En días de
corrección política, exigencias multiculturalistas y respeto por diversidad
sexual, racial y cultural, la ficción histórica se ve limitada. Se establece
una batalla entre lo que realmente sucedió y la rescritura de la historia en la
que se favorecen agendas. Se acaba cayendo en revisionismos falsos puesto que
nacen de ópticas y sensibilidades modernas más que en hechos verdaderos. Por ejemplo,
se parte de la base, al ver “Versalles”, que la corte del Rey Sol era un centro
de tolerancia sexual y uno de los primeros ejemplos de una cultura gay que se
expresaba libremente. Nada más lejos de la realidad.
La trama de “Versalles”
intenta demostrar que Louis Catorce construyó su palacio versallesco para obligar
a la nobleza (la serie nos quiere hacer creer que el gran problema del rey eran
estos nobles levantiscos) a estar donde él pudiese vigilarlos y así evitar
intrigas cortesanas. Lo cierto es que “Versalles" se basa más en sexo, escándalos
y violencia que en detalles históricos. Y lo más escandaloso, hablando de sexo,
lo pone el Duque de Orleans, hermano menor del soberano.
Hay una escena
fantástica en el Episodio 3 en que Philippe, Duque de Orleans aparece
colgándose de los techos de las carrozas, haciéndoles muecas a su regio hermano
y a su estirada cuñada española. Ahí nos
damos cuenta de que se trata de un rebelde, poco amigo de convenciones sociales,
pero muy simpático. Sin embargo, “Monsieur”, como se le conocía en la Corte, es
mucho más, y la serie nos lo confirma como personaje multifacético.
Philippe es un
héroe militar, que gasta demasiado en zapatos, que está totalmente dominado por
su amante varón, pero que los celos de saber que su mujer le pinta el cuerno
con su propio hermano lo obligan a tomarla por la fuerza. Lo más fascinante es que,
a “Monsieur” se le antoja presentarse en las fiestas versallescas en bata de cola,
con rouge en las mejillas y peinado alto. Aparte de risitas y
murmuraciones, nadie lo censura, nadie lo lleva a la cárcel, nadie exige que se
comporte. Al que se atreve, el príncipe travesti le administra una real paliza.
¿Es esta otra desviación histórica o realmente la sociedad francesa era tan
permisiva?
No hay sociedad
pre-siglo XX (incluso debemos hablar aquí de finales de siglo y solo en
Occidente) que haya legalizado la homosexualidad o lo que hoy llamaríamos un
estilo de vida homosexual. La idea de
comunidades LGBT toleradas y aceptadas, de derechos gais, y Lobby “rosa” son
conceptos totalmente contemporáneos. Cualquier intento de retratarlos como parte
del mundo cotidiano antiguo es falso. Las relaciones sexuales con personas del
mismo sexo fueron, en Occidente y hasta el siglo XIX, un crimen merecedor de
pena capital.
La pena de muerte
para las relaciones homosexuales ya aparece en los códigos asirios. En el Siglo
Séptimo, los visigodos intuyen la pena de muerte para los sodomitas (el termino
homosexual aparece en el siglo XX).
Francia fijará esa misma ley en el Siglo XIII, los estados italianos en
el Siglo XIV, y Enrique VIII impone la Buggery Law en 1633. El castigo normal
es la hoguera, aunque en Inglaterra será la horca. Y hubo castigos más crueles aún.
En las Partidas de Alfonso V se establece que
al sodomita ha de castrársele para luego colgársele boca abajo hasta que se
desangre. En algunas ciudades del Sacro Imperio Romano a la pareja culpable se
la suspendía de una jaula, y se la dejaba morir de inanición. En la Nueva York Colonial
se ensacaba a los sodomitas y se les lanzaba a la bahía. Hay que ver entonces
como “progresista” la propuesta de Thomas Jefferson de abolir la pena de muerte
a cambio de castrar al reo. Curiosamente, Jefferson recetaba que para castigar
a las lesbianas había que abrirles un orificio en el tabique nasal (¿WTF?) Mm,
ya hizo méritos, Tom para que echen abajo el Jefferson Memorial.
Incluso si no se aplicaba
la pena de muerte, el sodomita enfrentaba otro tipo de penas igualmente
terribles. En Francia, la hoguera se aplicaba solo si existían otras circunstancias
agravantes como el que fuera tercera ofensa. El culpable de un primer delito
era condenado a que se le cortaran los testículos. Una segunda ofensa exigía la
amputación del miembro, y si el sodomita era recalcitrante, entonces acababa
achicharrado.
Muchas veces me
encuentro con gente que habla de las libertades sexuales de una antigüedad en
la que se permitían culturas homosexuales. Al examinar tales culturas vemos que
en realidad eran grupos que practicaban la pederastia y que a nuestros ojos serían
más abusadores sexuales que gente celebrando su orientación sexual. En la
Antigua Roma, por ejemplo, un patricio podía tener relaciones homosexuales siempre
y cuando a) él adoptase la posición dominante b) se buscase un compañero más
joven, pero ojo que seducir a un patricio menor de edad se consideraba
violación (estuprum) y también era penado por la ley y c) el compañero perteneciera
a un rango social menor, fuera parte del mundo de la farándula (actor, musico,
bailarín) o esclavo.
A pesar de que el
cristianismo agregaría aspectos morales y espirituales al repudio de la
sodomía, muchos de los convencionalismos de la antigüedad, sobre todo el de la
dicotomía pasivo-dominante, seguirían aplicándose a la óptica con la que se
medía la relación homosexual. Ciertamente eso ocurría en la Francia de Luis XIV.
Comencemos con este monarca que “Versalles” nos muestra como un mujeriego
adultero. Con la vejez, y bajo la influencia de su puritana segunda esposa,
Luis se volvió cada vez más estrecho de mente y se obsesionó con erradicar el
vicio en su Paris. Por vicio se entendía delitos sexuales, sobre todo “el vicio
italiano” el eufemismo barroco para la sodomía.
Pero aun en su juventud,
Luis era un homófobo total, tal vez como reacción a la homosexualidad de su padre.
A Luis XIII había que llevarlo a rastras a la cama de Ana de Austria para que
cumpliera sus deberes conyugales. Él hubiese preferido pasarse las noches con
su favorito el Marqués de Cinq-Mars. Luis no fue el primer rey homosexual. Ya
Enrique III, y tal como nos lo mostró “Reign”, le gustaba ponerse corsés y ropa
femenina en su juventud. Cuando se sentó en el trono impuso el cross dressing,
puso de moda los pendientes masculinos (para los que creían que esa moda nació
con los punks de los 80s) y se rodeó de una corte de guapérrimos apodados “mignons”
que muchas veces compartieron su cama.
![]() |
Enrique III |
Los monarcas homosexuales
han existido desde la Antigüedad, y el cristianismo los ha tolerado desde Ricardo,
Corazón de León hasta Umberto, último Rey de Italia, siempre y cuando se guardasen
las apariencias. Ese es un factor determinante para explicar la “tolerancia”
con la que la corte versallesca acoge las excentricidades de Monsieur. Primero,
él está demasiado alto para que lo alcance la justicia común. Segundo, a través
de su vida Philippe conjugó su verdadera orientación sexual con sus
obligaciones de esposo y padre.
El gran pecado del sodomita ante los ojos de
la ley no era tener relaciones con gente de su mismo sexo, sino negarse a vivir
de acuerdo con los roles establecidos para los varones. Entre las circunstancias
agravantes que llevaban a la hoguera estaban la práctica de la prostitución masculina,
el rechazo de roles masculinos, y la promoción de ideas tales como las que hoy
conoceríamos como “derechos gays”.
Philippe de Orleans
supo vivir de acuerdo con las reglas de su época, se casó dos veces. Tal como
nos muestra “Versalles”, procreó varios hijos de los cuales cuatro llegaron a
la vida adulta y convirtieron a Monsieur en abuelo, bisabuelo y tatarabuelo de
la realeza europea. Sus descendientes directos hoy en día siguen reinando en Bélgica
y España.
El Duque mantuvo relaciones solo con nobles y equilibró sus gustos travestis con una conducta ejemplar y valerosa en el campo de batalla. De hecho, su fama como militar llegó a opacar a su real hermano, provocando preocupación en el Rey Sol. Es momento de hablar de la rivalidad entre hermanos que mucho tendría que ver con el estilo de vida de Monsieur.
El Duque mantuvo relaciones solo con nobles y equilibró sus gustos travestis con una conducta ejemplar y valerosa en el campo de batalla. De hecho, su fama como militar llegó a opacar a su real hermano, provocando preocupación en el Rey Sol. Es momento de hablar de la rivalidad entre hermanos que mucho tendría que ver con el estilo de vida de Monsieur.
Luis XIV era tan
contrario al vicio italiano que cuando se enteró que uno de sus muchos hijos ilegítimos
lo practicaba, lo mandó a azotar. Sin embargo, toleró y fomentó la homosexualidad
de su único hermano. No es tan errática la actitud si se toma en cuenta que el
Rey Sol quería evitar que su hermano le hiciese sombra. Existía un oscuro
precedente que marcaría las vidas de Louis y de Monsieur.
Como ya mencioné, Luis XIII era homosexual y casi incapaz de tener relaciones con una mujer. Le tomó años desflorar a su esposa. Eso ha creado dudas sobre la paternidad de sus hijos. Los historiadores sospechan del Cardenal Mazarino. Si le creemos a Dumas, habría que culpar al Duque de Buckingham, otro mignon bisexual, y hay quien dice que el pobre Hombre de la Máscara de Hierro fue el verdadero padre de los muchachos.
Como ya mencioné, Luis XIII era homosexual y casi incapaz de tener relaciones con una mujer. Le tomó años desflorar a su esposa. Eso ha creado dudas sobre la paternidad de sus hijos. Los historiadores sospechan del Cardenal Mazarino. Si le creemos a Dumas, habría que culpar al Duque de Buckingham, otro mignon bisexual, y hay quien dice que el pobre Hombre de la Máscara de Hierro fue el verdadero padre de los muchachos.
Toda su vida,
Luis fue comparado desfavorablemente con Gastón, su hermano menor. Gastón (que
también era Duque de Orleans) había sido el favorito de su madre, Maria de Médicis,
y el favorito de todos. Hermoso, valiente, a cargo del ejército, era todo lo
contrario a su timorato hermano. Decidido y varonil, Gastón siempre fue un
rebelde, se casó en contra de los deseos de la corona y se pasó la vida
conspirando en contra de su hermano y de su cuñada.
Ana de Austria y
su mano derecha y amante, El Cardenal Mazarino, decidieron que la historia no se
repetiría. Desde su infancia vigilaron y dominaron a Philippe para que nunca
estuviese más alto que el hermano, para que fuese sumiso y no tuviera designios
ni ambiciones propias. Ana lo llamaba “mi niñita”, lo vestía de mujer y le
inculcaba gustos, entonces descritos como “femeninos”, por la moda y los
afeites. Aunque es cierto que existía la costumbre de vestir a los niños como niñas hasta los tres años, a Philippe lo tuvieron en drag hasta mucho mayor. Hay incluso una foto con su hermano en el que el futuro Rey Sol ya viste de varoncito y al hermano menor lo siguen trayendo con vestido.
Cuando en el
Episodio Dos, Luis está a punto de reprocharle a su hermano por el crossdressing, Philippe le lanza los
zapatos de tacón a la cara junto con estas palabras: “me han vestido así desde
que tenía tres meses. Mi ambición ha sido ser menos que tú. No lo elegí, era mi
deber no ser nube que tapase el sol. ¿Crees que es difícil ser Rey? Intenta ser
el hermano del rey, aunque sea por un día”.
En ese sentido,
la serie no miente. La debilitación -feminización de Monsieur fue un trabajo
elaborado y concienzudo. Cuando Philippe era un adolescente, Mazarino llevó las
cosas más lejos, enviando a su propio sobrino, Julio Mancini, a seducir al
príncipe. Desde entonces, Philippe solo mantuvo relaciones con varones. Para
cuando su familia decidió que debía casarse con su prima hermana, Enriqueta de
Inglaterra, Philippe ya tenía una relación estable con el conde de Guiche. La
pobre Enriqueta (apodada “Minette”) tuvo que luchar con un marido no muy fogoso
y con un amante ya instalado en la alcoba.
La corte sentía
mucha lastima por Minette tal como la sentía el rey. De ahí nacieron rumores de
que los cuñados eran amantes. Hay historiadores que lo creen, y eso es lo que “Versalles”
nos describe. Pero hay que pensar que la Iglesia veía a los parientes políticos
como si fueran parientes de sangre. Minette y Louis estarían cometiendo no solo
adulterio sino también incesto. Con quien Minette si tuvo relaciones adulteras
fue con Guiche. Lo hizo en un intento por controlar a su marido. Para el nacimiento
de Maria Luisa, la hija mayor de los Orleans, no se sabía si la niña era hija
del rey, de Monsieur, o de Guiche. Curiosamente,
Maria Luisa, más tarde Reina de España, sería la hija favorita de Philippe y
físicamente se le parecía mucho.
Para los efectos
de la serie, Guiche es el pasado. Ahora quien manda en la cama, corazón y casa
de Monsieur es el gran amor de su vida. Philippe de Lorraine, Conde de Armagnac.
Como miembro de la casa real de Lorena (y de la fastuosa familia de Guisa) y
como descendiente directo de Carlomagno, El Caballero de Lorena era considerado
“príncipe extranjero” en la Corte del Rey Sol y tenía derecho a que se le
llamase “Alteza”. El alto nivel social de quien llamaremos Chevalier, lo
colocaba junto a Monsieur, en una situación semi intocable. Eso les permitía
vivir por encima de los mortales y sus reglas. En el Episodio 2, cuando alguien
se burla del vestido de Monsieur, Philippe le cae encima con puños y daga y le
recuerda que insultarlo a él es lo mismo que insultar al rey, un acto que es
considerado traición y conlleva la pena de muerte. Es el Chevalier quien impide
con un sonoro “¡basta!” que el otro Philippe cometa un asesinato.
En la serie,
aunque se han apegado a muchos detalles históricos, han variado en lo que
respecta a la caracterización de los amantes. Alex Vlahos encarna a un Philippe
de Orleans alto, vigoroso y enérgico, capaz de sacar a Chevalier de su cama y
reemplazarlo con una criada. En la vida real, Chevalier era el alto y forzudo,
y era quien tenía un dominio total sobre su amante al que había poco menos que
hechizar para que cumpliera con sus deberes conyugales. Su segunda esposa, Lieselotte
del Palatinado en su copiosa correspondencia con su familia, narra como
Monsieur para intentar embarazarla llegaba a la cama cargado de medallas
religiosas y oraciones. ¡Y que en una ocasión ella lo descubrió aplicándose
reliquias sacras a sus genitales en un esfuerzo por conseguir una erección!
Chevalier, en
cambio, gustaba más de la compañía del sexo opuesto, y le fue infiel al Duque
de Orleans con muchas mujeres. En la serie, él se encarga de hacer despedir a
una dama de Minette, para que su sobrina ocupe ese lugar. ¡En la vida real,
Minette tuvo que despedir a una de sus damas más queridas, Claude de Fiennes,
porque Chevalier la había embarazado!
En el primer capítulo,
vemos a Chevalier susurrando al oído del amante que él, Monsieur debería tener
el poder, no Louis. Mas adelante lo oímos decirle a Philippe que es más
simpático y tiene más arrastre con el pueblo y la corte que su hermano que
tiene la personalidad de una langosta. Upss, perdón, pero es que apenas vi a
ese par y escuché a Chevalier que me di cuenta de donde George R.R. Martin sacó
su inspiración para crear a Renly Baratheon y a Ser Loras (Lorraine).
Versalles
consigue explicarnos como Philippe, Duque de Orleans pudo, amparándose en su
sangre real, y con la protección-bendición del rey, vivir abiertamente su
orientación sexual y sus hábitos travestis. A cambio se convirtió en una figura grotesca
ridiculizada por sus pares (menos en el campo de batalla) y considerado
totalmente incapaz de ocupar un trono o de gobernar. Se espera que sintamos
cariño y compasión por Monsieur tan feamente manipulado por su propia familia y
que ni siquiera puede confiar en un amante al que mueve más la ambición que el
amor.
¿Pero eran
realmente Philippe y Chevalier dignos de compasión? ¿Se trataba simplemente de una pareja gay
atrapada por las convenciones de una época que nada sabia de teorías de género
o identidades sexuales? En mis próximos
blogs voy a mostrar que, de acuerdo con muchas pruebas históricas, esta pareja
no era tan inocente, que los celos y la ambición pudieron haberlos llevado al
crimen y que lo que hoy llamamos diversidad sexual entonces podía encubrir
comportamientos patológicos e incluso perversiones.