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martes, 25 de febrero de 2020

Misterios Freudianos: El mundo de Vienna Blood



PBS ha comenzado el 2020 con “Vienna Blood”. Basada en libros del psiquiatra Frank Tallis (The Liebermann Papers) la serie sigue las correrías de un policía y su ayudante, un aspirante a psiquiatra, en la Viena de la Belle Epoque. Después de ver la temporada completa, testifico que lo que la hace destacar sobre otros misterios históricos es que es una coproducción austriaca, filmada en Viena, y que ha recreado hasta el último detalle de   la atmosfera, descripción de la sociedad y contexto histórico del final del Imperio Austrohúngaro.

Comienzo con mis dudas de vieja cínica. ¿Por qué la BBC ha querido adaptar estos libros y no otros historical whodunnits más famosos? Se dice que Tom Hanks tiene los derechos sobre la saga de Bernie Gunther el detective de la SS; que Showtime planea dramatizar las aventuras de Marco Didius Falco en la Roma Clásica,  y también hace un par de años se habló de adaptar la serie de C.J. Samson sobre Shardlake, el esbirro jorobado de Thomas Cromwell. Sin embargo, son los libros de Tallis los que primero han llegado a la pantalla.

Para todos los que amamos los detectives del pasado, sean el Hermano Cadafael, el Juez Dee o Miss Phryne Fisher, un nuevo misterio histórico es más que bienvenido. Aun así, ¿por qué darles prioridad a unas novelas que ni ameritan entradas en la Wikipedia?  Aunque ha gozado de buenas ventas y tiene un sólido circulo de fans, Tallis no es el más reconocido ni el más solicitado de los autores de ese subgénero, a pesar de que encontré que su Muerte en Viena ha sido traducida al español y se puede adquirir en La Casa del Libro.

La saga está protagonizada por el detective Inspector Oszkar Reinhardt (Jurgen Maurer) quien, en la Viena de fin de siecle, se encuentra ante un enigma incomprensible. Una mujer desconocida ha sido asesinada en su departamento. Todo indica que se suicidó, pero no se encuentra el arma y las puertas y ventanas del lugar están cerradas por dentro.

Mas complejo es que nadie, ni su casera, conocen la identidad de la asesinada. Nadie la veía entrar ni salir, nadie conocía a sus amigos ni sabía a qué se dedicaba, no recibía visitas, etc.… Y la guinda del pastel, el forense no encuentra ni bala ni orificio de ella en el cadáver, pero si un feto en el útero de la misteriosa victima.

Con sus superiores presionándolo para que encuentre al criminal, Reinhard tiene que calarse la compañía impuesta de Max Lieberman (Matthew Beard), un joven medico con una afición por la psicopatología. Aunque Reinhard resiente la presencia de este atolondrado compinche, pronto nota la utilidad de Lieberman cuando este descubre la identidad de la víctima y los motivos para su asesinato.

Esta primera temporada de “Vienna Blood” consta de tres episodios de dos horas de duración cada uno, y que cubren las tres novelas de Tallis:  A Death in Vienna, Vienna Blood y Fatal Lies las que tendrán a esta pareja de detectives investigando sociedades secretas, crímenes de la alta sociedad y extraños asesinatos en una academia militar. Para estirar la temporada, la PBS ha decidido dividir cada capítulo en segmentos de una hora de duración. Un error que acrecienta la gran queja de los lectores, la lentitud de la trama.

A pesar de que hay bastante acción, persecuciones de criminales por tejados y túneles, y un duelo final en la rueda del Prater con inevitables ecos de” El Tercer Hombre”la trama de la primera novela adaptada se pone pesada con escenas de la vida personal de Lieberman y con largos interrogatorios de sospechosos. Otra queja de los libros es que los lectores observan que no hay atmosfera geográfica, que Viena no está descrita de una manera que la diferencie de otras ciudades.

La serie ha remediado este error. No solo está filmada en lo que ha sobrevivido de la Viena Imperial, con sus callejuelas estrechas, sus cupulas y monumentos, además hay un esfuerzo de crear esa atmosfera tan particular en un mundo en donde ciencia e intelecto intentaban arrastrar a la Austria tradicionalista al Siglo XX.


Cuando Frederic Morton escribió el clásico de la cultura vienesa de la Belle Epoque lo tituló “Nervous Splendor” y es porque Viena era el alma de un imperio al borde del ataque de histeria. Morton se enfocó en dos años claves:  1888 el año del pacto suicida de Mayerling, y 1889 cuando la familia Hitler celebraba el nacimiento de Fito, pero ya el autor vislumbraba que Viena sería un centro de cultura (nerviosa) de donde surgirían Freud, Adler, Schönberg, Mahler, Klimt, Stefan Zweig y Arthur Schnitzler.

En los primeros capítulos, Max asiste a una exposición de Klimt y a un recital de Mahler. La serie nos lleva desde los grandes salones donde se reúnen los industriales que están interesados en el trabajo del padre de Maxa pesar de pertenecer este a la despreciada raza judía a los bajos fondos, a las tabernas, los prostíbulos y a los espectáculos de burlesque.

Siendo Max, un médico psiquiatra, la psiquiatría es un tema importante. Descubrimos con que sospecha y desprecio se la vio al principio. Tanto el profesor Gruner (Oliver Stokowski) como Mendel Liebermann (Conleth “Varys” Hill), el jefe y el padre de Max, se horrorizan ante el hecho de que el joven asista a las charlas de Freud y se interese en las ideas del padre del psicoanálisis.

Gruner sigue aferrado a curas del pasado como los horribles electroshocks (que siguen utilizándose hoy en día). “¡No voy a cambiar mis métodos cada vez que un médico judío escriba un libro!’ exclama indignado. En sus palabras se encierra la vinculación de la psicología con el antisemitismo. Después de todo los grandes exponentes de la psiquiatría vienesa, Freud, Adler y Viktor Frankl, eran judíos.

El antisemitismo y la integración de los judíos a la sociedad vienesa son temas importantes para entender la personalidad de Max Liebermann. En el primer capítulo, Max es regañado por su madre por llegar atrasado a la cena de Sabbath, pero tras este ritual judío de la noche del viernes, el psiquiatra se va con Clara (Luise von Finckh), su novia, a una exhibición del ultimo cuadro de Gustav Klimt. No precisamente una actividad común de un practicante del judaísmo ortodoxo.

Liebermann es un ejemplo de ese intento de integración a una sociedad católica que llevaría a una asimilación casi total cuya frágil ilusión se destrozaría con el anchluss. A pesar de que todos se esfuerzan de recordarle sus orígenes, Liebermann insiste en verse como un ser sin más cultura que su ciencia. Pero como le dice su hermana, esa misma insistencia en seguir comprometido con una mujer que no ama, es porque la asimilada y millonaria Clara abre puertas cerradas a los judíos.

El mismo Mendel, a pesar de su adhesión a ciertos aspectos del judaísmo, corteja el apoyo de capitanes de la industria como Bruckmuller que lo presenta con lo más granado de la sociedad-curiosamente son industriales, no aristócratas- diciéndole “a esta gente no la encuentras en el barrio judío”. Y le recuerda la máxima del ultra juedeofobo Karl Lueger, entonces alcalde de Viena: “Yo soy quien decido quien es judío”.

Lueger, que también aparece en el primer episodio, tuvo un tremendo impacto en la Austria de comienzos del siglo XX, y su discurso antisemita fue recogido por un joven estudiante de arte llamado Adolf Hitler. Gente como Lieberman y su familia creyeron encontrar un refugio en la asimilación y la lógica de la ciencia.

Aun así, el padre de Max le suplica que corte su vinculación con el psicoanálisis freudiano que le dará un mal nombre en vez de otorgarle la respetabilidad deseada. Si pensamos en que Freud lograría apenas escapar de los nazis, tras todo tipo de acoso y humillaciones, (su hija Anna fue encarcelada por la Gestapo) no podemos augurar un buen futuro ni a sus seguidores ni a gente como los Liebermann que caminan por la cuerda floja.

Max se horroriza cuando su padre trae a la casa un panfleto regalo de su “amigo” Gustav von Triebenbach (Ulrich Noethen) que advierte de los peligros de la inmigración. Fiel a la idea de que Liebermann pere es bueno para los negocios, Gustav le advierte que no debe tener empleados de “razas inferiores” (léase húngaros y checos). El panfleto habla de eso, de la necesidad de “purificar a raza aria” lo que se consigue integrándose al Reich Alemán. Aunque esta Hermandad del Fuego Primario no existió, muchos de estos cabales nacieron en la Viena pre-Sarajevo e influyeron en austriacos que querían ser alemanes como el futuro Fuhrer.


Sin embargo, las víctimas del nazismo serán los hijos de la generación de Mendel Lieberman. Gente que enviará a sus hijos a academias militares y buscarán como esposas ya no judías asimiladas como Clara, sino arias como Amelia Lydgate (Jessica De Gow). Esos ingenuos que creerán que dejando atrás religión y cultura podrán pasar por buenos ciudadanos del imperio, de la Austria republicana,  y de la que será parte del Reich.

Otra queja de los lectores es que los protagonistas son un poco planos. Me temo que la serie no ha remediado esa falla. En los libros, Ozkar es un hombre casado con dos hijas adolescentes. En la serie han evitado ese retrato familiar contándonos que, tras la trágica muerte de su hija, Frau Reinhard abandonó a su esposo.

Reinhard entonces posee esa aura trágica que de rato en rato sale a la superficie, pero que en general no ayuda a hacérnoslo ni un personaje atractivo ni cercano. El actor vienes no posee ni el carisma ni el talento para conseguir que al policía no lo eclipse el psiquiatra, pero Lieberman tampoco es muy fascinante que digamos.

Aunque sabemos mucho de su familia, de sus problemas y sus ideas, el psiquiatra no llega a caernos simpático. Tal vez sea el actor. Matthew Beard de 31 años, interpreta un veinteañero, pero luce como adolescente. Algo en él parece inmaduro, no desarrollado totalmente, ni la voz la ha cambiado. Eso le quita gravitas a su aportación y hace incomprensible el hecho de que dos mujeres hermosas e inteligentes se interesen en él.

La obsesión de Max por su paciente Amelia se siente poco profesional y el modo en que trata a Clara es imperdonable. ¿Cuántas veces ella tiene que exigir una explicación del comportamiento de su prometido, o tenga que romper ese compromiso para que Max se sincere con ella?

A pesar de estas fallas, Vienna Blood es una serie que debe probarse. Aunque el primer misterio es poco interesante, el segundo es mucho más complejo con un asesino en serie que deja pistas extraídas de La Flauta Mágica de Mozart y exige más trabajo intelectual para resolver el crimen. La atmosfera es impecable y la belleza de Viena pasada o presente compensan por la falta de carisma de sus protagonistas.

No hay sexo, ni palabras fuertes, hay un par de desnudos femeninos, pero no dentro de un contexto erótico: el cadáver de una prostituta asesinada y Amelia siendo desvestida al ser admitida en un hospital. Eso si tiene muchas escenas de exámenes forenses, heridas sangrantes y violencia. “Vienna Blood” puede verse en USA por Passport Thirteen y en el resto del mundo por Amazon Prime.

viernes, 21 de febrero de 2014

Nicolas Le Floch: Misterios del Paris Dieciochesco


Desde los inicios de este blog que hemos hablado de policías, de criminales, y de la moda de las series de televisión situadas en el Siglo de las Luces. La combinación de estos tres elementos nos lleva a conocer a Nicolas Le Floch un policía que también es cortesano de Luis XV.

En el 2008, la televisión francesa decidió serializar las aventuras del Comisario Le Floch, héroe de una serie de novelas del historiador y diplomático, Jean-François Parot. En sus días en la embajada francesa en Sofía, Parot concibió la idea de escribir una cadena de misterios históricos (lo que en inglés se conoce como historical whodunits) sobre un policía en el París dieciochesco. De eso nació Nicolas Le Floch con el siglo XXI, a pesar de ser un hijo del Siglo de las Luces, y tendrá su primer caso en El Enigma de la Calle de los Mantos Blancos (Les Enigmes des Blanc-Manteaux, 2000).


Aviso que no he leído ninguna de las diez novelas que componen la serie, pero al menos las seis primeras han sido traducidas al español y al inglés. Por lo que me han contado, la grandeza de las novelas yace en la descripción histórica de los dos Parises, el del bajo mundo y  el de la Corte de Versalles, aparte de la atención al detalle histórico, principalmente las comidas. Algo que lamentablemente no se puede traducir a la pantalla.

Nicolas es un huérfano ilegitimo. Nacido en Bretaña, es criado por el canónigo jesuita Le Floch quien le da su apellido tras encontrarlo abandonado en los escalones de una iglesia. En su infancia es llevado a vivir con su padrino, el Marques de Rancueil, quien, en su lecho de muerte, le confiesa que es su padre. El Rey Luis XV, como atención a su amigo de Rancueil, otorga el título de Marqués al bastardo.

Nicolas vivirá una doble identidad, la de un policía y la de un cortesano, lo que le permite navegar cómodamente por ambos mundos. Así lo vemos asistir a bailes en Versalles y bajar a las tabernas populares, callejones, y garitos, sin olvidar el prostíbulo de La Paulet. Como buena novela francesa, las aventuras galantes de los personajes y del mismo Nicolas son sumamente importantes. La Paulet aparte de proveer al comisario y a sus amigos con carne fresca, también es su informante sobre los quehaceres de los señores y de los hampones que visitan su burdel.

La Paulet presenta a una de sus pupílas (notrefrance.com)


Los crímenes que investiga Le Floch-Rancueil son variados y van desde secuestros de herederas, hasta envenenamientos. Con la excepción de un panadero en Sangre de Harina, todas las victimas  son aristócratas  o gente principal. Además de los crímenes, la serie busca mostrar eventos históricos como la boda del Delfín con María Antonieta, evento  que propicia un asesinato en El Fantasma de la Rue Royale,  y las protestas sociales que marcan el inicio del reinado de Luis XVI en Sangre de Harina.



A veces los crímenes tienen aspectos casi esotéricos. En “El Fantasma de La Rue Royale”, El Comisario se enfrenta a niñas endemoniadas y a los poderes sobrenaturales de un jefe de tribu iroqués. No voy a entrar en muchos detalles, porque al tratarse de un tema paranormal prefiero discutirla en nuestros Reinos de Fabula.

Otros encuentros con lo prodigioso tendrá Nicolas en La Lágrima de Varsovia donde, a raíz de la perdida de una joya de la Reina, entra en contacto con el legendario alquimista, el Caballero de Saint Germain y una clandestina Orden de los Templarios. En  El Amo de los Perros, Le Floch viaja junto a sus amigos a los bosques de Aquitania a investigar una serie de muertes cometidas por un misterioso lobo gigante, una especie de Bete de Gevaudan.

En la primera novela, vemos a un joven Nicolas que en 1761, llega a Paris a aprender a ser detective bajo las órdenes de Monsieur de Sartine, el Teniente General de la Policía del Reino. Sartine no será el único personaje de la vida real que aparezca en la historia. En las mazmorras del Chatelet, Nicolas hace amistad con Charles Sanson ( que se encargará de guillotinar al Rey Luis XVI y su familia), un joven estudiante de medicina que al no poder acabar con sus estudios termina como verdugo del rey.
Sanson y Bourdeau (allocine.fr)


Los conocimientos anatómicos de Sanson (dignos de un equipo de NCIS) son invaluables para las investigaciones de Le Floch, como lo son los conocimientos médicos de otro amigo, el cirujano naval, Guillaume Secmacgus. A ellos se les agrega el tímido, pero leal y muy casado, Inspector Bourdeau y juntos compondrán el equipo del Comisario.
Secmacgus y Nicolas (allocine.fr)


En la primera novela, Nicolas vive en casa del Comisario Lardin, (cuya esposa seduce al joven huésped). Cuando Lardin desaparece, y todo indica que ha sido asesinado, Le Floch es encargado de investigar, pero con mucha discreción porque la victima estaba en posesión de unas cartas que comprometen gravemente al Rey.

En la serie, los detalles sobre infancia y juventud del héroe son conocidos a base de diálogos, puesto  que la acción tiene lugar casi una década después de la llegada de Nicolas a Paris. Para entonces, el detective ya está completamente aclimatado tanto a su papel de aristócrata como a sus labores policiales. De hecho, la serie eligió iniciar su primera temporada con una adaptación de El Hombre del Vientre de Plomo, la segunda novela de la saga. Tal vez porque eso les permitió presentar a Marie de Langremont, el personaje femenino principal del show, pero que es un compendio de varias mujeres creadas por Parot.

Aunque recomiendo calurosamente esta serie y los libros, tengo un par de reparos y el principal corresponde al protagonista al que todavía no puedo tragar. Varios lectores se han quejado del héroe de Parot, tildándolo de “muy perfecto” o  “demasiado encantador”. Yo lo describiría como “muy inhumano”. Por lo menos como lo representa la serie y como lo interpreta Jerome Robart, es  un individuo que aunque expresa emociones, rara vez exhibe empatía con otros personajes y ninguna ni por los criminales (muchos de los cuales poseen circunstancias atenuantes) ni por sus victimas.



Una virtud de Parot es que, al crear una atmosfera fidedigna de época, también le incorpora las sensibilidades de su tiempo. En Le Floch no hay una nota del fervor revolucionario que aquejaba a la clase media y profesional francesa. Con la llegada de su titulo, El Marqués ha abrazado los valores y prejuicios de la aristocracia. Es tan devoto servidor de la monarquía como lo es su jefe Sartine. En él no vemos nunca una queja en contra de las injusticias sociales como las que salen de bocas de Semacgus y Bourdeau.

El Marques ante el Rey Luis XV (allocine.fr)


Eso no me molesta, lo encuentro refrescante. Sin embargo, me extraña la total falta de compasión del “Petit Marquis” ante hechos puntuales. No lo vemos apiadarse de los niños  obligados a mendigar,  y es casi brutal con la pobre aprendiz de panadera que debe disfrazarse de varón y aun así es descubierta, violada y preñada por su patrón. Tampoco lo vemos conmoverse al descubrir el cadáver de una joven estrangulada minutos después de dar a luz, o cuando encuentra a la hijita de la victima, ya podrida y muerta de hambre y de frio.
(notrecinema.com)


Todo esto va vinculado con un leitmotiv de la serie, cierto desprecio misógino por las mujeres que no parece existir en las novelas. Aunque bajito (lo apodan “El Pequeño Comisario o “Le Petit Marquise”) Monsieur de Rancueil es un Casanova que no titubea en mezclar el trabajo con el placer y en más de una ocasión lo vemos darse su revolcón con sospechosas. Ya he mencionado como usa sin empacho a prostitutas para sus investigaciones, sin preguntarse qué empuja a estas mujeres a un trabajo tan triste y peligroso.

(tvmag.lefigaro.fr)


Como toda novela de detectives, la serie nos muestra los peligros que representa el sexo femenino. Muchos casos que resuelve El Comisario Le Floch son crímenes perpetrados por hembras. Ambiciosas, lascivas y manipuladoras, estas femmes fatale dieciochescas envenenan maridos, seducen suegros, hasta asesinan campesinos luego de convertirlos en esclavos sexuales. Pero esa no es razón para que Nicolas las utilice, especialmente en el caso de Marie de Langremont.

En el primer libro de la saga de Parot, Nicolas inicia un romance con una criadita llamada Antoinette Goudelet. Poco después, ella es violada por un pariente de su patrón. Pare un hijo que todos creen es futo de la violación. Años más tarde, Nicolas se entera que el pequeño Luis es su hijo. Busca a Antoinette, ahora convertida en la prostituta “La Satin”, reconoce al niño y ayuda a la madre para que lleve una vida respetable. Todo esto es cambiado en la serie.

En el primer episodio “El hombre del vientre de plomo”, Nicolas debe esclarecer el misterio tras una serie de asesinatos que afecta a la noble familia de Ruissec. El hijo mayor muere debido a envenenamiento con plomo, su hermano Lionel desaparece misteriosamente y la madre de los jóvenes es asesinada en una iglesia. 



Nicholas sospecha de Mademoiselle de Bichelieres, una joven actriz que anteriormente fue prostituta bajo el alias de “La Satin”. También ha sido amante de Lionel de Ruissec. Nicolas la visita, se acuesta con ella y la pone en su lista ya que la actriz está furiosa con Lionel por haber dejado de mantenerla a raíz de su compromiso con la noble millonaria Amande de Touvee.

Le Floch visita a La Touvee, pero no alcanza a verla ya que sus criados se lo impiden. Entra en juego otro sospechoso, Lambert, el ayuda de cámara del envenenado Ruissec. Poco a poco se desentrañan los secretos. Lambert es Yves de Langremont. La Bicheliere/Satin es su hermana Marie (¡Quien también es Mademoiselle de Touvee!). Los asesinatos son parte de un plan de venganza en contra del Conde de Ruissec.

Marie haciéndose pasar por La Touvee( notrecinema.com)


En el pasado, de Ruissec fraguó cargos falsos que condujeron a la ejecución del Duque de Langremont, uno de sus oficiales. Langremont había descubierto que de Ruissec comerciaba con municiones en mal estado. La deshonrosa muerte de su esposo, empujó a la Duquesa de Langremont al suicidio. Sus pequeños hijos fueron vendidos y Marie  obligada a prostituirse. Años más tarde se reúne con su hermano y deciden castigar a toda la familia culpable de la ruina de la suya.

Al resistirse al arresto, Yves es herido fatalmente. Marie será la única juzgada por su sangrienta venganza. Uno esperaría un momento de compasión por parte de Nicolas, que mal que mal es amante de la joven, pero será Sartine quien la libere. Conmovido, cuando la aristócrata venida a menos le pregunta si como ella “ha tendido que vender su cuerpo”, el jefe de la policía ordena a su comisario que la deje en libertad.

Debido a que no se han levantado cargos en contra de ella, uno esperaría que Marie recuperase su identidad y puesto en la sociedad, pero no es así. En “L’Affaire Nicolas Le Floch”, el comisario descubre a la ex prostituta ganándose la vida como costurera. De común acuerdo deciden ser amantes, pero Nicolas no le será fiel (ella si), y la usará no solo en la cama sino como ayudante para desenmarañar crímenes, muchas veces poniendo a La Satin en peligro.


El colmo de esta relación desigual ocurre en el episodio titulado “El amo de los perros” y que fue escrito especialmente para la serie. En busca del asesino de un joven noble, Nicolas marcha en misión secreta a la zona rural aquitana. Lo acompañan el Dr. Scemacgus y Marie que viaja, por una vez, bajo su verdadera identidad. El dueño del castillo donde se hospedan nota que Marie pasa la noche con de Rancueil y comienza a llamarla “Señora Marquesa”. Mademoiselle de Langremont le responde, con cierta tristeza, que todavía no la han pedido en matrimonio (ni la pedirán) y que prefiere que la llamen “Señora Duquesa”.

En ese momento caí en cuenta de tres detalles. Duquesa es un titulo nobiliario mas alto que marquesa, por lo tanto Marie es superior en rango a su amante. Nicolas es un huérfano bastardo legitimado por la caridad del Rey. Marie es una legítima aristócrata que se ve obligada a prostituirse, a ser cómica en escenarios o a coserles enaguas a otras damas. Contra ella se ha cometido una terrible injusticia y Le Floch, en vez de repararla  y restituir a la Duquesa a su sitio verdadero, la sigue degradando.
(allocine.fr)


Como si no fuera suficiente humillación, casi al final del episodio, Marie le anuncia a su amante que va a ser padre. La reacción de Nicolas es de antología. Le dice muy serio que no sabe como reaccionar: “Piense, Madame, que yo no conocí a mi madre”. ¿Qué tiene que ver eso con el hecho de que su querida esté en estado? Me sorprendió muchísimo que la serie cambiara al Nicolas del libro que reconoce al hijo de una criada, con el de la serie que abandona a una aristócrata a la que ha embarazado, porque después de este episodio nunca más volvemos a ve a Marie de Langremont. En la quinta y ultima temporada, Nicolas Le Floch se enamora por primera vez en su vida y encuentra en Aimee d'Arrenet la horma de su zapato.

(loissir.lemessager.fr)

Francia tiene un nuevo rey, y el Comisario Le Floch, bordeando los cuarenta años, se enamora de una jovencita a la que le dobla la edad. Aimee, hija de un conde y almirante de la Marina Real, es  caprichosa, frívola, muy mimada, y a su corta edad, bastante experta en asuntos de alcoba. Se hace amante del Comisario, pero rápidamente le demuestra que si la contraría puede buscar otros brazos. Aun más importante, Aimee rechaza su propuesta de matrimonio, aduciendo que no quiere embarazarse y que el matrimonio es la tumba del amor. Es lo que se merece Nicolas Le Floch quien ha tratado tan mal a las mujeres.

(cinetea.fr)


A pesar de este defectillo, recomiendo la serie. Su atmósfera de época es exquisita. Es un placer ver tan bien recreada la Francia del Ancien Regime, tanto sus salones aristócratas como sus bajos fondos. La resolución de los crímenes resulta fascinante en una época pre-ADN especialmente debido a  técnicas forenses antediluvianas a las que debe recurrir El Comisario. Casi tan fascinantes son las intrigas políticas, y los escándalos palaciegos en los que se ve involucrado El Pequeño Marqués y que explican y presagian La Revolución Francesa.

(allocine.fr)



“Nicolas Le Floch” puede verse en el cable latino (subtitulada) todos los jueves por la señal TV5, y los domingos por el Canal Europa, Europa (también la repiten los jueves y los lunes).