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jueves, 16 de enero de 2020

La verdadera historia de Carlos y Camilla Shand: The Crown 3x07 y 3x09



Ahora nos toca hablar de Camilla Shand, de la verdadera, no del invento de Peter Morgan. ¿Estaba enamorada de Carlos al comienzo de su relación? ¿O solo fue un interludio en medio de su gran pasión por Andrew Parker-Bowles? ¿La obligaron a casarse? Sabemos que los presentó Lucía Santa Cruz, ¿pero quien era Camilla Shand antes y después de conocer al Príncipe de Gales?

Uno de los errores de “The Crown” es decir que Camilla fue despreciada por no ser princesa. Lady Di no era princesa. En los 70 no había muchas princesas casaderas, en Europa, que no fuesen católicas. Se sabía que el matrimonio de Carlos no sería unión dinástica. Solo se le pedía que se casara con una chica de buena familia, buenos modales y linaje aristocrático. Camilla entraba en todos esos parámetros.

El Pedigrí de Camilla
Su padre, el Mayor Shand, era de clase media acomodada, pero su madre Rosalind Cubbit (Debutante del Año en 1939) era hija del Barón Ashbourne. La madre de Rosalind, Sonia Keppel era hija de Mrs. Keppel, la y última y más célebres de las maitresses royales de Eduardo VI. El padre de Sonia, el Honorable George Keppel, era hijo del Conde de Albermarele, cuya familia descendía tanto del gran Cromwell como de Carlos II, lo que hace a Camilla una Estuardo.
Sonia Cubbit y su hija Rosalind

Camilla creció en un hogar adinerado-su padre se había dedicado al negocio de los vinos- tranquilo, rodeada de mascotas y caballos, y dedicada a sus hobbies, la lectura y la equitación. Fue a escuelas de niñas de renombre como Queen’s Gates, en Kensington, de la cual saldría a los 16 años para ir a un internado de señoritas en Suiza donde acabaría su educación.
Camilla de pequeña

A los 18 años, Camilla pasaría seis meses en Francia estudiando el idioma y la literatura del país. Para los estándares de su clase social y época, Camilla Shand era una chica educada y preparada para la gran meta de las mujeres de la alta sociedad: un buen matrimonio. El próximo paso de los Shand era presentar en sociedad a su hija y presentarle a ella buenos partidos.  Para eso ofrecieron una gran fiesta, en la que Camilla lucía un vestido de chiffon negro. En esa fiesta la futura Duquesa de Cornualles conocería a dos hombres importantes en su vida.
Camilla y su madre en su debut

El primero fue Kevin Burke. Recién graduado de Eton, hijo de Sir Aubrey Burke, el diseñador de aviones, Kevin de 19 años es importante en este cuento porque sería con quien Camilla perdería su virginidad.  El otro hombre seria Andrew Parker-Bowles con quien ella perdería mucho más.

Me detengo un momento para describir las fuentes de información que estoy usando. Por supuesto siempre comienzo por un clásico Príncipe de Gales publicada por Jonathan Dimbleby en 1994. Sigo con la biografía de Sally Bedell Smith, Prince Charles: Passions and Paradoxes of an Improbable Life (2017), pero tambien estoy leyendo The Windsor Knot: Charles, Camilla and the Legacy of Diana de Christopher Wilson (2003). Wilson es otro de esos flojonazos que viven de la investigación ajena. Se basa en las columnas del legendario chismógrafo, Nigel Dempster, quien fue quien entrevistó a los amigos y “hombres “de nuestra Duquesa de C.

Volviendo a nuestro cuento, la relación Shand-Burke duró poco. Aparte de iniciar a Camilla en la actividad sexual hay un par de comentarios de Burke que son importantes para definir la carrera futura de la debutante. El primero es que Kevin (entrevistado en los Noventas) la recordaba como muy simpática, alegre, pero no particularmente guapa. En otro sitio donde notaban los impedimentos para que Camilla Shand fuese Princesa de Gales se decía que era “poco fotogénica”. Ahí se evidencia la superficialidad de los tiempos modernos que privilegian lo físico aun a la hora de elegirle esposa al heredero del trono británico.

Si no iba a haber princesa de cuentos, al menos se esperaba que la consorte real fuera glamorosa y espectacular (como lo fue Diana). Quien solicitaba eso era la prensa. Vale recordar que es la prensa la que decide estas cosas, se las mete en la cabeza sus lectores y se la presenta a La Corona como “es lo que pide el pueblo”. Algo extraordinario, es que la prensa tuvo muy poco interés en Camilla en el año en que fue compañera de Carlos (1972-1973). Mas preocupaba la Princesa Ana que se casaría en 1973, suceso ignorado por “The Crown” y del que hablaremos en otro momento.

Mirando las fotos de la época, Camilla se ve desastrada, despeinada. Se sabe que es desordenada. En su libro Charles & Camilla: Portrait of a Love Affair Gyles Brandeth entrevistó a Virginia Carrington, compañera de cuarto de Camilla quien relató que su amiga les tenía terror a los colgadores de ropa, todo lo tiraba en el suelo y tampoco limpiaba el baño: “Les tenía aversión a los fluidos de limpieza. Tendrías que ver como dejaba el baño después de usarlo”.

Suzanna de Vries, en su libro Royal Marriages, describe una anecdota sobre lo desastrada que era Camilla, aun despues de ser amante  Estando en casa de su abuela Lady Ashbourne, y a la espera del Príncipe de Gales, a Camilla se le rompió el zipper de sus jeans. Rapidamente, y ante el pasmo de su abuela, se plantó un alfiler de gancho para sujetarse los pantalones.

Siete Años de Humillación
Pero volvamos a la Camilla de 1966. Como la mayoría de las debutantes, su vida estaba planeada en espera a que llegase a ella su futuro marido. En lo que eso sucedía algunas trabajaban, otras estudiaban, pero en los liberales 60, lo prioridad era independizarse de los padres. Así Camilla Shand, a los 19 años, se fue a vivir en un piso de Belgravia, con dos amigas de igual pedigrí. Todo pagado por los padres. Para ser más independiente, Camilla se consiguió empleo de recepcionista en la afamada firma de decoradores de Sybil Colefax&John Fowler, de la cual sería despedida por no llegar a la hora.

Es que Camilla se la pasaba en fiestas y dormía hasta tarde. Kevin Burke era cosa del pasado. Ahora Camilla tenía un nuevo acompañante, Rupert Hembro, de una importante familia de banqueros. Aun para la época, era un poco escandaloso que Camilla fuese tan abierta on el hecho de que ella y Rupert eran amantes. Eso no importó mucho, puesto que, en un baile en Escocia, Camilla se reencontró con Andrew Parker-Bowles, y Rupert pasó a segundo plano.
Camilla y Rupert

Parker-Bowles tenía 27 años, era capitán de dragones y había sido ayudante del Gobernador de Nueva Zelandia. Todo esto lo hacía más glamoroso que la mayoría de los jóvenes que formaban el circulo de Camila. Además, tenía reputación de mujeriego y se le conocía como “el mejor amante de Londres”. Esa aura de peligro cautivó a Camilla tanto como las famosas dotes amatorias de su nuevo amante. Ni siquiera le importó a la chica que, en la primera etapa del romance, Andrew siguiese viéndose con su otra novia Lady Carolyn Percy, hija del Conde de Northumberland.

Siete años duraría la relación Andrew-Camilla. Siete años de humillación, de saberse constantemente traicionada. Camilla se había enamorado locamente del Capitán Parker-Bowles y no podía acabar con él. incluso intentó volver con Rupert Hambro, pero fue en vano. Ni siquiera que Andrew la engañase con sus amigas o que iniciase un romance público con la princesa Ana, la hacían olvidarlo. Sobre todo, porque Parker-Bowles constantemente volvía buscarla.

Esta relación era la comidilla de Londres. Camilla se ponía en evidencia, interrogaba a cada mujer que conocía si andaba en amores con su novio. Harta de tanta pregunta, Lady Carolyn le respondió “cuando me canse de él, te lo devuelvo”. Una noche, Camilla vio el auto de su novio estacionado enfrente de la casa de su nueva conquista. Incapaz de contenerse, la futura Duquesa de Cornualles, escribió un insultante mensaje con su lápiz labial en la ventana del vehículo para, acto seguido, reventarle los neumáticos.

Cuando Lucia Santa Cruz decidió presentarle a su amiga-vecina al Príncipe de Gales, no andaba de casamentera. Solo quería que Camilla recobrase su autoestima. Tal vez, un affaire con alguien tan importante como el futuro rey de Gran Bretaña, alejase a Andrew.

Esposa Pesa más que Amante
Carlos y Camilla simpatizaron inmediatamente. Aprovechando la ausencia del ahora Mayor Parker-Bowles, quien estaba de servicio en Irlanda y Chipre, el heredero al trono y su nueva amiguita pasaban mucho tiempo juntos. Camilla tenía una personalidad extrovertida y alegre, un sentido del humor extraordinario y sabía escuchar. Carlos se sentía importante al lado de esta mujer tan vivaz yalgo que Camilla había aprendido con Andrew tan experta en la alcoba.

“The Crown” y muchas biografías lacrimógenas nos han querido vender el cuento de la historia de amor del siglo. No niego que exista amor hoy entre los Duques de Cornualles, pero dudo mucho que ese sentimiento estuviese presente en la primera etapa de su relación. Lo que existía en Carlos era una tremenda dependencia sexual y emocional, pero, aunque Camilla le tuviera cariño, eso no era suficiente para liberarla de la dependencia sexual y emocional que la ataba a Parker-Bowles.

Algo que sorprende a muchos es que Camilla no deseaba ser reina. Su rol de “amante real” le parecía estupendo ya que la acercaba a su ídolo, Mrs. Keppel. Tanto Kevin Burke, como compañeras de escuela de Camilla, han comentado sobre la obsesión de ella de ser como su bisabuela. Ese era el rol que le asignaba a Carlos, ser su rey-amante. Pero para marido, Camilla solo tenía un candidato y ese era Andrew.
Mrs. Alice Keppel

Para ser francos, Carlos tampoco quería casarse con ella. No era tan tonto como nos lo muestran en la tele. Aunque Camilla pasase a ser parte de su vida, no reunía las condiciones que La Corona exigía de la futura reina. Mas allá de pedigrí, belleza o falta de virginidad, el problema más grave de Camilla es que tenía un pasado, peor aún tenía un presente bochornoso del cual ella no quería desprenderse.

Por eso es por lo que toda esa pataleta de Carlos en “The Crown”, gritándole a la reina Isabel que no permitirá que le hagan lo que, a su tío y a su tía, es ridícula y nunca tuvo lugar. Nadie obligó a Carlos a irse de maniobras al Caribe. No hubo nada de extraño en su asignación a un puesto en el extranjero.
Se dice que antes de embarcarse, el príncipe rompió con Camilla por lo que ella no tuvo que solicitar su permiso para casarse. Eso sí, le escribió dándole la noticia. Carlos tomó muy mal lo de la boda, le escribió a Camilla suplicándole que no se casara, pero no le ofreció matrimonio.

Toda esa faramalla que inventó Morgan sobre una conspiración en contra de Carlos y Camilla es mentira. Nunca hubo un complot fraguado entre Lord Mountbatten y la Queen Mom, por la sencilla razón de que se detestaban y no iban a planear nada en conjunto. La Reina Madre no convocó a los padres de Camilla y los de Andrew, ni los hizo pararse ante ella como el staff de Downton Abbey ni les ladró ordenes como un Mr. Carson cualquiera.

¿Por qué la reina viuda iba a ofender así a sus amigos los Parker-Bowles? ¿Por qué iba a exigirles que casaran a sus hijos cuando tanto los Shand como los padres de Andrew deseaban ese matrimonio?  Esa escena es casi tan grotesca e improbable como que la reina Isabel y su madre avergonzasen a Ana obligándola a contar detalles de su vida íntima delante de su padre y tío. A propósito, el romance de Ana y Parker-Bowles fue totalmente público. No fue ninguna sorpresa para la familia, pero ya hablaremos de eso en su momento.

Fue entonces que Andrew regresó de su tour militar y, por supuesto, volvió a buscar a su novia. Ningún principito le iba a quitar una mujer. Esto acabó con la paciencia del Mayor Shand que estaba harto de ver lo bajo que había caído su hija.  Junto con el padre de Andrew, que también quería que su hijo sentara cabeza, fue al Times, en marzo de 1973. Ahí ambos anunciaron el compromiso de Camilla y su galán y solicitaron que la noticia se publicase.

El Mayor Parker-Bowles fue el primer sorprendido con el anuncio, pero no podía hacer nada. Retractarse lo pondría en posición de que la Familia Shand lo llevase a tribunal. Romper un compromiso era todavía causal de demanda y arruinaría la carrera de Andrew. Se encogió de hombros y aceptó casarse.Camilla se convirtió en Mrs. Andrew Parker-Bowles un 4 de julio. 

Fue una ceremonia católica muy lujosa. La novia lucía un precioso vestido de verano diseñado por Beverllee Sassoon. En “The Crown” se ve a Emerald Fennell con cara cariacontecida. En las fotos reales, Camilla se ve muy contenta Se la llamó la boda del año con 800 invitados entre los que se contaban la Reina Isabel, su madre y su hermana. Hasta la Princesa Ana estuvo ahí. El único ausente, por razones de buen gusto, fue Carlos.

Solo volvería hacer acto de presencia en la vida de su ex, cuando fuera padrino de Tom, el primogénito de los Parker Bowles. Para entonces Camilla tenía claro que su marido nunca le seria fiel ni nunca la respetaría. De acuerdo con declaraciones tanto del Príncipe Carlos como de su duquesa, ellos comenzaron su affaire en 1979 tras el nacimiento de Laura, segunda y última hija de los Parker Bowles.
Los Parker-Bowles y sus hijos

Hay historiadores y chismógrafos que dicen que esos amores datan de antes, de 1976. Lo cierto es que para entonces ya había otras mujeres en la vida del príncipe de Gales. Según las estadísticas, entre la boda de Camilla y la boda de Carlos con Diana, ¡él tuvo 25 mujeres! Algunas fueron aventuras pasajeras, otras relaciones clandestinas prohibidas (léase con mujeres casadas), pero también hubo varias que pudieron haber sido Princesas de Gales. En mi próxima entrada dedicada a “The Crown”, hablaré de las novias de Carlitos.

martes, 14 de enero de 2020

Antes de Camilla….Hubo una Chilena: Lo que la Tercera Temporada de The Crown No Nos Contó



Iba a escribir algo sobre la Princesa Ana, pero tras ver los episodios “Dangling Man” e “Imbroglio”, la que quedó con la cabeza embrollada fui yo. Así que me puse las pilas para hablar de los amores del Príncipe Carlos, porque solo conociéndolos lo conoces a él.  Y si quieres comenzar por el principio hay que sacar a la palestra una dama a la que Peter Morgan dejó engavetada. Me refiero a mi ilustre compatriota, la Señora Lucía Santa Cruz Sutil.

He oído a tanta gente que compone baladas sobre los amores de Carlos y Camila. ¡Amigos, gran amor el de Felipe e Isabel que llevan más de 70 años aguantándose y apoyándose mutuamente! Lo de Carlos y Camila se volvió importante en los 80. Al principio, ni la prensa se interesaba en ellos. Por eso es que hay pocas fotografías de ese entonces con ellos juntos.

Aunque muchas de las cosas que escribiré aquí las he sabido desde el momento en que fueron noticia, la mayor parte de lo que digo puede ser cotejada en Prince Charles: The Passions and Paradoxes of an Improbable LIfe de Sally Bedell Smith. Hay algunas cosas en que discrepo de ella, pero en general sabe de lo que habla.

Por muchos siglos, las monarquías se mantuvieron firmes gracias a alianzas matrimoniales con otras dinastías. Para la época en que Carlos llegó a la mayoría de edad, quedaban pocos reinos de donde sacar consortes, pero los shiperos dinásticos igual se esmeraban en encontrar chicas casaderas para ponerlas de reinas del Reino Unido.

Tanto Elizabeth como su madre deseaban que Carlos se casase con una inglesa, Felipe prefería a la hija de algún pariente o amigo con sangre real. De acuerdo con las leyes matrimoniales, Carlitos podría casarse con quien quisiera, inclusive con una plebeya, siempre y cuando no fuese ni católica, ni divorciada, ni tuviese un pasado escandaloso.

En 1969, Carlos es coronado Príncipe de Gales, la revista chilena Paula le dedica dos páginas con fotografías. Lo mismo harán revistas de corazón alrededor del mundo. Se ha vuelto un soltero cotizado. En el verano de 1970, Paula hará una lista de posibles novias reales.


Lo curioso (aparte que la foto de Carolina de Mónaco ni se parece, en ese entonces Carolina era una niñita de 11 años) es que incluyan a la princesa monegasca que, al igual que Nora de Liechtenstein, es católica. Se establece en las leyes matrimoniales.  (y ni David Cameron pudo cambiar eso) que el Rey del Reino Unido no puede casarse con católica puesto que la Iglesia de Roma permite el matrimonio con gente de otras denominaciones previa exigencia de que los hijos han de criarse dentro de la fe. Como cabeza de la Iglesia Anglicana, el soberano (y sus hijos) deben profesar esa religión.

La segunda foto corresponde a Margarita, Princesa Heredera de Rumania. Tanto ella como sus cuatro hermanas pudieron ser una oferta “real”. Margarita, que era prima de Carlos fue su amiga desde la infancia. Vivió en Gran Bretaña e incluso se graduó de la Universidad de Edimburgo, pero él nunca la vio como mujer.
Carlos y Margarita, siempre amigos.

Así que solo la última de las cuatro fotografías que acompañan la nota, la Cenicienta, mi compatriota tuvo una oportunidad de ceñirse la corona. Que me perdone Doña Lucía, pero yo creo que si hubiese habido una oportunidad (y amor de ambas partes) hubiese hecho como Meghan Markle y se hubiera convertido. Así tendríamos Princesa de Gales santiaguina y Camila nunca hubiese entrado en el cuadro. ¡Ayyy me apetece escribir un relato de historia alternativa!

Sé que hay chilenos que desprecian a Doña Lucia debido a su rol de “Musa de la Derecha” (mote que no le gusta), pero yo la admiro desde chica precisamente por cosas admirables que en la cultura “anti-matea chilensis” no se admiran.  Así que voy a hacer una breve semblanza.

El árbol familiar de Lucía Santa Cruz está plagado de apellidos importantes (Prieto, Vicuña Mackenna, Urmeneta, Aldunate y Alcalde descendiendo ella de un noble colonial el Conde de Quinta Alegre.). Su padre, Víctor Santa Cruz, diplomático de carrera, fue nombrado Embajador en la Corte de St. James por el entonces presidente de la Republica, Don Jorge Alessandri. Así Don Víctor trasladó a su familia, incluyendo su hija quinceañera, a Londres. Desempeñó tan buena labor, que el siguiente presidente, Don Eduardo Frei, lo dejó en su puesto.

Al momento de trasladarse a Europa, Lucía era una super buena estudiante de las Monjas Francesas con reputación de “matea” (estudiosa, aplicada) lo que entonces era visto con sospecha por compañeros y alumnos. Para suerte de esa mente privilegiada, la jovencita acabó sus estudios en a Gran Bretaña aun cuando llegó allá sin saber inglés.

No solo acabó la secundaria, además sacó un Masters de Filosofía en Oxford y otro en Historia. ¿Ahora entienden por qué la admiro? En una época en que las “niñas high” chilenas solo aspiraban, además de casarse bien, a ser Reinas de la Primavera, ella era el equivalente a un Rhodes Scholar, lo que yo, desde que supe de su existencia, quise ser.

A los periodistas (que ya sabemos se leen un artículo de un colega y copian todos los datos. Ese es su nivel de researchers) les gusta decir que Lucía y Carlitos se conocieron cuando ambos estudiaban en Cambridge. El Príncipe era estudiante, la Niña Santa Cruz ya tenía su título y trabajaba como asistente del catedrático Lord Richard “Rab” Butler ayudándolo a componer sus memorias.

Fue Butler quien los presentó en una cena familiar.  Su intención era que Lucia ayudase al príncipe con sus estudios. Y es que algo que no nos cuenta Peter Morgan es que Carlos era mal alumno. Tanto en Gordonstoun como en Cambridge le “regalaban” las buenas notas y lo pasaban de curso aduciendo que él no tenía tiempo de estudiar debido a “sus deberes oficiales”.

Rab Butler le contó al biógrafo Anthony Holden que Lucía había iniciado a Carlos en el sexo, que el príncipe le había solicitado la llave de su chalet para estar más en privado con su tutora. Al saber lo dicho, Carlos se indignó y le dijo a su biógrafo Jonathan Dimbleby que Butler nunca había sido su “mentor” y que sus insinuaciones eran “preposteras”. Tras la muerte de Butler, su viuda Lady Molly volvió a tocar el tema diciendo vulgarmente que Carlos “se había afilado los dientes” con la chilena.

A pesar de las protestas del príncipe, Jonathan Dimbleby incluiría estas insinuaciones en su Prince Charles: A Biography. Al rato, los abogados de Doña Lucia le presentaban un ultimátum, o desmentía sus aseveraciones o lo azotaban con una demanda por difamación.  Dimbleby tuvo que pedir una disculpa pública en el Sunday Times.

Nadie dice que el romance Gales-Santa Cruz no haya sido físico. Los dos eran más que mayores de edad y vivían en una era de liberación sexual y post-pildora anticonceptiva. Lady Elizabeth Anson, prima de Carlos y amiga de Lucia, ha dicho que la chilena fue el primer amor de su primo y que la relación era tan intensa que alcanzó a la alcoba. Lo que desagrada es que conviertan a mi compatriota en una especie de cortesana.

Según Lady Anson, poco después de conocer a Lucía, Carlos, que sufría de timidez crónica, se la encontró en el baile del Conde de Northumberland. Fue un alivio para él ver un rostro conocido y bailaron toda la noche. Desde ese momento fueron inseparables y salían públicamente. Yo estaba segura de que se casarían. Se ha dicho que fue la religión las que la separó, pero creo que la verdadera razón es que Lucía tenía sus metas muy definidas y ser reina consorte no era una de ellas.
1970, una de las ultimas salidas juntos

Víctor Santa Cruz dejó de ser embajador en el Reino Unido a la subida de Allende, volviendo a Chile el 71. Lucía permaneció en Londres en un departamento en Chelsea. Su vecina era una “tal Camilla Shand”de quien se hizo amiga. Fue la Niña Santa Cruz quien presentó a Camilla con el Príncipe de Gales advirtiéndoles con “¡cuidadito!” y recordándoles que los abuelos de ambos habían sido amantes.

Doña Lucía regresó a Chile en 1974 durante el Gobierno Militar. Su impresionante currículo le consiguió un puesto en la Pontificia Universidad Católica. Para entonces ya estaba casada con el abogado Juan Luis Ossa. A fines de la década, la Profesora Santa Cruz había colaborado en el libro Tres ensayos sobre la mujer chilena (1978), un estudio de la participación femenina en nuestra historia.

Tras la muerte de su primogénita, Doña Lucía tuvo tres hijos varones a los que crio sin nunca dejar de trabajar. Aunque se retiró de la Universidad Católica en 1982, ejerció muchos otros cargos como directora y consejera, además de ser editorialista de El Mercurio hasta 1994, y entrevistadora del programa “Cara Cara” entre 1987 y 1989.

Durante su presidencia, y aun sabiéndola de Renovación Nacional, Ricardo Lagos la nombró directora del TVN, la televisión nacional chilena. Aparte de ser miembro de muchas juntas, Doña Lucia ha publicado dos libros muy dispares entre sí. En el 2018 publicaba su tratado de filosofía histórica La Igualdad Liberal. Veinte años antes había publicado La Buena Mano, un libro de recetas de cocina, demostrando así que ser doctora universitaria (en el 2010, el King’s College de la Universidad de Londres la titulo Doctora Honoris Causa) no impide ser buena cocinera.

Doña Lucía ha continuado siendo amiga de los Duques de Cornualles. Fue a Londres para la boda. La pobre Camilla amaneció el día del matrimonio con un fuerte catarro y ahí estaba su amiga chilena preparándole un caldito de ave. Cuando los Duques de Cornualles visitaron Chile, por supuesto que fueron a tomar té con quien los había presentado.
Viejas amigas: Doña Lucía yl a Duquesa Camilla

La historiadora, aunque no niega su amistad con la realeza (tiene una foto autografiada de los duques en su living), jamás ha dado una entrevista sobre su relación con el Príncipe de Gales. Cuando repasamos el listado de sinvergüenzas que han vendido al mejor postor secretos e intimidades de los Windsor, es de admirar la discreción de quien, a mi juicio, debió ser reina de Inglaterra.