lunes, 22 de julio de 2019

Drama de Epoca Español: Auge y caída de la fórmula del espacio pequeño



Finalmente llegamos a la receta mágica del drama de época contemporáneo: situar la acción en un pueblo, calle o espacio laboral donde el día a día trae cambios y nuevos personajes que alteran a los regulares. España ha conquistado mercados internacionales con este esquema, pero les ha fallado con “Alta Mar” y con la bochornosa “El Continental”. Por primera vez se ha culpado al abuso de la formula, ¿pero es eso realmente o acaso no se trata de que de tanto confiar en una sola forma de hacer dramas de época se han descuidado otros aspectos?

Pueblo Chico, Infierno Grande
A pesar de que el mundo rural ha sido un marco predilecto del cine y literatura de España, fue en este siglo que el drama de época le volvió a dar un uso especial. Tanto “La Señora” en Asturias como “Bandolera” en Andalucía convirtieron el espacio rural en una presencia y un recurso para añadir intimidad. Así nacía la idea de que el pueblo chico podía ser marco de situaciones dramáticas que resultarían imposibles en espacios urbanos, y donde se podía reflejar el pasado sin tener que hacer mucha investigación o mucho revisionismo de historias oficiales.

Ya hemos visto como Sagrillas ha jugado tan gran papel en el presente y el pasado de Los Alcántara de “Cuéntame cómo pasó” pero en términos de pueblos inventados y de las cosas que ocurren allí nadie le gana al “Secreto de Puente Viejo” donde la historia la escriben los habitantes, donde se leerán noticias de “los Madrides” pero lo que pasa fuera de su ruta (y ni estación de ferrocarril tiene) ni afecta ni cambia lo que ocurra en ese entorno mítico que ni siquiera se sabe en qué parte de España queda. Algunos dicen que, en León, otros en Castilla, otros en Asturias, etc.


Fue en el 2011, en medio de sus aventuras de romanos, que Boomerang se inventó esta localidad. Al comienzo Puente Viejo era nada más que uno de los puntos donde Pepa Balmes (Megan Montaner), la protagonista paraba en su incesante peregrinar, como Ceres, buscando a su criatura.

La premisa, aunque culebrónica era buena. Pepa, una chica analfabeta, ha heredado el don de la obstetricia de su madre y también el de curar con hierbas. Comete el error de liarse con un cacique casado, este le roba el hijo y deja que la apaleen, la pobre Pepa se va por los caminos buscando a su bebé. En un camino se encuentra con un joven oficial que regresa de la Guerra de Cuba. Así sabemos en qué año estamos.

Pepa y Tristán Montenegro (Alex Gadea) vuelven a encontrarse en 1902 cuando la ahora partera recala en Puente Viejo. Tristán es casado. Su mujer Angustias (Sara Ballesteros) espera su segundo hijo, y si eso no fuera ya problema, Tristán es hijo de la mujer más poderosa y mala del pueblo Francisca Montenegro, Viuda de Castro (María Bouzas). Doña Francisca contrata a Pepa para que cuide de Angustias que está más loca que una cabra.

Comienza, y en tropel, a ocurrir la sarta de clichés a las que todo telenovelero está acostumbrado: Pepa y Tristán se enamoran, Angustias pierde al bebé y culpa a la partera; Pepa va la cárcel, pero es rescatada por el nuevo médico del pueblo que la ama. Pepa sabe (por unos lunares) que Martin no es hijo de Angustias, es el niño que ella busca.

Angustias acaba en el manicomio, pero escapa para matar a Pepa y termina suicidándose; Pepa se casa con Alberto (Xosé Barato) para tener la custodia de Martín, pero resulta que su marido es un loco asesino que la viola e intenta matarla. Lo normal es que lo hubieran matado ¿No? Pero en cambio, Alberto le da el divorcio a la partera (¿En 1900?)

 Llega el verdadero padre de Martin, lo rapta y lo deja en el bosque. Todos creen que se lo comieron los lobos (¡Mala prensa para los huargos!) Pepa descubre que su verdadera madre era una señora principal, la Duquesa de Aguamansas, Pepa descubre que su verdadero padre era el marido de Francisca; Pepa y Tristán son hermanos. Buaaah!

Por suerte, desde la llegada al pueblo, Pepa ha vivido con la Familia Ulloa. Raimundo Ulloa (Ramón Ibarra) es un hombre que perdió casa, fortuna y corazón por culpa de Francisca. Él es el verdadero padre de Tristán. Este maldice a Francisca. Francisca maldice el matrimonio de su hijo y la partera. Pepa y Tristán se casan y ella queda embarazada. Pero le vienen los dolores de parto en el bosque.

 Tiene una hija, pero aparentemente, muere. Tristán vuelve al pueblo con su hija, pero cuando regresa no encuentra el cadáver. Cree que se lo devoraron los lobos. (¡Que lobos tan hambrientos!) En realidad, ni Pepa murió, ni se sabe que ocurrió con ella, y es que desde entonces los productores han estado esperando que Megan Montaner regrese a la serie.

Pues todo esto pasó en una sola temporada. Al año siguiente, la nueva heroína era María (Loreto Mauleón), nieta de Raimundo y ahijada de Doña Francisca quien la había criado como una princesa. Maria se enamora del Padre Gonzalo (Jordi Coll) el nuevo cura del pueblo. Resulta que este es Martin, el que se comieron los lobos, que viene a investigar la muerte de su madre. Maria desolada al no poder impedir que Gonzalo tome sus votos finales, se casa con Fernando (un sobrino de Pepa) que la droga y la viola antes y después de casados.

 Fernando (Carlos Serrano) está loco. Acusan al cura de violador, le van a dar garrote vil, lo salva María que dice que no es el violador. Maria se acuesta con el cura, este cuelga los hábitos, Maria embarazada va a huir con Martin-Gonzalo cuando su madrina  la hace encerrar en un convento que era como se castigaba entonces a las mujeres casquivanas. Por fin Maria, Gonzalo y su hija Esperanza después de mil peripecias, deciden huir a Cuba, (fingiendo sus muertes) para huir de la maldad de Doña Francisca.

Desde entonces han pasado siete años, Puente Viejo, con 2000 capitulo, es la serie más longeva de la televisión española. Mas importante, para ser una telenovela de sobremesa, tiene muy buen rating y un fandom que se extiende a otros países como Italia donde es todo un éxito. “

Su popularidad se basa en el mismo esquema de soap operas gringas. Un espacio familiar e inalterable, en este caso el pueblo, nuevos personajes en cada temporada que aportan nuevos conflictos, a la par de personajes antiguos que dan el toque cotidiano como el cura Don Anselmo (Mario Martín), o Hipólito Mirañar (Selu Nieto) que es relleno cómico. A este paso Puente Viejo le gana a Peyton Place en ser la caldera del diablo.

Pero el gran atractivo de la serie es María Bouzas.  Francisca resultó ser la gran protagonista de la historia. La villana irrompible a la que han tratado de envenenar, de quemar, de apuñalar, que una docena de veces ha quedado al borde de la muerte, invalida, hasta muda. Pero su vigor contrasta con su corazoncito que a veces late por alguien, principalmente por Raimundo Ulloa, a quien no ha dejado de amar. Es un lujo ver a esta pareja, ahora casi octogenaria que se sigue amando, se casa y descasa, vive peleando, pero son románticos a su manera.

Un aparte sobre el contexto histórico. No es necesario. Precisamente la gracia de Puente Viejo es su atemporalidad. Se sabe que es en tiempo pasado más por la ropa que por alusiones históricas. Vale decirse que el salto de tiempo entre primera y segunda temporada fue el momento más histórico de la serie. Se habló del final de la Gran Guerra, entraron a Puente Viejo los automóviles, la luz eléctrica, los teléfonos y hasta hubo una epidemia de gripe española.

Pero ahora, aunque se sabe (por la edad de los niños) que están en 1926, no dejan que los fastidien los problemas que afectarán al resto de España. Inciso en la vestimenta son descuidados las mujeres lucen cabelleras modernas ni hablar de la pelambrera de William Miller, en la quinta temporada, que era la misma que lució en “Isabel” y cuando hacía de Buckingham en” Las Aventuras del capitán de Alatriste”.

Tanto éxito ha tenido este Puente Viejo, que RTVE contrató a Bambú para que les hiciese algo similar. Solo que en vez de pueblo querían un barrio como en “Amar en Tiempos Revuelto” Así nace “Acacia 38”, un edificio de 1899 donde viven cuatro familias adineradas y sus criadas. También la acción involucra tiendas de la calle del edificio como la sastrería y la chocolatería “La Deliciosa”.

Realmente, yo he tratado de verla y me aburre. Ni los personajes ni las tramas me atrapan, la idea del contraste entre amos y criados a lo “Downton Abbey” no funciona. Sus ratings siempre han sido bajos. Por suerte para ellos, el cierre de “Seis Hermanas” los hizo subir de horario y la buena sintonía de “Servir y Proteger” que la sigue, implica que siempre habrá público para ver Acacias.

Misterios y romances de Bambú
En el 2011, Antena 3 se había convertido en el sitio de las series de época con la segunda temporada de “Hispania”, el inicio de” Bandolera” y una nueva producción de Bambú. “Gran Hotel” era un proyecto totalmente diferente. Aunque ocurría en un pueblo inventado llamado Cantaola, toda la acción tenía lugar dentro del territorio ocupado por el elegante hotel del título.

Con un escenario de lujo, El Palacio de La Magdalena en Santander interpretando a la residencia principal, un romance de clase entre el joven camarero y la hija de la dueña, más el misterio de la desaparición de una empleada acusada injustamente de robo, se trataba de una combinación novedosa. Aprovechando el exitoso estreno de “Downton Abbey” el año anterior, se situó la acción en 1907, se hizo hincapié en una romántica atmosfera de la Belle Epoque y en un esplendoroso vestuario y decorado donde había mucha atención a pequeños detalles como mantelería y cubiertos.

“Gran Hotel” fue un exitazo en España y en otros sitios. Hoy se pueden ver sus tres temporadas completas en Atreseries, Hulu y Netflix. Ha ameritado copias en Italia, en Egipto “The Secret of the Nile (también en Netflix) y una producción de Televisa, “El Hotel de los Secretos”. Este año Demian Bichir y Eva Longoria ha adaptado el cuento al Miami contemporáneo para la ABC.

Recién emergiendo del triunfo de “Gran Hotel” Bambú y Antena 3 se anotaron otro gol con “Velvet”. Esta vez se trataba de un pequeño espacio urbano. Una casa de modas, al final de la Gran Vía madrileña al estilo de series inglesas como “The Paradise” o la exitosa “Mr. Selfridge”. Solo que la acción tenía lugar durante El Franquismo, en 1958. Como “Gran Hotel” lo histórico era anecdótico y no se usaba para apuntalar la trama. Pero aquí se llegó a limites increíbles.

No se menciona al Caudillo. Grace Kelly puede ir a las Galerías Velvet, pero nadie busca como clientas a Doña Carmen Polo, a la Marquesa de Villaverde o a otras mujeres del régimen. Las cuatro temporadas van desde 1958 a 1963 con evolución de la moda, pero sin mencionar ni que se vive en una sociedad donde la mujer no vota, donde no tiene derechos y donde existe una terrible represión sexual.

 Los productores han dicho que lo han hecho a propósito porque en una serie romántica no hay cabida para la política. La historia es un romance totalmente de telenovela entre una humilde costurera y el hijo del dueño de las Galerías y el gran conflicto no es el clima político sino las endiabladas diferencias sociales.

Lo cierto es que, aunque representaban un rechazo de la Memoria Histórica, las producciones de Bambú eran muy exitosas. Tanto que desde que “Velvet” cerró las puertas de su casa de modas, ya las ha reabierto en nuevo local: Movistar donde han comprado la idea y están haciendo “Velvet Coleccion”.


Netflix, Teléfonos y Feminismo Mitutero
Tanto éxito tuvo forzosamente que atraer la atención de una compañía de streaming que ahora andan haciendo sus propias series. Netflix había comprado “Gran Hotel” “Velvet” y el último éxito de Bambú “Tiempos de Guerra” y se les antojó hacer otra historia de época, en un espacio de trabajo y que mostrase la amistad entre cinco chicas que al comienzo solo tienen en común un empleo.

Aprovechando que en el 2018 se cumplían 90 años desde que se abrieran las oficinas de la Telefónica de Madrid decidieron homenajear a las primeras telefonistas y así nacieron “Las Chicas del Cable”. Comenzó con buen pie, el vestuario es esplendoroso, los diálogos son decentes, no hay mucho presentismo con la excepción de la fatal banda sonora, y tiene detalles históricos bastante importantes.

Ya en el primer episodio vemos a Alfonso XIII sosteniendo la primera conferencia trasatlántica con el presidente de los Estados Unidos. Vemos como las centrales telefónicas salvan vidas en el caso de un incendio, y como las telefonistas se enteran de quien es infiel o quien está complotando contra la Corona. Descubrimos que gracias a “las escuchas” se podía chantajear a la gente y evitar golpes de estado.  Vemos como comienzan a germinar adelantos como telefonía inalámbrica y cabinas telefónicas. Y hasta se esboza el temor futuro de que los adelantos puedan quitarles el empleo a las telefonistas.

Pero la gracia de la historia recae en sus protagonistas y sus romances y en un argumento que parece que lo hubieran escrito entre Shonda Rhimes y el difunto Maestro Fernando Gaitán. Tenemos una heroína que arrastra un prontuario de exprostituta, estafadora y ladrona. Sus amigas incluyen a la boba recién llegada del pueblo cuyo romance parece escapado de las películas de Rocío Dúrcal; la esposa golpeada que se convierte en auto viuda; y la liberada que descubre que es gay cuando se enamora de su jefa que es transgénero.

La serie es MeToo total, aunque las chicas se la pasan hablando de hombres (hasta las gays tienen un menage a trois con el novio de una de ellas) a los que manipulan despiadadamente. Los hombres hay que usarlos o matarlos. ¡Y así Sara Millán quiere ser hombre! La idea es que si no se defienden de ellos serán pisoteadas por los machos. Concepto muy Me Too, “Las Chicas del Cable” han pasado de ser amiguitas ingenuas como las comadronas de “Call the Midwife” a convertirse en el cuarteto de “Sex and the City” con toques de “Girls”. Ni hablar del final de la Primera Temporada que ya parecía “Big Little Lies”.

Sin embargo, para la tercera entrega, la serie ha entrado de lleno en el culebrón sobre todo con esa boda que deviene en incendio y robo de una criatura, totalmente fiallesca. La heroína tan liberada y tan sabelotodo, se preña y decide conservar al bebé. Peor, aun tendrá boda de blanco con el padre de su hija. 

Ay, pero la suegra le roba a la niña. Y para salvarla, el segundón (lo típico) recibe bala en la panza. Por eso me da risa cuando me salen conque, aunque no nos guste, es una serie feminista. Concedido, es feminista como la telenovela clásica es feminista.

Se entiende, el feminismo mitutero a pesar de sus mensajes radicales y su agresividad grosera, es tremendamente anticuado, basado en mensajes obsoletos y en propagandas añejas. Nada que yo no haya visto u oído en mis casi 60 años. Por eso es por lo que Alba-Lidia, el ejemplo de la heroína MeToo puede usar y abusar, reírse de los hombres y luego mojarles la camisa con lágrimas y dejar que mueran por ella.

Pero ese es mi problema con el MeToo, mi problema con “Las Chicas del Cable” es otro. Puedo aceptar su feminismo piñufla porque me divierte. Me es difícil aguantarme la música porque da un poquito de pena que con solo poner “1928” y “música” en YouTube tú te consigues todo un repertorio. ¿Qué les cuesta, perezosos? En cambio, tienen taladrando nuestros oídos y con altoparlantes la más estridente música pop del siglo XXI (más encima en inglés) que incluso hace que las parejas comiencen bailando un Charleston, pero guiadas por el soundtrack, se pongan a dar brincos como si estuvieran en un antro moderno.

Pero mi mayor problema, que a ratos me hace avanzar ciertas escenas, es el bajo calibre actoral. Un mal que he estado viendo hace rato en la televisión ibera y no lo entiendo. ¿Como puedes tener un elenco de primera en “La Señora”, en Isabel” y en “El tiempo entre costuras” y acabar en estos (por ser amables) expulsados de la escuela de teatro?  Si hasta una actriz principal como lo es Concha Velasco se ve una momia acartonada en su rol cliché de suegra bruja.

No voy a ponerme a darles palos al elenco (hombres y mujeres) aunque Maggie Civantos a ratos parece una Betty Boop rubia. Ahí la única que se salva es Ana Polvorosa en su exigente rol de transgénero que busca ayuda a lo “The Danish Girl” Pero si le voy a dar un palo a alguien, va a ser a la prota.

 Blanca Suarez es Bella con mayúscula y nació para vestirse de época, ¡pero, Mamita, que mal trabajas! Se entiende que interpreta a una mentirosa profesional, pero como que debería darle unas pistas al público de cuando está siendo sincera. Esa escena donde Lidia le explica al ex por qué no quiere abortar de nuevoque ha sido una de las mejores de la serie hubiese quedado soberbia en manos de una actriz más competente.

El Naufragio de Alta Mar
“Las Chicas del Cable” estrena cuarta temporada este 9 de agosto. Nos guste o no, es todo un éxito. Pero ha sido la última vez que ha funcionado la fórmula. Ya hemos visto que la combinación de cuento de época, espacio reducido y de la sororidad al rescate, fracasó estruendosamente con “Seis Hermanas “y “La otra mirada”. Mas sonora ha sido la debacle de “Alta Mar” el último esfuerzo de Bambú y Netflix por repetir el esquema llevándolo a su forma más claustrofóbica, un viaje en barco donde dos hermanas deben vivir romances, resolver un misterio, y enfrentarse a hombres mentirosos y machistas, en un contexto de Noir de los 40.

Dicen que se debe a que la fórmula esta caduca, pero la fecha de expiración se la ha puesto la misma producción y bien pasada puesto que el misterio es un enredo; los actores son de lo peor (el pobre José Sacristán parece gallina en baile de cucarachas); la falta de rigor histórico es puesta a prueba con Ivana Baquero en pantalones donde estaban prohibidos, rescatando una fugitiva y creyéndole el cuento de que huía del novio. ¡Hazme el favor!

En la España de Franco, aparte de que las mujeres deberían usar faldas, cualquier fugitiva debía ser una Roja esquivando el paredón. Cualquiera que las hubiese socorrido sabría lo que implicaba hacerlo y estaría asumiendo un compromiso político. Pero en esta serie que parece que tuviera lugar en Ruritania, nada de eso ocurre.

El drama de época está experimentando un auge en ambos lados del Atlántico. Señal que sigue gustando en España ha sido el exitazo de “Fariña”, un drama policial retro. Sería muy triste que, debido a que los productores carecen de visión e imaginación, no fuesen capaces de crear otra” Isabel “otra” La Señora” otro “El Tiempo entre costuras” y que el period piece ibero siguiera siendo nada más que un producto de sobremesa.

El problema no está en el abuso de las recetas, está en usar ingredientes anejos y no medir las cantidades. En “Alta Mar” Bambú usa tres ingredientes de probada calidad: espacio reducido; tema policiaco y unidad entre mujeres. Pero los cuentos de travesías marítimas comerciales solo funcionan si hay muchas historias corales (“La nave de los locos”; “El crucero del amor”) si lo asaltan piratas (“Mares de China”;” El Capitán Philips”); si hay una guerra o contexto histórico (“El viaje de los malditos”); o si se hay un naufragio (“Titanic,” “The Poseidon Adventure”).

“Alta Mar” carece de todos esos ingredientes. El misterio es muy soso y previsible; la relación entre las hermanas, tal como sus romances, te pone a dormir sin contar ovejas; y la rescatada resulta ser una fichita cuyo asesinato no apena a nadie. Con eso les ha quedado un platillo insípido.

Esperamos que Bambú aprenda la lección, porque es la única productora que tiene éxitos, aunque no me sorprendería que después de” Fariña” se dedicase a lo retro (léase cosas que ocurren en los últimos 40 años); Boomerang se ha quedado con sus series de sobremesa, Diagonal está más interesada en temas catalanes. Y no hay otras productoras respetables.
La Chambonada de “El Continental”
Hablando de productoras nuevas, le he hecho ya la cruz a Gossip que se sintió muy gallita y para La 1 hizo una serie dizque de época, usando la formula del espacio pequeño, pero lo que les quedó fue indigerible. La historia de un club clandestino en el Madrid de los 20, con una chica queriendo manejar al bajo mundo devino en la más grotesca parodia de “Peaky Blinders”.

Para explicar como una serie nocturna arrancó un 10% de audiencia y acabó en un 2,85 (y eso que la cambiaron de horario) se barajan las mismas insulsas excusas de siempre; que si la competencia les puso series de mayor peso. No señores, es que era una parodia zafia, no tenía ni el contexto histórico, ni la atmosfera de época, ni los actores, ni los mega personajes, ni el vestuario de ” Peaky Blinders”. Era un argumento descabellado y una estética de brocha gorda.

Eso es lo que no tienen en cuenta cuando hacen un period piece, más allá de anacronismos y presentismos, la ausencia de atmosfera de época quita credibilidad al cuento. Tener a Michelle Jenner corriendo por el bar dando balazos no la convierte en la Grace de “Peaky Blinders”.  ¿Y cuando hubo Ley Seca en España?  Si se va a imitar hay que hacerlo de manera más sutil y profesional. Al final les hubiera quedado lindo aun cuando la acción solo tuviese lugar dentro de un local, si lo hubieran dotado de los ingredientes que están a la mano, pero les da pereza ir a la alacena por ellos.

4 comentarios:

  1. Desde FB
    Ana Estelwen Todas obras favoritas de mi suegra. «Noveletas», las llama, a su estilo aragonés. Seguro que si mi abuela Lolita viviera también le encantarían.

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  2. María Elena Venant Ami me da risa, todas son telenovelas. Siguen los patrones mas antiguos de la telenovela, solo que ya no hay heroinas virgenes, ni noviazgos castos.

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  3. Desde FB
    Yanko Nereo De La Barra Rojas Veía "Los Secretos de Puente Viejo", hasta que María y el idiota con el cual se fue a Cuba murió después que le secuestraron la misma guagua por tercera vez. La tenían "pal callampeo" como se dice técnicamente.

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  4. María Elena Venant Yanko Nereo De La Barra Rojas Esperate que ahora la tienen invalida y enamorada de Fernando, (e ex marido violador). Yo estaba en Chile cuando TVN comenzo a pasarla. Es como La Caldera de; Diablo con cruce a una Dinasty de epoca, y Doña Francisca es Alexis.

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