lunes, 22 de julio de 2019

Drama de Epoca Español: Auge y caída de la fórmula del espacio pequeño



Finalmente llegamos a la receta mágica del drama de época contemporáneo: situar la acción en un pueblo, calle o espacio laboral donde el día a día trae cambios y nuevos personajes que alteran a los regulares. España ha conquistado mercados internacionales con este esquema, pero les ha fallado con “Alta Mar” y con la bochornosa “El Continental”. Por primera vez se ha culpado al abuso de la formula, ¿pero es eso realmente o acaso no se trata de que de tanto confiar en una sola forma de hacer dramas de época se han descuidado otros aspectos?

Pueblo Chico, Infierno Grande
A pesar de que el mundo rural ha sido un marco predilecto del cine y literatura de España, fue en este siglo que el drama de época le volvió a dar un uso especial. Tanto “La Señora” en Asturias como “Bandolera” en Andalucía convirtieron el espacio rural en una presencia y un recurso para añadir intimidad. Así nacía la idea de que el pueblo chico podía ser marco de situaciones dramáticas que resultarían imposibles en espacios urbanos, y donde se podía reflejar el pasado sin tener que hacer mucha investigación o mucho revisionismo de historias oficiales.

Ya hemos visto como Sagrillas ha jugado tan gran papel en el presente y el pasado de Los Alcántara de “Cuéntame cómo pasó” pero en términos de pueblos inventados y de las cosas que ocurren allí nadie le gana al “Secreto de Puente Viejo” donde la historia la escriben los habitantes, donde se leerán noticias de “los Madrides” pero lo que pasa fuera de su ruta (y ni estación de ferrocarril tiene) ni afecta ni cambia lo que ocurra en ese entorno mítico que ni siquiera se sabe en qué parte de España queda. Algunos dicen que, en León, otros en Castilla, otros en Asturias, etc.


Fue en el 2011, en medio de sus aventuras de romanos, que Boomerang se inventó esta localidad. Al comienzo Puente Viejo era nada más que uno de los puntos donde Pepa Balmes (Megan Montaner), la protagonista paraba en su incesante peregrinar, como Ceres, buscando a su criatura.

La premisa, aunque culebrónica era buena. Pepa, una chica analfabeta, ha heredado el don de la obstetricia de su madre y también el de curar con hierbas. Comete el error de liarse con un cacique casado, este le roba el hijo y deja que la apaleen, la pobre Pepa se va por los caminos buscando a su bebé. En un camino se encuentra con un joven oficial que regresa de la Guerra de Cuba. Así sabemos en qué año estamos.

Pepa y Tristán Montenegro (Alex Gadea) vuelven a encontrarse en 1902 cuando la ahora partera recala en Puente Viejo. Tristán es casado. Su mujer Angustias (Sara Ballesteros) espera su segundo hijo, y si eso no fuera ya problema, Tristán es hijo de la mujer más poderosa y mala del pueblo Francisca Montenegro, Viuda de Castro (María Bouzas). Doña Francisca contrata a Pepa para que cuide de Angustias que está más loca que una cabra.

Comienza, y en tropel, a ocurrir la sarta de clichés a las que todo telenovelero está acostumbrado: Pepa y Tristán se enamoran, Angustias pierde al bebé y culpa a la partera; Pepa va la cárcel, pero es rescatada por el nuevo médico del pueblo que la ama. Pepa sabe (por unos lunares) que Martin no es hijo de Angustias, es el niño que ella busca.

Angustias acaba en el manicomio, pero escapa para matar a Pepa y termina suicidándose; Pepa se casa con Alberto (Xosé Barato) para tener la custodia de Martín, pero resulta que su marido es un loco asesino que la viola e intenta matarla. Lo normal es que lo hubieran matado ¿No? Pero en cambio, Alberto le da el divorcio a la partera (¿En 1900?)

 Llega el verdadero padre de Martin, lo rapta y lo deja en el bosque. Todos creen que se lo comieron los lobos (¡Mala prensa para los huargos!) Pepa descubre que su verdadera madre era una señora principal, la Duquesa de Aguamansas, Pepa descubre que su verdadero padre era el marido de Francisca; Pepa y Tristán son hermanos. Buaaah!

Por suerte, desde la llegada al pueblo, Pepa ha vivido con la Familia Ulloa. Raimundo Ulloa (Ramón Ibarra) es un hombre que perdió casa, fortuna y corazón por culpa de Francisca. Él es el verdadero padre de Tristán. Este maldice a Francisca. Francisca maldice el matrimonio de su hijo y la partera. Pepa y Tristán se casan y ella queda embarazada. Pero le vienen los dolores de parto en el bosque.

 Tiene una hija, pero aparentemente, muere. Tristán vuelve al pueblo con su hija, pero cuando regresa no encuentra el cadáver. Cree que se lo devoraron los lobos. (¡Que lobos tan hambrientos!) En realidad, ni Pepa murió, ni se sabe que ocurrió con ella, y es que desde entonces los productores han estado esperando que Megan Montaner regrese a la serie.

Pues todo esto pasó en una sola temporada. Al año siguiente, la nueva heroína era María (Loreto Mauleón), nieta de Raimundo y ahijada de Doña Francisca quien la había criado como una princesa. Maria se enamora del Padre Gonzalo (Jordi Coll) el nuevo cura del pueblo. Resulta que este es Martin, el que se comieron los lobos, que viene a investigar la muerte de su madre. Maria desolada al no poder impedir que Gonzalo tome sus votos finales, se casa con Fernando (un sobrino de Pepa) que la droga y la viola antes y después de casados.

 Fernando (Carlos Serrano) está loco. Acusan al cura de violador, le van a dar garrote vil, lo salva María que dice que no es el violador. Maria se acuesta con el cura, este cuelga los hábitos, Maria embarazada va a huir con Martin-Gonzalo cuando su madrina  la hace encerrar en un convento que era como se castigaba entonces a las mujeres casquivanas. Por fin Maria, Gonzalo y su hija Esperanza después de mil peripecias, deciden huir a Cuba, (fingiendo sus muertes) para huir de la maldad de Doña Francisca.

Desde entonces han pasado siete años, Puente Viejo, con 2000 capitulo, es la serie más longeva de la televisión española. Mas importante, para ser una telenovela de sobremesa, tiene muy buen rating y un fandom que se extiende a otros países como Italia donde es todo un éxito. “

Su popularidad se basa en el mismo esquema de soap operas gringas. Un espacio familiar e inalterable, en este caso el pueblo, nuevos personajes en cada temporada que aportan nuevos conflictos, a la par de personajes antiguos que dan el toque cotidiano como el cura Don Anselmo (Mario Martín), o Hipólito Mirañar (Selu Nieto) que es relleno cómico. A este paso Puente Viejo le gana a Peyton Place en ser la caldera del diablo.

Pero el gran atractivo de la serie es María Bouzas.  Francisca resultó ser la gran protagonista de la historia. La villana irrompible a la que han tratado de envenenar, de quemar, de apuñalar, que una docena de veces ha quedado al borde de la muerte, invalida, hasta muda. Pero su vigor contrasta con su corazoncito que a veces late por alguien, principalmente por Raimundo Ulloa, a quien no ha dejado de amar. Es un lujo ver a esta pareja, ahora casi octogenaria que se sigue amando, se casa y descasa, vive peleando, pero son románticos a su manera.

Un aparte sobre el contexto histórico. No es necesario. Precisamente la gracia de Puente Viejo es su atemporalidad. Se sabe que es en tiempo pasado más por la ropa que por alusiones históricas. Vale decirse que el salto de tiempo entre primera y segunda temporada fue el momento más histórico de la serie. Se habló del final de la Gran Guerra, entraron a Puente Viejo los automóviles, la luz eléctrica, los teléfonos y hasta hubo una epidemia de gripe española.

Pero ahora, aunque se sabe (por la edad de los niños) que están en 1926, no dejan que los fastidien los problemas que afectarán al resto de España. Inciso en la vestimenta son descuidados las mujeres lucen cabelleras modernas ni hablar de la pelambrera de William Miller, en la quinta temporada, que era la misma que lució en “Isabel” y cuando hacía de Buckingham en” Las Aventuras del capitán de Alatriste”.

Tanto éxito ha tenido este Puente Viejo, que RTVE contrató a Bambú para que les hiciese algo similar. Solo que en vez de pueblo querían un barrio como en “Amar en Tiempos Revuelto” Así nace “Acacia 38”, un edificio de 1899 donde viven cuatro familias adineradas y sus criadas. También la acción involucra tiendas de la calle del edificio como la sastrería y la chocolatería “La Deliciosa”.

Realmente, yo he tratado de verla y me aburre. Ni los personajes ni las tramas me atrapan, la idea del contraste entre amos y criados a lo “Downton Abbey” no funciona. Sus ratings siempre han sido bajos. Por suerte para ellos, el cierre de “Seis Hermanas” los hizo subir de horario y la buena sintonía de “Servir y Proteger” que la sigue, implica que siempre habrá público para ver Acacias.

Misterios y romances de Bambú
En el 2011, Antena 3 se había convertido en el sitio de las series de época con la segunda temporada de “Hispania”, el inicio de” Bandolera” y una nueva producción de Bambú. “Gran Hotel” era un proyecto totalmente diferente. Aunque ocurría en un pueblo inventado llamado Cantaola, toda la acción tenía lugar dentro del territorio ocupado por el elegante hotel del título.

Con un escenario de lujo, El Palacio de La Magdalena en Santander interpretando a la residencia principal, un romance de clase entre el joven camarero y la hija de la dueña, más el misterio de la desaparición de una empleada acusada injustamente de robo, se trataba de una combinación novedosa. Aprovechando el exitoso estreno de “Downton Abbey” el año anterior, se situó la acción en 1907, se hizo hincapié en una romántica atmosfera de la Belle Epoque y en un esplendoroso vestuario y decorado donde había mucha atención a pequeños detalles como mantelería y cubiertos.

“Gran Hotel” fue un exitazo en España y en otros sitios. Hoy se pueden ver sus tres temporadas completas en Atreseries, Hulu y Netflix. Ha ameritado copias en Italia, en Egipto “The Secret of the Nile (también en Netflix) y una producción de Televisa, “El Hotel de los Secretos”. Este año Demian Bichir y Eva Longoria ha adaptado el cuento al Miami contemporáneo para la ABC.

Recién emergiendo del triunfo de “Gran Hotel” Bambú y Antena 3 se anotaron otro gol con “Velvet”. Esta vez se trataba de un pequeño espacio urbano. Una casa de modas, al final de la Gran Vía madrileña al estilo de series inglesas como “The Paradise” o la exitosa “Mr. Selfridge”. Solo que la acción tenía lugar durante El Franquismo, en 1958. Como “Gran Hotel” lo histórico era anecdótico y no se usaba para apuntalar la trama. Pero aquí se llegó a limites increíbles.

No se menciona al Caudillo. Grace Kelly puede ir a las Galerías Velvet, pero nadie busca como clientas a Doña Carmen Polo, a la Marquesa de Villaverde o a otras mujeres del régimen. Las cuatro temporadas van desde 1958 a 1963 con evolución de la moda, pero sin mencionar ni que se vive en una sociedad donde la mujer no vota, donde no tiene derechos y donde existe una terrible represión sexual.

 Los productores han dicho que lo han hecho a propósito porque en una serie romántica no hay cabida para la política. La historia es un romance totalmente de telenovela entre una humilde costurera y el hijo del dueño de las Galerías y el gran conflicto no es el clima político sino las endiabladas diferencias sociales.

Lo cierto es que, aunque representaban un rechazo de la Memoria Histórica, las producciones de Bambú eran muy exitosas. Tanto que desde que “Velvet” cerró las puertas de su casa de modas, ya las ha reabierto en nuevo local: Movistar donde han comprado la idea y están haciendo “Velvet Coleccion”.


Netflix, Teléfonos y Feminismo Mitutero
Tanto éxito tuvo forzosamente que atraer la atención de una compañía de streaming que ahora andan haciendo sus propias series. Netflix había comprado “Gran Hotel” “Velvet” y el último éxito de Bambú “Tiempos de Guerra” y se les antojó hacer otra historia de época, en un espacio de trabajo y que mostrase la amistad entre cinco chicas que al comienzo solo tienen en común un empleo.

Aprovechando que en el 2018 se cumplían 90 años desde que se abrieran las oficinas de la Telefónica de Madrid decidieron homenajear a las primeras telefonistas y así nacieron “Las Chicas del Cable”. Comenzó con buen pie, el vestuario es esplendoroso, los diálogos son decentes, no hay mucho presentismo con la excepción de la fatal banda sonora, y tiene detalles históricos bastante importantes.

Ya en el primer episodio vemos a Alfonso XIII sosteniendo la primera conferencia trasatlántica con el presidente de los Estados Unidos. Vemos como las centrales telefónicas salvan vidas en el caso de un incendio, y como las telefonistas se enteran de quien es infiel o quien está complotando contra la Corona. Descubrimos que gracias a “las escuchas” se podía chantajear a la gente y evitar golpes de estado.  Vemos como comienzan a germinar adelantos como telefonía inalámbrica y cabinas telefónicas. Y hasta se esboza el temor futuro de que los adelantos puedan quitarles el empleo a las telefonistas.

Pero la gracia de la historia recae en sus protagonistas y sus romances y en un argumento que parece que lo hubieran escrito entre Shonda Rhimes y el difunto Maestro Fernando Gaitán. Tenemos una heroína que arrastra un prontuario de exprostituta, estafadora y ladrona. Sus amigas incluyen a la boba recién llegada del pueblo cuyo romance parece escapado de las películas de Rocío Dúrcal; la esposa golpeada que se convierte en auto viuda; y la liberada que descubre que es gay cuando se enamora de su jefa que es transgénero.

La serie es MeToo total, aunque las chicas se la pasan hablando de hombres (hasta las gays tienen un menage a trois con el novio de una de ellas) a los que manipulan despiadadamente. Los hombres hay que usarlos o matarlos. ¡Y así Sara Millán quiere ser hombre! La idea es que si no se defienden de ellos serán pisoteadas por los machos. Concepto muy Me Too, “Las Chicas del Cable” han pasado de ser amiguitas ingenuas como las comadronas de “Call the Midwife” a convertirse en el cuarteto de “Sex and the City” con toques de “Girls”. Ni hablar del final de la Primera Temporada que ya parecía “Big Little Lies”.

Sin embargo, para la tercera entrega, la serie ha entrado de lleno en el culebrón sobre todo con esa boda que deviene en incendio y robo de una criatura, totalmente fiallesca. La heroína tan liberada y tan sabelotodo, se preña y decide conservar al bebé. Peor, aun tendrá boda de blanco con el padre de su hija. 

Ay, pero la suegra le roba a la niña. Y para salvarla, el segundón (lo típico) recibe bala en la panza. Por eso me da risa cuando me salen conque, aunque no nos guste, es una serie feminista. Concedido, es feminista como la telenovela clásica es feminista.

Se entiende, el feminismo mitutero a pesar de sus mensajes radicales y su agresividad grosera, es tremendamente anticuado, basado en mensajes obsoletos y en propagandas añejas. Nada que yo no haya visto u oído en mis casi 60 años. Por eso es por lo que Alba-Lidia, el ejemplo de la heroína MeToo puede usar y abusar, reírse de los hombres y luego mojarles la camisa con lágrimas y dejar que mueran por ella.

Pero ese es mi problema con el MeToo, mi problema con “Las Chicas del Cable” es otro. Puedo aceptar su feminismo piñufla porque me divierte. Me es difícil aguantarme la música porque da un poquito de pena que con solo poner “1928” y “música” en YouTube tú te consigues todo un repertorio. ¿Qué les cuesta, perezosos? En cambio, tienen taladrando nuestros oídos y con altoparlantes la más estridente música pop del siglo XXI (más encima en inglés) que incluso hace que las parejas comiencen bailando un Charleston, pero guiadas por el soundtrack, se pongan a dar brincos como si estuvieran en un antro moderno.

Pero mi mayor problema, que a ratos me hace avanzar ciertas escenas, es el bajo calibre actoral. Un mal que he estado viendo hace rato en la televisión ibera y no lo entiendo. ¿Como puedes tener un elenco de primera en “La Señora”, en Isabel” y en “El tiempo entre costuras” y acabar en estos (por ser amables) expulsados de la escuela de teatro?  Si hasta una actriz principal como lo es Concha Velasco se ve una momia acartonada en su rol cliché de suegra bruja.

No voy a ponerme a darles palos al elenco (hombres y mujeres) aunque Maggie Civantos a ratos parece una Betty Boop rubia. Ahí la única que se salva es Ana Polvorosa en su exigente rol de transgénero que busca ayuda a lo “The Danish Girl” Pero si le voy a dar un palo a alguien, va a ser a la prota.

 Blanca Suarez es Bella con mayúscula y nació para vestirse de época, ¡pero, Mamita, que mal trabajas! Se entiende que interpreta a una mentirosa profesional, pero como que debería darle unas pistas al público de cuando está siendo sincera. Esa escena donde Lidia le explica al ex por qué no quiere abortar de nuevoque ha sido una de las mejores de la serie hubiese quedado soberbia en manos de una actriz más competente.

El Naufragio de Alta Mar
“Las Chicas del Cable” estrena cuarta temporada este 9 de agosto. Nos guste o no, es todo un éxito. Pero ha sido la última vez que ha funcionado la fórmula. Ya hemos visto que la combinación de cuento de época, espacio reducido y de la sororidad al rescate, fracasó estruendosamente con “Seis Hermanas “y “La otra mirada”. Mas sonora ha sido la debacle de “Alta Mar” el último esfuerzo de Bambú y Netflix por repetir el esquema llevándolo a su forma más claustrofóbica, un viaje en barco donde dos hermanas deben vivir romances, resolver un misterio, y enfrentarse a hombres mentirosos y machistas, en un contexto de Noir de los 40.

Dicen que se debe a que la fórmula esta caduca, pero la fecha de expiración se la ha puesto la misma producción y bien pasada puesto que el misterio es un enredo; los actores son de lo peor (el pobre José Sacristán parece gallina en baile de cucarachas); la falta de rigor histórico es puesta a prueba con Ivana Baquero en pantalones donde estaban prohibidos, rescatando una fugitiva y creyéndole el cuento de que huía del novio. ¡Hazme el favor!

En la España de Franco, aparte de que las mujeres deberían usar faldas, cualquier fugitiva debía ser una Roja esquivando el paredón. Cualquiera que las hubiese socorrido sabría lo que implicaba hacerlo y estaría asumiendo un compromiso político. Pero en esta serie que parece que tuviera lugar en Ruritania, nada de eso ocurre.

El drama de época está experimentando un auge en ambos lados del Atlántico. Señal que sigue gustando en España ha sido el exitazo de “Fariña”, un drama policial retro. Sería muy triste que, debido a que los productores carecen de visión e imaginación, no fuesen capaces de crear otra” Isabel “otra” La Señora” otro “El Tiempo entre costuras” y que el period piece ibero siguiera siendo nada más que un producto de sobremesa.

El problema no está en el abuso de las recetas, está en usar ingredientes anejos y no medir las cantidades. En “Alta Mar” Bambú usa tres ingredientes de probada calidad: espacio reducido; tema policiaco y unidad entre mujeres. Pero los cuentos de travesías marítimas comerciales solo funcionan si hay muchas historias corales (“La nave de los locos”; “El crucero del amor”) si lo asaltan piratas (“Mares de China”;” El Capitán Philips”); si hay una guerra o contexto histórico (“El viaje de los malditos”); o si se hay un naufragio (“Titanic,” “The Poseidon Adventure”).

“Alta Mar” carece de todos esos ingredientes. El misterio es muy soso y previsible; la relación entre las hermanas, tal como sus romances, te pone a dormir sin contar ovejas; y la rescatada resulta ser una fichita cuyo asesinato no apena a nadie. Con eso les ha quedado un platillo insípido.

Esperamos que Bambú aprenda la lección, porque es la única productora que tiene éxitos, aunque no me sorprendería que después de” Fariña” se dedicase a lo retro (léase cosas que ocurren en los últimos 40 años); Boomerang se ha quedado con sus series de sobremesa, Diagonal está más interesada en temas catalanes. Y no hay otras productoras respetables.
La Chambonada de “El Continental”
Hablando de productoras nuevas, le he hecho ya la cruz a Gossip que se sintió muy gallita y para La 1 hizo una serie dizque de época, usando la formula del espacio pequeño, pero lo que les quedó fue indigerible. La historia de un club clandestino en el Madrid de los 20, con una chica queriendo manejar al bajo mundo devino en la más grotesca parodia de “Peaky Blinders”.

Para explicar como una serie nocturna arrancó un 10% de audiencia y acabó en un 2,85 (y eso que la cambiaron de horario) se barajan las mismas insulsas excusas de siempre; que si la competencia les puso series de mayor peso. No señores, es que era una parodia zafia, no tenía ni el contexto histórico, ni la atmosfera de época, ni los actores, ni los mega personajes, ni el vestuario de ” Peaky Blinders”. Era un argumento descabellado y una estética de brocha gorda.

Eso es lo que no tienen en cuenta cuando hacen un period piece, más allá de anacronismos y presentismos, la ausencia de atmosfera de época quita credibilidad al cuento. Tener a Michelle Jenner corriendo por el bar dando balazos no la convierte en la Grace de “Peaky Blinders”.  ¿Y cuando hubo Ley Seca en España?  Si se va a imitar hay que hacerlo de manera más sutil y profesional. Al final les hubiera quedado lindo aun cuando la acción solo tuviese lugar dentro de un local, si lo hubieran dotado de los ingredientes que están a la mano, pero les da pereza ir a la alacena por ellos.

jueves, 18 de julio de 2019

Drama de Época Español: La Fórmula del Juego de Tronos



Más allá de memorias históricas, España se puede enorgullecer de un rico y vetusto pasado que pocas veces se retrata en pantalla. En medio de su experimentación con variadas fórmulas, el period piece ibero no fue ajeno a la influencia de la serie-fenómeno de esta década: “Juego de Tronos”. En vez de dragones, se prefirió apostar a intrigas cortesanas de la historia española. Algunas resultaron obras de arte, otras se quedaron en la estacada.

Moros, Hunos y Cristianos
No fue la saga de HBO la que impulsó por primera vez el interés de la televisión ibérica por lo más recóndito de su historia. En mi recorrido ya he mencionado todas las series que giran alrededor de la Guerra de la Independencia (¿por qué ninguna sobre las Guerras Carlistas?) y a fines de los 70, satisfaciendo ese gusto por unitarios, surgió “El juglar y la reina” una serie de dramatizados sobre la España medieval.

En los 90 hubo dos experimentos muy curiosos. Uno fue la coproducción con la RAI llamada “Réquiem por Granada” que yo creí era algo sobre Federico, pero resultó ser la historia de Boabdil. Mas interesante les quedó el cuento en “Isabel”.

El otro experimentoesta vez una producción franco-españolafue la adaptación de Le revoltes des nonnes (La revuelta de las monjas) de Regine Desforges que se convirtió en la miniserie “La hija de los lobos” (1991). Yo la vi a trompicones, estando ya en Chile y más que nada porque reconocí a mi querida Marisa Berenson.

En la Galia del Siglo VI, una familia de hunos es diezmada por los lobos. Solo sobrevive Vanda (Laure Marsac) que es criada por los lobos con quien establece un extraño vinculo. Vanda es rescatada por Romulfo y su frágil hermano Albino (Edouard Hastings) y llevada al Convento de la Santa Cruz en Poitiers.  La fundadora del convento, Santa Radegunda (Berenson) adopta a Vanda que crece entre monjas sin desear ser una de ellas. Pasan todos los clichés de películas medievales: hay pestes, hay guerras, hay matanzas de judíos, a Vanda la acusan de bruja, etc. Albino estudia medicina con el judío Moisés y se enamora de Vanda.

Cuando Radegunda muere, las monjas se rebelan negándose a aceptar una abadesa impuesta por un hombre (San Gregorio de Tours y este fue un hecho histórico). Finalmente, Vanda y Albino se declaran su amor y se van con Moisés a España. Ese fue el único nexo con España de toda la serie que de todos modos tuvo la gracia de mostrarnos como se vivía en el reino de los francos (cuatro siglos antes de Rollo y Gisela) en la Edad de las Tinieblas.

De Viriato a Alfonso el Sabio
Como ya les he contado, la primera década del Tercer Milenio fue dedicada, en España, a la memoria histórica ósea al Siglo XX. “Águila Roja” sería el primer intento (mal hecho) de viajar al pasado y ver como se podía ser un héroe de comic en el Siglo XVII. Seria en la Tercera Temporada que Antena 3, rival de RTVE, decidió intrincarse por senderos históricos aun no hollados por pies de camarógrafos. Así nació “Hispania: La Leyenda”.

En Bambú, una productora que apenas llevaba cuatro años de fundada, se les ocurrió construir una serie alrededor de Viriato, el mítico líder lusitano que al vencer a los romanos creó un proto héroe español. Solo Antena 3 (que comenzó negándose) aceptó el proyecto. La sorpresa es que tuvo un rating bastante alto. Los motivos fueron los siguientes. Nadie sabía nada de Viriato (Roberto Enríquez) así que el público feliz creía que aprendía historia mirando la pantalla.

Pronto los espectadores se enteraron de que no era así cuando comenzaron a surgir críticas por el poco rigor histórico que afectaba a la serie. La producción apuntaba a un catedrático al que supuestamente pagaban para que asesorara a los guionistas. El pobre hombre admitió públicamente que en un relato de ficción no había mucho espacio para la realidad.
Otra causa de la popularidad de la serie era que los parlamentos de los alzados, y que eran el presentismo mismo, sonaban mitad panfleto anarquista mitad discurso del PSOE, y que Viriato y sus compañeros parecían guerrilleros modernos. No es culpa de ellos, ya en su día Alfonso Sastre comparó a Viriato con El Che Guevara.

A mí, aparte de lo anacrónica y poco histórica que eraa muchos les daba risa que los lusitanos se llamaran “Héctor” y “Darío” me irritaba “Hispania” porque sufría de la misma falla de “Spartacus: Blood and Sand” (a la que imitaba desvergonzadamente). Los romanos, sin excepción de sexo ni clase, eran deleznables. Así no se puede ver algo de manera objetiva.

Ya para la tercera temporada el público se estaba cansando y prefirió irse a ver “The Walking Dead” obligando a clausurar la producción. Pero en Bambú no escarmentaban. El 2012 sacaban un spinoff llamado “Imperium”. Querían usar al villano Galba de” Hispania” y crear una nueva “Roma”. Sus ambiciones no cuajaron y esta espantosa secuela acabó al sexto capitulo.

Ese mismo año, Boomerang que pronto daría una sorpresa con “El tiempo entre costuras” lanza a la pantalla (y realmente fue un impacto por lo mala) “Toledo Cruce de Destinos”. No es una coincidencia que aparezca tras el debut de “Juego de Tronos” y el de” Isabel”.  Es momento de ver como se juega a la intriga en una corte española. Escogieron la de Alfonso X en Toledo y trataron de crear una corte como la de los Baratheon con un magistrado tipo Ned Stark, Rodrigo Pérez de Ayala (Eduardo Farelo) con hija boba e hijo rebelde que se enamoraba de quien no debía (una mora)

Había príncipes a lo Joffrey y a lo Rhaegar ósea megas irresponsables. Mas irresponsables fueron los guionistas que se pasaban la historia por la ingle. Alfonso (Juan Diego) parecía Churchill, más preocupado de ocultar un infarto que de ser “Sabio”. Había estado casado antes, sus nueve hijos se redujeron a dos que alternaban edades y derechos de primogenitura. Y el mayor pecado de Alfonso era … ¡el adulterio! Really? ¿En el siglo XIII? Esto ya no era Cruce de Destinos sino Cruce de Desatinos. 

Pero el mayor error como siempre fueron los anacronismos, comenzando por falsas tolerancias y estereotipados e irreales judíos y musulmanes. Martin (Maxi Iglesias) hijo del Magistrado se enamora de Fátima (Paula Rego) su compañera de aula. ¿Ósea de cuando una doncella musulmana iba a clases en una escuela cristiana en el siglo XIII?  

Espérense que Abraham (Alex Angulo) andaba comiendo en casa de Rodrigo sin importarle los jamones que había en la mesa y las licencias históricas llegaban al punto de decir que la Orden del Temple ya era extinta. ¿Como y a quienes quemaría Felipe el Bello cincuenta años más tarde?

Luego intentaron inventarse un misterio a El nombre de la rosa. Unos insolubles asesinatos en una Escuela de Traductores que señalaban como sospechosos a (¡oh, sorpresa!) a los judíos. Por suerte este enredo solo duró una temporada. Lástima, más merecía Alfonso el Sabio que este cuento que más se parecía a “Águila Roja” y a las” Aventuras del Joven Merlín” que a” Juego de Tronos” o a “Los Tudor”.

Juego de Tronos a la española
Las que si se parecía a estas series iba salir a la luz pública en septiembre del 2012. Creada por Diagonal Tv, la misma de “Amar en Tiempos Revueltos” y “La Señora”,” Isabel” vino a llenar un espacio necesario y a cambiar la percepción de la ficción histórica televisiva. No es que Isabel la Católica no hubiese sido un personaje más de ese género, pero ahora ya no era un apéndice del cuento de Colon y las Indias, ahora era la protagonista de su propia historia.

No es que antes no hubiera historias que tratasen los problemas de la monarquía. Ya vimos el descalabrado retrato de Alfonso El Sabio en “Toledo”, la descripción del rufianesco Felipe IV en “Águila Roja”, y en “La Princesa de Éboli” (2010) vimos un Felipe II bulímico, celoso de una Belén Rueda que solo estaba ahí para quitarse la ropa.

En “Isabel” teníamos un retrato honesto y objetivo de quien la historia santifica a la par de demonizarla. Michelle Jenner me sorprendió, Rodolfo Sancho me quitó todos los prejuicios que tuve contra él anteriormente, la serie me enamoró. Ya he escrito mucho sobre ella, incluso sobre lo que me disgustó, léase lo que hicieron con La Beltraneja. Sin embargo, sigo pensando que fue un acierto genial. Que esas tres temporadas acabaron de convencerme de que en España se puede hacer ficción histórica de categoría.

Debo decir, y esto no es en denuesto de “Isabel”, que esta serie le debe bastante a “Juego de Tronos”, sobre todo en la primera temporada donde Isabel es Reina Mendiga, mitad Sansa, mitad Daenerys, donde Enrique de Castilla pasa a ser Renly, donde se siente la importancia del juego de ajedrez que los reyes practican con piezas humanas. Ya en otras temporadas seguíamos viendo como el juego se ampliaba, la relación de Isabel con sus manos de la Reina, con sus Caminantes Blancos (los moros) y no tendría dragones, pero sus hijos causaban más entuertos que Viserion, Drogón y Rhaegal juntos.

A Isabel la siguió la estupenda “Carlos, Rey y Emperador”. Estupenda porque expandió el Juego de Teonos por Europa, porque lleno el espacio dejado por “Los Tudor” porque nos habló de diferentes reinos, hasta nos fuimos con Hernán Cortes a la Nueva España, pero lamentablemente como ya he dicho en otros posts, en esta gran serie la metida de pata se debió a la pobreza histriónica de algunos actores.

En los últimos años, la serie histórica ha cundido en la televisión española, pero los intentos de darle un rostro autóctono han fracasado. Se involucraron con la BBC para hacer una miniserie sobre Isabel I y Maria Estuardo: “Reinas”. Doblada al inglés, mal actuada, con errores históricos…digamos que “Reign” era mejor.

“Al Final del Camino” quiso desligarse del esquema de “Juego de Tronos” enfocándose en el hoi polloi que construyó la Catedral de Santiago de Compostela. Ósea, querían hacer su propia “Catedral del Mar”. Mejor les hubiera ido si se hubieran enfocado en los juegos de tronos de Alfonso VI y de su hija Urraca de León, un personaje fascinante.

Al parecer el Juego de Tronos se queda en manos de productores anglosajones o alemanes (“Maximilien” fue un buen ejemplo).  Eso si Michelle Jenner dejó la puerta abierta para que otras actrices hiciesen de Isabel la católica. Ahí tuvimos a Alicia Borrachero enlatada en su armadura en “The Spanish Princesss” y Aitana Sánchez Gijón también ciñó corona en “Conquistadores” la miniserie de Movistar que pretendía en ocho capítulos, narrar la epopeya de la Conquista de las Indias.

Movistar es incorregible y el año pasado ya sacó otra parodia de drama de época. Se trata de “La Peste” un cuento de prostitutas y protestantes que batallan inquisidores y la bubónica en la Sevilla del Siglo XVI. Por lo que he visto es un veritable “Lecho de Pulgas” no solo porque los personajes parecen fugitivos de Flea Bottom sino por las pulgas que portan inocentes ratas.  Y esta nueva temporada se enfocan en el hampa sevillana y su mafia “La Garduña”.  Es que el juego de tronos también se practica en las bajas esferas

Yo creo que la televisión española ya ha quedado curada de espantos con eso de jugar a los tronos con piezas sacadas de la verdadera historia peninsular. Por ahora prefiere concentrarse en los period pieces más simples tipo “la Otra Mirada” o el longevo “Secreto de Puerto Viejo”. También creo que en días de Pedro Sánchez no habrá nada parecido a “Isabel”, pero si alguna vez   se llega cambiar de gobierno, les contaría que hay muchos recovecos de la historia española, mucha intriga cortesana que merecen ser convertidos en programa de televisión.

Mis Juegos de Tronos Favoritos
Mi querido Gatito George nos preguntaba por qué no se hace nada sobre El Cid. Pues porque como personaje histórico, Rodrigo Diaz de Vivar, es muy aburrido. En cambio, el del romance, el legendario, ese si merece serie con todos esos mitos que han perpetuado el arte, la literatura clásica y hasta Hollywood: el duelo con el suegro, la Jura de Santa Gadea, los Infantes de Carrión.

Ahí tenemos luchas fratricidas, muchos reyes, muchos juegos de tronos. De Doña Urraca de León se decía que tenía amores con su hermano Alfonso. Ahí tenemos a Cersei. El Cid no peleaba con dragones, pero si con leones que todavía los había en la España del Siglo XII.

Pero si realmente queremos corte, intriga, y reyes que se tambalean en sus tronos o se aferran a ellos., Hace rato que Carlos Hechizado necesita de una reivindicación. Me encantaría conocer su saga, la de sus esposas, su madre, su corte, etc.


Pero el mejor de los juegos de tronos se dio en el Siglo XIX y duró más de cincuenta años. Imagínense una serie que cubra desde la muerte de Fernando VII hasta la Restauración Alfonsina. Ver los escándalos de Isabel II, las Guerras Carlistas, la Primera República y hasta el reinado de don Amadeo que ni castellano sabía. Y si se teme que no haya guionista capaz de dar la talla, agárrense el Ruedo Ibérico de Valle Inclán o los Episodios Nacionales de Galdós. Con esas bases literarias no pueden quedar mal.

¿Y ustedes, qué periodo de la historia de España quieren ver en formato de miniserie?

lunes, 15 de julio de 2019

Chicas Pansexuales, Mancebas de Clérigo, Damas Enfermeras y Hasta Ava Gardner: Memoria Histórica Televisiva



“Cuéntame cómo pasó” dejó la puerta abierta para otras visiones de cómo se vivía en tiempos de Franco. Curiosamente, no hubo serie que tocase directamente la Guerra Civil, pero si la posguerra e incluso la Segunda República. Hasta hay por ahí algo que se intentó hacer y fue coartado por la censura.

Mujeres en Tiempos Revueltos
Un tiempo después que El Dr. Ernesto Medalla me había enganchado con “Cuéntame cómo pasó” y estando sola, prendí la tele y puse RTVE. Me encontré con una serie muy curiosa que tenía lugar en el Madrid de la Segunda Guerra Mundial. Llamé enseguida a Ernesto para contarle. No recuerdo exactamente sus palabras, pero su desprecio líquido rezumó del auricular. Aparentemente “Amar en tiempos revueltos” era lo contrario de “Cuéntame” en términos de calidad y objetividad. Igual, me ganó la curiosidad y me puse a verla.

Esa era la primera temporada y aunque me la tragué a la mitad, años después, RTVE la repuso y pude verla entera. Mas que subjetiva, su problema es que estaba plagada de lugares comunes y la trama era ultra previsible. Por ejemplo, Antonio el protagonista (Rodolfo Sancho) era muy sufrido y parecía representar a todos los vencidos del Bando Republicano.

La historia comenzaba con Antonio, el niño pobre enamorado de la rica Andrea (Ana Turpin). La familia de Andrea se opone a esos amores desiguales, ella se busca un novio aristócrata. Antonio se va la guerra. Ahí muere el novio de Andrea. Antonio y Andrea se casan, tienen un hijo y sobreviven. Ok, aquí se acaba la suerte. El matrimonio de ambos es nulo porque no se casaron por la iglesia, el hijo muere.

Antonio es encarcelado, pero sale gracias al sacrificio de Andrea quien acepta casarse con el aristocrático Mario, hermano del difunto novio. No hay tal sacrificio. Mario (Cristóbal Suarez) es guapísimo y muy noble. Andrea se siente enamorada, pero su incapacidad de tener más hijos la hace extrañar al pequeño Liberto (¡qué nombre tan fuchi!).

Entretanto el padre de Librto se pone a trabajar con una estraperlista. La policía los vigila, pero no les pasa nada. Antonio auxilia a un antiguo brigadista que ahora es agente aliado (luego se revelará que trabaja para los rusos), tampoco le pasa nada. Es una visión casi hollywoodense de los peligros de vivir en un país semi neutral, pero con vínculos con el Eje.

Pues Antonio y Andrea descubren que su hijo vive. Mario, que es un santo, adopta al niño. ¿Cómo le pagan Andrea y Antonio? Pues montándole cornamenta de reno lapón. ¡Mario se vuelve maaalooo! Amenaza con quitarles al crio, pero es locura momentánea. Noble hasta el final, el abogado Mario empaca a los adúlteros y a Liberto y los envía más allá del Pirineo.  Mas tarde en la cuarta temporada nos enteramos que Andrea cometió el error de regresar y fue ejecutada.



“Amar” está (al comienzo) basada en una serie catalana llamada “Temps de Silens’ pero carece del compromiso político de esta y no porque retrate a al franquismo con benevolencia, sino porque no sabe hacerlo con seriedad. Le falta la franqueza y humanidad de “Cuéntame” que a ratos también se ponía partisana, pero que era clara en un hecho. Se podía ser apolítico en la España de Franco, pero tarde o temprano, la política te golpeaba la puerta.

Aun así “Amar” ha tenido seguidores fieles que no se despegan de la tele y eso ha conseguido que siga hasta hoy, aunque con nombre diferente y en diferente canal. La serie ha cubierto los cambios sociohistóricos de España desde el 1936 hasta el 1976.

 Toda la acción ocurre en un barrio madrileño, en la Plaza de Los Frutos y el punto en común ha sido el bar “El Asturiano” propiedad de Pelayo (José Antonio Sayagués) y su hijo Marcelino (Manuel Baqueiro). Este último, que en la primera temporada fue camarada de armas de Antonio (y ni sé porque nunca lo pusieron preso) y hasta repartía volantes clandestinos, se ha “despolitizado” con el pasar de los años, más preocupado de problemas personales que de acabar con la dictadura.
Pelayo y su familia

Gracias a esa tibieza política es que “Amar” ha gustado tanto. Sigue las pautas de una soap opera estadounidense, presenta una variedad de personajes, ropa preciosa y la historia española no pasa sino de ser una anécdota. De ese modo ya llevaba siete temporadas cuando los recortes presupuestarios que Rajoy impuso a TVE comenzaron a amenazar su futuro. Milagrosamente fue la cadena rival, Antena 3,  quien acudió en su auxilio. La compró, le cambió el nombre a “Amar es para siempre” y ahí está muy sana llegando ya a la Transición.

A veces a los productores de “Amar en Tiempos Revueltos” les remordía la conciencia de que su telenovela (la dan de lunes a viernes) se concentrara más en el “Amar” que en los “Tiempos Revueltos” Por eso a ratos, sacaba unos especiales más crudos y violentos. El primero, “Flores para Belle”, parecía hecho por Tarentino drogado.  

“Flores para Belle’ era una cursilería y una chulería, un cuento de agentes devotos a la ‘causa” que se visten de alemanes para impedir que los Nazis se lleven un cargamento de wolframio a Berlín. Aparte de hablar del interés alemán por el wolframio español, un tema hasta hace poco desconocido, el cuento solo sirve para mostrarnos a Andrea y a Marcelino como agentes de la Resistencia española (¿WTF?).

“¿Quien mató a Hipólito Roldan?” fue mucho más interesante y mejor hecha y sirvió para mostrar la cruel justicia de los Falangistas aun en contra de uno de ellos. Pero en “Alta Traición” volvimos a los despropósitos. Paloma (Ana Otero)un personaje recurrentetras enviudar deja Inglaterra con su hijo y regresa a España. Ahí se encuentra con una trama hitchcockiana. Primero le roban el bolso con dinero y documentos, luego al detenerse en el camino, le raptan el hijo.

Lo peor es que nadie parece recordar que ella  tenía un niño consigo, la policía cree que está alucinando y Paloma queda a merced de un total extraño llamado Patrick (Gines García Millán) que es el único que (sospechosamente) recuerda al niño. ¿Qué hace Paloma?  Se encama con este desconocido. ¿Querrá agradecerle? ¿No se aguantará la calentura? Que el sexo fuera más importante que su miedo ante esta situación tan rara, y la preocupación por el hijo perdido, me dejaron claro que esta serie era imprevisible e inverosímil.

El ultimo especial giró en torno al retorno de dos personajes icónicos de la serie:  Ana Rivas (Marina San José, hija de Ana Belén y Víctor Manuel) y Teresa García (Carlota Olcina), su cuñada y amante. El romance Ana-Teresa sigue siendo considerado uno de los mejores ejemplos de amor lésbico en la televisión española. Sin embargo, esta historia pudo haber ocurrido en cualquier país (donde no existiera el divorcio) en esa época.

Importante en la trama a partir de la cuarta temporada son los Almacenes Rivas establecidos en un costado de la Plaza de los Frutos. Los manejan Ramon Rivas (Manuel Bandera) y su madrastra Encarnación (Cristina de Inza). Las cosas cambian cuando llega Ana, la única hija de Ramon, y la heredera de toda su fortuna. Ana ha estado estudiando y preparándose para ocupar su puesto en el negocio familiar.

Aunque ingenua y romántica, Ana tiene claro que ser mujer no le impide ser empresaria. Mientras su madre Marta (Cara Sanchis) se emociona porque Doña Carmen Polo visitará su bazar de caridad, Ana quiere saber cómo se sienten sus empleados. Para eso se hace pasar por una dependienta más. Así hace amistad con Manuelita (lItzar Miranda) la mujer de Marcelino, y con Teresa, recién llegada la capital.

En esos días anda un asesino en serie asustando al barrio. Se aparece Héctor, Perea (Javier Collado), un inspector de policía a hacer pesquisas en los almacenes. Ana y Teresa le hacen ojitos y él no sabe por cual decidirse. Héctor es chapado a la antigua y pro-Régimen (peleó por el bando nacional y llama al conflicto “La Cruzada”).
Ana y Héctor

Ana se encama con Héctor, Teresa se entera. Teresa y Manolita se enteran de que su amiga Ana es en realidad su patrona. Ana se entera que Encarnación es su verdadera madre, ya que tuvo amores con su hijastro. ¡Ayy ahora si se viven Tiempos Revueltos!

Las cosas se aclaran, a pesar de que las amigas intercambian fogoso beso que las deja muy confusas. Teresa lo arregla acostándose con Héctor y casándose con él. Ana se hace novia de Alfonso (Alex García), el hermano de Teresa. Sus padres mueren en un crucero. Ana es ahora dueña de los almacenes (no recuerdo que pasó con Encarnación). Teresa espera un bebé. Alfonso, un aspirante a boxeador, se casa con la millonaria, pero es un patán que no soporta la superioridad de su mujer en todo. La humilla, la golpea, hasta la viola.
Ana y Alfonso

Teresa pierde él bebe. Alfonso muere en un accidente, pero ha dejado embarazada a su mujer. Ya es imposible para las cuñadas negar que se gustan, que su amistad es amor y deseo físico. ¿Pero y Héctor? ¿Y el bebé? Ana se pone a beber, se acuesta con un gigolo, fuma como carretonera. Finalmente, hasta Héctor se da cuenta de lo que pasa y noblemente permite que Teresa se marche con Ana y él bebé, Alejandro, a vivir su amor en Santander.

El ultimo especial “La muerte a la escena” trae a la pareja de regreso a Madrid justo cuando Héctor cree renovar su vida junto a Asunción (Nadia de Santiago). Teresa decide darle un regalo, un certificado de defunción falso que la acredita como muerta. Antes sus tumbas, Ana y Teresa se despiden de Héctor quien ahora es libre para casarse de nuevo. Pero esperen que esta fábula tiene moraleja.

 En “Amar es para siempre” la resurrección de los tiempos revueltos en Antena 3 vemos a Asún y Héctor casados, con un hijo, y al frente de una agencia de detectives. Para la segunda temporada, Héctor lee en un periódico que Ana que vivía en la Argentina, ha muerto en un incendio en un hotel de Lisboa junto a su hijo. Teresa, malherida, es llevada un hospital y ahí da su nombre de soltera (o peor de casada). ¡Qué horror, Héctor va a ser acusado de bigamia!

Asún se entera que Héctor le hizo lo que Rochester a jane Eyre, Ayyy. Con justa razón el auditorio gay puso el grito en el cielo. ¿Qué tipo de final era ese para tan linda historia de amor?  Ahora todo se trataba de Héctor y su estatus (hasta el final, Héctor ocultó la orientación sexual de su mujer). Es que esta historia se parecía mucho a la del triángulo de la primera temporada y ahí Andrea moría ejecutada por guerrillera. Conclusión, el adulterio no paga,  menos si ocurre en tiempos revueltos.
Andrea y su puño en alto antes de morir

Entre el Cura y el Marqués
Con “Cuéntame” y” Amar en tiempos revueltos” se dio por bien servida la crónica de vida y sociedad franquista. La Memoria Histórica decidió aplicar el revisionismo  al final de la monarquía. Así nació “La Señora “una belleza de historia que por tres temporadas me tuvo enganchadísima con una historia que lo tenía todo.

Me recordó un poco a “Los Gozos y las Sombras “solo que aquí la acción ocurre en Asturias, pero también es un mundo rural pre Guerra Civil (La acción tiene lugar en los Años 20) y equilibra un retrato/denuncia social con un triángulo romántico tan poderoso y emotivo como el de la trilogía de Torrente Ballester. Antes de ser Sira Quiroga, Adriana Ugarte ya nos había regalado otra interpretación intensa, la de Victoria Márquez, niña bien de provincia. 

Hija de un poderoso hombre de negocios y dueño de minas y astilleros, Victoria es como la princesita de la comarca. Aun así, hace amistad con Ángel, hijo de un pescador. Una amistad que degenera en amor a medida que crecen. Pero Victoria se debe a su clase y se marcha a un internado y Ángel se debe a una promesa del párroco a su madre que le conseguirá un cupo en el seminario. En una época en que la única movilidad social de un campesino estaba en ejercito o iglesia, esta oportunidad no puede ser desperdiciada.

El cuento del cura enamorado (que también aparece en la literatura en Pepita Jiménez, y La Regenta, entre otros) se había vuelto un trope en la ficción de la Memoria Histórica. Ya tuvimos a Eugenio en “Cuéntame que pasó” y al Padrecito Ángel en la primera temporada de “Amar en Tiempos Revueltos”. Ahora se trajeron a Rodolfo Sancho que se estaba convirtiendo en el gran galán de las series de RTVE para interpretar a Ángel.

La primera temporada comienza con Victoria regresando del internado. Se ha convertido en  una chica despampanante y al paso de Ángel le saldrán otros rivales como el oficial Hugo de Viana (Raúl Peña). Ángel, que está a punto de ordenarse, descubre que ama a Victoria, pero ella tiene otro pretendiente que pesa más que los otros, el Marqués de Castro (Roberto Enríquez).

Gonzalo López, Marqués de Castro, es un hombre enigmático de cuyos orígenes nadie sabe y que porta un título gracias a que en España el casarse con una noble hace al marido aristócrata inmediatamente. Gonzalo es un as para los negocios lo que lo lleva a asociarse con Ricardo Márquez, padre de Victoria. Pero cuando este no sigue sus planes, lo mata.

Cuando Gonzalo descubre que su cuñada es la culpable de la muerte de su hijo y de su esposa, la empuja al suicidio. Cuando Pablo, hermano de Victoria, se hace cargo de las empresas de su difunto padre, Gonzalo convence a Victoria que vete al hermano y se haga cargo de los negocios ella. Solo que Victoria es una mujer inteligente, justa y enérgica. Se hace cargo de todo, pero el bienestar de sus mineros y obreros es lo primero.

Victoria y Ángel siguen de romance. Gonzalo usa al hermano anarquista del seminarista para chantajearlo y obligarlo a ordenarse sacerdote. Igual, Ángel y Victoria se dan su rico revolcón. Un incendio casi cobra la vida de la madre de Ángel. Este,  lleno de remordimientos creyendo que ha sido un castigo divino, no se presenta en la iglesia para interrumpir la boda de Gonzalo y Victoria.

La segunda temporada iba camino de ser una sarta de cliché con Victoria rehusándose a ser mujer de Gonzalo, con este encerrándola y portadose peor que El Celoso Extremeño, cuando El Marqués muy listo cambia de tácticas. Arriesga su vida por su mujer, compensa a los mineros, hasta saca a Ángel de la cárcel. Llena de agradecimiento, Victoria le da su noche de amor y varias noches mas.

Aun así, un año después Victoria decide huir con Ángel, pero un mareo le impide reunirse con el cura quien mata a un asesino que le ha mandado Gonzalo y ayudado por su verdadero padre (El Párroco Don Enrique) huye de España. La Tercera y última temporada fue la mejor.

 Tras cinco años de ausencia, Ángel, convertido en legado papal regresa al pueblo. Se encuentra que La Señora Marquesa de Castro, tiene una hija, Aurorita.  Gonzalo es el único mamerto que cree que la niña es hija del cura y no la quiere.

Pasan muchas cosas, pero la más importante es la revelación de la verdadera identidad del marqués de Castro. Resulta que era un gañan, un mozo de taberna que mató al patrón y robó su identidad. Ahora la viuda del asesinado aparece y chantajea a Gonzalo. Victoria descubre la verdad. Apiadada del padre de su hija, le confiesa que nunca lo engañó. Aurora es hija del Marqués.

Gonzalo huye ayudado por Victoria. Pero La Señora es gravemente herida en un derrumbe de la mina y muere en brazos de Ángel que ya colgaba los hábitos por ella. ¡Qué final tan triste! Peor aún, la “viuda” del Marqués quería quedarse on la fortuna y con Aurora. ¡Ay que horror!

“La Señora” fue una serie como D-s manda, bien hecha, bien actuada. Gonzalo era un villanazo, pero caía bien, se le admiraba…a ratos. Lo bueno es que la serie era histórica. Los abusos patronales, el cacicazgo, el auge del anarquismo, la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra de África y los movimientos sindicales eran temas constantes, pero como trasfondo. El personaje de Encarna, una obrera que llega a ser cuñada de Victoria, era la gran representante de las ideas revolucionarias, tan revolucionaria que da asilo al asesino del padre de su hijo y hasta se acuesta con él.

La Republica Censurada
Se habló mucho de que habría una secuela de “La Señora”.  Y eso se creyó seria “14 de abril: La República” pero, aunque se incorporaron personajes antiguos como Hugo de Viana, ahora convertido en el ejemplo del militar antirrepublicano, la odiosa de Encarna y el pesado de Ventura, la serie sigue por otros caminos. Eso a pesar de que su primer capítulo gira entorno a la exhumación del cadáver de “Ramiro Villaseca” ósea de Gonzalo.
Los protagonistas de la censurada República

Yo me harté de ver la serie y la dejé, pero ahora me entero de que en algún momento Ángel, quien está criando a Aurora, llega a Madrid en busca de Gonzalo. Hay un encuentro entre los tres hombres que amaron a Victoria: Gonzalo, Ángel y Hugo. El ex Marqués muere a manos de este último. Antes se entera de que provocó la muerte de Victoria y que Aurora crecerá creyéndose hija de Ángel.

Pero “La República” se ha hecho famosa por otro motivo. La segunda parte aun después de anunciada nunca vio la luz. No sorprendió a muchos puesto que sus ratings eran  bajos para un programa nocturno. Ahora, han salido diciendo que el gobierno de Rajoy impidió su salida al aire, que fue censurada. Con ese rotulo de serie proscrita, la Segunda Temporada de “La República” debutaba por fin en noviembre del 2018 y ¡oh sorpresa! nunca superó los 8 puntos de rating. ¿Tal vez fue censurada por mala?

Ava Gardner a la española
Entretanto Movistar se ha puesto a hacer series propias y entre ellas un par de dramas de época que discutiré en otro post. La que tiene cupo aquí es la estrambótica “Arde Madrid”. La premisa era genial, la vida de Ava Gardner (y amigos) en el tiempo en que la diva vivió en Madrid (1961). Además, decidieron enfocarla desde un punto de vista totalmente diferente, del de la criada de la actriz que es una infiltrada de los servicios de inteligencia franquista.
Ava Gardner cuando vivia en España

Ni Debbie Mazar se parece a Ava ni Rebeca Lutu se parece a Marisol

La idea de ver el shock cultural que tiene lugar cuando una solterona católica y reprimida es expuesta a un estilo de vida desinhibido como el que llevaba Ava era tremendamente novedoso pero la producción cometió varios gafes. Primero el convertirla en comedia, hay que tener mucha experiencia y juicio para convertir un tiempo revuelto en algo cómico y aquí no los tuvieron. Como es de solo media hora cada capítulo quedaba a nivel de sitcom, incapaz de ofrecer una visión histórica ni de esa España ni de la vida de Ava Gardner que no pasaba de ser una caricatura



¿Luego a quien se le ocurre que en la misma serie donde sé afea a una guapa como Inma Cuesta se traigan a una fea como Debbie Mazar para encarnar a una de las mujeres más bellas del cine? Para colmo, grabaron la serie en blanco y negro. ¿En qué cabeza cabe? Si la idea era mostrar lujo, belleza, excesos, todo en contraste con la realidad gris y cotidiana del mundo exterior.  Además, devienen en ese discurso que pasa por feminismo de que el mayor logro de una mujer (y parafraseo a los productores) es no ser “sexualmente analfabeta”.
Inma Cuesta haciendo de fea y Debbie Mazar haciendo de guapa

 Por suerte, esta serie solo pueden verla los subscritores de Movistar, aunque la publicidad te la vende como si fuera material de Emmy. La serie ya se ha ganado tres premios, pero si le regalaban galardones a “Águila Roja”… yo ya desconfío mucho de los premios españoles. Curiosamente, ha sido en mayo recién que han anunciado que no habrá segunda temporada “Paco León (actor y productor) ha dicho que serie “los ha desgastado” a él y a su socia Ana R. Costa.

Cuando Me Too se Convierte en la Nueva Memoria Histórica
Aun recuperándose de la censura, RTVE volvió a la carga con otra serie de época. Esta vez se eligió un área histórica neutral: 1913-1916, pero el enfoque también debería ser revolucionario: los derechos de la mujer. No es coincidencia que” Seis Hermanas” debute en el 2015, el año en que nace el movimiento MeToo.

La historia es muy original. Tras la muerte de un poderoso empresario, sus hijas se dan cuenta que, debido a leyes y prejuicios de la época, no podrán manejar los negocios del padre. Como solución, ocultan la muerte de su progenitor, fingen que se ha ido de viaje y así se hacen cargo de los negocios. Las seis hermanas corresponden a diferentes tipos de mujer y cada una es dotada de una personalidad definida.  Tenemos a la aristócrata adultera; a la ambiciosa que se debate entre dos hombres;  la empresaria nata; la artista que quiere cantar en público; la maestra con conciencia social que descubre que es gay; y la niña mimada.

TVE intentó algo novel, lanzar “Seis Hermanas “en primetime. Fracaso total, el futbol se la comió. Hubo que bajarla a la sobremesa donde fue vencida por otro producto de época, “El Secreto de Puente Viejo”. Aunque “Seis Hermanas” tenía un precioso vestuario, sus intenciones de ser la “Downton Abbey” española quedaron truncas. Las pobres actuaciones y los diálogos miserables no permitieron nunca que los personajes fueran multidimensionales o transmitieran emociones que atraparan al público. Después de dos temporadas, cerró sin haber alcanzado cifras de dos dígitos.

RTVE no escarmentó. Querían aprovechar el auge del Me Too. Querían aprovechar el agitamiento social provocado por el crimen de la Manada. Pero en vez de hacer una serie moderna que tocase temas de actualidad, tuvieron la idea peregrina de trasladar conflictos presentes a un espacio de provincia de los Años 20. 

No voy a comentar más de lo que hice en mis reseñas de la Primera Temporada de “La Otra Mirada”. La obsesión por el presentismo los llevó a pasarse por la cola las leyes de la época y arruinar a personajes históricos como Maria de Maeztu y su obra. Como dijo una fan en ese tiempo las mujeres tenían problemas, “pero no como los muestra la serie”.

La gran ironía es que “La Otra Mirada” que nunca superó el 10% de audiencia ameritó una segunda etapa. A pesar de que esta vez se intentó hacerle un poco de propaganda y comenzó con un 10% de audiencia, al sexto capitulo ha bajado al 8%. Ni el regreso de una Angela embarazada (tal vez para compensar el aborto intencional de Flavia) ha evitado la fuga de espectadores. Ahora que ha acabado salen diciendo que era “una serie al servicio público”. WTF? El único servicio público que puede tener un drama de época es ayudar a maestros de historia.

Es que la serie ha fracasado en todos los frentes donde ha intentado batirse: en el cuento de misterio, en los amores lésbicos de Angela y Paula y en un feminismo que no cuadra porque es anacrónico. Triste, porque fue una época de batallas e intentos de superación de la mujer española que merecían ser recordados.
Ni en mi época se permitia a una maestra , por muy casada, lucir panza de embarazada

Muy diferentes han sido los enfoques de esa era en otras productoras. Por ejemplo, Bambú quien ya traía éxitos de época como “Gran Hotel” y “Velvet” (que discutiremos con la formula del espacio claustrofóbico) le apostó a una serie en los Locos 20, con mujeres protagonistas, con vestuarios esplendorosos y con mucho romance. Solo, y he aquí la novedad, “Tiempos de Guerra” trataba todo esto en un marco, ni siquiera trasfondo, totalmente masculino, la experiencia bélica.

Es cierto que este homenaje a las “Damas Enfermeras” fue un culebrón total, muy parecido al “The Crimson Field” de la BBC, lleno de clichés y situaciones inverosímiles: las rivales oportunamente mueren al final; Julia ha luchado tanto para ir a buscar a su hombre al África y acaba enamorándose de otro, etc.
Julia fue a Africa por Andrés y lo dejó por Fidel. 

Lo bueno de “Tiempos de Guerra”que sigue cosechando un público internacional vía Netflix,es que cumple con los tres  requisitos necesarios de la buena ficción histórica: personajes ficticios redondos y queribles (sobre todo aquí en el personaje de Magdalena);  lección de historia hasta ahora desconocida para el espectador (todos corrimos a la Wikipedia a ver qué era eso de la Guerra del Rif); y  el rescate personajes históricos humanizándolos, aquí eso ocurrió con la Reina Victoria Eugenia y con el maravilloso retrato que Alicia Borrachero hizo de La Duquesa de la Victoria.

Y yo creo que con eso se cierra el tiempo de la Memoria Histórica. En cambio, otros momentos de la historia peninsular si han sido recordados y con mucha gloria y eso veremos la próxima semana.

ADDENDUM: Yo creo que el problema de la memoria histórica y su revisionismo es que cae en maniqueísmos y revisionismo partisano. Ni hablar de la abundancia de personajes unidimensionales. La salvación seria usar una base literaria fuerte que es lo que ha funcionado en el pasado. Por ejemplo, adaptar una trilogía como la que inicia con Los Cipreses Creen en Dios de Jacinto Gironella. Ya oigo alaridos de “libro fascista” pero no lo es. Es menos tremendista que Madrid: de corte a checa de Agustín de Fox y menos maniqueo que La enfermera de Brunete. Además, cubre los últimos años de la Republica, la Guerra Civil y la posguerra y tiene lugar en Cataluña.

Por otro lado, también se puede apelar a libros de historia. Ya que tanto gusta el rufián de Paul Preston, se podría dramatizar su Doves of Spain (Palomas de Guerra) : cuatro biografías de mujeres involucradas en la Guerra Civil, dos de cada bando, y dos de ellas extranjeras.


Otro proyecto que sueño con ver en pantalla, pero creo que mejor quedaría en manos extranjeras es Hotel Florida de Amanda Vaill. La historia de tres parejas que se pasaron la Guerra de España en el Hotel Florida en Madrid: Arturo Barea y quien sería su esposa, llse Kulcsar; Robert Capa y Gerda Taro; y Ernest  Hemingway y Martha Gellhorn. Ciertamente estaría mucho mejor que la hedionda película de la HBO “Hemingway and Gellhorn”.