Para mi
cumpleaños recibí Epic Television Miniseries de John De Vito y Frank
Tropea. Como los historiadores de la televisión se han ocupado poco de este
género, esperaba más del libro. Pero su manera de dividir, incluir y excluir
material, además de la simplificación de sus tesis, me han desilusionado hasta
el punto de intentar humildemente explicar el fenómeno de la miniserie épica y
como tuvo su Edad Gloriosa a fines del Siglo XX.
Nacimiento de
la Miniserie Epica
La definición de
miniserie es simplísima. Es una narrativa que necesita de varios capítulos para
llegar a una conclusión. Es lo que hoy
llamamos “serie limitada”, lo opuesto a una serie “continuada” que puede
abarcar varias temporadas. GOT era serie continuada, “Catalina, la Grande” es
serie limitada. A pesar de compartir el mismo nombre, las dos temporadas de “The
Terror” son series limitadas.
Un distingo de
las miniseries estadounidenses del siglo pasado es que se ofrecían los
capítulos de manera continuada, en tandas de tres a siete noches. Todavía
recuerdo los anuncios: “Tonight! The (astounding, exciting, rousing,
thrilling… adjetivos no escaseaban) conclusión of…! “
Esa es una de las
primeras diferencias con las “series limitadas” del Masterpiece Theater,
que como las modernas, eran un episodio semanal. Esa es la primera diferencia
con “Brideshead Revisited”, la
extraordinaria adaptación de Granada del clásico de Evelyn Waugh del que ya
hablé cuando mencioné la ficción conectada con las casas de campo inglesas.
Es tan notoria la
obsesión de los autores de este libro con “Brideshead” que la han puesto en la
cubierta y que se esmeran en incluirla en un examen del género. No reparan que esta
serie no es parte de la miniserie craze estadounidense. “Brideshead
Revisited” pertenece a una tradición británica y es el resultado esperado de la
evolución de las series limitadas de la BBC. Es un puente entre las
adaptaciones literarias del “Masterpiece Theater” y “Downton Abbey”.
En realidad, “Brideshead”
es parte de la tradición televisiva continental. Antes de yo conocer el “Masterpiece
Theater”, ya a fines de los 60/comienzos de los 70 haba visto una adaptación de
la RAI de David Copperfield, una versión francesa de El Caballero de
la Casa Roja de Dumas, y todas las dramatizaciones de obras literarias de
la RTV que les mencioné en otro post.
Magnifica, y
quizás superior a sus congéneres estadounidenses, “Brideshead Revisited” sigue
el esquema del “Masterpiece Theater” (a pesar de que en Inglaterra debutó en
ITV y en Estados Unidos la ofreció “Great Performances”). Es un continuado semanal. No tiene esa
proximidad de anticipación de la vieja miniserie épica.
Los otros
intentos de De Vito y Portes de vincular un género totalmente estadounidense
con la tradición europea son menos excusables.” Imágenes de un matrimonio” de
Ingmar Bergman no es ni siquiera épica y “Berlín Alexanderplatz”, con su
crudeza y escenas sórdidas de sexo (que a Mi Pa escandalizaron en su día), más
se asemeja a la soberbia “Babylon Berlin” que a productos del otro lado del Atlántico.
El libro tiene
ciertos aciertos. Reconoce que el núcleo principal de la televisión
estadounidense de fines de los 70 hasta comienzos de los 90 fueron las
miniseries. Reconoce que las miniseries nacen como competencia con el producto
británico y define como la primera miniserie Bona Fide a “QBVII” en
1974. Sin embargo, deja como ambiguo el final del reinado de la miniserie. Por ejemplo,
dice que no puede hablar de “Band of Brothers” porque trasciende los parámetros
que el libro ha establecido. No sé qué parámetros serán eso. Aparte de que no
se ofreció de manera continuada, “BOB” es para mí la última gran miniserie épica.
Una que bien pudo hacerse (tal vez sin los efectos especiales) en los 80 y
hubiese tenido igual relevancia y buen recibimiento.
Me imaginé que el
libro se referiría a parámetros cronológicos, pero luego habla de “Angels in America”
hecha dos años después que BOB y que ciertamente no es una miniserie épica solo
una fastuosa y profunda serie limitada del siglo XXI. La miniserie épica
corresponde a una mentalidad del último tercio del siglo XX, de un mundo menos
global, totalmente desprovisto de los adelantos tecnológicos a los que estamos acostumbrados.
Literatura y
los Bestsellers
La miniserie épica,
como su nombre indica, debe ocurrir en un mundo épico, o sea el pasado. Esa es
la primera característica en común del género. La segunda es que casi todas las
miniseries épicas fueron adaptaciones de libros. Eso creo es importante
recordar en vista de que vivimos una era de guiones pobres que solo se salvan
si se apoyan en algún solido modelo original literario. De hecho, las miniseries épicas más débiles
fueron las que no tuvieron conexiones literarias como fueron el caso de “The
Manions of America” o “Marco Polo” (1982).
A diferencia del
“Masterpiece Theater” británico que solo trabajaba con clásicos de la
literatura universal, la miniserie estadounidense era más amplia de criterio.
Tuvimos adaptaciones de clásicos universales como Los últimos días de
Pompeya de Bulwer Lytton, clásicos del Siglo XX como Al este del Eden y
The Sun Also Rises, pero también de bestsellers del momento como el
Shogun de James Clavell y, por supuesto, las Raíces de Alex Haley.
Hubo autores como
Anton Myrer y John Jakes que adquirirían fama gracias a las teleseries. Harold
Robbins encontró más respeto en la televisión que en el cine para su pulp
fiction. En sus comienzos las miniseries se basaron en obras de reconocidos
creadores de superventas como Leon Uris (QBVII); Irwin Shaw (Hombre
Rico, Hombre Pobre; James Michener (Centennial); y en los 80 llegaría
Herman Wouk con su épica de la Segunda Guerra Mundial The Winds of War
and War and Remembrance.
Aunque también
están basadas en superventas, desligo de la categoría de épicas a esas
innumerables adaptaciones de las novelas de suspenso de Sídney Sheldon, los
dramas sentimentales de Judith Kranz y las sagas hollywoodenses de Jackie
Collins. En cambio, sí califica como épica la adaptación de Lace de
Shirley Conran. Será su contenido, sus deslumbrantes y tenebrosos espacio
geográficos, o sus monumentales personajes, pero épica es esa idea en que una
estrella de cine— exactriz porno—reúna a tres mujeres en una
suite de hotel para espetarles la épica pregunta: “¿Cuál de ustedes, perras, es
mi madre?”
Sobre todo,
porque los espectadores, al igual que la protagonista, no sabemos quién es la
madre de Lily (Phoebe Cates) sino hasta los últimos minutos del episodio final.
Son las conjeturas las que le añaden otro elemento épico a una historia que nos
remonta al pasado, a un prestigioso internado suizo a fines de los 50 donde
tres jovencitas (no cuatro como en la novela) sueñan con el amor, descubren el
sexo y una de ellas se enfrenta con un embarazo no deseado.
De ahí viene un
vertiginoso viaje hasta el presente a través del cual—en Francia, Inglaterra y
Estados Unidos—las colegialas madurarán y encontrarán éxito y
felicidad. No así Lily quien enfrentará orfandad, miseria, abuso, hasta caer en
el degradante mundo de la pornografía del que surgirá como una estrella dee
cine “serio”, pero llena de rencores y preguntas.
Roots y el Lado
Oscuro de Ser Minoría
Volviendo al
libro, De Vito y Aspen hacen unas divisiones increíbles, por ejemplo, dividen
las miniseries épicas en personajes. Hablan de la predominación de duplas “esposa-amante”
en las miniseries. Aparte de que tal predominio no existió, por excelente que
fuese el género, las miniseries épicas del Siglo XX no se caracterizaron por
enfocarse en mujeres, ni siquiera en “los protagonistas aventureros”, otra
calificación ingenua del libro.
El primer
personaje que los autores destacan es “el esclavo” porque obviamente deciden
que el auge de la miniserie épica nace del fenómeno “Roots”. Pero no saben cómo
aplicar este personaje a otras miniseries y acaban empalmándolo de mala manera
con los protagonistas de “Holocausto”. Curioso porque el gran vínculo entre “Roots”
y “Holocausto” no es la esclavitud sino el elogio a la etnicidad.
La Campaña de Derechos
Civiles iniciada a fines de los 50 había cambiado el modo en que la sociedad
estadounidense percibía a los descendientes de esclavos. La televisión a paso
de caracol los integraba a sus series y ya no en roles de sirvientes. Al mismo
tiempo surgía un “poder negro” fuera de las pantallas que coloreaba la expresión
de figuras mediáticas afroamericanas. Puños en altos por parte de deportistas, críticas
al whitewashing de “Julia” y un lenguaje más agresivo que el del difunto
Dr. Martin Luther King revisaban la historia y experiencia del afroamericano a
la par de exigir justicia, reparación y un lugar en la sociedad blanca.
“Roots” es el
cierre de ese capítulo. Fue publicada el
año en que Jimmy Carter llegó a la Casa Blanca con promesas de cambios en la
sociedad estadounidense los que incluían mayores beneficios para su población
africana. El libro, que por un año fue un superventas, en 1977 se convertía en
una miniserie de ocho horas. Premios, aplausos, honores se apilaron sobre este
fuerte retrato histórico de la violencia cometida contra los africanos.
En el siglo
XVIII, Kunta Kinte (LeVar Barton) un joven mandingo es secuestrado por
traficantes de esclavos. Tras un viaje espeluznante es vendido como esclavo en Las
Carolinas; cuando intenta huir le cortan un pie; su hija Kizzy (Leslie Uggams) es
violada y embarazada por su amo; Tom (George Stanford Brown), nieto de Kizzy,
enfrenta discriminación y violencia aun después de la Guerra de Secesión.
A pesar de lo innegablemente
estupenda que es “Roots” había mucha amargura en este cuento de abusos y
brutalidad. Sin llegar a los excesos de la reprensible adaptación del 2016,
donde todos los personajes blancos “buenos” o fueron eliminados o convertidos
en villanos, “Roots” incomodó a mucha gente que sin ser racista no quería
sentirse como verdugo de todo un pueblo.
Debido a eso, todos
recibimos con cariño la llegada de “Roots: The New Generation” que debutó el
verano de 1979. No es que esta continuación (estaba basada en los 7 capítulos
finales del libro) no fuese cruda en mostrar la violencia del blanco.
Por el
contrario, vemos que Tom es humillado por los racistas y se ve impedido de
ejercer el voto. Su yerno Will Palmer (Stan Shaw) tiene un amigo que a fines
del Siglo XIX es brutalmente linchado. Simon Haley (Dorian Harewood) yerno de
Will es testigo de discriminación en contra de las tropas negras durante la
Gran Guerra (incluyendo ejecuciones) y su hijo Alex (James Earl Jones) debe en
los 60 entrevistar al líder del Ku Klux Klan, George Lincoln Rockwell (Marlon
Brando).
James Earl Jones como Alex Haley y Marlon Brando como George Lincoln Rockwell |
La diferencia es
que a la par de monstruos, hay maravillosos personajes caucásicos. La serie
expande el concepto del racismo. Vemos racismo en reversa (Tom impide a su hija
casarse con un joven de raza mixta), hasta vemos un humilde almacenero judío,
amigo de los Palmer, al que el Klan quema su tienda. A diferencia de “Roots” el
mensaje de denuncia va acompañado de un retrato de la evolución del afroamericano
en la sociedad estadounidense y su contribución a esta.
Will Palmer, a
pesar de vivir en el racista Sur, establece una prospera barraca; su hija
Bertha (Irene Cara) va a la universidad y se casa con un agrónomo, Simon Haley.
Tanto Simon como su hijo Alex sirven honrosamente en las fuerzas armadas
durante las Guerras Mundiales. Alex se convierte en prestigioso periodista y
autor exitoso. La serie acaba en un conmovedor y optimista mensaje: Alex va la
aldea del rio Gambia de donde era originario Kunta Kinte y se encuentra con sus
parientes africanos.
Ese mensaje
universal ilustraría la corriente que adoptaría la miniserie épica estadunidense:
un honrar al inmigrante (incluso al traído a la fuerza), a su herencia étnica y
a su contribución al crisol de razas que era Estados Unidos. Aunque ahora mucho
se desprecia el concepto del Melting Pot, en ese entonces era parte de
nuestro credo y nos lo era inculcado por las miniseries épicas.
La televisión de
ese entonces se pobló de sitcoms que describían la experiencia de
afroamericanos de todos los estratos sociales. A cambio no se volverían a hacer
miniseries sobre historia africana o esclavitud sino hasta la tristísima “Queen”
(1993) que continuaba la saga de Alex Haley, Ahora sobre la familia de su
padre, principalmente de su abuela Queen Jackson Haley encarnada
formidablemente por Halle Barry.
A pesar de que
Queen nace esclava, hija del “señorito” blanco y aunque es liberada por la
Guerra de Secesión, sufrirá mucho a manos de blancos prejuiciosos incluyendo su
madrastra (Ann Margret) y hasta del Ku Klux Klan que lincha al padre de su hijo.
Sin embargo, la historia mantiene ese lenguaje que apela a gente al margen del
mundo afroamericano. “Queen” es la historia universal de una mujer de raza
mixta que intenta pasar por blanca, pero al final acepta su color y solo busca
que sus hijos tengan una vida mejor.
Como mujer
abusada, violada, abandonada, como madre soltera y como paciente de una
institución mental, Queen es un personaje con el que pueden identificarse
mujeres de todas las razas. Además, la serie si tiene personajes blancos
buenos: Jane, hermanastra de Queen; el bondadoso Mr. Cherry patrón de la
protagonista y el psiquiatra que le da el permiso de salir del manicomio para
asistir a la graduación de su hijo.
El gánster:
los Italoamericanos en Miniseries Epicas
Sin llegar a la
brutalidad que realmente vivieron los afroamericanos en los Estados unidos,
otras miniseries buscarían describir la experiencia y la discriminación sufrida
por otros grupos de inmigrantes, principalmente los que hoy se aglomeran bajo
el rubro de “blancos”. No fue la televisión la primera en esbozar lo que más
tarde se conocería como multiculturalismo.
Primero vino el
filme sueco “Los Emigrantes”” con Max von Sydow y Liv Ullmann. Ganadora de un
Oscar, esta sería la inspiración para “The New Land” una miniserie del 1974,
ambas relatarían las vivencias de emigrantes escandinavos al Medio Oeste de los
Estados Unidos.
En 1972, el mundo
entero gracias a Francis Ford Coppola conocería la experiencia de la inmigración
italiana (y subsecuente invención del crimen organizado) en los Estados Unidos.
Es triste que la vida italoamericana fuese reducida, incluso en miniseries, a
una humanización de los gánsteres. Siguiendo el modelo de “El Padrino”, nacía
en 1980 “The Gangster Chronicles” con hampones guapísimos y románticos y toda
una glorificación y glamurizacion del bajo mundo y sus muchas raíces étnicas
que culminarían en este siglo en soberbias series como “Los Sopranos” y “El imperio
del contrabando.”
Las únicas
excepciones en lo que respecta a la semblanza de la peregrinación italoamericana
fueron “The Fortunate Pilgrim” también basada en una novela de Mario Puzo y que
en 1988 marcaria el debut de la diva Sofia Loren en la televisión americana.
Otro (y tristemente olvidado) ejemplo fue la adaptación de The Inmigrants
(1977) la primera parte de la trilogía de Howard Fast sobre la Familia Lavetta.
Stephen Macht es Dan Lavetta un inmigrante italiano que pierde a su familia en
el Terremoto de San Francisco. Ayudado por un grupo de personajes étnicos,
Lavetta hace fortuna, se casa con una chica de sociedad, pero solo alcanza la felicidad
con Mei Ling (Amy Eccles), la hija de su socio chino.
Mas allá del
Holocausto
En los relatos gansteriles
también pudimos divisar la experiencia de otras etnias tal como los judíos y
los irlandeses. Pero los primeros tomarían por asalto la televisión con
miniseries épicas sobre el Holocausto, un género que apenas levantaba cabeza en
el cine, pero que animado por el éxito de determinadas miniseries daría lo
mejor de sí en los 80 para luego caer en tristes clichés.
Ya he hablado en otro sitio sobre “Holocausto” de Gerald Green y su
participación en el auge del género, pero no hay que olvidar que la miniserie épica
comenzó con una adaptación de una novela de Leon Uris sobre el Holocausto, QBVII.
Aunque solo se hicieron tres miniseries épicas
sobre el tema “QBVII”, “Holocaust” y “War and Remembrance”, se hicieron varios
filmes (algunos en dos partes) sobre el tema.
En retrospectiva,
me sorprende o incomoda que, a diferencia con los afroamericanos, la
experiencia judeo-americana quedase relegada a víctimas del nazismo y a gánsteres.
Por suerte hubo un par de miniseries que solucionarían el problema.
Steven Keats en
1975 había protagonizado la soberbia “Hester Street”, un retrato de un
matrimonio de inmigrantes judío en la Nueva York de principios del siglo XX donde
la adaptación del marido a un nuevo mundo se basa en la asimilación, mientras
la esposa (Carol Kane) se aferra a sus tradiciones religiosas y culturales.
Siempre dentro del tema, Keats protagonizó en 1977 “Seventh Avenue”.
Basada en un
superventas de Norman Bogner, la serie describe el acenso del humilde Jay Black
(Keats), un judío de Brooklyn, en el mundo de la confección de ropa (lo que se
conocía como “La industria de la aguja”) de Nueva York durante la Depresión. A
través de seis horas vemos a Jay hacerse millonario, luchar contra el bajo
mundo que quiere dominar su negocio, y decidir qué mujer le conviene la esposa
con la que se casó obligado (Dori Brenner) o la diseñadora a la que ama (Jane
Seymour).
Casi una década
tuvo que pasar antes de que se volviese a retratar en pantalla la experiencia
de los inmigrantes judíos. Evergreen el superventas de Belva Plain llegó
a la televisión en 1985, obtuvo altos ratings y un Emmy gracias a las poderosas
actuaciones de Lesley Anne Warren, Amand Assante e Ian McShane.
En los 1900, Anna, una chica judía, llega a
Nueva York sin dinero ni familia. acaba de criada en casa de los adinerados y
muy judíos Lerner, y se enamora del “señorito” Paul (McShane). Pero Anna
termina casada con Joseph Friedman (Assante), un judío ortodoxo que cree en el
“sueño americano”.
Pasan los años, los Friedman son ricos pero infelices
debido a la inflexibilidad de Joseph. Su hijo se casa con una cristiana y se
aleja de la familia. Joseph aliviado ve que Iris, su hija menor, se casa con un
doctor vienes, sobreviviente del Holocausto. Lo que Joseph ignora es que Iris
es, en realidad, hija de Paul.
Como no es muy
fácil ver esta miniserie les cuento el final. Eric, el nieto de Joseph, si está
interesado en ser judío, tanto que muere en la primera guerra árabe-israelí (o
como nosotros la llamamos La Guerra de Independencia de Israel). Joseph tiene
un infarto fatal. El mismo día en que Anna recibe la visita de la esposa de Eric
que viene a presentarle a su bisnieta, también recibe una visita de Paul Lerner
que nunca ha dejado de amarla. La miniserie termina como en Amor en Tiempos
de Colera con dos viejitos que deciden darse una nueva oportunidad.
De los Armagh
a los Kennedy
El Holocausto y
el cine de gánsteres, para bien o para mal, han convertido a judíos e italoamericanos
en personajes reconocibles. No ha ocurrido lo mismo con los irlandeses cuya
inmensa contribución a la historia y cultura estadounidense, al igual que la
discriminación sufrida por parte de la población WASP (White Anglo-Saxon Protestant)
han sido opacadas por las vivencias de otros grupos étnicos.
A pesar de que le
tocaría a Hollywood retratar los más brutales ejemplos de discriminación en
contra de los irlandeses, me refiero al Batallón de San Patricio y a los Molly
Maguires, la miniserie épica no olvidaría a los hijos de Erin. En 1977 debutaba
en las pantallas de NBC la adaptación del superventas de Taylor Cadwell Capitanes
y Reyes.
Richard Jordan
ganó un Globo de Oro por su interpretación de Joseph Armagh un huerfanito que
llega a Filadelfia en 1848 huyendo de la hambruna en Irlanda. Armagh logra hacer
fortuna y a medida que asciende en la escala social, va perdiendo moral y
adquiriendo ambición. Traiciona a su verdadero amor para casarse con Bernadette
(un merecidísimo Emmy para Patty Duke), la hija de un senador a la que le hace cuatro
hijos a la vez que con su desamor empuja al alcoholismo y a la locura.
La gran ambición
de Armagh es convertir a su hijo Rory (Perry King) en el primer presidente
católico de USA. Para eso lo obliga a divorciarse de Marjorie (Jane Seymour en
su primera incursión en la miniserie épica de la cual sería reina) considerándola
poca cosa. Sin embargo, antes de llegar a la Casa Blanca, Rory muere en un
atentado que copia hasta el último detalle del asesinato de Robert Kennedy.
Bueno para todo lector y televidente “Capitanes y Reyes” era un roman a clef
sobre los Kennedy.
Antes de hablar
de esta familia tan importante en la historia estadounidense, debemos saltarnos
13 años después del debut de “Captains and the Kings” cuando la ABC decidió hacer
algo parecido como marco para hacer conocer al público americano a un tal Pierce
Brosnan. El galán irlandés interpretaba a Rory O’Manion, huérfano, cargado con
dos hermanitos que llega a Estados Unidos huyendo no solo de la mala cosecha de
la papa sino también de la justicia británica. En Irlanda además de matar a un
hombre Rory tuvo sus revolcones con la aristocrática inglesa Rachel Clement
(Kate Mulgrew). Rachel lo sigue a Boston, consigue que su tío le dé un empleo y
se casa con él.
Pasan los años,
Rory es millonario, pero su vida familiar es un infierno. Rachel no puede tener
hijos, un embarazo pondría en riesgo su vida. Rory se hace amante de una jovencita,
Rachel lo descubre, y acaban teniendo sexo violento (a ratos parecía viloacion).
Rachel queda embarazada y muere al dar a luz.
De solo acordarme de tamaña bazofia, me dan arcadas. Basta decir que (¡oh
anatema!) encontré a Pierce feo y no necesité que en una entrevista Kate dijera
que nunca hubo química entre ella y el irlandés.
¿Pero quién
necesitaba irlandeses ficticios para miniseries épicas cuando Estados Unidos
gozaba de una aristocracia celta apellidada Kennedy? Fueron Los Kennedys los protagonistas de media
docena de telefilmes y miniseries totalmente épicos. Comenzamos en 1974 con
William Devane y Martin Sheen como Los Hermanos Kennedy en “Los misiles de
octubre”, seguido en 1977 por “Johnnie We Hardly Knew Ye”. Ese mismo año Peter Strauss protagonizaba el
telefilme “Young Joe: The Forgotten Kennedy”.
En 1981 tuvimos a
Jackie Smith interpretando a otra Jackie en “Jacqueline Bouvier Kennedy” con
James Franciscus como su primer marido. En 1983 Martin Sheen protagonizaba la
miniserie “Kennedy” con una estupenda Blair Brown como Jackie En 1985, Brad
Davis daba vida a “Robert Kennedy y su época” otra miniserie sobre estos
fascinantes irlandeses.
La miniserie épica
de los 90 tampoco abandonó a los Kennedy. En 1990 tuvimos “Los Kennedy de Masaachusets”
que no solo abarcó las aventuras de los famosos hermanos y sus esposas, también
exploró la vida de sus padres y abuelos y el modo en que los irlandeses habían
sobrevivido la discriminación y el racismo del mundo de la política. Un
año mas tarde, Sarah Michelle Gellar y Roma Downey interpretaron a Mrs. John
Kennedy en “A Woman Called Jackie”, con Stephen Collins como Jack Kennedy.
Joseph y Rose Kennedy |
En 1993, Patrick
Dempsey fue un JFK adorable en “JFK: Reckless Youth” que describía los años
mozos del primer presidente católico de Estados Unidos. El ciclo de las
miniseries épicas sobre los Kennedy acaboó en el 2000 con otra variación de la vida
de la infatigable y glamorosa Jackie en “Jacqueline Bouvier Kennedy Onassis”.
Esta vez les tocó a Emily van Camp y a Joanne Whalley dar vida la ex primera
dama desde su juventud hasta su segundo matrimonio.
Vale decir que
por francas que fueran estas miniseries, trataron con más respeto a los
Kennedys que los esfuerzos de este siglo donde “The Kennedys”, “Jackie” y hasta
“The Crown “han hecho hincapié en chismes de prensa amarillista antes de mostrar
lo que esta familia representó para la comunidad irlandesa en la diáspora.
Si alguien se
pregunta por qué hoy no hay miniseries, incluso limitadas, sobre el crisol de
razas es porque el revisionismo moderno nos dice que nunca existió una interactuación
armónica entre gente de diferentes culturas en Estados Unidos. De ahí que haya
tantas series que victimizan a gente de color o promueven la segregación
étnica. Únicamente “El Imperio del Contrabando” fue un homenaje al melting
pot norteamericano, aunque fuese nada más que en el mundo del hampa.
En la próxima
entrega veremos la verdadera miniserie épica, la que giró en torno a eventos
históricos. veremos como las biopias del fin del siglo XX decantaron de figuras
históricas para cifrarse en actores y millonarios y también revisaremos
brevemente las carreras de actores que fueron los reyes del género.
¿Viste alguna vez
alguna de estas miniseries étnicas de las que he mencionado? ¿Cuál crees que
merecería un remake? ¿Por qué razón nunca ha habido una miniserie épica o no,
dedicada los latinos en USA?
hola Malena! me has capturado y enamorado el buhocorazon, que series! gran dios, anote varias para ver o recordar, te cuento que adoro buscar los libros o betseller de las peliculas o viceversa!me anote las series Queen, Lace(esa frase me parecio mortal) y he leido a Sheldon varias veces y Captains and the King tiene unos actores magnificos,gracias ya tengo para una maraton el finde! abrazosbuhos desde la Morada del buho lector.
ResponderEliminarGracias por pasasr. Ni sabia que existias, ya me hice seguidora de tu blog, voy a tener que explorarlo a fondo. Se ve ultra interesante. Deberia existir un canal solo para estas miniseries. Por suerte (para los angloparlantes porque no traen subtitulos) estan casi todas en YouTube. En Sundance Channel pasan las 2 Roots y Queen todos los febreros. Lace fue el colmo del glamur y tan emotiva. Y Captains and Kings era mejor que la novela. La proxima semana, primero D-s, y ya tengo la segunda parte con mas miniseries epicas.
EliminarDe las miniseries nombradas, vi Raíces, creo que vi Holocausto y Capitanes y Reyes, estaban casi borradas de mi memoria hasta leer tu entrada.
ResponderEliminarSi viste Holocausto, fue en Chile o en el exilio? Porque dicen que a Chile llego años despues. Capitanes de Reyes fue la primera miniserie que la vio la gente con gusto, las anteriores eran muy trágicas. En CyR habia gallos pintosos, vestidos bonitos, intrigas románticas. Fue el principio de las carreras 'minisericas"de Jane Seymour y de Perry King. Este habia entrado con muchos brios en el cine, pero tuvo la audacia de interpretar a un gay cuando no estaba de moda hacerlo (en 1978 en Una historia diferente) y eso lo quemó en el cine, pero en la tele fue galanazo de telefilmes, series y miniseries. Gracias por pasar. Espero las cosas esten mas tranquilas en Valpo.
EliminarLas miniseries me gustaban muchisimo de adolescente. Como lo hablamos recientemente, al igual que con las telenovelas latinomericanas, me gustan las historias que terminan, y que terminan coherentemente. Por eso me gusta cuando se basan en libros porque la historia ya esta escrita. Mientras que los drama series o las telenovelas que se alargaban por ratings me fastidian. Por eso tampoco nunca vi soap operas americanas.
ResponderEliminarDe las que mencionas me gusto mucho Raices. No me acuerdo mucho que pasaba pero si que era tristisima. Por supuesto Lace esta entre mis favoritas de todos los tiempos al igual que las historias de Sydney Sheldon (If Tomorrow Comes), Judith Krantz (I'll Take Manhattan), El Pajaro Espino (que la volvi a ver este verano asi que esta fresca en mi memoria). Tu viste una australiana que se llamaba Return to Eden? Buenisima tambien. Ah, y otra de una bebe que cambiaban al nacer? (basada en una historia real). Creo que se llamaba Whose Baby y me parece que tambien era australiana. La otra que me gusto mucho fue Norte y Sur, pero esa si que era larga.
Buena pregunta esa de porque no habran hecho series de latinos. Podria ser que no hubo ningun bestseller que tratara sobre este grupo? Me acuerdo que en los noventas salieron algunas peliculas: My Family (con J.Lo y Edward James Olmos) y tambien The Perez Family con Marisa Tomei, la de los cubanos. Las viste?
Por supuesto, Lace fue todo un referente (y una gran influencia literaria para ti, hint, hint) pero cuando la dieron eras muy chiquita ¿o la viste en repetición? LO mismo Roots. Viste alguna vez Roots: Next Generation? Australianas vi una muy vieja, Against the Wind (1978) vi una adaptación de The Far Country de Nevil Shute con Sir Michael York y Sigrid Thornton (que era como la hottie de la TV australiana de los 80) A ella la vi también en 1915 , una serie sobre la Gran Guerra como Anzacs donde por primera vez vi al Crocodile Dundee, vi A fortunate Life, The Dunera Boys, Waterfront, The Shiralee y mi favorita “A town like Alice”(las dos últimas eran con Bryan Brown). Pero no vi ninguna de las que mencionas, ambas son de los 80s. De los90 solo recuerdo la buenísima “Brides of Christ”. Y de ahí no volví a ver nada australiano sino hasta Miss Fisher.
EliminarNo se ha hecho nada latino, porque somos muchas culturas bajo el mismo nombre. Si en los 80 se hizo mucho cine latino: American Me, La Familia Pérez (si la vi), Los Reyes del Mambo, The Milagro Beanfioeld War, etc. Pero en términos de miniserie, y si nos apegamos a la teoría de que la miniserie étnica-histórica se concentraba en los logros y contribuciones de una minoría, no hubo nada. Ósea, en los 60 al menos teníamos El Zorro, como había muchas series del oeste, había mucha más oportunidad de mostrar mexicanos haciendo cosas positivas como Linda Cristal en El Gran Chaparral. Pero nunca les interesó hacerlo en formato de miniserie. Algo como la versión de Ramona de Lucy Orozco donde se veían los conflictos entre los anglos y los californios después de la Guerra de Secesión. Uff cuando nos conocimos yo estaba escribiendo tres proyectos sobre latinos en USA, una a comienzos del Siglo XIX, otra en el Viejo Oeste, y Shooting Stars que tu leíste que era sobre el Hollywood latino. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido hacer algo sobre esos periodos históricos?
Gracias por pasar, que bueno que pudiste entrar.
Creo que vi Lace cuando estaba como en quinto o sexto grado osea por el 85-86. Cuando la hicieron? Igual Roots, era como de esa misma edad y me acuerdo que llore mucho! No me acuerdo si vi la de Next Generation. Me estaba tratando de acordar cuando lei tu articulo. Solo me acuerdo que fue una saga super larga asi que es posible que la haya visto.
ResponderEliminarCreo que Return to Eden tuvo tanto exito que despues hicieron un programa de tele tipo serial. Si sabes de que trata? Es la clasica historia de venganza tipo Conde de Montecristo. Me fascino!
La de Whose Baby? tenia dividido a todo el mundo porque habia un gran problema etico de fondo. Pero yo creo que estas dos las vi como en el 87 o algo asi.
Si que desperdicio que no se hayan hecho series de latinos. Me acuerdo mucho de tus Novias de Guerra pero claro tambien de Shooting Stars.
Ay, Ramona, que ganas de verla otra vez!!!
A ver let’s trek down Memory Lane. Lace debutó en la primavera del 84. Yo estaba en mi primer semestre de grad school y tenia una amiga que se parecía a Pagan. Las dos queríamos que Pagan fuese la mamá de Lily (curioso, Lily también quería ser hija de Pagan)
EliminarRoots next generation tiene lugar entre el fin del siglo XIX y los 70. La mejor parte es la historia de los padres de Alex Haley, Simón y Bertha que se conocen en la universidad un poco antes de la Gran Guerra. También un romance interracial entre un chico blanco (Richard Thomas) y la maestra rural que es negra (o mixta, tenia unos ojos celestes preciosos) Pero Irene Cara fue mi personaje favorito, se veía muy linda con ropa de entonces.
Bueno Novias de Guerra era de historia chilena, pero Shooting Stars es un tema hollywoodense, por lo tanto, es historia americana.
Comienza a ver Ramona
https://www.youtube.com/watch?v=H9NkmtGw-g0