jueves, 17 de octubre de 2024

No Solo Inventó el Pararrayos: Michael Douglas es Benjamín Franklin en Apple Tv

 


No dejen que el comienzo los aburra. Yo me arrastré a paso de tortuga por los dos primeros capítulos para encontrarme,  en el tercero, atrapada en las intrigas y espionaje de la Francia dieciochesca, a la par de haberme enamorado de un par de personajes. Michael Douglas ofrece un tour de force dando vida a un Benjamín Franklin maduro, famoso, pero aplastado por el peso de la misión que el Congreso y el destino le han encargado: convencer a Luis XVI y a sus ministros que apoyen la causa de su naciente país. Para eso deberá defenderse de muchos enemigos, crear extrañas alianzas, recordar el pasado y ver como este afecta su presente y futuro.

Parece que Appletv está recogiendo los proyectos descartados por HBO. Ya en el 2008―tras el éxito de John Adams― a la HBO se le había ocurrido hacer una serie sobre Franklin con Eddie Marsan haciendo de Adams. El proyecto se perdió hasta que Apple Tv lo compró, tal como lo hizo con Masters of the Air, otra serie de la que se desentendió (por motivos financieros) la HBO. Yo me alegro, porque aún en series problemáticas, Apple impone un sello, un no sé qué, que me las hace atractivas.

Americanos en Paris

Comencemos con el argumento que sigue muy cercanamente a los hechos reales. En 1776, recién declarada la independencia de Estados Unidos y de embarcarse en una guerra contra el poder colonial británico, la nación se vio superada. Necesitaban del apoyo de una gran potencia, de ayuda económica, y de reconocimiento de la Unión Americana. Con ese propósito, el Congreso envió al hombre más brillante de su siglo, Benjamín Franklin, a Francia.



A paso de caracol, el filósofo y científico consiguió llegar hasta Luis XVI y convencerlo de que en el conflicto intermitente entre Francia y el Reino Unido, era bueno apoyar a los enemigos de los ingleses. Así el esposo de María Antonieta dio permiso de que se enviasen soldados y pertrechos al otro lado del Atlántico, vaciando las arcas reales y creando un déficit económico más grande que el que provocaban los collares de la reina.

La serie inicia con la travesía de Franklin que viajó con sus nietos William Temple de 16 años y su primito William de siete. Al pequeño rápidamente lo empacaron a un internado, así que se entiende que la serie haya evitado incluirlo. El recibimiento apoteósico de Ben en Paris también es real. La gente lo consideraba una figura importantísima (tal vez le agradecían haber inventado el pararrayos).



En la serie, la fama de Franklin le consigue un estatus de invitado perpetuo en casa del acaudalado comerciante Chaumont que tenía muchas conexiones. Sin embargo, Benjamín Franklin no es bien recibido en la Corte. Los franceses temen incomodar a su durmiente enemigo, Gran Bretaña. Los servicios secretos británicos descubren la misión de Franklin e intentan impedir su éxito.

Para eso envían a su agente más famoso, Paul Wentworth, interpretado por Tom Hughes (siempre una delicia verlo). Este antecesor de James Bond planta un doble agente en la mini corte que el Doctor Franklin ha establecido en Passy, donde se ha vuelto un huésped eterno del adinerado y liberal Chaumont que ve en los Estados Unidos un nuevo mercado.



Francia en Vísperas de la Revolución

Tal como en la realidad, el Franklin de la serie ha estado en Francia antes, ha hecho buenos amigos y cree que sabe hablar francés (motivo de algunos bochornos en la serie), pero tal como en la realidad, le es difícil llegar a las altas esferas. Sus encuentros con el Conde de Vergennes, Ministro de Exteriores de Luis XVI, son exclusivamente secretos. A medida que la labor del Dr. Franklin se vuelve más engorrosa, el gobierno lo destierra a Passy y le rompe la imprenta. Con eso, declara el anciano, se ha quedado sin voz.

Sin embargo, persevera y después de la victoria de los americanos en Saratoga, logra que Vergennes consiga el permiso (y una audiencia) con el Rey. Esto le otorga a Franklin el puesto de Embajador de los Estados Unidos. Sin embargo, el Congreso está descontento con la lentitud de las negociaciones y envía a John Adams (Eddie Marsan)a vigilar e incluso a reemplazar al Dr. Franklin. En la vida real, Adams cayó mal, no era diplomático, fue convocado a retornar a América y Franklin reinó supremo.

                               John Adams y John Jay

Más allá de descubrir la tarea titánica, y a ratos ingrata, de Ben Franklin, la serie me ha encantado por ofrecer una visión muy completa de la clase media acomodada de la Francia prerrevolucionaria. Contraria a la imagen de la cultura popular de que Francia era un país de pobres campesinos y mendigos urbanos, gimiendo bajo la tiranía de clero y nobleza y olvidados por un rey pusilánime y su frívola consorte, la nación gala era una de las más adelantadas, cultas y ricas naciones europeas. Eso gracias a una pujante burguesía.

Sería la clase burguesa la que fomentaría alzamientos populares, la que idearía reformas y la que planearía crear una nueva sociedad donde los profesionales burgueses tendrían la voz cantante apoyados por las fortunas de los comerciantes y empresarios burgueses. Gente como Chaumont que apadrina a Franklin.

Chaumont ha hecho fortuna con la azúcar, un producto del naciente imperio colonialista francés. Similar es el origen de Brillon, su vecino. Estos serán los hombres que financiarán los ideales utópicos revolucionarios, fustigados por el ejemplo de la rebelión de las 13 Colonias que representa Benjamín Franklin

Un Influencer, Un Héroe y un Transgénero

Otros ejemplos de incipientes revolucionarios son el divertido Pierre Beaumarchais (Asaad Bouab de The Pursuit of Love), el mejor dramaturgo de su época. Tal como nos cuenta la serie, Beaumarchais le hacía al espionaje y sus obras como Las Bodas de Fígaro, incitaban a la agitación social. Lo que no he podido averiguar es si el escritor gustaba hablar en tercera persona como en la serie.


                               Pierre de Beaumarchais

Si Franklin era una estrella de cine y Beaumarchais un influencer, el personaje de moda en Paris en esa década era el Caballero d’ Eon. Efectivamente, este aristócrata que había caído un poco en desgracia después de su servicio en la Embajada de Francia en la Corte Rusa, había retornado a su patria donde la mayor duda y chisme era a qué sexo pertenecía.

Cuando niña vi un viejo filme francés sobre este extraordinario fenómeno de la naturaleza. Ahí explicaban su transgenerismo como una necesidad de ocultar su condición de mujer porque su padre deseaba un hijo varón. Eso es lo que El Caballero escribiría en sus memorias al fin de sus días. Sin embargo, en la pila de bautismo se le dio los nombres de Carlos y Genoveva, intimando que,  aun ante D-s, la criatura trascendía los géneros conocidos.

El requisito de la Corte para el regreso del Caballero era que usase vestuario femenino, añadiendo a la confusión sobre el personaje. El caballero aceptó a regañadientes y en los salones donde el Doctor Franklin lo conoció, Carlos-Genoveva arrastraba sus miriñaques y panniers acompañándolos de los modales del granadero más grosero, con lo que caía pésimo en sociedad.

                              El Caballero D'Eon

A la muerte del Caballero, se ordenó una autopsia para por fin conocer su secreto. Los médicos dictaminaron que tenía genitales masculinos, pero pechos de mujer. Como entonces no existían ni cirugías plásticas ni siliconas, debemos aceptar que este fenómeno era lo que hoy se llamaría una “She male” o como él le dijo a Ben Franklin “el nombre para definirme no se ha inventado todavía’.

De todas las figuras históricas que nos presenta la serie la más fascinante corresponde a Gilbert du Mottier , Marqués de Lafayette. Desde el cuarto grado que sé que Lafayette dejó a su joven esposa en Francia para unirse al ejército del General Washington. Como el mismo año en que aprendí en la escuela sobre La Revolución Francesa, me regalaron la primera biografía que leí de María Antonieta, no podía entender como Lafayette ―todo un héroe―se pusiese en contra de la Familia Real,

                                El Marques de Lafayette

 No me enseñaron que, en un momento, los revolucionarios lo pusieron a cargo del ejército de París que recibía ordenes de la Asamblea Nacional, no del rey. Eso lo comentaré en mi nota sobre la Revolución Francesa en la ficción. Para los propósitos de esta nota, es cierto que Lafayette se fue a América armado de una carta de presentación de Franklin, que se destacó en la batalla de Brandwyne Hill en la que fue herido,  y que volvió a París convertido en el héroe del momento.

Michael Douglas en la Piel de Franklin

Hora es de hablar del personaje principal. He oído críticas de que físicamente Michael Douglas no se parece al Doctor Franklin y que está muy viejo para el papel. Uno se pasó de listo diciendo que Douglas, de 78 años, no podía interpretar a un hombre de 33 (WTF?) Me ruboriza el que yo, la discalcúlica, maneje mejor mis cuatro operaciones de aritmética que mis congéneres “normales” que han dejado en manos de calculadoras sus sumas y restas. Ben Franklin nació en 1706, su viaje a Francia inició en diciembre de 1776. Solo tenía unos años menos que el actor que lo interpreta.

En cuanto al aspecto físico, sin ser idénticos, la caracterización es más que adecuada y Michael se ve muy alejado de sus grandes roles incluso de su último trabajo televisivo en El Método Kaminski. Me ha recordado a Spencer Tracy con esa bravura, ese gravitas del verdadero actor veterano. Michael Douglas impecablemente retrata los aspectos menos amables del Dr. Franklin. Su arrogancia que lo llevaba a meter la pata prescindiendo de traductor ya que creía erradamente que era ducho en lengua gala. Su decidía que tenía al congreso mesándose los cabellos porque no llevaba cuentas de gastos ni respondía su correspondencia.




A sus 70 años, Benjamín Franklin estaba en una edad en que los hombres dieciochescos o estaban camino a la tumba o pastando su vejez. El Dr. Franklin no era un dechado de salud. Sufría de gota. En París encontraría un remedio; la colchicina importada de las junglas de Sudamérica y que tanto alivio trajo a mi difunto padre. También sufría este sabio mundano de flatulencia y tenemos a Michael Douglas expulsando públicamente gases por todos los orificios del cuerpo.

Aun así, Ben Franklin no hacia caso de sus médicos. No gustaba mucho del ejercicio, trasnochaba, no se levantaba antes de las diez de la mañana, y amaba la buena comida, vinos finos y mujeres guapas. En su libro The Great Intervention, que ha servido de base para esta entretenida serie, la historiadora Stacy Schiff ha recogido toda anécdota, toda crónica y toda la correspondencia que suscitó esta larga estadía de Los Franklin en Paris. De ahí ha sacado la más que probada “amistad romántica” que el buen Dr. Franklin sostuvo con dos damas de la alta burguesía.

Las Dos Anas

Una es la famosa Madame Helvetius, interpretada aquí por Jeanne Balibar. Anne-Catherine de Ligniville, provenía de una noble familia lorenesa. Había recibido una esmerada educación que llamó la atención del filósofo Helvetius. A pesar de su filosofía, Helvetius en vida cosechó una importante fortuna que legaría a su viuda y a sus cuatro hijos y que, de acuerdo a las costumbres y su época, compraría esposos con títulos nobiliarios para sus hijas.

                                Madame Helvetius y Franklin

Ya viuda, Madame continúo manteniendo su salón, donde se reunían las personas más importantes de la política, las artes y las letras francesas que venían a hacer tertulia con esta mujer tan ilustrada y su docena de gatos persas. Ahí Franklin se encontró con otros famosos americanos expatriados como Thomas Jefferson y Thomas Paine y pronto fue amigo de la casa, de los gatos,  y de la salonniere.

Ben apodó a Madame Helvetius “Notre Dame de Auteuil” por el barrio donde ella vivía, (la celosa Madame Brillon la apodó “la Lavandera de Auteuil” ).  y se sabe que el viudo Dr. Franklin hasta le propuso matrimonio, pero se sabe que sus afectos se dividían entre Helvetius y otra dama. De regreso a los Estados Unidos, Franklin mantuvo correspondencia con estas fascinantes mujeres y es de esa correspondencia que Stacy Schiff ha sacado lo más jugoso de la estadía del diplomático en Francia.



En su larga visita a los Chaumont en Passy, Ben hizo amistad con los vecinos, el matrimonio Brillon de Jouy, principalmente con la esposa, Anne-Louise. Efectivamente Madame Brillon fue una compositora brillante cuya obra permaneció desconocida por casi doscientos años, puesto que las mujeres no eran aceptadas como músicas en ese entonces.  En 1777, como muestra la serie, compuso “La Marcha de los Insurgentes”  en honor de la Revolución Americana.




Me ha encantado ver a Ludivine Sagnier redimirse con este rol exquisito de su estrambótica caracterización de Diane de Poitiers en
The Serpent Queen. La verdadera Anne de Brillon mantuvo una intensa amistad romántica con Ben Franklin al que ella llamaba Mon Cher Papa (mi Querido Papi) y con quien coqueteaba castamente. Se sabe que hubo un tiempo en que la pareja estuvo distanciada. Se cree que porque el setentón, a pesar de sus achaques, quería que los juegos amorosos dejasen de ser castos.

A pesar de las infidelidades del marido, Anne de Brillon era una mujer virtuosa. Yo no creo esa versión y prefiero la de la serie que también tiene bases en la realidad. Anne se disgustó al saber que su esposo y su Cher Papa habían concertado un matrimonio entre su hija Cunegunda y Temple Franklin. No solo Temple era protestante (Brillon era ultra católica), pero también un mocoso imberbe que no tenía donde caerse muerto.

                               Anne Louise de Brillon

El Odioso Temple

A mí me simpatizó Noah Jupe en su rol de hijo de Nicole Kidman en The Undoing, pero en su rol de William Temple Franklin,  me ha caído antipático ya que lo retrata como un millenial privilegiado y le mete diálogos presentistas inconcebibles en su época y en la verdadera relación de los Franklin. Para entender mi molestia hay que conocer la cronología y genealogía de Temple.

El mujeriego Benjamín Franklin tuvo en su juventud un hijo, William Franklin, al que reconoció e integró a su hogar después de casarse (no con la madre del niño). Cuando William tuvo edad, su padre lo envió a estudiar Leyes a Londres. Ahí William se convertiría en un ardiente anglófilo y, tendría también un hijo fuera del matrimonio, William Temple Franklin. A eso se refiere despectivamente John Adams cuando dice” eso es lo que pasa cuando un bastardo procrea otro bastardo.”

A diferencia de su padre, William dejó a su vástago con una familia de crianza y, aparte de enviarle dinero, nunca se interesó en conocerlo, ni siquiera cuando se casó. A William le fue bien el ser leal a la Corona Británica llegando hasta ser nombrado Gobernador de Nueva Jersey. Las desavenencias políticas separaron a Ben de su hijo. Cuando estalló la rebelión, el Gobernador Franklin fue arrestado bajo cargos de espionaje y se le mantuvo en prisión hasta la firma del Tratado de París que sellaba la Independencia de los Estados Unidos.

                              Los Franklin en la Corte

Antes de eso, Ben no levantó un dedo para pedir la liberación de su hijo o aliviar su cautiverio. Eso es lo que Temple le reprocha su abuelo. Curioso reproche cuando es el abuelo quien lo ha criado y el padre quien se desentendió del muchacho. El Doctor Franklin supo de la existencia de su nieto cuando este tenía cuatro años y desde ese momento lo prohijó.  Temple nunca tuvo contacto con su padre biológico, por lo que se ve muy ingrato y fuera de contexto que le enrostre al abuelo no preocuparse por la suerte de William.

Lo que si es cierto es que Temple, en Paris, tuvo contacto con luminarias y con grandes familias de la burguesía. Estuvo brevemente comprometido con Cunegunda Brillon y siguiendo la tradición familiar, engendró un hijo sin casarse. Este niño moriría en la infancia. Temple cumplió el sueño de su abuelo de volverse francés, pero adquiriendo las peores características del genio galo.

De regreso en América nunca se sintió bien. No prosperó en puestos importantes y se dedicó a la especulación de tierras. Las conexiones que le dejó su abuelo no le sirvieron. Se le sabia inteligente, pero la clase política desconfiaba de sus ideas. Se le creía desafecto a la república, y partidario como su padre de un regreso a la sumisión al Reino Unido. Ayudaba que, tras la muerte de su abuelo, Temple se acercó a su padre y vivió junto a él en Inglaterra. Ahí tampoco prosperó y regresó a Francia donde moriría en la pobreza. Su entierro seria pagado por sus amigos.

                               El verdadero William Temple Franklin

Termino diciendo que Franklin es una serie magistral que al lado de una lección de historia, diplomacia y espionaje ofrece un fascinante retrato de una sociedad a punto de explotar, de una monarquía débil, de una burguesía cada vez más influyente y de un espacio donde ricos y famosos se apasionaron con la Independencia de Estados Unidos.

Agréguenle excelentes actuaciones y una hermosa escenografía que cuando sale de cuartos iluminados con velas, o callejones oscuros donde se cocinan intrigas, nos lleva a admirar los paisajes naturales sea en Versalles, en la pradera de Passy o en los bosques de Pensilvania donde casi muere Lafayette. Tim van Patten ha traído a esta serie todo el arte que desplegó en Boardwalk Empire.

                               Franklin y Madame Brillon de picnic en Passy

Contenido Violento y Gory: Muchos asesinatos e intentos de asesinatos, escenas de batalla, nada muy gráfico.

Contenido Sexual y Desnudos: Creo que hubo un topless en la escena de burdel donde Temple pierde su virginidad. Abuelo y nieto tienen sexo, pero no muestran ni un centímetro de carne.

Factor Feminista: Vemos una sociedad donde todas las mujeres están sometidas por ley a hombres sean esposos o protectores. Vemos en el caso de Cunegunda como se arreglaban matrimonios sin consultar a la novia. Lo interesante es que tanto Anne Louise de Brillon como Madame Helvetius, a pesar de pertenecer a la alta burguesía, sobrevivieron a la Revolución. Alcanzarían a ver una  nueva clase burguesa que conservaría por siglos ese status quo de la mujer como sierva del hambre

                      Anne-Louise pudo continuar con su música  a pesar de la Revolución 

Factor Diversidad: Aquí tenemos el único wokismo de la serie. Jacques, hijo de Los Chaumont, es un rebelde que pretende violentar las reglas de sus padres. Apostrofa al padre delante de los Franklin acusándolo de hacer fortuna gracias a sus esclavos de plantaciones de azúcar.

Temple descubre que su amigo tiene amores con Odette Callot, una actriz de color. Jacques colma la paciencia de su padre trayendo a Odette a una fiesta familiar, pero Temple descubre pronto que Jacques es un hipócrita, peor que sus padres. Luego que humilla a Odette, con chistes racistas, ante sus amigos, Temple y la actriz se hacen amantes y ella aborta a un posible bebé Franklin.

En la vida real, Temple tuvo amores con Blanchette Callot, una mujer casada, con quien tuvo un hijo, Theodore, que murió a los cinco años. Blanchette era blanca como su nombre. Odette es una invención innecesaria. No hay nada de malo en inventar una actriz de color que bien pudo existir en ese tiempo, e incluso pudieron inventarle un romance con el joven Temple. En cambio, darle el nombre y el embarazo de un personaje real, eso sí cambiando su pigmentación, es una muestra de que la diversidad forzada se hace espacio hasta en una buena serie.











1 comentario:

  1. I have it, but haven't watched it yet, the cast just doesn't excite me at all. Count on American producers to turn white women or men into black, because it is shameful being white these days.... How is it possible that they don't get the racism of it?

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