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jueves, 5 de abril de 2018

La Casa que Fundó Mary Boleyn: La evolución de los genes Bolena (IV)



Ya vimos que el karma persiguió a los únicos descendientes de los Bolena.  Vimos como una sobrina-nieta de Ana Bolena conseguía convertirse en Condesa de Northumberland, el titulo negado a su tía. Vimos a la nieta de Maria devolverle la mano a Ana, robándole el marido a La Reina Virgen. Y vimos como la sangre Bolena seguía derramándose en el cadalso. Pero la herencia Bolena produciría muchas figuras más prodigiosas de la historia del Reino Unido. Sería imposible mencionarlos a todos. Así que elegí a los mas celebres de cada periodo.

Bolenas entre Estuardos.
En 1601, con el fallecimiento de la Reina Virgen, moría la estirpe de Ana Bolena. El trono de Inglaterra era ocupado por un pariente lejano de los Tudor. Aunque el Rey Jaime I uniría las coronas de Escocia e Inglaterra (y Gales), era un Estuardo. Una nueva dinastía se cernía sobre el Reino Unido. Sin embargo, los bisnietos de Maria Bolena seguían encontrando su espacio en esa corte del nuevo rey. Ese fue el caso de su nieto el Conde de Essex, muy amigo de Enrique, el nuevo Príncipe de Gales. Sin embargo, Enrique murió joven y al trono ascendió su hermano Carlos I.

Carlos desposó a una princesa francesa, Enriqueta Maria. Entre las damas de la reina se contó a Lucy Hay, Condesa de Carlisle. Lucy era una hija de Dorotea Devereux, la que consiguió ser Condesa de Northumberland. Lucy era considerada la más guapa de la corte, pero también la más descocada. Sus amoríos eran tantos que fue celebrada en muchos poemas de su época.
Lucy Hay por van Dyck

Lucy también tenia alma de conspiradora y fungió como doble agente en las intrigas que le costarían la cabeza a su rey. En días de Cromwell, la oportunista condesa jugó a ser religiosa y se interesó en la fe presbiteriana, pero apenas supo que el rey Carlos II avanzaba había Londres se puso a cartearse con su nuevo soberano lo que le ameritó una temporadita en la Torre de Londres. Pero la fama de Lucy quedaría inmortalizada en la literatura.

En su juventud,  fue la amante del mas notorio casanova de la corte,  el Duque de Buckingham. Cuando éste la abandono, la celosa Lucy le robó un collar de diamantes. Resulta que las joyas eran un regalo de otro de los amores secretos del Duque, la Reina Ana de Austria y se las había obsequiado el Rey Luis. El siniestro Cardenal de Richelieu se enteró del descuido de la reina y mandó a Luis XIII que le exigiera a su esposa que lucese los diamantes en público. La asustada reina envió mensaje a Buckingham para que se las devolviera.

Yo creo que los lectores ya saben como sigue esta historia. Efectivamente, Alejandro Dumas se basó en Lucy Hay (en la que se combinaban la falta de escrúpulos del abuelo Enrique VIII y del Abuelo Tomás Bolena) para crear a Milady de Winter.
lana Turner como Lady de Winter

Tras la ejecución de Carlos I, Inglaterra fue sumida en revoluciones y guerras civiles. Los Bolena seguían cayendo de pie. Incluso el Conde Warwick, hijo de Penélope Rich, llegó a ser yerno del Protector Cromwell. No tuvieron hijos, pero si los tuvo su prima Lady Anne St John. Hasta ahora hemos hablado de los descendientes de Leticia Knollys, pero también los hay de su hermana Isabel Knollys, casada con Lord Leighton, gobernador de las Islas del Canal. Lady St. John fue nieta de Isabel.  Una de sus hijas, también llamada Anne se casó con el primer Conde de Rochester y fue madre del celebre e infame Johnny Wilmot, Lord Rochester.
Francesca Annis como la Condesa de Rochester y Johnny Depp como su hijo.

Rochester es reconocido hoy día por su excelente poesía satírica, por su amistad con el Rey Carlos II y por su libertinaje. Si quieren saber más de él deben ver “El Libertino” excelente y olvidado trabajo de Johnny Depp.

Bolenas Dieciochescos
El Siglo de Las Luces se caracterizó por ser el fin de los Estuardo y por la implantación de los Hanover en el trono británico. Los descendientes de los Bolena ahora portaban imponentes nobles en la aristocracia inglesa como el Conde De Sándwich, inventor del famoso emparedado, pero los genes Bolena iban a ser las bases de uno de los más celebérrimos y tumultuosos matrimonios del siglo.

Para ver como George Duque de Devonshire descendía de Maria Bolena (vía Leticia Knollys,) tenemos que volver al siglo anterior. Lady Frances Devereux, hija del desafortunado Conde de Essex, se casó con el Duque de Somerset, bisnieto de los Seymour que dieron una reina a Inglaterra, y descendiente directo de Maria Tudor y Charles Brandon.
Lady Frances Seymour por van Dyck

 Una de las hijas de Frances, Jane Seymour se casó con el Vizconde de Dunvergan. Su bisnieto, el Conde de Burlington, se casó con Lady Dorothy Saville, hija del Marqués de Halifax. Y aquí tenemos un ejemplo de la consanguinidad de los Bolena. El Marqués era hijo de otra Dorothy Saville que a su vez era nieta de Dorotea, la Condesa de Northumberland, hija de Lettice Knollys. Pero el Marqués, a su vez, se casó con Lady Mary Finch (ahí también hubo un escándalo) nieta de Penélope Rich.

Entonces tenemos a dos descendientes de Maria Bolena unidos ante el altar. Lady Dorothy Burlington, además de ser dama de la Reina Carolina, y patrona de artistas como Haendel y David Garrick, tuvo una hija, Charlotte, que se casó con el Duke de Devonshire. 

Los Duques fueron padres de William Cavendish, quinto Duke Devonshire. Cuando William fue en 1774 a pedir la mano de Lady Georgiana a Lord Spencer padre de la chica, era el soltero más cotizado del momento, pero ‘él y georgiana tenían algo en común. Lord Spencer era bisnieto del Conde de Sunderland y de Lady Dorothy Saville, por lo tanto, también descendía de la condesa de Northumberland, bisnieta de Maria Bolena.
Los Duques de Devonshire

La Duquesa Georgiana fue la mujer mas celebre de su época, por su influencia política, belleza, elegancia y triste y escandalosa vida que Kiera Knightley tan bien retratara en el filme “La Duquesa”. La sangre Bolena seguía predisponiendo a sus descendientes a la desdicha, al menos en el ámbito romántico.

Antes de pasar al siglo XIX, quisiera hablar un momento de Enrique Knollys hijo mayor de Catalina Carey. En vida de su madre fue un discreto miembro del parlamento, pero la rebelde sangre Bolena bullía en sus venas Pronto se dedicó a una actividad muy lucrativa en la era isabelina: la piratería. Su hija Leticia se casó con William, Lord Paget, otro que le gustaba las aventuras marinas y que se la pasó perdiendo barcos entre Virginia y Bermuda.  Su hijo se casó con su prima Isabel Rich, nieta de la desdichada Penélope. Su nieto fue Gobernador de Menorca cuya hija fue la antepasada de Charles Darwin. Como ven, no todos los Bolena son de dar escándalos.

Bolenas Victorianos
De Henry Knollys procederían los Paget, y del gobernador de Menorca vendría Henry Paget el primer Marques de Anglesey, el héroe de las Guerras napoleónicas. Aunque Lord Anglesey era muy controlado en el campo de batalla, no se podía decir lo mismo en su vida personal. Sus amores con la cuñada del Duque de Wellington le costaron ser dado de baja.  Tras perder una pierna en Waterloo, Henry se divorció de la madre de sus ocho hijos. SE casó con su amante. La pareja procreó cinco hijos más. Entre ellos a un señor que en la vida real no tuvo más importancia  que tener catorce hijos, pero que gracias a Daisy Goodwin ha pasado a ser un icono LGTB victoriano. Me refiero a Lord Alfred Paget.
Lord Alfred Paget y su supuesto gran amor Edward Drummond


Goodwin no solo le inventó una romántica historia de amor  homosexual a Lord Alfred. Hizo otro tanto con Otra Bolena, Harriet, Condesa de Sutherland, nieta de la desdichada Duquesa Georgiana. Aunque Lady Harriet si fue dama y amiga de Victoria, no tuvo esa apasionada relación con el cuñado de su patrona, Ernest de Hanover.
Harriet Sutherland y su supuesto gran amor Ernst de Hanover

A quien la serie “Victoria” no tuvo que inventarle un romance desdichado fue a Lord Melbourne cuya esposa, Lady Caroline Lamb existió en la realidad y también abandono a su marido e hijos para huir con el “loco, malo y peligroso” Lord Byron. Lady Caroline, anoréxica y andrógina, era hija de una hermana de Lady Georgiana, por lo tanto, era una Spencer Bolena.
Dame Sarah Miles como Lady Caroline Lamb

Pero los Bolenas victorianos no se contentaban con pasearse por la corte de Victoria. Ya hablamos de Charles Darwin. ¿Creerían si les digo que el gran poeta victoriano Algernon Swinburne descendía de los Bolena? ¿O que Lord Czrdigan que dirigió la Carga de la Caballería Ligera en Balaklava era un Bolena? ¿O que Lady Ottoline Morrel, mecenas eduardiana y fundadora del Grupo Bloomsbury, era Bolena debido a los Duques de Portland descendientes de la alocada Leticia Knollys?
Sir Trevor Howard como Lord Cardigan

Bolenas del Siglo XX
En tiempos recientes, el Reino Unido ha tenido mucho que agradecer a los descendientes de Maria Bolena, por sus diversas contribuciones. ¿Sabían que el hombre más grande que vio Inglaterra en el Siglo XX llevaba sangre Bolena?  Efectivamente, Winston Churchill tenía como apellido completo Spencer-Churchill. Ya vimos que los Spencer y sus primos los Sunderland son descendientes de Leticia Knollys, ¿pero cómo llegaron estos advenedizos a involucrarse con la Casa de Marlborough, la más aristocrática de Cran Bretaña?
John Lithgow como Churchill en The Crown

Vale recordar que el Famoso “Mambrú”, el Duque de Marlborough tuvo muchas hijas, pero un solo varón que murió sin descendencia. En premio a la inmensa contribución de Marlborough, se le otorgó el titulo a su hija mayor Henrietta. Al morir sus hijos sin descendencia, el titulo pasó a su hermana Anne, Condesa de Sunderland, quien a su vez se lo traspasó a su segundo hijo Charles, de quien descienden todos los Duques de Marlborough y los hijos segundos como Lord Randolph Churchill, padre de Sir Winston.
Robert Shaw como Lord Randolph y Simon Ward como su hijo en Young Winston

Curiosamente no solo Sir Winston heredó la astucia Bolena. También su rival político, Lord Halifax quien a través de su bisabuelo Lord Fortescue descendía de los Bolena escoses (los Marqueses de Lothian y los Duques de Buccleuch).

Otros descendientes de Maria Bolena, servirían a la actual Reina Isabel de diferentes maneras. Por ejemplo, el querido Porchey, Tanto él como su abuelo, el célebre arqueólogo, descendían de los Percy, Condes de Northumberland, y por lo tanto de Lady Dorothy Percy, hija de Lettice Knollys.

Y ha llegado el momento de examinar como es que Tommy Lascelles desciende de los Bolena. Por supuesto que hay momentos en los que exhibe la inescrupulosidad e implacabilidad del tataratararaabuelo Sir Thomas, ¿pero ¿quién hubo entremedio? Pues tenemos que hacer memoria y remontarnos al pobre Lord Essex, el último Bolena en ser decapitado. 

Su nieta, Lettice Shirley, se trasladó a Irlanda en donde ya vivía su abuela Frances Walsingham, viuda de Essex, y ahora casada con el Conde de Clanricarde. Lettice se casó con uno de sus “primastros” Clanricardes y pasó a ser antepasada de todos los vástagos de esa familia, incluyendo a Lady Elizabeth Joanna de Burgh que en 1845 se casaría con el Conde de Harewood y seria la abuela de Sir Alan Lascelles.

Bolenas en el Trono
Ahora viene la gran sorpresa. Hemos hablado de la ambición Bolena y como consiguió que Ana pusiera en el trono a su hija Isabel, pero Maria Bolena también tendría una descendiente que sería reina consorte y, a través de ella, una hija que hasta hoy es soberana de la Gran Bretaña.

Prepárense a oír otro de esos escándalos generados por esa herencia Bolena.  Como recordarán, los Duques de Devonshire eran representantes del gen Bolena. En el siglo XVIII,  una Cavendish se casó con el Duque de Portland. Entre sus hijos se cuenta un tal Lord Charles Bentinck. Lord Charles hizo un matrimonio escandaloso con una joven que era sabido, era hija de una cortesana. Tal vez para matizar este matrimonio tan desigual, la nueva Lady Bentinck juraba que era hija del Príncipe de Gales.

No le sirvió mucho el parentesco. Pronto Lord Charles se aburrió de su esposa y se fugó robándose a lady Anne Abdy, esposa de su mejor amigo. Eventualmente, gracias a varios divorcios, Lady Anne pasó a ser Lady Bentinck. Su hijo Charles, temeroso del estigma de sus alocados padres, decidió entrar al clero.
Los Condes de Strathmore, abuelos de Isabel II

El Reverendo Bentinck se convirtió en uno de esos pilares de la era victoriana y crió a su hija Nina Cecilia Cavendish-Bentinck en la moral mas estricta. Eso es lo que Nina Cecilia aportó a su matrimonio con Lord Strathmore, y lo que su hija Elizabeth-Angela Bowes-Lyon llevaría junto a su dote al Palacio de Buckingham. Ahora se entiende porque la Queen Mom y Sir Alan eran tan buenos conspirando juntos.

Acabo de caer que la Reina y la Princesa Margarita son las Hermanas Bolena modernas, aunque su rivalidad no esté basada en ningún rey obeso. Podemos excusar las locuras de Margarita adjudicándolas a las leyes de la herencia. Un poco de sangre de Bolena  predispone a una vida de desenfrenos.

Más famosas que las Hermanas Bolena
Y ya que estamos en el Siglo XX, tenemos que hablar de otras hermanas que también darían que hablar y no precisamente por intrigas cortesanas. La famosa Familia Percy , descendientes directos, de Dorotea Devereux, evolucionarían hacia otros títulos nobiliarios, como los Barones Beverly, los Condes de Abursham y Lord Reddesdale. Algernon Freeman-Mitford, primer Barón Reddesdale, fue un famoso diplomático en la corte del recientemente abierto Japón, célebre por sus colecciones de arte y manuscritos orientales, pero mas conocido por ser el abuelo de las Hermanas Mitford.

La mayor de ellas, Nancy, tuvo una larga carrera literaria de la cual son mas conocidas sus deliciosas novelas The Pursuit of Love y Love on a Cold Climate, en las cuales veladamente retrató a su excéntrica familia. Su hermana Diana, en 1936, en casa de Goebbels y en presencia del Fuhrer se casó con Sir Oswald “Tom”Mosley, jefe de los Camisas Negros británicos.
Diana y Unity haciendo el saludo Nazi

Si Diana era Nazi, su hermana Unity la superaba. Idolatraba a Hitler desde la escuela. Se fue a Alemania con la excusa de aprender el idioma, pero se puso a perseguir al Fuhrer con la persistencia de una fangirl cualquiera. Su tenacidad ganó a Adolf que la integró a su circulo privado. No se sabe hasta donde llegaron en su relación, pero la presencia de “la Valquiria” como la apodaban,  provocó uno de los muchos intentos de suicidio de Eva Braun.
Lesley Anne Down como Unity Mitford

Unity estaba empeñada en evitar que Alemania fuera a la guerra con Gran Bretaña. El día que eso ocurrió, intentó volarse los sesos. Sobrevivió, pero con una bala enterrada en el cerebro. No podía caminar, tenia problemas para hablar y razonar y estaba incontinente. Aun así, vivió ocho años más, hasta que una meningitis provocada por la misma bala, la mató.

Unity había compartido su cuarto con su hermana menor Jessica. Si las paredes de la Valquiria estaban cubiertas de suásticas, las de “Decca” , como la llamaban en familia, estaban adornadas con hoces y martillos. A los 19 años, Decca se fugó con su primo Esmond Rommilly para unirse a las Brigadas Internacionales. Los padres de ambos tuvieron que ir a España buscarlos y a casarlos. Acabado el conflicto, Decca y su marido regresaron a Inglaterra. Esmond murió peleando en la Real Fuerza Aérea Canadiense. Su viuda y su hija se trasladaron a Estados Unidos.
Decca y Esmond en Miami

Ahí Decca llevaría una vida totalmente opuesta sus hermanas. Se casó con el abogado judío Robert Treuhaft. Ambos fueron pilares del partido comunista durante la Era McCarthy y militantes de la campaña por los Derechos Civiles.

Con esas hermanas tan extremistas, ¿qué le quedaba la pequeña Deborah, la menor de la tribu?  Pues Debo soñó siempre con ser duquesa. Abandonó esos sueños al enamorarse de un hijo menor sin prospectos como lo era Lord Andrew Cavendish. Sin embargo, cuando el hermano mayor de Andrew murió durante la Segunda Guerra Mundial, Debo se convirtió en la Duquesa de Devonshire.

La Sangre Bolena se Convierte en Sangre Real
Tener en el trono a otra Isabel con genes Bolena parecería como el triunfo máximo del olvidado clan. Pero la rueda kármica seguía rodando. Esta generación de Windsor-Mountbatten es la más bolenica de la historia y todo gracias a estas dos damas escandalosas.

Sarah Ferguson siempre fue un poco despreciada por su simple apellido, pero por parte de su abuela paterna estaba emparentada con los Spencer (por el Duque de Bedford) y los Buccleuch (que por los Montagu y Burdenell descendían también de Lettice Knollys).

El caso de la Princesa Diana es mas interesante. No solo descendía de Lettice Knollys gracias a ser una Spencer, sino que también descendía de Georgiana de Devonshire gracias a Eliza Grey. Efectivamente, la bebé de la que tiene que separarse la Duquesa en la escena mas triste del filme fue antepasada de la difunta Princesa de Gales.

¿Y los Bolena del Siglo XXI?
En este momento hay más de un millón de personas, solo en el Reino Unido, que pueden ufanarse de tener a Maria Bolena en el árbol familiar. No todos son famosos, no todos son nobles, no todos hacen carrera en la política o en servicios a la Corona y no todas las descendientes de Mary Boleyn sueñan con atrapar a un rey.

Por eso he querido cerrar este amago de ensayo genealógico con una dama que por su belleza y talento ha buscado la fama en donde se encuentra hoy en día, en las pasarelas y enfrente de las cámaras: Lady Clara Paget, muy querida en este blog por su interpretación de Anne Bonny en “Black Sails”.

Creo que el viejo zorro de Sir Thomas Bolena hubiera estado orgulloso de esta heredera. Pero el más orgulloso hubiera sido su bisnieto Enrique Knollys, al ver a su descendiente directa, Lady Clara convertida en una bucanera como él.

FE DE ERRATAS: La descendiente de Eliza Gray hija de la Duquesa de Devonshire no era la Princesa Diana, sino su concuñada, Sarah Fergusson.

lunes, 12 de febrero de 2018

Los Romances del Period Piece: Lo Mejor del Drama de Epoca del 2017



Para clausurar mi balance de un año dedicado totalmente a la ficción histórica, y también para que coincidiera con la semana de San Valentín, he escogido hablar de lo romántico y lo pasional en los period pieces. Para mí, estos fueron los romances más románticos del 2017. No son parejas protagónicas (en un caso se trata de un romance periférico de la protagonista) pero a mis ojos evidencian la fortaleza, flexibilidad y profundidad del verdadero amor.

El Menage a Trois Versallesco (Versalles)

Al hablar de héroes y heroínas de este año mencioné, por separado, a los Duques de Orleans, pero más allá de sus virtudes como seres humanos está el fuerte lazo de lealtad, cariño y respeto que se ha creado entre ambos. Un afecto tan intenso como aquel demuestra que la buena voluntad puede a veces superar la sordidez de un matrimonio arreglado. Pero sería injusto y poco realista hablar de esa relación sin mencionar al verdadero amor de Monsieur, el incomparable, pero incorregible, Caballero de Lorena y de la tolerancia y compasión con la que Lieselotte ha añadido a Chevalier a su matrimonio.

Desde ese primer encuentro entre Philippe y la nueva esposa que su hermano le ha conseguido, que sabemos que la Princesa Palatina no se parece en nada a la artificial, vana y traicionera Henriette, su predecesora en la cama del Duque. Sin un asomo de timidez o de vergüenza de que su marido la haya sorprendido orinando, Lieselotte se revela como una mujer sana, franca y cariñosa. ¡Es la única en la serie que recuerda que Philippe tiene dos hijas y se preocupa por ellas!

La relación de Lieselotte y su marido es desarrollada a través de la Segunda Temporada. Vemos como Madame consigue acomodarse a la corte y el modo en que logra consumar su matrimonio, y seguimos a la pareja hasta la anunciación del deseado embarazo. Sin embargo, y a pesar del afecto que Philippe cobra por su segunda mujer basta recordar su ira y desesperación al creerla envenenada, su corazón sigue perteneciéndole a MonChevy.


El Caballero de Lorena tuvo también una temporada borrascosa que comenzó cuando su amante se quejó del modo en que MonChevy despilfarraba la fortuna de Orleans. Esa crítica acabó en una pelea de machos que pudo devenir en un hecho de sangre si no fuese por la interrupción de Liselotte. A pesar de que Madame intentó calmar a Chevalier y le ofreció compartir al marido, los celos de su rival tanto por Liselotte como por el historiador Tomas Beaumont, lo empujaron a la droga y a la autocompasión.

Por suerte, Chevalier se sobrepuso, mató a Beaumont y fue recompensado por su rey por haber acabado con un peligro para Francia. Aun así, al final tanto Lieselotte como MonChevy debieron despedirse del hombre que aman cuando el duque partió a su espacio favorito: el campo de batalla. Tiernísima esa última escena, cuando la desolada Madame coge de la mano a su rival, consciente de que él también sufre.

La Reina y su Ministro (Victoria)

Sabido es que el gran apoyo que tuvo Victoria en los inicios de su reinado fue William Lamb, Conde de Melbourne, y que esa ayuda devino en una escandalosa amistad. Tan grande era esa dependencia que se llegó a rumorar que la reina y su primer ministro eran amantes. En momentos en que la soberana cayó en desgracia con público, aristocracia y partidos políticos enemigos de Melbourne, se la llamó a sus espaldas y se la abucheó en la calle con el epíteto de “Señora Melbourne”. Entonces, tan descaminada no anda Daisy Goodwin con esta historia tan romántica que nos ha presentado en “Victoria”.

A pesar de sus detractores, este ha sido un romance muy intenso y mucho más emotivo que los insulsos amores de Vicky y su controlador primo. Es cierto que en la serie y en la vida real, Victoria acabó casada con Alberto de Saxe Coburgo, y que además de preñarla nueve veces, el príncipe consorte buscó dominarla en todos los aspectos de su vida privada. Muchas veces, Victoria habrá comparado la cargante imposición de voluntad a la que la sometía el marido con la sutil y deferente manipulación que conoció con el romántico Melbourne. El que Rufus Sewell interprete a Lord M.  también ayuda a crear esa distinción entre cortesano y consorte.

La serie nos ha mostrado una reina adolescente marcada por una infancia tan vigilada que solo ansiaba libertad. Es por eso por lo que el primer encuentro entre Vicky y Melbourne fue en realidad un “encontronazo”. Él estaba cansado de gobernar, y tal vez, de vivir. Ella, a pesar de su juventud, había desarrollado una desconfianza por el género humano y rechazó indignada la oferta de Melbourne de convertirse en su secretario.

Poco después, la intuición nata de Victoria la hace reconocer el valor de Melbourne. No solo lo convierte en su secretario, también lo hace su mentor, su confidente, su mejor amigo y el favorito de su corte. En ella, Lord M. (como lo apoda Vicky) encuentra una inspiración para moverse en la arena política y una renovada vitalidad. La serie no miente cuando habla de que ambos pasan la mayor parte de tiempo juntos. Melbourne cenaba casi a diario en el Palacio de Buckingham y cabalgaba todas las mañanas con Victoria.

Sin ser pesado ni didáctico, Melbourne ayuda a Victoria rellenar los vacíos que su deficiente educación ha dejado en el intelecto de la novata reina. ¡Vicky hasta le muestra los croquis que hace de su perrito! La soberana, aunque defiere muchas veces al consejo del ministro, también se atreve a debatir con él. No solo hablan de política, sino también de otros temas vitales como el amor. Victoria llega a interrogar a su consejero sobre su vida matrimonial, como cuando le pregunta sobre su reacción al ser abandonado por su esposa (la célebre Caroline Lamb que huyó con Lord Byron).

Lo que al principio se ve como extravagancia de adolescente se convierte en causa política. Melbourne es reemplazado por el parlamento por Sir Robert Peel. Ya no puede pasarse el día con su joven soberana. Para mayor agravio, Victoria debe prescindir de sus damas, incluyendo sus mejores amigas Lady Emma Portman y la Duquesa de Sutherland, porque ellas representan un espectro político diferente al ahora en el poder.


Ahí tiene lugar un episodio histórico, Victoria simplemente se rehúsa a prescindir de sus damas. Sir Robert, sintiendo que carece de la confianza de su monarca, renuncia. Melbourne regresa, pero el costo es alto. La reputación de Victoria se ve mancillada. En la serie hasta los criados reconocen que la soberana llora cuando su ministro no está cerca. La desubicada Lady Flora le cuenta a Vicky que ya la apodan “Mrs. Melbourne”.  La Duquesa de Kent le suplica a su hija que no le entregue su corazón a un hombre como Melbourne que tiene reputación de libertino.

Victoria no se inmuta. Es posible que la reina haya en algún momento experimentado algún tipo de sentimiento romántico por su primer ministro, a pesar de que la historia nos cuenta que su primer gran amor fue el Gran Duque Alejandro (que también aparece en “Victoria”). Sin embargo, en la serie, el personaje de Jenna Coleman da rienda suelta a su corazón para ir poco a poco enamorándose de Melbourne. ¿Pero es correspondida?

Daisy Goodwin es muy sutil en este aspecto. Cuando Sir John Conroy confronta a Melbourne acusándolo de querer aprovecharse de Victoria, el ministro le responde con gran dignidad. Pero a solas se mira en un espejo con expresión atormentada como escrudiñando su subconsciente. Mas tarde, cuando el Duque de Sutherland le recuerda que pronto perderá a Victoria ya que la soberana debe casarse, vemos la tristeza dibujarse en el rostro de Melbourne.



No hay que pensar solo en romance y cuchi cuchi entre ambos. La belleza de esa relación es que es muy humana y realista y va salpicada de peleas como corresponde al choque entre dos voluntades fuertes. Victoria es porfiada, se ofende fácilmente. A ratos, Melbourne tiene que gritarle, pero cuando ella lo necesita, él siempre vuelve. Tras la muerte de Lady Flora, Vicky toca fondo y el único que la eleva a la superficie es Melbourne, compartiendo con ella su propia noche oscura del alma, la depresión que sufrió tras la muerte de su hijo.



Aunque Victoria comienza a visualizarse como Isabel I, una mujer sin hombre, pero que se apoya en “compañeros”, y en el Baile Tudor, Melbourne se viste de Robert Dudley (gran amor de la Reina Virgen), el tiempo se les acorta. La familia de la reina la presiona para que contraiga matrimonio. De Hanover le traen al primo Alberto, estirado, puritano y con cara de perro, pero joven y de buen cuerpo (algo que la verdadera Victoria se apura en anotar en su diario). Confundida, la reina se decide a jugárselas todas y se va a Brocket Hall, hogar ancestral de Lord M., y se le declara.

Tuve que poner el video porque me es casi imposible describir el momento que para mí ha sido la escena mejor actuada de la Primera Temporada. Aunque vaya de incognito, es una osadía de parte de la reina el visitar a Melbourne em su retiro. Primero, tenemos la presentación de ambos personajes, ella que se supone solo revela su identidad a último minuto, él que aparece como un poco escondido detrás de una estatua. Luego el modo en que Vicky, con toda la sinceridad y torpeza de una adolescente, declara que no quiere a otro hombre en su vida y jura que jamás lo abandonaría como lo hizo Caroline.

Ahí vemos todo el cansancio y la tristeza que aquejan a Melbourne al tener que rechazarla.  Dice que él es como los pájaros que ampara en Brocket Hall, condenado a solo tener un amor. Ni él, ni yo, ni ningún shipero del Vicbourne, le cree. Mas que humillada, Victoria esta desolada, pero Lord M. aparece en el Baile Tudor vestido de Dudley y le pide un vals durante el cual deja en claro que tal como Isabel I y su favorito tuvieron que sacrificar sus sentimientos, ellos deben hacer a un lado su amor.

Victoria descubre una curiosa aliada en su madre. La Duquesa de Kent está destrozada. El interesado Conroy la ha vendido por mil libras anuales y se ha marchado a molestar a los irlandeses. Llorando, Vicky abraza a su madre diciéndole que no cree que pueda alcanzar la felicidad.  Por una vez, la Duquesa de Kent sirve de algo y le dice a Vicky que Melbourne la ha rechazado por caballerosidad, anteponiendo su deber antes que sus sentimientos.

Por falsa que sea esta historia, respeto y admiro a Daisy G. por incluirla, y también a Rufus y a Jenna por actuarla con tanto candor y realismo. La relación Victoria-Melbourne, no acaba ahí, Antes de partir en su luna de miel, Vicky comparte un momento a solas con Lord M.  y le deja claro que él todavía ocupa su corazón.


Amor Pirata (Black Sails)

Un curioso detalle del final de “Black Sails” es que llenaron este cuento de rudos piratas con historias sentimentales. Por amor, Long John Silver sacrificó el sueño de su Madi. El pobre Flint tuvo el consuelo de compartir prisión con su amado Thomas Hamilton. Vimos que Woodes Rogers podía derramar lágrimas por la muerte de su esposa y el público crucificó a Eleanor por haber traicionado a “su verdadero amor”, Charles Vane (¿WTF?). Lo más curioso es que de pronto a Max le bajó el amor (que creíamos pertenencia únicamente a los doblones de oro) por Anne Bonny.

La Gatita Valentina Moreyra me hizo dudar un poco del final de la relación Max y Anne y una investigación en las redes me hizo ver que muchos shjoperos también creían que habían quedado como pareja. Eso no es así. Para cuando TV Insider entrevista a los guionistas está claro que Max y Anne se han reconciliado, pero la pirata eligió seguir con Jack sin desoír a su naturaleza bisexual. Por algo los escritores presentaron al final a Mark (Mary) Read como manera de entroncarla al   verdadero destino romántico de Anne Bonny.

Cuando Anne se acostó con Max en me dio la impresión de que era su primera vez con una mujer. Lo que no quita que no le gustara la experiencia o que no quisiera repetirla, pero, aunque le tenía cariño a la ex esclava, no creo que la amara como amaba a Jack. La historia sentimental de Anne era desastrosa. A los trece años, su marido James Bonny la golpeaba y la vendía al mejor postor. De ese suplicio la salvó Jack Rackham y la agradecida pirata nunca olvidó, pero su relación estaba basada en más que en gratitud.

Parecerá extraño porque Calicó Jack era el menos pirata de los piratas, el menos aguerrido y brutal. Sin embargo, y tal vez Anne se sentía un poco protectora de su compañero, a ella le gustaba como hombre. Fue Anne quien invitó a Jack a compartir cama con ella y Max. Cuando Jack privilegió su relación comercial con Max, y dejó a Anne en tierra, la pirata se sintió dolida y celosa.

La traición de Max, que casi le cuesta la vida a Jack, fue un tiro de gracia para la relación entre las dos mujeres. La pirata quería matar a la dueña del burdel, y le tomó tiempo sacarse esa idea de la cabeza. Se lo comentó a Jack. Como todos los personajes de la serie, Anne estaba un poco harta de tanta violencia:
Anne Bonny: Me dijo que si entregaba el dinero estarías a salvo. No es solo la mentira… intentó alejarte de mí. Cuando dejé esa isla… lo único en lo que podía pensar era en maneras de vengarme de ella, por lo que había hecho. Y ahora que estamos aquí, sería tan fácil… y no quiero hacerlo. No quiero vivir con las consecuencias. Con la visión de verla sufrir de esa manera. Simplemente no quiero. Esta puta isla… te hace hacer cosas que no quieres hacer… ¿cómo no nos hemos dado cuenta hasta ahora? ¿Qué demonios hacemos aquí otra vez Jack?






Para muchos, el breve discurso que Anne le hizo a Jack donde dice que nunca será su esposa (final Temporada 2), pero siempre estarán juntos, sonó a una resistencia a la idea de una relación romántica. Yo lo interpreté de otra manera.  Anne está repudiando la idea de ser una esposa tradicional, como Eleanor bordando en un rincón, pero no excluye más bien afianza el lazo erótico-sentimental que la une a Rackham. La misma Lady Clara Paget, hablando de su personaje,  declaró que Jack representaba todos los matices emocionales en la vida de Anne Bonny.

En la temporada final, Max a pesar de su traición, es recibida en el barco con Jack. Parte a Filadelfia con ellos, pero luego que la malherida Anne la manda al diablo, Rackham exige a la ex esclava que se aleje de su mujer. Max consigue que Marion Guthrie financie una expedición a Nassau, pero le cuenta a Anne que ha rechazado una oferta de matrimonio, por amor a ella.

 Luego, Idelle le recuerda a Anne como Max la salvó de ser acusada de asesinato. Esa combinación de factores lleva a Anne a perdonar a Max, un perdón que no involucra un reinicio de su actividad sexual. Los guionistas han dicho que el capítulo 8 representó un final de la relación de Max y Anne y por eso no les dieron una escena juntas en el episodio 9.

La última escena de Max y Anne interactuando las tiene sentadas bajo la nieve luego de haber arreglado sus asuntos. Las vemos asidas de la mano, símbolo de perdón, pero el regreso de Jack de Nassau es diferente. 

Anne sale de la casa, ya curada, envuelta en una manta y se abalanza a abrazar a su compañero. Es un gesto más apasionado que un simple tomarse de las manos. Es casi tan intenso como esa llegada a Filadelfia con Jack cambiándole los vendajes a Anne y dándole un beso de despedida. En la última escena del trio, la cámara enfoca a Max y la expresión en el rostro de Jessica Parker Kennedy deja claro que sabe que en esto ella es la perdedora.


Para mí la confirmación de que el amor entre Jack y Anne (y reitero no excluye un trio con Mary Read) era respetado por la producción es el que fueron los únicos personajes que tuvieron un final feliz en este cuento de piratas. porque la felicidad de los otros personajes queda en un ‘veremos” ambiguo. Stevenson nos contó la desdichado muerte de Flint, Max es muy capaz de arruinar su fortuna de nuevo.  ¿Podrá Madi realmente perdonar a Long John? ¿No será que el resto de sus vidas ella lo amargará con reproches?  

En cambio, nos queda clarísimo que Anne y Jack siguen juntos y compenetrados. Eso solo acaba con una Anne encinta y lamentándose al pie del cadalso donde cuelga Jack tal como ocurrió en la vida real.

Lo que Magdalena Encontró en el Rif (Tiempos de Guerra)

En blog anteriores puntualicé que el mayor aporte de “Tiempos de Guerra” era situar lugares comunes y estereotipos de los dramas médico-militares en terreno virgen, en este caso La Guerra de Marruecos. Sin embargo, noté que había algo totalmente inexplorado en estos relatos de enfermeras “bélicas”:  el romance interracial de Magdalena y Larbi.

Aunque los amores interraciales han sido parte de la ficción (incluso de la histórica) desde El Quijote, desconocía ejemplos que pudiesen sentarles pautas al romance entre la enfermera rubia y de clase alta y el camillero moro que nos ofrecieron Ana Moliner y Daniel Lundh. Precisamente por ser tan novedoso es que ese romance pudo fracasar, pudo no gustar, pudo parecernos inverosímil. Aplausos a los guionistas no solo por darles un final feliz, sino también por hacernos quererlos y creer que merecían una oportunidad, cuando ni la Reina Victoria Eugenia dio dos duros por ellos.



No tengo que repetir que Magdalena fue mi “Dama Enfermera” favorita. Lo he dicho en notas anteriores, y la razón fue por ser la única del grupo en interesarse su entorno. Aunque lo que empuja a Magdalena a interesarse en Marruecos es Larbi, el camillero cuya apostura física la ha conquistado, es esa capacidad de desligarse de su mundo, de un Madrid de la alta sociedad donde la espera un novio y una casa llena de sirvientes, lo que la diferencia de sus amigas.

Del trio protagónico, Magdalena es la más adinerada, pero también la más generosa. Es la más inocente, pero es también la más práctica (basta ver su equipaje de vestidos bonitos, coñac francés, bombones) y es, al menos ante su espejo, la menos guapa por lo que arriesgar su compromiso con un gran partido la hace heroica.

Larbi tampoco cabe en clichés. No es el revolucionario que desprecia a los representantes del colonialismo, ni tampoco es el morito bobo que mira humildemente a la señorita rubia que llegó de España. Él tiene mucha dignidad y confianza en sí mismo. Se convierte en una especie de guía de estas niñas perdidas en Marruecos. Le enseña a Magdalena a moverse en el Zoco; ayuda a riesgo de perder trabajo y libertad, a escapar a Pedro; y es quien recupera la morfina del hospital. De pronto, Larbi se vuelve el fixer-héroe de esta historia, alguien digno de Magdalena.

A pesar de que es obvio que se simpatizan, es solo cuando Magdalena visita la casa del rifeño, que ambos toman conciencia de que su relación puede tomar otro cariz. La golosa de Magdalena se deleita con los dulces hechos por la madre de Larbi, él le envuelve la cabeza con una bufanda de seda, pero a punto de darse un beso, la formal enfermera le explica que está comprometida. El desolado camillero murmura que Daniel es muy afortunado. De ahí que Magdalena comienza a cuestionar su compromiso. ¿No sería ella más afortunada comiendo mazapanes en Melilla que de gran señora en Madrid?

A pesar de que Magdalena lucha en contra de sus sentimientos, su subconsciente la traiciona, primero en un sueño erótico que tiene con Larbi. Luego, en su delirio provocado por la fiebre, se le declara. A pesar de que Pilar, por separado, intenta hacerles ver a Larbi y Magdalena que ese amor no tiene futuro, el personaje de Ana Moliner comienza a tomar decisiones. Le escribe a Daniel rompiendo el compromiso y luego casi se agarra de las greñas con Susana por el racismo y clasismo de su amiga. En el discurso de Magdalena son evidentes la tolerancia y humanidad que ha adquirido en su profesión, pero también el respeto y consideración que siente por los marroquíes.

Presionada por su madre y por la Reina, Magdalena se rinde. Desde Madrid le escribe a Larbi despidiéndose para siempre. Fue muy conmovedor que Pilar tuviese que leerle la carta al camillero por ser este iletrado. 





Sin embargo, Magdalena se arrepiente de su decisión y se regresa a Melilla, así sin dinero, ni grupo de apoyo, una paria en todos los aspectos, sin siquiera la oportunidad de volver a ser enfermera. La misma Susana, asombrada ante la grandeza del sacrificio de su amiga, apoya la decisión de Magdalena. Hasta le da permiso para que vaya a su boda con Larbi.

Yo sé que el final feliz de este romance interracial puede parecer inverosímil, pero hubo dos cosas que me dieron esperanza: primero que Magdalena recobró su trabajo y su sueldo. Segundo, que dijo estar dispuesta a convertirse al islam. Al menos esos escollos están superados, porque no sé cómo Magdalena va a lidiar con el hecho de vivir sin vestidos bonitos y con un marido que hay que enviar a la escuela de párvulos. ¿Y como Larbi va a poder explicar su familia que su mujer trabaja fuera de casa?  pero casos parecidos han acabado en relaciones estables y duraderas.

¿Hubo algún otro romance tan intenso como estos en el drama de época del 2017?