Ahora nos toca
hablar de Camilla Shand, de la verdadera, no del invento de Peter Morgan. ¿Estaba
enamorada de Carlos al comienzo de su relación? ¿O solo fue un interludio en
medio de su gran pasión por Andrew Parker-Bowles? ¿La obligaron a casarse? Sabemos
que los presentó Lucía Santa Cruz, ¿pero quien era Camilla Shand antes y
después de conocer al Príncipe de Gales?
Uno de los
errores de “The Crown” es decir que Camilla fue despreciada por no ser
princesa. Lady Di no era princesa. En los 70 no había muchas princesas
casaderas, en Europa, que no fuesen católicas. Se sabía que el matrimonio de Carlos
no sería unión dinástica. Solo se le pedía que se casara con una chica de buena
familia, buenos modales y linaje aristocrático. Camilla entraba en todos esos parámetros.
El Pedigrí de
Camilla
Su padre, el
Mayor Shand, era de clase media acomodada, pero su madre Rosalind Cubbit (Debutante
del Año en 1939) era hija del Barón Ashbourne. La madre de Rosalind, Sonia
Keppel era hija de Mrs. Keppel, la y última y más célebres de las maitresses
royales de Eduardo VI. El padre de Sonia, el Honorable George Keppel, era
hijo del Conde de Albermarele, cuya familia descendía tanto del gran Cromwell
como de Carlos II, lo que hace a Camilla una Estuardo.
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Sonia Cubbit y su hija Rosalind |
Camilla creció en
un hogar adinerado-su padre se había dedicado al negocio de los vinos- tranquilo,
rodeada de mascotas y caballos, y dedicada a sus hobbies, la lectura y la
equitación. Fue a escuelas de niñas de renombre como Queen’s Gates, en
Kensington, de la cual saldría a los 16 años para ir a un internado de señoritas
en Suiza donde acabaría su educación.
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Camilla de pequeña |
A los 18 años, Camilla
pasaría seis meses en Francia estudiando el idioma y la literatura del país.
Para los estándares de su clase social y época, Camilla Shand era una chica
educada y preparada para la gran meta de las mujeres de la alta sociedad: un
buen matrimonio. El próximo paso de los Shand era presentar en sociedad a su
hija y presentarle a ella buenos partidos.
Para eso ofrecieron una gran fiesta, en la que Camilla lucía un vestido
de chiffon negro. En esa fiesta la futura Duquesa de Cornualles conocería a dos
hombres importantes en su vida.
El primero fue
Kevin Burke. Recién graduado de Eton, hijo de Sir Aubrey Burke, el diseñador de
aviones, Kevin de 19 años es importante en este cuento porque sería con quien Camilla
perdería su virginidad. El otro hombre
seria Andrew Parker-Bowles con quien ella perdería mucho más.
Me detengo un
momento para describir las fuentes de información que estoy usando. Por
supuesto siempre comienzo por un clásico Príncipe de Gales publicada por
Jonathan Dimbleby en 1994. Sigo con la biografía de Sally Bedell Smith, Prince
Charles: Passions and Paradoxes of an Improbable Life (2017), pero tambien
estoy leyendo The Windsor Knot: Charles, Camilla and the Legacy of Diana
de Christopher Wilson (2003). Wilson
es otro de esos flojonazos que viven de la investigación ajena. Se basa en las
columnas del legendario chismógrafo, Nigel Dempster, quien fue quien entrevistó
a los amigos y “hombres “de nuestra Duquesa de C.
Volviendo a
nuestro cuento, la relación Shand-Burke duró poco. Aparte de iniciar a Camilla
en la actividad sexual hay un par de comentarios de Burke que son importantes
para definir la carrera futura de la debutante. El primero es que Kevin
(entrevistado en los Noventas) la recordaba como muy simpática, alegre, pero no
particularmente guapa. En otro sitio donde notaban los impedimentos para que Camilla
Shand fuese Princesa de Gales se decía que era “poco fotogénica”. Ahí se
evidencia la superficialidad de los tiempos modernos que privilegian lo físico aun
a la hora de elegirle esposa al heredero del trono británico.
Si no iba a haber
princesa de cuentos, al menos se esperaba que la consorte real fuera glamorosa
y espectacular (como lo fue Diana). Quien solicitaba eso era la prensa. Vale
recordar que es la prensa la que decide estas cosas, se las mete en la cabeza
sus lectores y se la presenta a La Corona como “es lo que pide el pueblo”. Algo
extraordinario, es que la prensa tuvo muy poco interés en Camilla en el año en
que fue compañera de Carlos (1972-1973). Mas preocupaba la Princesa Ana que se
casaría en 1973, suceso ignorado por “The Crown” y del que hablaremos en otro
momento.
Mirando las fotos
de la época, Camilla se ve desastrada, despeinada. Se sabe que es desordenada.
En su libro Charles & Camilla: Portrait of a Love Affair Gyles Brandeth
entrevistó a Virginia Carrington, compañera de cuarto de Camilla quien relató
que su amiga les tenía terror a los colgadores de ropa, todo lo tiraba en el
suelo y tampoco limpiaba el baño: “Les tenía aversión a los fluidos de limpieza.
Tendrías que ver como dejaba el baño después de usarlo”.
Suzanna de Vries, en su libro Royal Marriages, describe una anecdota sobre lo desastrada que era Camilla, aun despues de ser amante Estando en casa de su abuela Lady Ashbourne, y a la espera del Príncipe de Gales, a Camilla se le rompió el zipper de sus jeans. Rapidamente, y ante el pasmo de su abuela, se plantó un alfiler de gancho para sujetarse los pantalones.
Suzanna de Vries, en su libro Royal Marriages, describe una anecdota sobre lo desastrada que era Camilla, aun despues de ser amante Estando en casa de su abuela Lady Ashbourne, y a la espera del Príncipe de Gales, a Camilla se le rompió el zipper de sus jeans. Rapidamente, y ante el pasmo de su abuela, se plantó un alfiler de gancho para sujetarse los pantalones.
Siete Años de Humillación
Pero volvamos a la Camilla de 1966. Como la mayoría de las debutantes, su vida estaba planeada en espera a que llegase a ella su futuro marido. En lo que eso sucedía algunas trabajaban, otras estudiaban, pero en los liberales 60, lo prioridad era independizarse de los padres. Así Camilla Shand, a los 19 años, se fue a vivir en un piso de Belgravia, con dos amigas de igual pedigrí. Todo pagado por los padres. Para ser más independiente, Camilla se consiguió empleo de recepcionista en la afamada firma de decoradores de Sybil Colefax&John Fowler, de la cual sería despedida por no llegar a la hora.
Pero volvamos a la Camilla de 1966. Como la mayoría de las debutantes, su vida estaba planeada en espera a que llegase a ella su futuro marido. En lo que eso sucedía algunas trabajaban, otras estudiaban, pero en los liberales 60, lo prioridad era independizarse de los padres. Así Camilla Shand, a los 19 años, se fue a vivir en un piso de Belgravia, con dos amigas de igual pedigrí. Todo pagado por los padres. Para ser más independiente, Camilla se consiguió empleo de recepcionista en la afamada firma de decoradores de Sybil Colefax&John Fowler, de la cual sería despedida por no llegar a la hora.
Es que Camilla se
la pasaba en fiestas y dormía hasta tarde. Kevin Burke era cosa del pasado.
Ahora Camilla tenía un nuevo acompañante, Rupert Hembro, de una importante
familia de banqueros. Aun para la época, era un poco escandaloso que Camilla
fuese tan abierta on el hecho de que ella y Rupert eran amantes. Eso no importó
mucho, puesto que, en un baile en Escocia, Camilla se reencontró con Andrew
Parker-Bowles, y Rupert pasó a segundo plano.
Parker-Bowles tenía
27 años, era capitán de dragones y había sido ayudante del Gobernador de Nueva
Zelandia. Todo esto lo hacía más glamoroso que la mayoría de los jóvenes que
formaban el circulo de Camila. Además, tenía reputación de mujeriego y se le
conocía como “el mejor amante de Londres”. Esa aura de peligro cautivó a Camilla
tanto como las famosas dotes amatorias de su nuevo amante. Ni siquiera le importó
a la chica que, en la primera etapa del romance, Andrew siguiese viéndose con
su otra novia Lady Carolyn Percy, hija del Conde de Northumberland.
Siete años
duraría la relación Andrew-Camilla. Siete años de humillación, de saberse constantemente
traicionada. Camilla se había enamorado locamente del Capitán Parker-Bowles y
no podía acabar con él. incluso intentó volver con Rupert Hambro, pero fue en
vano. Ni siquiera que Andrew la engañase con sus amigas o que iniciase un
romance público con la princesa Ana, la hacían olvidarlo. Sobre todo, porque
Parker-Bowles constantemente volvía buscarla.
Esta relación era
la comidilla de Londres. Camilla se ponía en evidencia, interrogaba a cada
mujer que conocía si andaba en amores con su novio. Harta de tanta pregunta,
Lady Carolyn le respondió “cuando me canse de él, te lo devuelvo”. Una noche, Camilla
vio el auto de su novio estacionado enfrente de la casa de su nueva conquista.
Incapaz de contenerse, la futura Duquesa de Cornualles, escribió un insultante
mensaje con su lápiz labial en la ventana del vehículo para, acto seguido,
reventarle los neumáticos.
Cuando Lucia
Santa Cruz decidió presentarle a su amiga-vecina al Príncipe de Gales, no
andaba de casamentera. Solo quería que Camilla recobrase su autoestima. Tal
vez, un affaire con alguien tan importante como el futuro rey de Gran Bretaña,
alejase a Andrew.
Esposa Pesa
más que Amante
Carlos y Camilla
simpatizaron inmediatamente. Aprovechando la ausencia del ahora Mayor Parker-Bowles,
quien estaba de servicio en Irlanda y Chipre, el heredero al trono y su nueva
amiguita pasaban mucho tiempo juntos. Camilla tenía una personalidad extrovertida
y alegre, un sentido del humor extraordinario y sabía escuchar. Carlos se
sentía importante al lado de esta mujer tan vivaz y—algo que Camilla había
aprendido con Andrew— tan experta en la alcoba.
“The Crown” y
muchas biografías lacrimógenas nos han querido vender el cuento de la historia
de amor del siglo. No niego que exista amor hoy entre los Duques de Cornualles,
pero dudo mucho que ese sentimiento estuviese presente en la primera etapa de
su relación. Lo que existía en Carlos era una tremenda dependencia sexual y
emocional, pero, aunque Camilla le tuviera cariño, eso no era suficiente para
liberarla de la dependencia sexual y emocional que la ataba a Parker-Bowles.
Algo que
sorprende a muchos es que Camilla no deseaba ser reina. Su rol de “amante real”
le parecía estupendo ya que la acercaba a su ídolo, Mrs. Keppel. Tanto Kevin Burke,
como compañeras de escuela de Camilla, han comentado sobre la obsesión de ella
de ser como su bisabuela. Ese era el rol que le asignaba a Carlos, ser su
rey-amante. Pero para marido, Camilla solo tenía un candidato y ese era Andrew.
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Mrs. Alice Keppel |
Para ser francos,
Carlos tampoco quería casarse con ella. No era tan tonto como nos lo muestran
en la tele. Aunque Camilla pasase a ser parte de su vida, no reunía las
condiciones que La Corona exigía de la futura reina. Mas allá de pedigrí,
belleza o falta de virginidad, el problema más grave de Camilla es que tenía un
pasado, peor aún tenía un presente bochornoso del cual ella no quería
desprenderse.
Por eso es por lo
que toda esa pataleta de Carlos en “The Crown”, gritándole a la reina Isabel
que no permitirá que le hagan lo que, a su tío y a su tía, es ridícula y nunca
tuvo lugar. Nadie obligó a Carlos a irse de maniobras al Caribe. No hubo nada
de extraño en su asignación a un puesto en el extranjero.
Se dice que antes
de embarcarse, el príncipe rompió con Camilla por lo que ella no tuvo que
solicitar su permiso para casarse. Eso sí, le escribió dándole la noticia. Carlos
tomó muy mal lo de la boda, le escribió a Camilla suplicándole que no se
casara, pero no le ofreció matrimonio.
Toda esa faramalla
que inventó Morgan sobre una conspiración en contra de Carlos y Camilla es
mentira. Nunca hubo un complot fraguado entre Lord Mountbatten y la Queen Mom,
por la sencilla razón de que se detestaban y no iban a planear nada en
conjunto. La Reina Madre no convocó a los padres de Camilla y los de Andrew, ni
los hizo pararse ante ella como el staff de Downton Abbey ni les ladró ordenes
como un Mr. Carson cualquiera.
¿Por qué la reina
viuda iba a ofender así a sus amigos los Parker-Bowles? ¿Por qué iba a
exigirles que casaran a sus hijos cuando tanto los Shand como los padres de
Andrew deseaban ese matrimonio? Esa
escena es casi tan grotesca e improbable como que la reina Isabel y su madre
avergonzasen a Ana obligándola a contar detalles de su vida íntima delante de
su padre y tío. A propósito, el romance de Ana y Parker-Bowles fue totalmente público.
No fue ninguna sorpresa para la familia, pero ya hablaremos de eso en su
momento.
Fue entonces que Andrew
regresó de su tour militar y, por supuesto, volvió a buscar a su novia. Ningún
principito le iba a quitar una mujer. Esto acabó con la paciencia del Mayor
Shand que estaba harto de ver lo bajo que había caído su hija. Junto con el padre de Andrew, que también
quería que su hijo sentara cabeza, fue al Times, en marzo de 1973. Ahí
ambos anunciaron el compromiso de Camilla y su galán y solicitaron que la noticia
se publicase.
El Mayor Parker-Bowles
fue el primer sorprendido con el anuncio, pero no podía hacer nada. Retractarse
lo pondría en posición de que la Familia Shand lo llevase a tribunal. Romper un
compromiso era todavía causal de demanda y arruinaría la carrera de Andrew. Se
encogió de hombros y aceptó casarse.Camilla se
convirtió en Mrs. Andrew Parker-Bowles un 4 de julio.
Fue una ceremonia
católica muy lujosa. La novia lucía un precioso vestido de verano diseñado por
Beverllee Sassoon. En “The Crown” se ve a Emerald Fennell con cara cariacontecida.
En las fotos reales, Camilla se ve muy contenta Se la llamó la boda del año con
800 invitados entre los que se contaban la Reina Isabel, su madre y su hermana.
Hasta la Princesa Ana estuvo ahí. El único ausente, por razones de buen gusto,
fue Carlos.
Solo volvería
hacer acto de presencia en la vida de su ex, cuando fuera padrino de Tom, el primogénito
de los Parker Bowles. Para entonces Camilla tenía claro que su marido nunca le
seria fiel ni nunca la respetaría. De acuerdo con declaraciones tanto del Príncipe
Carlos como de su duquesa, ellos comenzaron su affaire en 1979 tras el
nacimiento de Laura, segunda y última hija de los Parker Bowles.
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Los Parker-Bowles y sus hijos |
Hay historiadores
y chismógrafos que dicen que esos amores datan de antes, de 1976. Lo cierto es
que para entonces ya había otras mujeres en la vida del príncipe de Gales. Según
las estadísticas, entre la boda de Camilla y la boda de Carlos con Diana, ¡él
tuvo 25 mujeres! Algunas fueron aventuras pasajeras, otras relaciones
clandestinas prohibidas (léase con mujeres casadas), pero también hubo varias
que pudieron haber sido Princesas de Gales. En mi próxima entrada dedicada a
“The Crown”, hablaré de las novias de Carlitos.