A pesar de que la segunda
temporada nos muestra a la Princesa Margarita con un nuevo amor, los fans de
“The Crown” todavía la ven como una víctima de instituciones caducas y de una
hermana egoísta. Una princesa que fue obligada a renunciar al hombre que amaba
y que nunca se recobró de esa tragedia. No se preocupen, yo también crecí con
esa imagen y por eso me gustan las historias en que las princesas encuentran la
felicidad con plebeyos y hasta con choferes como Lady Sybil en “Downton Abbey”.
¿Pero cuánto de realidad hay en la interpretación de “The Crown” del romance
Townsend-Windsor?
Estamos viviendo “Meghan Days”
en los que el hoi polloi milenario
lanza diatribas en las redes contra el clasismo de la Familia Real Británica
que no nos quieren hacer princesa a la Markle y que discriminan en contra de la
plebe. Me temo que no saben que las muchas dinastías que han ocupado el trono
de San Eduardo han venido casándose y haciendo princesas de plebeyas, desde los
días de La Reina Blanca. Peter Townsend no fue rechazado y exiliado por no ser
duque ni príncipe, ni por ser parte del servicio doméstico de la familia. Ni
siquiera por llevarle dieciséis años a la novia.
Desde niña que me
acostumbré a que las revistas de corazón y otras publicaciones femeninas, describieran
a Margarita como “la princesa de ojos tristes”. Yo no entendía por qué estaba triste si tenía
un marido tan guapachoso, pero tanto mi mamá como sus amigas me explicaron que
el atractivo Lord Snowdon era un “premio de consuelo” Que Margarita seguía
enamorada de un gallardo aviador y que “no la dejaron casarse. ¡Pobrecita!”
Sin embargo, como toda
leyenda, esta combina lo verdadero con lo falso y nuevos documentos históricos
lo evidencian. Todo historiador sabe que su futuro depende de
reinterpretaciones de hechos históricos, muchas de ellas avaladas por
documentos que no solo se hallan en ruinas arqueológicas, sino en bóvedas de
archivos nacionales. La suerte llega cuando el veto sobre tales archivos expira
y pueden verdades ocultas salir a la luz. En el 2004, tras el fallecimiento de
la Princesa Margarita, se abrió el Archivo Nacional y se hicieron públicos
papeles relacionados con su trágico primer romance. Entre esos papeles hay
cartas de Anthony Eden y una de la princesa dirigida al Primer Ministro que
cambian por completo la versión oficial.
No solo la Reina Isabel apoyó
la decisión de su hermana de casarse con Peter Townsend. Además, combinó esfuerzos
con Anthony Eden (por una vez el memo hizo algo bueno) para despejar el camino
de los enamorados. No entiendo entonces esa necesidad que ha tenido Peter
Morgan de falsear una realidad ya en si dramática, a favor de convertir a
Isabel en la Hermana Mala del cuento y a Lord Avon en un cortesano retorcido e
hipócrita.
Lo curioso para mí, que crecí
viendo fotografías de Margarita en la crónica rosa, es que, a quince años de su
muerte, nadie parezca saber nada sobre ella y eso que Internet está lleno de
datos sobre la princesa. Claro, siempre me olvido de que para los Millenials si
la info no se la dan en tres palabras, con ocho fotos, y por una red social de
confianza, no se enteran de nada.
Más de la mitad de mis
entradas son guiadas por opiniones que encuentro en diferentes redes sociales.
En este caso me han aturdido las opiniones de los Crownies (léase fans de “The
Crown”) sobre este romance. Algunos expresan la idea de que un matrimonio entre
Margarita y Townsend era desaconsejable debido a que el novio era mayor que la
novia. Otros están seguros de que la Familia Real se opuso a la unión por ser
Peter un plebeyo, o aun peor, por estar al servicio de los Windsor lo que lo convertía
en una especie de Tom Branson, el irlandés que pasó de chofer a yermo del Conde
de Grantham en “Downton Abbey”.
Vamos por partes, la idea
de que la desigualdad de edad puede ser un impedimento para un matrimonio
armonioso es un trend del siglo XXI.
En los 50s, cuando las chicas no iban a la universidad ni tenían carreras, se
esperaba que se casaran jóvenes y comenzasen desde temprano a formar una
familia. Lo ideal era que se casaran con hombres al menos una década mayor que ellas,
que poseyeran ya estabilidad económica aunada a madurez, experiencia en lo
mundano y paciencia para guiar a sus jóvenes conyugues.
El que Peter Townsend
fuese plebeyo y “siervo” de la Familia Real nunca jugó en su contra. A
diferencia de las cortes europeas, la británica era mucho mas democrática. Sus
reyes se habían venido casando con la nobleza local e incluso plebeyas desde
los días de “La Reina Blanca”, Elizabeth Woodville. De las cinco esposas de
Enrique VIII solo dos eran princesas. Ana Bolena podría ser hija de un millonario,
pero era plebeya total.
A las hermanas de Enrique
VIII las obligaron a ser reinas consortes de Francia y Escocia, pero apenas
enviudaron, ambas se buscaron guapetones locales para maridos. Maria se casó,
con gran ira de su hermano, con el Duque de Suffolk y Margarita incurrió en la
ira del Kirk escoces al desposar al alocado Lord Angus. Años mas tarde, la
nieta de Margarita seria Reina de Francia por un breve tiempo. Pero al ser
coronada Reina de los Escoceses, Maria Estuardo buscó maridos autóctonos, casándose
primero con Lord Darnley y cuando éste fue asesinado, se casó con el Conde de
Bothwell.
Incluso el pueblo podía
decidir si prefería sangre azul o no. A la muerte de Carlos II, el reino cayó
en manos de su hermano Jacobo II y de la reina consorte, la Princesa Maria de Módena.
El pueblo rechazó a esta pareja y toda su noble estirpe, prefiriendo como
reinas a las hijas que Jacobo había tenido con la plebeya, pero protestante, Anne
Hyde.
Fueron los Hannover los
que impusieron ideas germanas de superioridad sanguínea y dinástica de las
consortes reales. Fueron los Jorges los que inventaron esas actas matrimoniales
que le harían zancadillas a Margarita. Por culpa de esas actas y de esas ideas
de que solo la sangre azul merecía reinar es que se impidió a Jorge III casarse con Lady Sarah Lennox a pesar de ésta descender directamente de Carlos
II, y más tarde anuló el matrimonio del Príncipe Rgente con Maria Fitzherbert por ser ella católica
y porque el enlace se hizo sin permiso del rey.
Por suerte, la
voluntariosa Victoria cambió esas reglas bobas. Como vimos en la serie que
lleva su nombre, ella le dio un titulo nobiliario a la esposa de “Tío Sussex”, uno
de los afectados por la peculiar Acta de Matrimonios Reales de 1772. Victoria
fue más allá, permitió que su hija Luisa se casara con el Marqués de Lorne y no
con un príncipe heredero. Cuando su hija favorita Beatriz, pidió permiso para
casarse con Leopoldo de Battenberg (un príncipe menor, sin reino, sin dinero, y
producto de un matrimonio morganático) la reina se lo otorgó.
También Victoria otorgó
permiso para que su nieta Alejandra desposara al Duque de Fife y cuando el
primogénito de su heredero, Alberto Víctor, quiso casarse con una princesa de
Francia, con mucho pedigrí, pero católica, la reina le buscó una esposa más
adecuada. Su elección recayó en la protestante, aunque también producto de
uniones desiguales, Maria de Teck. Cuando Alberto falleció, Maria fue “heredada”
por el hermano del difunto, el futuro Jorge V.
De los cinco hijos de
Jorge y Maria, solo uno se casaría con una princesa, el Duque de Kent que se casó
con Marina de Grecia. La única hija de los reyes, la Princesa Maria se casó con
Lord Harewood (primo de Tommy Lascelles). Su hermano, el Duque de Gloucester, se
casó con la hija del Duque de Buccleuch, y su otro hermano “Bertie”, se casó
con la hija del Conde de Strathmore.
Lo curioso es que estos
acercamientos entre la realeza y sus vasallos, hacía a los miembros de la
aristocracia británica más esnobs y exigentes en lo que se refería al matrimonio
de las hijas: o se casaban con nobles o con millonarios que ayudaran a reparar
sus ruinosos castillos. Lo vemos en Lady Mary en “Downton Abbey”. Aunque moderna en muchos aspectos, es enfática
cuando le dice a Tom Branson, su cuñado y ex chofer, “No voy a casarme con un inferior”.
Enamoradísima del primo Matthew, cuando
supo que él podría no llegar a heredar la Abadía, lo mandó a volar. Ella no
estaba para casarse con un abogadito de Manchester.
Mary si aceptó casarse
con el tosco e inescrupuloso Sir Richard Carlisle, pero porque era un magnate
del mundo periodístico. Y sin embargo le parecía mal que su hermana Edith
anduviera con el dueño de una revista. Aunque atraída por el socialista Charles
Blake, se interesó más en el al saber que algún día heredaría tierras y titulo
de un tío lejano. Y aunque lo negara, las dudas que Mary tenía de casarse con Henry
Talbot—muy bien nacido, pero sin título ni fortuna—surgían de ser él nada más
que un “mecánico glorificado”.
Eso quedó claro cuando los celos de May
estallaron al enterarse que su hermana Edith, la madre soltera, la inútil de la
familia, había enganchado a un marqués. Esa mentalidad de Mary era la misma mentalidad
de la aristocracia, de los ministros, y parlamentarios en los Años 50. Peter
Townsend no era uno de ellos. Tommy Lascelles (que si era “uno de ellos”) lo notó
enseguida y sus esfuerzos por impedir la boda fueron porque siempre consideró a
Townsend como un advenedizo.
Peter Townsend podría ser
un advenedizo, pero no era un Tom Branson. Sus orígenes eran más que respetables.
Provenía de una familia militar reconocida por sus servicios em la India (el nació
en Rangún, entonces parte del Raj Británico). Había hecho carrera en la
aviación y se cubrió de gloria durante la Batalla de Inglaterra, convirtiéndose
en un héroe nacional. En otra era se le hubiese nombrado caballero, regalado un
castillo y otorgado la mano de la hija de su soberano. En el tacaño siglo XX, las
cosas eran diferentes y el Capitán Townsend fue “premiado” con el título de
“Royal Equerry”.
Hay varias traducciones
de la palabra “Equerry”. Una es “caballerizo” pero no creo que el Capitán
Townsend se haya ocupado de los caballos reales. Otro termino es” escudero’ y
el que está en uso contemporáneo es “edecán”. Eso último es lo que, en teoría, era
Townsend para Jorge VI. Sin embargo, cuando lo conocemos, Peter está ayudando a
vestir a su amo, igualito que un Mr. Bates cualquiera. Digamos que era más escudero que edecán porque
yo he conocido edecanes de presidentes y no andan vistiendo a sus patrones.
En 1950, Peter Townsend subió
de rango pasando a ser ayudante del Master
of the Household. Ósea antes era Mr. Bates, ahora pasó a ser Barrow, el underbutler de Mr. Carson, porque por
muy rimbombante que sea el título, el Maestre de la Casa Real es simplemente un
mayordomo enaltecido, Es quien se encarga de rellenar despensas y cavas, quien
decide qué papel de baño hay que comprar, y quien dirige a todo el servicio doméstico
en palacio.
Peter Townsend en sus días de edecán junto a la Familia Real |
Tras el fallecimiento del
rey, Margarita suplicó a su madre que le encontrara trabajo a Peter. La Reina
Viuda lo nombró su Comptroller (una
mezcla de contador y tesorero). Así Peter siguió siendo parte del servicio de
los Windsor, ¿pero fue esa otra razón parta impedir su matrimonio con la
princesa Margarita?
Primero tenemos que ver
si alguna vez hubo un precedente en la realeza de matrimonio entre la clase
trabajadora y la principesca. En el Siglo XVI, el rey Eric de Suecia contrajo
una unión morganática con una sirvienta. En la Francia Barroca, El Rey Sol desposó
en secreto a la Viuda Scarron, nana de sus hijos. Ni secreta ni morganática fue
la unión del Zar Pedro el Grande con Marta, una lavandera lituana a la que conoció
cuando fregaba los pisos del Príncipe Menshikov (dicen las malas lenguas que
también le daba sus frieguitas al patrón). Tras la muerte de Pedro, Marta reinó
en su lugar y su hija Yelizaveta fue emperatriz también. Pero cuando se trata
de reyes pueden hacer lo que les plazca. ¿Alguna vez una princesa se casó con
un criado?
Luis XIV y Madame de Maintenon |
Maria Luisa de Austria,
viuda de Napoleón Bonaparte, y duquesa reinante de Parma se casó primero con su
caballerizo, el Conde von Niepperg. All quedar viuda se casó con su chambelán el
Conde Bombelles. La Reina regente de España, Maria Cristina de Borbón-Sicilia, quedó
embarazada de un tal Sargento Muñoz, que era su guardaespaldas. Tuvo que
casarse con él en secreto y luego convertirlo en Duque de Riansares.
Sin embargo, la cosa no
era tan fácil en Inglaterra y memos con princesas doncellas. Aunque Victoria
fue tolerante y permitió que su hija Luisa se casara con Lord Lorne, lo hizo
cuando ya la chica andaba para vestir santos. En su juventud, Luisa se había
enamorado del tutor de su hermano, el Reverendo Duckworth, pero su reina y
madre le prohibió casarse con el juzgándolo demasiado plebeyo y, además, parte
de su servicio. Hipócrita como siempre la gordita, porque recordemos que fue Victoria
la que protagonizó ese escandaloso romance con su criado escoses John Brown, del
que se dice fue su segundo marido.
Aunque más de algún cortesano
vio con recelo los orígenes plebeyos de Peter Townsend, lo que “The Crown” ha
obviado es que la Familia Real si lo quería mucho y que hubo un precedente en
el que una joven princesa pudo casarse con un hombre sin título, renunciando a
todo por amor, y esto ocurrió casi treinta años antes de la crisis Townsend.
La Princesa Patricia de
Connaught, casi fue reina de España en vez de su prima Victoria Eugenia. Como
nieta de la Reina Victoria, Patricia tuvo como pretendientes a príncipes de
Rusia, Portugal y Alemania, pero prefirió casarse con Alexander Ramsey que,
aunque hijo de un conde, no tenía más patrimonio que su sueldo de marino y su
rango naval de comandante era su único título. La Princesa renunció a serlo, y pasó
a ser simplemente Lady Patricia. Curiosamente, siguió estando en la línea de sucesión
y la Familia Real siguió invitándola a ocasiones de gala o solicitándole que
los representara en eventos oficiales. La gran diferencia es que Alexander Ramsey,
medio plebeyo y pobretón, no era divorciado.
Boda de la Princesa Patricia y el Comandante Ramsey |
No hay manera de
obviarlo, la gran falla del Capitán Townsend estaba en su estatus marital.
Cuanto mas leo sobre la Inglaterra de entonces descubro cuan traumática fue la Abdicación,
para el pueblo, para la aristocracia y para la clase dirigente. Parece absurdo
, pero en el esfuerzo por salvar la monarquía, se cayó en una psicosis, una
verdadera fobia en contra del divorcio. Incluso se prohibió que la Familia Real
emplease divorciados. Se tuvo que hacer una excepción cuando Peter consiguió su
divorcio, y solo por él ser la parte atropellada.
En mis próximas entradas
espero describir los hechos tal como sucedieron, las peligrosas libertades que
‘The Crown” se ha tomado con esta crisis y quedará la pregunta. ¿Qué realmente impidió
a Margarita casarse con el hombre que amaba?
Interesante primera entrada de más, me dejaste con ganas de más.
ResponderEliminarBueno, mi mamá me dijo que ella siempre había tenido esa idea de Margarita, desde esos años que la pintan como "la princesa que no pudo casarse". Y hace unos días atrás, a raíz del compromiso del príncipe Harry, volvieron hacer alusión a eso en las noticias, aquí en Chile, fue como: "la princesa Margarita no tuvo esa posibilidad.."
A mí, viendo la serie, me queda claro que el impedimento mayor fue el divorcio. Me disculpará nuestro querido chofer, pero Townsend era mucho más que Branson, así que resulta evidente que no fue cosa de "rango". Y mucho menos por la diferencia de edad, por los motivos que tú expones. Yo no he leído comentarios de the Crown en las redes, es que la mayoría del fandom está en inglés, y me da un poco de pereza leerlos jaja (uuuh, encontré el topic de Fotech, los leeré, aunque no son muy profundos jaja)
Buen post, Male. Toda una lección de historia, para mí, que sé muy poco del tema, pero me encanta!
Espero tus próximas entradas.
Saludos!!
Hola Gatita Any,
EliminarEntre lo que escribí esta entrada y hoy, me tragué la serie de nuevo. Solo no me he repetido los tres últimos episodios. Cambia mi percepción de muchas cosas gracias a un enfoque en personajes secundarios. Por ejemplo, yo no sé de donde la gente saca que vEnetia Scott estaba enamorada de Sir Winston. Lo admiraba, lo idolatraba era su figura paterna, pero hasta ahí nomas y al Duque de Windsor lo dejan a la altura del unto (y con razón) pero igual da lástima.
Ni quiero comenzar con la boda real de hoy. No es el color de piel ni el de la sangre de MM, después de todo nació en familia adinerada, viajes a Europa, buenos colegios, pero digamos que es más Wallis que Diana. Dicho por gente cercana a ella, es manipuladora y usa a las personas para trepar.
No sé si tu mamá se recordara de la Eva, que era la gran revista femenina pre-Paula en Chile y que murió en días de la Unidad Popular. En esa revista por años tuve que oír de Margarita y su tragedia. Luego en los 70s la Hola española serializó las memorias de PT, y esta bien es un mito que hubiese durado hasta siempre, si no salen documentos a la luz. Pero hoy hay gente (fotechitos, por ejemplo) que se creen todo lo que ven en pantalla que ya no tienen acceso a revistas o sitios que les cuenten la firme.
Por eso me di el trabajo de investigar, de leer, de descartar, incluso de morirme de vergüenza ante calumnias absurdas. Pero me alegro de que tengas apetito porque en mi próxima entrada espero despejar el mito de la princesa sufrida. No niego que su vida fue trágica, pero porque ella quiso, por regalona y floja.
Para la Familia real, la falta de rango de PT no importaba, lo querían como los Crawley llegaron a querer a Branson, pero para los consejeros (y que poder tenían los bestias) y los ministros el que Peter y Felipe no hubieran ido ni a Eton ni a Harrow, ni a Cambridge u Oxford, los hacían afuerinos y entremetidos. Estaba leyendo declaraciones de las primas de Felipe que decían que la gente del Palacio, con Tommy Lascelles a la cabeza, le hicieron infernal la vida al Duque de Edimburgo.
Un abrazo
Dónde puedo ver más publicaciones tuyas
ResponderEliminarSi me preguntas a mi, aca en este blog, o en otros a los que puedes acceder a traves de esta misma página.
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