lunes, 28 de junio de 2021

¿Por qué el Lusitania es menos recordado que el Titanic? Naufragios famosos y olvidados

 


Por más de un siglo, el desastre del Titanic ha coloreado nuestra imaginación popular creando puntos de referencia para comprender y visualizar lo que fue el naufragio de un mega barco. Pero posteriormente al hundimiento del trasatlántico, otros navíos también se hundirían con su carga de vidas humanas en aguas heladas y tropicales. ¿Por qué es el Titanic más importante y memorable que el Lusitania, el Laconia o el Wilhelm Gustloff cuyas tragedias fueron mayores o más dramáticas?

Dos años después de la tragedia del Titanic estallaba la Gran Guerra que haría olvidar cualquier desastre que la precediera. Durante el gran conflicto hubo muchos naufragios y catástrofes navales, el más conocido sería el hundimiento del Lusitania en el 2015. A pesar del barullo que causaría este hundimiento de un trasatlántico similar al Titanic, solo se hicieron un par de documentales contemporáneos.



La posguerra tendría muchos temas de desastres naturales, pero ninguno referente al Titanic. En 1935, inspirado por el incendio del Morro Castle que iba en camino entre Cuba y Nueva York, se incluyó la historia de un incendio en un barco donde se había instalado un club flotante llamado como el filme “El Infierno de Dante”.

Pienso que era el temor a los efectos especiales lo que haría titubear a los productores antes de ponerse a crear escenarios sobre desastres marítimos. Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, la filmación de “In Which We Serve”la epopeya del hundimiento del Kelly que comandaba Lord Mountbatten en la Batalla de Creta costó su dinero y mucho esfuerzo por parte de Sir Noel Coward quien la dirigió.



Fue en ese entonces que los filmes de naufragios se centraron más en los náufragos que en el hundimiento de sus barcos. Esto es evidente en “Llifeboat,” la obra maestra de 1944 de Sir Alfred Hitchcock, que describe las aventuras de un extraño grupo de personas que se ven obligados a compartir un bote salvavidas después que su barco es hundido por submarinos alemanes. Desde entonces hasta la fiebre del Titanic del fin de siglo XX, lo que interesaría eran los náufragos y su sobrevivencia fuese en una isla como la parejita de “La Laguna Azul” o en un bote en compañía de un tigre como en “Life of Pi”.



A pesar de que la Segunda Guerra Mundial tuvo más desastres navales y naufragios que la primera ninguno ameritó más que olvidados documentales que en épocas pre-cable no tenían canales exclusivos que los presentasen. Había que pagar para verlos en el cine (y teatros especializados). No muchos se animaban a hacerlo.

Irónicamente, todos estos grandes naufragios modernos serian reflotados y recordados gracias al         “ "Titanic”  de David Cameron. Aunque parezca increíble, los frikis del Titanic pedían a gritos cuentos de gente ahogada, de botes salvavidas volteados y de obligatorios romances que acababan con uno de los enamorados hundiéndose en el mar. Debido a ese clamor, en la primera década del Siglo XXI se hicieron filmes sobre el hundimiento del Britannic, una especie de docudrama sobre el Lusitania, un telefilme alemán sobre el Wilhelm Gustloff el peor desastre naval de la historia y hasta una miniserie sobre el impacto de la explosión del Mont-Blanc que casi destruyó a la ciudad canadiense de Halifax.

El broche de oro lo pondría en el 2011, la coproducción germano-inglesa sobre el rescate de los sobrevivientes del Laconia por la valerosa tripulación del U-Boat 156. Todos estos esfuerzos son parte del fenómeno del Titanic y aunque todos tienen lugar en medio de un conflicto bélico, siguen las pautas establecidas por el arquetipo” titánico”.

Brittanic (2000)

En el 2000, debutaba en Fox Family” Brittanic” basada en el hundimiento de la nave “hermana” del Titanic. Aunque es cierto que el Britannic, un buque hospital, se hundió en las costas griegas en 1916, las teorías sobre las causas del naufragio son varias. El telefilme se inventó sabotaje efectuado por un espía alemán a bordo. El Mayor Tilbach del ejercito germano, tras matar a un inocente pastor, adopta su identidad y se infiltra en el baro. Ahí se prepara, con ayuda de marineros irlandeses, a volar el barco em altamar. La razón es que creen que el Britannic porta armas. Entremedio, el clérigo seduce a una institutriz (Amanda Ryan) que es una sobreviviente del Titanic donde perdió a su marido.



Sucede que Vera es también una agente del servicio secreto británico que se las arregla para impedir todos los intentos de sabotaje de su amante hasta que descubre que el pastorcillo es un agente enemigo. Finalmente, Tillbach logra hacer estallar unos explosivos que hunden el baro. Tenemos las escenas típicas, botes que no funcionan, estampida de pasajeros, niños perdidos etc. heroicamente Tillbach rescata a Vera, pero cae al mar. La química de la pareja era tan poco poderosa que me quedé dormida viendo este olvidable telefilme.



Shattered City (2003)

Casi tan olvidable es “Shattered City: The Explosión of Halifax” que debutó en la televisión canadiense en el 2003. El hecho que motivó el filme fue una de las explosiones más grandes de la historia ocurrida en la bahía de Halifax, Nueva Escocia en el invierno del 1916. El barco francés Mont-Blanc chocó con el noruego Imo. Debido a que el Motn-Blanc iba cargado de municiones, se armó un incendio que devino en una mega explosión que derribó árboles y edificios, destruyó líneas férreas y provocó un mini tsunami. Todo el barrio de Richmond de Halifax quedó destruido. Debido a las fuertes ventiscas casi fue imposible recibir auxilio por un par de días.



Toda la tragedia esta pesimamente relatada en una miniserie “mal narrada y mal actuada” como la describió Russell Smith en el Globe and Mail. Será por eso que lo único que recuerdo de ella fue un niñito al que el impacto de la explosión hizo que un trozo de madera se le clavase en el pecho y anduvo así por días, como un vampirito atravesado por una estaca.

Ahora me he enterado de que la serie está llena de mentiras y omisiones. Le echan la culpa al capitán que para mayor ignominia convierten en un súbdito británico (era canadiense). Para quedar bien con los vecinos muestran que el primer auxilio vino de los Estados Unidos opacando la ayuda que mandó el gobierno canadiense. y ninguna palabra sobre el tsunami. Tal vez porque los más afectados fueron una comunidad centenaria de nativos.

Sinking of the Lusitania : Terror at Sea (2007)

Casi tan poco memorable cuatro y años más tarde vino el único dramatizado sobre el hundimiento del Lusitania. Antes que todo pasemos a contar que fue lo que aconteció porque en mi día el hundimiento del Lusitania era parte de la clase de historia del doceavo grado. Hoy, ya ni se enseña historia.



Construido bajo la egida de Bruce Ismay, el Lusitania era un trasatlántico de las mismas dimensiones del Titanic. Para 1915, ya había efectuado más de doscientos viajes a través del Atlántico y aun en tiempos de guerra. Sin embargo, el Mar del Norte, zona navegada por el navío, era considerada territorio en guerra y los periódicos alemanes advertían que el Lusitania estaba en la mira de sus submarinos. A pesar de esas advertencias, fue una total sorpresa cuando en mayo del 1915, el trasatlántico fue alcanzado por un solo miserable torpedo y en media hora era parte del mar.

Aunque ocurrió en la tarde, estaban cerca de la costa y vinieron al rescate inmediatamente, de las casi dos mil personas a bordo solo sobrevivieron 764, tres de las cuales fallecerían después de su rescate debido a sus heridas. Por décadas se discutieron las razones para el hundimiento tan rápido y con tantas perdidas y hay varias teorías de conspiración. La más famosa es que el gobierno ingles deliberadamente expuso al navío, su tripulación y pasajeros a un ataque ya que esperaban (debido a que la mayoría de los últimos eran americanos) que un desastre de esa magnitud obligase al gobierno americano a declarle la guerra a Alemania.



 El telefilme es tan poco emocionante que parece docudrama sin serlo. A pesar de que nos presentan victimas reales como el junior millonario Alfred Gwynn Vanderbilt y ficticias como la actriz Dorothy Taylor, los muestran tan de carrera y en sus facetas más “privilegiadas” que no alcanzan a interesarnos. A pesar de que Vanderbilt intenta redimirse ayudando a los menos privilegiados a encaramarse en los botes no nos interesa su destino. En cuanto a Dorothy, solo sirve para protagonizar una macabra escena en que, debido al corte de electricidad, queda atrapada en un elevador muriendo ahogada como un animal enjaulado.

                        

El lado fuerte del argumento es la amistad de cubierta que se desarrolla entre el novelista escoses (y narrador del filme) Ian Holbourne y la niña Avis Dolphin de 12 años. Esta relación, que hoy se vería con malos ojos, sucedió realmente y es la razón por la que Avis, quien viajaba acompañada de dos criadas, (ambas se ahogaron) logró sobrevivir.

                   Ian Holbourne y Avis Dolphin

Tras poner a Avis en un bote, Ian se preparó para ahogarse con dignidad. Afortunadamente logró ser “pescado” de las aguas. Durante su estadía en el hospital Ian fue visitado por Avis, su amistad se afianzó y la chica pasó largas temporadas en casa de los Holbournes en Escocia. fue ahí donde conocería a su futuro esposo.

                           Avis comiendo postre antes del naufragio

El problema del no-docudrama es que en vez de esforzarse por crear personajes redondos se la pasa brincando del trasatlántico a las oficinas del almirantazgo en Londres, donde un asistente intenta convencer por días al Capitán Hobbs, director de inteligencia naval, del peligro que corre el Lusitania. Hobbs por descuido irresponsable no le hace caso.

Ocurrido el desastre, Hobbs corre a ver al Primer Lord para contarle que están en un lio gordo. Churchill, al que solo le falta una manzana en el hocico para parecer un cerdo, deja claro que el Almirantazgo no puede ser enlodado que hay que lanzarse en picada en contra el capitán del barco que milagrosamente ha sido salvado de las aguas.

                                 El Capitán Turner

Hay una especie de investigación /juicio. El Capitán Turner todavía traumatizado no sabe que decir. Hobbs, muy reptil él, intenta convencer/sobornar/amenazar a Lord Mersey que preside la investigación. Mersey asqueado, dictamina que ni el Almirantazgo ni Turner estuvieron en falta. La culpa está en el mentiroso reporte del submarino U-20 que insiste en que le bastó solo un torpedo para derrotar al barco.

En Berlín donde estaban un poco avergonzados por haber provocado tanta perdida humana, insistieron en que era solo un torpedo y que la razón por la cual el Lusitania hizo agua fue porque cargaba municiones y armamento no siendo así un barco neutral de pasajeros por lo que su hundimiento fue un legítimo acto de guerra. En 1982, el gobierno británico finalmente admitió que el Lusitania cargaba explosivos, ¿pero fue esa la causa de su precipitado hundimiento?  ¿Como se explica que ningún barco de la marina inglesa haya participado en las labores de rescate?  Como USA no declaró la guerra a Alemania hasta dos años más tarde, la teoría de empujar a los americanos a entrar en el conflicto está obsoleta. Así que mientras no hagan algo serio sobre el Lusitania, su naufragio seguirá siendo un misterio.

El Peor Naufragio de la Historia

La televisión alemana, animada por esta coproducción decidió al año siguiente hacer una miniserie sobre el más grande desastre marítimo de la historia, el hundimiento del “Wilhelm Gustloff” en enero de 1945. Poca gente sabe de esta desgracia. El Gustloff que lleva el nombre de un “mártir” del movimiento nazi fue bautizado con champaña en 1937. Antes de la guerra, fue un buque crucero usado solo para viajes recreacionales. En 1939 trajo a la Legión Condor que peleó en la Guerra Civil española de regreso a Alemania.

A comienzos de la guerra fue usado como barco hospital, pero finalmente se le dejó anclado en Gdynia por cinco años. Se le volvió a poner en servicio a fines del ‘44 para ser parte del convoy conocido como Operación Aníbal que pretendía evacuar personal militar, heridos y civiles de las zonas del Báltico que estaban siendo invadidas por el Ejército Soviético. Además de haber estado fuera de servicio por casi cinco años, el Gustloff solo podía cargar seis mil pasajeros. Cuando zarpó del puerto de Gosthafen (hoy Gdynia) llevaba más de 10.000, la mayoría civiles.



Unas horas más tarde, un enjambre de submarinos atacó el convoy. El Steuben con seis mil pasajeros se hundió con más de cinco mil a bordo. Del Goya solo sobrevivieron menos de doscientos, pero el mayor conteo de cadáveres lo tuvo el Gustloff. Solo se salvaron un poco más de dos mil. Casi cinco mil niños murieron ahogados o congelados en el gélido Báltico cuya temperatura estaba bajo cero gracias a nevadas y vientos huracanados que acompañaron el naufragio.

Tres torpedos alcanzaron el costado del navío. Uno destrozó las cabinas de los tripulantes, otro abrió un boquete en el medio llevándose de paso la mitad de la cubierta y quien estuviese en ella. También inundó la piscina donde estaban instaladas las auxiliares de la Kriegsmarine, el ultimo torpedo alcanzó la sala de máquinas. En menos de una hora el Gustloff se dio vuelta en campana. Quienes estaban adentro quedaron atrapados, porque los ventanales eran de vidrio a prueba de bala. Solo se pudo bajar un par de botes salvavidas y debido al calor de dentro del crucero, muchos náufragos se habían quitado los chalecos salvavidas. El espectáculo debe haber sido infernal, peor que en el Titanic.



Por mucho tiempo, se habló de un crimen de guerra puesto que la mayoría de las víctimas fueron civiles y que el barco en teoría era un Lazarett (buque hospital). Pero aun antes que Gunter Grass en su A paso de Cangrejo aniquilara estos mitos, se sabía que el buque no tenía señales que lo identificase como hospital, y llevaba entre sus pasajeros a soldados, marinos, toda una clase recién graduada de una escuela de submarinos, agentes de la Gestapo, jefes de partido nazi locales y 300 “ratonas grises” de la Kriegsmarine.

Nacht fiel uber Gotenhafen (1960)

Aun así, la pérdida humana es sobrecogedora y se esperaría que se hiciesen algunos dramatizados sobre el hecho. Tristemente los dos que se han hecho en Alemania son de una pobreza artística patética. Recientemente encontré el filme de 1960 “La noche cae sobre Gotenhafen”. Bajo el título en castellano de “Noche de angustia” y doblada al español-ibero está en YT. Me había prometido no hacer anuncios públicos de los hallazgos que encuentre en ese sitio, pero por vieja y mala no creo que esta peli corra el peligro de ser borrada.



Comienza la historia en un crucero de antes de la guerra. La locutora Maria, a pesar de estar comprometida con Kurt, coquetea con Hans contramaestre el barco. Kurt y Maria se casan, estalla la guerra, él parte al frente, ella se aburre en Berlín. En el Año Nuevo del 44, Maria se reencuentra con Hans y bajos las bombas aliadas le escriben a la cigüeña.

               ¡Huyamos de las bombas , vamos a hacer un bebé!

Maria va a ocultar su vergüenza en las propiedades del Báltico de su amiga Edith. Ahí conoce a la Generala von Reuss, interpretada por la estrella del Tercer Reich Brigitte Horney, quien la ayuda en el parto. Llegan los rusos, matan a Edith. Maria arrastrando a su crio, a la Generala y a su esposo mal herido, llega a Gotenhafen. Allí con ayuda de Hans, suben a bordo. Todo bien hasta que les llegan los torpedos. Ahí tenemos el cuento del Titanic, hombres que atropellan a las mujeres, hombres que se disfrazan de mujer para subirse a los escasos botes, etc.. Conteo de cadáveres, todos se ahogan, menos la Generala y él bebé de Maria.

                       María se encuentra con el padre de su hijo

El problema del filme aparte de la poca seriedad y exceso de dramatismo que se alternan en la narrativa es que su valor histórico es cero. Hay una victimización de los habitantes del Tercer Reich total. Los rusos son malos, matan mujeres, ahogan bebés, los Aliados tiran bombas. No se ve un militar en el barco. Todos son inocentes palomos. Solo al final, la rescatada Generala se manda un monologo sobre la complicidad de la mujer en la guerra ya que no detienen al hombre cuando quiere jugar a ser soldado.  WTF?

                 La Generala y Maria

Die Gustloff (2008)

Ese mismo espíritu reinó en la próxima aproximación a la tragedia del Gustloff, hecha casi medio siglo después de la primera trastada y les quedó tan mala o peor. Los disaster films tienen solo dos cosas en que apoyarse: efectos especiales y personajes tan interesantes y/o queribles que a uno le interese si se salvan o no. En ambos aspectos “die Gustloff” fracasa estrepitosamente.

Su única excusa es que sabiendo tan poco del naufragio, se debe apoyar en conjeturas y teorías de conspiración. Se sabe que el barco contaba con cuatro capitanes (¿por qué tantos?) dos de la marina mercante, el Capitán Zahn a cargo de los cadetes de submarino, y el Capitán Jorgensen quien normalmente comandaba el ex crucero. Jorgensen desoyó el consejo de Zahn y se internó en agua profunda dando la oportunidad al submarino, que navegaba cercano a la costa, de atacar el navío por la retaguardia.



En medio de la travesía, les llegó un mensaje enigmático alertándonos sobre una posible colisión con un dragaminas. Jorgensen ordenó entonces (todo ocurrió de noche) que encendieran las luces del barco lo que lo hizo visible al atacante. El mensaje ha dado pie a una teoría de que fue enviado por un marinero del Gustloff que era un agente soviético. El telefilme se adhiere esta teoría, pero la maneja tan mal que resulta incomprensible tanto el sabotaje como los motivos tras de él.

Han disminuido la cantidad de capitanes. Tenemos a un Jorgensen tan lacónico que no sabemos si es sonámbulo o está borracho. Tenemos al figurón Capitán de Corbeta Petrie, un nazi oportunista interpretado con exageración histérica por un Karl Markovics (Lida Baarova, Babylon Berlin) que parece que se olvidó de lo bien que trabajó en “Los Falsificadores” el año anterior. Por último, tenemos al “Héroe” Helmuth Kehding que está siendo sobrepasado por problemas personales y laborales. Está enamorado de Ericka una auxiliar de la Kriegsmarine. Helmuth quiere rescatarla y llevársela a Hamburgo, pero Ericka está bajo las órdenes de Bertha Burkat una especie de Cruella Deville que le ha tomado fastidio a su subalterna.

                         Demasiados capitanes. Cual mas inutil

Mas encima aparece en el barco, Harald Kehding, la oveja negra de la familia, un oficial de la SS que trabaja para la Gestapo local. No se sabe por qué motivo, pero los Hermanos Kehding se han distanciados. En un momento se dice que Harald perdió a su mujer e hijas en un bombardeo en Hamburgo. Este es un leitmotiv de este cine victimizado del Tercer Reich, aparece en “Madres del Tercer Reich” y “Das Boot”. Pareciera que todo lo que hicieron los Aliados fue bombardear inocentes civiles.

La guinda del pastel es Heinz Schon, primo y única familia de Ericka. Resulta que es el radio operador del Gustloff y no quiere que su prima ‘deserte” para irse con el capitán del barco. Helmuth huele algo podrido en el Báltico, espía a Heinz y ve que anda en cosas raras. Se lo cuenta al hermano que decide que Heinz trabaja para los rusos, pero que Ericka es su cómplice.

                    Los novios y el primo aguafiestas

Como si no estuviera ya en un gran lio, Ericka se convierte en el hada madrina de los Siemanti, una familia de refugiados compuesta por Lilli que carga a su hija muerta y congelada; su hijo Kalli de 13 años al que quiere la Wehrmacht para que vaya a pelear contra los rusos; y la preñada Marianne. Con ayuda de Helmuth, Los Siemanti abordan el Gustloff. El capitán le da una “carta de compromiso” a Erika. Solo necesita la firma de Bertha para que pueda ausentarse con la excusa de que va a casarse.

La vivaracha Bertha hace arrestar a Ericka y ella finge ser la ‘novia” de la carta y así puede huir en el Gustloff. Con ayuda de Lily, Erika escapa de su celda y aborda el barco, pero es avistada por Bertha quien ha hecho amistad con el jefe del Partido Nazi local. Ahora ellos, más Harald, buscan a Ericka quien se la pasa corriendo y siendo correteada como en las caricaturas. Ericka se oculta en una ambulancia, en el baño, en la sala de las turbinas. Lo que debería ser dramático es una farsa.

Heinz, que realmente es un saboteador, manda el falso telegrama de alerta. Petrie, apoyado por Jorgensen, ordena encender las luces del barco. “Ahora nos verán hasta Leningrado” dice Helmuth desolado. Ocurre el ataque y los nazis oportunistas son los primeros en abordar los pocos botes salvavidas. Antes de subirse a un bote, Petrie mata a su perro Hasso y lo arroja por la borda. Ericka y Lilli se suben a un bote y se encuentran con el capitán Jorgensen muy cómodo. Otro que se salva es el nazi que insiste en rescatar un retrato del Fuhrer.

                       El atorrante con su retrato del Fuhrer

La bruja Bertha se ahoga cuando el segundo torpedo despedaza la piscina que las Ratonas Grises han convertido en su dormitorio. Es una de las pocas escenas buenas de este mediocre telefilme, pero esta copiada de la del filme de los 60. La única diferencia es que las chicas ahora están de uniforme. Las escenas del naufragio son bien toscas. “Gente manoteando en el agua” dijo un crítico.



Otro que se ahoga es un personaje secundario, pero uno de los pocos simpáticos y útiles. interpretado por el siempre competente Tom “Jaqen” Wlaschiha. El marinero Sertup es el único que ayuda a Erika, que impide que los hombres quiten el puesto a las mujeres. Es el quien consigue que Kalli, envuelto de la cabeza los pies en un chal sea confundido con una chica y permitido en un bote


                                  El Kehding bueno y el único marinero bueno

Los Kehding se han quedado a bordo y se empeñan en romper a hachazos las claraboyas. El malo se ahoga, Helmuth es rescatado por el bote donde van Kalli y Marianne que se pone a parir. Ella muere, su hijo vive. Lilli también muere y a Kalli se lo lleva la Wehrmacht, a pesar de la patética pataleta de Helmuth. Él bebe acaba en brazos de una enfermera y a pesar de que Helmuth corretea a Petrie y Jorgensen en una escena que parece sacada de los Tres Chiflados, nadie es castigado.

                     La Wehrmacht viene a llevarse a Kalli recien naufragado

El público alemán no respondió bien a tanto disparate, los ratings fueron bajísimos y en Stern el crítico Bernd Gaebler dijo que “Die Gustloff” había hundido el género convirtiendo el drama histórico en kitsch. En la misma revista, Stephan Maus se quejó de la falta de contrición o al menos la mención de los crímenes del nazismo. Yo creo que retratar a los nazis como payasos oportunistas e incompetentes ya era algo. Agreguémosle que lo más que hacen los nazis en el filme es contra su propia gente. Al comienzo vemos a Harald presidiendo la ejecución de un par de aterrorizados alemanes acusados de sabotaje y un régimen que secuestra niños de brazos de sus madres para mandarlos al frente no puede ser muy admirable.

Pero la mayor critica es que los personajes no son lo suficientemente desarrollados para hacérnoslos interesantes. Estoy segura de que hay historias reales de sobrevivientes que merecen ser contadas. Es cierto que no hubo ni investigación ni castigo, pero también es cierto que la única persona real del filme es el capitán Jorgensen que no pudo ser juzgado porque la guerra acabó antes y los Aliados no estaban interesados en la muerte de 9.000 alemanes. Eso hizo posible que por décadas en Alemania existiese la idea de que el hundimiento del Gustloff fuera un crimen de guerra soviético.

Los créditos finales provocan ira y risa. Dicen que Helmuth y Erika, La Pareja que Nunca Existió,  se casaron y adoptaron al hijo de Marianne. Kalli sobrevivió la Batalla de Stettin. Petrie fue interrogado (¿por la muerte del perro?) ¿Como así, si estos personajes fueron inventados por los libretistas?  Como broche de oro, tras tanta paparrucha indecente sale un cartelito “todos los personajes son ficticios, pero están basados en gente real”.  WTF? ¿Qué gente real si todo este proyecto es una ofensa a las verdaderas víctimas del Gustloff?



Bernd Graebel habló del hundimiento del género, pero todavía les quedaban cartuchos para una última metralleta, la mejor. La historia del hundimiento y rescate del Laconia es un secreto muy guardado porque representa un bochorno para los Aliados. Para mi representa la decencia alemana que afloró a pesar de a adoctrinación y el Kool Aid nazi.  Como el filme es muy apegado a los hechos, voy a delinear la trama, intercalando explicaciones sobre cualquier licencia que se hayan tomado.

The Sinking of the Laconia (2011)

Se trata de una coproducción anglo-germana del 2011 que narra el viaje del Laconia un barco ingles que ha salido de Ciudad del Cabo rumbo a Southampton con 2,600 personas a bordo compuestas por tripulación, pasajeros civiles y 1,809 prisioneros italianos custodiados por guardias polacos.. Simultáneamente, la miniserie nos muestra a la tripulación del submarino U-156 y a su capitán Werner Hartestein (Ken Duken).



Hartentein parece un individuo simpático y decente, tiene buena relación con el Almirante Donitz (el omnipresente Thomas Kretschmann), con su jefe de máquinas (Mathias Koeberlin de “Charite”) y su tripulación. En este viaje se une a la tripulación un nuevo radio operador llamado Fiedler (Frederick Lau) que es convertido en objeto de bromas pesadas y otras formas de bullying por parte de sus compañeros. Cuando Fiedler intenta defenderse, el Capitán le da un sermón recordándole que la salvación de la tripulación reside en su unidad como equipo.

A bordo del Laconia los pasajeros actúan como si estuvieran en un crucero, animados por el Capitán Sharp (Brian Cox), quien ya sobrevivió un naufragio, y ahora solo quiere irse de excursión. Las charadas, concursos y otros eventos de la travesía son dirigidos por Elizabeth Fullwood (Lindsay Duncan) una viuda de guerra frívola y esnob. A pesar de haber dejado esposa e hijas en Londres, el Primer Oficial Mortimer (Andrew Buchan) se siente atraído por la enigmática Hilda Smith (Franka Potente) que viaja en compañía de su bebé Ella.



Elizabeth desconfía de Hilda que dice ser de Oxfordshire, pero tiene un acento raro. Solo que la Señora Fullwood está más ocupada seduciendo otros pasajeros. Su hija, tan ligera de cascos como la madre, seduce al jefe de camareros, un irlandés llamado Dechlan (Ciaran McEnamim) furibundo anti-Aliado y el personaje más antipático de la serie.



En las entrañas del navío las cosas no son tan alegres. Los prisioneros italianos están encarcelados en malas condiciones y sujetos al sadismo de los guardias polacos. Mortimer recibe un telegrama de Londres informándole que su familia ha perecido en un bombardeo. Va a buscar consuelo con Hilda y descubre entre sus papeles que Mrs. Smith es en realidad una alemana llamada Hildegarde Schmitz. La cree espía, pero aun así la escolta a un bote. Al saltar en él, Hilda pierde a la bebé en el mar. Ese es un momento horroroso, casi tanto como ver a los pobres italianos atrapados en sus celdas o pasados por bayoneta por sus captores polacos.

En la vida real fue peor. Efectivamente, los polacos no tenían municiones así que acuchillaron a los italianos. Los prisioneros que lograron llegar a cubierta se arrojaron al mar tratando de alcanzar el bote. Ahí los recibieron literalmente a hachazos. La sangre de los amputados atrajo a los tiburones. Se le agradece al filme que nos evite este truculento episodio.



Hartenstein y sus oficiales observan el hundimiento del navío hasta que oyen los gritos de mujeres y niños. Horrorizado, Hartenstein se da cuenta de que no se trataba de un navío militar. Inmediatamente ordena una operación de salvamento. Alcanzan a rescatar 193 personas aparte de remocar los botes salvavidas con más gente.

Hartenstein comienza a mandar telegrama. El primero es a la Kriegsmarine en Berlin. El segundo es a navíos amigos cercanos para que ayuden a salvar náufragos. El tercero es en inglés, un dialogo con el enemigo, pide que no impidan el rescate y promete no atacar a ninguna nave o avión que se acerque. Además, hace pintar la bandera de la Cruz Roja en la cubierta. Aun así, Hartenstein ordena que el submarino se sumerja. Con más de 200 personas a bordo, el U-156 casi se queda en el fondo del mar. Hartenstein se da cuenta que debe mantenerse en la superficie.

En Berlín, Donitz enfrenta un dilema. Aunque el rescate es un magnifico medio de publicidad positiva para el Tercer Reich, el Fuhrer no lo aprobará. Efectivamente, Hitler colérico ordena interrumpir la operación de rescate. Será el Almirante Raeder el que apruebe la continuación del rescate. Como es un filme de ficción, estos tejes y manejes son obviados para dar paso a escenas del interior del submarino y la interacción de rescatados y rescatistas.

Aparecen otros submarinos (dos alemanes y uno italiano) a ayudar en el rescate. Alcanzan a salvarse casi la mitad de los pasajeros. Y entonces llegan los americanos…. En el segundo día, la operación se va a pique gracias a un bombardeo americano que hunde, un bote salvavidas, deja malheridos a los náufragos y dañado el submarino. Hartenstein se da cuenta que para salvar a su tripulación y a su nave debe deshacerse de su carga humana. Les da botes a los náufragos, agua, comida, y por radio hace un convenio con barcos franceses para que los recojan en un punto convenido.

Mas de 13 botes fueron rescatados por el Gloire y el Dumont D’Urville. Otros náufragos fueron recogidos por el submarino Capellini que todavía andaba por la zona. Un par de botes rebeldes intentaron llegar a la costa de África. Algo que consiguieron 27 días más tarde. Ahí viajaba Hilda en la serie y el personaje que la inspiró, la enfermera misionera Doris Hawkins.

Tanto Doris como la humilde Mrs.  Gladys Foster, esposa de un capellán militar, son glamurizadas en el libreto convirtiendo a una en una alemana clandestina y a la otra en una casquivana viuda de guerra. En general, el telefilme o miniserie fue muy apegado a la verdad, incluyendo las medallas que recibió Hartenstein, su muerte un año más tarde con toda su tripulación de rescatistas y la siniestra “Orden Laconia” proclamada por Donitz en la que se prohibía terminantemente a los submarinos rescatar náufragos incluso darles agua. Como se descubrió durante el juicio de Donitz en Nuremberg, los americanos tenían las mismas órdenes. Eso hace más meritoria la maniobra del Capitán Hartenstein.



“The Sinking of the Laconia “acabó con los relatos de naufragios, aunque no con cuentos de submarinos. Sin el Laconia no existiría “Das Boot”. A pesar de que tanto el U-612 y su tripulación sean una antítesis de la camaradería existente en el U-56, si podemos decir que von Reinhartz en la segunda parte (y sus leales marineros) son un eco de Hartenstein y los suyos.

                                 Hartenstein y su tripulación

Los Naufragios Cuyos Cuentos Todavía No se Han Contado

¿Por qué es más fácil hacer un filme sobre barcos hundidos en guerras que los accidentados?  Después de todo, el Titanic chocó con un iceberg. No se ha hecho nada sobre el Andrea Doria, aunque si dos sobre el Achille Lauro. Tal vez es muy temprano para hacer ficción sobre el Costa Concordia, pero del Rainbow Warrior se han hecho dos muy olvidables miniseries australianas.

Aun incluso de naufragios de guerra hay mucho que no se ha filmado y solo los conocemos por oscuros documentales. Cuando nos condolemos del Gustloff también debemos recordar al Armenia el buque hospital soviético hundido por los alemanes en 1941, o los 77 niños evacuados que se ahogaron en 1940 cuando la Luftwaffe hundió el Ciudad de Benarés.



Los historiadores y la opinión pública son rápidos en juzgar y calificar como crímenes de guerra al submarino soviético que hundió al Gustloff o a la RAF por el incendio del Cap Arcona, el crucero donde se filmó el Titanic nazi. Yo, como Gunter Grass en A Paso de Cangrejo culpo a la guerra y a quienes la iniciaron. En el caso del Struma donde tripulación y pasajeros se ahogaron en el Bósforo sobreviviendo solo una persona, culpo a la maldad de los ingleses que impidieron a los pasajeros judíos refugiarse en lo que es hoy Israel, a la cobardía de los turcos que no les permitieron desembarcar en Estambul y al antisemitismo del gobierno rumano que empujó a los pasajeros del Struma a huir del país.



Por eso entiendo que los amigos de este tipo de entretenimiento o prefieran los efectos especiales que acompañan los hundimiento, o favorezcan al relato de quienes sobrevivieron. Debido a eso, si tuviese que escoger un naufragio que merece ser filmado, ese sería el del Cap Arcona.

Me gustaría algún libreto que dramatizase la historia del navío desde sus días de barco de lujo que atravesaba el Atlántico desde Hamburgo hasta Rio y Buenos Aires. Su participación en el cine dando vida al Titanic y su último viaje como campo de concentración acuático, tumba de 5.000 prisioneros y señuelo que atrajo las bombas de la Lutwaffe un día antes de la rendición de Alemania.



Pero reitero que el hincapié sea no en los muertos sino en los sobrevivientes como Henry Bawdik un tintorero de Buffalo en el estado de Nueva York, que nació judío polaco y a los quince años huyó de las llamas del Cap Arcona. Sin saber nadar, se arrojó al mar y logró ser rescatado para cuando llegó a la playa, el puerto de Lubeck estaba en manos inglesas.

El mérito de este relato es su diversidad en términos de la historia del holocausto. No todos los “pasajeros” eran judíos. Había soldados canadienses y norteamericanos, obreros esclavos secuestrados de la Europa Oriental y de Los Países Bajos, resistentes de todas partes de Europa. Incluso había un español, mejor aún, un afro-español. José Epita Mbomo, nacido en la Guinea española, había emigrado a la península donde se convirtió en mecánico de aviones y formó una familia con una cartagenera blanca.

                                      Los Epita el dia de su boda

Tras la derrota del bando republicano donde peleó, Epita se llevó a su familia a Francia. Alla se unió a la resistencia y fue arrestado en 1944. Llevado al campo de concentración de Neuengamme cerca de Hamburgo, el electricista tuvo la dudosa suerte de atraer la atención de los guardias que viéndolo como un individuo “exótico” lo pusieron a trabajar de camarero en la cantina de la SS. Así Epita consiguió mejor comida que compartió con sus compañeros. Llevado con estos a embarcarse en el Cap Arcona a fines de abril sobrevivió al incendio, a las bombas inglesas, tiros de la SS y pudo llegar a la playa. Eventualmente se reunió con su familia en Francia donde murió de cáncer en 1969. ¿No merece su historia ser contada?


                               Medallas y carné de deportado y de resistente de José Epita

La pregunta persiste ¿por que las historias de estos barcos son menos memorables que las del Titanic?  ¿Acaso el Lusitania no fue menos glamoroso y sus pasajeros menos importantes? ¿Acaso no murió más gente en el Wilhelm Gustloff? ¿O acaso el que los muertos sean enfermeras rusas o refugiados judíos los hace menos dignos de ser recordados que Los Strauss o Los Astor?

¿Qué es lo que crees que hace tan fascinantes estas historias? ¿Ver un barco gigante hundirse, las historias de los pasajeros antes del naufragio o la supervivencia de los náufragos?  ¿Hay algún naufragio que yo haya olvidado o que merezca que su historia se convierta en un libreto de cine o televisión?

NOTA: Debido a cambios de Blogger, a partir del Primero de julio de 2021, no recibiremos más notificaciones por correo de nuevas entradas o comentarios. Lamento una medida que tambien me afecta, pero espero no nos cause inconvenientes para seguir comunicandonos. Nada mas que tendremos que entrar mas a menudo a ver los cambios.

jueves, 24 de junio de 2021

¡Mujeres y Niños Primero!: La obsesión con el Titanic en la cultura popular

 


En el 2022se celebrarán 110 años del hundimiento del Titanic. ¿Creen que habrá algún homenaje en el mundo de la ficción audiovisual? ¿No se ha dicho todo sobre la tragedia del trasatlántico? ¿O todavía el drama naviero captura la imaginación popular? A juzgar por todas las versiones fílmicas y televisivas creadas por un siglo de asombro ante la destrucción y la pérdida de vidas provocada por un misero iceberg y por el egoísmo humano, hay tema para mucho. Entretanto revisemos los relatos del pasado, sus virtudes y defectos y elijamos nuestro favorito.

Todavía no se recuperaba el mundo de; shock del hundimiento de un barco considerado imposible de naufragar cuando una de las sobrevivientes, la actriz Dorothy Gibson ya estaba ante las cámaras en un ejercicio de autorreferencia titulado “Salvada del Titanic”. Ese mismo año, mientras Tin Pan Alley sacaba al mercado canciones como “My Sweetheart Sank with the Titanic” y Joseph Conrad preparaba un cuento sobre el naufragio, en Alemania se hacia una versión dramatizada del hundimiento utilizando el barco emperatriz Augusta Victoria como modelo del trasatlántico. Descubierta recién el ’98, esta película no tiene mayor mérito que su antigüedad.



Lo extraordinario es que en Hollywood no se atreverían con el tema sino hasta los ‘50. Mucho se habló de que Hitchcock dirigiría una versión del famoso desastre marítimo en 1938, pero nunca llegó a suceder. No es que el hundimiento del Titanic hubiese sido olvidado. En su famosa pieza teatral Cavalcade, Sir Noel Coward elige ese suceso para la muerte de una pareja recién casada. Este episodio en que Edith y su marido pasan su luna de miel en el Titanic seria recreado en la versión fímica de 1933.




Como “Cabalgata” sería un punto de referencia para otras sagas familiares en el marco de los primeros treinta años del siglo XX, es natural que la tragedia sea mencionada y juegue un rol importante en las vidas de los Bellamy de “Upstairs. Downstairs” y los Crawley de “Downton Abbey” pero ya hablaremos más de esto cuando les toque el turno en esta investigación cronológica del Titanic en la cultura fílmica.

El Titanic Nazi

Para todos los efectos, el primer filme que dramatiza los hechos ocurridos en esa noche de abril del 1912 es un producto nazi, “Titanic” del 1943. Esa es una de las muchas ironías de este filme seminal que Joseph Goebbels a casi treinta años de la tragedia decide convertir en una epopeya/disaster film que emule escenas de algunos de sus productos hollywoodenses favoritos como el terremoto de “San Francisco” y el incendio de Atlanta en “Lo que el viento se llevó”.

Pero como el Ministro de Propaganda no daba puntada sin hilo, su “Titanic” debería ser una digna compañera de otros filmes históricos nazis que enfatizaban la perfidia de los ingleses como “Ohm Kruger” y “El zorro de Glenarvon”. El hincapié en la codicia y arrogancia del mundo angloparlante y el rol que jugaron en el hundimiento del trasatlántico se convertirán en un leitmotiv de las versiones posteriores. Una ironía es que tengan que ser los nazis en señalar  que el clasismo anglo determinó el destino de las víctimas del naufragio.



Otro aporte de este prodigioso filme es presentarnos al gran villano de la leyenda titánica, Bruce J. Ismay director de la línea naviera White Star que construyó el Titanic y quien sobreviviera el naufragio provocando controversia, crítica social y rumores sobre cómo había sobrevivido a pesar de que muchos otros pasajeros murieron por no tener un espacio en el bote.

En la película nazi, Ismay es un especulador que por una apuesta obliga a al capitán Smith a acelerar la llegada a Nueva York en un tiempo récord a pesar de lo poco aconsejable de hacerlo de noche y en un mar salpicado de icebergs. Eso pone a Ismay en colisión con el oficial primero Petersen (alemán, por supuesto). Durante el desastre vemos a Ismay suplicando por un puesto en los botes. Petersen se lo da, pero nada más para que Ismay responda por su crimen. Tal como en la vida real, la investigación conducida por el Senado de Estados Unidos exonera a Ismay. No así la prensa de la vida real ni las posteriores versiones de la pérdida de su barco estrella.

En el filme nazi la codicia de ismay es comparable solo con la del arrogante y esnob John Jacob Astor con quien hace apuestas sin importarles como afecten tanto al navío como sus pasajeros. Astor muere ahogado, pero después que le niegan un puesto en los botes ya que estos están reservados para mujeres y niños. En la vida real Astor solicitó un puesto para poder acompañar y auxiliar a su esposa que estaba en el sexto mes del embarazo, pero al saber que los hombres no tenían prioridad, no insistió aceptando su destino con gran dignidad.



En el filme, Mrs. Astor es una esposa trofeo de estrecha cintura a la que su esposo descuida casi criminalmente ya que la cree teniendo un affaire con un tal Lord Douglas. Solo monta en colera cuando cree que una famosa joya que le ha regalado a su esposa ha caído en manos de Douglas. En realidad, la joya (precursora del diamante azul de la versión Cameron) ha sido sustraída por el ladrón de guante blanco, Tomás Mendoza. Aquí por primera vez entra este estereotipo que puede ser un criminal que se inmiscuye entre la elite o simplemente alguien que no pertenece al mundo de los pasajeros de Primera Clase.


                       Los Astor según el cine nazi

Otra pauta que impuso el Titanic nazi fue convertir la catástrofe en un filme romántico, y vaya que hay romances. El primero es el romance bajo cubierta entre miembros menos privilegiados como lo son Heidi, la manicurista, y Franz,  el violinista. Ella se salva. El.. ya sabemos lo que pasó con los músicos del Titanic.

A pesar de que, en la vida real, Ismay era casado y padre de familia, para hacerlo más repelente lo hacen viajar con su amante Gloria la que le tiene prometido bodorrio apenas pisen Nueva York.  En el medio del viaje, Ismay descubre que han caído sus acciones. Motivo que lo hace apuntar proa a otra cama, la de la mujer más rica del barco, la baronesa báltica Sigrid Olinsky. Esto convierte a Ismay en rival de amores de Petersen, que en el pasado amó a la Olinsky que le rompió el corazón.


Interpretada por Sybille Schmitz, una de las estrellas de Babelsberg (el Hollywood nazi), Sigrid luce una melena retinta y posee el nivel de discurso de mujer mundana y ajada que tipifica la femme fatale, pero es la única persona decente del filme. Ama a Petersen, pero sabe que son de mundos diferentes. Petersen tiene una premonición que el llevar el barco a la velocidad exigida por Ismay invita a un accidente. Suplica/exige a Sigrid que acepte los requerimientos de ismay para convencerlo de olvidar su apuesta. Incluso añade cínicamente que si los encantos de la baronesa no bastan que lo “ compre”. Como héroe el Petersen se me cayó totalmente.





A pesar de que Sigrid también recibe un telegrama (los llamaban Marconi) que la informa de que su esposo ha sido enviado a Siberia y que el Zar ha confiscado su fortuna, intenta disuadir en vano a Ismay de su atolondrada apuesta. Al final, cuando está ayudando a mujeres y niños a subir al bote, Sigrid se atreve a confesarle su amor a Petersen: “soy tan pobre como tú’. Solo ahí el patán le encuentra sitio en un bote.

No me sorprende que un héroe nazi sea tan machista, tal como no me sorprende que mientan sobre John Jacob Astor y su matrimonio. Los Nazis no eran amigos de la verdad. Incluso su visión de la Tercera Clase corresponde a un régimen totalitario y racista. Siempre nos dan pena los pobrecitos irlandeses e italianos que fueron los primeros en ahogarse, pero aquí esa multitud de individuos con rasgos eslavos o mediterráneos son vistos como una turba de maleantes indisciplinados.

Sigrid Olinski lucirá como una femme fatale, pero es una Magdalena arrepentida. En cambio, en Tercera tenemos una especie de sensual gitana que ejecuta una danza mitad tango, mitad flamenco, mitad    fox- trot y que provoca una riña entre amigos que se la pelean.  Uno de ellos es encerrado en una cabina. Al final, el amigo libre se da cuenta que la amistad está por encima de gitanas curvilíneas y va, chapoteando por pasillos (ecos de Rose rescatando a Jack) a salvar a su amigo preso.

                   La gitana voluptuosa

El Titanic nazi realmente hizo escuela con sus imágenes de botes que se voltean, niños abandonados que aúllan “¡mamaaaa!” y oficiales disparándole a los proletarios para impedirles que alcancen los botes. Recientemente vi esta película completa, y coloreada y quedé impresionada. No es tan mala como parece y si se superan las ideas y mentiras nazis, es hasta entretenida. Los decorados lujosísimos, igual que el vestuario, si se parecen a las fotografías del interior del trasatlántico. Se gastó el equivalente de quince millones de dólares de hoy día, la mayor cantidad gastada entonces en un filme alemán y tomó dos años acabarla, pero el rodaje estuvo plagado de problemas.

Filmada a bordo del barco Cap Arcona, parte de la filmación se produjo en Gotenhafen (hoy Gdynia) en el  Báltico y se contrataron como extras a soldados de la Wehrmacht y la Kriegsmarine. Felices de alejarse del frente, los bravos militares se emborracharon y comenzaron a hacer destrozos y a perseguir a las extras. Esto provocó la ira del director Herbert Selpin que se expresó de manera insultante de las fuerzas armadas. Goebbels lo hizo arrestar y como Selpin no se retractó, al día siguiente lo encontraron en su celda ahorcado. O como se decía entonces “fue suicidado por la Gestapo”.



Con nuevo director, el filme por fin estuvo listo para presentarse al público, pero el horno no estaba para bollos. En 1943, la victoria alemana ya no parecía tan fácil. Las ciudades alemanas vivían bajo bombardeos Aliados, en Rusia, el ejército soviético andaba correteando a las tropas alemanas. Los Aliados habían desembarcado en Sicilia. El filme ya no solo era una fábula en contra del capitalismo Anglo, sino sobre gente huyendo aterrorizada hasta el punto de no poder confiar en la autoridad. A Goebbels se le ocurrió que esta película era muy deprimente y que un personaje como Petersen tan dispuesto a enfrentarse a los poderosos para proteger al pueblo podía ser un modelo peligroso. “Titanic” nunca fue presentada en Alemania, aunque si se la vio, con moderado éxito, en Paris y Praga.



El Titanic nazi tuvo un triste epilogo con el hundimiento del barco donde se filmó el desastre. En la primavera del ’45, el Cap Arcona comenzó a ser utilizado para evacuar gente de campos de concentración para evitar que fuesen liberados por los rusos y los ingleses que ya estaban en Alemania. A fines de abril, se cargó el barco con cinco mil prisioneros de diferentes nacionalidades. El Cap Arcona junto a otros barcos en la Bahía de Lubeck tenían un propósito cumplir las órdenes de Himmler de no dejar a ningún prisionero vivo.

Los prisioneros fueron mantenidos ahí por días sin alimento ni atención médica. Una lancha venia diariamente a repartir agua y retirar muertos. Cansados los SS que manejaban el barco esperaban que hubiese un final más rápido y se creía que vendría la Luftwaffe a hundir los barcos.Llos que llegaron fueron los cazas de la RAF. Los SS les dispararon para luego subirse en sus botecitos y huir. Los cazas lanzaron bombas incendiarias. Sin botes ni chalecos salvavidas, los detenidos murieron sofocados, achicharrados o de balazos de la SS cuando intentaban nadar hacia la playa. Solo 50 sobrevivieron. Esta historia merece un filme propio, pero de eso hablaré la próxima semana.

                El Cap Arcona

Las Soap Operas de los 50

Pasarían diez años de la no-premieres del Titanic nazi antes que Hollywood se interesase en el desastre marítimo. Después de una cruenta guerra mundial salpicada de naufragios y pérdidas de vida, el cine de los 50 no estaba para fabulas morales donde los privilegiados eran castigados por codicia e irresponsabilidad.

“Titanic” (1953) entonces se convirtió en una soap opera escapista donde la tragedia marítima es mero telón de fondo para una cursi soap opera. Esta versión de 1953 que enfurecería a los sobrevivientes del Titanic echó manos de las pautas impuestas por la versión nazi desde la combinación de personajes reales con náufragos ficticios hasta robarse un par de clips de la blockbuster de Goebbels. Después de todo el filme alemán descollaba en lo que se refiere a efectos especiales.



Julia Sturges (Barbara Stanwyck) cansada de ser la esposa-trofeo de Richard Sturges (Clifton Webb) intenta huir en el Titanic con sus dos hijos. Su esposo la sigue al barco y aunque le da su libertad insiste en llevarse a los niños, la adolescente Annette y Norman de 10 años. Julia le revela que Norman es hijo de un amante que tomó hastiada de la indiferencia de Richard.



Durante el viaje Anentte inicia un romance con el tenista Giff (Robert Wagner). Llega el iceberg y Julia y Richard se reconcilian, pero él caballerosamente pone a su familia a salvo. Giff ve que el bote donde va Annette está a punto de caer al mar de punta, al intentar repararlo, el tenista también cae al agua y es rescatado por un bote salvavidas. Norman cede su asiento a una anciana y va en busca del hombre que cree su padre. Ambos perecen en el naufragio.

                        Annette (Audrey Dalton) y Giff

Aunque ganó un Oscar por mejor libreto, este Titanic no es muy memorable. Se hizo más que nada para demostrar que Clifton Webb podía hacer roles serios, pero la historia era demasiado melodramática opacando la realidad a pesar de incluir personajes reales como los Astor, Henry Widener y a Molly Brown a la que por alguna razón le pusieron Maud.

                     Los Sturges se ponen sus chalecos salvavidas

Dos años después del debut de “Titanic”, Walter Lord publicó A Night to Remember. Siendo el primero en escribir sobre el tema Lord no esperó convertirse en autor de superventas, pero la fidelidad histórica  y su investigación que lo llevó a entrevistar a los sobrevivientes atrajo al público lector. En 1958, los ingleses llevaron el libro a la pantalla.



Fue el primer filme que vi sobre el Titanic y no recuerdo nada. Solo los efectos especiales, pero no quedó en mi mente ningún personaje ni ficticio ni histórico. Del reparto solo recuerdo a Sir Kenneth More a quien ya conocía por “La saga de los Forsyth”.  Pero no recuerdo haberme interesado en Benjamin Guggenheim, o en la devoción del matrimonio Strauss ni en la codicia de Ismay al que no mencionan por nombre solo como “the Chairman” ni de Lord and Lady Richard que en realidad eran los Duff Gordon, pero a los que se les cambió de nombre por temor a una demanda.

A Night to Remember” destaca por efectos especiales, por la pulcritud del detalle técnico, pero falla en el argumento. Fue un éxito entre críticos y un fracaso de taquilla. Su estilo, que hoy calificaríamos como de “docudrama”, entonces era desconocido y no gustó. Sin embargo, James Cameron le haría el mejor homenaje, copiando muchas de sus escenas en su epopeya de 1997.



En “Titanic” del ’53, Thelma Ritter había dado vida a Molly Brown, bajo el nombre de Maud Young. En “A Night to Remember” Tucker McGuire es conocida como “Molly Brown” nueva rica, pionera del Viejo Oste cuyo marido hizo su multimillonaria fortuna en las minas de Nevada. Este personaje es el más celebre de todos los habitantes del universo del Titanic,. En la década de los 60, Tammy Grimes ganará un Grammy por interpretarla en “The Unsinkable Molly Brown, y Debbie Reynolds, en 1964, será nominada para un Oscar por el retrato de esta valerosa dama que, a pesar de sus millones, se la pasó ayudando, durante y después del naufragio, a los menos privilegiados del barco.



Los Años de la Poseidón

La Era de los 70 tuvo un vago interés en el trasatlántico hundido debido al auge de filmes de desastre como “La Aventura del Poseidón” basada en una novela de Paul Gallico. Esta historia no relataba un naufragio sino la zozobra de un grupo de gente a la que un tsunami deja atrapada en un navío de crucero que ha volteado.



Otro motivo para recordar el naufragio era una fascinación con todo lo relacionado con la era Eduardiana. Fue así como, en 1971, el nombre del Titanic entró en Eaton Place al mundo de” Upstairs Downstairs”. La Tercera Temporada de la aclamada serie inició con el episodio “Miss Forrest”. Lady Marjorie está preparando un viaje a Nueva York para visitar a su hija Elizabeth. La acompañará su hermano Hugo. Aprovechando que será el viaje debut del célebre Titanic, Hugo decide convertirlo en luna de miel para él y su nueva esposa (la madre de Georgina Worsley).

                             Lady Marjorie se dispone a zarpar en el Titanic

Ocupada con los preparativos, Lady Marjorie enfrenta otro problema. Su esposo Richard ha contratado una secretaria llamada Miss Hazel Forrest. Los criados están incomodos porque no saben cómo tratar a Miss Forrest que no es criada, pero tampoco una dama. Mas problemático es que James, el mujeriego hijo de los Bellamy, ya le ha echado el ojo a la guapa secretaria. Marjorie le exige a su marido que despida a la Forrest. Richard se niega y Los Bellamy se separan enojados. Al final del episodio, Richard recibe un telegrama que le avisa del hundimiento del navío.

                 Miss Forrest es la manzana de la discordia

El próximo episodio titulado “A Divided House’ tiene un pandemonio en Eaton Place ya que Lady Marjorie no aparece en la lista de sobrevivientes ni tampoco aparece su cadáver. Quien aparece en la entrada de servicio es Miss Roberts, la doncella de Lady Marjorie quien viajaba junto a su ama. Roberts está catatónica, no se le puede sacar palabra como tampoco quitarle el joyero que su señora le confió.

                         Miss Roberts, la sobreviviente

Le toca a Hazel Forrest ganarse la confianza de la doncella, y con ello la de toda la casa. Aparentemente, Lady Marjorie y Roberts estaban a punto de ingresar a un bote cuando apareció la proverbial niñita llamando a su madre. Lady Marjorie acomodó a su doncella en el bote y fue en busca de la madre. Fue la última vez que se la vio.

                      Miss Forrest convence a Roberts que abran el cofre rescatado de las aguas

La muerte de Lady Maryorie y su hermano tuvieron repercusiones en toda la serie. James heredó la casa lo que lo puso en conflicto con su padre. La muerte de su madre permitió a James cortejar y casarse con Miss Forrest para hacerla infeliz para siempre. El hundimiento del Titanic dejó a Georgina huérfana lo que la llevó a la chica formar parte de la Familia Bellamy y dio la libertad a Richard de casarse (años más adelante) con la viuda Virginia, que siempre me pareció mejor esposa que Lady Marjorie.

                   La muerte de su madre permitió a James casarse con la secretaria

Fue al final de esa década de desastres en pantalla que fueron éxitos de taquilla que a NBC produjo un telefilme que después de la versión Cameron, es para mí lo mejor del subgénero Titanic. En septiembre de 1979 yo vi el debut de “S.O.S Titanic”. La grandeza de esta gema olvidada no yace ni en sus efectos especiales, ni en  teorías que expliquen esta catástrofe ni siquiera en sus actuaciones y eso que en un filme donde coactuan David Warner, Sir Ian Holm, y Dame Helen Mirren (años antes de hacerse famosa) si se puede hablar de buenas actuaciones. El único desacierto fue Cloris Leachman que hizo un mal trabajo actoral en su interpretación de Molly Brown.

                    Cloris Leachman como Molly Brown

La grandeza de este telefilme está en su contenido romántico, confirmando lo que había impuesto a versión nazi de que lo realmente importante es como el amor nace o se reafirma al borde del abismo. El filme se enfoca en las tres clases sociales del trasatlántico, pero no para darnos una denuncia sobre el arribismo del Titanic que llevó a salvar a los ricos sacrificando a los pobres, sino para mostrarnos como hay algo en un viaje por mar que invita al romance (recordemos que estos son los años en que “El Crucero del Amor” hace furor en la televisión)

Los irlandés de Tercera Clase no se ven como gente hambrienta y miserable. por el contrario, son alegres osados y muy dados al amor. El gran romance es entre el soñador James Farrell y una joven de largos cabellos que aparece y desaparece como un fantasma o un hada. Hasta que la vemos en un bote salvavidas no sabemos que es un ser de carne y hueso.



En Segunda Clase tenemos un amorío de viaje entre dos educadores. Ellos son el Profesor Lawrence, Beesley, personaje real interpretado por David Warner y la maestra solterona americana Leigh Goodwin. Este personaje ficticio fue interpretado por Susan St. James. El romance es muy inglés, muy intelectual, la pareja funge de testigo y observadores sociales. Mas que darse besos se la pasan discutiendo el sistema inglés de estrictas clases sociales y cuan valedero es en el mundo moderno. En un momento deciden llevar su amor de cubierta a la alcoba, pero ella lo detiene con la sensata observación de que los romances de a bordo acaban llegado a puerto.

                       Un romance de maestros en la cubierta del Titanic

Curiosamente, en una de las escenas editadas de la versión original, ambos se reúnen en la cubierta del Carpathia y comentan el survivor guilt de Beesley quien se compara con Ismay que acaba de huir del naufragio, pero a quien los remordimientos han provocado un colapso nervioso. Leigh insiste en que el que su compañero haya sobrevivido fue accidental y en nada se compara a la cobardía del director de la línea naviera. Beassley volvería a aparecer en la versión Cameron, pero sin interés romántico tal como aparece David Warner como el siniestro Spicer Lovejoy, mayordomo y sicario del siniestro millonario Caledon (Billy Zane).

                   Rescatados por el Carpathia

Ismay retratado por Ian Holm es visto en “S.O.S. Titanic” tal como en la versión nazi como un especulador irresponsable que contrasta con el cabal y comprometido Thomas Andrews (Geoffrey Whitehead) diseñador del buque. Creo que es la primera vez que aparece este personaje en el género y memorable es su escena (casi idéntica la versión de Cameron) en que contrito por los errores cometidos en la construcción del Titanic se niega a salvarse a pesar de los ruegos de la jefa de camareras, Mary interpretada por una jovencísima Helen Mirren. Será Mary quien lance una mirada de reproche sobre el cobarde Ismay cuando este se escabulla del naufragio escondiéndose en el bote donde viaja la camarera.


                             Mirada de reproche al cobarde Ismay

Hubiese sido interesante inventarle un romance a Andrews con Mary, pero si algo abunda en este relato son los romance. Eso hace más emotiva la frase de un personaje ficticio) de que hay tanto amor en el aire que desearía que el viaje nunca acabase.

Fue en ese domingo de septiembre que por primera vez conocí la historia de amor de Los Astor, que nada tiene que ver con las calumnias del filme nazi. David Jansen le aporta dignidad y ternura al rol del Coronel John Astor, veterano de la guerra del ’98 e hijo de una de las familias más aristocráticas y antiguas de Estados Unidos. Tras años de matrimonio y varios hijos, Astor escandalizó a la sociedad neoyorquina divorciándose y casándose con Madeleine Talmadge de buena familia, pero de solo 18 años (casi 30 menos que su marido).

                         Los enamorados Astor

Los recién casados huyeron a Europa para alejarse de los chismes, pero el embarazo de Madeleine los hizo regresar ya que esperaban que el nacimiento del niño en suelo americano acallase las habladurías.  David Jansen tenía la edad de su personaje cuando murió, pero se le vio un poco avejentado y cansado (solo le quedaba un año de vida) lo que le otorgó su personaje un aire de desorientación ante los cambios que afectaban su existencia a pesar de la felicidad que le aportaba su mujer, Beverly Ross, que realmente parecía una adolescente enamorada.



Aunque la muerte de Astor y la desolación de su esposa que lo sobreviven nunca fue tan bien capturada como en esta versión, mi pareja favorita sigue siendo la de Ida y Nathan Strauss. Acabo de descubrir que Los Strauss aparecieron por primera vez en la versión alemana de 1912, posiblemente porque ambos eran alemanes. No aparecieron en la versión nazi porque para el Tercer Reich ellos ya no eran alemanes.

Isidor Strauss era congresista por Nueva York y el fundador y dueño de la tienda de departamentos Macy’s. Aun así, tenía tiempo para dedicarle a su esposa y a sus siete hijos. Los Strauss regresaban a Estados Unidos después de haber acompañado a su nieta que iba a estudiar en Alemania. Cuando ocurrió el naufragio, la anciana Ida fue escoltada al bote por su marido y su doncella Ellen. Al llegar a este, ida se quitó su capa de pieles, envolvió en ella a Ellen y la acomodó en el bote. Acto seguido regresó al lado del marido y como atestiguaron los que la vieron, le comunicó a Isidor que no pensaba abandonarlo.



Aunque los Strauss han pasado a la historia como ejemplo de amor conyugal, y aparecieron en los filmes de los 50, es en “S.O.S Titanic” donde adquieren mayor exposición y relevancia. La última imagen que ve Ellen de sus patrones es de ellos en cubierta abrazados (Cameron los hizo morir en su lecho del camarote).

Fin de Siecle

Es una lástima que “S.O.S Titanic” sea hoy una joya olvidada, opacada por las versiones más célebres que se hicieron acercándose el aniversario #90 de hundimiento y el centenario. Es vergonzoso que sea más recordada la infame miniserie de 1996. Esta “Titanic” ha sido criticada por sus malas actuaciones aun de actores competentes como George C. Scott, Catherine Zeta-Jones y Tim Curry que en lo villanesco parece estar haciendo de Pennywise sin el maquillaje de payaso.



Sin embargo, hay algo peor que las actuaciones. Se trata del argumento tan condimentado con clichés que ya indigesta. Tenemos a isabella (Zeta-Jones) esposa de un millonario que retorna a su familia tras haber asistido en Inglaterra al funeral de su tía. En el barco viaja el millonario Wynn Parker (Peter Gallaher) al que todas as mamás de sociedad le echan un ojo para sus hijas. Sucede que Wynnn e Isabella fueron amantes una vez y él es el padre de la hija que ella ha hecho pasar por hija de su marido. Aquí tenemos el romance del reencuentro como en la versión nazi y un twist de la revelación de” tu hijo no es tu hijo” de la versión de 1953. El romance es cursilísimo y acaba, por suerte, cuando Wynn se ahoga.



Otra subtrama conocida es el cuento del ladrón de joyas que se combina con el lugar común del intruso entre ricos. Jamie no es tan idealista y honesto como Jack Dawson. Es un ladronzuelo de cuarta que le roba el pasaje del Titanic a un borracho. Ya en la primera noche se introduce en el bar de primera case y le sustrae la cartera a John Jacob Astor.

                     Doonan aconseja a Jamie

Jamie cae bajo la influencia mefistofélica de Doonan (Curry), jefe de camareros que lo hace regresar la cartera y le explica que mejor combinen energías para dar un gran golpe en un viaje donde lo que abundan son millonarias y sus millonarias joyas. Jamie cae también bajo la influencia de a virtuosa y religiosa Aase, una inmigrante escandinava. Se establece una lucha por el alma del ladrón que Doonan cree ganar violando a Aase. Al final el ladrón y su vikinga huyen en un bote y alguien tiene el buen tino de darle con un remo en la cabeza a Doonan hundiéndolo en el mar.



Aparte de ser el primer dramatizado en mostrar como el Titanic se partió en dos antes de hundirse la miniserie no aportó nada nuevo. Hay personajes reales, pero mal interpretados como Roger Rees encarnando a un exagerado Ismay o Marilou Henner que nunca fue actriz, tratando de ser Molly Brown. Mi escena más despreciada, es, cuando tras el choque con el iceberg, a Molly se le ocurre jugar hockey con los trozos de hielo en cubierta. Ea imagen de privilegio millonario no va con una mujer tan llana y filántropa como lo fue la verdadera Margaret Brown.

                   Marilu Henner, la peor Molly Brown de la historia

Otra novedad de esta horrorosa confección fue la introducción de Alice Cleaver (Felicity Waterman), la niñera demente e infanticida que con su semi secuestro del pequeño Trevor provocó la muerte de sus patrones Los Ellison. Esta fascinante historia se perdió debido a una pésima actriz que con cada palabra hacia más antipático su personaje de Alice e invitaba a lanzarla por la borda.

                  La demente niñera

Y así llegamos al blockbuster Cameron.  Una mega maravilla debido a sus efectos especiales, a la recreación histórica, al glamur. No tengo quejas de las actuaciones, Kathy Bates es mi Molly Brown favorita, pero el argumento pide prestado de todas las versiones. El intruso en primera case, el robo de joyas, el romance que trasciende clases sociales, un personaje que debe correr por pasadizos inundados en busca de otro que está prisionero. Todo eso lo vimos ya en la versión nazi. Ya les mostré que Cameron hasta imitó escenas de Ä Night to Remember”. Su grandeza está en el balance de su combinación de clichés y tecnología moderna. por eso la mejor parte del filme es la del hundimiento que toma casi una hora.



El Titanic según Lord Julian Fellowes

No ha habido otra épica que supere la de Cameron, pero eso no significa que el tema haya muerto. En la segunda década del Siglo XXI, le tocaría a ese artista del glamur eduardiano atreverse con el tema. Hace unos días volví a ver el primer episodio de “Downton Abbey” y es extraordinario como todo gira alrededor del hundimiento que se convierte en una metáfora para el fin de una era y una clase social.

Comienza el episodio en el pueblo donde en el correo al alba, en un Marconi le comunican a Robert Crowley, Conde de Grantham que su sobrino y heredero se ahogó en el Ártico. El comedido cartero dice que mejor no despertar a Milord que se lo enviaran más tarde. De ahí pasamos a la cocina de Downton Abbey donde la mayor queja es el retraso de los periódicos. Pasan las horas y el lacayo William es quien primero se entera de la tragedia (y motivo del retraso) cuando llegan los periódicos. Le comunica a noticia a Mr. Carson, el mayordomo que informa al resto de los crados.

Los señores, por dormilones, solo se enteran a la hora del desayuno. Primero las niñas Crawley se preguntan si se han ahogado conocidos de ellos. Ahí llega el telegrama, Robert se levanta precipitadamente y va a la recamara de su esposa Lady Cora. Ahí comentan la muerte de Patrick. Cora le dice a su marido que “Mary debe saber la noticia por ti, no puede venirle de nadie más”.



En la cocina los cuchicheos de los sirvientes no informan que al no tener Robert heredero varón, todo su palacio y fortuna pasarían a manos de su sobrino Patrick y que su hija mayor, lady Mary, para no perder lo que siempre vio como suyo estaba semi comprometida con su primo. Mary ya nos cae mal porque, además de ambiciosa, no derrama ninguna lágrima por el muertito y solo pregunta si debe guardar luto. Su hermana Edith es la que más llora porque si estaba enamorada de Patrick. Lo importante es que ahora los Crawley tendrán que buscar hasta por debajo de las piedras otro heredero. Así es como llega a la Abadía el abogado Matthew Crawley y el resto es historia.

Debido al modo en que trató el tema  Lord Julian Fellowes fue contratado para hacer la miniserie homenaje del centenario del desastre. Llamada simplemente” Titanic”, la serie de cuatro episodios debutó en la BBC en el 2012. Verla me ha dejado con sentimientos encontrados. Por un lado, tiene el innegable toque Fellowes de glamur, ejemplarizado por los protagonistas ficticios, el Conde y Condesa de Manton interpretados por la siempre excelente Geraldine Sommerville y Linus Roach, un año antes de convertirse en Egbert, rey de los sajones en “Vikingos”. Agreguémosles que su pareja contraparte en segunda clase es una combinación de Maria Doyle Kennedy y Toby Jones y ya sabemos que tenemos un reparto más que competente.

Cierra el elenco un James Wilby lo suficientemente arrogante como Ismay y Stephen Campbell lo suficientemente sensible como Thomas Andrews. Mención aparte Jenna Coleman (entones conocida o desconocida como Jenna Louisa Coleman) que interpreta a una pizpireta, pero generosa jefa de camareras. El problema es que no todos los actores están a la altura. Celia Imrie está un poco odiosa como una nueva rica que es despreciada por los linajudos. Yo he venido observado a Perdita Weeks desde” Los Tudors” hasta “Penny Dreadful” y sigo sin tragarla. Aquí como Lady Georgiana, la hija sufragista de Los Manton me es insoportable.

                         Paolo pone a Mary en un bote

Lord Fellowes ha rescatado a personajes olvidados del Titanic; la actriz Dorothy Gibson y su dipsomaniaca madre, los Widener y su bibliófilo hijo Henry, cuya muerte anunciada añade patetismo a su romance con Georgiana. Aunque es un gusto ver a lady Duff-Randolph quien fuese, bajo el nombre de “Madame Lucille” la primera diseñadora de modas en ganar celebridad en el Reino Unido, el personaje es tan gruñón y esnob que no consigue interesarnos. El problema de la serie es que con la excepción de los Wiedener y Lord Manton, la clase poderosa es repelente.

                         Dorothy Gibson y su borracha madre

No que los de abajo sean muy simpáticos. A mí nunca me cayó bien Lindsay Marshall como Cleopatra en “Roma”, ahora como la llorosa doncella de Lady Manton que se roba las joyas de la condesa me cayó peor, ya quería que se cayera al mar. Glen Blackhall es como el compendio de los estereotipos sobre italianos La cabose del romance proletario, sin embargo, es una pareja de plañideros irlandés con sus críos.

Para hacer su serie más diversa Lord Fellowes introduce en el trasatlántico un criminal buscado por la policía que es también un anarquista eslavo. El momento en que la esposa le pone los ojos encima, se le caen a ella los calzones y los sesos, pero ni eso hace al libreto interesante. uno se ha pasa contando los minutos para que llegue el iceberg. A propósito, la escena en que el barco se cruza con la punta del iceberg con Toby Jones como único testigo es impagable y vería la serie solo por ella.



Toby suele hacer dos tipos de personaje:  repugnante o patético. Aquí es un poco lo último, un abogado de ricos (labor que no lo ha enriquecido) casado con una arpía. A Fellowes le quedó gustando poner a Doyle Kennedy como la villana Mrs. Bates en Downton. Así que le dio el rol de Muriel Batley acertadamente notando que solo ella podría enfrentarse a la torre de esnobismo que es Lady Manton.



Cuando el conde descubre que su abogado viaja en el mismo barco le parece una maravillosa coincidencia. Su esposa piensa lo contrario. Tal como se rehúsa a salvarse en un bote para no compartirlo con la actriz y su madre borracha,  para Louisa es una afrenta viajar en el Titanic con estos pobretones. Su ingenuo marido cree limar las asperezas imitando a los Batley a tomar él té en primera clase. Craso error, las esposas ni se dirigen la palabra.



 Sin embargo, Muriel tendrá la palabra final. Entre los papeles de su marido descubre que Manton tiene una hija ilegítima. En cubierta, en medio de un naufragio, le lanza esta verdad en la cara a Lady Louisa que le responde con suprema indiferencia. La mayor sorpresa se la lleva el espectador cuando Louisa se niega a abandonar a su marido. Le dice que siempre lo ha sabido infiel, que eso no le ha impedido amarlo. Cuesta mucho convencerla de subir a un bote (con gente de su clase obviamente) y su despedida es una promesa de cuidar de las dos hijas del marido, la legitima y la ilegitima.

                       Despedida de Los Manton

Un error de la serie que se creyó sería un acierto fue contarla atropellando la cronología. Está compuesta de flashbacks y cliffhangers, estos últimos deben cerrar los tres primeros capítulos. En el primer episodio acabamos con Los Manton en cubierta; el segundo que gira en torno a las experiencias del soporífero triangulo proletario de los Mahoney y el anarquista, nos devuelve al día anterior y al desagradable té compartido por Louisa, Muriel y sus esposos. Acaba con los personajes más interesantes, Lord Manton su valet, los Batley, Harry Widener y el camarero Paolo intentando voltear un bote para poder salvarse. Ya Louisa se ha marchado.

El tercer episodio es el relato de Paolo, como consiguió empleo de camero, su romance con la camarera Annie y el racismo que persigue a los italianos. Un detalle exagerado y falso es que Ismay haga encerrar a los camareros italianos y que los deje para que se ahoguen. Esto sirve para la obligada escena de un personaje vadeando pasillos inundados para rescatar a alguien aprisionado.

                              Romance de camareros del Titanic

Este Titanic, que no tuvo buenas críticas, cerro la página de los dramatizados sobre el naufragio. No se ha hecho nada en casi diez años. Se dice que todo se ha dicho incluso en términos de documentales. Se han hecho historias sobre la construcción del barco como la coproducción de la RAI “Titanic: Blood and Steel” y hasta ha servido de marco para un relato erótico como “La camarera del Titanic” de Bigas Luna.



Sin embargo, hay algo que decir todavía.  Tal vez no tanto sobre los aspectos técnicos del hundimiento, pero si sobre los pasajeros. Los críticos del libreto de Julien Fellowes notaron que su historia carecía de emoción y como dijo Brad Oswald en The Winnipeg Free Press, la serie erra en lo que se refiere “al caos emocional y organizativo de la tragedia” Es que lo importante del Titanic son las emociones que despiertan en nosotros los personajes y como sufrimos viéndolos perecer o salvarse al último minuto.

Titanic en La Era de la Diversidad

Eso significa que el 2022, en un nuevo aniversario, se podría relatar este cuento desde otro ángulo, contándonos sobre personajes reales que nunca han ameritado y como estamos en la era de la diversidad racial ¿qué tal irse por ese camino? Ya hemos visto que muchos filmes le dieron a la denuncia social en su retrato de los habitantes étnicos de Tercera Clase y su postergación, fueran los Untermenchen de la versión nazi, los irlandeses, los italianos y hasta un ruso en la versión Fellowes. ¿Pero acaso no hubo gente de color en el Titanic? La Wikipedia en inglés nos dice que no y que los afroamericanos siempre han visto esa tragedia como un castigo para la elite blanca, pero en la versión en español si recuerdan un pasajero de origen africano. El ingeniero haitiano Joseph Laroche quien viajaba con su familia de regreso a su patria, cansado del racismo de los franceses (¿y no que en Francia nunca hubo racismo? ¡O LaLa!).

Aunque hay una ópera sobre Laroche, su vida antes y durante el viaje merecen un dramatizado. Su esposa Juliette, que era blanca y estaba embarazada, sobrevivió el hundimiento junto a sus hijitas. También sería interesante alguna miniserie que nos contase que ocurrió con los sobrevivientes, sobre todo estas embarazadas como Madame Laroche y Madeleine Astor.

                  La Familia Laroche

Recientemente John Oliver nos informaba de un grupo de chinitos que viajaba en el Titanic y que, aunque rescatados, al ser ilegales, fueron empacados inmediatamente por la ‘migra” al Celeste Imperio. También es conocida—aunque nunca dramatizada— la triste historia de Masabumi Hosono quien logró salvarse, pero sufrió de ostracismo social al retorno al Japón. Se le considero indigno de pertenecer a la casta samurái al haber sobrevivido cuando a su alrededor se ahogaban mujeres y niños

Y la pregunta del millón. Hubo hispanoparlantes en el Titanic Pues tenemos la romántica historia de los millonarios españoles Víctor Peñasco y su esposa, María Josefa. La esposa y su criada Fermina Oliva sobrevivieron el naufragio, Peñasco no. Mas suerte tuvo el chofer catalán Julián Padrón quien encontró el amor en la cubierta del trasatlántico con su coterránea Florentina Durant. Ambos sobrevivieron el naufragio, se casaron y se establecieron en Cuba.



Acabo de enterarme de que Violet Jessop, la jefa de camareras era nacida y criada en Bahía Blanca (Argentina) además fue sobreviviente de dos naufragios, ya que también sobrevivió al hundimiento del Brittanic. Argentino también era el cordobés Edgard Andrews quien al pasar su chaleco salvavidas a una dama selló su fatal destino.





En el 2008 estando Carla Estrada a cargo de los dramas de época de Televisa, se rumoró que planeaba hacer una versión mexicana del Titanic llevando como protagonista a su actor fetiche Fernando Colunga. ¿Iba PapiFer a interpretar a Manuel Uruchurtu Rámirez, el único mexicano que murió en el naufragio?  De familia principal, miembro de la oligarquía porfiriana, el Licenciado Uruchurtu se había exiliado junto con Don Porfirio en Francia. Regresaba tras tres años y de ausencia a su patria cuando lo sorprendió el desastre. Caballerosamente, Don Manuel le cedió su puesto en el bote a una dama y encontró su tumba en el mar.



Ya ven que hay mucho que contar y que todavía se desconoce sobre el más famoso naufragio de la historia. He ahí que surge una pregunta. ¿Por qué el Titanic ha capturado la imaginación de cineastas cuando ha habido otros hundimientos con más repercusiones como el del Lusitania o con más víctimas como el del Wilhelm Gustloff? ¿Por qué empeñarnos en oír la moraleja de que el privilegio siempre es castigado cuando hay historias de hundimientos de navíos que son seguidos por heroicos y solidarios salvamientos como ocurrió con el Laconia?  De eso hablaremos la próxima vez