jueves, 24 de marzo de 2016

Cada cosa en su lugar: Downton Abbey 6x03


Por fin, en la tercera entrega de la sexta y última temporada, las cosas parecen estar cayendo en su lugar. Mrs. Hughes se convierte n Mrs. Carson, Anna está embarazada, Edith tiene un pretendiente y Tom regresa a la Abadía. Aun así persisten los inconvenientes: Barrows todavía no consigue empleo, Moseley parece que cambiara de profesión, y Daisy sigue creando conflictos.

Bebés, chantajes y un hombre que sabe hacer café
El embarazo de Anna conmueve a Lady Mary y de paso me conmueve a mí. No tanto por Anna como por la alegría de su ama que hasta le ofrece vestirse sola. ¡No hay sacrificio que Mary no esté dispuesta cumplir por su mucama!

Edith se va a Londres y se encuentra con Bertie Pelham. ¿Lo recuerdan? Apareció en el especial del año pasado, era el agente del castillo  que rentaron los padres de Atticus. Bertie, aparte de parecerse a Fred Astaire, es demasiado perfecto. Invita a Edith a tomarse un coctel, pero cuando ella se atrasa debido a la incompetencia del editor, se aparece en la revista. Le da las fuerzas a la mamá de Marigold para despedir al gordo petulante, convertirse en editora ella, y hasta ayuda con las fotografías y sirviendo café.


Es obvio que a Bertie le gusta la oveja negra de la Abadía, que respeta su modo de vida. ¿No lo dije ya? Es peligrosamente perfecto y Edith le tiene miedo. Obvio que le agrada, pero ella ha aprendido a ser cautelosa. Me encanta como la actriz expresa esa cautela evitando mirarlo de frente, como le tiembla la voz cuando se hablan.

Mientras eso ocurre en Londres, en Yorkshire se cocinan otros líos. Hay una subtramas muy sosa en casa de la Condesa Viuda con Dankers a punto de chantajear a Spratts cuyo sobrino es ahora prófugo de la justicia. Daisy ya se imagina que su suegro tiene un nuevo hogar. Lo llena de ilusiones de que vivirá en la casa de los Drew y será el nuevo Pig Man, a pesar de que Cora no está muy segura de que eso vaya a ocurrir.

Los que se oponen al progreso

Por una vez me entretuvo el pleito de Las Matriarcas. A pesar de la insistencia de Lady Violet de que Robert meta en cintura a Cora, su nuera va a investigar las condiciones del nuevo hospital que pretende fusionarse con el pequeño dispensario del Dr. Clarkson. Cora asiste a la reunión, y armada de su nuevo conocimiento, se pone de parte de la Prima Isobel.


Envalentonada, la madre del difunto Mathew, acusa a Clarkson de apoyar a Violet por motivos egoístas. No quiere dejar de ser el mandamás del dispensario. Tanta impertinencia molesta a la Dowager quien acusa a Isobel de estar borracha. Hasta Lord Merton se escandaliza con esta riña de gallinas.

 Más adelante  en la boda Carson, Isobel pide disculpas a su ex pretendiente, pero la calumnia ha hecho recapacitar al siempre sensato Clarkson. Se cuestiona si tal vez sea su vanidad la que lo haga ponerse en contra del progreso. Lady Violet se alborota. Se ha quedado sola. ¿Cuál será su lugar en este mundo moderno que amenaza su estilo de vida?

Quien no encuentra su lugar es Barrows que en su próxima entrevista se tropieza con un homenaje al ayer.  Barrows aparece en la propiedad de un tal Sir Michael porque en el anuncio del periódico s habla de la necesidad de “un hombre de confianza” para hacerse cargo de una mansión.

La mansión está totalmente dilapidad, aunque es obvio por su tamaño que una vez fue un palacete. La entrevista la conduce el dueño Sir Michael, un símbolo de una era pasada. No hay criados, la castellana (ex dama de honor de una de las princesas desangre real) ha fallecido, los hijos de Sir Michael cayeron en Francia (sirviendo “a su Rey y a su país”.

Tras cinco minutos, Barrows se da cuenta de que esto es una propiedad de fantasmas, que su entrevistador delira pensando  mantener un estilo de vida que ya desapareció. Lamente de Sir Michael está ocupada de imágenes de un pasado esplendor donde la familia real y la realeza continental visitaban la casa y subían la inmensa escalera iluminando la habitación con sus diamantes.

Todo el tono elegiaco de set episodio me hizo (vieja conservadora y tradicionalista que soy)  llorar sobre todo porque reconocí a en el intérprete de sir Michael a otra gloria del pasado de la televisión. Se trata de Ronald Pickup, a quien MI Pa apodará en los 80’s “Mr. Miniserie”, porque no había miniserie que se perdiera. Quien diera vida a Verdi, Nietzsche, Einstein, Lord Randolph Churchill y al divertido Príncipe Yakimov en “Fortunes of War”, merecía un espacio en una serie de calidad como DA.





Barrows, sin embargo, no quiere ser el “hombre de confianza” de una reliquia pretérita como Sir Michael y hace bien, el debe huir de lo antiguo porque ahí acechan los prejuicios. Finge ser republicano, se despide amablemente, y huye.

Quien no anda buscado empleo, pero parece haberlo encontrado es Mr. Moseley. Durante la boda Carson, Mosley comenta con el maestro local  las aptitudes de Daisy. El profesor nota en el lacayo el don de la enseñanza e insinúa que quizás el destino de Mosley esté en la docencia. Increíble y maravilloso. Hace un par de temporadas, Moseley era un caso perdido, un pusilánime incapaz de conseguir trabajo, obligado a partir piedras para ganarse la vida Un buen amor,  un deseo de ayudar al prójimo, han llevado a Moseley a descubrir su verdadera vocación.

Una boda y un retorno

Y por fin llegamos al plato fuerte: el enlace del año. Alertada por Mrs. Patmore, Cora “carea” a su hija mayor con  la futura Mrs. Carson, Por primera alguien se atreve a llamar a Mary por lo que es: “una bully”. El banquete de bodas se celebrará en la escuela local.

Mrs. Hughes ha demostrado tan poco interés en su boda que ni vestido tiene. Su decisión de usar “su traje del domingo” vacila ante la incapacidad de Anna, hada de la aguja, por convertirlo en algo digno de la ocasión. Mrs. Patmore llega al rescate manda pedir algo que vio en un catalógo, pero como suele ocurrir cuando se compra por catalogo, lo que llega poco se parece a la foto.


Para demostrar que no tiene sangre en el ojo, y en un alarde de generosidad, Mary ofrece un abrigo del guardarropa de su madre. No se le ocurre avisarle a Cora, ni supervisar la intrusión del servicio en el armario de la Condesa.

Lady Grantham llega alterada de su reunión con su suegra en el hospital y sorprende a Anna,  Patmore y Hughes metidas en su closet. Es un momento horrible. Cora se ofusca, las criadas se mueren de vergüenza. Se escabullen, pero Mary es alertada. Ni corta ni perezosa se venga de la lección con la que su madre la humilló. La acusa de ser esnob e ingrata con una mujer (Mrs. Hughes) que les ha dedicado su vida. Cora, siempre la gran dama, baja a la cocina, pide disculpas al servicio y regala su mejor abrigo a su ama de llaves.

La boda fue convenientemente emotiva, el banquete alegre y salpicado de muchos eventos que ya he comentado en esta blog. El regalo más inesperado es el retorno de Los Branson. Tom ha descubierto, como Dorothy Gale, que Boston no es Kansas, y que su hogar y el de su hija están en Downton. Todos muy contentos, ¿pero vendrá Tom a quitarle el puesto de agente a Mary?

Traje de la noche



Perfecto para la chica que trabaja y para la flamante nueva editora. Sobrio, funcional, pero chic. Yo tuve uno así hace unos años. Me lo mandé hacer, pero cometí el error de comprar seda gamuzada que se arruga fácilmente. Esta está confeccionado en un buen casimir, elegante pero resistente a las presiones a las que será sometido el guardarropa de una amuje de carrera como lo será Edith.

Frases de la noche
“¡El Señor sabe que el problema no lo tiene  Bates!” Lady Mary  al enterarse del embarazo de Anna.

“Esto tiene que ver con Charles Carson y Elsie Hughes, no con esta gloriosa casa.” La Señora Hughes refiriéndose a su boda y por qué no desea que tenga lugar en la Abadía.

“Milady, El Señor Carson la perdonaría   aunque usted lo golpeara con un ladrillo.” La nueva Señora Carson cuando Mary pude disculpas a su mayordomo-padre adoptivo.

“Un noble en favor del progreso es como un pavo en favor de La Navidad”. Lady Violet refiriéndose al apoyo de Lord Merton a la fusión de hospitales.


Y la próxima semana, Rose “Ygritte” Leslie regresa a Downton Abbey
“¿Es ese un castillo?” “No, Ygritte, es una Abadía”




miércoles, 16 de marzo de 2016

El Lado Porcino de los Crowley: Downton Abbey 6x02


¿Dije que el primer capítulo de la última temporada había sido soporífero? Me lavo la boca con jabón. Este es una mosca tse-tsé. ¿Dije que Los Grantham eran un modelo de cómo debía comportarse la clase patronal? Lávenme la boca con jabón porque en este episodio los señores de La Abadía de Downton se revelan como un grupo de insoportables y despóticos metiches.

Encargando un bebé Bates
Veamos por partes. Anna le confiesa a Lady Mary su problema de fertilidad. La patrona le recuerda que ella también tuvo dificultades para concebir. Lo próximo es que la mucama se ve ante una eminencia ginecológica de Hurley Street y su problema parece tener solución. Un buen ejemplo de intromisión patronal.

Varios miembros de la Familia Crowley quieren meter su cuchara en las próximas nupcias del mayordomo y ama de llaves. Elsie Hughes se niega tener su boda en La Abadía. Es su lugar de trabajo y ese día ella no quiere ser sirvienta. Carson esta híper  incomodo porque no sabe como decirles a sus amos que se guarden su invitación, su Abadía y sus buenas intenciones en donde mejor les quepa. Pero lo importante de esta subtramas es el detalle de que Elsie Hughes, nunca ha compartido la adoración de su prometido por Mary. Recordemos que para Carson, Mary es la hija que nunca tuvo.  ¿Será posible que las mujeres más importantes en la vida del mayordomo peleen como gastas para demostrar su poder? Eso sería interesante de observar

Robert es otro atrapado entre mujeres entrometidas. Su consuegra y su madre insisten en que tome partido en la roñosa lucha por el hospital local. Robert se niega hacerlo. Cora no le facilita las cosas poniéndose de lado de Isobel.

El destierro de los Drew

Mary comienza sus nuevas labores de agente  haciéndose cargo de una exhibición porcina. ¿Y quién tiene los mejores chanchitos en las piaras Crowley? Nada menos que el sufrido Mr. Drew. Mary decide ir a visitar a los Drew y se lleva a George y a Marigold consigo. Mala idea. , ¿Por qué Marigold  parece importarle tanto a la mujer de un granjero? A Cora le da nauseas pensar que su hija mayor pueda comenzar a sospechar la verdad.

¿A ver, por qué Mary no debe saber que su hermana es mamá soltera? Después de todo Lady Mary está lejos de ser una santa paloma. Muy sencillo, por si no nos habíamos dado cuenta, la rivalidad entre hermanas sigue presente con un leve cambio. Ahora Mary va a envidiarle a Edith el dinero, el vestuario, el trabajo y hasta el piso en Londres que su hermana consiguió sin tener que casarse con nadie.
Al enterarse de la salida, a Robert se le ocurre una idea patriarcal y medieval. Hay que desterrar a los Drew  Tim Drew suplica a Milord que no haga tal cosa. ¡Que horror! Los Drew no han hecho más que favores a los Crowley. Otro en su lugar ya estaría chantajeándoles. Pero al buen Señor Drew solo se le ocurre recordar al Conde que su familia ha sido vasalla de los Grantham desde los días de Napoleón. Robert les da una segunda oportunidad que se desvanece cuando la Señora Drew tiene otra brillante idea: secuestrar a Marigold en medio del concurso de cerdos. Los Grantham deciden ser cerdos ellos, y a  Los Drew no les queda otro camino: deben empacar.

Esto es un alivio para Cora que tiene una pulga en la oreja llamada Daisy. Los tiempos han cambiado. ¿Recuerdan el primer capítulo de la serie con una Daisy adolescente levantándose de madrugada para encender las chimeneas? Tarea que debía desempeñar antes que los amos se despertasen porque ¡Guay de ella si se dejaba ver!

Ahora no solo Daisy habla de tú a tú a tú con La Condesa además ha desarrollado  un discurso rojillo. A espaldas de Cora la acusa de ser “el enemigo” por ser “parte del sistema”. ¿Qué quiere Daisy? Pues que Los Grantham recojan a Mr. Mason como si fue a un perro vagabundo. Obvio que con la expulsión de los Drew, el suegro de Daisy ya tiene casa asegurada. ¡Qué arreglo tan porcino! Me simpatiza Mr. Mason, pero estos nepotismos déspotas de los amos de la Abadía resultan muy injustos. por no llamarlos ingratos.

Mejor frase de la noche
Mrs. Hughes “Que El Cielo no permita que nosotros, los humildes, hagamos nada que contradiga a la bendita Lady Mary”.

Personaje que más lastima me inspiró en la noche

Por si los Grantham no estuvieran ya imponiendo su poder con pisadas de elefante,  su mayordomo decide imitarlos y asusta a Thomas con un que no “haría daño” buscarse un empleo. Los Grantham jamás han hablado de despedir al gay en residencia, además de que salvó aSibbie, encontró a la difunta Isis, de que es el mejor jugador de cricket del condado, que sirve de caballito para los niños de la Abadía,  da como caché tener un homosexual malévolo dando vueltas por la casa.

Lamentablemente no todos los patrones son así de tolerantes y a Barrows le va horrible en su entrevista de trabajo. Al parecer tendrá que ser valet, chofer, jardinero, ect. “Quieren una orquesta” comenta Thomas. Para colmo el mayordomo entrevistador capta enseguida la orientación sexual del aspirante y no  encuentra nada pintoresco el que Barrows sea “delicado”.

Mejor vestuario
Edith será la más sufrida de “Downton Abbey”, pero sufre a lo Greta Garbo enfundada en un guardarropa espectacular. Odio el color rojo, pero este profundo carmesí le queda bellísimo a la rubia de la casa.

Y este traje sastre es exquisito, muy diferente alos tailleurs masculinos de Mary. El tono gris que continua en los accesorios es interrumpido por la guarda dorada del cloché de la editora. Me encanta el jabot deensemble sea una capita.
la blusa gris perla y el detalle de que en vez de un blazer el exterior del traje sea una capa.

Espero el próximo capítulo esté más entretenido, no me puedo pasar la noche admirando el vestuario de Edith

martes, 8 de marzo de 2016

Despidiendo a Downton Abbey: 06X01. ¿Se cierra la Abadía?


Una última temporada siempre trae sentimientos encontrados. Dejar de visitar la Abadía nos crea a los Downties una sensación de pérdida (un sense of deprivement como se dice en inglés). Es por eso que me impuse la tarea de reseñarla.  Aunque ya la temporada hace rato que acabó en Las Islas Británicas, ya la han visto en Usa y la cultura del streaming la ha hecho conocida a usuarios de todo el mundo, yo quiero hacer una reseña (ahora que comienza por el cable latino) como un último homenaje. “Downton Abbey” fue una serie que, aun con bemoles ha sido un hito universal,  una aportación a la alcurnia televisiva, a la historia de las series de calidad (especie en extinción) y se merece desde ya ser conocida como un clásico.

Con esa introducción me adentro en el primer episodio de La Sexta y última temporada. Acabamos la temporada pasada sin muchos cliffhangers, a menos que se cuenten como tales el matrimonio anunciado entre ama de llaves y mayordomo y el fin de los amores y posible elevación en la escala aristocrática de Isobel Crowley. A Mary le salió un nuevo pretendiente, Tom y Sibbie emigraron a América,  y Los Condes de Grantham apechugaron con el hecho de que una de sus hijas era madre soltera.  Lo más importante es que se acabó esa incertidumbre inaguantable de si Los Bates terminaban en la misma celda o en el mismo cadalso. ¿Ya qué más faltaba?

Bueno, estamos en 1925.  Los Grantham tienen problemas económicos y hay que hacer recortes de servidumbre. Casas como las de ellos se han vuelto reliquias del pasado. Nada que no hayamos sabido antes. Más encima hay un problema con el hospital que se lo quiere anexar uno más importante Esto provoca uno de los típicos enfrentamientos entre Isobel y  La Dowager. La sorpresa es que el Dr. Clarkson apoya a Lady Violet, más que nada por darle en la torre a Lord Merton quien apoya la opinión de su ex prometida, Isobel.  En la Abadía,  Daisy sigue metiendo las patas y a Mary la están chantajeando. Nada muy interesante ni novedoso en un capitulo que parece escrito “por obligación”.


Las novedades son que Anna no puede  llevar a término un embarazo. Se le agradece a Lord Fellowes quien ha estado agobiando a los Bates con todo tipo de calamidades bíblicas, desde incluso antes que se casaran, que les inventase una tragedia tan banal. Y que había que inventarles una era de cajón.


Confieso que el capitulo lo vi entre bostezos y que la serie muestra tendencia por lo soporífero y repetitivo. ¿Cuántas veces Mary se verá involucrada en chantajes por pecados propios o ajenos? ¿Cuándo van a dejar  que Los Bates sean tranquilamente sosos? ¿Cuántos duelos verbales entre las matriarcas tendremos que aplaudir antes de que ya no nos impresionen?


Volviendo los ojos hacia “Upstaits Downstairs”, el modelo sobre el cual se ha cortado el molde de esta serie, me asombra que lo que Jean March y John Hawkesworth  lograron en diez capítulos, Julián Fellowes  no lo consiguió  en cuatro temporadas. En suma, Downton Abbey es una excelente visión costumbrista de la década de Los Locos 20, porque fidedignamente describe vestuario, decoración y milieu, pero no es histórica. Ni siquiera consigue esbozar una mentalidad de la época. Aunque nos encanten la tolerancia y flexibilidad moral de los Grantham , su comportamiento  no es realista. Hubiera sido imposible entonces que un matrimonio de tanto pedigrí aceptara como si nada que la hija mayor tuviera amantes (uno de los cuales murió en su cama), que la pequeña se casara con el chofer, y que la del medio  les trajera una nieta bastarda.

En “Upstairs Downstairs “se consiguió transmitir la desmesura, convulsión e impaciencia de una Inglaterra salida de una guerra-masacre. La desaparición de reglas sociales milenarias provocó un estado caótico que alcanzó su clímax en La Gran Huelga de 1926 y acabó en el desplome de Wall Street de 1929, eventos que Downton Abbey consiguió evitar mostrar dando termino a la serie en 1925.

Lo más impresionante de “UD” fue el modo en que trenzaron los problemas de una clase dirigente que pierde privilegios y cada vez encuentra más difícil mantener su opulento estilo de vida, con   la toma de conciencia del hoipolloi (en este caso el Staff doméstico) de que tiene voz y en  que se le abren nuevos caminos, algunos más complicados que la tenue seguridad que ofrece el ser parte de la servidumbre.

En  “Downton Abbey “la agitación social se manifiesta de  manera torpe: en el cínico discurso de una camarera chantajista o en el atolondrado exabrupto  de Daisy cuyos intentos por ejercer “sus derechos” siempre acaban  provocado más problemas. Totalmente artificial que Los Grantham la perdonen a pesar de haberlos abochornado  delante de un vecino y haber provocado el despido y ruina de inquilinos entre ellos, al siempre noble Mr. Mason, suegro de Daisy. Qué diferencia con UD donde vimos a Edward y Daisy intentar salir adelante fuera de la telaraña del servicio domestico, solo para que la miseria volviera  a empujarlos a un círculo vicioso de la cocina de los Bellamy.

En cuanto al cambio de los tiempos, las señales son simplistas (Lady Mary ya no monta de costado) o falsas. Un pequeños spoiler. Toda la temporada vivirá bajo la amenaza fantasma de que la Abadía de Downton puede cerrar sus puertas. Que no cunda el pánico. La serie culmina con la Abadía todavía en el poder de los Grantham.

Curioso, la última temporada de UD comenzaba también con esa amenaza. Habría que vender Eaton Place, pero no como señal de los tiempos que corrían, sino por motivos estrictamente personales. El recién casado Lord Bellamy se sentía incomodo de traer a su nueva esposa e hijastros a vivir a una casa que ahora partencia a un hijo con quien no se llevaba nada de bien. James hacia lo imposible por convencer a su padre que se quedara, algo que se lograba cuando Richard Bellamy ofrecía pagar una renta nominal. Lo triste es que la serie si se terminaba con la venta de Eaton Place y el desbande de patronos y empleados.
Rose (Jean Marsh) abandona Eaton Place

Es innegable que las grandes casas de campo inglesas y sus contrapartes citadinas, alcanzaron un auge en la Era Victoriana, pero ya para fines del Siglo XIX era evidente que no todos los miembros de la aristocracia podrían mantener esos palacetes, abadías, castillos y manors. Como lo explica Sir David Canadiense en su excelente Decline and Fall of the British Aristocracy, el decaimiento de la agricultura aunado a altísimos impuestos fueron mermando las posibilidades de mantener trenes de vida como el de los Crowley de Downton Abbey. Sin embargo, hasta el día de hoy los Duques de Marlborough conservan el Palacio de Blenheim, los Marqueses de Bath residen en Longleat, y los Condes de Carnarvon han encontrado un modo de preservar un estilo de vida en el Castillo de Highclare gracias a convertirlo en la Abadía de Downton.

Si los Bellamy perdieron Eaton Place fue por la torpeza de James de invertir toda la fortuna familiar en Wall Street en vísperas del Crack del 29. Si Robert y su familia no cometen errores y aprenden a ser más frugales, bien pueden seguir en su Abadía por un siglo más.

Lo mejor de la noche
Mi criado favorito.

Thomas Barrows quien alterna entre su cinismo de siempre con la autocompasión  a  estar seguro de que lo despedirán primero porque a nadie le cae bien. ¡Te equivocas Tommy, tu empleo está asegurado! Nadie más tiene esa espalda tan resistente para cargar niños que quieren ir al “apa”. Lo que deben hacer los Grantham (considerando como salvó a Sibbie de la nana esnob y racista) es poner al gay en residencia de niñero.

El mejor consejo para una tímida novia que le teme a la intimidad conyugal:

“Tal vez puedan apagar la luz” dicho por Mrs. Patmore a Mrs. Hughes.

Mejor discurso romántico.

“Dígale esto, Señora Patmore. Ante mis ojos, ella es hermosa. Estoy feliz, entusiasmado y lleno de orgullo porque aceptó ser mi esposa. Deseo que estemos todo lo unidos que puede estar una pareja por todo el tiempo que nos queda en esta tierra” Oh Carson, todas quisiéramos que nuestros hombres nos expresaran su amor de esa manera.

Toda esa mini tragedia de la insegura Mrs. Hughes, (ayy es que los romances de la tercera edad sacan a flote tantos complejos en las mujeres) y su complicidad con Mrs. Patmore. ("Me han encargado comisiones raras en la vida, pero esta...") fue muy cómica y muy conmovedora a la vez. Lo que más me conmovió es descubrir que ambas son vírgenes y la nostalgia de la cocinera por algo desconocido, pero que su compañera está a punto de conocer , casi me hizo llorar. Toda mujer debe conocer el amor aunque sea a la noble edad de estas señoras tan generosas, tan útiles, pero también tan solitarias. ¡Exijo un novio para Mrs. Patmore!

El mejor vestido de la noche

Como siempre Edith brilló por su elegancia.  Ese vestido champaña con diseño de claveles rojos era chic y llamativo a la vez. Ahora  que es mujer rica e independiente por su propio merito, Edith tiene un vestuario espectacular, mejor que el de Mary que siempre anda con ropa oscura.

Concuerdo con The Guardian  en que Edith s ve obscenamente hermosa, pero también es bueno que se vaya a Londres. Ya eso que maneje una revista desde su casa de campo en una era pre Internet, Skype, celular, ect. Es difícil de creer.

La mejor escena

Lord Grantham hurgando en la alacena (“¿Esto es un refrigerador?”) y siendo atrapado por Carson cuando se comía un muslo de pollo. La cara del mayordomo era impagable: Por un lado el escándalo . ¡Milord sirviéndose solo y sin plato y servilleta! Por otro ¿Cómo se atreve Milord a tomar comida que Carson lleva contabilizada? Eso es peor que lo que hizo Daisy