schulz, Ehrenberg
descubre que Franz Buchner es intocable. La culpa recaerá en los “dispensables”
Harri y Pauli. Deprimido el ingeniero se los lleva , junto al cocinerito y a un
cuarto cuyo nombre todavía no conozco, de excursión en su yate-casa.
Aparecen las
Nussmaier y se unen al grupo. Los chicos están encantados. Uno dice que algún
día tendrá un bote como ese, pero solo para pescar. Harri dice que quiere
volver a tener una familia como…y señala a Ehrenberg y Greta que están ahí muy
juntitos. Aunque la pareja intenta explicar que no son una familia los niños ven
lo que adultos no quieren reconocer.
Envalentonado, Wim
le pregunta al ingeniero si es cierto que no sabe nadar. De entre sus barbas, la voz de Ehrenberg
farfulla algo como que no ha tenido tiempo para aprender, dulcemente Greta se
ofrece a enseñarle. En medio de tanta armonía, Robert nota que Pauli se ha
alejado del grupo. Va donde él para averiguar que le ocurre. Pauli le cuenta
que en sus días de mendigo aprendió a reconocer tres miradas que la gente le
dirigía. Unos lo miraban con desprecio; otros con lástima, pero los peores eran
quienes lo miraban con remordimientos. “¿Por qué se siente culpable?” le
pregunta al ingeniero. Es cierto, las culpas están aplastando a Ehrenberg que
las carga sobre sus hombros, encorvado como un Atlas.
Para aumentar su
caudal de culpas, Greta le exige que saque a Pauli y a Harri del atolladero.
Como si fuese poco, Rudy antes de subirse al bote con Buchner prefiere
triturarse el brazo en una máquina. Como recordaran de Charite at War, los
médicos nazis andaban al acecho de heridas autoinfligidas por soldados que no querían
regresar al frente de batalla. ¡Pobre Robert Ehrenberg! Debe salvar a los chicos, debe salvar a Rudy, ¡debe
salvar el mundo!
El ingeniero
recurre al ejemplo pirata que ya conoce. Se confabula con Buchner y Erdmann
para declarar que lo de Rudy fue un accidente, va al juicio y declara que
Buchner es inocente, pero que Pauli y Harry también lo son. El único culpable
es él. En expiación, se ofrece hacerse a
la mar con el submarino.
Lessing está
furioso. “no es lo que acordamos”. King
Kong se lo lleva al pasillo. Está encantado. Que Ehrenberg se vaya con sus
grumetes a saludar a Davy Jones, es una manera elegante de zanjar el asunto y
de librarse de presencias molestas. El rencoroso Lessing le quita al ingeniero
el derecho de reparar fallas menores en el submarino. Lo quiere lejos de su
vista y en el fondo del mar lo más pronto posible.
Los chicos están
felices de que el Ingeniero Ehrenberg venga con ellos y se van a celebrar en un
burdel su última noche en tierra. Ehrenberg dice que se quedará a reparar las
maquinas. Lleno de remordimientos, el
joven Buchner quiere acompañarlo, pero el ingeniero lo convence de pasar esa
noche en familia. Aunque, por un segundo, pareciera que Ehrenberg quiere
integrar al capitán de agua dulce a su círculo de hijos adoptivos, sus motivos
son más mercenarios.
Contraviniendo
una vieja superstición, Ehrenberg ha traído a su Greta para darle un tour del
submarino. Cuando ya están, en lo que pasa por recamara, le suelta que vuelve
al mar. Greta esta horrorizada. ¿No dijo que nunca más…? El Oberleutnant la interrumpe, también le juro
que costara lo que costara salvaría a los niños. Ese ha sido el precio.
Conmovida, la rubia lo lanza contra la pared y le planta un calugazo en las
barbas. Robert mantiene los labios
cerrados.
Le reprocha a
Gretita el ocultarle la presencia del marido. Frau Nussmaier sale con que está
arreglando “su situación marital”. “Debes tomar la mejor decisión para ti y
para Fanny” dice Ehrenberg. No debe pensar en él. “No soy un buen hombre”. La
rubia lo hace callar: “no eres tú. Fue la guerra…”El show del Casto José acaba
y el ingeniero no se aguanta más antes de darle un mega beso que hasta a mí me
dejó tiritando. No importa que corten la escena y nos manden a Lisboa. La
imaginación lo puede todo. En cambio, en tierras portuguesas el pobre Forster
debe someterse a otra sesión de sexo tórrido—pero no buscado— con
otra fémina.
Y he ahí el resumen
de cinco episodios de la decena de esta temporada. El U-949 se hunde en las
aguas del Báltico con un capitán depreciado por su juvenil tripulación que, sin
embargo, está feliz ya que sabe que el verdadero KaLeus es su protector Robert Ehrenberg.
Las ordenes de Greta deben cumplirse: “vuelve y trae a los niños de regreso”.
Los Cazadores Serán
los Cazados
Es en el sexto
capitulazo con mayúscula donde las historias se bifurcan. Donde Swinburne buscará
su venganza por la pérdida de su hijo y donde Ehrenberg retomará su rol de
padre de la nave que construyó y de sus tripulantes que ahora hasta Buchner
anda trotando tras de su ingeniero pidiendo y siguiendo las ordenes de su
subalterno.
A pesar de las
nuevas tecnologías de los Aliados, Ehrenberg dará una dura batalla, sacándose
estrategias de la manga para circunnavegar a los ingleses hasta el punto de que
Swinburne lo apoda “Herr ZigZag”, pero la guerra marinera ha cambiado. Ahora “Los
cazadores serán los cazados” como sentencia el comandante inglés.
En tierra
ocurrirá lo mismo. Forster se convertirá en fugitivo, acusado y acosado por la policía
del corrupto D’Acosta de ser un asesino (lo es). Los alemanes le quitarán su
apoyo y el agente de la Gestapo deberá confiar en un extraordinario aliado. No
es spoiler puesto que es parte del trailer, retorna Klaus Hoffmann con una fascinante
historia de cómo ha sobrevivido.
SPOILERS: Ehrenberg
regresa vivo a Kiel (no es tan spoiler
porque Franz Dinda ya ha dado entrevistas sobre cómo se reintegrará este verano
a las filmaciones de la cuarta temporada) con los cuatro chicos—aunque
uno venga en forma de cadáver—y aunque encuentra malas noticias en el
frente romántico, hay buenas nuevas en el frente del bromance.
Acabo con solo
elogios a una narrativa bien hilvanada, visualmente espectacular, muy buenas
actuaciones. Amo a los personajes, aunque me dolieron un par de pérdidas,
quiero seguir viendo esta saga y que se vuelva eterna. Los primeros cuatro
episodios son excelentes y sirven para crear mundos donde ocurrirán sucesos
prodigiosos. Para los que quieren acción dentro del submarino, del sexto al octavo
hay una ristra de episodios imperdibles.
Estos episodios marcan
la evolución de Ehrenberg como pater familiae de tripulación y navío. El
mismo Swinburne lo felicitará. Ha sabido rescatar una tripulación infantil, “hasta
su comandante es apenas un niño”. Sin embargo, el mismo Buchner aprende bajo la guía
del ingeniero y es quien desarrolla la maniobra más pirata para salvar al
submarino y sus tripulantes. Esto no es Kipling, Ehrenberg no es Manuel ni
Buchner es Harvey. Esto es la mera Isla
del Tesoro con Jim Hawkins apoyándose en Long John Silver.
Una nota final para
los quejosos de siempre. Despierten, esto hace rato que dejó de ser Das Boot,
la película. Esa trama cubría sucesos de 1941, cuando estas manadas de lobos
reinaban en el Atlántico. Estamos en 1943, el panorama ha variado. Algo que nos
muestra esta temporada es como a punta de tecnología los Aliados cambian el
rumbo de la Batalla del Atlántico y los U-Boat comienzan a decaer.
Contenido Violento
y Gory: Ha sido menos
fuerte en términos de muertes y torturas que reinaron en los relatos en tierra
en temporadas anteriores. La tortura del pobre Beck ocurre fuera de pantalla.
Hay una explosión en Lisboa, pero lo más fuerte fue cuando Rudy metió el brazo
en la máquina que se lo trituró. Hay una extracción de un vidrio que una explosión
clavó en el pecho de Forster y en el submarino, Buchner ( que se nos revelará como un estuche
de monerías) le practica una sangría a Wim, el cocinerito, para evitar que se
propague la gangrena por el cuerpo.
Contenido
Sexual y Desnudos: Nunca
supimos si Ehrenberg y Greta llevaron su beso más lejos y lo hicieron a la
paraguaya en ese cubículo del submarino, porque en la litera del ingeniero no cabía ni Tyrion
Lannister. Tenemos al pobre Forster siendo “violado” por mujeres de diferentes
nacionalidades en Lisboa. Tenemos en el segundo episodio una escena de sexo con
desnudos totales entre Hannie y su marido, pero sin gota de erotismo puesto que
es evidente que lo hacen en busca de un hijo. Y como yapa, un desnudo frontal de Pierre Kiwitt en el
episodio 8.
Contenido Feminista: A pesar de tratarse de una serie “para
machos”, Das Boot se las ha manejado para brindarnos un retrato de las
mujeres atrapadas por guerras que ni han iniciado ni es lo suyo. Ahora tenemos
una visión de la mujer alemana, de la ordalía de ser esposas y madres bajo el Tercer
Reich.
El primer caso es
el de Johanna “Hannie” Lessing (nee Hoffmann). Su calvario será el de
muchas mujeres cuyos parientes entran en la lista negra hitleriana. Como le
grita al padre, mientras el Almirante
caía en una depresión comatosa tras la supuesta muerte de su hijo, la SS, enterándose de la deserción de Klaus, invadía la casa Lessing y aterrorizaba a
Hannie y a su esposo recordándole el concepto jurídico nazi de Sippenhaftung
que criminalizaba a toda la familia de un traidor.
Debido a eso Lessing
ahora ocupa un puesto oscuro en una ciudad menor; por eso Hannie recibe pullas constantes
por ser hermana de un desertor y por eso ha tratado de proteger a su padre de
una dolorosa verdad que carga sola, pero cuando el comandante la recrimina por
su mentira grita indignada “¡estoy harta de padre, hermano y marido!”
Y es que Hannie tiene además que cargar el estigma de ser estéril, un pecado en la Alemania Nazi. Hannie debe soportar que diosas de la fertilidad como Ulrika Buchner le refrieguen en la cara su falta de hijos. Cuando su marido la humilla obligándola a pedirle disculpas públicas a Ulrika, Hannie se venga recordándole a Lessing que los médicos no han encontrado fallas en ella. El incapaz de engendrar es su marido.
A pesar de que Hannie salga con
mituterismos como que siempre le tuvo celos a Klaus debido a que su padre lo prefería
por ser varón (“yo era mejor marinero que mi hermano” le dice a su amante “King
Kong” Schulz), su personaje logra transmitir
los peligros de ser mujer—aun aria y de clase alta— en el Tercer Reich. Muy buena actuación de Luise Wolfram a quien viéramos en Charite
at War.
En cambio, Ulrika
Buchner demuestra como una mujer podía jugar bien sus cartas y ascender en ese
mundo totalitario/patriarcal que era la Alemania Hitleriana siguiendo las
pautas que el manual establecía para la esposa nazi perfecta. Ha maquinado para
que su marido ascienda dentro del Partido tal como ahora máquina para que su primogénito
ascienda en la Kriegsmarine. Entretanto, ella combina sus labores de ama de
casa con labores de caridad propias de dama de la alta en un país sometido a
bombardeos y a refugiados.
Todo esto lo hace
Ulrika con una cría en brazos. Entre la bebé y el Teniente Buchner hay cuatro
otros niños. Ulrika corresponde al ideal nazi de la madre prolífica. Al nacer
su sexta hija ha recibido, de las manos del mismísimo Fuhrer, una medalla
especial creada para las madres del Reich.
Es un placer ver
de nuevo la Frau Elisabeth, ahora
acicalada con pieles y joyas entre las que destaca la condecoración que Frau
Buchner porta como si fuese una Cruz de Hierro y se la mete por los ojos a
quien encuentra. Lo más fascinante es como en ese mundo machista los hombres se
inclinan ante esta diosa-madre y acatan sus pedidos.
El tercer ejemplo
de la mujer en la Alemania nazi es Greta Nussmaier. Al comienzo la vemos como
una mujer independiente, madre soltera que se ha hecho cago del negocio de su
padre. Se la ve decidida y una decisión es iniciar una amistad romántica con Robert
Ehrenberg, pero Greta tiene un secreto. Su marido volvió del Frente Oriental
con una conmoción cerebral que lo tiene inmóvil en una silla de ruedas.
Greta toma la
decisión de abandonarlo e iniciar una nueva vida con el ingeniero, pero se
olvida del país en el que vive. Un invalido no tiene cabida en la Alemania de
superhombres. El médico le explica a Greta, el único camino del marido se acaba
en un centro de experimentos tras los cuales vendrá la eutanasia. La única
esperanza es que Greta se haga cargo de él. Este dilema terrible solo se le
puede presentar a una mujer en un estado totalitario donde veteranos minusválidos
únicamente sirven para experimentos.
Factor Diversidad: Por una vez no tenemos judíos, aunque se
ven bastantes entre los refugiados con los que se tropieza Forster en Lisboa.
Lo más diverso son los japoneses, el Almirante Ido en cuyo honor se da la
fiesta en el primer capítulo y los tripulantes del navío que entregan la carga
de oro que convierte al U-949 en una urca del tesoro. Me encanta cuando los
marinos japoneses rescatan a Pauli del mar y acaban diciendo que los alemanes
son tan extraños como si fueran marcianos.
Glad you enjoyed the series, I still haven't even seen the first season LOL
ResponderEliminarI’m grateful for-you-know-what, but I wouldn’t recommend it to you. Not, after our conversation on glamourizing Nazis. Like the film, the show is very antiwar, but not against the Nazi regime. Americans and British are brutal and greedy, French are treacherous and decadent, the underground is either corrupt or inefficient. In this last season for the first time there seems to be criticism against Hitler and his rules and how they affected the German people.
EliminarIt is German series after all, them and Hungarians and other Fascist countries from WW2 usually like to see things differently. Hungarians here are still angry that they lost the war instead being angry that they killed so many people. And the saddest thing is that fascism is still very strong there. We currently have migrant crises here in my city as we are swamped with migrants being their last station at the border with Hungary. There was shooting and killing amongs them last week (a few blocks away from me) with a few of them left dead and Hungarians immediatelly started civil patrols wanting to eradicate them. Then some idiot Hungarian attacked two peaceful tourists from Morocco in one of the city cafes just for them being Muslim. Hungarians cannot wait to start another war and violence, it is in their blood. Germans are not much different, the same with Croats and Baltic states and Ukraine.
EliminarWhen we were young, my sister and I realized, one of the fortunes of being born Jewish is that it sets you on a specific sidewalk from which there are certain crossings you cannot do. It saves you from a lot of moral dilemmas, for example as a Je I cannot play the collective guilt game. Antisemites of all ages have placed guilt on our whole race for the most absurd reasons. I cannot generalize about any nation. I tend to do it because it’s a human thing, but when the moment comes, I try just to see the individual and his/her circumstances.
EliminarFor the sake of the subject, let’s keep the discussion on Germans and how they portray their people and The Third Reich in their media (film and TV). After the war, the Allies saw every German as a criminal, they set up a whole apparatus to denazify people, they enforced non-fraternization orders, etc. Until today, Germans consider all this a humiliating treatment. When the West realized Germany could become a bastion against Communism, their treatment changed. They let the Federal Republic of Germany become a country again and run her business as she saw fit.
Suddenly war criminals and former Nazis were moving around unhampered by their past, some of them holding public office again. Chancellor Adenauer made a general call of reconciliation, granted a general amnesty (except in cases where murder could be proven) and swept the past under the carpet. Part of this operation included the erasing from history schoolbooks the period that run between 1933to 1945.
In the 70s when Hollywood and television found the Holocaust a popular and lucrative subject, Nazi guilt fell upon a whole generation of unsuspected Germans who were as baffled and depressed as American white children are today with these race theories and white guilt pushed down their throats.
Half a century later, Germans still don’t know how to deal with their Nazi past. They refuse to accept collective guilt but also, they refuse to be silent or remain ignorant about their history. Although there are some excellent German films on the subject such as RosenStrasse and Labyrinth of Lies, most of them follow a scheme that sometimes fall into relativism. Common tropes are “Germans were WWII victims too;” Allies freed useful Nazis;” “We were not Nazis.” They create a myth that you could live in Nazi Germany and be untouched by what was happening therefore you could remain uninvolved. Thus, they are terrified of portraying heroes or important characters as members of the underground. According to this mythology, Valkyrie was a plan created by defeatist traitors, and German Resistance was led from Moscow. The funniest part is how they depict Jews. They fall into stereotypes and show them as greedy, stubborn, idiotic, useless, selfish, not evil but quite unsympathetic. While being true to Jewish plights, they set them apart from the German people which explains why Germany is still an antisemitic country.
The next question is why I like these shows so much. I like them because they let me give a human face to Germans, Nazis or not. I can identify with many of them. Once the identification is achieved, I can pose a question to myself: What would I have done in his/her situation?
Keep cool Gattocito and drink a lot of fluids. Let's be grateful you are in your country and not an exile, and let's pray there are no other wars, Europe can't handle them.
Adoro tus trabajos, encima hablando de pelis!
ResponderEliminarSencillamente espectacular💜