Lo que nos dejó
la Primera Temporada, aparte de sus imágenes, aromas y sabores de la clásica gastronomía
francesa, fue un grupo de personajes muy pintorescos, liderados por una
personalidad luminosa y optimista. En la segunda entrega hay una yuxtaposición
entre Julia Child y la vida personal de su entourage. Esta última va anclada a
un wokismo desconcertante que no corresponde ni a la gran chef ni a su tiempo ni espacio. Se abandona el tema de
la cocina y más vemos, como notó Gattocito Miroslav, a Paul Child cocinando que
a su esposa. Por eso, por triste que sea la noticia, no me sorprende que los
ratings hayan bajado motivando a HBO a cancelar la serie.
Iba a hacer un
“Verdadero o Falso” para comenzar, hasta
que me di cuenta de que el 80% de los eventos que tienen lugar en la Segunda
Temporada nunca ocurrieron. La serie no se beneficia con esas historias falsas
que confunden al espectador puesto que no representan una época especifica. Ni
siquiera el año en que transcurre la serie corresponde a la cronología del French
Chef.
Celos y Sexo
en Provenza
Empezamos con un
episodio titulado “loupe en croute”. No es que la cocinera nos haga probar
carne de lobo. Loupe es como llaman los franceses a la corvina. El Loupe
en cuestión aparece cuando La Señora Child lo prueba en un restaurante
provenzal acompañada de su colega y rival, Simca. Aunque el personaje de Isabella
Rosellini no está impresionado con ese “pescado hervido sin salsa, encerrado en una cubierta de masa”, Julia sufre una epifanía ( “es como volver a
ser virgen”) y corre a la casa de Simca a probar suerte en la cocina.
El resultado es
asqueroso, ni el devoto Paul se atreve a comerlo. Julia insiste en seguir intentando
la receta, lo que exaspera a la
francesa. Entretanto, Jean esposo de Simca, que está convaleciendo de una
lesión lumbar (que contrajo mientras tenía sexo con su amante), observa a Paul cultivar un jardincito de
hierbas. Jean, un héroe de la Resistencia, insiste en rememorar sus días de
gloria e insta a Paul a examinar su vida. ¿Qué puede exhibir como su mayor
logro? En uno de sus momentos más
románticos, Paul le dirá a su mujer que su mayor logro ha ido su matrimonio.
Este verano
provenzal sirve no únicamente para señalar las diferencias culturales entre franceses
y americanos, sino también el miedo de Simca de perder a su socia que en su
afán de renovarse la está dejando atrás. Los vientos del cambio serán un tema
recurrente en esta temporada. En Boston, Hunter se enfrenta a una verdad incómoda:
la programación de la WBGH consiste en un mega show ( The French Chef)
en un nido de mediocridad . Se necesita tener otro programa que esté a la altura
del show de cocina.
Tarea difícil
porque recién a fines de esa década, llegaría la icónica programación infantil
(Mr. Rogers y Plaza Sésamo). Programas hoy asociados con la PBS,
como Nova, Nature y Masterpiece, vendrían en Los 70.
Hunter y Russ Morash intentan encontrar material en la cambiante sociedad
estadounidense. Russ va a una fiesta en Harvard donde acaba accidentalmente drogándose
con LSD. Dogas, Vietnam, feminismo y muchos cambios tienen al país y a la WBGH
en vilo.
Las estresadas amigas
de Julia huyen de los cambios siguiéndola a Francia. Judith Jones está harta de
ser perro lazarillo de la ingrata Blanche Knopf. Descubrimos que tiene marido,
pero lo abandona para refugiarse en Provenza. Alla se encuentra con una
desagradable sorpresa. Por andar de la greña, ni Simca ni Julia han hecho nada
para avanzar su libro.
También llega a la
granja James Beard acompañado de Frances (casi no reconocí a Stockard Channing)
una millonaria de Ohio, pero lo ha
precedido su toyboy, Sam. Este marroquí es una especie de gigolo
bisexual que enloquece las hormonas femeninas en la granja. En su última noche,
Simca y Julia hacen un festín para sus invitados a los que se les ha agregado
el célebre Jacques Brel que alborota las hormonas de Judith.
Al final de la
cena, todos están achispados y no saben lo que dicen. A Frances se le ocurre
decir que todos (Paul incluido) son unos mantenidos. Paul se marcha de la mesa.
Se consuela mostrándole sus fotografías a Sam, pero el marroquí quiere que le
muestre otra cosa. James alcanza a ver cuándo su amante acaricia la entrepierna
de Paul, pero no como el esposo de Julia rechaza los avances del gigolo.
Sam no se da por vencido
y busca a James, pero este lo manda a dormir solo, él prefiere la compañía de Frances.
Esto ya parece la Ronda de Strindberg, porque Sam acaba acostándose con la
criada Ivette a la que el esposo de Simca planeaba seducir. La única sensata es
Judith. Brel le escribe una canción, pero ella recuerda que es casada (el
cantante también) y le cierra la puerta de su cuarto.
Crisis en
Boston
Como contraste a
esta ingenua orgia, tenemos la fiesta de cumpleaños de Hunter en el set. Es una
fiesta artificial porque—como grita la borracha cuñada del festejado— Hunter
está a punto de ser despedido. Para mejorar el programa de Julia, Hunter ha
traído de Hollywood a Elaine, una gordita judía que trabajó con el legendario Ed
Murrow.
Las redondeces de
Elaine y su acento yiddish atraen la atención de los niñatos de la WGBH que
comienzan a perseguirla y ella a evadir con sutileza. Alice se admira del modo
en que Elaine pone a los hombres en fuga. La productora le cuenta su secreto.
Viene huyendo de un hombre, su patrón casado que la embarazó, y acaba de tener un aborto (en ese entonces
era ilegal). ¿Qué hace Alice? Va y tiene relaciones sin protección con su
novio. Aunque cree estar embarazada, no pasa de falsa alarma.
Por otro lado,
Avis ha iniciado un romance con un profesor de Harvard. El muy entusiasmado,
pero ella con reparos. No quiere acabar con un viejo, por lo que le huye, yendo
a refugiarse en Francia con Julia en Paris y casi arruinándole el weekend romántico
que Los Child tenían planeado. Como castigo se ve obligada a pasear a otro
viejo, pero uno famoso. ¿Avis de Soto y Jean Paul Sartre?
Llevo tres
capítulos vistos y no me siento cómoda. La calidez, simpatía y humanidad de la
primera temporada parecen haberse esfumado , víctimas de un humor forzado que
afecta hasta la calidad histriónica del reparto. Fiona Glascott y Britanny
Bradford parecen comediantes amateur en una obra escolar. Son exageradas, poco
convincentes, a ratos ya uno espera que
les avienten un pastel en la cara.
Los temas serios
se convierten en motivo de mofa. ¿Se imaginan lo que sería para una chica como
Alice quedar embarazada en ese entonces? Yo hasta temí que la iban a obligar a
abortar. Y les deseo una infección urinaria a todos los que crean que esta
puede ser motivo de chiste
El tema de la
rivalidad entre franceses y americanos, cansa. Ya parece Emily in Paris. La serie se siente pedante (inclusión del
antisemitismo francés que ya tocaré) e ignorante como cuando Alice le explica a
Elaine que Julia llama a su red de apoyo “una confederación”. Enseguida se
corrige diciendo que la chef se refiere a una hermandad, ”no a un grupo de traidores”. ¿Cómo se
traduciría eso a un público malgache, turco o boliviano porque “confederación” es
una palabra/concepto que existe en todos los idiomas y no necesariamente evoca
imágenes de la Guerra de Secesión?
Cuando el Woke
Reemplazó a la Buena Mesa
Por último, el
show era sobre cocina y comida y eso es lo que más extraño: las imágenes
gloriosas de las confecciones de Julia Child. La cocina de Simca se veía tan
desordenada y sucia que yo no comería nada salido de ahí. El famoso pescado en
croute me pareció un platillo insignificante para crear toda una subtrama
alrededor de él. Los títulos son deprimentes, el segundo episodio es sobre un
pato y nunca vemos al pato, ni vivo ni emplatado. Para colmo de falta de imaginación,
se alejan de la cocina francesa y caen en cosas raras (¿grits? ) .
Si en la primera
temporada nos la pasamos yendo a excelentes restaurantes con close ups de
suculentos platillos, ahora la única vez que Los Child comen en un establecimiento
parisino, no solo ocultan el nombre del local también la comida. Para mayor
ofensa nos muestran a Alice e Elaine haciendo brainstorming en un diner
de barrio cuya mayor contribución son huevos ‘Grasientos”.
Julia también ha caído
en la trampa de los malabares cronológicos. En la vida real, la primera
temporada del French Chef tuvo lugar en la primavera de 1963.
Supuestamente esta temporada correspondería al verano y otoño de 1963. Pues
para evitar todos los sucesos históricos de ese convulso año (crisis de Misiles
y Asesinato de Kennedy) la han hecho saltarse al 1964. Aun ahí se habla de
protestas estudiantiles y de movimientos anti bélicos cuando esto no ocurría
antes de 1965. A pesar de estos saltos de tiempo, la bebé de Russ Morash sigue
siendo una criatura de brazos.
¿De qué sirve
embutir sucesos históricos si están mal ubicados? La entrevista de Life
fue el ’66. Julia Child visitó la Casa Blanca en 1968. Estos errores llegan hasta los críticos. En
una reseña (no ofenderé diciendo el nombre, pero es un sitio dedicado a la
televisión) quien escribe cree que el Proyecto Manhattan tuvo lugar en los 60
(¡!!) Parece que Oppenheimer no sirvió de mucho para enseñar historia.
En otro sitio no saben quién era Jacques Brel. Realmente lo siento por el
equipo de Daniel Goldfarb. Se da un trabajo para describir (y degradar) la cultura
francesa de Los 60, pero el público no aprende nada.
Contenido Violento
o Gory: Para mí lo más
violento y Gory es la ausencia de la comida en un programa que giraba en torno
a ese tema. Lo segundo es la batalla de los sexos que supera a la comedia. Todos
los hombres (solo Paul se salva) son niños grandes molestos de que las mujeres
los sobrepasan. En cuanto, a las mujeres, las han convertido en enemigas de su sexo. Son
posesivas, egoístas, envidiosas y hasta celosas de sus mejores amigas. Para mí
eso es violencia sexual, misandria y sexismo.
Contenido Sexual
y Desnudos: Aunque el
sexo se ha vuelto un tema constante que supera la comida, sigue siendo un programa
familiar. Me hizo reír que Sartre invite a Avis a un menage a trois con
Beauvoir, cuando la autora del Tercer Sexo sufría de efebofilia y le
gustaban las jovencitas.
Sartre y Avis, el romance que nunca ocurrió
Factor
Feminista: Aunque hay
muchas conversaciones entre mujeres, y muchas ideas para programas femeninos
donde se hablen de temas tabúes, siento que hay más énfasis en romances, sexo y
rivalidades de cocineras que en sororidad. Ah, pero ahí le traen a Albert
Duhamel lo que será su canto del cisne.
1964 fue el año que comenzó a filmarse el
superventas Sex and the Single Girl. Para ver si “Duke” se pone a la
altura de los tempos, invitan a la autora, la exuberante Helen Gurley Brown
quien humilla al viejo catedrático dejándolo como un dinosaurio reprimido.
La serie nos dice
que el libro de La Brown cambió las opciones femeninas ya que demostró que si
una mujer podía ser económicamente autovalente también podía gozar de
independencia sexual. Sin embargo, como comentan Elaine y Alice, el libro no advierte
de los peligros de la libertad sexual como embarazos y enfermedades venéreas.
En general, la
serie esta temporada nos deja un mal sabor mitutero muy contradictorio. Muchas
generalizaciones de “lo malos que son los hombres” cuando la misma Avis nos dice
que ni su difunto esposo ni Paul Child son malos. Alice pone cara de “bitch at
rest” cuando a Russ si le dan la oportunidad de entrevistarse con el Presidente
Johnson. ¿Se olvida que fue ella la que
prefirió llevarse a Russ a Washington, despreciando a Elaine? Mucho hablan del
apoyo que debe existir entre mujeres, pero cuando pueden son bien puercas entre
ellas mismas.
Factor Diversidad: Comencemos con la sexual. Vuelve James
Beard y ahora trae toyboy . Sam es afro-francés. En Boston seguimos
viendo a la afroamericana Alice, a su novio y a su mamá. En La Casa Blanca,
Julia y Alice conocen a Zephyr Wright, la eminence gris de la cocina de Los
Johnson.
En el verano
francés aparece un episodio incomodo e ininteligible. Los Child, ya en Paris, buscan a antiguos amigos para cenar con ellos.
Paul recuerda con nostalgia su trabajo a fines de Los 40 cuando estaba
encargado de ayudar a sobrevivientes del Holocausto a reinstalarse y recobrar
lo requisado por alemanes y franceses. Sus interlocutores demuestran escepticismo
ante lo que Paul cree fue su gran hazaña.
Esto motiva a
Paul a buscar a Los Bloch porque está seguro de que ayudó a reconstruir sus
vidas. Descubre que se fueron a Israel empujados por el antisemitismo galo.
Solo queda un sobrino que para sobrevivir se ha convertido a catolicismo. Las
obras de arte robadas ahora están en un museo público.
Aunque nada de lo
descrito es falso, me parece un poco arrogante de parte de los americanos sentirse
superiores a los franceses en ese tema. Sobre todo, en estos momentos en que la
judeofobia ha alcanzado su punto más alto en los Estados Unidos desde la
Segunda Guerra Mundial.
Julia pierde también una buena oportunidad de
expandir su diversidad al ángulo de los minusválidos con el triste descenso de
Blanche a la ceguera. Aunque en la vida real, Blanche, debido a su vanidad que la llevaba a ocultar
su mal, era insoportable, se esperaría que el espíritu tan inclusivo, compasivo
y diverso de HBO se manifestara describiéndola sin tanto veneno.
Dejo para el
final las insinuaciones de que “Polski” ,que se la pasa en la cama con su
señora y rechazó finamente el acoso de Sam, era gay. Es posible que el esposo
de Julia Child en su vida aventurera antes de casarse haya tenido alguna experiencia
con una pareja de su mismo sexo, pero de ahí a convertirlo en icono gay hay un
largo trecho. Las dudas surgieron durante La Era McCarthy y se creyó por mucho
tiempo que Paul Child fue despedido del servicio diplomático debido a
tendencias comunistas y homosexuales, ninguno de esos cargos ha sido comprobado.
En Julie and
Julia vemos que al interrogar a Paul le preguntan si tuvo sexo con un
hombre. Para los que vimos Fellow Travelers, sabemos que era una
pregunta estándar para los sospechosos sobre todo si eran solteros o, como el
esposo de Julia, se habían casado ya maduros. Antes de Julia, Paul tuvo una
larga convivencia con una mujer, Edith Kennedy, que acabó con la muerte de ella. En la Primera
Temporada lo vimos encontrándose con la que él consideraba su hijastra en San
Francisco. La última palabra la tiene David Hyde-Pearce quien da vida a Paul.
Ohhh y una gran
queja de reseñadores y público, Julia Child era muy alta y de estructura ósea
grande, pero no era gorda. De hecho, era muy atlética. En esta temporada Sarah
Lancashire siempre está a punto de romper sus zippers y hacer saltar botones. No
solo la hacen hablar siempre como si estuviera al borde del llanto y encoger
los ojos como si necesitase bifocales, más encima la hicieron subir de peso. Para
que no se vea mal, han hecho engordar a Alice y han traído una gordita para dar
vida a Elaine. La únicas que no suben una libra son Judith y Avis y eso que
tragan como gansos.
I figured that most of the things in it were invented for the sake of the agenda. And I was absolutely confused by the CIA plot in the final episode when they decide to play the game with CIA. I did not get it at all and thought it was a terrible last episode, but I did like how they tied everything together knowing they would be cancelled. I just thought it was done as a parade of feminism on all possible levels, even Rosses wife wants to work in the end, cause god forbid that a woman should enjoy just being a housewife. I imagine Julia is turning in her grave especially as they made a woman cooking in it a shameful thing.
ResponderEliminarYes, that crazy last episode had everybody happy and friendly, and Julia providing shelter for the neglected housewife. You hit the spot with that notion, the program looked down on the noble task of cooking and homemaking in general. they spit on the women that followed Julia Child’s footsteps, w those that became great chefs and wrote about it, including my favorite Nigella Lawson. But remember Simone de Beauvoir’s dictum that women should not have a choice between staying home or getting a job, that they should be forced to leave their kitchen behind.
EliminarWhen I was in college, there were even professions that were despised by feminists as “too feminine,” like cook, seamstress, decorator, teacher, librarian, midwife, etc.
I feel bad for the phony description of WGBH. I think Goldfarb has never seen PBS and doesn’t understand its legacy. Children of the 70s and 80s grew up with PBS. First thanks to Sesame Street and Mr. Rogers; then through Masterpiece Theater or The French Chef. I learned to love the BBC and English lit hanks to PBS; was able to enjoy opera when couldn’t afford the Met and the documentaries (especially Ken Burns) turned me into a liberal progressive (The horror! The horror!) for a decade.
The way the series depicted it, public television was pretty much like any other network, a place run by greedy people with no visions, and peopled with chauvinistic child-men. In fact, it was one of the most progressive abodes in USA.