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jueves, 11 de marzo de 2021

Lo Que Escondían sus Ojos: Humanizando al Cuñadísimo

 

 


La tesis que he derivado de estos blanqueos de villanos históricos es que se cree humanizarlos mostrándolos enamorados. Pero ni mostrándonos al Fuhrer en amores con su sobrina o contrayendo matrimonio se lo ha vuelto “el bueno” de la película. Tampoco ha ocurrido con un villano menor como lo fue Ramon Serrano Suñer. Hora es de ver porque “Lo que escondían sus ojos” fracasa en ese intento, aparte que en muchos aspectos se han cometido chapucerías que la alejan de ser la obra de arte que fue “El tiempo entre costuras”.  Sin embargo, no carece de méritos y también es hora es de señalarlos. Vamos a ver lo Bueno y Lo Malo de esta serie

Lo Bueno: La Pareja protagónica.  Blanca Suarezya lo he dicho es el rostro más bello de la televisión española y el cubano está como para remojar el pan. Hacen una pareja espectacular

 Lo Malo:  Los dos son pésimos actores. Rubén Cortona a ratos parece, como dijo alguien, estar “cabreado” con el papel y Blanca… ¡ayayay. Es la actriz más impávida que he visto en mi vida. Lo que esconden sus ojos es que están muertos. Es de las que creen que el talento histriónico se demuestra con movimientos de quijada.



Me enfoco tanto en su mandíbula que casi me hipnotiza, pero es que a ratos parece una muñeca articulada.  Le faltará el garbo de Sonsoles de Icaza, la verdadera, pero esa frialdad actoral le otorga su toque de arrogancia y distanciamiento que ayuda a que seamos indiferentes a su tragedia. Porque aquí hay muchas víctimas, pero no este par de protagonistas trásfugas, por muy lindos que sean.

Lo Bueno: Él elenco    No es aventurado decir que han filmado “Lo que escondían sus ojos” como una imitación de “El Tiempo”. Ambas ocurren en el misma época, ambas nos muestran el Madrid de comienzos de los 40. Ambas se cifran en la alta sociedad y las intrigas y espionaje que se cocinaban por allí. Incluso Ramon Serrano Suñer aparece en ambas.

No es entonces de sorprender que se hayan traído a varios actores de la producción de Antena 3. Es un gusto ver a Félix (Carlos Moreno) ahora como el ex republicano Emilio que acaba de espía de la Falange; a Paquita (Pepa Rus) ahora convertida en Matilde, mucama de Sonsoles. Ben Temple ha subido de estatus. De Alan Hllgarth, jefe del espionaje británico en Madrid ahora lo tenemos como Sir Samuel Hoare, Embajador de su Majestad Británica. Y por supuesto Rubén Cortona interpretó a Ramiro el seductor de la protagonista de la novela de María Dueñas. Todos están haciendo un buen trabajo, pero hay también otras actuaciones superlativas.



Como siempre es un placer ver a Víctor Clavijo, que en cualquier rol se luce, dando vida al historiador/filólogo Antonio Tovar. No conocía a Antonio Pagudo quien hace del gran poeta Dionisio Ridruejo, pero que agradable sorpresa nos da a serie al mostrarnos que La Falange tenía cerebro y no solo estaba compuesta por una turba de bullies analfabetos.

                              Los Tres Mosqueteros de La Falange

Los que como dicen los españoles la bordan ahí son Emilio Gutiérrez Caba y Charlotte Vega. Don Emilio, aunque lo pongan como un viejito pachucho, logra brindar un retrato digno y emotivo del Marqués de Llanzol, todo un caballero, muy lejos de la imagen de un esposo cornudo. Mas de un lagrimón me ha sacado. Quien me ha hecho llorar a mares es Charlotte Vega. Aunque Carmen sale poco, lo poco que sale nos presenta un personaje tan intenso e ingenuo a la vez, que su destrucción emocional nos cala muy hondo.




Pero mi favorita es Loreto Mauleon (“El Secreto de Puente Viejo”, “Patria”) que cada vez que la veo me asombra más por su versatilidad, y también por hacernos queribles sus roles. Todo lo que he leído de ZIta Polo lo encarna Loreto. Me encanta cuando le responde a la escandalizada hermana que no le molesta “coleccionar” hijos porque “Ramon es tan apasionado”. Me recordó a Melanie Hamilton en su afán de defender la reputación de Sonsoles y su incapacidad de aceptar que su marido la engaña. Pero también me ha encantado al final que se rebela, no por orgullo o por sentirse humillada, sino porque el affaire de su Ramon está haciéndole daño a sus hijos.



Por último, quería mencionar la excelente interpretación de Javier Rey (“Hache”) como Cristóbal Balenciaga. Efectivamente, el modisto vasco estableció estrecha amistad con Sonsoles y fue su confidente, pero también su coutourier exclusivo. Hasta la muerte de Balenciaga en 1972, le diseñó a la Marquesa de Llanzol 400 piezas que incluyen vestidos, trajes sastres y espectaculares modelos para ocasiones especiales. Muchos de esos vestidos fueron donados por la familia de Sonsoles al Museo Balenciaga en Getaria.



No solo Sonsoles era clienta de Balenciaga. El confeccionó el vestido de Primera Comunión de Carmen y su traje de puesta de largo. Debido a la proximidad de Balenciaga con la familia Llanzol, la serie lo tiene incluso siendo el primero en enterarse que Carmen planea casarse con su medio-hermano. Todo eso hace muy destacable el papel de Javier Rey quien tiene más química con Blanca Suarez que la que ella tiene con Cortona. Lo que explica el intenso romance que ha sostenido la pareja de actores hasta hace poco.

               Carmen en Balenciaga en su puesta de largo, junto a tía-tocaya y sus padres.

Pensaríamos que, desde El Cielo de los Modistos, El Maestro Balenciaga estaría feliz de cómo lo retrata la serie. El problema está en lo que han hecho con el vestuario de Sonsoles supuestamente diseñado por Balenciaga. En tres palabras, es una mamarrachada, casi tan criticada como el blanqueamiento del Cuñadísimo y así pasamos a…

Lo Feo de la Serie: El Vestuario de La Marquesa.

Aunque en la primera media hora, Sonsoles luce distinguida en vestidos que podrían haber sido diseñados por Balenciaga, pronto comienza a aparecer como ataviada por su peor enemiga.

                    Sonsoles en Calvin Klein, 

Es en la misa por los caídos en la guerra donde aparece disfrazada de “Miss Lagertha 1940” con esas pieles de guerrera vikinga en diversos tonos, como si el marido hubiese cazado muchos animales para vestir a la troglodita. En lo colorinches ya parecen mi cabello cuando me lo tiñó mi madre por primera vez.



¿Y ese largo de faldas, que parece que se la comieron las ratas?  Mucho se ha criticado que en la serie pongan un largo de falda que no corresponde a la época. Sobre todo, porque cuando nuestra Marquesa se sienta enseña los muslos, algo que Sonsoles de Icaza, por audaz que fuese, no hubiese hecho. Pero ese es un problema muy común en las producciones de época hoy en día. El acabose, como ya comenté, fue en “Rubirosa” con lo de poner a Evita Perón en minifalda. Pues aquí también lo han hecho. La Marquesa busca a su Ramon, dizque que, para hablar de su hija, y va enseñando las rodillas… ¡En 1959!

                          ¿ Minifalda el 59?

Para asegurarme que esos largos de falda no correspondían a la época, busqué revistas de moda de la España de 1940 y esto es lo que encontré. No se parece a lo que muestra la serie.




Otra cosa. La Marquesa de Llanzol era alta y espigada (media 1.75 altura poco común en la mujer ibera de entonces). Tenía un garbo impresionante. A decir del modisto sefardita Elio Berhanyer, las mujeres se volteaban a verla en la calle porque entre la figura y el vestuario era todo un espectáculo. Las hijas de Sonsoles han dicho de su madre que tenía cuerpo de “percha”, que se le podía colgar cualquier prenda y la llevaba bien. A pesar de sus cuatro hijos, tenía curvas discretas de esas que no incomodan al diseñador que solo quiere un maniquí para exponer su creación.

Blanquita Suarez es… bueno, un símbolo sexual, por lo tanto, sus curvas son más rotundas. Es más bajita, por lo que la han encaramado en zancos y cada paso es como Mae, West en sus tacones chinos.  Se la ve pesada, incomoda, poco airosa. En suma, no tiene porte de marquesa.

Un buen modisto sabe cómo conseguir disimular tanta curva y hacer ver refinada a la más voluptuosas. Aquí, en cambio, no sé si es cuestión de hechura, pero siempre parece que a Sonsoles le prestaron la ropa de alguien más delgada. A pesar de ser una mujer esbelta se ve como que van a saltar sus botones o como que han intentado aplanarle el busto.




Peor aún en traje de noche donde la lechería está siempre a punto de escapar del escote. Para muestra, dos diseños hermosos que si son de Balenciaga. Me refiero al traje, mal llamado, de Infanta porque se parece a al diseño icónico que el maestro creara a fines de los 30 inspirado en los cuadros de Velázquez. Las diseñadoras han tenido el descaro de adjudicarse la “variación”.  ¡Señoras, Humildad! Aquí esta lo que hizo Don Cristóbal a fines de los 40 inspirándose en el verdadero traje Infanta.


                                 El verdadero vestido Infanta (1939)
                               Modelo de Balenciaga de fines de los 40. La serie combinó ambas hechuras

El otro es este diseño de 1949, que aquí han escogido para la noche del primer encuentro de los amantes. El original es una túnica griega blanca acompañada de una estola carmesí, que en la serie se ha vuelto capa. La Marquesa dispensa de la capa y se contonea en un hermoso vestido de baile, pero ella parece estar envuelta en una toalla gigante como si acabara de salir del sauna.





Aun así, ninguno de estos modelitos alcanza la estridencia de lo que la adúltera luce para su primer rende vous. A ver, tenemos una dama distinguida, en una sociedad católica conservadora, que va a su primer encuentro con el que espera será su amante. Nos imaginamos que vestirá ropa sencilla y discreta, que cubrirá su cabello con una pañoleta, que usará gafas oscuras para que no la reconozcan.

¿Pero qué hace nuestra Sonsoles?  Se viste de rojo como si fuese un capote de torero. Vestido rojo, zapatos rojos, sombrerote más grande que un platillo volador también de un profundo carmesí. ¿Y ese abrigo plumífero? ¿Qué especie animal fue sacrificada para confeccionarlo?



Es cierto que La Marquesa vestía trajes rojos y elegia looks vanguardistas. De ahí su afición por Balenciaga. A pesar de su estatura, usaba tacones de cuatro pulgadas, pero lo hacía para atraer miradas. Precisamente lo que querría evitar en un encuentro clandestino.



¡Y que han dicho las encargadas del vestuario de esta serie?  pues muy anchas con sus metidas de pata. Aunque la historia, libro y serie nos habla de la conexión Sonsoles-Balenciaga se desligan del homenaje al modisto diciendo que este no es un documental sobre Balenciaga.

            Abrigo plumifero de piel sintética imitando lince. Sonsoles jamás lo hubiera usado.

Por eso no se ruborizan para admitir que no hay mucha creación original, y que los accesorios y hasta los vestidos, los han sacado de Zara y Mango. Incluso de tiendas de menor renombre como este asalta-vistas en azul eléctrico (y minifaldero) que más parece digno de Christina Hendricks en “Mad Men” que de una aristócrata elegante que vacacionar en San Sebastián.



Si me he detenido tanto en criticar el vestuario de La Marquesa es porque si se va a retratar a quien fue célebre por su finura y buen vestir y se la va a disfrazar de mamarracho. bueno, …Es como poner a Hitler sin bigote, una traición total de la figura histórica. También quise mostrar que no todas las quejas de la serie se deben a motivos políticos.

Lo Bonito

Lo bueno es que haciendo a un lado lo que le han puesto a Blanca Suarez, el resto del elenco (hombres y mujeres) van bien vestidos. Aunque se ha hecho mucha befa de las joyas de “plástico” y de los tacones exagerados. Es cierto que es un presentismo poner a las mujeres en esas plataformas. Entonces se usaba el tacón ancho y mediano, y las wedges quedaban para excursiones, la casa, la playa y los deportes.


                           Zapatos de 1940 ni taconazos ni plataformas.

A pesar de estos errores, es un placer ver el vestuario femenino. Sobre todo, el de Loreto quien se bien aun estando en estado interesante. El buen vestir la acompaña a través de las décadas y lo vemos ya fines de los 50 con nuevo peinado y guardarropa.




También Charlotte Vega se ve lindísima en el vestuario juvenil que usaría una adolescente de clase alta de ese entonces. Me ha dado tristeza saber que parte del trauma de Carmen, que la llevó a alejarse de la imagen materna, fue un desinterés total por la moda.



Lo Bueno: Una Mirada al Interior del Franquismo

Para todo el que crea que, durante los días del Generalísimo, España estaba dividida en dos bandos: ganadores y perdedores y que el primero era totalmente monolítico, la serie le presenta otra visión. Oímos hablar de que la Falange está dividida y que el “Ala tradicional” está sentida tanto con El Caudillo como con “Jamón Serrano” porque no quieren ir, como Mambrú, a la guerra.

La ironía es que ‘tradicional’ encubre a los más revolucionarios, los que están orientados hacia una especie de nacional socialismo que los hace cercanos a Alemania. Su afán de ir a batalla es porque quieren ser parte de las fuerzas que dominarán a Europa y que acabarán con el comunismo. Por eso están molestos.



Otra causa de molestia es que esa Falange esperaba que, acabada la guerra, hubiese una revolución que trasformase la sociedad española para siempre. No querían volver a ver que monarquía, iglesia y ejercito llevasen de nuevo las riendas del poder. Se sentían traicionados y de ahí que nos muestren esas rencillas interiores entre serranistas y Camisa Viejas (Aunque Dionisio Ridruejo era Camisa Vieja).

Por otro lado, nos presenta a los monarquistas que quieren que Franco se vaya y que vuelva el Rey Alfonso y al ejercito que tampoco está contento con Los Falangistas. De pronto nos tiene que dar pena este Serrano Suñer al que le aserruchan el piso ingleses, militares, ¡hasta la cuñada! Al que le ponen bombas los Falangistas y al que los alemanes sacan de una fiesta para exigirle que España abandone su neutralidad. Con razón se echaba amantes. Alguna entretención necesitaría el pobre para combatir tanto estrés.

Lo Malo la falta de trasfondo histórico

El problema es que todo este enredo que le provoca úlceras al Cuñadísimo está explicado de manera muy atropellada. No se entiende ni porque hay división en la Falange, si son malos solo por ponerle una bomba al Cuñadísimo, que justo venia de revolcarse con su Marquesa, o por algo más. Lo de los monarquistas es más patético todavía, porque ponen al General Valera como apoyando al bando monarquista donde militan los Llanzol.



El caso es que Varela, por influencia de su mujer, Casilda Ampuero, era Carlista. O sea, apoyaba a otro rey (reyes porque los Carlistas también estaban divididos). Por otro lado, se entiende que la Falange tradicional quiere guerra y Serrano Suñer y sus secuaces también, pero lo cierto es que tanto Camisas Viejas como los nazis lo acusaban de dilatar la entrada de España al conflicto. De ahí la bomba que nunca existió.. Efectivamente, el general Rodríguez Tarduchy y sus Camisa Viejas planearon atentados contra el Caudillo y su cuñado. atentados que nunca se llevaron a cabo, por lo que lo de la bomba es un invento de la serie.



En sus memorias y entrevistas Serrano Suñer quiso siempre desligarse de esa acusación de que él había apoyado la idea de que España se uniera al Eje en el campo de batalla. La serie no le hace caso y lo representa como lo contrario (que probablemente es la verdad). Sin embargo, no se hace mucho énfasis en su creación de la División Azul o sus famosos y furibundos discursos en contra de la Unión Soviética. Es como si la serie quisiera hacernos olvidar al Serrano Suñer político y solo lo mostrasen como el amante, víctima de intrigas políticas.

Luego quieren hacernos creer que le importaba el hambre del pueblo y por eso no puede gastar tiempo en frivolidades. ¿Y cómo pretendía acabar con el hambruna de España? ¿Con loterías de ciego?  Lo más ridículo es mostrarlo como arrepentido y amigo de la democracia al final de los 50. Eso aplica a Ridruejo que estuvo encarcelado y debió exiliarse en USA junto con Tovar. Hasta su muerte, Serrano Suñer se mostró reacia a la democracia. A lo más, en algún momento comenzó a añorar la monarquía

El caso de la Marquesa es más incómodo. En el primer episodio se la muestra como monarquista convencida, como amiga de intelectuales censurados por Serrano Suñer, incluso se menciona que no es mujer de ir a misa. Todo esto es reemplazado por una tipa que se la pasa de baile en baile, o en la playa o probándose vestidos cuando no está en la cama con el amante. Este epitome de frivolidad y lujuria no nos cae simpática. Aparte de un saludo matinal casi ni esta con los hijos y su monarquismo se va a las pailas apenas Serrano la sobajea un poco.



Yo entiendo que los hijos sobrevivientes de Sonsoles estén alterados con este espectáculo y se nieguen a verlo. “Esto no está pasando” han dicho. Es que ningún hijo quiere ver a su madre de rogona, facilona, y más encima boquifloja contándole al amante los secretos de las conspiraciones monárquicas.

Lo Bueno: El Elemento Downton Abbey

 A pesar de la torpeza cometida con el vestuario de la protagonista, la producción de Telecinco se ha preocupado de mirar otros period pieces exitosos y de calidad para modelar su cuento. Aparte de “El tiempo entre costuras” también ha echado un vistazo a “Downton Abbey” y copiado ese formato de “arriba y debajo de las escaleras”. En suma, los criados de Los Marqueses de Llanzol juegan papel importante en la trama.

Parte del retrato simpático de Los Marqueses es lo bien que tratan al servicio (no se parecen a la Duquesa de Sussex). Las únicas veces que Sonsoles se ve como gran dama es en su preocupación por su doncella Matilde, por sus padres, por su noviazgo, hasta le da días libres para que se vaya de romance. Si alguna vez es altiva o dura es porque Matilde anda rozando su secreto,. Al final la doncella tiene que servirle de tapadera.



El Marqués también tiene una relación campechana con Juan (Ricardo de Barreiro), su ayuda de cámara al que hasta le hace pequeñas confidencias. Mayor mérito de la serie es que a estos criados se les ha dado historias que no están en el libro. Juan fue una vez maestro, pero por haber servido en el ejército republicano ha sido despedido de su puesto. Matilde perdió a un marido en ese mismo ejército y ahora está en amores con Emilio, un ex contador que, como Juan, está inhabilitado de encontrar trabajo por pertenecer al bando perdedor.



Vale recordar la espeluznante serie de Netflix “Alguien tiene que morir” donde vemos como se trataba a los perdedores quince años después del acabado el conflicto y la indignación de Carmen Maura al descubrir que su nuera ha contratado a “una roja” de cocinera. Por el contrario, Los Marqueses quedan como personas que más creen en la unidad española que en segregaciones que no ayudan a nadie.

Completan el servicio doméstico de la casa, las institutrices de los niños.  Una obsesión de la Sonsoles real era que sus hijos aprendiesen idiomas desde pequeños. Para eso les tenían una institutriz inglesa y una alemana para que les hablara a diario en sus lenguas nativas. En la serie Hilde (Aida Ballmann) y Olivia (Carolina Meijer) comparten cuarto y son tan amigas como Rose y Sarah en “Upstairs Downstairs” y Anna y Gwenn en “Downton Abbey”.

Lo que las separa es cuando la honesta y noble Hilde descubre que su amiga del alma es espía de los británicos. Peor aún que hasta ha traído un revolver a un hogar donde hay niños y lo tiene a alcance de ellos. ¡ChaCha Cha Channn!



Lo Feo: La Pérfida Albión

Sir Samuel Hoare es un personaje importante de la trama. Yo diría que es el gran villano. Es quien amenaza a Serrano Suñer con imponer un bloqueo naval y es quien medio soborna/medio amenaza a Olivia para que espíe a sus amos con la promesa de que evitará que el padre de la institutriz vaya al frente.



Debido a que la serie hace más hincapié en el romance de los protagonistas no entendemos (sobre todo quien sepa poco de la situación de España) lo mal que estaba el país económicamente. Vemos gente haciendo filas para conseguir alimentos que no hay. Y creemos que eso se debe al bloqueo aliado.

Un poco de historia. No hubo tal bloqueo, aunque si una amenaza de no venderle más productos necesarios hasta que España no se definiese públicamente como neutral. Roosevelt había convertido a Estados Unidos n el “Arsenal de la democracia”. Si España no era una democracia, y más encima era amiga de regímenes fascistas, mal podían venderle nada. Si Alemania estaba siempre al borde de aliarse con los países en guerra con el Reino Unido, mall podían los ingleses abastecerla. Eso es sentido común, pero la gran pregunta es por qué un país agrícola como España no tenía pan.

La respuesta es simple, cuatro años de guerra dejaron los campos abandonados y maltrechos. No hubo quien plantara ni quien cosechara. En 1940, con un millón de muertos, muchos lisiados, muchos exiliados, muchos presos y muchos viviendo en la clandestinidad, era difícil esperar que hubiese una clase laboral de agricultores. Era necesario mercar trigo de America o del imperio Británico.

              El verdadero Sir Samuel Hoare

Es cierto que los gobiernos aliados veían con terror una entrada de España a la guerra al lado de Alemania y que consideraban que Ramon Serrano Suñer seria instrumental para ese paso. Lo querían fuera, pero toda esa faramalla inventada por la serie de hacer que Olivia espíe a la Marquesa y derroqué al ministro solo con chismes de alcoba, es infantil. El affaire Sonsoles fue solo uno más de los pecados que destruyeron la carrera política del Cuñadísimo.

Es cierto que Hoare recibió dinero de Churchill para sobornar generales y que estaba al tanto de los planes falangistas de asesinar al ministro, pero no andaba preocupado de sus líos de falda ni de meter espías en casa de Los Marqueses de Llanzol. Que tenía un problema personal con Serrano Suñer es cierto. No soportaba la altanería legendaria del Cuñadísimo. A lo que se agregaba que a los ingleses residentes en España de ese entonces se les estaba hostigando mucho.

El día en que se crea oficialmente la División Azul,, Ramon Serrano Suñer hace un furibundo discurso anti soviético que motiva (no muy espontáneamente) a una manifestación de estudiantes ante la Embajada Británica y que acaba en rotura de vidrios y otras agresiones. A sabiendas que es el serranismo el que promueve esta protesta, el embajador llama al ministro. “¿Quiere que le mande policías?” pregunta sin ganas Serrano.  “No,” responde Sir Samuel “quiero que no me mande más estudiantes”.

No estaba solo Hoare en su fastidio y lucha contra Serrano. Otro enemigo del Cuñadísimo era Alexander Weddel, el embajador de Roosevelt quien tenía órdenes expresas de neutralizar al susodicho. De hecho, en el libro, la institutriz es estadounidense, estrenada por el FBI e infiltrada en casa de Los Llanzol (nunca sabemos por qué razón).

Me da curiosidad que en la serie la hayan hecho inglesa, como también que sea la institutriz alemana la más simpática de ambas. Olivia es vista como una torpe y descastada espía que delata una buena patrona, que pone en peligro a los niños a su cargo trayendo un arma que ni sabe disparar a la casa, y engatusando al enamorado Juan (que en el libro es gay).





Lo peor es cuando Olivia chantajea a Matilde que ha descubierto el revolver con acusarla de estar robándose comida. Tal absurdo (Matilde si quisiera comida se la pide a su señora que en la serie es un turrón con los criados) pone en entredicho el carácter de Olivia que misteriosamente huye. En el libro no existe esta situación. Al que vemos llevándose puñados de arroz en los bolsillos es un empleado del Caudillo. Nieves Herrero se ha hecho eco del rumor de que, durante esos años de hambre y miedo, las despensas de El Pardo rebozaban de vituallas.



Yo lo creo porque mientras el pueblo moría de hambre, las otras clases sociales vivían del estraperlo, el gran deporte español del Franquismo.  Estraperlo es una combinación de mercado negro, redes de contactos y nepotismo que permitían sobrevivir no solo llenando las tripas sino también consiguiendo empleo, sacando gente de la cárcel, etc..

En la serie, Matilde roba para alimentar a su novio Emilio, el espía constante. Este Rojo es enviado primero por los serranistas a espiar al Marques de Llanzol, luego a infiltrarse en las filas de Rodríguez Tarduchy y de ahí se involucra en el atentado de La Begoña. Matilde suplica a su señora que salve al novio. Sonsoles aboga ante su amante. El Cuñadísimo lo solicita como ultimo favor a Franco. Y sin embargo Emilio nunca más vuelve a aparecer. Tal como Olivia, nunca sabemos que fue de ellos. Son cabos sueltos de la trama.

En la vida real, El atentado de La Begoña (filmado, me dice el Gato Rafael, en una iglesia madrileña y no en Bilbao donde ocurrió) fue un altercado entre Falangistas y Carlistas y le costó el puesto a Serrano Suñer que fue acusado por el General Valera de estar involucrado en el atentado. Uno de los arrestados fue fusilado por orden del Caudillo, pero hoy se sabe que era un chivo expiatorio.



Lo Bueno: La Serie Supera al Libro

Con sus cuentos de espionaje, bombas y romances de criados, la serie es mucho más entretenida que el libro.  En cambio, este agota con su mixtura de documento histórico y los vahídos y bufidos de La Marquesa que parece marrana en celo en lo que se refiere al” Jamón Serrano”. Cuando no, Nieves Herrero nos la retrata como una narcisista, frívola, egoísta, mala esposa, mala madre, arrogante con los criados. No me sorprendería que hubiese sido así, pero es triste que cuando ya no pueda defenderse les caiga este recuerdito a los hijos. Por eso, la serie se anota un punto al hacernos a Sonsoles más gente, más humana.

En cuanto a Ramon Serrano Suñer, el libro quiere hacernos creer en un hombre atrapado en una tela de araña urdida por sus enemigos, pero se guarda de decir por que tenía tantos enemigos. En la serie hasta han escondido algunas verdades de los libros que resultarían incomodas para las sensibilidades modernas, como que regañe y castigue a diplomáticos que están ayudando a los judíos. Nieves Guerrero incluye casos puntuales: Don Julio Palencia en Bulgaria y Eduardo Popper de Castejón (el abuelo de Helena Bonham Carter) en Burdeos.

Me queda poco espacio y tiempo para señalar las virtudes visuales de “lo que esconden sus ojos”. A la belleza de los actores, se agrega la de los muebles y decorados interiores y también del buen uso de exteriores, desde la belleza natural de la playas de San Sebastián hasta el aridez del paisaje que rodea el Convento de las Carmelitas de Ávila con el que da comienzo. Ni hablar de la preciosidad de los edificios que vemos tanto el casino de Madrid como las casas particulares y públicas tales como el Museo Lázaro Galdiano que, a ratos, funge como la casa de Los Marqueses de Llanzol. Ni hablar de sitios típicos de Madrid como el Bar Chicote y Lhardy’s donde Sonsoles se ve con su Ministro..  

                    Cita en Lhardy's

Por último, quiero felicitar a la serie que, con su chapucería y bemoles ha tenido los cojones para atreverse a intentar darnos una visión más fidedigna y menos compacta que la que dan las series de todos los países sobre el bando ganador en La Guerra Civil. Obvio que solo pudo hacerse (tal como “El Tiempo Entre Costuras”) en días de Mariano Rajoy. No podemos esperar algo parecido en días de Pedro y Pablo ¿Cuánto más habrá que esperar para contar historias sobre españoles de mérito que no militaron en el bando republicano?

Con eso no quiero decir que me haya creído el blanqueamiento de Ramon Serrano Suñer. El que me lo muestren mujeriego y metiéndose en la cama como un marquesa, siendo ambos casados, no me convence ni de que fuese buena persona ni que España hubiese estado mejor con él al timón.

Recuerden que pueden ver esta serie, completa y gratis aquí