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lunes, 27 de noviembre de 2023

Por Qué Guerreras Es Más Veraz que World on Fire

 


Un poco antes de comenzar la Segunda Temporada de World on Fire, vi de nuevo la primera. Volvieron a aplastarme sus falsedades y errores, sobre todo en lo concerniente a Polonia. Por suerte en estos días, he podido ver una excelente serie polaca, Wojenne dziewczyny que en inglés se llama War Girls o Wartime Girls (Guerreras en español)  y que repara todos esos yerros. Se las recomiendo como punto de comparación.

Uno de mis regalos de cumpleaños fue una suscripción mensual a una plataforma llamada Chaiflicks. Aunque su especialidad es el streaming de cine, televisión y documentales israelíes, también incluye en su biblioteca series europeas sobre la Segunda Guerra Mundial. Creo que esa fue la gran razón por la que solicité el regalo.

Es el único servicio en la Unión Americana que ofrece esta serie que, aun siendo drama de época , (por lo tanto, más costoso), ha alcanzado cinco temporadas. Debe tener algo bueno para que incluso le hayan puesto subtítulos para pasarla en España. Yo diría que su mayor mérito es que , a pesar de tratarse de una serie femenina, su retrato se acerca a la brutal realidad que vivió la nación polaca entre 1939 y 1945.



Una Ladrona, Una Enfermera y una Judía

Comenzamos con un prólogo en septiembre de 1939. Marysia Joachim ( Alexandra Pisula de Krol) una violinista de buena familia ve como su vida se da vuelta al llegar los alemanes a Lodz y al perder su padre su fortuna solo por ser judío. 



Pasamos a Varsovia, los bombardeos alemanes encuentran a la ladronzuela Ewka (Vanessa Aleksander) en la cárcel y a la enfermerita Irena “Irka ” (Marta Mazurek) atendiendo heridos. Después que las bombas acaban con el hospital donde trabaja, Irka se las arregla para retornar a su casona en las afueras de Varsovia. El padre, hermano y novio de Irka están en el ejército.



Saltamos dos años al verano de 1941. En Lodz la familia de Marysia es internada en el ghetto. Ella consigue huir a Varsovia donde espera encontrarse con un colega de su padre que es custodio de la fortuna de su familia. Se lleva un chasco. El nervioso abogado le dice que el dinero está invertido en Zúrich y no puede ir a buscarlo. Cuando Marysia lo acusa de robo, el abogado la expulsa de su casa, tras regresarle una cantidad misera (equivalente a $200)

Marysia decide regresar a Lodz. Está tan cansada que se queda dormida en un banco de la estación. Aparece Ewka, anda libre y sigue robando. Un mirada a la judía soñolienta y Ewka nota que es presa fácil. Se acerca y le abre el bolso,  robándole el dinero. Un guardia alemán encuentra que Marysia tiene cara de judía.  La despierta exigiéndole sus documentos,  nota que son falsos y se dispone a arrestarla.



Ewka, apiadada, y en un acto bien inverosímil le quita el arma. En una estación llena de gente, las muchachas secuestran al alemán, lo llevan a un baño,  lo dejan ahí maniatado y amordazado y nadie las detiene. Hasta el fin de la temporada, hasta el fin de la serie,  nunca más se mencionó esta maniobra que en la vida real suscitaría una investigación y una represalia. No se preocupen por esta falla, que una de las virtudes de la serie es que va aumentando su crescendo hasta sacar a las protagonistas de su zona de confort exponiéndolas a la brutalidad nazi.



Entretanto, Ewka decide llevar a Marysia a pie hasta su pueblo. La ladrona tiene un familia disfuncional con el padre preso por robo y una madre que más o menos parece haber instalado una taberna para malvivientes en su cocina. Ewka esconde a Marysia en su granero y se marcha a casa de sus vecinos, los Szczesny, la familia de Irka.

Desde su infancia que Ewka ha sido protegida por sus vecinos (su madre era su criada) que desconocen su prontuario criminal. El padre de Irka es prisionero. Su novio Kamil está desaparecido, solo su hermano Witek ha regresado del frente. Sin la empresa del padre, la madre ha instalado una tintorería en su casa. Witek está  con la resistencia, pero sus parientes no saben de sus actividades puesto que él no desea involucrarlas.

Como han cerrado universidades y escuelas, Irka sigue estudiando química en una escuela clandestina en casa de uno de sus ex catedráticos, pero desea luchar, como su hermano, contra el invasor. Ewka le ofrece esa oportunidad proponiéndole que le dé albergue a Marysia.



El Peligro de los Volksdeutrche

Antes de eso, Domaraszek un volksdeutsche (polaco de origen alemán) encuentra a Marysia. Le ve cara de judía e intenta violarla. Como tiene el arma que le quitaron al alemán, Marysia le dispara a quemarropa. Creyéndolo muerto, Ewka y Marysia lo arrojan al Vístula. Domaraszek no está muerto,  sale del agua, y ya desde el hospital exige venganza. . Así vemos las represalias germanas,  incluso cuando no se trata de un soldado,  ni siquiera de un alemán. La SS arresta a la madre de Ewka y a sus vecinos y los lleva a la temida prisión de Pawiak.



Irka solicita la ayuda de su hermano. Le recuerda que su grupo ha sacado gente de Pawiak. Witek tiene dudas. Han sacado personas importantes, pero ante las suplicas de Ewka y de Irka acepta hablar con una guardia. Esta exige una fuerte cantidad. A las chicas se les ocurre asaltar la casa de Domaraszcek, aprovechando que el volksdeutsche está en el hospital, y consiguen una fuerte cantidad, pero al salir son sorprendidas por la Gestapo que arresta a Irka.

Cambia la situación. Es arriesgado sacar a más de una persona de Pawiak. Obviamente, Witek privilegia la huida de su hermana. Desesperada, Ewka va en busa de su ex amante. Azur ahora trabaja en la embajada española, pero conserva sus vínculos con el bajo mundo. Las chicas descubren que hay un SS llamado Burkhe en Pawiak que,  por dinero,  sacará a las prisioneras.



Entretanto, Irka comparte celda con una resistente que está siendo brutamente torturada. Antes de morir, suplica a Irka que vengue su muerte. El culpable fue un delator volksdeutsche llamado Sommer.

Sin consultar con Witek,  las chicas hacen un arreglo con una guardia que les comunica donde Burkhe (el SS corrupto) entregará a las prisioneras. Ese encuentro es un desastre.  Descontento con la cantidad entregada,  el alemán mata a la madre de Ewka. En la tumba de la difunta, las amigas hacen un juramento de vengar su muerte.



Las chicas quieren unirse al grupo de resistencia de Witek, pero él tiene dudas, y tiene razón. Durante el entrenamiento se revela que,  aparte de Marysia, ninguna es muy buena para disparar, son contestatarias y desobedientes. Ese será un leitmotiv de la serie. El trio opera dentro de una organización, pero también de manera independiente y por causas personales. Incluso cuando reciben ordenes las cuestionan y hacen las cosas a su manera lo que trae trágicos resultados. Aquí me detengo para comentar como este retrato de resistentes femeninas polacas difiere del presentado en World on Fire .



Kasia,  La Sicaria

Uno de los muchos arcos de este relato de la BBC sitúa al protagonista, Harry (Jonah Hauer-King)en Varsovia donde funge como traductor en la embajada británica. Harry se enamora de una camarerita polaca llamada Kasia con la que se casa. Harry y su cuñadito Jan logran huir a Inglaterra, pero Kasia decide quedarse atrás a cuidar de una familia que cada vez es más reducida.

El padre de Kasia muere en Danzig, a la madre la mata un alemán que se siente insultado por ella, Gregosz,  el hermano mayor, logra llegar a Dunquerque (nunca sabemos cómo) y arribar a las costas británicas. Kasia pierde su casa, pero conserva su empleo sirviendo a soldados alemanes en una taberna, Conoce a un chico judío, Tomasz, quien la pone en contacto con un grupo clandestino y ahí es donde la trama se vuelve inconcebible.



Una de las muchas fallas de World on Fire es que juega descaradamente con la cronología sobre todo en el arco de Kasia . Viéndola una segunda vez me doy cuenta de que los hechos descritos ocurren entre agosto-septiembre de 1939 y septiembre 1940. En ese espacio de tiempo han acumulado situaciones que ocurrieron en Polonia a partir de 1941-1942. Para empezar, como dije en mi reseña de WOF, la resistencia armada polaca (Armija Krajowa)  no llegó a conformarse sino en 1942.

Sin embargo, desde la invasión germana se habían alzado en el paístanto en zonas rurales como urbanas grupos paramilitares. Se diferenciaban por ideologías políticas que iban desde comunistas hasta la Falanga (que vimos en Krol) de extrema derecha. La unificación de estos movimientos en la AK dejó afuera a los extremistas. No todos los grupos resistentes eran buenos. Guerreras tiene la honestidad de mostrárnoslo. En la primera temporada, Irka es enviada a una zona rural donde un tal “Capitán” Knyst mantiene aterrorizada a la población local con su bandidaje que incluye robo, violaciones y la ejecución de cualquiera que se le oponga.

                                            Miembros de la AK en uniforme

La Ejecución de Rehenes

Es posible que Kasia y Tomasz pertenezcan a uno de esos primeros grupos resistentes. Lo extraño es que ese grupo parece vivir para un solo propósito, matar soldados alemanes a los que ni siquiera conocen. El método es siempre el mismo, . Kasia escoge un parroquiano del restaurante donde trabaja, lo lleva a un callejón y ahí o lo mata ella o lo mata Tomasz. En cada episodio tenemos una viñeta donde Kasia elimina a un alemán. Algo totalmente absurdo. Si Kasia hubiese matado media docena de soldados,  los alemanes hubiesen exterminado a toda la población de Varsovia.



En su reseña en Contando Estrelas, Elentir ha mencionado que Guerreras nos habla de algo de lo que no se sabe mucho. Durante la ocupación alemana en Europa por cada soldado muerto o acto de sabotaje, se fusilaba una cantidad grande de rehenes. lo vemos en el tercer episodio de Un VIllage Francaise que solo por un cable de telégrafo cortado los alemanes ya exigen una lista de rehenes para fusilar. En la vida real hubo terribles matanza como la Masacre de las Fosas Ardeatinas en Roma en 1943 y el exterminio de todo el pueblo checo de Lídice (1942) como venganza por la ejecución de Reinhard Heydrich que vimos en Bohema.

                                     Monumento a los niños de Lidice

En War Girls hay tanta conciencia de las terribles represalias germanas, que solo se elimina a traidores muy peligrosos y tras previo juicio. Así ocurrió en la vida real, de esa manera se evitaban ejecuciones innecesarias. Las Guerreras desobedientes insisten en vengar a sus muertos sin el permiso de sus jefes. Si bien Irka tiene la oportunidad,  sancionada por la AK,  de ejecutar a Sommer,  el volksdeutsche delator,  Marysia no lo tiene para matar a Domaraszek , rompiéndole la cabeza con una muleta,  ni Ewka para vengar la muerte de su madre, pero ambos asesinatos traen tremendas represalias. Por cada alemán muerto se elimina a veinte rehenes.



Para evitar estas ejecuciones impromptu, los resistentes en la vida real no portaban armas. Estas eran guardadas en un galpón y cuando se iba a necesitarlas las retiraban previo recibo firmado. Al descubrir que Marysia carga el revolver de Domaraszek, Witek le ordena entregárselo. Las chicas deben acudir a una estratagema de robárselo a un oficial del Wehrmacht, lo que pondrá a Marysia en un conato del famoso modelo Romeo y Julieta en el Tercer Reich.



Entonces esa imagen de Kasia en World on Fire es totalmente falsa. hubiese sido imposible que anduviese armada todo el tiempo, que se convirtiese en excelente tiradora sin entrenamiento, que siguiese trabajando en una taberna donde sus clientes aparecían muertos en callejones y sin que los alemanes sospecharan de ella. Las aventuras de Kasia son caricaturescas. No sabemos dónde vive, donde se baña, pero siempre conserva el mismo empleo donde esperamos les darán alguna taza de caldo por lo menos. En Guerreras, las chicas sobreviven gracias a que cambian constantemente de domicilio, empleo,  hasta de nombre.

 Varsovia Bajo la Ocupación

Lo triste del chapucero retrato de la nación mártir de Polonia en la serie de la BBC es que no cuenta ni lo que sucedió ni lo que hacia la Resistencia. Nos queda una imagen Noir de ciudad apocalíptica por donde Kasia vaga matando gente a diestra y siniestra.



World on Fire no nos cuenta que, en el primer año de ocupación, Alemania incorporó al Reich, la cuarta parte del territorio polaco, expulsando a los habitantes que no fuesen de origen germano/ario. Cuando Marysia llega a Varsovia el abogado de su padre le dice que no puede darle alojo, puesto que tiene hospedada a toda su familia de refugiados de Poznan.

Tampoco habla World on Fire de la destrucción de las instituciones polacas. Los invasores cerraron la prensa, destruyeron el sistema judicial imponiendo el propio,  y clausuraron todas las academias, universidades e institutos de educación superior. De hecho, se fusiló o internó en campos de concentración a académicos, catedráticos y docentes. Solo quedaron funcionando las escuelas primarias.

En Guerreras vemos como Irka continua sus estudios con un grupo en cursos privados que dicta un catedrático dese su casa. Vemos funcionar las cortes de la resistencia, cuando el trio es juzgado por insubordinación y se le priva de armas y de participar en operativos por un tiempo. Y vemos el aparato de propaganda cuando utilizan las últimas palabras del Teniente Hessler “Me avergüenzo de ser alemán” para unas octavillas que reparten entre la población.

El final de la primera de las cinco temporadas tiene a las muchachas en grave peligro: Irka ha sido herida; Ewka tiene una costilla rota por una caída de un camión que la llevaba no se sabe si al paredón o a algún campo de prisioneros; Marysia,  que anda atrapada entre sus ingratos parientes a los que ha podido sacar del ghetto y las trampas que le tiende Margarethe von Loseinhermana de una de las víctimas de la violinista ha sido arrestada.



Tenemos al trio en peligro constante. Viven en un mundo difícil en donde sus acciones tienen consecuencias funestas para ellas y para los demás. Algo que no se siente en World on Fire. En una ocasión Kasia ve a un minúsculo grupo de personas ser fusilado. Visita a la familia de una de las víctimas, se echa a llorar y pide perdón. No explica el motivo. El público tampoco puede hacer ningún tipo de asociación entre sus lágrimas y sus actividades de sicaria.

En el final de la Primera Temporada, Kasia y Tomasz son arrestados. A él lo ahorcan. A ella ni la interrogan ni torturan, pero la llevan al cadalso. Solo que… como si fuera la Esmeralda del Jorobado de Notre Dame, es rescatada por la resistencia que en un periquete la tiene en el campo lista para caer en brazos de Harry que ha llegado volando en una época en que ningún inglés se aventuraría tan lejos.



Guerreras le gana en todo a World on Fire. Mejores actores, más guapos, las chicas lucen preciosos, aunque sencillos vestidos. Si la BBC y Mammoth han creado una Varsovia oscura, derruida y misera, en Wartime Girls tenemos un mundo iluminado, si con muchos edificios bombardeados, pero nos da una idea de una sociedad viva y dinámica, con restaurantes con orquesta, casinos, cafés con pastelería fina y hoteles de lujo. Las Guerreras encuentran refugio en elegantes casas de campo, una casona cuyos dueños judíos fueron expulsados,  y hasta un burdel.

La imagen de Varsovia y Polonia es la de una sociedad que sobrevive y gente, aunque sean alemanes o sus esbirros,  que celebra estar viva.  Eso la hace sentirse genuina, tal como el trasfondo y paisaje. ¿Será porque War Girls ha sido filmada en los antiguos barrios varsovianos que sobrevivieron la destrucción de 1944 al igual que en la zona histórica de Lublin?  En cambio, la ciudad de World on Fire es un producto de CGI poblado por personajes fantasmagóricos.

Cuando en el final de la Segunda Temporada, Kasia retorna a Polonia,  nos preguntamos que planeará hacer. ¿Seguir matando gente? Porque nunca la hemos visto involucrarse en otras actividades en las que participan las Guerreras como pequeñas acciones de sabotaje, esconder niños judíos y recaudar inteligencia. De todos modos, no creo que tengamos World on Fire muy pronto. Por eso si quieren ver un buen retrato de la vida cotidiana en la Varsovia ocupada o de las actividades de la resistencia polaca, vean War Girls que en España puede verse por Filmin y Cosmo.

Contenido Violento o Gory: A medida que pasa el tiempo, los riesgos que corre el trio de resistentes las colocan cada vez más en situaciones peligrosas. Vemos ejecuciones,  gente herida, dos de ellas son torturadas y otra muere en la Cuarta Temporada, pero es mucho menos gráfica que las series bélicas angloparlantes.





Situaciones Sexuales y Desnudos: Hay un par de escenas sexuales, pero ningún desnudo.

Factor Feminista: La sinergia de este trio tan dispar muestra que, en una nación sometida, las mujeres pueden encontrar su voz y su lucha aun desobedeciendo órdenes. Sin embargo, la serie es clarísima, quien desobedece las reglas entra en terreno peligroso y paga un precio. Con los nazis no se juega. Vemos que ni los hábitos impiden a la SS arrestar monjitas que protegen niños judíos. Divertido es que la Némesis de las War Girls sea una mujer. Margarethe von Losentein es un poco caricaturesca con su boquilla y cigarrillo y ese disfraz de Marlene Dietrich en Morocco, pero es una agente de la Abwehr que le vive pisando los talones al trio, un poco por deber y otro por venganza personal ya que las acusa de provocar el suicidio de su hermano. 



Volviendo a las Guerreras hay un gran énfasis en su feminidad en su sensibilidad y sexto sentidos femeninos; sus instintos maternales y su capacidad para amar a hombres que caen en la lucha y deben ser reemplazados. Por otro lado, encuentro veridico que, en sus peleas, Marysia e Irka le recuerden a Ewka su pasado delictivo y ella se defienda llamando a una “judía “y a la otra “santurrona”.



Factor Diversidad: Hay muchos grupos que vemos en esta serie. Los mismos resistentes están divididos entre leales soldados, las díscolas Guerreras y oportunistas como Klynt que buscan aprovecharse de su poder sobre los ya muy maltratados campesinos. Los enemigos de las Guerreras van más allá de Abwehr, Gestapo, SS y Wehrmacht, incluyen criminales que roban a los judíos como el abogado socio del padre de los Joachim,o  vulgares chantajistas como el polaco que delata a unas monjitas que albergan niños judíos y que se niegan a pagar por su silencio

Un grupo importante lo componen los Volksdeutsche, polacos de origen alemán. Una de las “razones” que Hitler esgrimió para invadir Checoslovaquia y Polonia fue que había que defender a estas poblaciones que eran maltratadas por los eslavos. Eso explica la posición privilegiada que ocupan en Guerreras, y como se dedican a robar, abusar, delatar y extorsionar a la población polaca y judía en la serie.

Por otro lado, el Teniente Franz Hessler explica su sensibilidad hacia el sufrimiento de los polacos con que su abuela era kashubiana (miembro de una etnia eslava residente en la Prusia Oriental). Aunque Guerreras puede parecerse a series de tema similar como la inglesa Wish Me Luck o la rusa Espías, no demoniza a los alemanes.

En el caso de Dietrich, el patrón gay de Marysia, casi lo humaniza su diversidad que lo hace estar en peligro entre los homófobos nazis. 



En cuanto a Margarethe, su hermana, el vestirse de hombre no corresponde a una afirmación de género sino es una manera de parecer masculina en un mundo de varones como lo es la Abwehr.



 

 

 

 

 

 

lunes, 13 de febrero de 2023

Cuando Solo se Necesita de un Episodio: Glitter y S.A.S. Rogue Heroes



Hay veces en que me he tragado enteras series malísimas siempre con la esperanza de que mejoraran. En cambio, hay otras que me basta un capítulo para cambiar de plataforma o apagar a Ruhami. Esos han sido los casos este invierno con Glitter de Netflix y S.A.S Rogue Heroes de EPIX.

Solo en Netflix podrías encontrar una serie sobre sexo que te hiciese bostezar. Eso aun cuando en el primer episodio, tuvimos varias escenas subidas de tono , y tres desnudos, uno por cada protagonista. A mí me interesó Brokat porque tiene lugar en la Polonia Comunista, 1976 para ser exactos. Me atraen las historias sobre la ex órbita soviética, y más si nos enfocamos en historias de mujeres, más con el frívolo detalle de que la moda de fines de esa década es la más bonita que he presenciado en mis sesenta y tres años de vida.

Un Brocado Sórdido

El titulo ya va asociado con la moda. “Brokat” o brocado se refiere a una tela brillante muy usada en ese tiempo para los vestidos de fiesta. Me imagino que aludirá al falso oropel que simboliza la historia de tres mujeres de diversas edades que desean convertir el oficio más antiguo del mundo en una empresa lucrativa y que les otorgue independencia.



No es la primera serie en usar esa premisa, pero aquí no lidiamos con historias como Harlots o Madame K donde,  a pesar de la belleza del vestuario y el lujo de los escenarios por donde se pasean las protagonistas,  tenemos claro que ser prostituta es un trabajo costoso y arriesgado. En realidad, Glitter (como le han puesto en inglés)  más se asemeja a la brasileña El negocio.



 No sé si vieron esa producción de HBO que tuvo tanto éxito que llegó a las cuatro temporadas   Recordarán que es la historia de Karin, una cortesana de lujo,  harta de ser dominada por clientes y por su “agente” Ariel. Karin decide independizarse y montar su propio negocio en el que la mercancía es ella. Para eso entra en sociedad con Luna y Magali, mujeres más jóvenes, pero refinadas y acostumbradas al mundo de la alta sociedad.

A pesar de su éxito, a mí nunca me atrapó El Negocio. Ya en el primer capítulo tuve problemas con el trio de prostitutas, no me creí su empoderamiento. Una era muy codiciosa, otra muy con ganas de vengarse de los hombres, y Karin muy ingenua con ese cuento de que lo único que le importaba era su empresa, sin reparar que el negocio de la prostitución está lleno de trampas y peligros. En suma, me irritaba que la serie minimizara esos peligros e hiciera hincapié solo en lo glamoroso del trabajo.



Vi varios episodios de El Negocio sin que nunca pudiera engancharme. No me caían bien los personajes con la excepción del chistoso Ariel que andaba disfrazado de judío  sin serlo. Encontraba a las chicas muy ambiciosas y un poco frívolas y me hartaba Karin con sus ínfulas de mujer dura y poderosa, pero en lo que supera a Brocado es en su argumento coherente y en típica vena brasileña, chispeante y jocosa aun cuando se trataba de un negocio sórdido.

                                            Ariel el "falso"judío

Tal como me enseñó a respetar y a no juzgar a los homosexuales, mi madre me enseñó a respetar y no juzgar a las prostitutas. “Son mujeres que se dejan la vida en ese trabajo” me decía y aunque por años admiré a las Call Girls de la alta sociedad,  finalmente tuve que aceptar que no es una vocación sino una solución muy insegura y miserable. Por eso me desagradó el letrero con el que inicia esta serie polaca que dice que una vez , Polonia vivió una era de libertad sexual y que eso hizo a las mujeres poderosas. ¿En serio? ¿El latrocinio representa el empoderamiento de la mujer y es una expresión de libertad sexual? ¿Quién se cree eso? ¿Los chulos?




Mas que Empoderadas, Desesperadas

Comenzamos el cuento en un elegante hotel playero en el Báltico, en lo que se conocía como la Riviera Polaca. Conocemos a Helena, prostituta de postín, quien está ya acercándose una edad en que sus encantos no van a venderse por un alto precio. Su solución ha sido ceder sus servicios al Estado. Ahora trabaja para un servicio secreto que busca chantajear a funcionarios fotografiándolos en situaciones comprometidas.



Se pudo explotar este aspecto de la historia mostrándonos como Helena al jugar a la política camina sobre la cuerda floja,  o describirnos a fondo la corrupción de un gobierno que usa la prostitución y el chantaje para lograr sus fines. En cambio, este escenario es tratado como algo normal y no como material de discusión. Helena seduce a un italiano, los fotografían. Entremedio conoce un chico guapo que se interesa en ella, pero ella acaba en la cama con su jefe. O sea, el estado comunista es el padrote de Helena.



Si ella me resulta muy aburrida, su colega Pola, me es irritante. La conocemos en una estética vendiendo un shampoo que ha traído de un viaje por el extranjero. Quiere dejar su trabajo de prostitución y dedicarse a los productos de belleza, pero le sale al camino un funcionario que le ofrece una licencia a cambio de sexo oral. Pola le manda un bofetón y se va a quejar con un inspector de hacienda y de nuevo descubre que para los hombres solo es una vendedora de sexo.



Aquí faltó algo que nos hiciera estas escenas más intensas, que nos hiciera sentir a una Pola humillada y acorralada, pero no sé qué falló’;  si la actuación, si la dirección, si el argumento. El caso es que Pola acaba en el mismo resort playero que Helena y en compañía del inspector. Pola busca consuelo de su colega más madura. Helena le aconseja acostarse con Vladek (el inspector),  sacárselo de encima previo intercambio de servicios, solo así obtendrá su licencia.

Lo extraño es que de nuevo no sé para donde va la trama porque Vladek no parece mala persona, nunca se siente como que esté presionando a Pola. En la alcoba es super gentil, hasta le proporciona sexo oral. Recordando las exigencias del primer funcionario,  y si esta fuese una película porno, pensaría que se trata de algún código sexual, pero llevo media hora con mucho desnudo, mucho revolcón, y estoy luchando por no bostezar. No me atrae encontrar códigos ni simbolismos en un cuento tan soso.



A la mañana siguiente Helena le proporciona a Pola fotos de ella en la cama con Vladek. Ahora la futura cosmetóloga lo tiene en el puño porque seguramente el funcionario es casado. ¡Cha-cha-cha- chan! Y yo finalmente suelto el bostezo

Por último, tenemos a Marysia, es más jovencita y ha venido con su amiga a una fiesta a la  que no las han invitado. Un chico guapo (esta serie está llena de chicos guapos, muy parecidos entre sí y todos anónimos) consigue hacerlas pasar. La veleidosa Marysia lo abandona y se va con otro chico guapo. Tras mucho bailoteo en una fiesta del hotel, la pareja parte a la playa a hacer lo que hacen las parejas, pero a Marysia cuando le bajan los calzones,  le bajan las dudas.




El chico guapo #3 no acepta negativas. Está a punto de violarla cuando entra en escena Chico Guapo #2 que lo golpea y rescata a la damisela. En agradecimiento, Marysia pasa la noche con él, pero a la mañana siguiente encuentra que él se ha marchado dejándole dinero en la mesita de noche. Y eso es todo, Amigos.

A Glitter le falta mucho, pero principalmente atmosfera, de época, atmósfera histórica y sobre todo carece de contexto. No entendemos qué sucede, no hay suspenso de lo que puede pasar,  no tenemos expectativas sobre los personajes porque no los conocemos ni nos interesa conocerlos. No hay conflicto.



En el primer episodio de Harlots, conocimos a Margaret (Samantha Morton) y sus hijas. Descubrimos su rivalidad con Mrs. Quigley (Lesley Manville.)  Vimos las diferencias entre sus negocios y anticipamos la venta de la virginidad de la ingenua Lucy.

En el inicio de Madame K, sentimos la excitación de abrir el club de Caballeros de Madame Kukk en la casona de los misteriosos Falkenerg. Descubrimos la personalidad de cada pupila y un poco del pasado de Brigitte Kukk. Sentimos el entusiasmo de la novata Linda por comenzar su carrera de prostituta de lujo,  y el miedo y nerviosismo sobre la situación política de Estonia luego de la invasión de Polonia y de la visita de los primeros clientes del alto mando soviético.

En Glitter deberíamos temer al estado policial en el que viven las tres prostitutas, pero nada indica que están en un país comunista, no vemos disidentes, ni falta de libertad y los funcionarios corruptos podrían existir en cualquier democracia. Nada nos hizo sentir que estábamos en Polonia en 1976. Esto fue más notorio en la ropa. No solo hubo una abundancia de minifaldas, sino que Marysia y su amiga parecían disfrazadas de Happenings de los 60s con microminis, pantalones aflautados y detalles como “sacabocados” en caderas y espalda. Así llamaba mi madre a unos vestidos que ella misma diseñaba para su tienda entre 1968-1969 cuya característica eran aperturas redondas en espalda, cadera o cintura.




En esta reseña ,  quien escribe y que obviamente ha visto la serie completa la describe como “oscura y distante” agregado que no se entienden las motivaciones de los personajes. Eso quiere decir que tomé la decisión correcta al no perder tiempo con otro esfuerzo de Netflix de mostrarnos a Polonia, último bastión del conservadurismo europeo, como un país donde se hacen series subiditas de tono. Lástima que mostrar carne y sexo no hagan a una serie más interesante.

Banalizando la Segunda Guerra Mundial

Si Glitter banalizó a la prostitución, S.A.S. Rogue Heroes banalizó el trabajo de los comandos británicos en la Segunda Guerra Mundial casi tanto como Steven Knight banalizó el mundo gansteril en la interminable Peaky Blinders. Como la mencionada serie fue un fenómeno, sus fans esperaban alborozados este cuento lleno de ruidos y furias, pero siguiendo con la cita shakesperiana, narrado por un idiota.

En suma, el primer intento de Steven Knight de adentrarse en el drama bélico será la serie más cara hecha en el Reino Unido pero no se puede decir que valió la pena. Esta colmada de lo que llamaríamos tecnología de punta, en lo que se refiere a efectos especiales;  ejemplos de arrojo machista;  y una banda sonora tan estridente y anacrónica como la de la saga de La Familia Shelby.

Las mayores críticas han sido sobre la musicalización, pero a mí , fanática de los sonidos del swing,  no me molesta, o es lo que me molesta menos. Me lo esperaba o no me lo esperaba porque siempre supe que la serie no me iba a gustar y me alegré de saber que en USA la pasaría EPIX, un canal premium que no poseo.



Sucede que Amazon Prime me ofreció el primer episodio gratis y no iba dejar pasar una oportunidad. Tal vez me esperaba una sorpresa. Lo que me encontré fue una hora de hubris pomposo y caótico. Una historia fascinante mal contada, diálogos imposibles, personajes a los que deseabas que los escabecharan rápido.

Mi problema no radicó ni en la música ni en detalles históricos. Después de todo ya me había leído el libro y sabía lo que iba a pasar, pero hubo momentos en que quería arrojar una bota a la pantalla. Lo curioso es que mi frustración nacía del hastío, del derroche de recursos con los que se podía fabricar un buen relato, pero que acababan en una especie de endiosamiento de un personaje, ridiculización de otro , y atenuación de un tercero.



Si nos quedamos con el primer episodio solo tenemos tres personajes importantes, y una mujer. Un detalle ficticio creado para rellenar la cuota del personaje femenino y para embutir una actriz argelina (Sofia Boutella)  que según los estándares woke pase por ser “de color”.



Héroes de Pacotilla

El supuesto protagonista es David Stirling, escoses de buena familia e hijo de un celebre general. Eso no dice mucho porque David desestima el alto mando. En realidad, es el típico héroe de Steven Knight, uno que desprecia al género humano casi tanto como a sí mismo. Es el nuevo Tommy Shelby, un hombre que se siente atrapado en un mundo absurdo y huye,  no a través de las drogas, sino del alcohol. Una vez convenientemente borracho,  que es su modo de protestar,  sale con discursetes enredados, ampulosos y absurdos que asustan hasta a los australianos que no se asustan de nada.

A mí no me molestó que David fuese un personaje tan repelente puesto que en la vida real fue un tipejo un poco chueco que siempre se adjudicó el crédito de la creación de los SAS, pero me exasperó que la mitad del primer capítulo lo tuviéramos tan presente con sus peroratas desatinadas No ayuda el que lo interprete Connor Swindells de Sex Education, un actor muy poco carismático.



Alternamos las escenas de Stirling con las de Jock que al menos está en el frente de batalla, aunque solo lo vemos entrar en acción una vez en una incursión en el campo italiano donde matan a sesenta sin incurrir en bajas. Espero que el ejército británico de hoy no vea matar italianos como una hazaña bélica de la guerra del desierto que al final la batieron sus tropas coloniales.

Jock está en manos de Alfie Allen que por alguna razón se ve más parecido a Ser Jora que a Theon Greyjoy, aunque no tiene ni la emotividad ni el honor del caballero Mormont. Este Jock es medio payasito y sus soldados no lo toman muy en serio. Algo que no corresponde a los recuentos de las actividades del verdadero Teniente Elwes.



El único personaje más o menos digerible es Paddy Mayne (Jack OÇonnell) al que encontramos en una celda en El Cairo a punto de ser ahorcado por una panda de policías militares enardecidos. Nunca supimos el motivo de su arresto ya que Paddy quecomo indica su apodo es irlandés,  actúa en típica vena celta apaleándolos a todos para ir luego a refugiarse junto a un amigo que parece ser su Pepe Grillo .

Resulta que Stirling en medio de su borrachera anda buscando a Paddy para no se sabe que proyecto, A Paddy no le interesa y anuncia a su amigo que se irá a Birmania (hoy Myanmar) a pelear contra los japoneses. Como estamos en medio de 1941, meses antes de Pearl Harbor,  no sé con qué japoneses pretende pelear. No importa, una incoherencia más.



Paddy Mayne, a pesar de que Stirling pretendió arrebatarle el crédito, fue el verdadero creador de la SAS. Nunca estuvo preso por matar a un MP, nunca la policía militar hubiese intentado matar a un oficial sin previo juicio. Es cierto que cuando Paddy, cubierto de gloria, regreso de su misión en Siria encontró que un oficial superior le había matado al perrito. Hubo un altercado físico, pero Paddy nunca fue enjuiciado.

La serie intenta hacernos ver a Paddy como un psicópata borracho al que todos temen y se insinúa que vive bajo el desprecio de los inglesessuperiores y subalternos porque es de clase baja, irlandés e ignorante.  Lo cierto es que Robert Blair Mayne nació dentro de una familia de terratenientes acomodada del Norte de Irlanda. No era católico, de hecho, era masón. Aunque acabó alcohólico y había sido boxeador amateur, era un hombre cabal que fue el gran genio detrás de la SAS. Por último, era celebre entre los británicos por ser campeón profesional de rugby y respetado por ser en la vida civil un prestigioso abogado. Como que la realidad choca con este retrato tan poco favorecedor que le hace la serie al Capitán Mayne (llegó a ser Teniente Coronel)



He dejado para el ultimo retrato,  el de Jock Elwes que en manos de Knight es otro de esos inglesitos excéntricos muerto de ganas de matar y morir, desvinculado de la realidad y de sus hombres que lo observan como si fuese un espectáculo de circo. Elwes que en la vida real pasó a ser un héroe romántico en todo el sentido de la palabra (sus cartas de amor a su prometida Miren Banford fueron publicadas póstumamente)  aquí parece un soldado Gung Ho, que sigue sus propias reglas sin método que controle su locura.

Se ha hablado mucho de que la SAS fue un producto celta puesto que Stirling era escoses, Mayne irlandés y Elwes gales. Digamos que ninguno era muy representativo de sus grupos étnicos. Elwes era hijo de australiana y se crio en Australia. Por eso es que resulta tan ridículo que haga que sus comandos se roben las raciones de los Aussies, casi tanto como su comentario de que en el Ejército Británico todo se comparte.

Como en Peaky Blinders, la sutil xenofobia se hace sentir. Vi un clip en el que Paddy (borracho para variar) entrena miembros de la Legión Extranjera y comenta que los franceses segregan en su ejército a negros y judíos. Aparte de que es una tremenda mentiraLa Legión era la sección más diversa y menos racista de las fuerzas militares galas en cambio la discriminación de estos “Héroes” de pacotilla involucra hasta a las tropas del imperio.



Un constante en este infortunado primer capítulo es lo importante que era Tobruk. Existe en la trama la impresión de que si cae este puerto libio, los ingleses pierden la guerra. Eventualmente Tobruk cayó, pero si se dilató esa rendición fue gracias a los esfuerzos de los valerosos australianos que habían cruzado medio globo terráqueo para servir y morir por un imperio que los despreciaba.

La guerra del Norte de África,  más que una extensión del conflicto europeo fue una campaña para proteger las colonias. Se trajo para ese propósito a los habitantes de la Commonwealth y de las colonias. Ahí sirvieron con distinción soldados de las Antípodas, Canadá, Sudáfrica junto a tropas Sikh y hasta judíos de lo que hoy es Israel (Moshe Dayan perdió un ojo en esa campaña del río Litani donde Paddy Mayne se cubrió de gloria).

Sin embargo, la serie no solo no reconoce ese esfuerzo, hasta se burla de los diggers como en esa primera escena en el bar de El Cairo donde el perpetuamente borracho Stirling provoca a unos soldados australianos, se burla de sus muertos,  y finalmente los ahuyenta con sus discursos de orate.



Mi problema con esta serie es que no tengo paciencia para estos personajillos de Knight que se creen dioses y en realidad son trapos. Me aburren, como me aburre el poco respeto por los verdaderos héroes y por una guerra que costó tantas vidas. Knight ha querido hacer Inglorious Basterds sin comprender ni cumplir los propósitos de Tarentino.

A cambio, le ha quedado una combinación de Hogan’s Heroes y Doce en el patíbulo. Estos dos clásicos nacieron de un zeitgeist especifico, de un momento en que los chicos de Estados Unidos morían o volvían despedazados de las junglas de Indochina. Hoy ese modelo no es tan admirado a menos que se lo sitúe en su contexto.

¿Cuál es el contexto de Rogue Heroes ?  ¿Uno en el cual psicópatas, alcohólicos y otros inadaptados pueden ser útiles a la patria desencadenando sus bajos instintos?  ¿Hacernos creer que la guerra es una gran aventura y buena cura para el aburrimiento? Al menos en Peaky Blinders todos los Shelby sufrían de alguna forma de trauma bélico,  y eso le daba cierto tono pacifista a la serie.



Aquí la guerra no se entiende, no se sabe por qué se pelea, la idea es divertirse matando al enemigo y apaleando a los aliados en sus ratos libres. Si en algo se distinguieron los miembros de las SAS fue por su inteligencia, sus estrategias, su sangre fría y don de liderazgo. Aquí son solo una panda de inmaduros llenos de necesidades infantiles como la de destruir. Steven Knight cree seguir trabajando con malandrines de tercera clase, y por eso no entiende el significado de heroísmo. Eso me irrita y me aburre así que les dejo el cuento a los fans de Peaky Blinders.

 

 

 

lunes, 4 de abril de 2022

El Rey de Varsovia: Novela vs Serie



Antes que todo pido disculpas si vuelvo a las andadas con los artículos largos. Es que hay mucho que decir de Krol. La semana pasada les hablaba de la adaptación televisiva de este bestseller polaco             ( Krol/King of Warsaw en inglés) . Una queja de los amigos del libro es que el productor Jan Matuszynsky ha metido demasiada política en su adaptación. Por algo será.  Otros,  en cambio, critican al silesiano Sczezpan Twardoch por mostrar una historia deformada.

Las acusaciones varían: enaltecimiento de los judíos o imágenes negativas de este grupo (depende de quien se queje). Donde sí hay un consenso es que, políticamente hablando, Polonia estaba al borde del caos en 1937. Era como un desborde de siglos de desmembramientos y guerras. Los desmembramientos son endémicos en la región y ,  como vemos,  tienen repercusiones hasta hoy en día.



La Segunda República Polaca

Tras medio milenio de ser un reino poderoso,  Polonia es fragmentada en días de Catalina la Grande. Se la divide entre el Imperio Ruso y el Imperio Austrohúngaro. Por casi doscientos años, los polacos sueñan con su libertad y sufren desilusiones tras varios intentos por rebelarse. La libertad les llega al final de la Primera Guerra Mundial cuando se declara la Segunda República Polaca.

Desde el primer momento, la nueva nación tiene problemas fronterizos tanto con Lituania como con Checoeslovaquia.  ¡Hasta los silesianos se alzan en contra del gobierno en 1922! El mayor conflicto fue con la Unión Soviética, una guerra que frena el avance soviético en Europa y que dura más de tres años. Esa guerra, en la que peleó Jakub Szapiro, es mencionada constantemente en Krol.

Socialistas, Nacionalistas y Judíos

Al final de la guerra , Polonia obtuvo un cuarto del territorio ucraniano, lo que aumentó la población multicultural de Polonia. En Polonia existían grande minorías de ucranianos que eran rusos ortodoxos, lituanos católicos (Polonia se anexó Vilna,  la mayor ciudad de Lituania);   y los famosos volkdeutsch de origen alemán que Hitler usaría como excusa para la invasión del ‘39. Pero la mayor minoría étnica de la república eran los judíos. Un millón antes de la anexión de territorios ucranianos, tres millones después de esta.

Los judíos componían una gran parte de la población varsoviana, pero también de su sector más pobre, el que se mantenía a base de caridades judías y estatales. Esa era la razón por la cual había mucho antisemitismo. Más allá del racismo de los grupos nacionalistas,  se veía con recelo una minoría que con su pobreza podía llegar a ser un foco de vagancia, miseria y delincuencia. Era el lumpen que en libro/serie produce grandes criminales y también las víctimas de estos.

                                 Ni Moyshe ni sus compañeros tienen dinero,  lo que los empuja al crimen

La Polonia de entre guerras tuvo asimismo problemas internos entre los socialistas y los nacionalistas. Tanto enredo e intentos de golpes de estado finalizaron a la subida del poder del Mariscal Josef Pilsudsky, segundo presidente de Polonia. Por nueve año, Plsudsky logró dominar a las facciones en conflicto y gobernar un estado con tendencias socialistas. A su fallecimiento en 1935, el país quedó en las condiciones que nos muestra Krol, Aunque no aparezca en la serie (si en la novela) Ignazy Moscicky intentó hasta la ocupación alemana mantener tanto un sitial en el gobierno como un estilo de gobernar izquierdista. En eso fue secundado por su Primer Ministro,  Felicjan Slawoj Skladkowsky,  el amigo de Kum Kaplica.

Tal como nos muestra Krol , la mayor oposición a los planes gubernamentales venía de una claque de militares nacionalistas reunidos alrededor del Mariscal Smigly-Rydz. La segunda facción anti-gobierno la conformaban grupúsculos fascistoides como La Falanga, un miembro menor de las ONR,  y que solo llegó a contar cinco mil miembros (hoy tiene el triple).   Otro factor histórico que nos muestran serie y novela es que los militares decidieron unirse a los fascistas y que el enlace lo consiguió,  el del collarín, el tieso Coronel Koc.



Aunque es cierto que Koc estableció campos de entrenamiento para los miembros de la Falanga, nunca hubo un intento serio de coup d’etat. Esa es una licencia que se toma el autor para poder acabar el libro con un triunfo del gobierno socialista y de sus amigotes delincuentes. ¿Existieron realmente lideres políticos que se dedicaban a actividades criminales?  Pues tanto Kum Kaplica como el Dr. Radziwillek están más que inspirados en personajes reales.

Tata Tasiemka y el Verdadero Dr. Radzilliwek

El primero se basa en Lukasz Siemiatkowski, apodado Tata Tasiemka (Papa Cinta, por haber trabajado en una fábrica de cintas). Como Kaplica, Tamienka había nacido en un hogar católico y humilde de clase obrera. Desde joven mostró fervor revolucionario, militando en el Partido Socialista. Fue arrestado un par de veces, sirvió en el Ejercito Austrohúngaro y tras la proclamación de la República, peleó en contra de los bolcheviques.

                                                    Tata Tamienka

En los Años 20, hizo carrera,  primero en sindicatos, luego en política mayor, llegando a ser concejal. Iba camino al Congreso cuando estalló el escándalo. En 1932, fue acusado por la Unión de Porteros Judíos de Varsovia de intimidación y extorsión. Al parecer el devoto comunista, respetable padre de familia (lo de la pedofilia es invento de Twardoch), el generoso concejal, el amigo de políticos,  era un vulgar gánster.

En el juicio se le probaron 40 casos de extorsión acompañada de intimidación y apremios físicos a los que no pagaban los prestamos o “protección”.  Se descubrió que la banda de Tata Tasiemka cobraba por “proteger” burdeles y pequeños negocios de los judíos del barrio de Kercelak donde quedaba el mercado. Aunque se le consideraba un cobrador brutal, nunca se le probó un asesinato.

                             Juicio de Tata Tamienka

Fue condenado a tres años de prisión sentencia que luego fue acortada a dos años. Nunca la cumplió. Aunque se alejó de la política, para el 1937, el gobierno de Moscicky le otorgaba una de los más grandes condecoraciones de la Republica Polaca, la Cruz de Oro.

Mas curiosa es la historia tras la creación de Radziwillek. Nacido en una familia judía de Lodz, Judel Dan Lokiet (tal como muestra la serie) comenzó siendo un pequeño bajur a auxiliar a revolucionarios. Tras demostrar que su interés no estaba en ser rabino sino devoto socialista, se le puso a estudiar en una escuela seglar. Acabados sus estudios, el Partido Socialista lo envió a Suiza y le pagó los estudios universitarios.



Lokiet llegó a obtener un doctorado en química de la Universidad de Ginebra (de ahí el apodo de “doctor”). Para entonces se había desligado del mundo judío, cambió su nombre por Josef Lokietek, y se casó con la hija de uno de sus maestros. Se hizo ciudadano suizo y enseñó a nivel universitario en calidad de profesor asistente. Durante esta época, Lokietek siguió colaborando con los socialistas polacos sirviéndoles de correo y uniéndose a organizaciones paramilitares creadas por Pilsudsky (de ahí su uniforme).

Retornó a Polonia apenas formada la república. Su currículo le permitió obtener un puesto en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Estallada la guerra contra los bolcheviques, se unió al ejército desempeñándose heroicamente. Su experiencia militar lo colocó en la mira del partido como peso fuerte en las luchas internas polacas entre socialistas, nacionalistas y comunistas.  Se convirtió en jefe de la Milicia de Varsovia. Simultáneamente, comenzó a ascender en la política sindical.

Sin embargo, para 1930, era obvio que Lokietek era un peligro político. Se le acusaba de robar fondos del partido, de por lo menos un asesinato político, de extremada brutalidad, de usar tortura y hasta violación entre sus métodos represivos,  y de conducta desordenada. Para entonces,  Lokietek era un alcohólico, posiblemente morfinómano, y se sabía que le gustaba apalear a sus esposas. Aunque en la serie se insinúa que es amante del loco Eduardo, en la vida real , se casó dos veces.

                                        El Dr. Lokietec

En 1932,  la Unión de Porteros Judíos, lo acusó de extorsión y golpizas. Se le condenó a un año de prisión, del cual solo sirvió seis meses. En la cárcel conoció a Tata Tasiemka. Al salir, se dedicó totalmente a actividades criminales y llego a ser famoso tanto por su sadismo como por sus borracheras públicas.

Ahora viene la pregunta del millón. ¿Existió un Jakub Szapiro? ¿Un boxeador estrella que además era sicario de mafiosos?  La respuesta es negativa, aunque si hubo un Szapsel Rotholc, quien en 1933 se convertiría en el primer campeón judío de boxeo de Polonia. Aunque era muy famoso y admirado, Rotholc nunca fue gánster y era más joven que Szapiro.

Curiosamente, es durante la guerra que aparecen similitudes entre el boxeador y su émulo ficticio. Ambos fueron policías en el Ghetto de Varsovia. Debido a ese pasado, después de la guerra, el boxeador fue acusado de colaboración y expulsado de la comunidad judía. Tuvo que exiliarse en Canadá. Se cambió el nombre, se dedicó a la peletería y murió en Montreal. Contrasta su historia con el final de los gánsteres reales. Tata Tasiemka se unió a la resistencia apenas su patria fue ocupada. Arrestado por la Gestapo fue enviado al campo de exterminio de Madjanek donde pereció en 1944.

Aún más heroico es el final del Dr. Lokietet. Como ciudadano suizo, estuvo exento a la persecución de los judíos. Estableció un café en Varsovia desde donde se dedicó a conseguir papeles falsos para judíos y a contrabandear comida al Ghetto. Fue arrestado en 1940 y cruelmente torturado, hasta el punto de que envió mensajes fuera de la prisión suplicando le suministraran veneno. Fue liberado , pero continuó con sus actividades clandestinas. Arrestado por segunda vez, se cree que murió en la prisión de Pawiak en 1941,  a consecuencia de la tortura.



Moyshe: un Narrador Poco Confiable

Son estos personajes a los que Twardoch inmortaliza en su obra y que la serie recrea con cambios leves,  pero certeros. Después de la publicación de la novela, los críticos se lanzaron contra los aspectos “falocéntricos” de la obra . léase un mundo que enaltece un machismo a lo Hemingway, de hombres recios, violentos, pero también de sus “juguetes” ropa masculina, autos y sobre todo mujeres trofeo.

Szapiro ve en Anna un trofeo que agregar a su colección


La serie le ha bajado un poco el tono a ese mundo de machos sobre todo en la admiración/lujuria que Jakub Szapiro provoca en hombres y mujeres. Yo diría que la en la serie Szapiro no es digno de admiración sino de desprecio y lástima. Eso se nota en el cambio más grande en la traslación de las aventuras del boxeador a la pantalla pequeña.

El libro es narrado por el Brigadier Moyshe Imber, veterano del Ejercito Israelí que ahora,  en retiro en Tel Aviv,  escribe sus memorias. Pero no se trata de sus aventuras bélicas sino de su incursión en el bajo mundo varsoviano cuando era casi un niño. Moyshe Imber es Moyshe Bernstein. ¿O no? Porque se trata de un narrador poco confiable que muchas veces no recuerda los hechos. Nos hace creer que sufre de demencia senil, pero al final nos da una sorpresa, tipo Sophie’s Choice que tiene menos propósito que la que nos regalara la novela de William Styron.

En el libro de Twardoch, la sorpresa puede ser olvidada por el lector. Lo que importan son todas estas fabulosas imágenes de Jakub Szapiro que,  en el reino del antisemitismo que era la Polonia de entre guerras,  se convierte en un rey judío. En la serie, Matuszynsky no le da ese respiro. Como en el segundo capítulo nos encontramos con Moyshe, un viejito que se pasa los días mirando hacia la calle desde su piso en Tel Aviv. Junto a él,  está Magda,  la noviecita de su juventud que ha cumplido el sueño inconcluso de Emilia Szapiro, llevar a su hombre a la Tierra Prometida.



Un día en que Moyshe está solo aparece un extraño que finge haber sido enviado por Yad Vashem. Pronto descubrimos que es mentira. Su propósito es más siniestro, quiere desenmascarar al anciano obligándolo a recordar. Para el antepenúltimo capitulo, sabemos la terrible verdad y me siento tan trampeada que ya no me interesa la historia. Me han matado a uno de los pocos personajes que me inspiran cariño.

Ya solo espero la muerte de Szapiro culpable de todos los crímenes que lo rodean, un cobarde indolente que al final se vuelve un llorón casi desvergonzado en su despliegue de autocompasión. La serie busca desglamorizarlo y lo consigue. Al hacerlo rescata algo que los críticos han visto en la obra. Lo que distingue a Krol de otras novelas noir es su “religiosidad”. La serie la manifiesta de diferentes maneras convirtiéndola en una épica bíblica.

Una Épica Bíblica

Aunque la novela inicia con el match Szapiro-Ziembinski, la serie elige comenzar con Moyshe escuchando el relato bíblico de Jonás y la ballena. Ese  episodio se convierte en una visión alegórica del universo de Krol Varsovia es una Nínive impenitente, y el boxeador,  un profeta ateo que no cree ni en redenciones ni en juicios divinos.  Otros personajes también actúan como rebeldes bíblicos. Cuando Radziwillek viola a Krisyia es una imitación de Absalón cohabitando públicamente con las concubinas de su padre.





Antes de matar a Naum Bernstein, hay una discusión teológica entre los asesinos. La serie ha dulcificado a Pantaleón, arrebatándole su aura de asesino feroz de la vida real y de marido golpeador del libro. La serie lo convierte en católico practicante que siempre está rezando el Rosario. La devoción de Pantaleón choca con el socialismo de Munja que cita a Marx “la religión es el opio del pueblo”.  La discusión es zanjada por Jakub:  “D-s no existe”.

Sin embargo, para Szapiro,  D-s es Kum Kaplica. La muerte de este  (no se si es ironía) es vista casi como el calvario de Cristo. Tras su tortura en Bereza, el gánster es cargado en brazos por Pantaleón como una Pietá masculina hasta el burdel de Rifka, donde esta, Magdalena arrepentida, llora abrazada al cuerpo de su pedófilo violador y donde lo velan Radzilliwek,  el discípulo traidor y Szapiro el discípulo leal. Sin embargo, la arrogancia y desatino del boxeador lo eximen de ser como su maestro.

Cuando Kaplica entrega el poder al boxeador, Radziwillek dice que para dar órdenes se necesita de dos cosas : cerebro y sentido de responsabilidad. Jakub carece de ambos. La serie nos lo muestra cometiendo actos innobles que desearía evitar, pero su altanería que raya en la estupidez lo hace inoperante, al memos nubla su capacidad intelectual y se convierte en lo más bajo, el incapaz de proteger a los que ama y acaba colaborando en su destrucción.

Aunque escribo esta nota con la esperanza de que puedan leer la novela en algún idioma al que haya sido traducida, aquí les traigo un gran spoiler. Con la excepción de un hijo, Jakub será culpable de la muerte de toda su familia. Moryc antes de la guerra,  Emilia y Daniel en Auschwitz. En la serie,  Jakub es culpable hasta del asesinato de Anna, primero delatándola innecesariamente con el padre, luego dejándola en manos de un hermano brutal e incestuoso.



Como la serie nos da una Anna frágil, pero valiente, que solo quiere protegerse, vengar la muerte de su madre y salvar al hermano, nos sentimos más compenetrados con su personaje que con la Anna del libro. Por eso, es casi incomprensible que Szapiro la acuse con el padre. Solo su estúpida soberbia provee un motivo para un acto irresponsable, porque se esmeran en decirnos que el boxeador ama a la Ziembinska.



La serie nos muestra que todos a los que ama Jakub Szapiro tendrán un mal final y esos finales estarán vinculados a su narcisismo. Al menos en la serie, es un personaje toxico, sus llantinas y accesos de autocompasión no nos lo hacen más simpático ni más humano. Mis personajes favoritos son Anna, Moyshe, Pantaleón y Moryc. Con la excepción de Pantaleón,  los demás tienen mal fin. Es como si la serie nos dijera que los sensibles, los devotos, los idealistas y justicieros no tienen cabida en esta Varsovia-Nínive que no se arrepiente y merece ser destruida.

Los críticos nacionalistas han lapidado a Twardoch acusándolo de odiar a Polonia al describirla de manera tan negativa. Unos se quejan de que pone a los polacos a la altura del unto, otros dicen que lo hace para enaltecer a los judíos. Eso ha sacado a relucir a algunos críticos que ya se parecen a los antisemitas de la serie. Por último,  los judíos dicen que el silesiano nos ha puesto por los suelos, al menos los judíos polacos.

La visión que tiene el autor de Polonia la ha traducido Matuszynsky en una escena que no está en el libro. Antes del match Szapiro-Ziembinski, Kum Kaplica nota la presencia de una elegantísima joven. Ignorando que se trata de Anna, hermana de uno de los pugilistas, se le acerca coquetón y le muestra al público que está dividido en dos grupos. A la derecha se sienta la Polonia fascista: débiles, poco hombres. Al otro lado están los socialistas. Anna mira con desprecio a los mafiosos gánsteres , mal trajeados y mal agestados,  que componen la facción de Kaplica y donde él le ofrece un asiento.



“¿Y dónde se sienta la gente decente? “pregunta Anna.  Kum se ríe . En Varsovia no hay “gente decente”. y le recita una máxima de PIlsudski: “Polonia es una nación maravillosa, habitada solo por putas”. Podemos quedarnos con esa cita y pensar que la Polonia de entreguerras estaba dividida entre polacos fascistas con ideas hitlerianas, ricos degenerados y militares traidores, por un lado. En el otro socialistas (tanto en gobierno como el hampa) en los que prevalecían más la ambición y el oportunismo que la lucha por mejorar las condiciones del pueblo. Sobre ellos estaba el “compañero” Kaplica cuya pedofilia me lo hace tan repugnante que creo que lo que le hacen en el campo Bereza es poco para purgar sus crímenes.

Bereza es una mancha vergonzosa en la historia polaca de entreguerras. Un campo de concentración estilo Dachau que impuso un gobierno socialista para la retención y tortura de enemigos del régimen, entre ellos fascistas,  comunistas, y separatistas,  tanto ucranianos como bielorrusos. Hoy el gobierno polaco me impondría una multa por llamar a Bereza (que ahora está en Bielorrusia) “campo de concentración”. ¿Pero de que otro modo se denomina un sitio donde los presos son encerrados sin juicio, sometidos a un brutal régimen de trabajos forzado, falta de comida y atención médica,  y torturas sistemáticas que empujan al desequilibrio mental, suicidio o muerte de muchos de ellos?



En suma, no hay polacos decentes. Al menos en esta novela . Están divididos en campos opuestos ideológicamente. Lo único que los une es su repugnancia por los judíos. Vemos al gobierno intentando comprar Madagascar para “exportar” a la población judía allá. Luego vemos al Primer Ministro tratando de convencer a los porfiados sionistas de embarcarse a la isla de los lémures. Vemos a Kum Kaplica obligar a bailar a un par de jasídicos solo porque han osado criticar su violencia. Cuando Radziwillek lo traiciona,  Kum lo llama “Dzhid”. El mismo epíteto que el doctor lanza sobre Szapiro. Conclusión, ni los judíos se querían a sí mismos en Polonia.

Y, sin embargo, sabemos que ni libro ni serie nos ofrece todo el espectro de la sociedad polaca. ¿En qué espectro caben San Maximilien Kolbe, asesinado en Auschwitz, y Karol Wojtyla? Ellos vivían en Polonia entonces. ¿Dónde caben Irena Sendlar y los más de siete mil polacos cuyos nombres son honrados con árboles en la Avenida de los Justos por haber salvado judíos de los nazis?



Los judíos en el libro siguen una pauta establecida, se perciben homogéneos. El narrador nos dice que los judíos pobres admiran a Szapiro porque él nunca ha dejado de sentirse uno de ellos. Habla yiddish, vive en un barrio judío, conoció a su mujer en el Macabí, etc.. En la serie, han buscado lo contrario, una imagen de Szapiro desligada de su comunidad. Él es el Rey de Varsovia, no siente ninguna identificación ni con los pobres comerciantes a los que extorsiona ni con los sionistas en cuyas filas milita su hermano. Y ciertamente está en contra del judaísmo, por lo que no se entiende que en el capítulo final haya un flashback al Brit Mila de uno de los hijos de Szapiro.



Tenemos su incesante confesión de ateísmo y su desprecio por las fiestas y tradiciones judías que aflora cuando Moyshe insiste en ir al servicio de Yom Kippur. Szapiro lo lleva, pero irrumpe con su automóvil en el patio de la sinagoga y cuando la esposa del asesinado Nahum lo agrede,  intenta atropellarla. Esta escena que fue construida para la serie hace hincapié en el desprecio que el boxeador siente por todo lo judío, pero también el desprecio que los productores sienten por los que practican el judaísmo. Un ejemplo es que Naum se pone sus filacterias, mientras espera que vengan a masacrarlo, y ordena a su hijo que rece. Esto es visto como un acto de irresponsable cobardía.



Se ha acusado a Krol (ya se imaginará quienes) que tanto serie como novela hacen un panegírico de los judíos. Si te muestran a los judíos de entonces como religiosos inoperantes o crueles maleantes, no veo el panegírico. Por supuesto, la serie nos muestra un tercer grupo, los sionistas que son como los menos malos. ¿Será porque quieren abandonar Polonia?

Moryc Szapiro aparece a raíz del incidente de los jasídicos obligados a bailar por Kaplica. En el libro viene de la calle, viene armado y apostrofa a Kaplica que deja en paz a los judío, pero solo como un favor a Jakub, sino mataría al insolente. Moryc en esa escena no se ve muy diferente de los otros bullies de la novela.

Muy diferente es en la serie. Cuando Szapiro y Kaplica llegan al café en busca del periodista al que van a golpear, el boxeador nota que en una salita apartada cenan Moryc, su novia Zozia, y camaradas de la asociación sionista estudiantil (Kadima). Ninguno de los hermanos se saluda. No sabemos que son parientes.



Luego que Jakub golpea al periodista, un par de jasídicos lituanos presentes se quejan de la impunidad del acto. Kum los oye y obliga a bailar un tango. Muchos clientes huyen, otros miran aterrorizados, el boxeador con indiferencia. Solo Moryc, y eso que compañeros intentan detenerlo, se levanta y armado únicamente de su conciencia del Bien y del Mal le lanza un “Basta” a Kaplica, torturador de judíos. Kum sonríe, pero obedece.



Ahí descubrimos que lo hace para no molestar a Jakub, pero para los demás es un recordatorio que hay un punto en que la sumisión se acaba, que hay que levantarse y levantar la voz. A mí me encantó el personaje. Aquí habla por fin un judío decente. Lástima que en la próxima escena Moryc no sea tan heroico.



Ziembinski se apuesta como perro guardián en la puerta de la universidad. Judío que llega le planta un mamporro. Ya saben, puños de boxeador son considerados armas. Cuando le toca el turno a Moryc este adopta una actitud entre indiferente/estoica y sale con un “apúrate que tengo clases”.  Ziembinski le rompe la nariz de un golpe.





Moryc llega a su clase golpeado y sangrando. El catedrático se burla de él. Jakub Szapiro se entera. Entra al aula, pone en jaque a todos, hasta al maestro y apalea a Ziembinsky. Moryc,  muy abochornado,  no solo no agradece, sino que increpa al hermano. Estas ridículas escenas sirven para enfatizar la impunidad de Szapiro y la sumisión cobarde de Moryc. Como Twardoch ha fungido de asesor en la serie, no podemos apuntar el dedo acusador únicamente hacia Matuszynsky.



Aparte de que hubiese sido imposible que Szapiro hubiese entrado como Pedro por su casa en la Universidad de Varsovia,  tampoco es muy posible que Ziembinsky y sus secuaces de La Falanga se hubiesen apostado en el portón a noquear judíos como en las ordalías medievales de Semana Santa. En Los 30s el apalear universitarios judíos era tragedia acostumbrada en Polonia, pero no se hacía a la luz del día ni en un lugar público. Para 1937, La Falanga había sido prohibida y sus miembros estaban fuera de la ley. No iban a arriesgarse haciendo un circo en un lugar tan visible como la universidad.

Es triste que, habiendo existido tan terrible discriminación en contra del estudiantado judío, ni libro ni serie se enfoquen con veracidad en los hechos. Me toca a mi hacerlo. En el Siglo XIX, Rusia impuso la numerus clausus que impedía un “exceso” de estudiantes de origen hebreo en las universidades polacas. La Republica mantuvo esa ley que fue adoptada por otros países como Hungría y Rumania (Harvard la mantuvo hasta los 60). Fue por esa razón que los estudiantes judíos inmigraron a centros universitarios de Italia y Francia. Es por lo que las hermanas de mi abuela triestina se casaron con judíos de la Europa Oriental. 

Nota: Me acabo de enterar que, en Polonia, la numerus clausus servía también para mantener fuera de las aulas a los ucranianos.

En 1937, el año en que transcurren los hechos de Krol, se impuso una nueva vejación para los universitarios judíos: Los Bancos del Ghetto. Por ley,  los judíos eran segregados en las aulas y obligados a sentarse solo en un rincón. Una ley inútil que únicamente servía para humillar e incomodar a los que afectaba. A diferencia de la serie, los estudiantes judíos,  en la realidad,  reaccionaron con energía contra esta ley. Hubo estallidos de violencia, dos estudiantes de origen hebreo murieron,  y un profesor antisemita casi fue asesinado por la Kadima.



En el libro, Twardoch hace que los hermanos Szapiro (que no se llevan tan mal como en la serie) se coludan para que el primer día en que entran en vigor los bancos, Moryc se niegue a sentarse en ellos. Un condiscípulo intenta obligarlo y el sionista lo golpea. Entran Jakub y Pantaleón. Se arma una batalla campal en la que los estudiantes judíos atacan, se defienden, y demuestran abiertamente su repudio por la arbitraria ley. Ziembinski no está presente. Aparece al final, persigue el auto de Jakub y es la primera vez que Szapiro ve a Anna

 Bien diferente a lo que nos muestra la serie, pero también vale recordar a los 70 catedráticos católicos que firmaron una carta protestando las medidas segregadoras (sus nombres están en la Wikipedia). Recordemos a los profesores que se negaron a imponer la orden, como en el área de pediatría de La Facultad de Medicina de Varsovia; a los maestros que en solidaridad con los estudiantes judíos dictaron la clase de pie; y a los estudiantes que siguieron ese ejemplo. Muchos (entre ellos Irena Sendler) fueron salvajemente golpeados por los nacionalistas.

En Tablet, Dara Horn,  al reseñar la novela,  ha dicho que tal vez los no judíos no deberían escribir sobre temas judíos, pero acaba diciendo que en un país donde no existen los judíos, quizás se necesario que los gentiles nos recuerden. Estoy totalmente de acuerdo. Aplaudo la decisión de Twardoch de enfocarse en el estado caótico de la Polonia en vísperas de la invasión, pero desearía hubiese demostrado un poco más de equilibrio humanista para tratar tanto a los polacos como a los judíos.

La imagen de los judíos varsovianos es incompleta,  no incluye a los judíos pudientes (un miembro de la Falanga menciona las muchas fábricas manejadas por judíos); a los profesionales (Bobinski dice que, si envían a todos los abogados judíos a Madagascar,  Polonia se quedará sin abogados). ¿Dónde cabe en ese submundo hebreo que describe Krol alguien como el eminente pediatra Janusz Korczak que murió en Auschwitz porque se negó a abandonar a sus pequeños pacientes? ¿Donde entra un historiador como Emanuel Ringelblum tan famoso que la Armia Krajowa decidió hacer un operativo para sacarlo de una cárcel nazi? Ringelblum se rehusó puesto que la operación de rescate no incluía ni a su mujer ni a su hijo.



Nos muestran a maestras sionistas como Emilia y Zozia, y los Heder de donde huyen Moyshe y el Dr. Radziwillek, pero no nos muestran las 200 escuelas Bais Yakov fundadas en los Años 20 por Sara Schenirer para la educación seglar y religiosa de niñas judías,  o los seminarios para entrenar maestras para esas escuelas. ¿Dónde están las actrices del Teatro Yiddish, o Elizabeth Belliak apodada “La Shirley Temple Polaca”? . ¿Dónde están las cantantes como Wiera Grand? No todas las judías eran sionistas liberadas (en el libro nos dice Twardoch además que Emilia y Magda son deportistas) ni dementes sumisas como la madre de Moyshe.



La novela de Twardoch me ha impresionado,  y me ha encantado la adaptación, pero su visión de Polonia está incompleta tanto en su retrato de la Varsovia judía como la católica (¿Dónde están los altos prelados de la Iglesia? ¿Dónde están los grandes aristócratas como los Radziwill, Los Zamoyski y los Czartorysky?. Curiosamente, Emilia Czartoryska ha diseñado el vestuario de la serie

Como lecturas complementarias recomiendo dos libros del Conde Adam Zamoyski Poland: A History y Warsaw 1920 (una lástima que no estén en castellano). El Gato Steven Zorn nos recomienda que, si queremos ver el mosaico de la Polonia judía de los 30s desde los mafiosos hasta los millonarios,  leamos La Familia Moskat/The Family Moskat del Premio Nobel Isaac Bashevis Singer.