lunes, 18 de octubre de 2021

Cazadores de Nazis en Netflix : Jaguar no es Hunters

 


Me acerqué con cautela a Jaguar. Con solo un día al aire ya tenía cuatro ( de cinco) reseñas negativas en IMDB y la crítica especializada la ignoraba o no la entendía. Acabé el primer episodio con gran paz. Más allá de sus bemoles, este último encuentro Netflix y España (Bambú)  no carece de coherencia y no se parece a Hunters, lo que ya es gran mérito.

A tres semanas de su estreno, Jaguar sigue sin ser comprendida o apreciada. Hay quien se queja de que es un poco más que “Nazisplotación” y que no toma en serio el tema. En cambio, en El Español  la acusan de “tomarse mucho en serio”. Hay quienes dicen que si la música, que si Blanca Suarez, y se la han tomado con el pobre Oscar Casas que no lo despegan de la sombra de su hermano. Lo más triste es que si la alaban es porque se parece a Hunters, y si le reprochan algo dicen que es inferior a Hunters. Ya me tienen hinchado los ovarios, la mera comparación ofende.

Hunters y su Mofa del Holocausto

Me temo que tengo que comenzar con Hunters, de la cuál no quería hablar ya que al solo hacerlo me embarga una vergüenza que ni siquiera es ajena. Usando los calificativos que le dan los críticos, ese proyecto de Amazon es una serie de clichés, explotación de violencia gratuita, que pretendecon muy mal gusto resaltar la saga de un grupo ( totalmente ficticio)  de sobrevivientes del Holocausto que anda asesinando nazis en los Estados Unidos de Los Setenta.





La trama comienza en 1977.  Biff Simpson (Dylan Baker),  un ministro del gabinete de Jimmy Carter está ofreciendo una barbacoa para sus empleados. La esposa de uno de ellos entra en pánico al reconocer a Simpson. Todo es caricaturesco con una iluminación colorinche que  recuerda los comerciales televisivos de la época. La mujer en un lujo de mala actuación aúlla “¡Tu!...Tu… El ….¡El Carnicero!”. Parece que sufre de un ataque de apoplejía y suplica que llamen a la policía.

Nadie entiende nada, nadie hace nada hasta que Simpson saca un revolver y mata a todos los invitados, dejando a la gritona viva. Tras aceptar ser un criminal de guerra,  la mata. Esta risible introducción deja en claro que Simpson es parte de un cabal nazi que ha infiltrado al gobierno de los Estados Unidos,  que es liderado por Lena Olin,  alias la Coronela,  y que al final se descubre es Eva Braun. Esta escena ayuda a crear la atmosfera que distinguirá a la serie: paródica, bufonesca, grotesca.



De la masacre de la barbacoa, pasamos a Brooklyn donde Jonah (Logan Lerman) , un chico judío,  vende drogas para mantener a su abuela. Esto acaba cuando la abuela es asesinada. La policía cree que se trata de un robo. Jonah cree que hay algo más y se lo confirma Meyer Offenberg (Al Pacino) , un misterioso amigo del pasado de la abuela.



Además de haber sobrevivido Auschwitz, Meyer es un millonario. Usa su fortuna para cazar nazis apoyado por un grupo de sobrevivientes más una especie de Angela Davis que da patadas de kung fu y un veterano japones de la Guerra de Vietnam que nunca se sabe que pito toca . La abuela de Jonah era parte de ese grupo al que el chico se unirá para vengarla.

La serie describe las misiones del grupo que siempre culminan en asesinatos violentísimos. Los nazis, que están a punto de instalar un Cuarto Reich en la Casa Blanca,  responden con igual ferocidad y todo deviene en gore, un aura de juego de video y un kitsch “pulpiento” que evoca las películas semi porno del Holocausto de los 70 y esfuerzos más cercanos como ese bobo cine de zombies nazis.



Los cazadores son brutales, sanguinarios y malhablados. Tras nueve episodios de disparates,  llega en el décimo una revelación que quita todo sentido a una historia que debió acabar así, pero amenaza con una segunda parte.

Esta desvergonzada pesadilla nace de la mente de un tal David Weil cuya excusa era que quería crear una tira cómica,  estilo Marvel o DC, pero poblada de héroes judíos. Weil ha sido el primero en sorprenderse ante la airada reacción de críticos y publico escandalizados por la incongruencia caótica y grosera de un cuento que hace mofa de los millones de víctimas de la Shoah.



Los amagos de excusa de Weill van desde lo ridículo hasta lo patético como cuando dijo en una entrevista que quería una serie donde los protagonistas vivieran de acuerdo con la religión judía. Creo que quiso decir “cultura judía” porque una serie donde un “héroe” como Meyer sale con “deberías leer la Tora. Es el libro clásico de historietas “ no puede ser muy amiga del judaísmo.

Yo no creo que el Holocausto sea una vaca sagrada y que no se pueda hacer comedia sobre ello. Ya lo comenzó Chaplin con El Gran Dictador y lo siguió Ernest Lubitsch con Ser o no Ser. No me molesta ni que hagan tebeos sobre ello. Admiré y me conmovió mucho lo que el caricaturista Art Spiegelman hizo con Maus, la saga de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial donde los judíos son dibujados como ratoncitos y los alemanes como gatos. Y si vamos por comedias negras sobre el tema, amo los ‘Basterds’ de Tarentino.

La diferencia con Bastardos sin Gloria es que sabemos que esta es una ucronía porque nunca Hitler murió en un atentado de un cine parisino. En cambio, para añadir insulto a la injuria, le han puesto a Hunters el rotulo de “basado en hechos reales”.  Los Bastardos tiene un mensaje profundo sobre muchas cosas, iniciando con el poderoso discurso de Landa (Christophe Waltz)  sobre las ratas y las ardillas. Para terminar, aunque se consigue el propósito de acabar con Hitler, todos los vengadores han muerto, incluso Shoshanna (Melanie Laurent en un personaje muy parecido al de Isabel en Jaguar).



Solo sobreviven Aldo Raines (Brad Pitt) que no tiene razones personales para vengarse;  el oportunista Landa que se ha cambiado de bando; y un solo judío (Utvich) del equipo. Aldo es quien se encarga de tatuar una suástica en la frente del nazi para que siempre se sepa quién es. El mansaje es claro, la venganza tiene un alto precio, solo sobreviven de ella los listos, los con sangre fría y los que antes de matar nazis prefieren exponerlos ante los ojos del mundo.  Ese no es el mensaje de Hunters, pero sí de Jaguar.




El Coronel Baz y sus Búhos

Hunters ha sido muy apreciada por el público de los juegos de videos, por los que saben poco del Holocausto,  y por los que se creen el cuento de que el filme está basado en hechos reales. ¿De dónde sale esa absurda idea?  Lamentablemente del componente judío. En 2007, Dany Baz , un coronel retirado de la aviación israelí,  publicó The Secret Executioners. Ahí contaba de sus años de servicio en una organización secretísima llamada “El Búho”,  creada por un magnate petrolero que también era un sobreviviente del Holocausto.

El Búho estaba compuesto por sobrevivientes de campos de concentración, ex oficiales de Tzahal y de veteranos de Vietnam (¿??). Según Baz, se habían encargado de matar a cuanto nazi encontraban en su camino a los que rastreaban gracias información proporcionada por la CIA, el FBI y la Mossad. Su máxima hazana habría sido el secuestro, en Canadá, de Aribert Heim, apodado el “Doctor de la Muerte”. Heim habría sido ejecutado en una playa de Los Angeles, operación en la que el propio coronel habría participado en 1982.



Tanto el Centro Simon Wisenthal (que siguió ofreciendo una cuantiosa recompensa por información sobre Heim) como el cazador de nazis francés Serge Klarsfeld,  refutaron ese cuento. “Una fantasía total” la llamó Klarsfeld agregando “si existiera tal organización, yo sabría de ella’.

Lo más fascinante del relato es el supuesto “Barney” el organizador y auspiciador del “Buho”y que ha servido de inspiración para el personaje de Pacino en Hunters. Según Baz, Barney era un sobreviviente de Mauthausen que se había enriquecido con el petróleo de Alaska. ¿O sea, cuantos millonarios hay con ese currículo? Seria facilísimo descubrirlo y sin embargo hasta ahora no hay nadie que llene ese perfil. Parece que Baz es muy novelero y solo David Weil le creyó el bulo. ¿Como podemos quejarnos de las calumnias,  si los mismos judíos nos difamamos?

La MarySue de Mauthausen

Mauthausen, creado en Austria después del Anchluss, era un campo primordialmente para hombres y hoy es reconocido como el sitio que encarceló a más de siete mil españoles republicanos, de los cuales cinco mil perecerían. Una originalidad de Jaguar es que sea la protagonista la sobreviviente de Mauthausen. ¿Como así si se trataba de una niña, y las españolas de todas las edades fueron enviadas al pavoroso campo de mujeres de Ravensbruck?

Se explica que Isabel, de diez años,  debió quedarse en el vagón y seguir viaje puesto que solo los varones se apearon en Mauthausen. Pero la chiquilla corre tras el padre y le dan con la cacha de una pistola en la frente dejándole una cicatriz de por vida. Un oficial de la SS,  que ella luego sabrá es Otto Bachmann, mata al padre, pero el comandante del campo ( en esa época era Franz Ziereis) decide usarla como criada en su casa.



La historia abre en Madrid.  Isabel (Blanca Suarez) es una mujer de 30 años, una MarySue tarentinesca que habla alemán sin acento, sabe disparar, es experta en artes marciales,  escala muros como un gato, y vive con un solo propósito, vengar a su padre. Para eso trabaja en un restaurant alemán frecuentado por Otto Bachman (Stefan Weinert, que se ha convertido en el rostro del nazi en la ficción española) , ahora un próspero empresario asentado en Madrid. En ocasión del cumpleaños del Fuhrer, Bachman y una pandilla de nazis celebra en el restaurant. Isabel envenena su postre, pero el veneno que le vendieron es solo anís con agua.



No queriendo desaprovechar la oportunidad, la camarera sigue a los nazis borrachos hasta el Bar Florida. Cruzando un parque, Isabel es atacada por un extraño al que deja fuera de combate con una llave de judo. Es perseguida por uno en motocicleta y otro en auto. Los elude, les dispara y,  tras escalar una verja de hierro,  logra llegar a su piso donde la espera otro que la aturde.

Isabel despierta maniatada,  con los ojos vendados,  y es interrogada por desconocidos que amenazan con torturarla si no les dice la verdad. Tras un largo cuestionamiento, Isabel descubre que el cuarteto es quien la ha estropeado el atentado y ellos que Isabel solo busca vengar a su padre. Le explican que ellos tienen un plan mayor. Bachman está preparando la llegada a España de Aribert Heim, ex médico de las SS y uno de los peores monstruos del Holocausto.

El cuarteto quiere atrapar a Heim y llevarlo ante la justicia. Isabel,  que en su estadía en Mauthausen conoció al médico, puede ayudarlos a identifícalo. Después de pensarlo un poco, la mujer acepta y así se integra a este misterioso grupo compuesto por tres sobrevivientes de los campos de exterminio, más el hijo de uno que no sobrevivió.



Nadie sabe para quien trabajan ni quien proporciona el dinero. Han entrado a España ilegalmente (con la excepción del joven Romero) y su único contacto con quien los ampara es la misteriosa Ramos (María de Medeiros) con la que Vicente Lucena (Iván Marcos)  el líder del grupo tiene encuentros esporádicos en el Museo del Prado.

Los encargados de la logística del grupo,  más el pasado de Isabel,  luego de su liberación de Mauthausen,  son los únicos misterios que nunca se resuelven en los seis capítulos de una historia que Netflix ha vendido como un relato de acción. La tiene a raudales, igual que suspenso. Es violenta, pero nunca cae en el gore, ni parodia el cine del Holocausto como lo hace Hunters.

Me ha irritado que en IMDB, la serie de Amazon tenga un 7.2 de aprobación y Jaguar un mero 5.7. Solo en ese banco de datos tiene buena fama Hunters, puesto que en Rotten Tomatoes tiene un 67% de aprobación del público en comparación del 64% de la crítica. Mas lapidarios son en Metacritic donde le han dado solo un 55% de aprobación. Las razones para el repudio son las que he comentado. La más dura ha venido del Museo de Auschwitz-Birkenau que ha acusadoy razón le sobraa esta serie,  coproducida por el sobrevalorado Jordan Peele, de darle pienso a los Negacionistas con tanto disparate falso.



Skorzeny, Heim y Otras Exactitudes Históricas

No existe ese problema en Jaguar que no pretende estar basada en hechos reales. No tenemos noticia de vengadores iberos, pero pudieron existir, puesto que hubo españoles sobrevivientes de campos de concentración y hubo criminales nazis gozando abiertamente del sol peninsular. En el Times de Israel se ha separado ficción y realidad de la serie, y hay más de lo segundo que de lo primero.

A pesar de que se sepa poco del tema, la serie se esmera en darnos cursos express sobre los campos, sobre la experiencia española en el Holocausto,  y sobre estos cabronazos nazis que han eludido a la justicia. Hay ratos en que los diálogos están tan llenos de datos que acaban en cátedras de exposición. Se les agradece porque cuando se sabe poco o nada, es bueno que nos ilustren y a pesar del perro cliffhanger final, Jaguar no nos deja en la oscuridad sobre el trasfondo histórico.

Aun así, aconsejo ver en Netflix el documental sobre Otto Skorzeny,  El Hombre más peligroso de Europa. Es que en Otto Bachman se han fundido los perfiles del liberador de Mussolini y de Otto Bachmayer uno de los guardias más sádicos de Mauthausen . Hasta donde sabemos, Skorzeny nunca laboró en un Lager, lo que ayudó a crearle esa fama de mito semi heroico.



Tal cosa no ocurre con Aribert Heim, que es como un ente escapado de película de terror y que le quedo bien merecido el rotulo que el Centro Simon Wiesenthal le colgó de ser “El criminal nazi más buscado del mundo”. Todo lo que cuentan en la serie de Heim, y lo que el monstruo le cuenta a Isabel, es cierto. Bajo la excusa de experimentos médicos, Heim dio rienda suelta a su sadismo en varios campos de concentración, pero principalmente en Mauthausen-Gusen donde estuvo desde el  ‘41 hasta el ‘42.

Debido a que cuando se le arrestó era parte de un batallón de SS en servicio activo, se le exoneró considerándosele solamente un médico militar. Lo extraordinario es que Heim vivió en libertad en Baden-Baden por más de quince años. Durante ese tiempo ejerció la medicina, se casó,  tuvo hijos y hasta jugó hockey en torneos amateur.

Aunque fue reconocido por ex prisioneros, el gobierno alemán solo vino a emitir una orden de arresto en 1962. Fue entonces que el hombre se esfumó. Se le vio en varias ocasiones en territorio español. Lo que tiene lógica, porque es desde la Península Ibérica que Skorzeny dirigía las operaciones de lo que se conoce como la “Ruta de las Ratas”, que permitía a criminales de guerra buscar otra vida e identidad en otros países.



En España se pierde la pista de Heim. Se cree que se fue a Sudamérica. Al menos la Mossad le encontró un rastro en Uruguay. Se dice que practicaba la medicina en Paysandú. Otra vez Heim eludía a la justicia. El Centro Simon Wiesenthal lo creía cerca de la Patagonia.

Waltraud, hija ilegitima de Heim, vive en Puerto Montt. Ephrain Zuroff , director del Centro Simon Wiesenthal, viajó a Chile a entrevistarla. La mujer le dio un cuento chino de que su padre había fallecido en la Argentina en 1993. La muy pilla quería cobrar la herencia, pero se la negaron al no poder presentar un certificado de defunción.



En el 2009, el New York Times publicó una historia diciendo que Heim había muerto en Egipto en 1992. Se basaban en una entrevista con Rudiger Heim, hijo del criminal, quien aseguraba haber acompañado os últimos días del padre. Según Rudiger, Heim habría cruzado el estrecho de Gibraltar, se refugió en Marruecos y de ahí haber pasado a Egipto con un pasaporte a nombre de “Ferdinand Heim”.

Tras convertirse al Islam, en los 80, Heim tomó el nombre de Tarik Farid Hussein y habría muerto de cáncer rectal, en el verano de 1992. Como esta vez sí había un certificado de defunción, tanto los medios como el gobierno alemán concordaron en declarar a Heim muerto.



Ni Mensajes Políticos Ni Falso Woke

Gracias a esa nebulosa que envuelve los últimos años del criminal de guerra,  desde su llegada a España hasta su supuesto fallecimiento, es legítimo imaginarnos un cuento como el de Jaguar, que funciona tan bien tanto como relato histórico como película de acción. Algo inesperado es la falta de mensajes políticos. Nunca sabemos quiénes realmente amparan a los nazis en España.

El Coronel Aguado, y el club de militares,  no pretenden dar la impresión de que todas las fuerzas armadas españolas estaban en contubernio con estos criminales. Aunque hay retratos del Caudillo por todos lados, era la norma, no implica ni a Franco ni a su corte en la protección y manutención de gente como Otto Bachmann.

El Quinteto de Jaguares tampoco lanza eslóganes políticos. Sabemos que Lucena peleó la guerra junto a Cristino Granda, que fue resistente y que después de Auschwitz, retornó a España con el malhadado maquis. Podemos suponer que es comunista, pero no es algo que lo defina, al menos no en esta temporada.



Otro mérito de la serie es que no se rinde al woke actual, aunque muchos crean que lo hace. La homosexualidad de Carlos que se revela (y solo al Sordo)  es posible,  y ayuda a que el chico tenga también un secreto, puesto que la revelación de los secretos de cada personaje es fundamental. A diferencia de Hunters donde los secretos solo sirven para hacer la trama más descabezada, en Jaguar esos pequeños vistazos al pasado de los personajes les añade dimensión y nos permite entrar en su intimidad y hasta quererlos. Yo ya tengo mis favoritos, Marse y Lucena (será porque Iván Marcos tiene buena pinta y ya saben mi debilidad por los gallegos).

El otro detalle woke ( que no lo es)  es la aparición furtiva de un personaje de color consolando a Isabel en casa del comandante. Aunque no he encontrado de rastros de sirvientes negros en casa de Franz Zieireis, si hubo un afrocaribeño en Mauthausen. En 1944 llegaba el marino mercante LionelRomney a ese infierno. Oriundo de la isla de San Maartens, había caído en manos de los alemanes tras cuatro años de cautiverio en Italia. Los italianos lo habían tratado decentemente por lo que llegó a Austria con buena salud y su contextura vigorosa lo hizo idóneo para el trabajo en las canteras De Mauthausen. Fue liberado en 1945.

                                            Lionel Romney
                                            Mary Romney y el libro sobre su padre

Sin embargo, si hay una historia de un hombre de color que sirvió en las cantinas de las SS, pero en el campo de Neuwngamme. Cuando les hablé del naufragio del Cap Arcona, mencioné a José Epita Nbomo, el mecánico de Guinea que peleó en la resistencia francesa y acabó en un Lager alemán del cual fue embarcado en el navío que se hundiría menos de un día antes de la rendición alemana. En Jaguar han hecho una amalgama de ambos personajes.

En mi opinión, los méritos de Jaguar se cifran en su respeto por lo histórico, la ausencia de presentismos y la fortaleza de sus personajes. Si bien es cierto que la necesidad de escenas de acción para atrapar a un público amigo del juego de videos, hace que la serie se parezca a esas películas de bandidos preparando un gran golpe tipo Ocean’s Eleven,  existen distancias con el género.

La sensación de angustia y suspenso del quinteto, los motivos ocultos que los han llevado a ese lugar, la tortura mental que los persigue , el miedo a terminar ellos convirtiéndose en los villanos, me recuerda filmes como Los Sospechosos de Siempre, Múnich y una olvidada joya de John Huston We Were Strangers.



Recomiendo esta historia de un grupo de revolucionarios en la Cuba de Machado que están cavando un túnel desde una casa privada hasta un cementerio en la Habana para atentar contra la vida del dictador. La monotonía del trabajo, el peligro que corren todos,  especialmente China (Jennifer Jones) quien como Isabel quiere vengar el asesinato de su familia, y el miedo a fracasar,  tanto como las connotaciones morales de un magnicidio,  me han recordado mucho a lo visto en Jaguar.

No es que a Jaguar le falten toques" pulp" que sin embargo la alejan de la caricatura de Hunters,  acercándola más a la seriedad de los penny dreadful de comienzos del siglo XX y de hecho me ha recordado a esa serie de terror de Showtime. Como Isabel, Vanessa (Eva Green) lideraba una liga de hombres extraordinarios con pasados dudosos cuya misión era enfrentar monstruos tan pavorosos como Bachman y Heim.



Exonerando a Blanca Suarez y a la Banda Sonora

Con lo dicho ya saben que la recomiendo, a pesar de sus defectos. Es una lástima que tenga tan bajo rating en IDBM y no concuerdo con las razones que dan para tal. El consenso general es que Blanca es mala actriz. Duh! Descubrieron America en el mapa, pero debo confesar que desde que interpretase a Isabel de Portugal en Carlos, Rey Emperador no me gustaba tanto una actuación de Blanca Suarez.

Los ataques de angustia de Isabel me resultan espeluznantes porque los reconozco y son genuinos. Contrastan con la expresión hosca y distante que guarda la actriz el resto del tiempo. Pero donde realmente impresiona es en las escenas en que se enfrenta a Heim. La sonrisa de psicópata que obsequia a su prisionero discrepa de su expresión de genuina alegría cuando Marse le enseña a bailar.



He oído quejas de que la serie carece de atmosfera histórica. Para haberse filmado en pandemia les ha quedado bien logrado el Madrid de los 60, sobre todo las escenas en El Ritz. El vestuario es adecuado, aunque no tan genuino ni vistoso como el de Luna Park otra serie que también transcurre en 1962. Pero Jaguar le gana en banda sonora a esa serie italiana que ha debutado el mismo mes en Netflix.



Que la radio toque Todo Negro un par de años antes que Los Brujos la grabasen (incluso antes que el original de Los Rolling Stones que data del 66) es un poco exagerado, pero al menos es música de los 60. En cambio, muy del momento es Marisol cantando La vida es una tómbola que la rubita había entonado en Los enredos de Marisol ese mismo año.

Mas tolerancia tengo con House of the Rising Sun, aunque falten dos años para que The Animals la saquen en disco. Primero es que únicamente la usan de música de fondo. Segundo que ya demostré lo antiguo de ese tema.

Otro caso es la obsesión de Isabel con J’attendrai, probablemente el tema más popular en la Europa de la Segunda Guerra Mundial. La versión de Rina Ketty es un cover del original en italiano. Para Isabel tiene significado siniestro puesto que le recuerda que la orquesta de Mauthausen la tocaba para amenizar las ejecuciones.



Inclusive las quejas sobre la cabecera me parecieron rebuscadas. Es cierto que los créditos vienen sobre una presentación con estética de anime, pero, aunque la adaptación de "Vientos del pueblo", poema de Miguel Hernández, es más estridente y menos folclórica que la de Los Lobos , sigue siendo un acompañamiento perfecto para este relato.




No puedo acabar sin mencionar una crítica negativa que le ha llegado desde el colectivo judío (si se puede considerar al Forward como tal). En este artículo, escrito al día siguiente del debut de Jaguar, P.J. Grisar compara Hunters con la serie de Netflix y las acusa de cometer el mismo pecado: presentar falsas visiones del Holocausto. Tengo clarísimo donde pecó la serie de Amazon, no tanto lo cometido por Jaguar.

El problema está en un lapsus linguae de Fransesc Garrido en el que en vez de decir que Aribert Heim torturó y mató 300 prisioneros en Mauthausen dice “300 españoles”. El Dr. Muerte torturó a muchos españoles de los cuales sobrevivió un par para dar testimonio de sus monstruosos experimentos, tal como el vasco Marcelino Bilbao al que  Heim casi dejó invalido, pero la gran mayoría de las víctimas eran judíos y polacos.

Ramón Campos, creador de la serie, ha dicho que el guion original especificaba “personas” y no “españoles”. Al parecer, el ex Comisario Claudio de El tiempo entre costuras se metió tanto en el papel que veía a Heim solo como el verdugo de su gente.



¿Estuvo mal?  Tal vez exageró, pero no hemos de olvidar que hay mucho material sobre el Holocausto que se enfoca solo en los judíos, y algunos lo hacen pésimo como Hunters. Este es un primer intento de recordarnos la universalidad del perverso plan nazista de exterminio y ahí el hincapié puede ser injusto, pero necesario. Leyendo los comentarios de los lectores anglos veo que en Forward han reaccionado prematuramente. Parece que nadie fuera de España ha entendido de que se trata Jaguar. Hay quienes creen que Isabel es judía y otros creen que el quinteto es parte de los servicios de inteligencia israelíes.

Nazis y sus Cazadores: Un Listado

Como siempre, me gusta darles algún listado de relatos relacionados con el tema, pero la ficción y no ficción que rodea a la escapatoria de los criminales de guerra y a sus cazadores es amplísima. Trataré de  seleccionar los mejores.

En términos de novela quiero destacar dos libros en lengua castellana y relativamente nuevos. El primero es Lo que esconde tu nombre, una aproximación a la estadía de Aribert Heim en España con la que Clara Sánchez ganó el Nadal en el 2018. La otra es un poco de ciencia ficción y se trata de Wakolda de Lucia Puenzo. Si no encuentran el libro busquen la adaptación fílmica que la misma Puenzo hizo de su obra bajo el título de El Doctor Alemán o The German Doctor que esta gratis en Tubi.




En términos de documentales me es difícil elegir. Me quedo con Nazi Hunters, docuseries del 2009 producida por National Geographic que puede encontrarse gratis en Tubi y Pluto. Me ha gustado mucho My Enemy’s Enemy que describe la trayectoria, captura y juicio de Klaus Barbie. Está gratis en Tubi.

Si se trata de biografías de cazadores de nazis de la vida real, ahí están Nazi Hunter: The Beate Krasfeld Story con Farrah Fawcett y Murderers are Among Us: The Simon Wiesenthal Story con Sir Ben Kingsley, ambas están en YT, pero las copias no son de buena calidad.



Sobre la captura de Eichmann hay una docena de dramatizados cual de todos más irritantes. Yo me quedo con uno filmado con bajísimo presupuesto y casi paralelo a los hechos llamado Operación Eichmann. Esta película que me impactó mucho cuando la vi a mis doce años, está para alquilarla en YouTube.

Hay algunas películas de mayor presupuesto que tratan el tema. Algunas como The Debt (que es un refrito de un filme israelí) con Dame Helen Mirren y Jessica Chastain es insufrible en su presunción y insinceridad, defectos que no aparecen en Jaguar. En cambio, recomiendo calurosamente Laberinto de mentiras que con personajes (no todos) ficticios explora con humildad y autenticidad los sucesos que llevaron a la Alemania Federal a enjuiciar a sus criminales de guerra.



Mas allá de los nazis ante la justicia, lo fascinante del cuento siempre está en el cazador, sus métodos, y su presa,  poderosa y totalmente impenitente. Lo hemos visto hasta en personajes de populares franquicias como el Magneto de los Hombres X y Hannibal Lecter en su adolescencia en Hannibal Redux. Pero si tuviera que elegir las tres mejores escogería un trio de viejitas, pero bonitas películas que desde el thriller hasta el horror siguen dando catedra.

Como las tres están basadas en novelas pueden probar con lectura para luego pasar a lo audiovisual. Se trata de   The Odessa File de Frederick Forsyth, Marathon Man de William Goldman y Los Niños de Brasil de Ira Levin. ¿Como olvidar a Jon Voight tras la pista de Maximilien Schell, el hombre que mató a su padre?  ¿O a Gregory Peck como el Dr. Mengele empeñado en clonificar a su Fuhrer, o a Lord Olivier haciendo esa siniestra pregunta a Dustin Hoffman (“Is it safe?”) antes de torturarlo?  Ahora que lo pienso Sir Laurence tuvo el privilegio de interpretar a un criminal nazi en Marathon Man y a uno de sus cazadores en The Boys From Brazil.



Agreguen a esa lista a Jaguar.  A pesar de que el final es rocambolesco con gente que sobrevive explosiones, incendios e infinitas balaceras, Jaguar es un buen principio de conversación sobre el tema y creo que merece una segunda parte.

 

 

lunes, 11 de octubre de 2021

Mad Men y el Glamur del Machismo Tóxico: Las fórmulas del drama de época contemporáneo (III)

 


Parece increíble, pero hace ya seis años que la firma Sterling Cooper y Socios cerró sus puertas. Tanta influencia tuvo Mad Men en la televisión de Occidente que se hicieron innumerables y olvidables ripoffs,  a la par de variaciones que hasta hoy reflejan la importancia de esta icónica historia de la gran Era de la Publicidad. Estas inspiraciones reflejan los males del patriarcado, pero también establecen una nostalgia de una época en que los hombres podían ser machistas,  siempre y cuando fuesen elegantes y atractivos.

Fue en julio del 2007 que debutaba en las pantallas estadounidenses Mad Men.  un homenaje a los publicistas de la Avenida Madison en los 60 y qué transformaron la sociedad norteamericana (tal vez la mundial) con su publicidad engañosa. Nadie daba ni un dólar por esta serie anticuada, sin sexo,  desnudos, ni malas palabras,  y que era presentada por un canal menor , la AMC (American Movies Classic)  En America Latina, la veríamos un año más tarde por CineMax. Para entonces ya se había convertido en un fenómeno.



America había reaccionado favorablemente a este mundo  “retro” donde los hombres usaban sombreros, las mujeres poseían curvas rotundas, los negros eran ascensoristas o criadas y cuando toda la firma se ponía patas p’arriba con la llegada de la primera clienta judía (en el primer episodio). A pesar de que “Mad Men” hacia duras críticas al machismo prevalente en USAdentro y fuera de los muros de la Sterling Cooperdenunciaba la cosificación de la mujer en la oficina y  en los spots publicitarios,  y mostraba como el ser esposas trofeo podía afectar la vida  de los publicistas y sus familias, también sutilmente glamurizaba este mundo de machos de Hemingway, gladiadores con trajes bien cortados de buenas telas que habitaban espacios donde la única competencia eran ellos mismos, y la única ley eran las necesidades de los clientes.

Esta serie que demostró el talento de un elenco prodigioso desde el veterano Bobby Morse (en su último papel) como Bertram Copper,  hasta la (entonces) diminuta Kieran Shirpka en el rol de Sally Draper,  fue la que volvería estrellas a Elizabeth Moss como la audaz secretaria que se convierte en publicista y a Josh Ham como Don Draper, el protagonista. Pocas mujeres veían la toxicidad masculina y el narcisismo antisocial de Draper, ofuscadas por su aura de seguridad en sí mismo que exudaba desde los poros. Esa virilidad era la que tenía a su bella esposa Betty (January Jones)  totalmente sometida y que incluso ya a fines de la serie,  le conseguía una segunda esposa bellísima y mucho más joven que él.




Lo extraordinario de Mad Men es que la competencia entre ejecutivos y empleados no es solo la urgencia de satisfacer los pedidos de clientes con grandes campañas sino también la actividad sexual. Aunque nadie en la serie mostrara ni una nalga sino hasta la cuarta temporada cuando Roger Sterling (John Slaterry)   ingiriera LSD, el erotismo era parte trascendental del trabajo y vida personal de los Mad Men.

Una Toxicidad Masculina Irresistible

En la serie, los publicistas, casados o solteros deben ser mujeriegos, acumular conquistas y alardear de sus proezas amatorias. En eso ninguno supera Don que, aunque discreto,  consigue siempre a las inalcanzables. Don es él “más hombre” en el mal sentido de la palabra y no necesita usar de sus puños para eso. Desde la altura que le da su experiencia mira con desprecio a los meros mortales y los sabe poner en su lugar.



Cuando Roger,  borracho, se propasa con Betty Draper, Don lo lleva a engullir una tremenda comilona para luego pagarle al ascensorista para que finja un desperfecto. Tras subir una docena de escaleras, Roger llega tambaleándose a un encuentro con clientes y acaba vomitándoles encima. Cuando el esnob y condescendiente Pete Campbell (Vincent Kratsheimer) descubre secretos del pasado de Don y lo chantajea, Draper va donde Bertram Cooper que rápidamente disuade al chantajista. Don Draper es un genio y la firma no se la puede pasar sin él.



En el pasado,  he escrito en varias ocasiones sobre Mad Men desde la misoginia de Don Draper hasta el glamur del vestuario de la serie, pero hoy quiero hablar de un esquema que permaneció en la atmosfera por una década  y que han tratado otras series de llenar. Mad Men fue un éxito i nmediato, ganando en su primera temporada dos Globos de Oro (incluyendo uno para Josh Hamm) . En total ganaría 5 Globos de Oro, 16 Emmys y no sé cuántos otros premios más. Es considerada una de las 100 mejores series de televisión de la historia.

Para su segunda temporada, The Guardian notaba que la serie de Matthew Weiner estaba influyendo en el vestuario masculino. La serie cuya ambientación de época era inigualable estaba trayendo de moda ropa accesorios y música de los 60, pero también un interés por una manera de vivir y de pensar que,  a pesar de beneficiar más a los hombres blancos,  podía resultar atractiva para muchas mujeres.








Aun así, nadie intentó copiar totalmente una serie que describía cambios sociales al estilo Cuéntame cómo pasó , pero con una dinámica de oficina y equipo que recordaban a The West Wing. Seria en el 2011, para la quinta temporada que comenzarían a aflorar débiles imitaciones como The Playboy Club y Panam que no pasarían de una temporada.

La Hora Inglesa

El show que podría considerarse como un auténtico seguidor de Mad Men seria The Hour. Hecho en Inglaterra, en el 2011, tenía lugar en un canal de televisión, un espacio tan competitivo y exigente como la agencia de Sterling, Cooper and Partners. La diferencia era que tenía lugar en 1956, en vez de los 60 y que quien daba las ordenes era una mujer. Agreguémosle el ingrediente del espionaje en un escenario de la Guerra Fría y se puede hablar de una inspiración, pero no de una imitación.



Freddie (Ben Wishaw) es un joven periodista que quiere abrirse camino en el nuevo campo de la televisión. Consigue empleo en un canal donde está ascendiendo su amiga Bel (Romola Garai) . Cuando nombran a Bel productora y presentadora de un importante noticiero llamado “La Hora”, algo poco común siendo ella mujer, Freddie cree que el será él coproductor. Pero los ejecutivos y Bel prefieren traer a Hector Madden (Dominic Guard) que tiene más aura mediática y es más fotogénico que Freddie.

A pesar de ser Hector casado, él y Bel se hacen amantes lo que rompe el corazón de Freddie que la ama en secreto. La Crisis de Suez provoca una crisis dentro del programa. Entretanto,  Freddie se ha puesto a investigar un asesinato que involucra gente del gobierno y agentes soviéticos, uno de los cuales se ha infiltrado en el canal de televisión.



Tras dos temporadas cerraba The Hour que tuvo una recepción mixta. Hay gente que la amó, yo la detesté. No me gustaron los personajes, no me gustó la postura política del show y nunca me atrapó la historia como lo hizo Mad Men. Aunque el vestuario de Romola y el de Oona “Talisa” Chaplin,  quien interpretaba,  a la esposa de Hector era elegante y muy de la época, público e historiadores notaron una serie de anacronismos en el show Por Eso The Hour no duró más de dos temporadas.

America y La Revolución Sexual

El próximo esfuerzo fue el más parecido a Mad Men a pesar de que el tema no lo indicaba. La idea de Showtime de crear una serie alrededor de la investigación sobre conductas sexuales llevada a cabo por William Masters y su asistente, amante y eventual esposa,  Virginia Johnson, parecía una locura. se esperaba algo chabacano, obsceno, pornográfico.



Por el contrario, Masters of Sex nos mostraría cuan competitivo y ambicioso puede ser un médico, un científico como William Masters (Michael Sheen) . Eso importaba más en la trama que las costumbres sexuales de sus conejillos de Indias.

 Como Don Draper Bill Masters había crecido marcado por una infancia disfuncional, lo que lo llevaba a ser arrogante y a veces inescrupuloso en su afán por sobresalir en la estrecha comunidad médica de la Universidad de Saint Louis de fines de los 50. Ese es el mundo donde empieza nuestra historia con un Masters empeñado en descubrir los secretos de alcoba de sus compatriotas, cueste lo que cueste.

                                        Los verdaderos Masters y Johnson

Para eso cuenta con la asistencia de su secretaria Mrs. Johnson (Lizzy Caplan) , una despampanante divorciada, madre de dos hijos, pero también mujer desinhibida e independiente. Como Don Draper, el Dr. Masters tiene una esposa-trofeo, la dulce Libby (Caitlin Fitzgerald)  que poco a poco va entendiendo que su rival no solo es Virginia Johnson sino también el proyecto por el cual su marido está dispuesto a arriesgar su prestigio profesional y convertirse en el hazmerreír de sus colegas.

A medida que vemos los esfuerzos muchas veces torpes y controversialesde Masters y Johnson por conseguir datos para su investigación, vemos también la sociedad reprimida y temerosa de revelar su intimidad en la que se desenvuelve el experimento. Como Mad Men, Masters of Sex presenta una trayectoria de la evolución social de los Estados Unidos de los pacatos 50 hacia la revolución sexual de la década siguiente.

Debido a que la acción ocurría en Missouri, un estado fronterizo donde imperaba la mentalidad de Jim Crow, la campaña de los Derechos Civiles formaba parte de la trama. Expulsado de su universidad, Masters solo encontraba empleo en una clínica para afroamericanos donde continuaba sus experimentos. Entretanto su mujer se involucraba en la lucha y acababa teniendo un affaire con un hombre de color.



La serie también mostraba los tabúes de una sociedad realmente patriarcal donde la homosexualidad era castigada con la cárcel. Vimos la lucha del jefe de Masters (Beau Bridges) por ocultar al mundo y a su familia su condición de homosexual. Como también vimos la evolución de , una prostituta que pasaba a ser secretaria de Masters. Otro paso a la respetabilidad fue casarse con un millonario y ex cliente. El marido no tiene problemas con el pasado, pero si el saber que era lesbiana rebasó su límite y acab ócon el matrimonio.

El toque feminista de la historia lo da la Señora Johnson. Si su jefe sufre de burlas, ella sufre de acoso sexual. El saberla parte de este polémico estudio le provoca problemas en su vida personal y profesional. Su relación profesional y sentimental con Bill Masters la drena de energía y las pullas por ser parte de un experimento científico sin credenciales la obligan a sacar un posgrado.



Esta magnífica serie ameritó dos muy buenas temporadas. Pero ya para la tercera, comenzó a notarse que se trabajaba no en base del libro de Thomas Main. Había nuevos arcos y subtramas que no tenían sentido: el tercer bebé de Virginia que no existió en la realidad, la extraña muerte del amante negro de Libby, ect. La serie comenzó a volverse repetitiva y a alejarse del modelo “Mad Men”, así que fue un alivio que la terminasen en la cuarta temporada.



En Inglaterra, no se volvió a intentarse el modelo “Mad Men” y sin embargo encuentro que hay similitudes en la construcción de Endeavour y que van más allá de que la serie inglesa también tenga lugar en los 60. En este relato de como el joven Endeavour se convirtió en el legendario inspector Morse, Shaun Davies muestra características que lo hermanan a Don Draper tales ser el niño genio de una comisaría, su relación con sus camaradas que oscila entre amistad y rivalidad, sus amores que incluyen mujeres de todos los tipo desde una enfermera de color, hasta la sobrina de su mentor, desde una chic fotógrafa francesa hasta una misteriosa italiana casada con un millonario.

Cuando los Mad Men Construyeron la Bomba

El último intento angloparlante de seguir el modelo ‘Mad Men” seria la excelente, pero menospreciada Manhattan de Warner. A primera vista este proyecto del 2014 no presenta similitudes con la sofisticada fabula del mundo publicitario. “Manhattan” es el nombre del proyecto científico que culminó en la creación de la primera bomba atómica y tiene lugar en un mundo muy alejado de la Avenida Madison de los 60.

Todo ocurre en ese pueblo desértico de Nuevo México, que hoy conocemos como los Álamos, donde se concentró una comunidad de las mentes más brillantes de las ciencias del mundo libre (Incluyendo refugiados de la Alemania nazi y de la Italia fascista). Siendo un proyecto top secret ,  la comunidad estaba semi secuestrada, pero se permitió que las familias de los científicos se establecieran en Los Álamos.



Debido al misterio que rodeaba al proyecto, los científicos no debían informar a sus familias del tipo de trabajo que hacían. Esto provocaba fricciones domesticas que aunadas a la soledad, a la falta de servicios como agua potable,  hacían la vida muy incómoda para todos. Eso lo que muestra la serie, por un lado, la lucha de los científicos por crear un arma mortal con todas las connotaciones éticas y morales que conlleva el éxito.  Por otro lado,  vemos a sus esposas aburridas y llenas de miedos y desconfianzas y como tratan de luchar contra esto.

A pesar de que los Álamos existió (entonces solo se le conocía como “The Hill”) y hubo dos proyectos iniciales: el llamado Thin Man y otro que tenía que ver con implosión, los personajes son todos ficticios. Solo un científico real, Robert Oppenheimer (y su mujer),  aparece en la serie, eso permitió mucha libertad para la creación de una trama que pudo suceder.

El protagonista es Frank Harris (John Benjamin Hickman) que dirige el proyecto de implosión. Levemente inspirado en Seth Nedermayer, Frank es un genio, orgulloso, antisocial, muy exigente con todos los que lo rodean sean su familia o su equipo. Como Don Draper es arrogante, tenaz, testarudo,  muy competitivo, Sabe que su equipo es el ceniciento en comparación al de Thin Man, y trata de prevalecer, aunque esto implique chantajear y aplastar a otros,  incluso a sus amigos.

                                    Los Mad Men de Los Alamos

Frank tiene la excusa de querer salvar al mundo. Un tema importante en la serie es el miedo a que los científicos alemanes se les adelantasen y que una bomba nazi cayese en territorio estadounidense. Sin embargo, hay momentos en los que Frank parece tan ególatra como Don Draper. Eso se nota en su relación con su contrincante Charlie Isaacs (Ashley Zuckermann) , un niño genio de Princeton que nunca ha perdonado a Harris no aprobar una de sus monografías. Su relación recuerda a la de Don y Pete Campbell.

Sin ser mujeriego como el protagonista de “Mad Men”, pero empujado por la soledad y el dilema moral de crear un arma de extinción masiva, Frank tiene un affaire con la criada. Paloma, una nativa hispanoparlante, no habla inglés, por lo que la comunicación se reduce a sexo y a largos discursos del científico que la criada escucha con paciencia sin comprender.

 Como Don,  Frank acumula secretos de su pasado y también del de los integrantes de su equipo. Tal como Don es el único que conoce la homosexualidad de Sal y que Peggy es madre soltera, Frank es el único en saber que Bobbit es gay y que Rosley abandonó a un hijo en Inglaterra.



En el caso de las mujeres,  las similitudes se hacen más complejas. Tenemos a Liza Harris (Olivia Williams)  que alienada por los secretos del marido y los misterios del medioambiente que la rodean comienza a desmoronarse emocionalmente. Pero Liza (uno de los pocos personajes ‘realmente “buenos”) es una científica brillante y mucho más sensible y altruista que Betty Draper.

La que sí se parece un poco a Betty es la odiosa Abby Isaacs que carece de la astucia y sentido práctico para sobrevivir en Los Alamos.. Yo tengo un problema grave con Rachel Brosnahan. No la considero ni buena actriz, ni guapa y me exaspera que siempre la pongan de judía cuando no lo es y cómo tiene cara de tonta,  convierte a sus personajes en judías taradas.



Eso ocurre con Abby que lejos es el personaje más odioso de la serie. Y eso que Charlie, un poco más inteligente que Pete Campbell, es igual de soberbio, pero entiendo que, con esa mujercita, acabe acostándose con Helen (Katja Herbers) su colega.

En Manhattan, Helen Prins es lo más cercano a Peggy Olsen. Es la única mujer en el proyecto y aun así tiene que probar a cada instante que merece estar ahí. La soledad la hace consciente de su feminidad y busca consuelo en el sexo. Aunque es bondadosa con Fritz, y le consigue una esposa, puede ser tan implacable y competitiva con los “Muchachos” del equipo que, aunque sean todos científicos destacados actúan con el machismo e infantilismo de los publicistas de la Sterling, Cooper and Partners.

Donde vemos esa necesidad de Helen (quien para ser parte el Proyecto Manhattan rompió su compromiso y hasta abortó un bebe) de aferrarse a su trabajo es cuando los envían a ella y a Charlie a fiscalizar una central atómica en Tennessee. Ahí conocen a Theodore,  un científico negro al que tienen sirviendo café. Cuando Helen intenta acercarse a él, Theodore le salta con la mejor frase de la serie. “no necesito que me salve una mujer blanca”.



Tal vez será por eso por lo que cuando Theodore le entrega Helen una carta para Frank solicitándole que lo integre a su equipo, la Dra. Prins lanza la carta la basura. Como Peggy, Helen tiene conciencia de todo lo que ha luchado para llegar adonde esta. No va a permitir que ningún hombre, negro o blanco, le quite su puesto.

Mad Men en Rusia

Manhattan se quedó en vísperas del estallido de la bomba atómica,  en solo su segunda temporada. Su cierre coincidió con el cierre de Mad Men. Después de eso pareciera que el modelo había caducado. No así al otro lado del mundo donde Los Optimistas tomarían ese modelo y lo aplicarían a la Unión Soviética de Kruschev, a una organización moscovita que pretendía entrenar diplomáticos, pero que acababa preparando espías.



En ese escenario de la Guerra Fría, la exquisita cantante lituana Sverija Janusauskaite interpreta a Ruta Bauman, una exiliada americana de la Era McCartney que con un look de Betty Draper intenta, como Peggy Olsen, convencer al patriarcado soviético que una mujer puede dirigir un departamento político. Sin embargo, le imponen la humillación de un jefe macho (y machista) con el que tendrá una relación amor-odio como la tuvieron Don y Peggy.



Como en Espías,  Vladimir Vdovichenko vuelve a estar a cargo de una academia de entrenamiento. Solo que su Yuri Byriukov aquí lidia con jóvenes instruidos y poliglotas que quieren ingresar a la elite diplomática soviética. Desafortunadamente,  cada uno sufre de algún tipo de falla: uno es judío (lo que era cuasidelito en la Unión Soviética); otro intenta comunicarse con parientes en Occidente (otro delito) y el tercero es un topo de la CIA.

La serie logra manejar delicadas intrigas políticas con una estética “Mad Men” de fiestas sofisticadas, espacios elegantes donde se maneja la alta sociedad soviética,  y el vestuario despampanante de Ruta y otros personajes. Byriukov es,  como Don, un hombre dotado de ingenio inteligencia, rápido en tomar decisiones, y bastante inescrupuloso, lo que le acarrea alta estima de sus jefes. Eso provoca envidia en sus colegas y afecta su vida personal.



Mujeriego, en una temporada lo vimos con tres mujeres y eso que todavía juega al viudo inconsolable,   Byriukov tiene además una hijita que necesita de una madre. Como en Mad Men son los niños las víctimas inocentes de las manipulaciones de los padres

Ha sido un gusto enterarme que, durante la pandemia, la infatigable industria rusa ha producido una segunda temporada de tan fascinante serie. Eso demuestra que al menos en la ex Unión Soviética sobrevive el modelo de “Mad Men”.