Hay veces en que
me he tragado enteras series malísimas siempre con la esperanza de que
mejoraran. En cambio, hay otras que me basta un capítulo para cambiar de
plataforma o apagar a Ruhami. Esos han sido los casos este invierno con Glitter
de Netflix y S.A.S Rogue Heroes de EPIX.
Solo en Netflix
podrías encontrar una serie sobre sexo que te hiciese bostezar. Eso aun cuando
en el primer episodio, tuvimos varias escenas subidas de tono , y tres
desnudos, uno por cada protagonista. A mí me interesó Brokat porque
tiene lugar en la Polonia Comunista, 1976 para ser exactos. Me atraen las historias
sobre la ex órbita soviética, y más si nos enfocamos en historias de mujeres,
más con el frívolo detalle de que la moda de fines de esa década es la más
bonita que he presenciado en mis sesenta y tres años de vida.
Un Brocado Sórdido
El titulo ya va
asociado con la moda. “Brokat” o brocado se refiere a una tela brillante muy
usada en ese tiempo para los vestidos de fiesta. Me imagino que aludirá al
falso oropel que simboliza la historia de tres mujeres de diversas edades que
desean convertir el oficio más antiguo del mundo en una empresa lucrativa y que
les otorgue independencia.
No es la primera
serie en usar esa premisa, pero aquí no lidiamos con historias como Harlots o Madame K donde, a
pesar de la belleza del vestuario y el lujo de los escenarios por donde se
pasean las protagonistas, tenemos claro
que ser prostituta es un trabajo costoso y arriesgado. En realidad, Glitter
(como le han puesto en inglés) más se
asemeja a la brasileña El negocio.
No sé si vieron esa producción de HBO que tuvo
tanto éxito que llegó a las cuatro temporadas
Recordarán que es la historia de Karin, una cortesana de lujo, harta de ser dominada por clientes y por su
“agente” Ariel. Karin decide independizarse y montar su propio negocio en el
que la mercancía es ella. Para eso entra en sociedad con Luna y Magali, mujeres
más jóvenes, pero refinadas y acostumbradas al mundo de la alta sociedad.
A pesar de su
éxito, a mí nunca me atrapó El Negocio. Ya en el primer capítulo tuve
problemas con el trio de prostitutas, no me creí su empoderamiento. Una era muy
codiciosa, otra muy con ganas de vengarse de los hombres, y Karin muy ingenua
con ese cuento de que lo único que le importaba era su empresa, sin reparar que
el negocio de la prostitución está lleno de trampas y peligros. En suma, me
irritaba que la serie minimizara esos peligros e hiciera hincapié solo en lo
glamoroso del trabajo.
Vi varios
episodios de El Negocio sin que nunca pudiera engancharme. No me caían
bien los personajes con la excepción del chistoso Ariel que andaba disfrazado
de judío sin serlo. Encontraba a las chicas muy ambiciosas y un poco
frívolas y me hartaba Karin con sus ínfulas de mujer dura y poderosa, pero en
lo que supera a Brocado es en su argumento coherente y en típica vena
brasileña, chispeante y jocosa aun cuando se trataba de un negocio sórdido.
Tal como me
enseñó a respetar y a no juzgar a los homosexuales, mi madre me enseñó a
respetar y no juzgar a las prostitutas. “Son mujeres que se dejan la vida en
ese trabajo” me decía y aunque por años admiré a las Call Girls de la alta
sociedad, finalmente tuve que aceptar
que no es una vocación sino una solución muy insegura y miserable. Por eso me
desagradó el letrero con el que inicia esta serie polaca que dice que una vez ,
Polonia vivió una era de libertad sexual y que eso hizo a las mujeres
poderosas. ¿En serio? ¿El latrocinio representa el empoderamiento de la mujer y
es una expresión de libertad sexual? ¿Quién se cree eso? ¿Los chulos?
Mas que Empoderadas,
Desesperadas
Comenzamos el
cuento en un elegante hotel playero en el Báltico, en lo que se conocía como la
Riviera Polaca. Conocemos a Helena, prostituta de postín, quien está ya
acercándose una edad en que sus encantos no van a venderse por un alto precio.
Su solución ha sido ceder sus servicios al Estado. Ahora trabaja para un
servicio secreto que busca chantajear a funcionarios fotografiándolos en
situaciones comprometidas.
Se pudo explotar
este aspecto de la historia mostrándonos como Helena al jugar a la política camina
sobre la cuerda floja, o describirnos a
fondo la corrupción de un gobierno que usa la prostitución y el chantaje para
lograr sus fines. En cambio, este escenario es tratado como algo normal y no
como material de discusión. Helena seduce a un italiano, los fotografían.
Entremedio conoce un chico guapo que se interesa en ella, pero ella acaba en la
cama con su jefe. O sea, el estado comunista es el padrote de Helena.
Si ella me
resulta muy aburrida, su colega Pola, me es irritante. La conocemos en una estética
vendiendo un shampoo que ha traído de un viaje por el extranjero. Quiere dejar
su trabajo de prostitución y dedicarse a los productos de belleza, pero le sale
al camino un funcionario que le ofrece una licencia a cambio de sexo oral. Pola
le manda un bofetón y se va a quejar con un inspector de hacienda y de nuevo
descubre que para los hombres solo es una vendedora de sexo.
Aquí faltó algo
que nos hiciera estas escenas más intensas, que nos hiciera sentir a una Pola
humillada y acorralada, pero no sé qué falló’;
si la actuación, si la dirección, si el argumento. El caso es que Pola
acaba en el mismo resort playero que Helena y en compañía del inspector. Pola
busca consuelo de su colega más madura. Helena le aconseja acostarse con Vladek
(el inspector), sacárselo de encima
previo intercambio de servicios, solo así obtendrá su licencia.
Lo extraño es que
de nuevo no sé para donde va la trama porque Vladek no parece mala persona,
nunca se siente como que esté presionando a Pola. En la alcoba es super gentil,
hasta le proporciona sexo oral. Recordando las exigencias del primer
funcionario, y si esta fuese una
película porno, pensaría que se trata de algún código sexual, pero llevo media
hora con mucho desnudo, mucho revolcón, y estoy luchando por no bostezar. No me
atrae encontrar códigos ni simbolismos en un cuento tan soso.
A la mañana
siguiente Helena le proporciona a Pola fotos de ella en la cama con Vladek.
Ahora la futura cosmetóloga lo tiene en el puño porque seguramente el
funcionario es casado. ¡Cha-cha-cha- chan! Y yo finalmente suelto el bostezo
Por último,
tenemos a Marysia, es más jovencita y ha venido con su amiga a una fiesta a la que no las han invitado. Un chico guapo (esta
serie está llena de chicos guapos, muy parecidos entre sí y todos anónimos)
consigue hacerlas pasar. La veleidosa Marysia lo abandona y se va con otro
chico guapo. Tras mucho bailoteo en una fiesta del hotel, la pareja parte a la
playa a hacer lo que hacen las parejas, pero a Marysia cuando le bajan los
calzones, le bajan las dudas.
El chico guapo #3
no acepta negativas. Está a punto de violarla cuando entra en escena Chico
Guapo #2 que lo golpea y rescata a la damisela. En agradecimiento, Marysia pasa
la noche con él, pero a la mañana siguiente encuentra que él se ha marchado
dejándole dinero en la mesita de noche. Y eso es todo, Amigos.
A Glitter
le falta mucho, pero principalmente atmosfera, de época, atmósfera histórica y
sobre todo carece de contexto. No entendemos qué sucede, no hay suspenso de lo
que puede pasar, no tenemos expectativas
sobre los personajes porque no los conocemos ni nos interesa conocerlos. No hay
conflicto.
En el primer
episodio de Harlots, conocimos a Margaret (Samantha Morton) y sus hijas.
Descubrimos su rivalidad con Mrs. Quigley (Lesley Manville.) Vimos las diferencias entre sus negocios y
anticipamos la venta de la virginidad de la ingenua Lucy.
En el inicio de
Madame K, sentimos la excitación de abrir el club de Caballeros de Madame
Kukk en la casona de los misteriosos Falkenerg. Descubrimos la personalidad de
cada pupila y un poco del pasado de Brigitte Kukk. Sentimos el entusiasmo de la
novata Linda por comenzar su carrera de prostituta de lujo, y el miedo y nerviosismo sobre la situación
política de Estonia luego de la invasión de Polonia y de la visita de los
primeros clientes del alto mando soviético.
En Glitter
deberíamos temer al estado policial en el que viven las tres prostitutas, pero
nada indica que están en un país comunista, no vemos disidentes, ni falta de
libertad y los funcionarios corruptos podrían existir en cualquier democracia.
Nada nos hizo sentir que estábamos en Polonia en 1976. Esto fue más notorio en
la ropa. No solo hubo una abundancia de minifaldas, sino que Marysia y su amiga
parecían disfrazadas de Happenings de los 60s con microminis, pantalones
aflautados y detalles como “sacabocados” en caderas y espalda. Así llamaba mi madre
a unos vestidos que ella misma diseñaba para su tienda entre 1968-1969 cuya
característica eran aperturas redondas en espalda, cadera o cintura.
En esta reseña , quien
escribe y que obviamente ha visto la serie completa la describe como “oscura y
distante” agregado que no se entienden las motivaciones de los personajes. Eso
quiere decir que tomé la decisión correcta al no perder tiempo con otro esfuerzo
de Netflix de mostrarnos a Polonia, último bastión del conservadurismo europeo,
como un país donde se hacen series subiditas de tono. Lástima que mostrar carne
y sexo no hagan a una serie más interesante.
Banalizando la
Segunda Guerra Mundial
Si Glitter
banalizó a la prostitución, S.A.S. Rogue Heroes banalizó el trabajo de
los comandos británicos en la Segunda Guerra Mundial casi tanto como Steven
Knight banalizó el mundo gansteril en la interminable Peaky Blinders.
Como la mencionada serie fue un fenómeno, sus fans esperaban alborozados este
cuento lleno de ruidos y furias, pero siguiendo con la cita shakesperiana,
narrado por un idiota.
En suma, el
primer intento de Steven Knight de adentrarse en el drama bélico será la serie más
cara hecha en el Reino Unido pero no se puede decir que valió la pena. Esta
colmada de lo que llamaríamos tecnología de punta, en lo que se refiere a efectos
especiales; ejemplos de arrojo machista;
y una banda sonora tan estridente y
anacrónica como la de la saga de La Familia Shelby.
Las mayores
críticas han sido sobre la musicalización, pero a mí , fanática de los sonidos
del swing, no me molesta, o es lo que me
molesta menos. Me lo esperaba o no me lo esperaba porque siempre supe que la
serie no me iba a gustar y me alegré de saber que en USA la pasaría EPIX, un
canal premium que no poseo.
Sucede que Amazon
Prime me ofreció el primer episodio gratis y no iba dejar pasar una
oportunidad. Tal vez me esperaba una sorpresa. Lo que me encontré fue una hora
de hubris pomposo y caótico. Una historia fascinante mal contada, diálogos
imposibles, personajes a los que deseabas que los escabecharan rápido.
Mi problema no
radicó ni en la música ni en detalles históricos. Después de todo ya me había
leído el libro y sabía lo que iba a pasar, pero hubo momentos en que quería
arrojar una bota a la pantalla. Lo curioso es que mi frustración nacía del hastío,
del derroche de recursos con los que se podía fabricar un buen relato, pero que
acababan en una especie de endiosamiento de un personaje, ridiculización de
otro , y atenuación de un tercero.
Si nos quedamos
con el primer episodio solo tenemos tres personajes importantes, y una mujer.
Un detalle ficticio creado para rellenar la cuota del personaje femenino y para
embutir una actriz argelina (Sofia Boutella) que según los estándares woke pase por ser “de
color”.
Héroes de
Pacotilla
El supuesto
protagonista es David Stirling, escoses de buena familia e hijo de un celebre
general. Eso no dice mucho porque David desestima el alto mando. En realidad,
es el típico héroe de Steven Knight, uno que desprecia al género humano casi
tanto como a sí mismo. Es el nuevo Tommy Shelby, un hombre que se siente
atrapado en un mundo absurdo y huye, no
a través de las drogas, sino del alcohol. Una vez convenientemente borracho, que es su modo de protestar, sale con discursetes enredados, ampulosos y
absurdos que asustan hasta a los australianos que no se asustan de nada.
A mí no me molestó
que David fuese un personaje tan repelente puesto que en la vida real fue un
tipejo un poco chueco que siempre se adjudicó el crédito de la creación de los
SAS, pero me exasperó que la mitad del primer capítulo lo tuviéramos tan presente
con sus peroratas desatinadas No ayuda el que lo interprete Connor Swindells de
Sex Education, un actor muy poco carismático.
Alternamos las
escenas de Stirling con las de Jock que al menos está en el frente de batalla,
aunque solo lo vemos entrar en acción una vez en una incursión en el campo
italiano donde matan a sesenta sin incurrir en bajas. Espero que el ejército
británico de hoy no vea matar italianos como una hazaña bélica de la guerra del
desierto que al final la batieron sus tropas coloniales.
Jock está en
manos de Alfie Allen que por alguna razón se ve más parecido a Ser Jora que a
Theon Greyjoy, aunque no tiene ni la emotividad ni el honor del caballero
Mormont. Este Jock es medio payasito y sus soldados no lo toman muy en serio.
Algo que no corresponde a los recuentos de las actividades del verdadero Teniente
Elwes.
El único
personaje más o menos digerible es Paddy Mayne (Jack OÇonnell) al que encontramos
en una celda en El Cairo a punto de ser ahorcado por una panda de policías
militares enardecidos. Nunca supimos el motivo de su arresto ya que Paddy que—como
indica su apodo— es irlandés, actúa en típica vena celta apaleándolos a
todos para ir luego a refugiarse junto a un amigo que parece ser su Pepe Grillo
.
Resulta que
Stirling en medio de su borrachera anda buscando a Paddy para no se sabe que
proyecto, A Paddy no le interesa y anuncia a su amigo que se irá a Birmania
(hoy Myanmar) a pelear contra los japoneses. Como estamos en medio de 1941,
meses antes de Pearl Harbor, no sé con qué
japoneses pretende pelear. No importa, una incoherencia más.
Paddy Mayne, a
pesar de que Stirling pretendió arrebatarle el crédito, fue el verdadero
creador de la SAS. Nunca estuvo preso por matar a un MP, nunca la policía
militar hubiese intentado matar a un oficial sin previo juicio. Es cierto que
cuando Paddy, cubierto de gloria, regreso de su misión en Siria encontró que un
oficial superior le había matado al perrito. Hubo un altercado físico, pero Paddy
nunca fue enjuiciado.
La serie intenta
hacernos ver a Paddy como un psicópata borracho al que todos temen y se insinúa
que vive bajo el desprecio de los ingleses—superiores y subalternos—
porque es de clase baja, irlandés e ignorante.
Lo cierto es que Robert Blair Mayne nació dentro de una familia de
terratenientes acomodada del Norte de Irlanda. No era católico, de hecho, era masón.
Aunque acabó alcohólico y había sido boxeador amateur, era un hombre cabal que
fue el gran genio detrás de la SAS. Por último, era celebre entre los
británicos por ser campeón profesional de rugby y respetado por ser en la vida
civil un prestigioso abogado. Como que la realidad choca con este retrato tan
poco favorecedor que le hace la serie al Capitán Mayne (llegó a ser Teniente
Coronel)
He dejado para el
ultimo retrato, el de Jock Elwes que en
manos de Knight es otro de esos inglesitos excéntricos muerto de ganas de matar
y morir, desvinculado de la realidad y de sus hombres que lo observan como si
fuese un espectáculo de circo. Elwes que en la vida real pasó a ser un héroe
romántico en todo el sentido de la palabra (sus cartas de amor a su prometida Miren
Banford fueron publicadas póstumamente) aquí parece un soldado Gung Ho, que sigue sus
propias reglas sin método que controle su locura.
Se ha hablado
mucho de que la SAS fue un producto celta puesto que Stirling era escoses, Mayne
irlandés y Elwes gales. Digamos que ninguno era muy representativo de sus grupos
étnicos. Elwes era hijo de australiana y se crio en Australia. Por eso es que
resulta tan ridículo que haga que sus comandos se roben las raciones de los
Aussies, casi tanto como su comentario de que en el Ejército Británico todo se
comparte.
Como en Peaky
Blinders, la sutil xenofobia se hace sentir. Vi un clip en el que Paddy
(borracho para variar) entrena miembros de la Legión Extranjera y comenta que
los franceses segregan en su ejército a negros y judíos. Aparte de que es una
tremenda mentira—La Legión era la sección más diversa y menos
racista de las fuerzas militares galas— en cambio la discriminación de estos “Héroes”
de pacotilla involucra hasta a las tropas del imperio.
Un constante en
este infortunado primer capítulo es lo importante que era Tobruk. Existe en la
trama la impresión de que si cae este puerto libio, los ingleses pierden la
guerra. Eventualmente Tobruk cayó, pero si se dilató esa rendición fue gracias
a los esfuerzos de los valerosos australianos que habían cruzado medio globo terráqueo
para servir y morir por un imperio que los despreciaba.
La guerra del Norte de África, más que una extensión del conflicto europeo fue una campaña para proteger las colonias. Se trajo para ese propósito a los habitantes de la Commonwealth y de las colonias. Ahí sirvieron con distinción soldados de las Antípodas, Canadá, Sudáfrica junto a tropas Sikh y hasta judíos de lo que hoy es Israel (Moshe Dayan perdió un ojo en esa campaña del río Litani donde Paddy Mayne se cubrió de gloria).
Sin embargo, la
serie no solo no reconoce ese esfuerzo, hasta se burla de los diggers
como en esa primera escena en el bar de El Cairo donde el perpetuamente
borracho Stirling provoca a unos soldados australianos, se burla de sus muertos,
y finalmente los ahuyenta con sus
discursos de orate.
Mi problema con
esta serie es que no tengo paciencia para estos personajillos de Knight que se
creen dioses y en realidad son trapos. Me aburren, como me aburre el poco
respeto por los verdaderos héroes y por una guerra que costó tantas vidas.
Knight ha querido hacer Inglorious Basterds sin comprender ni cumplir los propósitos de
Tarentino.
A cambio, le ha
quedado una combinación de Hogan’s Heroes y Doce en el patíbulo.
Estos dos clásicos nacieron de un zeitgeist especifico, de un momento en que
los chicos de Estados Unidos morían o volvían despedazados de las junglas de Indochina.
Hoy ese modelo no es tan admirado a menos que se lo sitúe en su contexto.
¿Cuál es el
contexto de Rogue Heroes ? ¿Uno
en el cual psicópatas, alcohólicos y otros inadaptados pueden ser útiles a la
patria desencadenando sus bajos instintos? ¿Hacernos creer que la guerra es una gran
aventura y buena cura para el aburrimiento? Al menos en Peaky Blinders
todos los Shelby sufrían de alguna forma de trauma bélico, y eso le daba cierto tono pacifista a la
serie.
Aquí la guerra no
se entiende, no se sabe por qué se pelea, la idea es divertirse matando al
enemigo y apaleando a los aliados en sus ratos libres. Si en algo se distinguieron
los miembros de las SAS fue por su inteligencia, sus estrategias, su sangre
fría y don de liderazgo. Aquí son solo una panda de inmaduros llenos de
necesidades infantiles como la de destruir. Steven Knight cree seguir
trabajando con malandrines de tercera clase, y por eso no entiende el significado
de heroísmo. Eso me irrita y me aburre así que les dejo el cuento a los fans de
Peaky Blinders.
I still have not seen SAS ROGUE HEROES but I have it downloaded, I will watch it for the hunks, because I had a huge turn on for guys with WW1 hairdos :) They got a second season order, by the way.
ResponderEliminarOf course, as I say in my entry it has a tremendous fandom but it has inherited the Peaky Blinders fans. I wish it had my sort of hunks, then I would watch it, but them three leads...leave me cold
EliminarI find all three of them hot as hell with these hairdos, even though I do not generally find Jack and Alfie hot. I also think Stuart Campbell is gorgeous in it, and we will watch him in Winter King too as one of the knights. Hot little number. But I always find guys with those tidy prewar and in between war hairstyles extremely attractive, I like clean cut boys, I fall for Abercrombie and Fitch.
EliminarA mí de momento Rogue heroes me está pareciendo entretenida,. no llega al nivel de Life after life, maravillosa serie de época británica, o de Sherwood, otra serie histórica británica, pero me entetiene
ResponderEliminarMuchas gracias por seguir leyendo. También puedes hacer clic en las imagenes para entrar en mis otros blogs Latinas de Ayer y Reinos de Fábula. No sé el motivo, pero ningun servicio de streaming en USA ha pasado Life after Life y quiero verla. Sigue con nosotros.
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