martes, 31 de octubre de 2023

The Knick: El lado oscuro de The Gilded Age

 


Después de mi sorpresa con Mrs. Maisel,  decidí continuar en peregrinación de humildad revisando despreciadas series del pasado y viéndolas con óptica de vieja sesentera,  más tolerante que su predecesora. Así me di de bruces con The Knick (2014) y me cubrí de cenizas en un acto de arrepentimiento y de admiración ante un duro drama de época que combina el atraso/progreso de la medicina con un cruel retrato de una Nueva York que sigue sufriendo de muchos de esos males que la aquejaron en La Edad Dorada.

Mi primera impresión de The Knick fue de gran desagrado. Clive Owen dejó de gustarme en una interpretación que vi como una versión 1900 del Dr.  House. Un drogadicto que se pasa la noche en fumaderos de opio, y los días sintiéndose la última limonada del desierto en un hospital donde todos le rinden pleitesía y donde se da el lujo de ser racista.

En el 2013 yo sabía cero de wokismo,  Black Lives Matter y fragilidades blancas. Yo solo sabía lo que se me había enseñado desde pequeña,  que la gente se diferenciaba por modales, código moral e instrucción, no por el color de la piel. Aun así, tampoco me cayó muy bien el Dr.  Edwards (Andre Holland) que era agresivo cuando debía ser humilde y llorón cuando debía mostrarse firme y digno.



En el campo de personajes femeninos tampoco encontré nada atractivo. Lucy Nelkins (Eve Hewson, Hija de Bono de U2), la enfermerita recién llegada del campo,  me dio un poco de lástima, pero de ahí a caerme bien… Tampoco me impresionó la respondona y fumadora Sor Harriet  (Cara Seymour) y ciertamente me desagradó Juliet Rylance (McMafia, Perry Mason) como Cornelia Robertson, una ricachona que, en representación de su padre, mantiene económicamente al hospital.



El Verdadero John Thackeray

Casi una década más tarde le eché una mirada y supe reconocer que me había equivocado. No se trata de una imitación House. Clive Owen da vida a un médico que está inspirado en el célebre John Stewart Halsted. Como John Thackeray, Halsted utilizó las drogas en experimentos en los que él fue la cobaya (tal como hizo Freud). Debemos recordar que hasta entrado el siglo 20 no se entendía el fenómeno de la drogadicción; la cocaína y la morfina se vendían sin recetas; y ningún médico experimentaba con ellas para placer propio.

Halsted, como Thackeray, fue un médico brillante e innovador. Fue uno de los cuatro fundadores de John Hopkins, la mejor Facultad de Medicina de los Estados Unidos, y una de las mejores del mundo. Fue un campeón de los antisépticos, inventó la mastectomía radical, cambió el perfil de la cirugía e introdujo el uso de guantes de goma en el quirófano.

La fama y respeto que genera Thackeray, medico maverick, creador de nuevas piezas quirúrgicas, y abierto a nuevas ideas, es merecida. Eso lo hace altanero y terco. La única autoridad que reconoce y respeta es la del jefe del hospital, Julius Mannering. Cuando Julius se suicida ( deprimido después de la muerte de una paciente en el quirófano), Thackeray se convierte en jefe de cirugía.



Es ahí cuando descubre que su título es inútil, quien lo organiza todo es el “civil” Barrows (Jeremy Bobb), corrupto como el solo y económicamente quien da las ordenes es el Capitán Robertson (Grainger Hines), un ex filibustero al que Thackeray conociera en Nicaragua. Para mayor ofensa, Robertson ha delegado el poder en su hija. Es Cornelia quien obliga a Thackeray (so pena de no instalar y costear la instalación electica del hospital) a aceptar como su ayudante al Dr. Algernon Edwards. 

Junto con  ser protegido ( es hijo del cochero) de los Robertson, Edwards es un graduado de la Facultad de Medicina de Harvard y ha estado trabajando bajo las órdenes de prestigiosos médicos en Londres y País. Su gran problema es el color de su piel,  y Thackeray, altanero y racista,  no quiere un hospital inclusivo. El Knick (inspirado en el verdadero Knickerbocker Hospital de Harlem) acepta pacientes blancos solamente.

Edwards es perseguido por burlas, insultos y humillaciones por parte de su jefe, del personal médico del hospital y hasta de los pacientes. Elige quedarse porque se da cuenta que Thackeray es un genio y quiere aprender de él.  La última burla es poner al nuevo medico en una “oficina” en el sótano. Ahí con trastos viejos , el Dr. Edwards instala un dispensario clandestino para atender pacientes afroamericano.



Secretos de Hospital

Algernon Edwards pasa ser otro miembro del Knick que esconde un secreto. ¿Por ejemplo como es que Barrow sobrevive a sus tratos con mafiosos que lo endeudan hasta el punto de que como dice “robo a Pedro para pagar a Pablo”? Cuando Pedro y Pablo vienen a cobrar,  la vida de Barrow corre peligro. La mano derecha de Barrows es el camillero y cochero de ambulancia Tom Cleary (Chris Sullivan)que anda literalmente a la caza de heridos, incluso disputándoselos a otros enfermeros para traerlos al Knick. Por esa actividad extracurricular, el irlandés recibe una comisión de Barrow.

Es un secreto a voces que Cleary es a quien llamar cuando se necesita cometer algún delito. Cuando el equipo de Thackeray necesita introducirse ilícitamente en la biblioteca de Columbia en busca de un artículo de un médico francés , es a Cleary y sus ganzúas a quienes solicitan ayuda.

Será Leary quien descubra las andanzas nocturnas de la Hermana Harriet, la monja partera que trabaja a domicilio ayudando a mujeres sin recursos. El descubrimiento de las actividades, entonces delictivas, de la monja que debe ir de civil , crea una extraña sinergia entre estos inmigrantes de la Isla Esmeralda,  que combina chantaje y romance.



Por supuesto que el gran secreto es la drogadicción de Thackeray solo conocida por la tímida Lucy una enfermera que acaba de llegar a la gran ciudad desde el viejo Sur y que debe atender al mal educado medico durante una crisis. Poco a poco, Lucy se hará indispensable para el drogadicto, en el quirófano, en la cama,  y como recaudadora de drogas cuando la Guerra del ’98 acabe con el suplemento de cocaína y opio del Oriente.



Hasta Cornelia guarda secretos bajo sus corses, el de tela y varillas,  y el mental que la agobia con dudas sobre porque su padre confía más que en ella que en su hermano. Son los secretos los que crean una atmosfera opresiva y oscura de lo que debería ser un espacio de luz y progreso. 



Tras una exitosísima carrera en el cine (Erin Brockovich, Traffic y las saga de los Ocean’s Eleven ) y de convertir a su actor fetiche George Clooney en ganador dos veces del Oscar, Steven Soderbergh decidió meter mano en la televisión. The Knick es un retrato de una Nueva York que se aleja de la glamorosa imagen de la Gilded Age que nos dan las novelas de Edith Wharton y la serie de Lord Julian Fellowes.

Este retrato naturalista de la Gran Manzana nos muestra el contraste entre gente adinerada y poderosa como los Robertson y la pobreza de los pacientes del hospital. Se trata de una sociedad asfixiada por la miseria, el racismo, la criminalidad, los inmigrantes, las ratas. ¿Hablamos del 1900 o del 2023?

Jack Amiel y Michael Begler que nos regalaran la excelente primera temporada de Perry Mason, han sabido crear un relato naturalista y hasta cierto punto sórdido sin llegar al tremendismo de The Alienist que después de todo trataba de los crímenes de depredadores sexuales.



The Knick que recibió un Emmy y varios premios Satélite,  aparte de varias nominaciones a otros galardones, nos recuerda la excelente serie inglesa Casualty 1900 y representa como dice mi título el lado más oscuro de La Edad Dorada. Puede verse en HBO/Max. 

Contenido Violento y Gory: Cada operación es para cerrar los ojos o vomitar. Casi tanto como las heridas o los métodos de los hampones para cobrar.  La peor escena para mi es cuando un cobrador le arranca una muela a Barrow diciendo que la guarda como “colateral “hasta que le pague su deuda.

Contenido Sexual y Desnudos:  Muchos cadáveres desnudos y azulencos, nada muy sexy. En el tercer episodio vemos un topless de una prostituta y más adelante un desnudo total de Rylance. Varias situaciones sexuales, pero ninguna de al gusto o muy gráfica.

Factor Feminista: Las mujeres de la obra están divididas entre víctimas y las que intentan salir de la esfera patriarcal. Al comienzo creí a Thackeray un misógino, pero pronto su delicadeza al tratar a Abby, su gentileza con la pequeña Cora,  y el respeto a regañadientes que les da a Peggy y a Cornelia,  me hizo ver mi error. Vemos a las mujeres ser víctimas de sus esposos que les contagian enfermedades silenciosas como la sífilis que destruye el rostro de Abby,  o de sistemas psiquiátricos que también las destruyen en vez de curarlas como ocurre con la esposa de Everett. Incluso vemos que la Hermana Harriet,  con sus abortos clandestinos,  y Cornelia,  que supuestamente representa el poder patriarcal de su padre,  caen presas de las trampas de su sexo y del juicio de hombres que quieren someterlas.



Factor Diversidad: Creo que de todos los drama de época estadounidenses de este siglo, The Knick se lleva el premio del más diverso. No solo tenemos un retrato del racismo que debe enfrentar un profesional afroamericano a principios del siglo XX. El libreto además sabe alejar a Edwards de esquema de víctima y crear un personaje de carne y hueso capaz de escribir artículos en francés para publicaciones médicas, serle infiel a su esposa negra con una mujer blanca;  y de defenderse con sus puños cuando la oratoria no es suficiente.

En el dispensario para gente de color que Edwards instala en el sótano del Knick vemos pasar a varios ejemplos de la clase humilde afro-neoyorquina, incluso a un cubano. Vemos como Edwards entrena un par de lavanderas negras y las convierte en enfermeras de cirugía,  y vemos como el talento de un hombre trasciende su color y consigue el respeto y protección de un Robber Baron como el Capitán Robertson.

El segundo grupo étnico más representado es el irlandés. Como nos han mostrado The Alienist y Warrior, en la USA del siglo XX y comienzos del XX,  los irlandeses servían solo para dos profesiones:  maleantes y policías. Aquí tenemos gánsteres irlandeses, pero dos personajes superan estereotipos: la monja Harriet y Tom Cleary que, aunque dado a ganarse unas monedas de mala manera es buen ejemplo de las pocas oportunidades que tuvo su gente.



Aparte de los Hijos de Erin, tenemos también judíos. Los vemos de pacientes del Knick y como Bertie (Michael Angarano)  le cuenta a su padre,  el idioma que ahora deben aprender los médicos es el yiddish. En la primera temporada tuvimos apariciones esporádicas del Dr. Levi Zinberg,  cirujano del Hospital Mount Sinaí,  uno de los hospitales más antiguos de USA. Mount Sinaí fue fundado en 1852 por un judío ortodoxo llamado Sampson Simpson,  como un espacio donde se podía atender pacientes de origen hebreo que eran rechazados por hospitales “para blancos”.

Zinberg se convierte en enemigo del cada vez mas paranoico Thackeray que lo ve como su rival. El médico judío atrae a Bertie Chittering a Mount Sinai, donde el joven interno no solo encuentra otra manera de ejercer la medicina, también consigue novia judía ante el asombro de su familia.

El Lejano Oriente está representado por pacientes del fumadero de opio de Ping Wu, al que Thackeray es asiduo y las prostitutas de las cuales es cliente. Aparte, la clientela del Knick incluye italianos, y eslavos de diversos puntos de la Europa Oriental.

 

 

martes, 24 de octubre de 2023

The Gilded Age: errores que no deben repetirse en la Segunda Temporada

 


A unos días del inicio de la Segunda Temporada, me he dado cuenta de que muchos fans quedamos descontentos con aspectos de la primera entrega. Eso nos hace acercarnos con tiento a la segunda,  temerosos de volver a sentirnos defraudado. ¿Cuáles fueron los peores errores de la serie con la que Lord Fellowes pretendía conquistar a los fans americanos de su magna opus Downton Abbey?

Julian Fellowes ha sido arquitecto de grandes construcciones como lo fueron Gosford Park y Downton Abbey , pero también de producciones mediocres como lo fue The Englih Game. The Gilded Age fluctúa entre ambos extremos, situación evitable puesto que no deberían existir obstáculos para que esta historia del viejo Nueva York no fuese tan atrapante como Downton.

Lord Fellowes en el País del Woke

Tenemos que comenzar por esos obstáculos. Por primera vez His Lordship trabaja fuera del suelo inglés, en un territorio que le es ajeno, situado en una época que le es ajena. Más encima sus esfuerzos por recrear atmosfera y mentalidad de lo 1880s se ven limitados por las exigencias de una agenda woke. Esto se tradujo en un sólida e interesante subtrama sobre un mundo desconocido aun para los lectores de Edith Wharton y Henry James, los grandes cronistas de esa época. Hablo de una clase media acomodada y profesional conformada por afroamericanos que existió en Brooklyn durante The Gilded Age.



Es esta imposición la que nos ha dado el mejor personaje o el mejor construido de la historia Miss Peggy Scott que debe luchar contra prejuicios blancos y los de su propia familia. El problema es que Peggy no es un personaje “Fellowesiano”. Es una creación de las asesoras que le impusieron al creador para cumplir con los requisitos de ;la diversidad que dominan la televisión estadounidense.

A pesar de los esfuerzos de integrarla al universo blanco del relato,  nunca llega Peggy a tener poder para transformar los estrechos márgenes que le han concedido a Julián Fellowes para trabajar. Si quitáramos la subtrama de Peggy y su familia, tendríamos una historia vibrante en colores , vestuario y decorado, pero aparte del Matrimonio Russel, poblada de personajes descoloridos y aburridos que se aleja mucho del suspenso e intrigas de la Abadía.

Con menos personajes y solo en su primer año, Downton Abbey supo capturar la imaginación de la audiencia con varias subtramas arriba-de-las-escaleras, casi todas vinculadas con Lady Mary la primogénita de Robert Crawley, Conde de Grantham.. Los esfuerzos de Los Crawley por proteger el patrimonio de su hija mayor; la escandalosa perdida de virginidad de esta que acaba con un cadáver en su cama; la llegada del primo Matthew y como, a regañadientes, Mary se enamora de él ; hasta la rivalidad entre hermanas,  proveían material para una serie muy animada.



Además, teníamos tramas menores como los esfuerzos de Lady Sybil Crawley por construir una identidad alejada de las reglas de su clase, y hasta el deprimente romance de Lady Edith con Sir Frederick. De vez en cuando había una que otra subtrama breve pero interesante:  el embarazo de Lady Cora, los quehaceres del hospital y por supuesto muchas anécdotas que involucraban al bien provisto equipo doméstico.

Los Criados Son Parte del Decorado

He ahí la primera y grave diferencia entre ambas series. Desde que a comienzo de los 70,  Jean Marsh y Dame Eileen Atkins crearan junto a John Hawkesworth el modelo Upstairs/ Downstairs (inspirado en una obra de Sir Noel Coward) que se sabe que ese tipo de historia debe dividir tiempo,  argumento y actividad de personajes en partes iguales entre patrones y criados,  y que estos últimos deben trascender estereotipos.

Pues en TGA no ocurre así. Tanto los miembros del servicio de Agnes van Rhijn como los de los nuevos ricos Russell viven subordinados a las vidas de sus patrones. Al menos los de la casa van Rhijn nos muestran diferentes rostros del racismo en su interactuación con Peggy. En La Mansión Russell los criados son meros peones en el jugo de ajedrez de la patrona. Sus conversaciones están reducidas al Test Bertha en el modo en que critican o alaban a la dueña de casa. En Downton tuvimos las maravillosa intrigas ente Barrow y O’Brien que acabaron con el bebé de Lady Cora, y pusieron muchas trampas que hacían trastabillar al pobre valet Bates.

                                      Los criados de Upstairs/Downstairs
                                     Los criados de Downton Abbey
                                    Los Criados de The Gilded Age. 

¿Que tuvimos parecido en TGA? Un cocinero que se hacía pasar por francés, una cocinera que tenía deudas de juego, y un par de doncella intrigantes. Lo más interesante fueron los despidos, lo que es muy decidor. Los Crawley nunca despedían a nadie. Sus criados o huían (O’Brien) o se morían (William) o pasaban a ser parte de la familia (Branson). Les tomó una temporada echar a Barrow, y por motivos económicos no por mal proceder del lacayo. En cambio, Bertha despide al cocinero, a la doncella, a la institutriz de su hija,  sin tocarse el corazón demostrando ser el peor ejemplo de la clase patronal a la que ella aspira pertenecer.

                                 Ni todas las intrigas de Turner impiden su despido

Eso me lleva al tema más importante. A diferencia de Downton, TGA no tiene personajes ejes. La excepción es Peggy que inicia la historia como una enigmática, pero muy instruida,  jovencita que después de rescatar a la rubia Marian,  termina de secretaria de Agnes van Rhijn. A medida que va avanzando la trama, mientras vemos las maniobras de los Russel parra dominar al mundo, vemos a Peggy sobrevolar el mundo del racismo de los criados,  el del mundo literario y hasta la bienintencionadas torpezas de Marian.

Al través de la Primera Temporada descubrimos que Peggy ha sobrevivido un mal matrimonio y la pérdida de un hijo. En el Finale la tenemos decidida a encontrar a su bebé y trabajando de periodista en el periódico de T. Thomas Fortune que parece tener un interés sentimental en ella a pesar de ser casado (¿le pasará lo que a Lady Edith?)



En resumen, Peggy es un personaje completo y complejo, más de lo que puede decir de la endeble Marion. No sé si será la poca pericia actoral de Louisa Jacobson o el desinterés del escritor, pero es sosa y a ratos incomprensible, no inspira ni afecto ni odio. Una queja ha sido que The Gilded Age no ha podido atrapar al público Millenial. Tal vez porque sus personajes jóvenes no son ni siquiera divertidos. Oscar , el gay-en-residencia, aparece muy poco y su único propósito parecía ser seducir a la ingenua Gladys, pero Bertha le cortó las alas, y Oscar ha vuelto a ser un personaje insignificante.

Bertha Russell vs Alva Vanderbilt

Por último, hablemos de los protagonistas de facto: Los Russell. Están inspirados en dos figuras fundamentales de la Edad Dorada: el financiero, y truculento Robber Baron Jay Gould y la gran dama de sociedad Alva Vanderbilt,  que no estaban casados en la vida real. Aunque Bertha y Alva comparten mucho en común (sus aspiraciones de ocupar el trono de Mrs. Astor, el modo en que Bertha chantajeó a esta última para hacer que la invitase a su casa, y hasta la construcción del Metropolitan Opera House) Lord Fellowes prefirió crearse un personaje inventado. Revisemos el personaje de Bertha y veamos que la diferencia de Mrs. Vanderbilt.

Alva Smith nació en Alabama en una buena familia a pesar de ser su padre comerciante. Los Smith se mudaron a Nueva York antes de la Guerra de Secesión. Después del asesinato de Lincoln, las cosas se pusieron difíciles para los sureños en el Norte por lo que Los Smith se trasladaron a Europa donde Alva recibió una excelente educación en un internado parisino.



De regreso a Nueva York, Los Smith se insertaron en la sociedad de entonces. Alva tuvo la suerte de establecer estrecha amistad con Consuelo Yznaga, hija de un magnate azucarero cubano, y una de las mujeres más ricas de esa época. Antes de convertirse en Duquesa de Manchester, Consuelo presentó a su amiga con William Vanderbilt. En ese entonces, Los Vanderbilt eran los más ricos de Estados Unidos.  Nieto del legendario Comodoro Vanderbilt, William era un excelente partido. Los recién casados inmediatamente comisionaron a Morris Hunt, el arquitecto de moda,  para que les construyera un Chateau en la quinta avenida.

Alva, aunque millonaria, era una más de las esposas Vanderbilt, casada con unos más de los nieto del fundador de la fortuna, pero ella encontraba reprobable que Mrs. Actor comandara una claque de  “fortunas viejas” y que no aceptase las invitaciones de Mrs. Vanderbilt.  Tal como nos muestra en la serie, Alva chantajeó a Mrs. Astor que vino a tomar té con ella, a cambio de recibir invitaciones al más grandioso baile que Nueva York hubiese presenciado.

Fue la importancia de ese baile, y los gastos incurridos, los que convirtieron a Alva en la reina de la sociedad neoyorquina, pero Mrs. Vanderbilt era muy diferente a Bertha Russell. Era parte de la sociedad, casada con un heredero no con un nuevo rico que andaba labrando fortunas de manera agresiva. Su pedigrí, y educación eran impecables. Ninguna doncella arrugaría la nariz por tener que servirla como hace Turner on Bertha. Alva sabia de vinos,  cómo reconocer a un verdadero cocinero francés, y madre de dos pequeños,  no era la madre manipuladora y abusadora que es Bertha.

                                    Alva y sus hijos

El gran pecado de Alva fue obligar a su hija Consuelo a casarse con el Duque de Marlborough. Pecado que reparó apoyando a su hija en su proceso de divorcio. Alvah declaró públicamente en un tribunal haber forzado a su hija a contraer un matrimonio indeseado. Cuando Consuelo decidió casarse con un misero violinista belga, su madre la apoyó, incluso se fuera vivir con ella al final de sus días. No me imagino a Bertha haciendo eso con Gladys y es que Mrs. Russell es harina de otro costal.

Los Enigmáticos Russell

Nacida en County Kerry, hija de una lavandera, criada en la miseria que esperaba a los inmigrantes irlandeses, sufre de una ambición compulsiva que la lleva a competir constantemente en espera de superar así su sentimiento de inseguridad. Es muy ignorante y eso la deja en varias ocasione en ridículo y expuesta a humillaciones que Alvah Vanderbilt jamás experimentaría.



Yo entiendo que se le ha dado esta biografía a Bertha para hacerla más interesante, pero no han sabido explotarla. Sabemos casi cero de su pasado, tal como su interior,  es un enigma, no sabemos a quienes ama, qué le importa realmente, qué la hace feliz. Aparte de sus pataletas cuando alguien la contraría, tiene la personalidad de un pavo real, muy poca humanidad anida en ella.

Es la protagonista, pero como villana es acartonada y está lejos de ser un icono feminista cuando es el marido quien siempre la está sacando de apuros.  George Russel es un personaje inexplicablemente repelente y tan unidimensional como su mujer. No sabemos nada de su pasado, ni que lo mueve. Solamente sabemos que es un monstruo en el mundo de los negocios, y un pelele en las manos de su mujer, a la que le permite todo, incluso que manipule a sus hijos.

 Aunque en varias ocasione se ríe de las infladas ambiciones de Bertha, corre a socorrerla, usando su fortuna para aplastar a todas las damas bullies que humillan a su mujer. No se da cuenta del daño a su familia que puede provocar ese hobby de su esposa que insiste en mantener.  ¿Que lo motiva a hacerlo? No es pasión, ambos parecen sufrir de libido baja.



Es inconcebible que Russell sea un bulldog en la oficina y faldero en el Boudoir. No parece Jay Gould, y ciertamente William Vanderbilt prestó muy poca atención a los manejos de su mujer que lo dominaba totalmente. De hecho, los capitanes de la industria tenían muy clara la separación entre los negocios y su vida familiar.

¿Cómo Evitar que The Gilded Age se vuelva otra Another Period?

Resolver estos enigmas produciría una segunda temporada más activa.  En realidad, ¿qué tenemos para atraer un nuevo público?  Observando el tráiler noto que lo más interesante es ese viaje de Peggy a lo que hoy es la Universidad de Tuskegee. Al visitar una institución creada para el avance y educación de los afroamericanos, Miss Scott se interna en un Sur que viene saliendo de la Reconstrucción y ya evidencia rasgos de supremacía blanca. Como siempre, el arco de Peggy será el más interesante.

Leí que Marian (bostezo) iba a ser maestra de escuela esta temporada. Que bien,  eso la coloca al nivel de heroína de Louisa May Alcott, pero el tráiler solo la muestra discutiendo con tía Agnes (doble bostezo) y poniéndole ojos de carnero degollado a Larry Russell (triple bostezo) quien esta temporada se echa amante. Lo vemos en la cama con una millonaria que ha contratado sus servicios de arquitecto.





Seguro que a Bertha no le va a gustar ver a su hijo con ninguna de esas mujeres, pero el tráiler no nos da una pista de cómo reaccionará Mrs. Russel ante las novedades de la prole. Ni siquiera vemos a Gladys, como tampoco vemos a Oscar van Rhijn y a su novio ni a ninguno de los habitantes de los bajos de las mansiones Russell y van Rhijn.

Al parecer todos los conflictos de esta temporada se centrarán en Peggy, peleas de Henry con sus ingratos empleados,  y Bertha antagonizando a las Knickerboker. Espero que el tráiler se equivoque y tengamos más drama que nos enganche. Da lástima ver que Lord Fellowes tiene docenas de personajes y no sabe qué hacer con ellos y que la única trama que avanza es la que no es su responsabilidad.

Una serie debe ofrecer tragedia, conflicto y emociones. En este modelo es siempre importante el contraste. Es como las visiones de La Edad Dorada que aparecen en The Alienist y The Knick donde nos muestran la corrupción que existió ente Los 400 y los Robber Barons. Sin abogar por el nivel de cruda violencia y oscuridad gótica de las series mencionadas tampoco quiero seguir viendo una temporada donde todo se centre en Mrs. Astor y sus cómplices intentando evitar que Bertha vaya a la ópera. Ya eso va a parecer una parodia de Another Period.

Buscando series sobre The Gilded Age me tropecé con este sitcom de Comedy Central que hoy puede encontrarse en Paramount +.  Se trata de una sátira de los reality show como Keeping Up with the Kardashians, con un toque de Downton Abbey.



Las tres temporadas (2018-2020) cubren las aventuras de los Bellacourt, habitantes de Newport que ansían entrar en la estrecha sociedad de Los 400. Para eso han hecho todo lo que hacen los nuevo ricos, tener cien criados, cultivar amistades importantes, casar a las hijas con millonario (todos gay), ect. El humor, aunque a ratos devenga en el simplismo de pasteles en la cara, combina clichés del género tales como criada en amores con el patrón con temas más escandalosos (incesto, homosexualidad) y de paso hace burla de vacas sagradas de ese entonces como Helen Keller, Harriet Tubman, y Thomas Edison, entre otros.



Mi miedo es que The Gilded Age se vuelva una parodia de esta comedia. Fue interesante ver como Los Russell doblegaban a Las 400 a través de nueve capítulos, pero ocho más de lo mismo sería una pérdida de actores y personajes.  Hablo no solo de Carrie Coon y de Morgan Spector, pero también de Christine Baranski cuya Agnes parece vivir para despreciar a Bertha y regañar a Marian. Al menos a su hermana le pusieron un novio en esta temporada.



Entre temporadas se corrieron muchos rumores. Que esta temporada sabríamos el secreto de la madre de Marian, que volvería Turner con ansias de venganza. Se habló de personajes jóvenes que se unirían a la serie: el aristócrata ingles que Bertha quería para su hija;  el hijo de Mrs. Chamberlain, una heredera con un secreto y dinero para comprar la mano de Oscar. Ninguno de ellos aparece en el tráiler. Hasta se han olvidado de hijo de Peggy.

HBO ha estado cancelando series debido a que sus arcas están un poco vacías. Si esta temporada no tiene grande ratings ni atrae a nuevo público, me temo que la guillotinarán también. Y no creo que vayan a atraer a nadie ocho episodios en los que Bertha se construye una ópera, sobre todo si la pagan con el sudor y el hambre de los explotados esclavos del marido.

 

martes, 10 de octubre de 2023

Segunda Parte Si Fue Buena: Temporada 2 de Club Estambul

 


Cuando terminaba de publicar mi reseña final de Club Estambul, el año pasado,  no me imaginaba que tendría Temporada 2,  tal como no me imaginaba que llegaría a un gran nivel de excelencia. No tiene desperdicio. En términos de contenido, escenografía y diálogos supera a la primer parte. Es un trabajo tan fino que no parece de Netflix

Su primer logro es que han reparado su yerro cronológico. Han pasado cinco años desde la Septemvriana y estamos en 1960. Turquía está convulsa, crisis económica, crisis de desempleo, estudiantes que protestan por las calles. Escasean los alimentos, la gente se intoxica comiendo carne de camello y..¡ No hay café! En Estambul nadie puede tomarse su café turco.

Como suele ocurrir en épocas de crisis, la censura se endurece. “Masal” el famoso primer éxito de Selim Songur (esa canción que habla de los que nacen “prohibidos”) ha sido vetado por la radio. Eso no hace mella en el éxito del cantante cuyos espectáculos tienen abarrotadas las noches del Club Estambul. El establecimiento ahora es manejado por Celebi y Matilda. Haci ocupa el antiguo puesto de Celebi y Tasula, que ahora es su mujer,  ocupa el antiguo puesto de Matilda.



Aunque no se han casado,  todos saben que Matilda y Celebi son pareja. Ella vive en el Barrio Griego en compañía de su hija y su nieta. El renta un piso adyacente y se saludan por la ventana, todo muy romántico.  Estamos al final de la década de gobierno del General Menderes que solo siendo Primer Ministro (y ministro de relaciones exteriores) mandaba más que el presidente. Recordemos que Menderes fue el provocador de la Septemvriana,  razón que motivaría su ejecución cuando fue derrocado por los militares.

No nos adelantemos a los hechos. La acción tiene lugar en los meses perecederos al golpe militar de 1960.El club tiene vatios problemas. Se cumplen cinco años desde la desaparición de Orhan. Una vez declarado oficialmente muerto, el club pasa a subasta pública. Antes de eso,  Celebi tiene un problema con Hacienda, una deuda exorbitante. Todo el personal del club pone sus ahorros a su disposición y él declara que de ahora en adelante el local les pertenece porque son una gran familia.

Quien no es parte de esa familia es la solapada Keriman, una rubia platinada a la que Selim sacó de lavandera para colocarla de vedette. Keriman tiene un espectáculo en que,  semi desnuda,  nada en una copa de champan mientras canta con voz orgásmica letras traducidas de éxitos en inglés. Keriman se cree cantante, se cree símbolo sexual,  y acaba pisándole los callos a Selim que la saca del espectáculo. La rubia planea venganza: ocupará el sitio de Selim, será la estrella del club y despedirá a Tasula,  entre otras medidas nocivas para “los buenos” de esta historia.



Para adquirir poder, la rubia se hace amante de Fikret, un junior metido a gánster, que anda matando gente y comprando propiedades baratas. Fikret tiene puestos sus ojos en el Club Estambul, pero también los tiene su padre. Voy a contar un mini Spoiler por si la gente no reconoce a Kursat bajo un maquillaje que simula quemaduras. Es el mismo que ayudó a Mumtaz a destruir a la Familia Aseo, el mismo que chantajeó a Orhan y que creímos que el griego había matado al final de la primera temporada.



Kursat quiere echar abajo el Club Estambul para construir un edificio de departamento. Su hijo quiere evitar eso ya que pretende convertir el club en el centro de la vida nocturna bizantina y poner como estrella a su vedette-amante. Keriman tiene una aliada dentro de la gran familia de Celebi y Matilda: Rasel.



La maternidad no ha mejorado a la hija de Matilda. Lo que una vez fuese visto como comportamiento antisocial ahora bordea en psicopatía. Vive obsesionada con el retorno de Ismet a quien le escribe casi a diario. El ex taxista ahora trabaja para una compañía de transportes y conduce camiones de carga hacia otros puntos de Europa. Ni responde,  ni lee las cartas.

En su locura, Rasel abandona a su hija un día en la oficina de la compañía donde trabaja Ismet quien ni siquiera está en el país. Es Matilda quien debe ir a retirar a su “Chikitika” como si fuese un paraguas que alguien olvidó en la antesala. Si no fuese por Matilda, ¿qué sería de la pequeña Rana?  Aunque la niña adora a su Mamika, le tiene miedo y se siente más a salvo en el reino de su abuela, el Club Estambul donde están Matilda, Tasula, Celebi y otros que la quieren y protegen

NOTA: Rana es un nombre común en el mundo árabe, no piensen que le pusieron nombre de batracio.  Pero en Ladino significa lo mismo que en castellano, así que cuando Matilda se refiere a su nieta como Ranika, realmente la llama “sapito”.



Es Matilda quien cuida y educa a Rana, A pesar de que las enseñanzas de la Granmamika son un poco esnobs (el jurel es “comida de pobres”, la niña no debe jugar con “niños de la calle”) Rana aprende cosas buenas de su abuela como hablar ladino. Matilda está preocupada porque las nuevas leyes de Menderes proclaman que quien no tiene un certificado de nacimiento no puede trabajar, ni viajar, ni casarse ni siquiera estudiar. Ese certificado solo es válido si lo ha firmado el padre. Rana va a cumplir cinco años y no puede ir a la escuela.



La solución la trae una antigua amiga de Rasel. Nissim , un chico de la comunidad judía ha visto a Rasel, le gusta y está dispuesto a casarse con ella y a adoptar a Rana. Esta oferta aumenta la depresión de Rasel que involucra a su hijita en sus locuras sean estas ir a poner piedritas en la tumba (los judíos no ponemos flores) del padre que no conoció,  hasta cometer hurtos en tiendas elegantes. No solo Rana se convierte en su cómplice, además también aprende a robar. ¿Su botín? Un labial de Keriman.

Rana, que es tremendamente precoz, entiende que su situación es precaria y se lo confiesa a Celebi quien decide tomar cartas en el asunto. Contacta a Ali Seker, el despreciable padre de Ismet. El mafioso, a su vez, llama a su hijo al que encuentra bailando en una taberna griega y le anuncia que adoptará a Rana. Ismet parte volando a Estambul e irrumpe en casa de su padre al que encuentra en una de sus acostumbradas francachelas con mujerzuelas. “¡No te metas en mis asuntos!” le grita Ismet quien al salir descubre que su madre también vive en esa casa.



Ismet le reprocha aceptar ayuda de un hombre despreciable. Por una vez Sukriye deja su dulzura de lado. Si vive con Ali Seker es porque es su esposo, el padre de su hijo, y que jamás la dejará desamparada. Ismet cae en cuenta que hace cinco años que no se ocupa de su madre. Sukriye,  con cierto sarcasmo,  le recuerda que un hombre que no se responsabiliza por su hija menos se encargará de su madre.

Ismet va a conocer a Rana lo que implica un choque emocional. Ha venido a Estambul a inscribir a su hija y a marcharse, pero la niña le ha robado el corazón. Esto complica las cosas. Ismet consigue empleo en el club y se va a vivir a con Rasel, a la que insiste en llamar “Aysel”. Rasel quiere ser una buena esposa musulmana lo que provoca alejamiento de su madre. De quien no se aleja es de Keriman que,  amparada por Fikret,  ahora está empeñada en ser la reina del escenario.





Fikret entrega a Keriman una bolsa de cocaína para que la esconda en la oficina de Celebi, pero la rubia tiene otros planes. La policía, alertada por Fikret, encuentra la droga en el camerino de Selim. Este va preso. Para sacarlo y evitar un escándalo, Fikret exige de Celebi que lo haga socio del Club Estambul.  Esa sociedad debe ser secreta.

Fikret cree que con sus juegos sadomasoquistas domina a Keriman, pero ella es imparable. Ismet la compara con una gata ladrona, Selim la define como “víbora” y para Rana es “la reina mala”(la madrastra de Blanca Nieves), pero ni Matilda ni Rasel reconocen la maldad de Keriman que puede llegar a matar para conseguir lo que quiere…y matará.



La serie es un lujo para los sentidos. Bellísima en diálogos, en paisaje, decorados y los actores son tan bellos como talentosos. Gocke Bahadir (Matilda)  y Firat Tanis (Celebi) están más viejos, pero hacen una hermosa pareja. Asude Kalebek (Rasel) ha crecido en belleza y curvas,  tiene un cuerpo antiguo, el que yo desprecié cuando tuve uno parecido entre mi 20 y 30 años. Baris Arduc (Ismet),   ahora con barba,  está a punto de caramelo, pero es la pequeña Ada Erma la que se devora cámara e historia.  No había visto tanto talento desde Andrea del Boca en su etapa infantil.




Como saben, Raza Denazir existe en realidad. Es la guionista y Kulup es su historia. Junto a su familia real ha creado personajes ficticios y con ellos subtramas ficticias, pero la relación de Rana y su madre es tristemente verdadera.

Ha sido un acierto que la guionista haya convertido a su versión infantil en narradora de su propio cuento. El contraste entre el tono elegiaco que le da la voz de la Rana madura con las viñetas de una infancia manipulada por los adultos es sumamente efectivo. Es sobrecogedor ver que alguien tan pequeño ya se vea atrapado por el dilema de proteger a una madre que adora, pero cuya disfuncionalidad manifiesta desequilibrio mental.

Si en la primera parte asociábamos el comportamiento antisocial de Rasel con sus traumas adolescentes, ahora se ha vuelto una sociópata, con reacciones descontroladas, sus robos compulsivos e innecesarios y con la agresión verbal y física de su única aliada, su hijita. Solo los que hemos vivido el calvario de una madre trastornada,  sabemos del sentimiento de culpa que experimentamos, de la vergüenza y miedo de que el resto del mundo descubra nuestra situación y de la necesidad de mentir para proteger la unión familiar.



En una entrevista,  Rana Denazir ha hablado francamente de su infancia marcada por lo que eufemísticamente describe como las “fluctuaciones mentales” de su madre afectaron su vida. La guionista llama a esos cambios  “aterradores” o “entretenidos”. Así que es como yo describiría mi vida con mi madre. Con eso se entiende lo que la niña dice que vivir con Rasel “es entrar en las oscuras fauces de un león” para desembocar en un parque temático.

En su reseña en BirGun, Tugce Madayanti Sen se queja que Rasel se ha vuelto un personaje anfipático que ya no provoca empatía. Eso ocurre con quienes sufren de desórdenes psicológicos, no los entendemos, no podemos confiar en ellos y terminan fastidiándonos. Para poder tratarlos necesitamos nosotros de terapia de apoyo. Algo que no entra en juego con los personajes ficticios a los que simplemente dejamos de querer. Es lo que me ocurre con Lila en My Brilliant Friend y por lo que me incomoda el sesgo que los Sherman -Palladino le dan a Mrs. Maisel a partir de la Tercera Temporada

Tugce dice que no se entiende el motivo para que Rasel sea tan negativa puesto que todos viven pendientes de ella. En comparación con la de Keriman, la vida de Rasel ha sido mucho mejor. La única razón para no sentirse querida o insegura es atribuir su insatisfacción a un problema psicológico que arrastra desde su infancia. Quizás desde el útero. La gestación debe haber sido un periodo tenebroso para Matilda y aún más para él bebe que llevaba adentro.



Otra queja del mismo artículo es lo acelerada que va la trama lo que a ratos confunde o hace ver como inverosímiles sucesos y acciones de los personajes. El viejo problema de la cronología resurge. Sabemos que Rana nació en la Septemvriana , o sea en septiembre de 1955. Sabemos que estamos en 1960 porque Fikret invita a una de sus víctimas a ver la premier de La Dolce Vita y porque el golpe militar contra Menderes ocurrió en mayo de ese año. Matilda y su hija visten a la usanza del comienzo de la década. En cambio, Keriman se pone faldas sobre la rodilla y prendas del ‘65. Y ese micro mini hecho de cuentas de metal, lo diseñó Paco Rabanne en 1967.


                                         Vestido diseñado por Paco Rabanne en 1967

La lápida de Mumtaz dice que murió en 1942. Lo que coloca el nacimiento de Rasel en 1943. ¿Entonces como escribe en el dorso de una foto que cumplió 18 años en 1956? Sin embargo, estos errores matemáticos y cronológicos son perdonables en tan buena serie. No así la prisa en que ocurren cosas en un tiempo tan corto. Se supone que la acción tiene lugar entre marzo y mayo de 1960. Poco tiempo para que a Tasula le crezca tanto la barriga o que Rasel, pronto reanudar su vida sexual con Ismet,  descubra que está nuevamente embarazada.

Suceden cosas entre episodio y episodio que dan la impresión de que han pasado meses lo que no es cierto. El espectador apenas se entera de algo y ya le han puesto solución o han cambiado los hechos en un abrir y cerrar de ojos. Hay cosas que nunca llegan a explicarse, como el supuesto hijo de Keriman, la muerte de la madre de Fikret,  y algo que me hizo pensar que se comieron un episodio. ¿Como es que de un capítulo a otro Fikret acabó de prisionero de su padre? ¿Y cómo Keriman pasó del hotel a nadar en la piscina del suegro?

En el trasfondo histórico también puede resultar confusa la serie. Por un artículo de Tugce Yilmaz me entero de que el vínculo de esta temporada con la anteriores es que tanto Ali Seker como Fikret se hicieron millonarios gracias a la Septemvriana. La pista está en que los edificios que Fikret ha comprado a precio de huevo fueron propiedades de griegos y armenios.



Esta confusión es la única falla que encuentro en una magnifica serie. Siempre en lo del trasfondo histórico, entra una interesante ambigüedad en él guion. A pesar de los esfuerzos de gobierno de Erdogan por limpiar la figura de Menderes, el general sigue siendo el gran villano en la ficción.

La serie introduce a un nuevo personaje, Cemil,  un universitario que oculta panfletos en contra del gobierno en el Club Estambul, con beneplácito de Celebi. Tras el asesinato de un estudiante, el ejército se rebela contra el gobierno. Se trata de militares kemalistas, hoy siguen siendo los enemigos de Erdogan. Al final Ismet pregunta a Cemil si su revolución se logrará con tanques en las calles. Para los latinos acostumbrados a ver golpes militares como preludios de dictaduras, nos es obvio que la respuesta es negativa, pero no fue así.

A un poco más de un año en el poder,  los militares llamaron a elecciones y se retiraron. Los siguieron gobiernos tan débiles que cargaron contra las minorías. En 1964 hubo una expulsión general de griegos, se cerraron sus escuelas y el gobierno se apropió de sus bienes. No fue suficiente para estabilizar al país y el ejercito volvió a ponerse en marcha en 1971, creando un ciclo de mal gobierno seguido por pronunciamientos militares que solo acabaría en Los 80.



Contenido Violento o Gory: La Segunda Temporada de Club Estambul es un ejercicio en violencia. Tenemos asesinatos, palizas, represión policial, un intento de suicidio, y un aborto provocado. Perturbadoras son las escenas de Rana siendo maltratada verbal y físicamente por su madre. Tan perturbadora como la relación de Fikret y Keriman, especialmente una escena en la que él introduce un cuchillo entre los muslos de la vedette.

Contenido Sexual y Desnudos: Toma cercana de las nalgas desnudas de Keriman mientras se viste. Una escena sexual semi grafica entre la rubia y su amante donde ella muestra un pezón. Otra escena que ha dado que hablar es cuando Fikret masturba a la vedette en un auto en movimiento.



Sin embargo, muy recatadas son la escenas de sexo de Ismet con Rasel y con Keriman y nunca sabremos si la relación Matilda-Celebi es física o solo se queda en besos y canciones de amor.



Factor Feminista: Una particularidad fascinante de esta segunda parte es su sutil mentalidad patriarcal que a veces ni es tan sutil. Aquí no hay mujeres empoderadas a pesar de que tanto Matilda como Tasula han aprendido a reinventarse (recordemos como dejamos a la griega al final de la última temporada). Yo diría que otra mujer empoderada o al menos sobrevienta nata es Sukriye que sabe arrimarse a árbol indicado y enrostrarle a su hijo su mal proceder. En cambio, Keriman en su ansias de subir se arrima un árbol retorcido y permite que su ambición la lleve por el camino más rápido a la cárcel.

No hay apoyo sino desconfianza entre mujeres. Rasel es injusta e ingrata con Tasula y su complicidad con Keriman dura hasta que un hombre se interpone entre ambas. Matilda peca de ingenua al no reconocer el peligro que representa Keriman,  y Rasel peca de desconfiada al ver tanto a su madre como a Tasula (y hasta a su hija) como enemigas de su felicidad.



Si las mujeres son torpes y descontroladas y no saben apoyarse entre ellas, queda en los hombres el protegerlas incluso de sí mismas. El MeToo luchará contra la imagen del hombre protector, ¡pero ¡cómo brillan estos señores que superan a su cultura machista en Club Estambul! Una ironía es que dos cuasi villanos de la temporada anterior (Celebi e Ismet) se convierten en los héroes de la segunda.

La sinergia entre ambos me encanta porque recuerda un fenómeno que el feminismo de mi época aprendió a respetar y que el moderno pretende erradicar . Hablo del male bonding de los 80 que ayuda a los hombres a abrirse y exponer su lado vulnerable al menos a su mejor amigo y a encontrar modos de evitar masculinidad toxica. Hoy ha quedado reducido solo a un modo en que lo hombres se unen para destruir a las mujeres, algo que no ocurre en esta serie.

Si hay un tema latente en esta Segunda Temporada es la paternidad responsable. Ismet logra por fin sacudirse de la imagen de su irresponsable padre y volverse lo opuesto de Ali Seker. En cambio, Fikret imita a su cruel padre. Celebi no solo se hace cargo de Matilda, también se convierte en protector y abuelo de la pequeña Rana,  además de ser el patriarca de su ‘”familia” del Club Estambul.

No es que esté de acuerdo con todo el machismo de la serie. No entiendo la idolatría de Rasel hacia un padre desconocido que era un buen cabrón, pero comprendo no aplaudo que Ismet caiga en la cama de Keriman. Como diría cualquier hombre latino no es de caballeros negarse a una mujer que se le ofrece en paños menores.. Pero también tomo el incidente como un ejemplo de que,  a pesar del cariño y compasión que Ismet siente por Rasel, ella no lo complementa como mujer, ni física ni emocionalmente.



Factor Diversidad: Nuevamente Kulup destaca por su retrato positivo de la vida y cultura de los sefarditas de Estambul a mediados del Siglo XX. Tres generaciones de mujeres Aseo hablan ladino entre ellas y con otros miembros de su comunidad. Selim ya se sabe proverbios en judezmo y hasta Ismet quiere aprender la lengua de su mujer porque,  como dice su hija,  quiere saber que cuchichean a sus espaldas.



La serie nos muestra una boda y un funeral judío. Vemos a Las Aseo compartir una cena de Shabbath que Rasel interrumpe groseramente para anunciar que se ha convertido al Islam. Curiosamente,  aun después de su conversión, Rasel no quita los mezuzot de los umbrales y en un momento de crisis retorna a costumbres judías que le son más cómodas y familiares.



A pesar de la insistencia en que Rasel se convierta al Islam, no vemos a ningún personaje turco practicar su religión. Se siente en todo que su sociedad es tan seglar como cuando Ataturk creó la república. Otra ironía es que se quiere darle impresión de que los judíos están totalmente integrados a la sociedad turca. Eso se nota en el saludo de la horrible Fisun a Matilda “tengo muchos amigos judíos. nos llevaremos bien”. Suena tan hipócrita como el “Shabbath Shalom” de Kursat a quien ha ido su víctima. Sin embargo, en el capítulo final un representante del gobierno militar le dice a Fikret “queremos tener buenas relaciones con los judíos”. Algo que,  a pesar de algunas maniobras de Erdogan,  ha sido la política de todos los gobiernos turcos de las últimas décadas.

Es extraño que la serie, a diferencia del Primera Temporada no nos hablen ni de los griegos ni de otras minorías cristinas que por aquel entonces no estaban en buenas relaciones ni con el gobierno ni con el pueblo turco. Su única representante es Tasula. A pesar de que es un personaje maravilloso (y mi favorito junto con Celebi y Rana)nos recuerdan que es cristiana cuando va a pintar los huevos de Pascua en la cocina de las Aseo. Ahí, Rana le pregunta si es verdad que en el Jueves Santo no pueden los cristianos ortodoxos griegos dirigirles la palabra a los judíos.

Tasula le explica que es una tradición puesto que Judas era judío . A la nena le parece una tradición estúpida. Rasel, amparada en el hecho de que ahora es musulmana, visita a Tasula el Jueves Santo para convencerla que vuelva a Club Estambul. Noten que Tasula igual no le habla, no cree en la conversión de su amiga. Sin embargo, la griega rompe con la tradición y regresa al club para hablar con Matilda.