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martes, 9 de mayo de 2023

El Que Mucho Abarca… Segunda Temporada de Perry Mason aburre con poca trama y mucho wokismo

 


Tras dos capítulos de esta segunda entrega, no sabía qué era más laborioso, si engancharme con una trama caótica o impedir que mi hermano se quedara dormido de aburrimiento. Con excelente reparto y una respetable atmosfera de época, Perry Mason sufre de un mal contagioso: libreto chapucero. Al menos ya para el segundo episodio, se sabe de qué se va a tratar este caso que el bufete Mason-Street ha tomado: el asesinato de un importante empresario del que acusan a los Hermanos Gallardo, un par de mexicanos marginales. El error es que el argumento se enfoca más en las vivencias personales de los personajes principales,  que en lo que ocurre en tribunales,  llegando a olvidarse que este es un noir legal.

Gato Rafa decía que tal vez el problema con esta serie,  lenta e inconexa,  es que se demoraron mucho en traernos una segunda parte y se perdió el hype que suscitara la Primera Temporada. Yo prefiero culpar a un libreto mediocre en donde se privilegia la diversidad antes que un cuento bien narrado.

Ya vemos eso en el primer episodio. Un Paul Drake desempleado celebra su fiesta de cumpleaños en la casa de su cuñado donde están de allegados Los Drake. Aparece Perry Mason que, cortésmente,  se queda en la calle como temeroso de acercarse a una festividad donde sería el único blanco. Clara le pregunta al marido porque no ha invitado a su ex jefe, pero Paul Drake es un personaje que representa los ideales de la nueva militancia BLM: no se Junta con los blancos, no recibe nada de los blancos, los deprecia. Finalmente,  va a la acera e interpela al abogado. Aquejado de lo que en wokismo se conoce como White Guilt (sentimiento blanco de culpa), el abogado intenta hacerle un préstamo que el ex policía rechaza.



Perry entonces le consigue un trabajo como espía y fotógrafo de Pete que ahora trabaja para el fiscal Hamilton Burger. Pete  sigue siendo mi personaje favorito porque, aunque oscuro,  es genuino. Necesita que Paul ingrese en un hotel de Perkins, un importante empresario afroamericano,  y documente con fotografías las actividades irregulares de este señor . Pues Drake descube que el empresario es un prestamista y traficante de licor (estamos en el último año de La Prohibición),  pero agrega que es buena persona ya que su dinero es empleado para ayudar a la gente de su comunidad.



Esto no impide que la Fiscalía arreste al empresario. Paul Drake monta en colera : acusa a Pete, acusa a Perry (que ni sabia en qué consistía el trabajo)  acusa al Establishment blanco de haberlo traicionado forzándolo a delatar a “uno de los míos”. . ¿A ver,  Paul Drake tiene ocho años?

Cuando aceptó el trabajo conocía las posibles consecuencias. ¿Acaso creyó que convencería a Pete  de no arrestar al empresario por ser este un pilar de la sociedad afroamericana? ¿Acaso se tomó en cuenta todo lo que Bill Cosby había hecho por su comunidad cuando lo declararon culpable? Si Perkins fuera una blanca paloma nadie lo hubiese arrestado. Por supuesto que era/es más fácil arrestar a una persona de color que a un blanco prominente y poderoso, pero eso no lo exonera de sus actividades delictivas.

Cuando Mason y Della solicitan los servicios de Drake este dice que no puede confiar en ellos y Perry humildemente concuerda en que no son dignos de confianza. Esto es tan estúpido como increíble. En medio de esa terrible Depresión, nadie iba rechazar un empleo legal y regular por militancias que desaparecen cuando no hay comida en la mesa familiar.



No sé qué sea más irritante si la acusaciones de Drake o los remordimientos de Mason. No solo es lo que ha hecho con Drake loque lo atormenta. Emily , su clienta de la primera temporada, se ha suicidado y Perry carga esa culpa innecesaria sobre sus hombros. El primer episodio lo trae borracho cayéndose de una motocicleta y yendo a llorarle a Lupe porque ha convertido la casa de sus padres en un bar.  No puedo tenerle lástima.  Le remuerde la conciencia debido a culpas que no le corresponden, pero no tiene empacho para envenenar innecesariamente a un inocente perro.



El detective-abogado llega sucio y sin afeitar a la corte y gana un caso de la manera más truculenta y aplastante, irritando a Della quien se ha pasado noches enteras preparando un alegato menos implacable, pero que no hubiese beneficiado a su cliente. Y es que, durante este periodo,  que trae a Mason en un purgatorio personal, es Della quien se ha hecho cargo del bufete. Ella es quien ha contratado una secretaria (china,  por supuesto) quien consigue clientes y los entrevista. Para ser francos, Della Street es la protagonista esta temporada, y posiblemente el personaje más interesante y mejor logrado.



Sabemos que es importante, porque se cambia cuatro veces de vestuario en cada episodio. La humilde secretaria del comienzo se ha vuelto una experta diplomática y mujer de sociedad porque consigue clientes, e información sin dejar de ser una dama. Es refinada tanto en una velada musical a la que acompaña a Hamilton Burger, como en un match de boxeo donde la lleva Anita, su nueva conquista. Increíblemente elegante es su primer encuentro con este espíritu libre inspirado por Anita Loos y eso que tiene lugar en un tocador de señoras. Aunque un estándar de la ficción gay son estos encuentros clandestinos en baños, aquí se la arreglan para hacerlo glamoroso y sensual sin que intercambien ni un apretón de manos.



Si me detengo en esta descripción porque es lo más claro en una oscurísima trama y tal vez lo único agradable,. A pesar de que hay comentarios del público que desaprueban que la recta Della le ponga los cuernos a Hazel. La famosa escena resultó un reverso del cliché, no solo porque la tensión sexual fue intensa haciendo innecesario un contacto físico, pero también porque como todo con el personaje de Juliet Rylance, fue elegante. La ropa, la conversación llena de doublé entendres y hasta la iluminación de las lamparitas del tocador con sus pantallas rosadas.



Eso aporta más  atmosfera de época que la banda sonora de jazz callejero o las visiones de una Los Ángeles poco atractiva y oscura aun a la luz del día. El problema de iluminación nos recuerda a City of Àngels con la que también comparte otra similitud: el mal uso del tema latino.

Curioso porque Tim van Patten se ha desligado de la dirección que ha caído en manos latinas: la Latinx Nina López Corrado, productora de El Mentalista, el brasileño Fernando Coímbra y mi compatriota Marily Rivas. Sin embargo, uno de los grandes problemas de esta temporada está en el libreto que ha caído en manos de Jack Amiel, autor de la infame The Knick.

Amiel y su equipo han llevado a la pantalla latinos miserables, incapaces de hablar el idioma y victimas del sistema. Aunque si bien es cierto que California tiene, hasta hoy, un récord de abusos en contra de la población hispanoparlante (que estaba ahí antes que los Anglos) cansa esta imagen de vagabundos siempre al borde de la delincuencia. Si hasta en Wednesday se describe a la Abuela Addams como una estafadora y a Tío Fester como un forajido fuera de la ley.



No soy la única descontenta con el rumbo que ha tomado la serie. Gato Rafa anunció que, si no se ponía mejor, más clara y específica,  para el cuarto capitulo,  la dejaba de ver. Mi hermano señaló que el gran problema está en un argumento incoherente cuya primera misión parece ser el espacio que ocupa cada actor en pantalla. Eso convierte a  Perry Mason en una serie de viñetas, muchas totalmente innecesarias que nos presentan personajes nuevos sin explicarnos su importancia.

Para el  tercer episodio sigo sin saber quién es Miss Lawson o porque le reventaron la cabeza a Harry Goldstein. Lo único invariable de este narración es que los ricos son sádicos perversos, que uno de ellos puede haber matado a McCutcheon, y que los pobres son oprimidos y patéticos, el más patético es , como siempre Perry Mason.



Contenido Violento o Gory: Un factor constante de la serie es que en cada episodio tendremos gore, sea un cadáver con un balazo en el ojo al final del primero;  Harry Goldstein con la cabeza prensada como una uva en el siguiente;  y en el tercero, Lidell McCutcheon le rebana la cara a un imprudente que vino a cobrarle una deuda .

Contenido Sexual y Desnudos: Curiosamente la woke Perry Mason tiene algo en común con las conservadoras series del Oeste de Taylor Sheridan. No hay sexo gráfico y muy pocos desnudos. Cuando Catherine Waterston, la nueva pareja de Perry va a su departamento por primera vez no los vemos ni besarse. Tenemos que adivinar (como en una novela victoriana) que han tenido un match en el ring de cuatro patas. En el próximo episodio los vemos en paños menores, escena muy poco atractiva. A Della y  Anita las vemos besarsevestidas con las colinas angelinas de fondo y luego Juliet Rylance se levanta totalmente desnuda de una cama para ir a encontrarse con su amante (ambas en bata) que hace Huevos Rancheros en la cocina.



Factor Feminista:  Toda la serie se centra en Della,  en su sentido común, su sentido de justicia, su lado practico y el diplomático que le permite conseguir clientes y tratar con ellos. Vemos también mujeres que surgen de la nada. Lupe que maneja su propio negocio y que es la contraparte de las vulnerables mujeres Gallardo. Anita,  espíritu libre que supera convencionalismos y tabúes para dedicarse a lo que le gusta,  y la millonaria Camilla Nyrgard que ha llegado alto sin necesidad de los hombres y que le señala a Della que no debería cargar a un lastre como lo es el temperamental Perry Mason.



Factor Diversidad: Mexicanos, negros, lesbianas, sus historias ocupan mucho tiempo en pantalla ¿pero avanzan realmente la trama? Hay una secretaria china que está ahí nada más que para llenar la cuota de asiáticos en la serie.



 

jueves, 19 de mayo de 2022

Diversidad y Feminismo en Julia: ¿Cuan Woke era la Gran Chef? (II)

 


Al ser una producción de la HBO, Julia debía, por fuerza,  adherirse a las reglas de la Era Woke. Me interesaba ver como las manejaría Daniel Goldfarb quien ha estado involucrado en la popular serie The Marvelous Mrs. Maisel. Aunque ahí el mal uso de la diversidad tiene como mayor culpable a Amy Sherman Palladino,  en Julia Goldfarb es quien lleva la batuta y la lleva mal. En lo que se refiere a rumores tales como la homofobia de los Child o el supuesto lesbianismo de la chef, Danielito vuelve a hacer de las suyas respondiendo dudas con mentirijillas dignas de Weiss&Benioff.

¿Fue Julia Injusta y Racista con Alice?

Comenzaremos con el tema de la diversidad racial. Tal como era Cambridge en ese entonces, la serie es inmaculadamente blanca, con la excepción/inserción del personaje de Alice Neman, graduada de Oberlin, franco parlante, y que, como Julia Child, ¡ha estado en Paree!

Alice es el gran apoyo de Julia en la WGBH. Ella representa un arquetipo de estos dramas culinarios, el personaje que impulsa a la cocinera mágica a crear y termina convirtiendo la gastronomía en una religión de la cual la chef es la gran sacerdotisa. El problema, y ya se han elevado críticas, es que Alice es una mujer afroamericana y no lo parece. 



Su condición femenina la hace objetivo de machismo accidental e intencional, algo que entienden Julia y sus seguidoras, pero su color pasa desapercibido.  Lo cual es irreal en el Estados Unidos, de comienzos de los 60, enfrascado en la batalla de los Derechos Civiles.





Sin embargo, en el quinto episodio (el peor de la serie) ocurre algo inaudito en esta Era Woke, de Black Lives Matter y ataques contra la “Fragilidad Blanca”.  The French Chef ha recibido un alza de presupuesto y Alice una mínima promoción que le otorga un poco de poder. Su primer paso es contratar ayudantes profesionales que reemplacen a señoras de buena voluntad como Avis y Dorothy. Recordemos que, en el mismo episodio, Dorothy abandona el plató y Mrs. De Soto, que detesta las mollejas, se las encaja a la productora para que las lave. Alice tiene sobrada razón para buscar auxiliares más responsable, pero Avis resiente la medida y va a quejarse con Julia.

                    Avis le hace asco a las mollejas

Esta se aparece en la oficina de Alice y,  con la sutileza de un mastodonte,  le lanza un regaño que hace llorar a Miss Naman, recordándole quien es la puta ama ahí y como la productora se está tomando atribuciones que no le pertenecen. Solo faltó que le gritara “¡Ya negra atrevida, vuélvete a tu fogón!”. Que Julia (cuyo corazón era de mantequilla) acabe consolando a su productora, y en un gesto de “Gran Salvadora Blanca” le otorgue a Alice el puesto que otros le niegan,  no borra esa imperdonable escena. Es extraño que Alice Burton, en su recap de Vulture note el racismo de un carnicero que atiende a las blancas ante que, a Alice, pero no repara en este intercambio Child vs Naman.

              El carnicero atiende a las blancas e ignora a Alice

Julia en el País de los Gays

En el cuarto episodio, promoviendo su libro y programa en San Francisco, Julia se encuentra con su gran amigo y colega, el famoso James Beard. Se van de parranda y acaban en un bar gay donde Julia, un poco incomoda, conoce a Coco Van, un transformista que la idolatra hasta el punto de imitarla. La noche acaba con Julia, bastante achispada, en el escenario cantando a dúo con Coco.

                           ¿Cuál es la verdadera Julia Child?

Se ha hablado mucho de si tal suceso ocurrió o pudo ocurrir. Julia Child era un producto de su época, sabia de la existencia de los homosexuales, pero no era un tema que le interesase discutir ni en público ni en privado. Aunque consciente de que Beard era gay nunca lo reconoció ante el chef. 

Debido a eso, es casi imposible que la hubiese llevado a ese tipo de bar, no por ser un sitio impúdico, sino porque (algo que pocos saben o recuerdan)  la actividad homosexual en Los 60 estaba legalmente prohibida tanto en USA como en el resto del mundo. Estos bares clandestinos eran solo conocidos por sus clientes exclusivos y se tenía mucho cuidado sobre quienes sabían de su existencia y de qué tipo de gente venía a ellos.

Hablando de la heterosexualidad de la cocinera,  su tamaño, aspecto masculino y el haber perdido su virginidad después de los treinta años, hizo que los prejuicios de su época especulasen sobre su orientación sexual. Vale decir que las acusaciones de lesbianismo (y entonces eran acusaciones difamatorias)  siempre vinieron de sus contrarios homófobos. La serie, sin embargo, saca a relucir un suceso inventado.

                            La problemática Iris

En una reunión en Smith con ex condiscípulas, Julia se encuentra con una compañera la que le cuesta identificar. A solas, Iris admite ser lesbiana y agradece a Julia haberla ayudado a salir del closet. Julia está estupefacta y aún más cuando la amiga le recuerda una noche en su adolescencia y que estando borrachas,  se lanzaron al rio desnudas. Como Julia ha bloqueado totalmente la experiencia, y como Iris es muy imprecisa sobre lo que pasó, no sabemos exactamente cuál fue la participación de la chef en este despertar sexual de su ex compañera.

En esta época en que todos parecen (menos Servidora) haber tenido alguna experiencia homosexual, no veo esta invención intercalada como difamación. Por el contrario, creo que este episodio fue embutido para borrar la imagen de Los Child como “homófobos” que han adquirido gracias a entrevistas con amigos y libros y documentales.



 Lo cierto es que si bien (como casi todos los de su generación) el matrimonio no consideraba la homosexualidad un tema de conversación prioritario, el gran cambio ocurrió a mediados de los 80. Tras perder un amigo cercano debido al flagelo del SIDA, Julia Child se embarcó en una militancia que buscaba soluciones, cura y dar información sobre el HIV. En esa militancia abogaba también por los derechos de la Comunidad Gay.

El Club de La Misandria

He dejado para el final este tema puesto que es complicado asociar a vida de Julia con un feminismo militante, y la serie no nos ayuda. Por un lado, tenemos esa “Confederación de Mujeres” que intenta proteger a Julia, pero que a ratos se ve como una combinación de autoayuda con una adoración condicional de un ídolo que todas creen de su propiedad. Esta competencia lleva a la “red de estrógeno” a ser rivales entre ellas, y (¡horror!) ver a Paul como un rival que hay que sacar del camino.



Vemos a Avis gruñirle a Paul en cada encuentro, a Alice ponerle caras,  y hasta Judith se indigna al saber que tendrá que pasarse las vacaciones en la cocina con el marido de su amiga. En realidad, fueron Julia y Paul quienes efectuaron los experimentos para hornear pan. Judith no tuvo nada que ver. Irónicamente, ella escribió un libro de cocina The Book of Bread ydoble ironíalo escribió con su esposo (¡!!)

                         Paul y Judith intentan hornear baguettes

Por décadas he oído a machistas decir que “las amigas de una novia/esposa solo sirven para separar parejas”. Esta serie no desmiente ese prejuicio. Es una suerte que estos eventos no ocurrieron en la vida real porque no creo que ni un matrimonio tan bien avenido como el de Los Child hubiese soportado esos celos negativos.

                       A Judith no le gustó la idea de cocinar con Paul

Para ser francos, Julia no está dirigida ni a un público feminista ni a un público joven. No hay nada en ella para atraer a Millenials y Zetas. Entonces hay que aceptar que su público somos nosotros, los que crecimos con Julia Child en pantalla de viejos televisores, los que aprendimos a cocinar con ella, los que nos reímos de ella y con ella, y al final aprendimos a admirarla. En ese marco, reconozcamos que el argumento tiene pantanos de mentiras y absurdos. Evitemos caer en ellos.

¿Fue Julia Child un Obstáculo para el Movimiento Feminista?

No podría terminar de hablar sobre el ángulo feminista de Julia sin meterme en el penúltimo episodio.  Disculpen los spoilers. En este capítulo titulado “Foie Gras”, Julia viaja a Nueva York como invitada de honor de una cena de gala en el Waldorf Astoria para honrar a los achievers de la PBS

Antes la chef tiene un cena en Lutece con Judith y Blanche Knopf. Este es el primer round de la cocinera con un tipo de mujer de carrera, ejecutiva/empresaria,  que no la ve con buenos ojos.  Blanche,  molesta con la lentitud del libro de Julia y con el tiempo que Judith le dedica, aprovecha de humillar a su clienta dándole cocotazos donde más le duele: su cocina, su comida, su exuberante personalidad. Como si el bullying judío no fuese suficiente, llega el chef André y medio en broma, medio en serio suplica a Julia que no estimule a las mujeres a ser maestras de cocina ya que les quitarán el empleo a los hombres, además, la mujer francesa nunca llegará a ser chef.

                         Tenso almuerzo en Lutece

Blache compara el foie gras con el higado picado que su madre preparaba para Pesaj

Con esto en mente, en la gala, Julia hace un discurso en el que afirma no cocinar para los maestros de la Haute Cuisine, sino para amas de casa. Su meta es liberarlas llevándolas a un viaje de conocimiento que expandirá sus horizontes. Aunque todos aplauden, a Julia le llega un baldazo de agua de parte de nada menos que Betty Friedan. Aunque este es otro encuentro inventado, sabido es que esa ola de feminismo,  semi fundada por Friedan y sus cómplices,  odiaban la cocina viéndola como parte de la esclavitud a la que se sometía las mujeres.



Eso es lo que expresa la autora de The Feminine Mystique , quien con la famosa estridencia Friedan (Oy cuando las judías nos ponemos histéricas ...)  acusa a Julia de sabotear al movimiento feminista encarcelando a las mujeres en sus propias cocinas. Aunque tanto Paul como Russ defienden a la chef,  Julia, al borde de las lágrimas,  se refugia en el lobby donde es consolada por el mismísimo Mr. Rogers.

        Russ Morash defiende a Julia
             Y Mr. Rogers la consuela

No hay un récord histórico de que este encuentro haya tenido lugar, pero sabemos que Friedan detestaba tres cosas: lo burgués, el glamur (de ahí su eterna rivalidad con Gloria Steinen) y cosas de chicas (“girlish thngs”) .  Julia Child representaba las tres cosas. En otras palabra lo que hoy llamarían “privilegio de mujer blanca”; una actitud frívola hacia la opresión que sufrían las mujeres que carecían de padres millonarios, maridos comprensivos y redes de apoyo..

           Friedan al borde del ataque de nervios

En la miopía propia del faux feminismo, mujeres como Betty Friedan no tuvieron la visión para ver el alcance de la contribución de Julia Child. Una contribución francamente feminista. Aunque este artículo de Sadie Stein para Jezebel lo explica muy bien, hay cosas que quedaron en el tintero y merecen ser estresadas:

A)    Gracias a Julia Child, muchos (incluso las que odiamos el trabajo doméstico) encontramos terapia y empoderamiento en nuestros fogones. Hoy en día, pocas mujeres cocinan por obligación o porque deben alimentar a sus familias. Hoy cocinamos para amigos o para nosotras mísmas. Es una manera de   crear nuestro propio “arte” como quería la gran chef.

B)    Friedan,  ocupada en escuchar su propia voz estruendosa,  no repara que, para ser 1963, Julia Child es una pionera en la creación de programas femeninos, enfocados desde una óptica femenina y que generan empleo para otras mujeres, incluso de color como Alice . Algo que me gustó mucho fue cuando Russ se conecta con una documentalista sureña, la mujer (que es afroamericana) admite admirar a Julia y preparar sus platillos. Ese fue otro logro del Master Chef, superar las vallas de color que dividían al país e interesar a todas las mujeres (y a algunos hombres) en aprender a hacer estos platillos complicados, pero sabrosos. Además, tal como dice la chef, cocinar es una experiencia que nos adentra en otras culturas…



C)     Mrs. Child también inauguró caminos para nuevas profesiones en las que descollarían las mujeres desde abrir sus propios restaurantes hasta hacer carrera de nutricionistas; desde el catering hasta los programas de televisión, los libro de cocina, lo blogs como el de Amy Addams en Julie y Julia. Por sobre todo demostró que la gastronomía también es una arena donde pueden luchar las mujeres. Sin Julia Child no existirían Nigella, ni Padma, ni Martha Stewart, ni muchas otras famosas chefs.



D)      Betty Friedan siempre entró en conflicto con Gloria Steinen acusándola de ser una feminista “glamorosa”. Hizo declaraciones de haber sido apantallada por Gloria porque la Steinen era más guapa y lucia mejor en las portadas. ¿Entonces porque no reparó en que Julia, grande, torpe y cincuentona, era totalmente lo opuesto a las sexy y curvilíneas estrellas de televisión de la época?  Otro tabú que Julia Child destruyó fue ese. Su show abrió a puerta a programas presentados por mujeres mayores y que no representaban los cánones de belleza imperantes. Julia lo dice en su primera reunión con los ejecutivos de la WGBH: “sé cómo luzco. Me miro al espejo todas las mañanas”, pero agrega “la ventaja de lucir como yo es que desde temprana edad aprendí a no aceptar un ‘no’ como respuesta”.

 




Recuerdo haber visto desde mi ventana pasar a Betty Friedan. Ella tenía una amiga que vivía en Parkway VIllage,  la comunidad donde yo crecí. Un día mi hermano me dijo “esa es Betty Friedan”. Yo la miré,  avejentada, feúcha, mal arreglada y arrastrando las patas,  y le dije a mi gata Reyna que estaba fisgoneando como yo  “no quiero ser como ella”.  Es cierto, en cambio sí me hubiese gustado ser como Julia Child.

                                       Betty Friedan en su vejez

¿Antes de esta serie, habías oído hablar de Julia Child? ¿Cuál ha sido tu programa favorito de esta gran chef? ¿Qué aprendiste a cocinar con ella? Yo hasta hoy día hago un muy buen Boeuf Bourgognon (sin tocino) y un tarta de peras que descubrí en su show.

 

 

miércoles, 18 de agosto de 2021

Diverso y Woke, el Refrito de “Gossip Girl” no Pasa de Ser un Mediocre Fracaso

 


Un error del Reboot de” Gossip Girl “es insistir en que es una secuela de la otra. La original tenía muchas fallas, muchas locuras escandalosas, pero le sobraba lo que le falta a esta: glamur. Y nunca fue sórdida que es el calificativo que mejor le cuadra a la nueva. Sobre todo, nunca aburrió con una chabacanería que ofende al público (el pensante).  Ni con sus alardes de wokeness, esta “Gossip Girl” puede disimular una historia de mal sabor y mal olor que de pronto, a partir del capítulo cinco, vira de rumbo, retrocede y los personajes dejan de ser quienes creíamos que eran.

A medida que llegaba al final del capítulo mencionado, yo me preguntaba qué estaba viendo. Comprendo que el maestro acosado de pronto se vuelva un villano (y argentino, más encima) ¿pero que su acosador, un pansexual drogadicto y depravado, se convierta en la inocente presa de un pedófilo? ¿Que la idiota de Audrey se pase cuarenta minutos ninguneando egoístamente a su madre y de pronto en medio de una borrachera caiga que es ella es la culpable de sus  desavenencias?  ¿Justo cuando empujó a Kiki al suicidio? ¿Y desde cuando Gossip Girl quiere “ayudar” a sus víctimas?

¿Acaso Joshua Safran y su equipo presentían la lluvia de reproches que les caerían de parte de críticos y espectadores y trató de hacer un pequeño experimento social con el público?  ¿Una especie de sueño como en “Dallas”?  ¿Y se supone que debamos olvidarnos de los cuatro episodios anteriores donde denigraron a los maestros, a los latinos,  y expusieron las falencias de ser criados en un matrimonio gay?



La Fórmula Wharton-Fitzgerald

Todo comenzó con la inepta campaña del mercadeo que precedió a la serie. “Gossip Girl” resucitaba, pero más diversa, mas woke, más actual. Ya con eso sabíamoslos verdaderos fans que esto no iba a resultar. La esencia de “Gossip Girl”, el secreto de su éxito fue hacernos creer en una fantasía antigua que aparentemente ocurría al final de la primera década del siglo XXI, pero que bien pudo tener lugar un siglo antes.

A pesar de estar inspirados por la serie de novelitas juveniles de Ceciliy von Ziegesar, la verdadera madre de GG fue Edith Wharton. Originalmente se pretendía que el triángulo Olenka-Archer-Welland fuese recreado por Serena- Nate-Blair. A medida que los personajes se le escapaban a Joshua Safran de las manos, Blair pasaba a ser propiedad de Chuck Bass y Dan Humphrey adquiría poder, la serie tomaba otro rumbo.

                  Blair y Dan en una adaptación teatral de "The Age  of Innocence"de Edith Wharton

Serena dejó de ser la damisela inocente, pero calumniada de la Nueva York de fin de siecle, para ser una jazz baby a lo Daisy Buchanan con Dan convirtiéndose en la quintaesencia del Gran Gatsby.  Eso hacía que GG se sintiese nostálgica de un mundo que sus espectadores solo conocían de sus clases de literatura.

Tal como la telenovela alcanzó su cúspide promoviendo valores ya obsoletos en el mundo real, GG nos hizo creer que aun en la Era de Internet existía una clase social en el Upper East Side de Manhattan que vivía de acuerdo con códigos antiguos. Otra gran influencia en la serie fue la “Metropolitan” de Whit Stillmann, que, aunque tiene lugar en 1990, huele a baúl antiguo. Stillman siempre ha dicho que el filme fue una búsqueda proustiana de su pasado de la Era Kennedy cuando las fiestas de debutantes y el poder del “Old Money” todavía pesaban.



Hoy, Old Money en Nueva York es la Tribu Trump, que en Gossip Girl estaba representada por los buitres ambiciosos, los nuevos ricos Bass. En esta versión del 2021 ya ni se puede hablar de esa clase ni de valores vetustos. Los nuevos protagonistas son siete chicos muy privilegiados que aun siendo (tres de ellos) de piel oscura reflejan la superioridad que da un poder comprador. Esto es evidente cuando Obie (¿ben Kenobi?), el único del grupo dotado de conciencia social parte a “hacer el bien” con su cómplice Zoya, la chica pobre pero ultra progre que tiene el letrero de BLM como wallpaper de su celular.

Su obra de caridad es hacer abrir a medianoche una tienda de útiles de oficina tipo Staples y comprar kilos de útiles escolares para donar a una escuela pobre. Obvio que tal empresa sería imposible si Obie no poseyera una tarjeta con crédito de múltiples ceros. Y ahí está la primera falla de la tan pregonada wokeness. La caridad es fácil cuando se puede y no duele.

El Nuevo Brat Pack de Constance Billiard

Vamos a pasar revista a los nuevos integrantes del Brat Pack de Constance Billiard que intentan apegarse a los modelos dejados por la anterior e inimitable GG. Tenemos a la Abeja Reina, Julien Calloway; a su novio oficial el Nate Archibald del futuro, el tal Obie; y a sus minions, Luna y Monet. Agreguémosle a Max, el chico malo millonario que quiere ponerse los zapatos de Chuck Bass, y una pareja que a ratos parecen Blair y Nate y otros Polo y la Marquesa Carla de “Elite”.



¿Y dónde dejamos a Dan Humphrey?  Bueno, a veces el Obie cae en sermones Humphrey. Y Zoya es a ratos tan ingenua como Little J, su hermanita modista y a otros nos recuerda a lo más cercano a una woke de color de la GG original, Vanessa Abrams.  Zoya aes la medio hermana de Julien. Como Dan, se siente pez fuera del agua en medio de esta sofisticación ordinaria y adulta a pesar de que el grupo oscila entre los 16 y 17 años.  Zoya, como Jenny, solo tiene catorce. A pesar de su corta edad es súper militante y dada a expresar sus ideas tal como lo hacía Vanessa.

Sin embargo, el dúo Julien-Zoya se aleja de las series juveniles para caer en el modelo de “The Parent Trap”. Julien es hija de padre rico blanco y madre negra. Su madre los abandonó para irse con Nick un negro pobre (ok es un abogado muy decente, pero no es millonario). Zoya y Julien han vivido marcadas por la amargura paterna y la ausencia de una madre que murió prematuramente. Como sus padres se odian, han crecido separadas, pero en su adolescencia y aprovechando las redes sociales, llegan a comunicarse.



Julien tiene una idea para estar más unidas, traerse a la hermanita desde Buffalo hasta Constance Biliard. Para eso la hace aplicar (todo a espalda de los padres) para una beca que Zoya gana. Ya trasladada a Nueva York e ingresada en la escuela, la pequeña descubre que fue su hermana mayor quien arregló todo para que ella obtuviese la beca. Esto enfurece a Zoya que siente que le ha quitado la beca a alguien que la merecer más que ella. A ver,  Cielito, eres negra, de bajos recursos y muy talentosa. Nadie merece esa beca más que tú.



La cosa se complica cuando Zoya descubre que entre los superficiales compinches de la hermana hay un ‘Woke”. Esto la lleva a iniciar una relación con Obie que rompe el corazón de Julien y afecta su imagen de influencer. Julien es antes que todo la reina de Instagram (Twitter es para viejos y para Lin-Manuel Miranda) donde ofrece tips para maquillarse, también es modelo y a ratos va a la escuela. Como dice una maestra “¿Quién quiere ir a la universidad si te pagan por maquillarte en línea?”. Eso aleja más a Julien de la imagen de Blair Waldorf, quien vivía obsesionada con encontrar su lugar en el sol y cuya vida estaba dividida entre su futuro escolástico, su futuro laboral y su futuro matrimonial.

Julián ya tiene un presente exitoso que está a punto de desbaratarse por la llegada de su propia hermana. Zoya es demasiado joven para entender la repercusión de sus actos. Para entender que se ha convertido en una It Girl a una edad en que debería todavía jugar a las muñecas. Se crea un triángulo sosísimo, aunque casto.

Algo que no podemos decir del triángulo Audrey-Max y Aki que más que soso es indigesto. Y si es el tipo de triángulo bisexual que hizo famosa a “Elite”, pero son insoportables. Audrey es esnob, y habla como si le apretasen la nazi. Aki quiere ser sensato, pero está como Poloconfuso sobre su identidad sexual. Y Max quiere comérselos a ambos, aunque también tiene una obsesión con el maestro Rafa Caparro, que es parte de la moraleja Gossip Girl: nunca seas maestro de nenes privilegiados.



Mas Diversa, Mas Actual, Mas Woke

Parte de la wokeness tan cacareada de este mediocre refrito es su diversidad sexual y racial. Para comenzar es dirigida por una canadiense de 25 años llamada Karena Evans y que es negra. De los ocho protagonistas, tres son de origen africano (y Aki es de ascendencia asiática), una de las minions es latina como lo es Rafa Caparro, el objeto de deseo de Max que es blanco, pero bisexual tirando más hacia el lado gay. Aki también quiere explorar su lado homosexual y Julien, la protagonista (interpretada por Jordan Parker, una actriz queer) luce un corte de cabello no-binario, aunque está en una relación hetero y se pasa el primer episodio usando faldas.

Para redondear el cuadro diverso, Rafa Caparro es un maestro gay, y una empleada de administración que sale a menudo es lesbiana, como lo es la minion Monet. Sin embargo, tanta variedad no contenta a muchos. Junto con el Forward nos preguntamos que ha hecho el productor Joshua Safran con todos los judíos del Upper East Side. No aparece ninguno.  ¿Y dónde están los asiáticos? Para colmo, en Refinery29  ha habido un dramón porque ninguno de los actores negros es de piel oscura. Estas medidas de pigmentación ya me recuerdan las paletas de los nazis para revisar cual era el color azul propio de los ojos de un ario.

 Mi mayor ira contra el show es su ataque frontal contra los educadores. A pesar de que Zoya- la única vez que me ha caído bien- intenta explicar a Julien y a su corte que nadie es más mal pagado o ninguneado que un maestro de escuela privada (Lo sabré yo) el cuerpo docente de la Constance Billard está lleno de indeseables. En tres palabras, ellos son Gossip Girl ¡En serio!



Los Maestros Vengativos

En la GG original, con la excepción de Chuck, los alumnos le tenían terror a la administración, a las malas notas, a los reportes negativos que les impidiera ingresar a una Ivy League, de preferencia, a la que habían ido padres y abuelos. Los únicos maestros vulnerables eran los muy jóvenes e inexpertos, como Rachel que se atrevió a enfrentarse a Blair y termino acostándose con Dan.  ¡Tremendas metidas de pata!

                            Blair y Rachel

Eso no ocurre en esta versión woke. Ahora a nadie le interesa ir a la universidad. No se sabe para qué están los maestros. En realidad, son los bufones del alumnado que los mantienen a rayas amenazando con despedirlos. Los padres parecen hacerles caso a sus hijos en eso de darle la bota a los profesores y los despedidos no vuelven a encontrar empleo.

Hace treinta años yo también enseñé en una escuela privada donde la directora cambiaba las notas que yo le asignaba a mis alumnas, y las nenas,  cuando se ponían malcriadas, me amenazaban con sus padres.  Presenté mi renuncia, me largué, una semana más tarde estaba trabajando en un plantel universitario. En esta versión, los docentes no creen tener opciones. La más aterrorizada es Kate Keller, una maestra de inglés,  con ínfulas de escritora, que llega el primer día de clases disfrazada de Serena el día en que regresó a Nueva York. Mas allá de cualquier referencia al original, Kate está faltando al código de vestuario y provoca la bura del estudiantado.



Harta de tanta burla y amenaza, Kate consigue que dos colegas (uno blanco y una hindú) más una empleada de administración (lesbiana) la ayuden a resucitar a Gossip Girl, el único hombre del saco al que los chicos de antaño temían.  El problema es que por muy hartos que estén del estudiantado, esto de acosar alumnos vía medios anónimos, es poco ético y bastante infantil.

Sacarle fotografías, sin permiso, a una nena de catorce años en paños menores es ilegal. Aparte de perder la licencia, pueden ir presos. Por último, Kate se concentra en atacar a Julien y a Zoya que son las únicas alumnas que la estiman. Como pedagogos, Kate y su corte son unas bestias.

Si nos creemos el cuento de que Dan Humphrey era Gossip Girl, hay cosas que no cualquiera puede hacer para manipular desde las redes sociales. Dan estaba motivado por una relación amor-odio por ese mundo al que sometía con sus blasts y sus fotos indiscretas. Los maestros no saben realmente lo que quieren y acaban creando un Monstruo de Frankenstein.



Dan, como adolescente que era, conocía a sus víctimas y su cultura. Era un experto en tecnología, algo en lo que supera a los docentes. Por último, las redes sociales han evolucionado mucho. Pronto Kate es bloqueada,  tras ser acusada de postear mensajes inapropiados. Y hasta es chantajeada por Julien. Agreguémosle que a Kate le gusta Nick, el padre de Zoya, y ya presumimos el lio gordo en que se ha metido.



La Venganza de los Críticos

Es un triste consuelo que este refrito no haya gustado a nadie, ni a los fans del show original ni a los críticos que están divididos entre los que notan como palidece este refrito en comparación a su despampanante fuente de inspiración, y los que simplemente lo consideran un cuento mediocre. Si la serie demuestra que ha fracasado en su wokeness. ¿En qué descuella? Porque de los 219 comentarios de IMDB solo un cuarto son positivos. En popularidad tienen un 5.2. compárenla con el 7.5 de “Elite”

En Rotten Tomatoes solo tiene un 36% de la crítica a su favor. Los críticos de grandes publicaciones han mencionado lo aburrida que es o se han burlado de su “wokeness” como en New York Magazine donde Katheryn van Arendok ha dicho “cree que tiene y que debe haber una revolución, solo que no sabe lo que es una revolución ni contra quien’”  Robert Lloyd de Los Ángeles Times ha sido más burlesco reconociendo que cada vez que los personajes  rugen en contra del “patriarcado” es un reflejo de que los escritores saben que es una palabra que les gusta usar a los adolescentes aunque no sepan lo que significa.

En Salón.com donde son agresivamente pro-diversidad, han notado que meter personajes de color no los hace interesantes, que Obie sufre de sentimientos de culpa propios de ricachones y que, en su afán de demostrar conciencia social, cae en el complejo de Salvador Blanco. Pero mi favorita es Sophie Gilbert en The Atlantic que ha comparado el show a un ‘rodeo de chivos” (glossy goat rodeo) y dice algo que suena a verdad “los verdaderos adolescentes no se reconocerán en estos personajes”.



El público es más duro con frases como “aburrida, no es ingeniosa” y “una tortura ver los dos primeros capítulos”. Y algo que los críticos no han visto, pero nosotros los espectadores sí, es que no es una imitación de “Reina Cotilla” sino de “Elite”, y como dijo un comentarista “Básicamente es Elite con gente fea”. Esa es la mayor de las quejas. No es que no sea GG, es que los actores son feos, trabajan mal, se visten mal. La serie es oscura, mal dirigida, mal editada y, lo peor para mí, los personajes no inspiran nada positivo.

Es triste cuando lo woke se reduce a profesores blancos traicionando a alguien de color, una mocosa de catorce años quejándose de lo “blanco” que es Broadway, y Julien diciéndole a su hermana “la gente como tú no se gana las cosas, las roba”. Aunque era una alusión al padre de Zoya que le robó la esposa al padre de Julien, sonó como el tipo de cosas que los privilegiados dicen de los negros sin recursos.

Peor aún que de los personajes gay, el único que inspira simpatía y respeto sea Rafa Caparro que tiene que aguantar el acoso sexual de un alumno, que el susodicho lo meta en un buen lio cibernético, y más encima tiene que consolarlo y prestarle su sofá como si Max no tuviera dinero para comprarse un hotel donde pasar la noche. Ni saber, casi al final de la serie, que Rafa es un “groomer” ayuda a reinterpretar estas imágenes y eso se debe a la torpeza del libreto.



Es el Tercer Episodio donde uno puede ver claramente las grietas de esta historia. Los maestros son los villanos. En “Gossip Girl” y Elite” eran los padres. ¿Cuándo habrá una serie juvenil donde sean los jóvenes que acepten responsabilidad por sus actos?  Eso si quieren hacer cosas de adultos y ser tratados como tales.

Zoya, la Feminista

Zoya es una Greta de piel oscura, solo que su militancia abarca a Broadway y su feminismo es mitutero. En el capítulo tres, la minion Luna, que es estilista, decide darle un make over a Zoya. La chica la detiene, un make over es antifeminismo. Luna le explica que lo es si el propósito es atraer a un hombre “çis”. O sea si lo haces para sentirte bien tú, no hay problema. Yo también caí en ese cuento una vez.



Zoya convertida en el último grito de la moda 2021 acompaña a Obie a una obra de teatro indie (no voy a sentarme a discutir el motivo por el cual no creo apropiado llevar una niñita a ver una pieza de Jeremy O. Harris que incluye desnudos frontales masculinos). Zoya está tratando de seguir las reglas de Luna, no hablar mucho, no comer nada (a mí también me enseñaron que no debía comer delante de un hombre sino hasta estar casados), pero también está incomoda porque Obie la ha admirado.


              ¿A cual de estas influencers prefieren?

De ahí viene una deducción jalada por los pelos de que la razón por la cual Julien es una influencer es para estar a la altura de Obie, “El Príncipe de Nueva York”. Como el actor que interpreta a dicho “príncipe’ parece tener once años (aunque sus entradas en la frente pronostican pronta calvicie), una se pregunta porque estas hermanas se lo pelean. ¿Por qué Julien ha sacrificado vida e integridad par ser digna compañera de un individuo que tiene más de perro faldero que playboy?  Realmente debieron poner un actor más llamativo.

 Cuando pienso en todas las cosas terribles que Blair hizo por Chuck, y para estar a la altura de Chuck, el supuesto ‘Sacrificio” de Julien es grotesco. Al final, si Blair y Serena y querían ser influencers era por ellas mismas, no por ningún hombre blanco, negro o verde.



Sinceramente, el triángulo Julien-Obie-Zoya me tiene chata y me gustaría hacerles unos pases mágicos para que desaparecieran. Es algo que comparto con la teleaudiencia. Para bien o para mal, lo que da que hablar de esta serie es todo lo que rodea al sleazeball, Max (intraducible pero el epíteto perfecto. Gracias Decider por enchufárselo).

Max, el Favorito del Profesor

Dese el primer día sabemos que Max tiene solo un propósito, vivir su pansexualidad. Eso se traduce en acosar sexualmente a lo que se le cruce por delante, sea su amigo de la infancia Aki, la novia de este, o su maestro de Clásicos, Rafa Caparro. Si se tratase de un acoso heterosexual, ya oiríamos el griterío de la galería progre. Como no lo es, los críticos le echan la culpa a Caparro.


En el episodio 2, con la excusa de poner celoso al profe, Max consiguió un beso francés de Aki. Con Audrey llegó más lejos, pasando una noche juntos que la dejó perpleja, pero deseando más. Los remordimientos no dejan en paz a los tortolitos. Para compensar, Audrey intenta utilizar su nuevo conocimiento en la cama. El pobre Aki no responde muy bien a un “beso negro”. Así, como lo oyen.

¿Eso fue lo que Audrey aprendió con Max?  Disculpen si peco de anticuada, no soy quién para meterme en donde otros eligen meter su hocico, ¿pero anilingulo como solución a problemas de alcoba? ¡Guacala!  Ya llegamos a un límite innecesario y que sobrepasa al soft porn. O sea, no he visto la última temporada de “Elite”, pero no recuerdo que hayan llegado a ese nivel de sexo gráfico.

Hablando de “Elite” recordarán mi malestar cuando se implicó que todos los problemas del pobre Polo eran producto de haber sido criado por una pareja de lesbianas. Ahora descubrimos que Max es hijo de un matrimonio gay compuesto por “Pops” Roy, que lleva su homosexualidad de manera discreta y “Dad” Gideon, un empresario teatral cuyos looks (Inspirados en Jordan Roth) oscilan entre Liberace y Walter Mercado. Aparentemente Gideon no era tan flaming cuando se casó y Roy está un poco incomodo con la “evolución” de su consorte.

                       Gideon es una imitación de Jordan Roth



Max descubre que su padre anda navegando por sitios de citas gay. En vez de preguntarle que pasa o alertar discretamente a Gideon, decide hacer una de sus mugrosas trampas. Utilizando la foto de Rafa Caparro, Max contacta a su padre quien parece interesado en el profesor. Esa noche, en la puesta en escena de “Aaron” de   Jeremy O. Harris, Max pone en marcha un retorcido plan. 

Hace que todos se sienten juntos.  Gideon, reconoce a Rafa de las reuniones de padres y apoderados. Roy también lo reconoce…El único que está en babia es el pobre maestro. Y entonces Max suelta la bomba, sin importarle como humilla y hace daño a su Dad Gideon o que Rafa pueda demandarlo por usurpación de identidad.

Rafa y Gideon se van cada uno por su lado y Roy reprocha a su hijo lo que ha hecho y ahí viene la guinda del pastel. Max cae en un estereotipo de (sorry, pero es el apelativo que merece) de mariquita de comedia barata y añeja. se echa a llorar, cubre a su padre de reproches” ¿Que nos has hecho?”. ¿Se imaginan a Chuck haciendo eso?



No contento con la cagadita que se ha mandado, Max va a encontrarse con Aki y Audrey y  hace público sus escarceos con ambos. Realmente no entendemos cómo puede Rafa Caparros, aguantarlo, tenderle la mano, preocuparse por él, cuando el tipejo es una alimaña.

Mal Actuada, Poco Estética, Mal Narrada

Aparte de un argumento ilógico e irritante, en sus pobres intentos de parecer moderno, el Reboot de Gossip Girl no ofrece méritos artísticos. Las actuaciones son pobres. No sé quién es peor si Thomas Doherty (Max) que parece siempre estar bailando dentro de una pecera o Emily Alyn Lind (Audrey), una marioneta inexpresiva que solo mueve la boca.

El vestuario no ayuda.  Ya sé que las modas cambian. ¿Pero realmente los adolescentes andan con calcetines y sandalias? Ayyy. Yo sé que los jóvenes a veces tienen desastres de guardarropa. Recuerdo a Blair yendo a la escuela con hot pants y pantimedias color rojo bombero, pero un error lo comete cualquiera. Aquí chicos y chicas parecen haber encontrado prendas en un basurero y se las ponen una encima de la otra sin ton ni son.

                       Todos pueden tener un fashion disaster hasta Serena y Blair
                           ¿pero esto?
                              ¿Sandalias con calcetines?

La serie es muy oscura. No solo en las filmaciones nocturnas. Aunque hemos visto, mínimo, una fiesta por capitulo, no he sentido el deseo de entrar a esos antros, soirees de recaudación de fondos y ciertamente ni loca iría a ver una pieza de O. Harris. Es un mundo tan sin glamur, tan sin.. todo.  Son minimalistas hasta para contar cuentos.

En seis capítulos hemos visto todo tipo de situaciones sexuales, tres involucrando a Audrey y a Aki, en dos de ellas los hemos visto totalmente desnudos.  Hemos visto varias escenas de Max acosando a Rafa, en dos Rafa está desnudo, en una Max también lo está y hemos visto a Max y Aki (ambos desnudos) besándose. Lo interesante es que cuando Max pasa la noche con Audrey no se molestan en mostrárnoslo. Lo entiendo. La idea es que Max a pesar de su pansexualidad va a ser un icono gay por lo que sus aventuras en la heterosexualidad son nada más que incidentes marginales.



Sin embargo, hay otra escena importante que también ocultan. Cuando Max, drogado y lloroso, se arrastra hasta la puerta de Rafa a contarle que su Pops Roy lo rechazó, nos sentimos frustrados. ¿Una escena tan trascendente y no se molestan en filmarla? Además, Rafa arregló un encuentro con ambos padres. ¿Qué paso con Gideon? ¿También rechazó a su hijo biológico? Estoy casi por coincidir con The AV Club, que todo es un despreciable truco de Max para provocar la lástima y derribar los escrúpulos de su maestro, pero si no lo fuera tendríamos un grave problema de exposición indeseada. Los personajes se encargan de “contarnos’ sucesos que cambian la vida de estos.

Los Falsos Mensajes Woke

Como muchos, considere el capítulo 4 como la mejor entrega hasta la fecha. Aunque lleno de controversia, fue la primera vez que vinos a los personajes preocuparse por el bienestar de terceros y el mensaje final de Julien fue emotivo. Yo siempre voy a apoyar a quien declare la guerra al bullying, una enfermedad que se ha vuelto pandemia y que afecta a todos los géneros, edades y colores.

Pero precisamente porque las promesas de Julien son tan frágiles (tal como ‘No volveré a maquillarme”) y que esa fragilidad nace de la contradictoria y endeble ideología que gobierna esta serie, que el mensaje no tiene valor.  No se puede batallar contra el bullying si todos los personajes de la serie lo son desde la esnob Audrey hasta Max, el depredador sexual “depredado”.



Lo son Luna y Monet, lo son sus padres que acosan y aplastan a la administración. Los maestros cansados del bullying de padres y alumnos se convirtieron en una gran bully llamada Gossip Girl. Si Zoya se uniera a Milo Sparks pueden poner una compañía de asesoría de bulíes. “Gossip Girl”, la única e inimitable, fue fundada en el concepto más puro del bullying. Con ese mensaje de Julien, Joshua Safran parece burlarse de nuestra credulidad, pero no es la única vez que lo hace.

El cuarto capítulo es cuando se consuma la relación de Max y Rafa. El público está dividido entre los que los shipean y los que acusan a Rafa de pedófilo. No estoy en ninguno de esos extremos. Para mi esta relación es otro ejemplo de lo peligroso que es ser maestro en estos tugurios que pasan por escuelas élite.

En el penúltimo capítulo Rafa es expuesto: ya antes ha tenido sexo con otros estudiantes. Eso no quita que Max sea un Stalker que no deja al Profesor Caparros ni ir tranquilo al sauna. lo persigue, lo manosea, le grita ‘fuck me” de una manera que si fuera mujer me daría vergüenza ajena.  En el último capítulo, Rafa comenta que Max es su “fellow Conquistador”. En inglés eso no pasa de una comparación histórica. En castellano (idioma de Rafa), adquiere otro significado. Max es una variación moderna del mujeriego que acumula “conquistas”. Es, al final, un legado patriarcal.



Si Rafa no hubiese sido un “Conquistador” qué pudo hacer para defenderse de los intentos de Max de conquistarlo. ¿Golpearlo?  Iría a la cárcel. ¿Acusarlo con sus papás? Ya vimos que Roy se ha desentendido de su hijo y Gideon está encantado con el monstruito que ha creado. ¿Quejarse con las autoridades del colegio? No me hagan reír. Su única salida, y ya la perdió fue haberlo denunciado por haber usurpado su identidad para crear un perfil en un sitio de citas gay.

Sin embargo, Joshua Safran hace leña con su profe caído defendiéndose de cualquier acusación de que glorifica este tipo de relación. “No debemos sentirnos mal por Rafa” dice agregando que lo ocurrido, desde el punto de vista del profesor fue “morally wrong”. ¿Desde cuándo los titiriteros van adjudicándoles culpas a sus marionetas?  ¿Quien es él para hablar de moralidad si ha creado un retablo de personajes amorales, de la edad, color y orientación que sean. donde los únicos que merecen el calificativo de seres humanos , y un mínimo de respeto,  son los pobres padres de Julien y Zoya?

Inclusive, aunque me encantó ver cuánto ha crecido el bebé Milo (el hijo de Georgina Sparks), su aparición,  que en una comedia negra como lo fue la” Gossip Girl” original seria jocosa, en una serie que se precia de su ‘conciencia social” equivale a abuso infantil. Realmente siento lastima por los promotores de la “wokeness” si sus embajadores son Joshua Safran y la HBO. (Abajo, videos que muestran como ha crecido Milo en 10 años)




En el quinto y muy estrambótico capitulo, dos chicas ganan un concurso de Halloween disfrazadas de Blair y Serena. No solo no se parecen físicamente, sino que el look  es totalmente diferente  a comoe Blair y Serena lucirían. Esa en capsula es la verdad sobre este desafortunado Reboot. De “Gossip Girl” solo tiene el nombre y milieu, y su interpretación de la esencia de la original, woke o no, es totalmente errada.


                         No, no se parecen


El capítulo final es tan insufrible como el resto de la historia. Descubrimos que Max sabe cocinar, que la mamá de Aki es de origen asiático, que Luna es la única de ese grupo que merece un empleo (hagan un spinoff de sus aventuras como asesora de influencers) y que tanto Gossip Girl como sus víctimas son iguales de inútiles, pesados y poco interesantes. Admiro a quien quiera ver la segunda parte y espero que no haya segunda temporada.