Cuando le
preguntaron a Emma Corrin por que la boda no había sido parte de la Cuarta
Temporada, ella respondió que Morgan solo filmaba “lo que avanzaba la trama” (¿?) Yo sospecho que siendo que la
mayoría de los Crownies hemos visto alguna vez filmes del evento, prefirió Don Peter
saltárselo ya que no podía alterarlo a su conveniencia como lo hace con otros
episodios de estos “Princess Diaries”. Vamos a ver que ha hecho en esta tercera
entrega.
Hay mucho de verdad
aquí: el horrible “lo que pasa por amor” de Carlitos (¿en qué cabeza cabe decir
tal burrada?), el más horrible almuerzo con Camilla, Carlos sin llamar por
semanas (aunque en la vida real si intercambiaron cartas); la soledad de la
futura princesa, la bulimia, y el brazalete de Fred y Gladis. Es el marco o
contexto donde a ratos se siente todo tan falso.
Por Qué Lady
Di no es Mia Thermopolis
Una escena ridícula
fue esa entrada al salón del palacio, interrumpiendo una anécdota de la Princesa
Margarita, no solo no haciéndole una reverencia, sino incluso retirándole el
saludo. Morgan— que probablemente come con las patas—quiere
convencer a una audiencia que percibe tan sin modales como él, que estas
obligaciones de hacer reverencias y saber a quién hacerlas son las que desequilibran
a Diana empujándola de cabeza adentro del inodoro.
Lo cierto es que después
de casada, Diana se convirtió en la reina de las reverencias, haciéndoselas
incluso a reyes destronados como Constantino de Grecia, pero ese primer gafe es
tan WTF. Como una chica tan educada haría lo que sería descortesía incluso
entre plebeyos. Yo hubiera hecho eso de entrar de manera tan imprudente y mi
madre me hubiese dado con un florero en la cabeza y mi padre me hubiera gruñido
“sale y vuelve a entrar como una dama”.
Entendamos algo,
Lady Di no era Anne Hathaway en “The Princess Diaries”. Era la hija de un
conde, sino aprendió reglas de precedencia y a quien hacer reverencias en su casa,
lo aprendería en el internado suizo. Si realmente creía que iba casarse con un
hombre importante (un embajador como decía su padre) tendría que haber conocido
todas las normas de protocolo y precedencia ya que como anfitriona tendría que
disponer quien se sentaba con quien en su mesa. Además, llevaba años yendo de
visita a casas de la realeza. ¿O me van a decir que en Balmoral no hizo genuflexiones?
La misma Princesa contó que la bulimia comenzó cuando Carlos (que es genial para meter la pata) le dijo que estaba “gordita”. Algo que empujaría a cualquier jovencita a la bulimia, a la anorexia, a agotarse con saunas y bicicleta estática. Pero según testigos, Diana ya había manifestado señales de sufrir trastornos alimenticios antes de conocer a Carlos.
Yo pienso en la Reina
Máxima de Holanda y la Gran Duquesa Maria Teresa de Luxemburgo que tuvieron que
aprender más reglas y se encontraron más desorientadas que Diana ante todo el
protocolo, y ahí están felices con sus maridos después de décadas de
matrimonio. Si Lady Fermoy, que no estaba casada con un príncipe, se aprendió
todas esas pautas de etiqueta, ¿por qué pensar que su nieta perdió salud mental
y física ante esas lecciones? A ratos, pareciera que, en su esfuerzo por victimizar
a Diana, Peter Morgan la convirtiera en limitadita de sesera y muy perezosa.
Pero en la vida
real, Diana jamás se quejó de estas “lecciones” ni las mencionó. Biógrafas como
Penny Junor cree que nunca tuvieron lugar y que la única guía que Diana tuvo
antes de su boda fue de parte de Michael Collbone, uno de los asistentes del Príncipe
de Gales.
Vamos a tener que
apuntar con el dedo a Collborne por ser el idiota que dejó que Diana abriera el
paquetito donde estaba el brazalete de despedida de “Gladis”. Ohhh ¿y Michael
sería quien informó a la Princesa de que la joya (no un dibujo como muestra la
serie) era para Camilla? ¿Porque si no
como Diana supo que G y F eran su novio y la amante? Hay discrepancia entre
biógrafos que dicen que el almuerzo en Menage a Trois ocurrió después de la
boda.
Lo del almuerzo
con Camilla fue pesadísimo. Tan Liaisons Dangereuses. Algo que la
Parker-Bowles dejó en claro es que Lady Di sabia 0 sobre el hombre del que creía
estar enamorada, Sin embargo, hay algo que no explica la serie.
Después de la
boda de Camilla, ella y Carlos volvieron a ser abiertamente amigos, de hecho,
fueron compadres. Volvieron a verse en público. Los Parker Bowles fueron
readmitidos en el palacio e incluidos en sus fiestas. Se convirtieron en parte
importante del circulo social de Carlos.
Desde el comienzo
del romance, Diana había conocido a ese círculo y obviamente sabia lo
importante que eran los Parker Bowles para el Príncipe de Gales. No sé si había
rumores de infidelidad. Era dominio público que Andrew le era infiel Camilla,
pero Carlos tenía tantas mujeres que puede haberse aceptado la versión de que
el Príncipe y Mrs. Parker Bolwes eran solo buenos amigos.
Por eso es por lo
que sonó tan extraño eso de “Tu ex” que le suelta Diana a su prometido en el
aeropuerto. Primero que Camilla nunca fue “una enamorada oficial” de Carlos
como lo fueron Lady Jane Wellesley, Davina y hasta Anna Wallace. Segundo que es
algo que pasó hace diez años. Muy torpe seria Diana en recordarle a Carlos un
romance con una mujer que ahora pasa por digna esposa y madre.
Diana, la
Huerfanita
La obsesión de Morgan
por representar a Diana como aislada, ignorada y solitaria en Clarence House es
tan repelentemente falsa como esa obsesión de Pablo Larraín de mostrar a “Jackie”
deambulando por una Casa Blanca vacía, cuando antes del funeral de JFK no cabía
un alfiler en esa mansión.
Diana en sus
casetes dice que no daba más con el acoso de la prensa tras el anuncio de su
compromiso y que nadie la ayudó con eso en su futura familia política. ¡Qué
raro! Porque el traslado a Clarence House fue precisamente para proteger su
privacidad.
Diana no era una prisionera,
podía salir cuando quisiera. ¿Sino como se explica que fuese a comer con
Camilla? Ella misma ha contado que iba a visitar a sus hermanas. Además de Lady
Fermoy, en el palacio tenía otra conocida, Lady Susan Hussey, dama de honor de
la Reina y hoy madrina del Duque de Cambridge. Michael Colborne colocó en su
oficina un escritorio para que Diana revisase su correspondencia y para responder
cualquier pregunta que la novia de Carlos tuviese. Ella, en cambio, se dedicó a
hurguetear en los paquetes que sabía no eran para ella.
En la serie Diana
desesperadamente intenta comunicarse con la Reina. Si bien es cierto que Su Majestad
no tenía tiempo para su futura nuera, había otros miembros de la familia cerca
de Diana. Sus amigos de la infancia, Andrés y Eduardo la visitaban a menudo.
Fue en ese entonces que Diana entabló amistad con los hijos de Margarita. Por
otro lado, se hizo amiga de la hija del encargado de los caballos de polo, una
tal Sarah Ferguson. Por último, un mes antes de la boda, Diana acompañó a la
Familia Real a Ascot. Ahí pudo haberse sincerado con la Reina tal como lo haría
durante la crisis de su matrimonio.
Otra cosa que ha
sorprendido es la ausencia de la familia de Diana. No han aparecido ni el Conde
Spencer, ni su hijo, ni su segunda esposa. Cuando Diana escogió su anillo de
compromiso dijo que se parecía al de su madre. Dio la impresión de que Frances
Shand estaba muerta.
De las hermanas, solo
ha aparecido Sarah y causó muy mala impresión. Lo cierto es que las hermanas de
Diana tuvieron un rol importante en su vida antes y después del compromiso.
Fueron ellas quienes la ayudaron a vestirse el día de la boda, y si le creemos
a Peter Fearon, las que impidieron que Diana (como Charlene de Mónaco) huyese
del palacio dejando no una zapatilla de cristal tras de ella sino una estela de
dudas y escándalos.
Según La Princesa
de Gales, lo que la hizo plantearse la posibilidad de no casarse fue el
brazalete de Camilla. Nao fue el almuerzo con su rival, sino ver la joya lo que
la descontroló. Michael Colborne contaría que, estando Diana, como siempre, en
su oficina llegaron varios paquetes que Charles había adquirido para regalar a
antiguas amigas en agradecimiento por sus consejos matrimoniales. Colborne se
ausentó un momento, y al regresar vio a Diana salir enfurecida de la oficina y comprendió
que había encontrado el regalo para Camilla.
La versión de
Diana es diferente y muy vaga como casi todo lo que cuenta en sus grabaciones.
Dice que “alguien de la oficina de Carlos” le contó que el Príncipe había
comprado un regalo para Mrs. Parker Bowles.
Eso significa que ya tenía dudas y que las estaba comentando con la
gente del Palacio.
Que fue a la
oficina “de este hombre”. Alto, esa era su oficina también ¿y tan poco
importante era Colborne que no recordó su nombre? Según ella, Colborne le
suplicó que no abriera el paquete, pero que ella lo hizo (¿abriría los otros?) Acto
seguido acribilló a Colborne con preguntas que él se rehusó a responder.
Desde ese momento
Diana se convirtió en un mar de lágrimas. Se la vio llorando en Ascot y en su penúltima
noche de soltera tuvo que abandonar un coctel porque no aguantó el llanto. Tal
como muestra ‘The Crown”, Diana enfrentó a su prometido y él le aseguró que era
un regalo de despedida total y que no existía nada entre él y Camilla. Solo que
Carlos en su irresponsable egoísmo no se daba cuenta del impacto que los celos
podían tener en alguien tan joven e insegura.
Diana finalmente
decidió no casarse y se lo hizo saber a sus hermanas que habían venido a
quedarse con ella en Clarence House. Tan fuerte fue la discusión que se le avisó
a la Reina. Según Peter Fearon en Buckingham Babylon, Isabel primero le
pidió a Carlos que no interviniese, consciente que iba a empeorar las cosas y
segundo le mandó un mensaje a Diana. Iban a posponer la boda un día, al cabo
del cual si Lady Di seguía sin deseos de casarse era libre de no hacerlo.
Les tomó a las
Spencer 24 horas convencer a la “duquesa”. Ahí es donde le dijeron esa frase
famosa de que era un poco más tarde para echarse para atrás puesto que ‘tu
rostro ya está en las toallas”. Era una
alusión al negociado surgido alrededor de la pareja en el Reino Unido con
objetos conmemorando la boda (toallas, tazones, etc.).
Es extraordinario
que después de esta tragedia griega, Diana estuviese tan contenta al día
siguiente. En “Diana: In Her Own Words” cae en contradicciones. Dice en un
segmento “fue el peor día de mi vida” y en otro se considera la mujer más afortunada
del mundo, feliz de haberse casado con el hombre que amaba.
Lo más triste es
como se refiere a su padre. Se burla de la desorientación del Conde Spencer y
se queja que tuvo que “arrastrarlo” y que al final todo se redujo a sus
esfuerzos de poder llevarlo hasta la Catedral de Westminster. Lo que Diana no
revela (y que sus jóvenes fans desconocen) es que Lord Spencer estaba convaleciente.
En 1978, el Conde
sufrió un infarto que lo dejó en coma por ocho meses. La recuperación fue muy
lenta. Tres años más tarde seguía teniendo problemas para hablar y caminar. Aun
así, insistió en escoltar a su hija al altar. A mí me conmovió mucho verlo
moverse tan torpe que los caritativos programas cómicos de la televisión
estadounidense (hasta en “El Show de Chucho Avellanet”) lo remedaron
burlescamente. Pero más cruel es que su hija lo recuerde como un lastre, como
alguien que con su atolondramiento le impedía ser a ella el centro de la
atención.
Mi madre,
refranera y deslenguada como siempre, dijo de Lord Spencer “Ese caballero está
tan orgulloso que no le cabe un garbanzo por el culo” Sin embargo, leía en su
obituario en The Washington Post que Johnny Spencer les había comentado a
sus íntimos “preferiría que (Diana) se hubiera casado con un tipo común y
corriente así los tendría viviendo junto a mí en Althorp”
Eso en respuesta a quienes creen que fueron los parientes de Diana quienes la empujaron a esa
boda. Lady Fermoy negó al Tatler que hubiese maquinado esa unión y
Charles Hodgson dice en su Charles: The Man who Would be King que Lady Fermoy advirtió a su nieta que lo pensase bien porque el
estilo de vida y humor de Los Windsor era diferente de los de Lady Di.
Diana, en sus grabaciones,
también recuerda esa cita. Nos cuenta que, por no haber incluido a su abuela en
los preparativos de la boda, Lady Fermoy se resintió con ella. También que
peleó con su madre y que por cuatro años no le dirigió la palabra. Si les
creemos a Diana, a su familia y a su mayordomo, toda la vida matrimonial de la Princesa
estuvo marcada con peleas y reconciliaciones con sus parientes.
Margarita
Cupido y El falso romance de la Reina Mary
Otro toque
insólito de este episodio ha ido el discurso de Margaret sobre el amor y como
en la Familia Real Británica los matrimonios obligados han sido fuente de
desdicha. ¿Será así? Porque yo solo veo matrimonios por amor desde la tatarabuela
Victoria. La Reina Madre se casó por amor, Isabel se casó por amor. Yo no vi
que a Margarita la obligaron a casarse con Lord Snowdon. Y todos estas uniones
románticas no han impedido que muchas parejas (isabel y Felipe, por ejemplo) sufran
tremendas crisis.
En cambio, el Rey
Eduardo se casó con la princesa más bonita de Europa, le hizo cinco hijos, y se
fue con sus amantes. La Reina Alejandra hizo su vida al margen del marido, fue
feliz a su modo, y ella y el rey mantuvieron una amigable relación llena de
respeto mutuo. Algo diferente ocurrió con la Reina Maria y Jorge V, los abuelos
de Isabel. Eran tan pragmáticos que tuvieron un magnífico matrimonio sin
preocuparse de tonterías como el amor, los celos, etc..
Es cierto lo que
cuenta Isabel a Carlos. Maria de Teck se casó con el hermano de su difunto
prometido, pero ni ella ni el muerto estaban enamorados. El Duque de Clarence,
era un tipo estrafalario (muchos creen que él era Jack el Destripador) y le
metieron a Maria por las narices para alejarlo de sus prostitutas y de su amor prohibido
por la princesa Helena de Orleans. Debe haber sido un alivio para Maria “enviudar”
antes de la boda y poder casarse con un hombre más tranquilo y hogareño como
era el Rey Jorge.
Este capítulo es
exageradamente dramático haciendo hincapié en lo que no existió cuando la
historia reboza de drama. También me confirma la poca seguridad de que lo que
aparece en los casetes corresponda a la realidad. Diana tiene un hábito en ellos
de caer en recuerdos “proustianos” de cómo le gustaría creer que ocurrieron las
cosas.
Por ejemplo, habla de que Carlos nunca le envió
flores, algo que Michael Colborne (acérrimo defensor de la Princesa) asegura que no es cierto. Luego Diana, cae en
contradicción al hablar de un misero ramo enviado por alguien de la oficina del
Príncipe. ¿Por qué iban a gastar en mandarle un ramo? En criminología se habla
de “unrliable witnesses” y en literatura de “unreliable narrator”. Diana nos
demuestra que como testigo y voz narradora no es totalmente confiable.
Desde FB de Valentina Parraga
ResponderEliminarMe encanta cuando desmientes y desmigajas secuencia por secuencia esta telenovela plagada de tantísimas “licencias poéticas” que es casi un drama fantástico!
Valentina Del Rosario Parraga Antes que todo. Como te sientes? Me encanta verte con animos. Seria licencia poetica si se quisiera mejorar una historia aburrida. Pero la vida de Diana fue tan azaroza y llena de sorpresas que mostrarnosla como una torpe o histérica solo la ensucia y hace daño a sus hijos y todo para poner mal a la Reina y a Carlos (que despues de todo fue culpable. no necesitan decirnos que nunca la llamó por telefono o mentirnos sobre cartas y flores que si le envió). Un agran abrazo
EliminarDesde FB de Norah Frias-Muñoz
ResponderEliminarMuy interesantes tus planteamientos ...muchas respuestas que faltan...todo muy raro..
Norah Frías-Muñoz Nada de raro, Amiga Mia. El pueblo inglés sigue siendo monarquista. Lo que busca Morgan es conseguir que los pro-realeza impidan que Carlos llegue a reinar y para eso pasa a llevar a Diana, a su familia, a sus hijos, ect.
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