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martes, 21 de enero de 2020

El Cuento de la Criada: Lo Único Decente del Bazar de la Charite



Tanta esperanza en “ Le Bazar de la Charite”  y que chasco me he llevado.  Presentismos, guerra de los sexos mituteras, luchas de clase marxistas y tan poca visión de lo que el incendio fue y como repercutió en la sociedad francesa. ” The Bonfire of Destiny “(título en inglés) sigue los caminos de tres mujeres para mostrar como las impacta el siniestro, pero solo el camino de mas humilde tiene desarrollo y final dignos.

Mas Telenovela que Historia
Sobre un trasfondo histórico inadecuado y falaz, se desarrollan tres cuentos: el de la dama de sociedad y esposa maltratada, Adrienne de Lernvenpré (Audrey Fleuriot);  su sobrina la burguesita Alice de Jeanzin (Camille Lou) y su criada/confidente Rose (Julie de Bona). Toda esta historia rocambolesca que combina crímenes políticos, desigualdad económica y liberación femenina,  sirve para que Adrienne finja su muerte, Alice consiga amante y Rose se vea forzada a adoptar otra identidad.

Lo hemos visto en cien telenovelas. Hemos visto a Saby Kamalich, Lupita Ferrer, Jeannette Rodríguez y hasta Thalía interpretar roles parecidos. Pero en Le Bazar se permiten además hacer acusaciones sobre el gobierno, la clase política y la policía de la Francia de los 1890. Hasta ponen una guillotina en la plaza. Ni había ejecuciones públicas en ese entonces ni nadie involucrado en los hechos fue amenazado con la pena capital.

Antes que me salgan con “es ficción” o “licencias dramáticas” les recuerdo que hay un límite y que la difamación es todavía considerada un delito penado por la ley. Tergiversar y falsear los hechos es una ofensa a las víctimas, a los rescatistas y hasta a los pobres anarquista. Hubiese sido mejor inventarse una catástrofe y situarla en una Francia alternativa. O escribir un libreto más sofisticado que al final los cuentos de las señoras son risibles, clichés y el único que destaca es el cuento de la criada.

El incendio del bazar que tuvo lugar en la Rue Jean Guyon, el 4 de mayo de 1897, estuvo poblado de anécdotas fascinantes, personajes heroicos, moralejas y lecciones de sobrevivencia en crisis y de cómo construir espacios seguros para sus habitantes. Con todo ese material pudimos ver un espectáculo al nivel de las tragedias del Hindenburg o del Titanic sin necesidad de sacrificar romances ficticios.

Comencemos por la realidad. En 1897,  hubo un horrible incendio en un bazar de caridad parisino cobrando 126 víctimas, la mayoría mujeres, la mayoría de clase alta. Debido a esto último, este siniestro es poco conocido. Para marxistas y socialistas la caridad privada es mala puesto que no elimina la injusticia social por lo que un bazar de caridad es una abominación y que hayan muerto representantes de una clase abominable e injusta… ¡se lo tienen merecido! La misma serie pone esto último en boca de un anarquista.


Aparte de que me repugnan esos absolutismos, yo sí creo en la caridad privada, no como reemplazo sino como complemento de un estado de bienestar. Me parece necesaria la caridad privada (y esta se practica de muchas maneras) porque recuerda a quienes tienen dinero sus obligaciones hacia los que no lo tienen. Tal como en los impuestos los ricos deben pagar  más que los demás,  también deben compartir con los más necesitados. La caridad, ejercida en mayor o menor escala, nos hace mejores personas, nos enseña disciplina, desprendimiento, solidaridad con el prójimo.

Monjas Ciegas y Princesas Achicharradas
Sin embargo, entiendo que detenerse a detallar un evento creado por la clase alta, peor aún la clase alta católica, no sea del agrado de Netflix-Soros.  Este bazar era un suceso anual que tenía lugar en la primavera y era organizado por “gente bien “con ayuda del clero. En mayo de 1897, el bazar había sido organizado por el aristócrata católico británico Harry Blount y estaba dedicado a recaudar fondos para los huérfanos y para los ciegos.

Presentes había varias representantes de órdenes religiosas, muchas de las cuales perecieron. Entre ellas la Hermana Marie Madeleine, miembro de la Orden de las Cieguitas de San Pablo, una cofradía que admitía novicias invidentes y que estaba dedicada a la atención y cuidado de niños privados de la vista. También murió Valerie Verhasselt, una huerfanita adolescente que ayudaba las monjitas. 
Ninguna de estas personas ha ameritado mención en la serie de Netflix como tampoco la han merecido los dos sacerdotes que acudieron de una parroquia cercana a ayudar con la evacuación de las victimas.

Las mujeres que murieron en ese horrible incendio pertenecían a diferentes estratos de la sociedad. Había entre ellas señoras y criadas, aristócratas y burguesas, esposas de diplomáticos (murieron las esposas de los cónsules de Dinamarca y de España), y miembros de la realeza como la Duquesa de Alenzón, de la Casa Real de Francia, nacida Princesa de Baviera y hermana de la Emperatriz Sissi.
Sofía de Baviera, Duquesa de Alenzón

Las mujeres presentes estaban ahí en calidad de compradoras y vendedoras. La serie no se ha detenido en ninguno de estos aspectos. No aparecen las monjas ni para remedio. No nos cuentan que murieron niños. El único que aparece es rescatado gracias a los esfuerzos de Rose, nuestra heroica criada.

Muchos varones ilustres perecieron entre las llamas como fue el caso del Dr. Henri Feulard, el más famoso dermatólogo de la Francia de la Belle Epoque. A pesar de que había logrado salir del edificio, regresó para rescatar a su hija de diez años. Ambos murieron.

A pesar de que, en otro filme sobre el hecho, “La Kermesse Rouge” (1954) si incluye una aparición de Sophie D’Alençon, Netflix, que ya nos ha demostrado su desprecio por la realeza, no nos presenta la historia de esta valerosa mujer. La princesa no permitió que se la evacuara sino hasta que la última de las mujeres que trabajaba bajo su cargo escapara.
Monumento sobre la tumba de la Duquesa

Dicen los testigos que lo que se incendió primero fue su vestido negro.  Se encontró a la Duquesa carbonizada abrazada al cuerpo quemado de su amiga la Condesa de Beauchamps. El rictus en el rostro de Sophie indica que murió de una manera dolorosa. La noticia de su muerte provocaría otra víctima, la del Duque de Aumale, su suegro, que fue fulminado por un infarto al saber la pérdida de su amada nuera.

El cadáver achicharrado de la duquesa hubo de ser identificado, como otros cuerpos, por la dentadura. Ese fue una novedad en el caso. Una de las primeras veces que la dentadura era usada como método de identificación. Otro detalle que las escritoras obvian. Se dice que la serie es feminista porque son mujeres quienes la dirigen, producen y escriben. ¿Entonces porque no mostrar casos de mujeres heroicas como la Duquesa o Jeanne de Kergorlay, Condesa de Sainte Perier?
Jeanne de Kergorlay, Condesa de Sainte Perier por Singer Sargent

Esta noble dama de la rancia nobleza bretona se convirtió literalmente en un taburete humano prestando su espalda para que otras más afortunadas escalasen hasta una claraboya y escapasen. ¿Y porque no incluyeron, ya que no se vale elogiar a la alta sociedad, a Madame Roche-Sautier, gobernanta del vecino Hotel Du Palais, quien junto al cocinero Jules Gaumery (el si aparece en la serie) fueron los principales rescatistas?

Algunos desdichados asistentes del Bazar lograron salir del edificio solo para encontrarse atrapados en un patio rodeado de altos muros. A pesar de que el Padre Amboise, de un convento cercano, los auxilió con una escalera, era un proceso lento y estrecho escalar el muro. Entonces notaron un ventanuco que daba al Hotel du Palais, un establecimiento vecino. El problema lo presentaban unos barrotes de hierro. La intrépida conserje del hotel, Madame Roche, con ayuda del cocinero arrancó los barrotes para darles otra vía de escape a las víctimas del incendio. Nada de eso nos muestra “The Bonfire of the Destiny”

En cambio, la serie nos cuenta que el gran héroe es un anarquista metido a ladrón (o viceversa). Ni una palabra de los verdaderos héroes, de los bomberos, de los curas o de las mujeres proletarias que, a riesgo de sus vidas, se lanzaron a desnudar a damas cuyas ropas de seda y encaje habían convertido en antorchas humanas.

Solo Bastó un Fosforito
Ha llegado el momento de hablar de las causas del incendio y de los presuntos culpables. En la serie el gran villano es el cinematógrafo y el individuo que lo trae al bazar, Monsieur de Jeanzin (Antoine Dulery). Este individuo, padre de Alice, una de las protagonistas, se ha gastado la fortuna familiar en el nuevo negocio de la cinematografía. Ahora está empeñado en casar a su hija para conseguirse un yerno rico.

Nuestra heroica Rose ve como el incendio comienza en la sala de proyección, pero por azares de la novela no puede testificar. Hay un camarógrafo, pero es asesinado por el archicriminal Marc-Antoine de Lervenpré (político tenía que ser) quien quiere culpar a los anarquistas del siniestro. Lo chistoso es que de acuerdo con la trama los anarquistas si planeaban poner una bomba en el bazar y así aprovechar de robar a los hambreadores del pueblo. ¡Qué manera de ofender a los seguidores de Bakunin!

Si bien es cierto que los anarquistas italianos eran los terroristas de su época (acababan de asesinar a Marie-Francois Sadi-Carnot, presidente de Francia) nunca se les asoció con el incendió. Si bien es cierto que uno de los proyeccionistas era de origen ruso y se sospechó de algún atentado, pronto se descartó tal sospecha. 

Bagrachow no murió atropellado por un carruaje como lo muestra la serie. Debido a que su comportamiento durante el incendio fue heroico, solo se le condenó a ocho meses de prisión y a una multa de 200 francos. El Barón de Mac Kay encargado de las condiciones de seguridad del edificio fue multado por 500 francos. ¿Pero de que se les acusó realmente?

Aunque el celuloide es conocido como material inflamable, el verdadero motivo del incendio fue más simple. Para hacer más atractivo el bazar se permitió una exhibición de este nuevo y curioso invento, el de las películas animadas que se colocó casi a la entrada. En 1897, los Hermanos Lumiere llevaban apenas cuatro años de su extraordinario trabajo de cámaras. En el bazar muchos verían por primera vez cortos como “La llegada de un tren” que, tal como nos muestra la serie, provocaban terror en la audiencia que ya creía que la locomotora los atropellaba.

La cámara de proyección de este cinematógrafo no funcionaba con electricidad sino con un elaborado sistema de éter y oxígeno. A mediados de la función se acabó el éter del proyector. Hubo que rellenarlo y como estaba oscuro, el camarógrafo se alumbró con un fosforito.  Al comienzo debido a que el espacio de los técnicos estaba aislado del teatro los gritos de fuego y los esfuerzos de los proyeccionistas por apagar llamas que habían alcanzado los cortinajes no se oyeron, pero no es cierto lo que la serie muestra que, para no crear pánico, se dilataron las alertas y el proceso de evacuación.

Algo muy logrado en la serie es la atmosfera “Titanic”, el horror que experimentan los presentes ante la muerte inminente, los torpes esfuerzos de evacuación, la sensación de que la tragedia era evitable. Pero mucho de lo que muestran es falso. “Le Bazar de la Charite” se merece un siete en efectos especiales, bellísima cinematografía y vestuario (aunque el traje de montar de Alice de Jeanzin parece de comercial de perfumes de los 70).

Los actores que interpretan a los “buenos” son hermosos. Los que hacen de “malos” parecen beodos. Un intermedio es el controversial comediante Stephane Guillon que da vida al polizonte Celestine Hennion que siempre mantiene el mismo aspecto de aguilucho empapado y como dijo El Gatito Memo “siempre trae la misma cara”. 

Sin embargo, el mayor defecto de la serie de Netflix es inventarse un cuento a costa de una realidad mucho más intensa y cruda que lo que se inventaron. Una protesta escrita en Le Figaro ha venido de parte de Marie Beatrice du Cray, que hoy preside la Asociación del Bazar de la Charité, y que desciende de la Condesa de Haward de La Blotterie, una dama que murió en el incendio. Le sorprende que hayan mentido hasta en la recreación del edificio.  El verdadero bazar no era en forma de herradura como muestra la serie, no había una sola salida, etc..

Vestidos Peligrosos
El verdadero edificio, construido especialmente para la ocasión, consistía en una serie de casitas que imitaban un pueblo medieval. Esos eran los quioscos desde donde atendían las encopetadas damas.  En medio había un largo pasadizo que simulaba ser una calle de aldea.  Todo el espacio estaba hecho de material combustible.. L os quioscos eran de madera y cartón forrado en tela con adornos de papier maché. Todo altamente inflamable.
El verdadero Bazar de la Caridad

La construcción estaba cubierta con un tejado de pino, la madera que arde con más facilidad. Cuando el techo en llamas se desplomó se imposibilitó toda labor de rescates. pero el material más peligroso en el sitio no era ni el éter del cinematógrafo ni el pino del tejado sino la ropa de las damas.

Debido a que era época primaveral, las señoras vestían ropa ligera de seda o muselina con festones de satén y encaje, telas que ardían fácilmente. Sus sombreros de paja de Italia, sus tocados de plumas y flores artificiales de cera. atraían las llamas como si fueran hechos de aceite.

Las descripciones más aterradoras de testigos es haber visto mujeres salir del edificio convertidas en hogueras ambulantes. Un caso curioso fue el de una dama que gritaba que se quemaba a pesar de que no se veían llamas en su ropa. Resulta que lo encendido eran sus enaguas de encaje, por lo que estaba ardiendo dentro de la armadura de su vestido.

Otro descuido de los encargados de la seguridad del sitio fue no marcar debidamente las salidas de emergencia del bazar. En la serie solo hay una y con una puerta de torno como las de un hotel, para colmo, la puerta se atranca dejando a los evacuados atrapados en el interior. Tampoco eso corresponde a la realidad. Aparte de la entrada principal, había ocho salidas de emergencia, pero ni tenían señales ni los encargados de la evacuación sabían dónde estaban. Más encima las puertas eran de madera pesada y se abrían hacia adentro lo que dificultaba la salida. Esa sería la principal razón de las 126 muertes y los doscientos heridos.

Es un atrevimiento de la serie comenzar con un cartel de “basado en hechos reales”. El “hecho real” muy falseado ocupa solo media hora del primer capítulo. Debido a que no hay ni un personaje real en este cuento, todo lo que ocurre después es ficción. Incluso la desenfrenada búsqueda del anarquista que creen inició el incendio, los juicios secretos, la guillotina en la plaza, parecen sucesos ocurridos en otro país y en otra época. Oh, y tampoco es cierto que se hayan robado las joyas de los cadáveres de la morgue. Sino no hubiesen identificado tantos cuerpos gracias a las joyas que portaban.

Adrienne: Victima del Patriarcado
El primer cuento de esta serie “basada en hechos ficticios” es el de Adrienne de Levenpebré, la esposa del político corrupto Marc-Antoine. Antes del incendio Adrienne quiere divorciarse. En vez de buscar el consejo discreto de un abogado que no sea de su círculo, va a hablar con el abogado del marido. El político se entera, la golpea, acusa de tener otro hombre y la separa de Camille, su hijita, a la que envía a un internado.

Marc Antoine manda a Adrienne, cargada de billetes de cien francos, al bazar a que haga compras ostentosas que le conseguirán a los más votos.  No sé porque van a votar más por un candidato que se gasta fortunas en chucherías, pero esta serie fue escrita con las patas. Adrienne que realmente tiene un amante, Hughes (Francois-David Cardonnel), un joven periodista, se va con él a darse su revolcada. Cuando regresa se encuentran ante el espectáculo del bazar en llamas.

A Adrienne se le ocurre hacerse pasar por muerta. Así al enterrar a algún cadáver sin identificación su marido tendrá que traer a Camile del internado para el funeral. Ahí, Adrienne planea raptar a la niña y huir a Inglaterra. Es un buen plan, el problema es que Adrienne es tonta y cae en esas trampas mituteras de no confiar en ningún hombre de más de trece años.

Lo gracioso es que busca refugio con Hughes, deja que la mantenga, lo pone en peligro y se come su comida, sabiendo que el periodista no tiene dinero. No le hace caso cuando Hughes le pide que no salga y que no contacte a nadie para que todos la crean muerta. Apenas su amante se va a trabajar, Adrienne agarra calle y se va a ver a su hermana, a Camille, le deja mensajes a su hija en el jardín de la casa de su marido. Hace amistad con un vivaracho gamín llamado Leo quien la lleva con unos contrabandistas que le compran las joyas.

La policía arresta a los ladrones, obtienen un retrato hablado de Adrienne, descubren que está viva. Leo se roba el dinero. Adrienne, histérica, le revela la verdad a Hughes quien le exige que haga lo que él le pide para evitarse más problemas. Indignada, Adrienne lo compara con su marido. ¿Ósea cuan bruta puede ser?

Enseguida se pone a hacer cien burradas que acaban con ella de vuelta en casa del marido y con Hughes muerto por haber ayudado a una atolondrada. El final es totalmente caricaturesco estilo Super Ratón y que recuerda esos filmes silentes de Fantomas con villanos ultra avispados que eluden a la policía y heroínas maniatadas en espera de muertes horribles.

Alice en el País de los Anarquistas
Por suerte el segundo cuento no es tan truculento. Alice de Jeanzin es una chica de familia burguesa que va a casarse con el millonario Julián de La Ferté (Theo Fernandez) y que tiene gran amistad con su mucama Rose. Alice siente un poco de envidia por la pasión que une a Rose con su esposo, Jean (Aurelien Wik), el cochero de los Jeanzin.

Alice solo siente amistad por Julián e ignora que su novio va a casarse con ella aun sabiéndola arruinada. También ignora que Rose y Jean planean dejar el servicio doméstico e inmigrar a Estados Unidos. Todo eso pasa a segundo plano cuando ama y criada se ven atrapadas en el incendio.

Alice, en compañía de Rose, llega al bazar a suplir a su madre enferma en uno de los quioscos. Las mujeres se encuentran con Odette de Tremoille, una joven dama de sociedad, amiga los Jeanzin. Odette desearía atender un quiosco, pero su hijito Thomas quiere ver el cinematógrafo. Alice hace un cambalache, le cede a Odette su puesto en el quiosco y ella lleva al niño a ver el espectáculo. Aparece Julián y se van a dar un paseo, dejando a Thomas con Rose.

Comienza el incendio. Con gran presencia de ánimo, la criada saca al niño a la calle y lo deja al amparo de una mucama amiga. Rose vuelve al interior del edificio y avisa a Odette de lo que ocurre y que Thomas la espera afuera. Rose se pone a buscar a Alice en un edificio en llamas.

Odette intenta salir y ahí ocurre la escena más macabra (y bien lograda) de la serie en que el público entra en pánico y ocurre una estampida. Es ahí donde elegantes señores se abren camino a bastonazo limpio. De acuerdo con testigos e historiadores estos fueron sucesos aislados. Para mala suerte de Odette a ella le ocurre uno de esos encuentros. Es derribada y pisoteada por el equivalente a una manada de elefantes.

 Entretanto, Rose encuentra a Alice y su novio. Julián escolta a las mujeres hacia la salida, pero al alcanzar la puerta esta se traba (falso). Hay otro estallido de pánico. Julián y sus acompañantes buscan refugio bajo una gran mesa de roble. Ahí él pierde la cordura y comienza a gimotear.

Es entonces que entra en escena Víctor (Victor Meutelet), un ladronzuelo con ínfulas de anarquista, que temprano le había robado el reloj a Alice. Al ver el incendio, sufre un súbito ataque de conciencia y a martillazos rompe la claraboya permitiendo el acceso de los bomberos al edificio. Porque claro los cobardes bomberos necesitaban que un anarquista les mostrase el camino. ¡Qué serie tan ofensiva!

La entrada del cuerpo de bomberos hace que Julián salga de su escondrijo arrastrando a sus compañeras. En el camino a la claraboya, Alice cae al suelo. Rose intenta auxiliarla, pero Julián, totalmente histérico, la arrastra hasta la ventana. Cuando Rose intenta liberarse, Julien la empuja de cabeza a las llamas.

Alice es rescatada por Víctor de quien se enamora, pero la policía y la clase política necesita de un culpable. La presencia del anarquista en el lugar del siniestro lo hace el candidato perfecto para la guillotina. Alice intentará luchar por demostrar la inocencia de Víctor a la vez que se ve obligada a casarse con el cobarde Julián puesto que solo así salvará a su padre de la ruina.

De Criada a Señora
Y ahora viene lo mejor de esta historia, el cuento de la criada. Rose no ha muerto. Despierta en un hospital, con la mitad del rostro y cuerpo quemados y presa de terribles dolores. Intenta explicar a las atareadas enfermeras quien es. Quiere que contacten a Jean, su esposo. Pero no la oyen y la mantienen drogada para que soporte el dolor.

Un día, Rose despierta y se encuentra en la casa de Odette de La Tremoille. Madame Huchon, la madre de Odette se ha traído a la mucama y la mantiene secuestrada. No deja que se le acerquen ni los criados, ella misma le sirve de enfermera. Parece cuento de terror. ¿Se ha vuelto loca Madame Huchon? Pero le ha puesto las joyas de su hija a Rose y el basto brazalete de la criada está alrededor del carbonizado brazo de la difunta Odette.

Jean reconoce el cadáver, él y Alice llorando le dan sepultura a quien creen es Rose. Entretanto la criada se atreve a quitarse las vendas y ve lo horrible que ha quedado. Aun así, intenta escapar. Madame Huchon la hace encerrar. Ahí le habla con franqueza. Rose no tiene futuro. Su marido no la querrá toda desfigurada. Nadie le dará empleo. Caerá en la miseria. En cambio, fingiendo ser Odette tendrá acceso a una vida que nunca se imaginó.

Madame Huchon cuenta su verdad. Mujer de la burguesía adinerada cometió el error de comprarle un marido noble a su única hija. Jacques de La Tremoille siempre ha despreciado y maltratado a Odette. Es infiel, vive en viajes gastando la fortuna de su mujer. Si se entera de que es viudo despilfarrará la herencia del pequeño Thomas. Madame Husson está enferma de muerte. Necesita que Rose le prometa que velará por su nieto.

Después de una visita de Alice que no la reconoce, Rose se da cuenta de que, para sus seres queridos, ella ha muerto. Acepta la propuesta de Madame Huchon. Solo hay dos problemas. Thomas es el único que sabe que esa mujer velada y con mascara no es su madre. ¿Aceptará a Rose? Y la criada descubre que espera un hijo de su “viudo”.

De las tres historias, esta es la mejor y es una pena que le dediquen tan poco tiempo. Tiene un final feliz un poco inverosímil, pero es el único ejemplo de justicia y esperanza en esta serie tan despatarrada. Josiane Balasko es una buena actriz y su Madame Huchon es un personaje que me encantó.

Lloré cuando la vi ante la tumba de Rose-Odette pidiéndole perdón. Esta mujer que, consiente de su error pasado, sigue intentando proteger a los que ama y que a su muerte delega el poder en alguien que como ella sabe lo que es amar, fue el único personaje acaudalado que cayó simpático.

Otro tema que no se toca es la actitud hvcia los sobrevivientes, sobre todo los varones. Cuando Harry Blount, el organizador del Bazar regresó a su casa su padre le enrrostró estar vivo cuando docenas de mujeres no habian podido escapar: "¡Hubiese preferido saberte muerto en el bazar!".

Un almirante cuya hija habia perecido en el siniestro,  le escribió una dura carta al Barón de McKay, encargado de la seguridad del recinto recordandole que un capitán debe hundirse con su barco. En vez de mostrarnos al sobreviviente Julian complotando en contra de los anarquistas, bien nos pudieron mostrar las muestras de repudio públicas recibidas por estos hombres tildados de cobardes.

Todo creador tiene derecho a incluir sus ideas en su obra, pero de manera sutil. En cambio,  los mensajes femimarxistas de Le Bazar convirtieron la serie en un panfleto mediocre. Como ha dicho Marie Beatrice Du Cray: “Hay anacronismos. Es una ficción para Marlene Schiappa (la Ministra de Igualdad) para que los espectadores de hoy puedan sentirse cómodos…No veo ningún vínculo entre las heroínas y los personajes reales”.O como ha dicho la animadora de television Christine Bravo: "debieron cambiarle el titulo por "Tres chicas en un bazar".

¿Tras leer esta nota que historia o que personaje te hubiese gustado que incluyesen en "Bonfire of Destiny".