miércoles, 28 de octubre de 2020

Nazis y Judíos a la Argentina: El Secreto Bien Guardado de Netflix

 


Es un dilema para mi escribir este blog. Me he impuesto la obligación de exponer series con contenidos cuestionables y de criticar obras mediocres, sobre todo si vienen de America Latina. Por otro lado, siento que le estoy haciendo un favor publicitando una serie que ni Netflix ha querido propagandear, que ha quedado sumergida en los mazmorras del servicio de streaming, y que tal vez merezca seguir siendo “un secreto bien guardado”.

El Enigma Viviana Rivero

“Un Secreto Bien Guardado” es aparentemente un exitazo de la televisión argentina, basado en el supuesto superventas de la presuntamente reconocidísima novelista Viviana Rivero. Si ironizo es porque, a pesar de que estas recomendaciones aparecen en las mínimas y repetitivas descripciones de serie y libro, ninguna de esas referencias ha sido probada ni por datos de Google ni por los muchos argentinos con los que he comentado la miniserie.

Hace unas semanas, en el programa “Vení Mañana” de Telefe, Viviana Rivero dijo ni estar enterada de que la adaptación de su novela debut, había sido comprada por Netflix. También contó que la razón por la cual había sido convertida en miniserie era por ser la más corta de su fecunda producción literaria que posiblemente sea mejor que esta novela debut. Con eso confirmó que no fueron los méritos de la novela ni su fama los que influyeron para que fuese producida.



También mencionó la autora que el argumento nació de una idea de crear una amistad entre personas criadas para odiarse y que acabaría con uno de ellos dando la vida con el otro, pero que una estadía en el Hotel Edén la había hecho notar que el paraje era óptimo para una historia de amor. De ahí surgió la idea de crear una pareja dispareja entre un abogado nazi y una chica judía.

Antes que todo, el idilio entre judías y nazis, simpatizantes de los nazis o soldados de la Wehrmacht, es un tema archi utilizado en la ficción. Desde Bulgaria hasta Brasil se han hecho filmes, miniseries y escrito libros que giran en torno a estos romances prohibidos que ocurrieron también en la vida real. El trope no tiene nombre, pero Stephanie Benzaquen-Gautier, refiriéndose al tratamiento del tema en fanfiction, lo ha apodado "Romeo and Juliet in the Third Reich."

Esta variación del trágico romance shakesperiano ha propiciado obras maestras como “El Libro Negro” de Paul Verhoeven o pornografía utilitaria como el infamoso “Portero de Noche” de Liliana Cavani, e incluso da para fantasías infantiles como la encantadora “JoJo Rabbit”.  Yo descubrí el trope a los once años y en una telenovela mexicana (of all places ¡). Desde entonces, es un incentivo para mí el saber que un libro o dramatizado incluye esos amores atormentados. Los ejemplos son tantos y diversos que c hablaré sobre ellos, D-s mediante, en un blog separado. Agrego que más de la mitad de mis esfuerzos literarios escritos entre 1977 y el 2017 han incluido el trope.



Cuando el Gatito Rafa me contó que se venía a Netflix una miniserie argentina con estos Romeo y Julieta étnicos, me entusiasmé. Mis dudas comenzaron al leer la descripción en Netflix (que es la misma que acompañó a la novela cuando se publicó hace diez años). El énfasis en las palabras “prejuicios” e “ideologías” como obstáculo para el romance de la historia me pareció rarísimo.

Hitler quería exterminar a todos los judíos, ya los prejuicios personales eran algo secundario. Parafraseando a “La Lista de Schindler”, para el verano de 1940 lo que regía en los territorios ocupados por los nazis era una política de estado no un antisemitismo anticuado. En cuanto a lo de las ideologías de ambos amantes…. No sabía que ser judío era una ideología. Gracias por avisar.

Para salir de dudas me bajé el libro. En dos días, ya me lo había terminado. Son solo 173 páginas. Tal vez si hubiera sido más largo…Tal vez si no hubiera sido escrito…Mas allá de la deplorable redacción, de la tosquedad de los exiguos diálogos, de personajes planos y clichés, el gran problema de la obra es que la autora no sabe nada de judíos, ni de nazis, ni de las relaciones entre ambos.



A pesar de que Viviana Rivero, una abogada cordobesa, ha publicado un apéndice de notas históricas para su novela, ninguna de ellas se refiere a los judíos ni en Alemania ni en Argentina. No entiendo el motivo por el cual la autora que no es judía ha escrito esta historia. Ya saben que me rio de la expresión “apropiación cultural”, pero es mi sentir que una temática tan compleja debería haberse trabajado por manos más expertas. ¿Pero quién es un experto en el Holocausto hoy en día?

Yo todavía me estoy recobrando de los resultados de una encuesta recientemente llevada a cabo en los 52 estados de la Unión Americana sobre los conocimientos del Holocausto de personas cuyas edades oscilan entre los 18 y 39 años. O sea, entre Millenials y Z. Es la primera encuesta de este tipo realizada entre gente de esas generaciones y los resultados son apabullantes.

Por ejemplo, los más conocedores son nativos de Wisconsin y Maine (donde, como decíamos con el Gato Rafa, solo viven cinco gatos y Stephen King). Los más ignorantes obviamente son de estados sureños donde la instrucción sobre el Holocausto ni siquiera es obligatoria en las escuelas, pero … ¡cuidado! que dos estados donde si es obligatoria Illinois y Nueva York están también bastante abajo en el nivel de respuestas acertadas.



Lo impresionante de la encuesta no es el auge de negacionismo, ni que no se sepa dónde queda Auschwitz o que crean que “holocausto” se refiere a algo que ocurrió en Vietnam o durante la Guerra de Secesión. A mí lo que me dejó impresionada es que 13% crean que los judíos fueron culpables de su propio exterminio. En el caso de Nueva York, el estado con más judíos en el país, el 20% cree que las políticas nazis en lo que respecta los judíos eran justas puestos que estos las merecían. WTF? ¿Qué les enseñan a estos críos en la escuela?

Leia que una encuesta similar realizada en Francia entre las mismas edadesno dio resultados muy diferentes. Entonces no debería sentirme incomoda por una novela en la que, a cada rato, la judía parece sentirse acomplejada de su origen ante su gallardo miembro del partido, donde la realidad del nazismo nunca es dimensionada, donde al final el amor triunfa sobre los prejuicios … ¡de los judíos!

Un Romance Hormonal

Vamos a revisar la trama para luego ver como la serie ha reparado o aumentado los errores del libro. La historia comienza con un prólogo apresurado e inaudito que no tendrá relevancia alguna en la historia. Una mujer anónima cuenta de un viaje desde España a su Argentina natal en el 2008. Esta narradora enfrenta un serio dilema:  casarse o no con el musulmán del que se ha enamorado. Tras leer un manuscrito que le dejó su difunta abuela, y una estadía (narrada en tres párrafos) en el legendario Hotel Edén en Córdoba, decide abandonar sus prejuicios y casarse con el hombre que ama. Porque el amor “triunfa sobre todo” y claro casarse con un moro y casarse con un nazi es la misma cosa.



De  ahí pasamos al Hotel Edén en todo su esplendor en el verano de 1940 que en el Hemisferio Sur corresponde a los meses de enero y febrero.  El Edén, manejado por un matrimonio alemán muy cercano al Fuhrer, no tiene reparos en hospedar al acaudalado empresario judío Daniel Pérez Kiev, a su esposa, tres hijas casaderas y dos criadas, ambas llamadas Dora.

A Daniel no le molestan los alemanes, pero si los nazis que también se hospedan en el hotel. Sucede que tras la Batalla del Rio de la Plata (única batalla de la Segunda Guerra Mundial en Sudamérica) y el hundimiento del Graf Spee, mil marineros fueron rescatados e internados en Montevideo para luego ser trasladados a Buenos Aires. Debido a presiones de los ingleses, el gobierno argentino se negó a permitirles salir del país. La Cancillería de Berlín envió entonces un grupo de diplomáticos y abogados a discutir la liberación de sus marineros.

Esos son los nazis que La Familia Pérez Kiev encontrará en el Edén. Entre ellos está un joven abogado llamado Martin Müller. Aunque los Pérez Kiev son totalmente asimilados y se codean con la alta sociedad argentina, no desconocen lo que Rivero insiste en llamar “atrocidades nazis” pero que nunca llegan a ser descritas en detalle. No importa, tras ver a Martin en la piscina, a Amalia de 17 años solo le importa hacer cosita. Y si, esta es una novela romántica, pero de romance físico, sexual, hormonal, calenturiento como diría mi difunta madre.



A la Dra. Rivero se le cansa la boca pregonando que todas sus historias giran en torno a amores prohibidos que se saltan las vallas, pero este no es un amor puro e inocente como el de Dante y Beatrice en ese primer encuentro en la fuente florentina. No sigue las reglas del romance de hotel literario. No esperen ternura como los amores de los viejitos del Best Exotic Marigold Hotel, ni la pasión desmesurada de Grusinskaia por el Barón en Grand Hotel, son solo dos chicos jóvenes, sanos y guapetones que quieren cama.




Digamos que es tan carnal y hormonal como lo de Troy Donahue y Sandra Dee en “A Summer Place” y tiene consecuencias similares. La diferencia es que la pareja de ese filme inspira más lástima y cariño porque su relato es contado con más realismo y dramatismo que en “secreto”. Eso me incomoda. 



El romance Amalia-Martin tiene todo el Sturm und Drang para crear una historia explosiva y no lo hace. Es porque los personajes tienen más genitales que cerebro. La pobre Amalia soñará con ir a la Sorbona y ha publicado un librito de poemas, pero tiene más tetas que carácter. Y vaya que la autora se explaya hablándonos a cada rato del busto “desbordante” de la mocosa.

Las Misteriosas “Atrocidades “de Los Nazis

A pesar de que este no es un tema intocado por la ficción, no sigue parámetros coherentes. Martin no es Oscar Schindler, su tarjeta del partido pertenece a un nazi convencido que cree que el patriotismo y el nazismo son sinónimos.  Amalia le oculta su origen más por vergüenza que por miedo a lo que él representa. Es como si realmente la chica se sintiera inferior a este dios ario que la deslumbra.

En un momento, Amalia intenta introducir el tema de las “atrocidades”. Martin lo evade con un “esas cosas ocurren en las guerras”. Kristalnacht no ocurrió en ninguna guerra, Herr Müller. La única vez que Amalia deja que el olor a testosterona no la domine es cuando descubre que Martin tiene novia, Frida, esperándolo en Hamburgo. Su furia es un poco cínica, puesto que ella ya está comprometida con un tal Pedro Saravia.



Hacen las paces y cuando Martin la tiene de patas abiertas, a la nena se le ocurre la brillante idea de decir “soy judía”. Al pobre Martin casi le da un sincope. Lo único que atina a decir es que si la lleva a Alemania la matarán (cierto) y lo matarán a él (ni tanto Martincillo. A lo más perderías tu carrera y privilegios de miembro del partido).



La pareja vuelve a separarse. Amalia todavía no repara en las consecuencias de sus actos. Se enfurruña con Martin, piensa que “es un asqueroso nazi”. Como niña chiquita, un día dice” lo odio” y al otro “lo amo”. Martin que se ha ido a Buenos Aires también se debate puesto que la confesión de Amalia choca con todo lo aprendido en sus clases de Nazismo 101. Esto me da risa. Martin es abogado, tiene 25 años, no es Jojo Rabbit que nació en el Tercer Reich y desde la cuna cree que los judíos tienen cuernos y ponen huevos.

Para cuando Hitler llegó al poder, Martin tenía 18 años. Era un adulto. Viviendo en Hamburgo, por fuerza debió haber conocido judíos, debió tratarse con ellos. Pero la obra nos cuenta lo mínimo de Martin, de su ideología, de su familia. Al menos sabemos un poco más de Amalia.

Los Judíos: Demonios que Aman el Dinero

Daniel Pérez Kiev, tras pelear con su padre por haberse casado de nuevo, abandonó todo lo relacionado con la cultura y religión judías. A pesar de estar casado con una judía, ha criado a sus hijas totalmente asimiladas, y le da igual que Leah se comprometa con un judío como que Amalia haga lo propio con un católico. Aun así, Daniel se incomoda ante la adhesión de algunos de su compatriotas al Tercer Reich, y del auge de antisemitismo argentino, puesto que ambos lo obligan a recordar quien es.



Su esposa, en cambio, anda preocupada porque debido a la guerra no llegan sombreros de Paris a Buenos Aires. Amalia es igual de frívola que la madre y se siente protegida por el dinero del padre. Piensa que en la clase alta no hay divisiones si se tiene fortuna. Eso será cierto en la plutocracia, pero la oligarquía (como la llamaría Evita Perón) no era círculo de empresarios y nuevos ricos. Era una clique de estancieros, cerrada, tradicional, muy católica.  Para que Amalia fuese parte de él, debería convertirse.





Amalia es feliz en su mundo de falsos oropeles. Es tan materialista como el resto de su familia. El libro (y serie) nos deja la impresión de que los judíos ,  como dice Elsa a JoJo Rabbit,  “somos demonios que amamos el dinero”. Daniel vive pensando en negocios y como aprovecharse de los tiempos que corren. Su mujer e hijas son desconsideradas con los servidores, lo que les granjea el odio de Dora, la italiana, una villana caricaturesca que hasta está desfigurada por la viruela.

Además de que la autora hace que Daniel y su familia representen un estereotipo negativo, los hace negacionistas. Cada vez que Daniel, su esposa y Amalia se enfrentan a verdades incomodas sobre el nazismo, se escudan pensando que son mitos o exageraciones. Como el libro no nos describe realmente lo que pasa con los judíos, el lector queda con la impresión que el Holocausto no fue tan grave o que nunca sucedió.



Las feromonas judías triunfan y Martin regresa a buscar a Amalia. La judía bien vale traicionar a la patria y a sus ideales nazis. Irá a Alemania a arreglar unos asuntos y luego volverá por ella. Todo parece tan sencillo que Amalia se acuesta con el abogado, segura que nada impedirá su amor.

Antes de marcharse, Martin intenta hablar con su futuro suegro que lo expulsa con cajas destempladas. Me imagino que ese será un momento que Viviana Rivero verá como “prejuicioso”, pero Daniel pone unas cartas legitimas en la mesa. Dice desconfiar de los motivos de Martin, se pregunta dónde llevará a Amalia y le recuerda que los nazis en Europa están matando judíos “a la luz del día”. Obviamente se refiere a lo que ocurre en Polonia. Le prohíbe acercarse a su hija.

Martin está indignado. El mismo admitirá que recibir ese discurso de un judío lo pone mal. Se marcha sin poder despedirse. Amalia le ha dicho que en la única en quien confía es su criada Dora López. Y aquí entra el Factor Telenovela #1. El nazi le entrega una lista de direcciones donde se le puede encontrar a…Dora Perrini. La villana que prepara un golpe en contra de los patrones roba las joyas de los Pérez Kiev, se marcha y quema la misiva. Amalia ni se entera.




De Como un Drama Histórico se Volvió Telenovela Barata

La situación en casa de los Pérez Kiev es caótica. El robo de las joyas, Daniel enfermo, problemas económicos y más encima la nena les sale con un domingo 7. Amalia insiste en que es mayor de edad y sola se basta para criar a su hijo. Me sorprende que la Dra. Rivero siendo abogado no supiera que en 1940 la mayoría de edad era a los 21 no a los 18 años. Y no sé en qué pretende trabajar Amalia si necesita ayuda hasta para vestirse.



Daniel arregla un matrimonio para su hija preñada con su socio, Aníbal Straw, que anda buscando esposa. Factor Telenovela #2 Amalia debe casarse sin amor y ahí comienza su calvario. El marido es un viejo libidinoso que la viola sistemáticamente, la encierra en su estancia lejos de su familia y hasta le prohíbe hablar con los sirvientes. 



El calvario aumenta tras el nacimiento de Martincito. Straw bebe, abusa verbal y físicamente de su mujer, hasta tiene amores con una vecina, lo que no le impide seguir violando a la esposa. Amalia decide envenenarlo con hongos tóxicos, pero factor Telenovela #3 Straw estira la pata de un infarto.



Me detengo para decir que este episodio que debió acercarme al personaje de Amalia me dejó indiferente. Culpo a la impericia narrativa de la autora. Se gasta 70 páginas de un libro de 173 en relatarnos el romance veraniego de Amalia y Martin y luego solo una veintena para resumir el desdichado matrimonio de la protagonista.

El recuento de la tragedia matrimonial es interrumpido a cada rato con vistazos a la vida de Martin en Europa lo que le resta poder dramático a lo de Amalia. Para colmo las violaciones son vistas desde la perspectiva de Straw, lo que nos convierte en voyeurs a regañadientes en vez de testigos de un crimen. Es que lo único de valor de esta novela son las escenas sexuales. Es lo que la coloca un peldaño más arriba de Las 50 Sombras de Gray, porque en términos de redacción,  están igualitas de ramplonas.

Me asombra y me indigna que las editoriales anglosajonas,  e incluso españolas,  esperen tanto de un manuscrito y, sin embargo, se publican extravagancias como las 50 Sombras y esta novelita que se salta todas las reglas de redacción literaria. Es como si la Dra. Rivero no hubiese leído un misero manual o asistido a algún taller o siquiera fuese conocedora de buena literatura. Y eso que considera la Suite Française de Nemirovsky como su inspiración. Digamos que en términos estilísticos la Deborah Feldman le gana a la abogado por varios kilómetros. Después de todo Feldman asistió a talleres literarios y aprendió a escribir en Sarah Lawrence.



El texto de Un Secreto Bien Guardado ofrece un muestrario de head-hopping, exposición, diálogos dispersos y minúsculos, personajes mal desarrollados y sin evolución o motivación coherente. El relato alcanza un nivel de radioteatro cuando nos” avisa” de sucesos que van a suceder que cambiarán la vida de los personajes. Esto le quita suspenso a cualquier conflicto.

Mientras en Alemania, Martin se debate intentando regresar a Argentina, su amante se convierte en viuda millonaria. (Factor telenovela #4) De un día para otro, Amalia se vuelve una experta en finanzas que se hace cargo del negocio de importación del difunto salvando de la ruina a su familia. Se transforma en una dama de sociedad, hasta pretendientes tiene y eso en un par de páginas.

Amalia no parece haber aprendido nada de sus desdichas. Cuando Martin regresa a Argentina, en 1941, ella le inventa que está muy felizmente casada. No lo hace porque repudie lo que es Martin o lo que representa, sino porque su vida ya está hecha y él no tiene cabida en ella. 



Esa es la única vez que sentí lastima por Martin que debe retornar con el rabo entre las piernas a Alemania donde las cosas no van bien para su familia. Primero, su hermano muere en La Batalla de Inglaterra; luego sus padres mueren durante un bombardeo; Martin es rescatado por Frida, su antigua novia. Ella le consigue papeles falsos y un pasaporte suizo para que pueda abandonar Alemania. Frida también muere en un bombardeo y Martin se hace cargo de Charlotte, la hija de la difunta.

Cuando Martin vuelve en 1942 a Buenos Aires ocurre el sexto factor telenovela. Amalia cree que Martin se casó y tuvo una hija y se enfurece. Por suerte, como echa de menos los revolcones con el nazi hacen las paces, se casan y viven felices. Martin (del que nadie sospecha es un desertor) hace unos negocios estupendos que, acoplados con los de su mujercita, los convierten en multimillonarios.

Con eso los suegros le abren los brazos, porque ya se sabe, a los judíos solo les importa el dinero tal como Amalia nos demuestra que todas las judías son putas. Gracias Viviana Rivero por propagar estereotipos negativos de mi gente en un país donde el antisemitismo ha sido más violento y virulento que en ninguna otra parte del continente americano.



Una Serie sin Presupuesto

Por fin llegamos a la serie que yo esperaba fuese un cachito mejor que el libro. Esperé en vano, Por eso me di el trabajo de resumirles el libro para que vean como la adaptación en manos de Silvina Frejdkes (amiga de la autora) conserva los bemoles del original sin añadirles mejorías. Peor aún, le quita al argumento la poca información que en la obra añadía coherencia a una historia que se siente coja, inacabada o, como la llamó un televidente, “insulsa”.  Noten que me he guardado de poner videos de YT hasta ahora para que no leyeran críticas negativas antes de comenzar a criticar la serie.



En el programa de Telefe, Viviana Rivero explicó que por falta de presupuesto se habían eliminado todas las escenas que tienen lugar en Alemania. Además, le cortaron diez personajes de los 25. ¿Para qué hacer una miniserie con trasfondo histórico especifico si no se puede invertir dinero en describir tal trasfondo?

La mediocridad de la serie comienza a nivel de actuaciones. No lo digo yo, no hay critica que no lo mencione. Me conocen y saben que en el pasado he sido parcial a malos actores (Von-Marie Méndez, La Chule, Lupita Ferrer, etc..) si son simpáticos. Oriana Sabatini es bonitilla, pero no ha heredado ni el carisma ni el talento de Catherine Fulop, su madre. De su co- estrella Victorio D’alessandro no sé qué es peor si su bajo nivel histriónico o su poca habilidad labial en las escenas en que lo doblan al alemán. Del resto del elenco ni hablar, porque se han reducido tanto sus roles que salen más acartonados que en el libro.



En la serie, se han eliminado conversaciones que ayudarían a entender y a simpatizar con los personajes. No sabemos nada de Amalia, o su familia, de antes de llegar al Hotel Edén, no sabemos lo que piensan. El mínimo debate que Martin tiene con su conciencia al saber que se ha enamorado de una judía ha sido cancelado.  A diferencia del libro, una sola vez se menciona la existencia de un partido nazi argentino. No se habla de la predisposición de muchos argentinos a simpatizar con el Tercer Reich.




En el libro, tenemos más o menos claro que Martin cree que el futuro de Alemania está unido al nazismo, eso lo motiva a destacar en sus intentos por liberar a los marinos del Graf Spee. Eso no aparece en la serie. En el libro Frau Eichorn (uno de los dos personajes del históricos de la novela) nota el cariño que se ha desarrollado entre el abogado y la judía, pero no dice nada. La ausencia de todos estos detalles hace más absurda la premisa del libro de que los Pérez Kiev iban a pasar un verano en un reconocido “nido de nazis” como el Hotel Edén



El Edén era,  entonces y después,  una peña de simpatizantes nazis. Los Eichorn eran amigos personales del Fuhrer. Los que creen que Hitler no se suicidó en el bunker, lo colocan pasando sus últimos años en Córdoba, en el Hotel Edén. ¿Con esos datos vamos a aceptar que una familia judía se vaya a pasar el verano, ahí al ladito de una delegación  nazi? 



Así tan increíble como que Los Eichorn “contaminasen” su hotel con la presencia hebrea. Recordemos que en la Alemania de entonces a los judíos les estaba vedado ir a hoteles y balnearios y que se les segregaba asignándoles vagones separados del tren, asientos traseros del bus y determinados sectores de parques públicos para que no ensuciasen el aire de los arios.



Otro absurdo es que nadie en la comparsa nazi haya notado el romance que ocurre ante sus ojos. Si algo aprendimos de El Tiempo Entre Costuras es que, en los países neutrales, los nazis mantenían una estrecha vigilancia sobre su gente y con quienes se relacionaban. Mas siendo Martin un abogado joven y en su primera misión al extranjero. El que Frau Eichorn lo viera en amores con una enemiga de la raza aria y se quedase callada, la convertía en una traidora.

Lea Pérez Kiev: la Única Judía de la Serie

A favor de la serie debo decir que Fredken ha intentado al menos en los primeros capítulos darnos un poquito del trasfondo histórico que escasea en la novela. Para eso ha magnificado la presencia de Lea Pérez Kiev (Paula Sartor) que en la serie pasa a ser un poco villana (la serie está llena de villanos, pero ninguno es nazi, una tremenda ironía).

En el primer capítulo, descubrimos que, con excepción de Lea, ninguna de las Kiev sabe o le interesa lo que los nazis están haciendo con los judíos. Es Lea quien les arruina la inocencia contándoles de las medidas antisemitas hitlerianas. Ella lo sabe de buena fuente, puesto que su prometido tiene parientes en  Alemania.



Si en el libro, Amalia dice saber que en Alemania ya los judíos no pueden ser dueños de editoriales (¿Duh?), su hermana, en la serie, cuenta como los judíos han sido robados de su patrimonio, se les han quitado hogares y posesiones. Se les niega el derecho a ir a la universidad, sus negocios y tierras han sido expropiados (acto que se conocía como “arianización”), se les ha segregado prohibiéndoles acceso a sitios públicos.



Lo que Leah no cuenta, y que la mayoría de la gente incluyendo a Adriana Rivero y a Silvina Frejdkes no saben, es que el antisemitismo nazi tuvo tres pasos que, entre 1933 y 39, pavimentaron el camino para el exterminio total. La primera fue expulsar a los judíos de la vida pública alemana. Se pasaron leyes prohibiéndoles ejercer cargos y empleos públicos, tomar parte en el área política y diplomática, manejar empresas y ser parte del mundo artístico. Los pintores no podían exhibir, los escritores no podían publicar, los actores no podían actuar.

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También se les privó de la posibilidad de ganarse la vida. Los dueños de almacenes y carnicerías solo podían venderles a los judíos. Los abogados no podían defender arios, los médicos no podían tener pacientes arios, los maestros no podían enseñar en escuelas que eran judías porque no podían tener alumnos que no fuesen de su raza y estos no podían asistir ni a escuelas públicas ni a universidades.

El segundo paso fue impedir contactos cercanos con los arios. No solo no se podía trabajar para estos ni tenerlos de empleados o criados. A partir de Las Leyes de Nuremberg de 1935, se prohibieron los matrimonios entre judíos y arios, incluso ser amantes era considerado un delito. Por eso es por lo que es tan grotesco que los protagonista de “Secreto Bien Guardado” planeen casarse o vivir juntos bajo el amparo del Tercer Reich.



El último paso fue aislar a los judíos en su propio país. Se le prohibió acceso a cualquier tipo de espectáculo, evento o aparición pública, desde ir al cine hasta ir a la playa. Se les privó de sus aparatos de radio y de sus mascotas y antes de la invasión a Polonia,  se les impuso en todo el territorio alemán (que ahora abarcaba Austria y parte de Checoslovaquia) un toque de queda en que les quedaba verboten andar en la calle a partir de la puesta del sol. Como verán las “sundown towns” no son invención de los Estados Unidos. Lo más trágico es que, a partir de La Noche de los Cristales Rotos, los judíos en el Tercer Reich no contaban con protección legal ni policial y cualquier crimen o delito cometido en contra de ellos quedaba impune.

Volviendo al personaje de Lea, la libretista la hace cometer una torpeza que, sin embargo, es el único atisbo a los planes nazis para America Latina. El prometido de Leah viene con su familia a solicitar la mano al nido de nazis del Edén. Este compromiso se celebra públicamente en el comedor a vista y paciencia de la delegación nazis. Cuando los judíos brindan gritando “¡Mazel Tov!” a diestra y siniestra, al bobo de Martin solo se le ocurre que es Amalia la comprometida.



Unos días más tarde, nuevamente es Lea la catalizadora. Se le ocurre bajar al lobby y ponerse, en voz, alta, a leer en hebreo (¿WTF?)  Pasan los nazis y la oyen ensayar las bendiciones de la boda judía (que solo lee el rabino oficiante. ¡Nena, no se pronuncia el nombre Inefable de D-s en vano!). Los nazis, muy socarrones, reconocen el idioma, se quejan de que tienen que aguantar la presencia de una judía, pero que eso es “solo por ahora”. Las cosas van a cambiar y es un factor inesperado el que entra en juego en esa frase, la idea de Hitler de invadir America Latina.




Por último, en el extraño e inexplicable regreso de Martin a la Argentina se pone a trabajar de estibador, con el falso nombre de “Martin Zachs” que pretende ser suizo. Resulta que donde trabaja se aparece un ex marino del Graf Spee que lo reconoce. Martin se hace el sueco, perdón el suizo, pero el marino lo amenaza y lo llama “traidor”. Este episodio que no está en el libro es un toque realista. Con toda la infiltración nazi en la Argentina de entonces (y en Chile y Brasil) era imposible que Martin pasase desapercibido como en el libro.



Así tan imposible como la fácil salida del abogado del Tercer Reich, del Partido Nazi, de la Abwehr, que me imagino era la agencia de espionaje para la que trabajaba. No es como desamigarse en Facebook, o renunciar a un club de golf, iba a tener represalias. En fin, cuando una piensa en la cantidad de personas que quedaron atrapadas en Europa sin visa para viajar, se agregan a la cantidad de víctimas cuya memoria ofenden libro y serie.

Como que la adaptadora toma conciencia de ese lapsus en el último capítulo que,  como ya saben,  dura media hora. En la carta que convence a Amalia de verse nuevamente, Martín le cuenta que en sus años en Alemania se ha dado cuenta de la crueldad del régimen al que sirve, y en los últimos diez minutos, Martin le advierte a su amante que siempre será un hombre perseguido, por sus antiguos camaradas y por los Aliados que lo verán como parte de la burocracia nazi.



Esos retazos de información, que al espectador binger se le pasan por un oído y salen por el otro, no son suficientes para crear un estructura histórica auténtica o un trasfondo dramático lógico. Es como si se eliminase de Jane Eyre el pasado de la heroína y la Loca del Ático y todo se limitará a un romance breve y acelerado entre institutriz y patrón.

Los Prejuicios de los Odiosos Judíos

La situación de los judíos en Alemania, Europa y Argentina nunca es bien retratada o definida dejando la impresión  de que la familia de Amalia tiene “prejuicios” en contra de los nazis. Ha sido un alivio para mi comentar estos ‘prejuicios” con un par de chilensis que no son eruditos ni expertos en la Segunda Guerra Mundial,  pero que como me ha dicho una: “¿Y quién quiere ir a un hotel lleno de nazis?  ¡Esos huevones son malos!”

¡Claro! En Chile tenemos conciencia de la existencia de neonazis. No como verdugos de los judíos,  sino como indeseables que persiguen a los travestis, prenden fuego a mendigos dormidos, apalean lesbianas, y ahorcan gatos. Por eso, aunque Victorio D’Alessandro sea guapito no quita que el ser nazi lo haga un malhechor. Lamentablemente, no todo el mundo tiene esa idea clara de los nazis antiguos o modernos.

Los judíos, que no salen bien parados en el libro, quedan peores, más negativos y antipáticos en la serie. A diferencia del libro, Daniel Pérez Kiev sigue oponiéndose a la relación de su hija con el alemán aun después de ella enviudar. Tal vez esa desviación del canon se deba a que, en la serie, la familia de Amalia es más tradicionalmente judía. Al menos los padres de Amalia desean que sus hijas se casen con judíos de ahí que Pedro del libro pasa a ser Darío Frenkel. Algo que agradecer en una trama donde es el único personaje judío rescatable.



La serie ha mantenido los rasgos negativos de los personajes judíos del libro, incluso haciendo a Amalia más boba y calentona y “judaizando” a Straw, su esposo violador. En el libro sabemos que el esposo de Amalia no es judío porque la boda es bendecida por un sacerdote a la par de un rabino. Sin embargo, Viviana Rivero lo describe casi igualito que las caricaturas nazis de los judíos desde el cabello rojo hasta la manía de abusar de jovencitas. Ya parece El Judío Suss. En la serie, en cambio, lo muestran en la boda de Lea con la cabeza cubierta y cantando feliz en hebreo.  

En resumen,” Un secreto bien guardado” es un espectáculo lamentable con un argumento mediocre y cuestionable sobre todo en su retrato de un momento histórico y de sus participantes. Que se la haya publicado, convertido en miniserie y vendido a Netflix es solo un reflejo de lo mismo que demuestra la encuesta que mencione al comienzo, la total ignorancia de lo que representó el nazismo y lo que los nazis llamaron “la cuestión judía”.

Al menos Netflix se ha dado cuenta de los escasos valores de la miniserie porque ni se ha molestado en mercadearla. El mismo día en que debutaba “Un secreto bien guardado” lo hacia la alemana “Oktoberfest”. A pesar de ser casi tan mala como la argentina, “Oktoberfest” ameritaba al día siguiente artículos en sitios online especializados. “Emily in Paris” que ha causado casi tanta polémica como “Cutíes” debutó un día después de “Secreto”. Al mes,  tiene casi quinientas reviews en IMDB, compárenlas con las miseras ocho (seis negativas)) que merece la miniserie en el mismo sitio.

NOTA: Algo raro ocurrió en IMDB, desde comienzos de octubre se acumularon 9 reseñas, de las cuales dos han sido retiradas. Eran las más lúcidas, y,  aunque negativas,  no empleaban lenguaje reprensible. No entiendo quién y por qué las borró.



El que en Argentina sea la tercera serie más vista de Netflix, se debe a la popularidad de Oriana Sabatini, pero ya voces del país gaucho hacen sentir su malestar con un producto tan poco destacable.. Aunque las críticas se concentran en las pésimas actuaciones,  dos de las tres video reseña en YouTube y el único blog (aparte del de servidora) en dedicar tiempo a la serie han notado que su contenido es problemático. En The Watercooler, Francisco Patterson especula si es la ignorancia o verdadero amor lo que empuja a Amalia a los brazos de un nazi.

En Insomnio en Netflix, tanto la reseñadora como sus comentaristas notan la superficialidad con que se trata el tema del choque de culturas y lo adjudican a falta de investigación histórica. Tiene razón, pero la poca profundidad histórica es un mal que persigue a la serie desde el libro y que no surge de un vacío.

Algo que saqué en limpio de mi investigación es que, sea como fanfictión o creación original, el trope de “Romeo y Julieta en el Tercer Reich” está muy de moda. De eso hablaré en mi próxima Confesión de Gata Seriefila. Entretanto, si quieren un romance de hotel donde haya nazis, judíos, y una pareja que realmente debe luchar contra prejuicios, véanse “Vidago Palace”. 

 

 

jueves, 22 de octubre de 2020

Contradicciones Feministas: La Moda de Enola Holmes

 


“Enola Holmes” ha sido una sorpresa. Mas allá de las desviaciones del libro que la inspira y del canon creado por Sir Arthur Conan Doyle, resulta ser entretenida, refrescante e incluso nos da una lección sobre la moda de la época y sus efectos en la psiquis femenina. Pero en aras del Faux Feminismo, las aventuras de la hermanita más lista de Sherlock Holmes cae en viejos mitos sobre corsés, ropa masculina y sombreros.

¿En Qué Año Estamos?

“Enola Holmes,” basada en la serie de misterios juveniles de Nancy Springer, ha dado que hablar desde que los herederos de Sir Arthur Conan Doyle han demandado a la producción por modificar el personaje de Sherlock Holmes hasta el agudo ángulo feminista que la producción le ha impreso a la obra. Un ángulo que poco tiene que ver con la trama original.



Eso no quiere decir que Lady Eudoria Holmes (no sé por qué le quitaron el título en el filme) no sea librepensadora, sufragista y partidaria de la reforma victoriana del vestuario de la mujer. La ropa es un tema importante en las novelas de Springer. Ya en el segundo capítulo, junto con Enola, revisamos el armario de Eudoria con lupa en una descripción que recuerda a la de Scarlett revisando su guardarropa en Lo que el viento se llevó.

Pero es en la serie donde la ropa adquiere importancia como parte de la personalidad e incluso la labor detectivesca de la protagonista. Al comienzo no lo noté, confundida por un problema cronológico de la serie. En el libro, Springer es muy clara, la acción tiene lugar en 1888. En la serie yo creí que había trasladado la acción a 1900. Lo que explicaría la presencia del automóvil de la odiosa Miss Harrison (¿porque siempre le dan esos roles a la Tía Petunia?) y el retrato del movimiento sufragista como un grupo de militancia violenta.



Mis razones para creer eso radican en los primeros 20 minutos del filme. Comenzamos con Enola laboriosamente avanzando en bicicleta hacia una estación de tren donde espera encontrarse con Sherlock y Mycroft, sus hermanos mayores. Usando la narrativa en segunda persona (lo que en ingles se conoce como “breaking the fourth wall) Enola nos interpela y se pregunta por dónde comenzar su historia.

Acto seguido en la pantalla vemos la ilustración de un bebé llorando precedido por la cifra “1884”. Inocente de mi yo creí que la historia comenzaba con el nacimiento de Enola en 1884. Solo al leer artículos sobre la serie y su génesis fui que caí que esta tiene lugar en 1884. Lo que explicaría la urgencia de que Lord Tewksbury votase a favor del Reform Bill de ese año.



Así es que el automóvil es un anacronismo, como lo es el retratar a las sufragistas de entonces como las guerrilleras arpías en que se convertirían a partir de 1906 bajo el liderazgo de Emmeline Pankhurst. En 1884, Mrs. Pankhurst estaba pariendo a su tercer bebé. 

A pesar de que las sufragistas (y el término se inventó a comienzos del siglo XX) existían desde que John Stuart Mills propuso el voto femenino en 1867, y para 1884 era un movimiento amplio y reconocido en Gran Bretaña, esa imagen de organización semi terrorista de incendiarias, destructoras de la propiedad pública, lanza bombas, no nacería sino hasta 1910. En el filme, Eudoria ha abandonado a su hija para proseguir con su activismo en la clandestinidad. ¡En el libro lo ha hecho para vivir con los gitanos!



Para los efectos de este blog, lo importante es que el filme tiene lugar en 1884 y los personajes siguen la moda de aquel entonces. Una moda cuyo mayor característica era el infame polizón. Una almohada de crin que las mujeres ajustaban sobre su derrier y bajo su vestido para enfatizar una figura en la cual el punto más llamativo era la cola.

En el libro, cuando Enola busca en el cuarto de su madre pistas del posible paradero de Eudoria, encuentra la almohadilla de crin. Enola necesita que le expliquen el propósito del objeto. Sin embargo, en el resto de la obra, Enola adopta vestuario de mujer adulta, elegante, a la moda y lleno de intrincadas prendas que antes repudiaba.



De Vestirse de Chico a Vestirse de Dama

¿Cómo puede andar tan cómoda con polizones y armazones de alambre si nunca los ha usado?  ¿Cómo puede decir “el corsé es un martirio para quien está obligada a usarlo” y luego no solo amarrarse como matambre con uno que no le impide luchar contra el vilano? Obvio que Enola ha recibido lecciones de autodefensa, ¿pero embutida en un corsé de ballenas?

Tanto libro como cinta nos cuentan que a Enola su madre la ha criado para vestir de acuerdo con las reglas del reforma estética del vestuario impuestas por John Ruskin. La serie nos lo muestra en la escena en que Eudoria enseña a su hija a boxear y. Enola luce una túnica sobre una blusa de algodón. Las líneas son simples inspiradas por túnicas medievales y confeccionadas con telas ligeras y naturales como el lino y el algodón.



De ese estilo es el vestido azul con el que Enola abre su narrativa y el blanco con dibujos Art Nouveau con el que la cierra. Son vestidos muy bonitos, aun para nuestros estándares del Tercer Milenio, y se ven muy cómodos, pero no son muy diferentes al despreciado uniforme que Enola Holmes es obligada a usar en el internado. La única diferencia, aparte del color, es que el uniforme lleva un inmenso cuello de pique blanco que lo hace ver como un hábito monacal.



Como esa estadía en el internado no es canon, podemos decir que ha sido una idea de Consolata Boyle, la diseñadora cargo del guardarropa de la hermana de Sherlock Holmes. De hecho, el vestido es de mezclilla, un material que en la época no se usaba para ropa de mujer. Según Boyle, la idea era crear una imagen reprimida y confinada. No me sorprende. Así es como siempre me he sentido en jeans, pero vemos esa contradicción entre como un material es constrictivo en vestido y no en pantalones.

En el libro, Enola dice que, para andar en bicicleta, usa la ropa que su hermano Sherlock dejó al irse a Londres. En la serie, solo se pone el traje de pana azul marino cuando decide huir de sus hermanos. Otra peculiaridad de la reforma del vestuario fue la creación de las faldas-pantalón conocidas como “Bloomers” usadas, primero, para montar velocípedos y luego bicicletas. Pero en el libro, Enola prefiere hacerlo en la ropa de Sherlock.

Por eso es interesante cuando Boyle comenta que vestirse de chico es parte de la personalidad de Enola que opera como maestra del disfraz. No es que le guste vestirse de chico, como en el libro, sino que necesita de ese subterfugio para hacer su trabajo. Se entiende ya que, a diferencia del libro, la serie necesita enfatizar la sensualidad adolescente de Millie Bobby Brown y su condición femenina.




Aunque en su disfraz masculino, Enola se venda el busto y Miss Harrison la acusa de tener el pecho plano, apenas conoce a Tewksbury se “feminiza”. Se quita el gorro enseñando su largo  cabello y, por muy vendados que los tenga, los pechos empujan su camisa y chaleco. Por algo les han subido la edad a ambos personajes. Ahora tienen 16 años, pero en el libro la protagonista tiene 14 años y el Marqués es un nene de doce años.

Desmitificando el Corsé

Siguiendo con el busto de la chica. ella que se negaba a ir al internado porque la obligarían a usar corsé no tiene reparos en embutirse en varillas para ponerse el atuendo más “teatral” (así lo ha descrito Consolata Boyle) de la serie, el “powder puff” de raso rojo. Este vestido con polizón y pannieres, luce además un escote hasta el ombligo y debajo Enola lleva oculto su dinero en el polizón, en la armazón de alambre y las ballenas del corsé.



Lo más extraordinario es que no tiene dificultades para caminar como una dama (en tacones) enjaulada en prendas interiores que parecen instrumentos de tortura y exhibiendo un pecho maduro para su edad. Yo nunca he usado ballenas, pero como toda hembra en la Era de Oro de Madonna, usé esos corpiños hasta la cintura con armazón de alambre. Tras cuatro años con ellos, tenía las costillas magulladas, pero nunca he caminado más derecha en mi vida, ni mi busto se ha visto más airoso.

Enola seguirá luciendo escote y corsé para el dos piezas color rosa viejo con el que se reencuentra con el Marqués y también para el vestido de luto con el que se presenta ante los parientes de este. Mas importante es que encorsetada, Enola corre por las calles de Londres, arrastra muebles, escala árboles y lucha y vence a un malhechor.



Es cierto que vemos, al comienzo, a Enola y Eudora practicando esgrima y jiujitsu en ropas normales, lo que me parece muy práctico, pero no están incomodadas con las varillas de un corsé o cinco refajos o un semi miriñaque de alambre. ¿Es posible para una mujer poder desenvolverse libremente y practicar actividades físicas y violentas a pesar de las ballenas?

La respuesta está en que el corsé era una prenda unisex. Pocos saben que los airosos húsares germanos, ingleses y del Imperio de Francisco José llevaban bajo la guerrera ajustados corsés que no se quitaban ni para sus duelos con espada. La razón era más pragmática que estética. El corsé permitía adquirir una figura erguida y gallarda, a la par de impedir (en una época en que una cena consistía en seis platillos) que se desarrollaran llantitas y panzas.



El problema del corsé es que mucha gente lo ajustaba para crearse figuras imposibles como las cinturas de avispa. Por vanidad, las mujeres se cinchaban de manera tan exagerada que impedían la respiración de quien lo usaba. Algo muy peligroso principalmente para las embarazadas. Ese es el verdadero riesgo de un corsé. Quien ha descubierto que uno de esos aditamentos, bien llevado, no dificulta las tareas cotidiana es Karolina Zebroskwa.

No sé si conocen a esta polaca divina cuyo canal en YouTube está dedicado a las modas antiguas. Además de haber comentado el vestuario de “Enola Homes” Zebrowska nos ayuda a experimentar lo que es ponerse un corsé por un día. Si no tienen tiempo les resumo sus descubrimientos. La prenda no le impidió llevar un día normal, No se le rompieron huesos ni se desgarró un pulmón, ni se desmayó como dice el mito popular. El único problema era cuando se agachaba. Eso porque incluso sentada, el corsé obliga a quien lo usa a mantenerse derecha. También, al estar ceñida, Karolina consumió menos comida que lo acostumbrado. Yo diría que una prenda que te ayuda hacer dieta y mejora tu postura es buena: ¿O no?



Antes de que se pongan a chillar sobre los horrores que el patriarcado ha impuesto sobre cómo deben vestirse las mujeres, les cuento que hace unos años vi en un programa de Megyn Kelly a una diseñadora de ropa de infantes que vendía jeans para bebes. Si, exactamente, blue jeans para criaturas de un año o menores.



Tales prendas se caracterizaban por la estrecha sección del estómago que la vendedora prometía a los padres que evitaría el crecimiento de una antiestética barriga. ¡Y eso debían usarlos bebitos cuyos órganos todavía no estaban desarrollados! Quienes los compraban eran tan desequilibrados como las/los que se encogían la cintura y abdomen con corsés mal usados.

¿Es el Sombrero un Símbolo de Estatus?

Un detalle que comparten serie y libros es el repudio de la protagonista por los sombreros. Según Enola le provocan comezón. irónicamente la cubierta de la primera edición tiene a la heroína con sombrero. Cuando se disfraza de varón, Enola usa un gorro de visera. Los gorros no le causan comezón tal como no le incomoda usar tocas de viuda.



El problema de esa referencia cultural que pasa por feminismo es que ha declarado a corsés, sombreros y guantes como instrumentos de opresión patriarcal. El corsé ya hemos visto es una prenda que sirve para mejorar postura y apariencia física de ambos sexos, los guantes entonces y hoy son medidas de protección. Evitaban daños en la piel, callosidades, y protegían del clima tal como hoy protegen de los gérmenes.

El radicalismo ve el sombrero como símbolo de estatus social. Lo asocian con el repudiado concepto de “dama”, pero fue creado para proteger a quien lo usa del sol, del frio, del polvo del camino. ¿Acaso creemos que un sombrero de cowboy refina y feminiza al que lo porta, o que un casco protector es un símbolo de estatus social?

“Enola Homes” nos demuestra la existencia de muchos bulos feministas respecto al vestuario de la mujer que incluso son aplicables hoy en día donde todavía hay quejas sobre modas sexistas, liberación del uso del sujetador y otras prendas interiores, e ideas clasistas sobre sombreros y guantes. Justamente hoy cuando los guantes ya son parte del uniforme pandémico; los sombreros nos protegen de la radiación ultravioleta y los peligros del cáncer de piel; y mucha gente con problemas lumbares haya alivio en unas especies de corsé.



El Estigma del Bordado

La Gatita Genezaret ha notado otra contradicción que obedece a otro prejuicio del falso feminismo. Al comienzo, Enola alardea que su madre le ha enseñado cosas útiles no a “pintar conchitas o bordar”. Conchitas y bordado. He ahí la manía clasista en reversa de ver esas actividades como símbolos de estatus y patriarcado.

Con mi mala vista sería incapaz de pintar algo tan pequeño como una conchita, así que me parece admirable el ejercicio tal como cualquier forma de arte miniaturista. Las Holmes no rechazan toda arte pictórico puesto que Eudoria pinta flores. ¿Cuál es la diferencia entre pintar florecitas y pintar conchitas?

En cuanto al bordado, me apena decir que una gran carencia existencial mía es mi incapacidad para coser, tejer (solo me he tejido bufandas), bordar y hacer crochet. Sobre todo, porque eran labores en las que descollaban mi madre y mi abuela.  Me siento como traidora a mi linaje, aun mas porque son tareas tan útiles, tan estéticas, un arte.



Mucho burlarse del bordado, pero una serie feminista debía tener en cuenta que en la Era Victoriana un camino a la independencia femenina lo proporcionaban estas despreciadas actividades. Fuese como costurera de clientas encopetadas o fabricando encajes y bordados que compraban fábricas y almacenes, la mujer de esa época podía traer dinero a la casa y sentirse útil y trabajadora. Con suerte luego ponía tiendas de ropa o sombrererías lo que le daba aún más independencia económica.

Muchos ven mi interés por la moda como frívolo o elitista. Por el contrario, yo la percibo como expresión femenina y como una labor que sacó a la mujer de su hogar y la hizo contribuir a su sociedad e historia. Los encargados de la serie reconocen la importancia del vestuario en el desarrollo y evolución de su personaje. También deberían saber que quienes fabricaban corsés y sombreros y bordaban vestidos como el ultimo que luce Enola, eran pioneras de otro aspecto del feminismo.