jueves, 23 de abril de 2020

¿Quién dijo “Los Judíos Deben Quedarse Callados”? El verdadero antisemitismo en la USA de los 40



Es extraordinaria la contradicción que circula alrededor de “The Plot Against America”, los críticos estadounidenses derraman mieles sobre la serie de HBO mientras el público ronca. La serie es soporífera, artificial y taimada en lo que respecta al verdadero escenario histórico entre 1933-1940, sobre todo respecto a los judíos. ¿Hubo antisemitismo? ¿Era el Presidente Franklin Delano Roosevelt amigo de los judíos? ¿Qué es lo más cercano al ingenuo/oportunista Rabino Bengelsdorf?

The Guardian no ha querido perderse la oportunidad de subirse al vagón de voces que vinculan la serie de HBO con la Administración Trump. En su artículo “It cant happen here” Charles Bramesco cae en contradicciones al intentar desligar al presidente de Estados Unidos de una imagen pro-semita. En un lado dice que, aunque Donald Trump es definitivamente pro-Israel ha despreciado a muchos judíos en su país. ¿A quiénes? Eso cuando más arriba Bramesco dice que hay una importante cantidad de judíos que apoyan a Trump.

En su afán de desprestigiar a los judíos que son partidarios de Trump, Bramesco desenterró a un “posible emulo” de Lionel Bengelsdorff; el pobre Shmuley Boteach. Votado uno de los cincuenta rabinos más influyentes de USA, por la revista Newsweek, Boteach no es ajeno a la controversia.

Figura mediática, autor de libros que ensalzan el buen sexo como parte del judaísmo (Kosher Love) o la importancia de Jesús como figura histórica judía (Kosher Jesus), y amigo y defensor, en su día, de Michael Jackson, el rabino se ha construido un nicho en la cultura popular del siglo XXI.


Es republicano, ha metido la patita en política, y apoya esta administración, pero de ahí a compararlo con alguien como Bengelsdorf que asesora personalmente al presidente, que es amigo personal de Lindbergh, que fomenta programas para asimilar judíos…hay un largo trecho. Tan largo trecho que,  a raíz del artículo, el Rabino Boteach está pensando en demandar al periódico

El Tercer Episodio de “La conjura en contra America” consiguegracias a sus omisiones ponernos en el camino de la verdad. Este episodio me impactó por el terror que aqueja a Philip y que se manifiesta en pesadillas. Ese miedo ante situaciones inexplicables para una mente infantil, pero que están dividiendo a la familia del pequeño, es algo que Simon ha rescatado del libro. Es algo que el autor experimentó o conoció de boca de sus contemporáneos.

Roth nació en marzo de 1933, dos mes después que los nazis se instalaron en el gobierno de Alemania e hizo su Bar MItzvah en 1945, el año en que Hitler se suicidó. ¿Qué fue lo que ocurrió durante ese periodo que creó una inquietud en el alma infantil del autor que sesenta años más tarde recrearía en The Plot Against America?

El Sur y Los Judios
Philip Roth trabajaba con personajes reales desde Charles Lindbergh hasta sus propios padres, por lo que sería fácil deducir que Lionel Bengelsdorf también haya sido inspirado en alguna figura histórica. En realidad, la idea de tener un Quisling judeo-estadounidense puede ser una licencia dramática y hacerlo rabino es una manifestación del odio intenso que Philip Roth sentía por la religión, la suya y la ajena. Explicaría el convertir a Bengelsdorff en un caballero sureño cuyos antepasados apoyaron a la Confederación como una forma de hacerlo más repulsivo.

El problema es que Roth no se molestó en conocer un poco de historia judía en Estados Unidos y así hubiese visto que uno de los pocos espacios donde los judíos pudieron vivir con tranquilidad fue el Sur en el antebellum, el periodo que precedió la Guerra de Secesión.  Ahí fue donde pudieron dedicarse al comercio (pocos judíos pertenecían a la clase de dueños de plantación), a las profesiones liberales y a las artes, enfrentando poca discriminación. Incluso destacaron en la política siendo los primeros senadores judíos de Estados Unidos David Lee Yule de la Florida y Judah Benjamin de Louisiana, ambos Democratas.

 Los judíos en el Sur tenían casi los mismos derechos de los blancos y como tal llevaban estilos de vida similares. Con eso admito que, siendo una sociedad esclavista, los judíos eran dueños de esclavos y veían la esclavitud como algo aceptable. En eso no diferían ni de sus vecinos bancos ni de los libertos negros.

Es un factor históricamente reconocido que existía en el Sur una mini sociedad compuesta por esclavos emancipados o hijos de aquellos, en su mayoría mulatos, que también alcanzaban la prosperidad y se convertían en dueños de esclavos. Y no solo me refiero a Les Gens de Couleur Libre que conformaban la clase media de Nueva Orleans antes de la Guerra de Secesión, sino a gente como el millonario liberto William Ellison que en 1861 era el amo con más esclavos entre los dueños de plantación de color de Carolina del Sur (tenia 63 esclavos a su servicio).

No pretendo hacer lo imposible, reivindicar la institución de la esclavitud, ni tampoco borrar el sufrimiento de las víctimas de la dicha institución. Solo me remito a afirmar que no se puede culpar al Rabino Bengelsdorff solo por provenir del Sur o de haber sido parte de un mundo que se sostenía por el trabajo de esclavos cuando todo el que pudiese comprarlos lo hacía, fuese blanco, judío, liberto, o nativo americano (acabo de leer un artículo que muestra el alto índice de los Cherokees que poseían esclavos).

A pesar de que, durante la Guerra de Secesión, hubo un importante contribución judía al bando del Norte y hubo abolicionistas judíos como la feminista Ernestine Rose, el rabino David Einhorn, y August Bondi, el judío vienes que acompañó a John Brown en su incursión en Kansas, los judíos sureños se adhirieron a la Causa Confederada por las mismas razones que otros sureños.

 El vicepresidente de los Estados Confederados era el judío Judah Benjamín; la ciudad de Florida, Fort Myers es nombrada por el General Myer, judío al servicio de los Estados Confederados; Edwin de León era el embajador de Jefferson Davis en Inglaterra y su hermano David Camden de León fue Cirujano General del Ejercito Confederado. Su retiro se debió a su alcoholismo no por su condición de judío.

Entonces no es de extrañar que Bengeldorf se sienta orgulloso de su pasado, puesto que el presente en el Sur (y ya hemos visto que Roth tenía poco conocimiento del racismo que existía ahí aun sin un presidente como Lindbergh) era muy diferente. El auge del KuKlux Klan en los Años 20 con ideas de supremacía aria copiadas de modelo europeo y la popularidad de los encapuchados con clases sociales de bajo nivel económico llevó a poner en la mira de la violencia de la organización a judíos, latinos y católicos a la par que a la población afroamericana.
El Klan marcha en Washington en los Años 20

La violencia y el acoso reservado a gente considerada inferiormente racial aumentó durante la Depresión por lo que tratar a Begendorff como un personaje de Lo que el viento se llevó, es caricaturizarlo. Casi tanto como cuando los críticos y reseñadores se refieren a Bengelsdorf como “un caballero sureño”. Digamos que el judío común en el Sur de 1940 era más Leo Frank (linchado en Virginia en 1912 por un crimen que no cometió) que Rhett Butler.

Trump vs Roosevelt
Algo irritante en “A Plot Against America” es pretender que a) hasta Lindbergh no había antisemitismo en Estados Unidos y b) Roosevelt fue un gran presidente para los judíos. El capítulo tercero me tenía con la ulcera sangrando cada vez que el pesado de Hermann Levine, en medio de Washington, se ponía a chillar sobre lo maravilloso que era FDR, que ingratos eran los que habían votado por Lindbergh y de cómo los demócratas en el Congreso no impedían sus medidas.

Tal como hoy, el partido demócrata estaba profundamente dividido, pero no por los mismos motivos. En 1940, la división era entre intervencionistas y aislacionistas que estaban en la misma onda que El Águila Solitaria.

Como dije en una nota anterior, el antisemitismo ha existido en los Estados Unidos desde antes de convertirse en país y la primera mitad del siglo XX no fue una excepción. Se ha criticado mucho a Donald Trump de empoderar sectores racistas en su grupo de votantes al no atacarlos frontalmente. Pues FDR tampoco lo hizo con los grupos que fomentaron el antisemitismo durante sus cuatros periodos en la Casa Blanca. Los motivos son los mismos, ambos presidentes se sienten débiles y necesitan evitar fugas de votantes en el caso de Trump, o un auge de animosidad en contra del gobierno y sus medidas en el caso de Roosevelt.

Pocos saben, debido a su condición de hombre-mito, que FDR era tan odiado por sus opositores como Trump lo es hoy día. Eso lo hacía ser sumamente cauteloso de enemistarse con grupos que podían tildarse de antisemitas. Roosevelt y su mujer Eleanor hicieron activas campañas para acabar con la discriminación contra los afroamericanos, pero no salió ni una palabra de su boca ni para reclamar contra el racismo nazi ni el antisemitismo en territorio estadounidense.

Una ironía es que Trump y Roosevelt pueden calificarse como sionistas. Es innegable que la política de administración de The Donald ha sido pro Israel. Durante su mandato que duró casi 20 años, FDR apoyó la causa sionista y presionó (en vano) al Mandato Británico de Palestina para abrir las puertas a la inmigración judía a Tierra Santa. Intentó conseguir que países latinoamericanos aceptasen refugiados, ¡y hasta meditó sobre un plan de hacer una nación judía en Alaska! Todo con tal de que los refugiados no entrasen en la Unión Americana.

Por eso Roosevelt apoyó al tremendamente antisemita Departamento de Estado que se esmeró en disminuir las cuotas de inmigrantes judíos de países bajo el yugo nazi. Con el cuento de que la mejor manera de acabar con la persecución y exterminio del pueblo judío era acabando con la guerra, FDR no apoyó iniciativas de rescate, ni hizo declaraciones públicas sobre las matanzas ni sobre campos de concentración. Ni siquiera en 1942 cuando el antisemita Anthony Eden acababa de hacer un apasionado discurso en el Parlamento Británico rechazando las medidas hitlerianas.

Incluso después de que, cediendo a fuertes presiones de parte de determinados grupos judíos, FDR permitió la creación de organizaciones de rescate en 1944, el presidente se negó a permitir que se bombardearan las cámaras de gas y crematorios de Auschwitz. Pero lo más grave fue que Roosevelt nunca habló el contra de las organizaciones antisemitas estadounidense ni de los escritos de Henry Ford ni de los discursos radiales del Padre Coughlin. Junto a Lindbergh, Ford y Coughlin formaban el triunvirato de “la judeofobia educada” como se la llamaba en los Años 30.

A pesar de que Roosevelt había denunciado el antisemitismo antes de su presidencia, desde el momento en que ascendió al poder mantuvo un mutismo sobre el tema. Nunca se le vio estar en contra del el “vil veneno” del antisemitismo como lo nombró Donald Trump en 2018 en su segundo discurso el  Estado de la Union.

En diciembre del 2019, Trump firmó una orden ejecutiva para acabar con el antisemitismo en los campus universitarios, el sitio donde esa forma de racismo es más común. En cambio, Roosevelt colaboró para que existiesen reglas para impedir el acceso de jóvenes judíos a las mejores universidades.

En los Años 20, las Ivy League comenzaron a imponer el numerus clausus para que, tal como en la Europa Oriental, se limitase el número de estudiantes judíos. Algunas mantendrían estas cláusulas hasta los 60 y Yale hasta 1970. Pero la primera en crear cuotas fue Harvard, medida aprobada por el comité de ex alumnos presidido por Franklin Delano Roosevelt. Tal como Lindbergh y Hitler, FDR le temía a la expansión judía en las profesiones liberales y a su influencia en la sociedad blanca y cristiana de USA.

En el tercer capítulo de ‘Plot’ recién vemos evidencias del antisemitismo provocado por la administración Lindbergh (que tiene a Henry Ford de vicepresidente). Vandalismo en cementerios judíos y discriminación en contra de los Levin que son expulsados de su hotel en Washington. Hasta hoy actos de vandalismo en contra de la propiedad de judíos sigue siendo el crimen de odio más común en Estados Unidos (desde 1991, de acuerdo a reportes del FBI, ha habido un aumento de ataques antisemitas y los judíos son el grupo más agredido de las minorías estadounidense).

Respecto a los hoteles, muchas cadenas en la nación ponían cartelitos que decían “No se admiten ni judíos ni tísicos”. Y no solo la hospedería era racista Hoy Jared Kushner y su mujer Ivanka Trump ocupan una mansión en el elegante barrio washingtoniano de Kalorama Heights. Entonces no los hubieran ni dejado pararse en los jardines. La discriminación social no solo determinaba donde un judío podía estudiar o trabajar también donde no podía vivir ni hospedarse.

En la Encuesta Roper de 1939, más de la mitad de los encuestados consideraba que los judíos eran codiciosos y deshonestos, un tercio consideraba que tenían demasiado poder. El 15% de la nación aprobaría algún tipo de medida o campaña agresiva en contra de los de origen hebreo. Por eso es por lo que es tan ofensiva esa impresión que nos deja la serie de HBO de que, durante el tiempo de Roosevelt en la Casa Blanca, la nación era libre de antisemitismo, que gente como esos nazis de Unión City eran grupúsculos excéntricos sin poder.

Lo que si es cierto es que los judíos estadounidenses veneraban a Roosevelt quien había nombrado al primer ministro de origen hebreo, Henry Morgenthau como Secretario del Tesoro. Roosevelt también cultivaba amistades judías influyentes, ninguna más cercana que la del distinguido Rabino Stephen S. Wise. Y es Wise tristemente quien presenta similitudes con Lionel Bengelsdorf.

El Doppelganger de Bengelsdorf
Weiss era un ejemplo del mundo judío estadounidense de principios del siglo XX. Nacido en Hungría en 1874, había emigrado a Nueva York con su familia. Wise había seguido los pasos de su padre y había sido ordenado rabino, pero a diferencia de sus correligionarios ortodoxos, Wise buscaba la americanización y prefirió adherirse a la forma más moderna del judaísmo, la reformista. Fue el fundador de la Free Synagogue (sinagoga libre) en donde más que rituales y tradiciones, imperaban la libertad de conciencia y el activismo político.

Como Bengelsdorf, Wise era un hombre refinado (había estudiado en Viena); erudito (tenía un doctorado en semántica de la Universidad de Columbia); mundano (su esposa Louise Watermann era una heredera que aporto cuantiosa dote y conexiones al matrimonio) y un magnifico orador, a pesar de que muchos lo consideraban controversial. Un sionista convencido, también luchaba por el sufragio femenino, reformas laborales, en contra del trabajo infantil y de la discriminación hacia otros grupos étnicos.

A la par de crear el Congreso Judío Americano (dedicado a acabar con el antisemitismo en el mundo), Wise era miembro del comité de la NAAAPC (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color), y la Unión de Libertades Civiles Americanas. El veía a Estados Unidos como un crisol de razas donde todos luchaban juntos por el progreso de la nación. Para eso (y ahí tenemos a Bengelsdorf) Wise creía en la asimilación, en la necesidad de que los judíos fuesen parte de la homogeneidad estadounidense y que no tuvieran lealtades ni a otras naciones ni a culturas o rituales religiosos que los separasen del americano común.

Wise apoyó a FDR para Gobernador de Nueva York, aun cuando el contrincante era un judío Albert Ottinger. En un discurso en el Madison Square Garden, durante la campaña, Wise dijo “yo votaría por hombres de todas las fes, no como judío, sino como un americano, por el mejor candidato”. Wise tenía mucho arrastre entre los ricos y educados que preferían un judaísmo reformista que se alejaba de embarazosas prácticas culturales y religiosas que hacían a los judíos verse “diferentes” y retrógrados.

El Silencio de los Judíos
Se llegó al punto que, en los Años 30, muchos rabinos reformistas trasladaban sus sermones e incluso todas las ceremonias del Sabbath al domingo para parecerse a los servicios religiosos dominicales de sus vecinos cristianos. Ese grupo de judíos progresistas, asimilados, de clase media acomodada serían los que con Wise permanecerían en silencio ante las medidas nazis y ante la destrucción de la judería europea.

El consenso entre ellos era que no podían anteponer sus intereses raciales por sobre los esfuerzos bélicos de su país. Eso incluía presionar al presidente a denunciar a las políticas hitlerianas. Aún peor, como Roosevelt, los judíos tenían plena conciencia de que si se convertían en “agitadores” llamarían la atención de grupos juedeofobo que podrían volverse en contra de ellos de manera agresiva. No querían arriesgar el estatus conseguido en America defendiendo a su hermanos europeos. Algo parecido veo yo en la progresía judía hoy en día, una necesidad de ser tan occidentales que no se atreven a denunciar el antisemitismo fuera y dentro del país.



Por otro lado, Wise como Bengelsdorf, era bastante vanidoso y se sentía halagado por la amistad que le brindaba el presidente a él y a su familia. Le encantaba ser invitado a la Casa Blanca, que Roosevelt solicitara su consejo, y que lo distinguiera. Aun así, le escribía su hijo en 1943: “Ojalá el presidente hiciera algo por nuestro pueblo”. 

Extraordinariamente no fueron ni Wise ni sus colegas judíos en la administración los que forzaron la mamo del presidente. En octubre de 1943, 400 rabinos ortodoxos descendieron sobre Washington y marcharon hacia la Casa Blanca. Fueron recibidos por líderes del Congreso. Por consejo de Wise y otros asesores judíos, Roosevelt no los recibió, pero el impacto era innegable y visible Ahí fue cuando Roosevelt le dijo a Wise esa frase famosa “los judíos deberían quedarse callados”. Poco después comenzaba a hacer concesiones en su política pasiva hacia el problema judío.

Para Wise y los que como él veían la respuesta en una aculturación total, la imagen de estos judíos vestidos de negro y ensombrerados debe haber representado su pesadilla máxima, lo que ellos habían creído erradicar. Eran los representantes del judaísmo tradicional, de lo “extranjero” de todo lo que americanos blancos y protestantes como el presidente odiaban en los judíos, Eran lo opuesto al discurso del Rabino Wise de “somos americanos, primero, ultimo y siempre”.

Es extraordinario que aparte de servidora, la única en ver estos paralelos es la periodista inglesa (judía y conservadora) Melanie Philips. Todos los otros críticos han abrazado la idea de Lindbergh= Trump cuando ya he demostrado que no hay semejanza posible.

Por eso encuentro que “Plot Against America” no ayuda en nada ni a la causa judía ni a la causa de la verdad. Como “Unorthodox” y “Freud” es otra de esas series que esta primavera empañan la imagen de los judíos, representándonos como personas cuyos estilos de vida, ideas religiosas y modos de pensar y actuar son antítesis del humanismo progresista que todos debemos abrazar.

El quinto episodio de “The Plot Against America” me lo dejó claro. Lindbergh, apoyado por Bengelsdorf, crea Homestead un programa que saca a los judíos de las ciudades y los desperdiga por pequeños poblados de la nación. Esa era la esperanza de Roosevelt:  desconcentrar las zonas de poder de los judíos, léase zonas urbanas, y en sus palabras, “spread them thin” en espacios donde no fueran mayoría ni tuvieran influencia alguna.

Cuando Bess visita a su cuñado para suplicar que no envié a su familia a Kentucky dice que desea vivir “en donde viven los judíos”. El rabino le dice que ahí yace la diferencia entre ambos, él vive feliz en cualquier parte del país, no necesita vivir entre judíos, su cultura es la americana. Se me heló la sangre porque Bess pareciera abogar por el ghetto, por barrios judíos donde todos tengan las mismas costumbres, donde la cultura judía sea un eslabón común.

En boca de Bess ese concepto parece legítimo, pero es lo que series, filmes y libros como “Unorthodox” condenan, comunidades cerradas donde no se respira “americanismo”. Ya sé que suena extremo, pero es lo que se ve en “Unorthodox” e incluso en “Shtisel”, un mundo hermético y semi autónomo, dentro de una ciudad y una nación que no son reconocidos por los habitantes de ese enclave.

 Cuando Esty huye a Berlín en “Unorthodox”, esta como Bengelsdorf demostrando que es una ciudadana del mundo que puede vivir lejos de una comunidad que le impide ser libre, conocer otras personas, otras culturas. ¿Al final no es lo que Sandy Levine ha venido pregonando desde hace varios capítulos? ¿Por qué lo condenamos en “Plot Against America” cuando celebramos esa misma premisa en “Unorthodox”?

8 comentarios:

  1. Desde FB
    Alfonso Velasco Sendra Pues eso había oído de Roosevelt un amigo mío del Centro de Idiomas me decía de los Roosevelt. Me decía que el primero había sido malo para España y el segundo malo para el mundo. Que el New Deal no fue tan eficaz y que lo que ayudó a Estados Unidos a resolver el problema del paro fueron los muertos en la guerra. Oí decir ya tocando la cuestión que nos ocupa, que los judíos iban a Estados Unidos, pero que personalmente el propio Roosevelt por propia iniciativa no acogió ninguna. Hasta Franco con toda su retórica antijudia hizo más. Ya nombrar a Ángel Sanz Briz el ángel de Budapest fue un gran acierto. Dictadores como Leonidas Trujillo hicieron más. Respecto a Estados Unidos no fueron malos con ellos, pero ya sabemos que quien amenece el orden WASP automáticamente se convierte en su enemigo, pero el americano medio y me doy cuenta por mi amistad con ellos. No es mala gente. Hubo un poco. Eso ya lo hablamos estaba el Ku Kux Klan que persiguió también a personas de raza negra y católicos. Tenemos el caso de Margaret Sanger cuyo pseudofeminismo y la planificación familiar hizo que se le pasarán por alto su racismo y la eugenesia, además era amiga de nazis. Algunos millonarios como Lindbergh y el odioso William Randolph Hearst eran filonazis. Sé que es desviarnos del tema, pero leí informaciones de que tampoco Inglaterra fue un aliado fiable pese a George Eliot o Israel Zangwill. Uno lee testimonios e Inglaterra le parece tan antisemita como el propio Hitler. Tengo testimonios contradictorios según Paul Johnson Churchill habría sido projudio. Según León Uris el autor de éxodo. Inglaterra es proarabe y antisemita. La descripción que hace de los ingleses no es nada idílica. A pesar de la influencia de los Isaacs con Lloyd George. En el caso de mis adorados Chesty y Belloc eran críticas contra ciertos plutócratas, pero luego con la persecución nazi mostraron su apoyo y su deseo de protegerlos. Algunos como mi Evelyn (Waugh) yo creo que en el fondo siempre quiso ser un Oskar Schindler en potencia. Yo creo que la lección que debemos sacar es que más que de países depende de las personas y de que estén dispuestas a defender lo que es justo y bueno.

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    1. María Elena Venant Alfonso Velasco Sendra Ya con eso me das para comenzar. Desde joven que he oído que lo acabó con la Depresión fue la WWII. No, por los muertos (USA no tuvo tantas victimas como el Reino Unido o Alemania, Rusia y Japón) sino por el lend lease que propició, aun antes de Pearl Harbor, la creación de una industria de guerra con fabricas y empleos por doquier. FDR tuvo grandes aciertos, el primero repeler la Prohibición, hizo avances en lo de los derechos Civiles y hacia un estado de beneficencia, pero eso por influencia de su mujer y Harry Hopkins.
      Si, me temo que el Caudillo hizo más. Españoles hay algo que deben saber. Hoy se habla mucho del Ángel de Budapest, pero en vida ni se sabía lo que había hecho. Por eso no hay que olvidar a los otros españoles que Israel ha designado como Justos entre las Naciones: José Ruiz Santaella y su mujer, Eduardo Popper del Callejón (abuelo de Helena Bonham Carter) y otros diplomáticos que en Grecia, Bulgaria, Rumania y Francia ayudaron a rescatar judíos.
      Trujillo hizo más, pero porque le pagaron. Inglaterra es una llaga en mi costado, nunca ha dejado de ser antisemita y que D-s me perdone, los judíos ingleses son bien bobos.
      Ya sabes que hoy se tergiversa todo lo que ha dicho sir Winston, pero yo me quedo no solo con Johnson sino lo dicho por su biógrafo oficial Sir Martin Gilbert (judío) de que Winston y su padre Lord Randolph fueron una excepción en su clase, gente que jamás demostró antisemitismo en su vida 9otro fue el Rey Eduardo VI). Churchill fue sionista hasta el asesinato (por parte de la organización judía clandestina Lehi) de su amigo Lord Moyne en El Cairo.
      Totalmente de acuerdo, son las personas no los intereses políticos los que dan un buen nombre a una nación, pero fíjate yo no siento a Putin como antisemita, en cambio el pueblo ruso siempre ha sido juedeofobo

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  2. Ay Roosevelt por no perder al lobby católico no dejaste a mis queridos repúblicanos, comunistas stalinistas y troskistas y a mis aún mas queridos libertarios comprar armas en EEUU, suerte que algunos de tus compatriotas nos ayudarón en el Batallón Lincoln.

    Por cierto Malena gracias por la info ya que nunca había oído que Eduardo VI nacido en 1537, hijo de Enrique VIII y Jane Seymour, hereje asquersos que llevó a la iglesia de Inglaterra a la ruina incluyendo preceptos calvinistas por primera vez, y que murió con 15 años, intentando en su testamento desheredar ilegítimamente a su gran hermana Maria Tudor, segunda esposa a su vez de mi anterior rencarnación Felipe II, no fuera antisemita ni antijudio xd. Fuera de bromas y mensajes absurdos creo que te referías como rey que no demostró antisemitismo a Eduardo VII o Eduardo VIII, aunque de este último también se dice que era filo-nazi así que a saber, también se dice que Felipe II mató a su hijo y yo no me lo creo ni me lo creeré nunca hasta que salga el documento que me lo confirme.

    Bueno eso es todo perdona este mensaje absurdo, habría sido mas fácil señalarte el error pero me aburría. Para acabar decirte que espero que con toda esta situación del coronavirus te encuentres bien y con buena salud, también decirte que el proyecto de mi blog sigue en marcha a pesar de mis muchas deficiencias como escritor y ser humano (de hecho espero en breve publicar la entrevista a Micheal Hirst, que nuestro compañero común Jorge Llerena Torrico tradujo y compartió conmigo) y para acabar hacerte saber que estoy bien y con buena salud. Dicho esto mil perdones por molestarte con este mensaje absurdo y te mando saludos des de mi humilde hogar en Arenys de Munt, Catalunya a donde sea que te encuentres en este momento.

    Un saludo cordial de parte de tu lector silencioso Sergi Valverde.

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    1. Querido Sergi,
      Gracias por hacerme saber de ti. No me vas a creer, pero has estado en mi mente, junto a otros Gatos Seriefilos con los que solo me comunico por acá y es bueno que me hagan saber que están bien.
      Te pido clemencia para esta pobre vieja que en su apuro al responder en Facebook se traga palitos. Ya lo había notado (obvio que me refería al hijo de la Reina Victoria) pero como había traspasado el mensaje no lo puedo evitar.
      ES cierto que el lobby católico puede haber impedido el envío de armas, ¿pero estaba Roosevelt interesado en la guerra de España? Que excusas tuvieron otros países mas cercanos para no ayudar a la Republica. ¿Qué excusa tuvo el Frente Popular francés? Al final, aparte de la Unión Soviética, el único país en ofrecer apoyo material fue México.
      Gracias por pasar, aunque tu blog no esté al día, no es excusa para no comentar. Un abrazo y espero que lo peor haya pasado para España y Cataluña.

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    2. Sobre lo de Roosevelt y la Guerra Civil sabía que lo había visto en alguna parte y hoy he encontrado el artículo de diario donde contaban la historia. Lamentablemente no he leído la obra de la que hacen referencia en el artículo pero por si te interesa te dejo el enlace: https://elpais.com/cultura/2013/05/04/actualidad/1367698785_961126.html

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    3. Gracias pero me sale "pagina de aceso restringido" Cual es la obra a la que hace referencia?

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    4. Es muy extraño que te salga eso cuando yo puedo acceder al artículo sin problemas. No se si es que en tu país no puedes acceder a ese diario por motivos x quien sabe. Bueno el libro que hacen referencia se llama "Miedo a la democracia" de la doctora Aurora Bosch.
      Link: https://www.planetadelibros.com/libro-miedo-a-la-democracia/118247

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    5. Trate de poner El Pais con fecha y actualidad, pero me sale lo mismo. Quizas tengan limites para articulos antiguos.

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