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martes, 27 de mayo de 2025

Cuando las Falsedades Históricas se Vuelven Buena Ficción: The Mirror and the Light (Wolf Hall 2)

 


En el pasado, al comparar Los Tudor con la obra de Hilary Mantel, he afirmado que si bien la primera se toma licencias históricas, la segunda es mentira total. Ahora ante la adaptación del último volumen de Dame Hilary, tengo la misma impresión, pero es tan buena, tan bien actuada, que me olvido del episodio histórico y la acepto como una interesante obra de ficción.

Cromwell Enamorado

La serie inicia con la decapitación de Ana Bolena y el subsecuente matrimonio de Enrique VIII y Jane Seymour. Es el momento en que Cromwell está en la cima de la montaña. El rey lo distingue con títulos, honores y posesiones, pero tanta fama acarrea envidias y enemigos. A pesar de que Cromwell consigue lo imposible, la abjuración de Lady Mary y su reconciliación con su padre, Enrique está molesto con lo que ve como debilidad de parte de su mano derecha.

Hay problemas en el reino. Los Pole tienen a su mejor agente, Reginald en el continente, Apoyado por el Papa, le hace la guerra a su gordo primo,  amenaza hasta con casarse con María y derrocar al tirano para ocupar el trono . ¡Y eso que es clérigo! Enrique manda a Cromwell que lo libere de Reginald, pero este último es muy ladino y evade trampas y asesinos.


El Gordo tiene otros problemas. Se está hartando de su nueva reina que no posee ni el carácter, ni el intelecto, ni la sensualidad de Ana Bolena. Esto afecta a Cromwell puesto que,  si recordamos, Dame Hilary nos creó en Wolf Hall una ficción muy romántica de que Tom estaba enamorado de Jane y se hizo a un lado para no hacer de rival de su soberano.

En entrevistas, Kate Philips ha dicho que cree que Jane y Cromwell están enamorados y aunque es un amor inconfesable, se permiten una intensa amistad romántica, pero lo que no le faltan al ministro son mujeres y problemas del corazón. De eso es lo que se trata esta temporada y he encontrado curioso como un actor maduro como Sir Mark Rylance pueda convencernos de que muchas jóvenes guapas lo vean con ojos codiciosos.



El Gran Fixer

En el primer episodio, Cromwell es presentado como el gran fixer de Enrique, el que le soluciona los problemas. Es quien asiste a la ejecución de Ana Bolena y luego es recompensado por su rey quien le encarga que visite a los Pole para meterlos en cintura y luego le encarga arreglar otro lio doméstico.

Algo que me encanta de las variadas formas que toma la Tudormania es que nos presenta con personajes históricos olvidados. En este caso a la fascinante y traviesa Margaret Lennox. Enrique se ha traído a la corte a esta sobrina a la que le ha tomado cariño. Margaret es hija de otra mujer fascinante en este periodo histórico: Margarita Tudor, Reina de Escocia.

                                     La verdadera Margaret Tudor

Gracias a The Spanish Princess (quizás lo único bueno de esa serie)conocimos a Margarita, su turbulenta relación con su esposo el Rey Jacobo,  y como en su viudez, viruelas. Margarita se enredó y casó no solo con un malandrín ¡sino con dos! Un récord aun para los desinhibidos Tudor.

                                      Meg Tudor en The Spanish Princess

En La Princesa Española supimos de las bodas de la reina regente de Escocia con Archibald Douglas, Conde de Angus de quien tendría una hija, esta Margaret. Cuando la madre hubo de volver a Escocia, la niña quedó bajo la protección de su padrino, el Cardenal Wolsey. Algo que no recuerdan en la serie, como tampoco que siempre fue muy unida a su prima María. Ya de jovencita, Margaret Douglas pasó a ser dama de la reina Ana Bolena y fue ahí que comenzó con sus amoríos con Thomas Howard, sobrino del Duque de Norfolk, el mayor enemigo de Cromwell, y jefe de la facción católica inglesa.

                                     La verdadera Margaret Douglas

En la serie,  el astuto Cromwell interroga a Margaret quien se ufana de estar casada y encamada por su querido esposo. Casarse sin el permiso del reyy lo vemos mucho en estos recuentos de la Tudormaniaera traición que se pagaba con cárcel y muerte.

Cromwell le insinúa a la loquilla que mejor se guarde parte de su historia y solo hable de inocente romance. Presente está la Duquesa de Richmond quien le insiste a su amiga que no mencione más lo del matrimonio. Mary Richmond no es ajena a las intrigas Tudor, siendo nuera de Enrique, viuda de su hijo, el malhadado Henry Fitzroy.

                          Meg Douglas en The Mirror and the Light

En la vida real, Enrique VIII se enfureció al saber del romance con quien era su enemigo, parte de la pérfida Familia Howard. Encerró al novio en La Torre de Londres donde falleció de alguna peste. También encarceló a la sobrina. Hay historiadores que creen que, casada o no, Meg Douglas estaba en estado interesante. Se la internó en un convento del cual saldría sin hijo para ser restituida a la corte.

Pasados sus treinta años, Margaret se casaría con un exiliado escoses, el Conde de Lennox, de quien tendría cuatro hijos. Uno de ellos, Henry Darnley, se convertiría en el padre de Jacobo , el rey que uniría los reinos de Escocia e Inglaterra imponiendo a los Estuardo en el trono de gran Bretaña.  Ustedes recordarán a Margaret Lennox como la intrigante suegra de María Estuardo en Reign.

                          Margaret Lennox y su hijito Henry en Reign

Cuando el actual Príncipe de Gales sea coronado Guillermo III, volverán los genes Estuardo (que Wills ha heredado de su madre) al trono inglés y con ellos los genes de Meg Lennox y de Margaret Tudor y todo si creemos a Dame Hilary, a la habilidad de Cromwell para rescatar a Margaret Douglas de sus locuras.

Lady Mary en la Corte

Sin embargo, la gran protegida del Lord Secretario es María. Al comienzo vemos a Enrique contemplando, con la aprobación de su adulador consejo, ejecutar a su hija mayor si se niega a aceptarlo como cabeza de la iglesia anglicana. Únicamente Tom levanta una voz para defenderla y es quien, con marrullerías, consigue convencer a la princesa.

Lady Mary es consciente del modo en que el enemigo de su madre y de su fe, la ha salvado y se lo dice, que están unidos y ella en deuda. Es un momento conmovedor y llega cuando la corte está llena de rumores que Cromwell planea casarse con la hija de Catalina de Aragón y reinar. Pero María es tan inteligente como Cromwell, y sabe que debe crear sus propias reglas si quiere sobrevivir.



Hace venir a Cromwell de noche a sus aposentos. Lo recibe en ropas de dormir y con el cabello suelto, le agradece toda su bondad y su preocupación por ella, pero las describe como muestras de cariño paternal. Cromwell se da cuenta que los rumores han llegado hasta ella y que de manera sutil,  la princesa lo está disuadiendo de hacerse ilusiones.





Me encanta Lilith Lesser, es tan talentosa como su padre Anton Lesser (quien diese vida a Santo Tomas Moro en la primera temporada de Wolf Hall). Sin ser bonita,  tiene algo que la hace atractiva. Creo que su caracterización de Bloody Mary es casi tan buena como la de Sarah en Los Tudor, donde Michael Hirst ha hecho una idealización de la princesa de cuentos de hadas. La Mary de Wolf Hall es más humana, aunque sigo prefiriendo lo que Romola Garai hizo en Becoming Elizabeth con la María adulta en sus últimos años de incertidumbre antes de convertirse en reina.


Suegro y Padre

La serie juega con la idea de Cromwell padre y Cromwell amante. Cuando decide arreglar un matrimonio entre Gregory, su hijo, y Bess Seymour, hermana de la reina, el entusiasta Edward cree que Cromwell quiere ser su cuñado y lo acepta como tal. Peor aún, Bess lo cree así y coquetea con el Señor Secretario hasta que el mismo Tom debe sacarla de su error. Este malentendido deja a suegro y nuera confundidos y frustrados y llega hasta los oídos de Gregory lo que provoca un intercambio amargo entre padre e hijo.

                       Bess Seymour quería ser la esposa no la nuera de Cromwell    

Como recordaran quienes vieron Wolf Hall, Cromwell seductor no es nuevo. Ahí lo vimos ser amante de su cuñada, coquetear con las Bolena, enamorarse de Jane Seymour y recordar con añoranza a Anselma, su pasión de juventud, a la que dejara en Amberes. Es un viejo recurso literario (y telenovelero) el que un hombre recuerde a un amor de su pasado como preámbulo para la aparición de un hijo perdido.

A mediados de esta segunda parte, Cromwell se encuentra con una extraña visitante que le anuncia que es Jenneke, la hija que Anselma le ocultó. Es una visita breve, dura apenas un capítulo, y  tan fugaz que  hace pensar que es un sueño del protagonista al que ya lo hemos visto recordar a Ana Bolena y ver el sonriente espíritu de Jane Seymour. Es solo cuando vemos a Jenneke en conversación con Gregory que sabemos que es real.



Sin embargo,  Jenneke parte tal como vino. Cromwell,  demasiado atontado por la muerte de Jane, casi no le presta atención. Ofrece que venga a vivir con él, le cuenta sus cuitas, pero Jenneke se da cuenta que nadie cercano a su padre está a salvo, y tras fracasar en su intento de llevárselo a Amberes, es ella quien se marcha.

Dorothea: Juez de Cromwell

Si de hijas hablamos, el encuentro más impactante de la serie ocurre en el tercer episodio cuando Cromwell visita el Convento de Sion donde la madre abadesa está muy agotada creyendo que la visita del Señor Secretario es un preámbulo para la expropiación de su congregación. El motivo de la visita es otro, viene a ver a Dorothea, la hija ilegitima del Cardenal Wolsey.



La visita es un desastre, la joven novicia lo recibe con frialdad, tiene la peor opinión de Cromwell y rechaza su oferta de sacarla del convento sea para adoptarla o para casarse con ella. Dorothea ha sido criada con desprecio por un hombrehe aquí el golpe de gracia―que traicionó a su padre. Tom no puede creer lo que escucha, pero Dorothea le recuerda el abandono del Cardenal una vez este cayera en desgracia y como no estuvo al lado de Wolsey cuando el prelado agonizaba.



Thomas Cromwell se retira destrozado. Lo vemos llorando a solas. Aunque niega haberlo hecho a propósito, es consciente de que no acompañó a su padrino y mentor en sus últimas horas. De ahí es que la serie nos muestra un Cromwell desorientado, que vive ensimismado en recuerdos y hablando con fantasmas de su pasado.

Se ciega al peligro que representan sus enemigos o los torea con soberbia. Se vuelve un personaje inútil para el paranoico Enrique que prefiere creerles a al Duque de Norfolk y al Obispo  Gardiner, al que ha hecho regresar del continente para reemplazar a su hombre de confianza. Así explica Dame Hilary la caída de Thomas Cromwell.

Reitero, como documento histórico, la serie vale hongo, Solo el muy ignorante se cree el cuento de Cromwell-victima, pero en términos de caracterización y actuaciones es superlativa. No veo malos actores ni en los secundarios, y aunque extraño a Jessica Raine como Lady Rochford, Lidya Leonard está bien en el papel de la cuñada de Ana Bolena. Me encanta lo que Timothy Spall ha hecho con el rol del Duque de Norfolk y Alex Jennings es más siniestro, servil y untuoso que Mark Gatiss a quien ha reemplazado como Stephen Gardiner.

                       El Duque de Norfolk, malo, pesado, pero chistoso

Contenido Violento y Gore:  La violencia es casi toda verbal, a pesar de que Cromwell ataca físicamente a Norfolk en un par de ocasiones. Todo parece indicar que Cromwell vive en un mundo de intrigantes, pero que gracias a su sagacidad no tienen ni guerras ni conflictos. Da un poco de risa, puesto que en Los Tudor, y eso que eran parciales a Cromwell, no escatimaron en mostrarnos las torturas, las ejecuciones y ese gran conflicto interno que fue la Peregrinación de Gracia y que caracterizaron el gobierno del hijo del herrero. Este último episodio que jugó tanta importancia en la pantalla y en la vida real, aquí es apenas mencionado.



Contenido Sexual y Desnudos: Ninguno

Factor Feminista: Es un espectáculo de contra feminismo exponiéndonos a un mundo donde ni las reinas son empoderadas, donde las princesas y nobles tienen sus matrimonios arreglados y donde su opinión no cuenta, o más triste, ven que sus romances, incluso matrimonios por amor ,son deshechos si no convienen a los intereses de su familia.

Factor Diversidad: Peter Kosminsky, director de la serie, se ha ufanado de haberla hecho  colour-blind, pero esa forma de inclusividad ha molestado a los críticos por ser extrema e incluso minimizar la historia de los angloafricanos. De las mujeres Seymour solo Jane es blanca, su madre y hermanas son interpretadas por actrices mixtas. Al poeta Thomas Wyatt lo encarna un actor egipcio y Hannah Khalique-Brown, la actriz que hace de Dorothea es pakistaní.

                         Como que Jane no se parece a sus hermanas

Mas encima si se necesita de un actor para dar vida a un guardia, a un criado o incluso una dama de la reina, debe ser negro. Como sabemos que en la corte de Enrique solo había un moro, el trompetista John Blanke,  este cambio resulta  irritante y desconcertante.

 

 

lunes, 11 de noviembre de 2024

Los Tudor, Los Bellamy y Los Poldark: La televisión inglesa de los 70

 


Los Forsyte y los Churchill habían dejado un gusto en suelo británico y en otros lados por las sagas familiares, aun más si eran reales. Fue así que a comienzos de Los 70, nacía la Tudormania en la televisión inglesa. La eclipsaría el interés por unos aristocráticos eduardianos que habitaban en Eaton Place y, a mediados de la década, el Cornualles georgiano sería el espacio para las hazañas del Capitán Poldark y de sus desavenencias con su familia antigua y su empeño en construir una nueva.

Como Nació la Tudormania

Desde el cine mudo que Enrique Octavo, sus esposas y descendientes han sido tema para muchos libretos. Enrique VIII entró en mi vida  en la piel de Robert Shaw, cuya jocosidad contrastaba con la severidad de Santo Thomas Moro en A Man for All Seasons. En 1970, esa imagen del rey gordo (mi hermanito hacia estupendas imitaciones de sus carcajadas) fue reemplazada por el exagerado histrionismo de Sir Richard Burton en Ana de los Mil Días.

Yo comencé a ver esta cinta en el Rialto, a comienzos de diciembre de 1970, pero fui interrumpida cuando se presentó mi primera regla. Como en ese entonces una primera menstruación era tratada como enfermedad, me llevaron a casa casi en camilla. Me tomó casi medio año poder ver la cinta, ahora en el Teatro Rex. La anécdota es para ilustrar el hecho de que ver cine en casa a veces nos evita incomodidades o interrupciones bochornosas.

Al parecer los ejecutivos de la BBC pensaban parecido puesto que ese año debutaba en las pantallas inglesas, The Six Wives of Henry the Eight, en el espacio de los domingos que hoy asociamos con Masterpiece Theatre. Aunque ya han pasado los años por ella, esta producción dividida en seis episodiosuno para cada esposa-fue un mega éxito en ambos lados del Atlántico. Prueba de ello es que Keith Mitchell, quien daba vida al monarca femicida, ganó un BAFTA y un Emmy por su interpretación de Enrique VIII.



Motivada por ese éxito, al año siguiente la BBC decidió dramatizar la vida de Isabel I, la más famosa de Los Tudor. Glenda Jackson ya tenía el privilegio de ser la Grande Dame del cine y teatro británicos. Era una sorpresa ver que una luminaria de esa categoría apareciera en la pantalla chica, pero la serie la ameritaba . Hasta hoy es imponente, a pesar de las restricciones de escenografía.

El argumento sigue a Elizabeth en su etapa de Cenicienta en las cortes de sus hermanos , a través de su impresionante reinado y hasta asistimos a su fallecimiento. Como en Becoming Elizabeth, Elizabeth R. nos revela los amores de la princesa con el Almirante Seymour y vemos su conflicto interno con los cambios de religión que se suceden en Gran Bretaña y, a nivel personal,  con diversos hombres que buscan controlarla.



Elizabeth R. fue presentada en los Estados Unidos en 1972, abriendo el espacio dominical que mi generación conocería como el Masterpiece Theatre presentado por Alistair Cook. La serie fue un exitazo siendo el primer programa inglés en ganar un Emmy como la mejor serie del año. Aparte de sus BAFTAS, Dame Glenda recibió dos Emmys. Como ocurriese con Bette Davis en el pasado, Glenda Jackson se convirtió en el rostro de la Reina Virgen. En 1971, repitió papel junto a Vanessa Redgrave en Mary,  Queen of Scots, el mejor retrato que se ha hecho de María Estuardo en el cine.



Sin llegar al Masterpiece Theatre, la BBC continuó en 1972 con su exploración del Universo Tudor con The Shadow of the Tower que describía la llegada de Henry Tudor al trono y los sucesos que conocimos gracias a The White Princess. Acaba justamente con la boda de Catalina de Aragón y el Príncipe de Gales. No alcanzó el éxito de sus predecesoras, pero se apuntó su sitial en el origen de la Tudormania. Sin esas series, Michael Hirst no hubiese abrazado la causa Tudor que iniciaría la Tudormania en otro siglo. Shadow of the Tower sería un punto suspensivo en este fenómeno, puesto que a los Tudor los reemplazaría la veleidosa preferencia popular con otra familia, Los Bellamy de Eaton Place.



Los Hijos de Eduardo

Históricamente,  este membrete corresponde a los príncipes de la Casa de York que fueron ejecutados por su tío jorobado en la Torre de Londres. En Los Setenta,  podría referirse a la fascinación con La Era Eduardiana. Aunque se manifestaba en vestuario y sobre todo en esos peinados Belle Epoque que usaba la princesa Ana, también hizo su aparición en la televisión británica que nos trajo una manera de aprender historia social británica más entretenida que en un salón de clases.

La Era Eduardiana (Edwardian Era) se refiere al breve reinado (1901-1910) de Eduardo VII. El pobre gordito se pasó la vida a la espera que su madre muriese y usando el título de Príncipe de Gales. Aun así, tuvo una tremenda influencia a nivel político y cultural  antes de reinar, gracias a su grupo de amigos,  The Marlborough House Set.  Todos ellos, más el Príncipe,  tendrían espacio en la ficción televisiva.

La serie que abrió el ciclo continuaría aun después del fallecimiento del rey, cubriendo los quehaceres de Los Bellamy, sus hijos, y criados a través del Gran Guerra y de los Locos 20, llegando hasta 1929 , o sea superando la cronología de su hijastra Downton Abbey. En otra entrada ya comenté los parecidos y diferencias entre ambos shows, así que no me detendré en Eaton Place, pero sigamos con los eduardianos.



El éxito inesperado de Upstairs, Downstairs invitó a una nueva temporada, algo que no había ocurrido nunca en la televisión británica con un drama de época. Los astutos productores de la BBC decidieron aprovechar la buena racha creando más programas situados a comienzos del Siglo XX. En 1972, llegaba The Edwardians, una antología que en dos temporadas dedicó episodios a dramatizar vida y hechos de gente importante de ese entonces como los inventores del Rolls Royce, escritores, sufragistas, el mismísimo Rey Eduardo y una de sus amantes más famosas, la Duquesa de Warwick.

Un actor poco conocido llamado Tony Hopkins dio vida al político David Lloyd George en esa antología . Ese mismo año, el futuro Sir Anthony encarnaría a Pierre en una adaptación de La guerra y la paz y haría su debut en la televisión estadounidense en la miniserie QBVII. El resto es historia.



Siempre hubo rumores de que el harem de grandes damas de Eduardo, El Acariciador (como lo apodó Henry James) incluyó a la madre de Winston Churchill, pero ningún historiador ha podido probar que Jennie Jerome, la primera Princesa del Dólar, fuese amante del rey. Lo que si se sabe es que esta neoyorquina no solo se casó con el hijo del Duque de Marlborough,  fue también parte importante del círculo real, The Marlborough Set.

Consciente de esto, Thames, una productora que servía a la ITV,  contrató a Lee Remick para que diera vida a la americanita que conquistó a la Corte de St. James en Jennie, Lady Randolph Churchill. Este fue otro exitazo de la televisión británica que cruzó el charco y encantó al público americano en 1974, un año antes que Upstairs Downstairs cerrara sus puertas tras cinco temporadas. Ese año, cuando llegué a Nueva York, todos estaban viendo o UD o Jennie. En casa solo teníamos un mini televisor en blanco y negro (sin control remoto) que en días de semana quedaba en manos de mi madre. Como ni ella ni yo hablábamos inglés,  nos la pasábamos viendo telenovelas en español. Yo descubriría la belleza del period piece británico a fines de la década, pero nunca pude interesarla en la era de Eduardo, ni siquiera en Downton Abbey.

Jennie…fue un éxito total, recibiendo Lee un BAFTA y un Globo de Oro como Mejor Actriz. Recientemente vi la serie en Acorn Tv, pero creo que ya no la tienen. Está en YT en inglés. Aunque escenográficamente se ve añeja, la filmación en Blenheim Palace y el excelente elenco ayudan a hacerla inmortal. Junto a Lee Remick, vemos rostros que serán parte de esta era dorada de la televisión inglesa. Ronald Pickup da vida a su esposo, Lord Randolph Churchill;  Jeremy Brett es su amante, el Conde Kinsky; Christopher Cazenove interpreta a George Cornwallis-West, el “más joven”  segundo esposo de Jennie y Dame Sian Phillips a Mrs. Patrick Campbell, la mejor actriz de ese tiempo, y la mujer por la cual George abandona a su esposa.

                                       Los Amores de Jennie...

                                Lord Randolph Churchill

                                  Conde Kinsky


George Cornwallis-West


Ese mismo 1974, Dame Sian tenía su propio show dando vida a la famosa sufragista Emmeline Pankhurst en Shoulder to Shoulder. La serie que en USA se vio a través del ahora reconocido espacio dominical Masterpiece Theatre, narraba la lucha de Mrs. Pankhurst y sus hijas por obtener el voto femenino durante la Era Eduardiana (lo consiguieron después de la Gran Guerra).



Un año después de Jennie, llegó la esperada serie Edward the Seventh, sobre el monarca que dio su nombre a una era. La estoy siguiendo en YT y no me impresiona ni el rey interpretado por Timothy West ni su reina ni su ristra de amantes, con la excepción de la presencia luminosa de Francesca Annis como Lillie Langtry. Lillie, que fue otra gran actriz de la Belle Epoque, ameritaría su propia miniserie en 1977 también protagonizada por la Annis.



Acabada Upstairs Downstairs y el productor John Hawkesworth ya tenía más aventuras de la Era Eduardiana. En 1976 debutaba The Duchess of Duke Street la historia de una cocinera y hotelera que debía su fama al rey Eduardo VII que fue su patrocinador y amante. Por dos temporadas veíamos a Luisa Trotter navegar por la primera década del Siglo XX, la Gran Guerra y los Años 20, siguiendo la misma trayectoria de Upstairs Downstairs.

El fin de la década cerró este ciclo Eduardiano, dejándolo en manos del cine donde el dúo Ivory-Merchant se encargarían de hacerlo famoso con sus adaptaciones de las novelas de E. M. Foster. Sin ellos, y sin la televisión de Los 70,  nunca hubiéramos tenido Downton Abbey.

Rumores de Guerras Pasadas

En 1979 recibí mi propio televisor a colores como regalo de graduación y comencé a seguir el Masterpiece Theatre. Recuerdo de ese año, la triste Testament of Youth de la que ya le he hablado. Curiosamente, aunque entre 1974 y 1979 se cumplían cincuenta años del inicio y final de la primera Guerra Mundial, solo las memorias de Vera Brittain merecieron una dramatización. Se prefirió intercalar el conflicto en otras series del periodo como un incidente histórico más. Así la vivieron los Bellamy en Upstairs Downstairs, La Duquesa de Duke Street y la joven Christina, quien pierde a su marido aviador, en la serie Flambards (1979).

Vale recordar que en 1974, la BBC presentó la espectacular Fall of Eagles, una docuserie que, en un mosaico de viñetas, nos mostraba los factores que llevaron a Europa a la Primera Guerra Mundial. 



Diferente era el caso de la Segunda Guerra Mundial. Aunque Los 80 seria su gran década, ya la televisión inglesa había comentado a tratar ese conflicto desde 1970 en que debutaba en sus pantallas A Family at War. La serie giraba en torno a la vida diaria de Los Ashton, una familia de clase media baja de Liverpool durante los años 1938 y 1945. La descripción de la vida antes y durante la Segunda Guerra Mundial es muy lograda, sobre todo en como el conflicto afecta la vida de los Ashton y sus hijos. Es una historia bastante realista, para la época, con un retrato fiel de las desigualdades sociales, del desempleo, de la situación de la mujer y del clima político.

David, el hijo mayor, es un fracasado padre de familia que finalmente encuentra empleo y su nicho en La Real Fuerza Aérea. Philip es el estudiante de Oxford, veterano de la Guerra Civil Española que, por supuesto es comunista. Margaret, la hija mayor, es maestra, pero cree en casarse y tener hijos. La guerra y el creerse viuda, cambian las ideas de Margaret sobre el amor y los derechos de la mujer.



Aunque es infinitamente superior a World on Fire, esta seriedisponible hoy en Acorn y Tubi se siente deslucida y arcaica. Granada no gastó mucho en ella. Por ejemplo, las escenas de la guerra en Tobruk fueron filmadas en una playa de Formby,  cerca de Liverpool. El elenco era desconocido y lo seguiría siendo aun después de tres temporadas. Se entiende que los humildes Ashton fuesen eclipsados por los glamorosos Bellamys.



Yo intenté verla en 1974 cuando la pasó la PBS, pero la barrera del idioma me impidió seguir A Family at War. Diferente sería el caso de World at War, un magnífico documental de 1973, que mi padre (dueño del televisor los fines de semana) nos impuso con gran alegría de mi parte. Mi pasión por la Segunda Guerra Mundial,  que inicié a temprana edad, él la explicaba jocosamente a los amigos como “esta niñita nos salió muy bélica”

Hasta el día de hoy considero este documental de Thames como la mejor crónica del conflicto. Desde la narrativa vocalizada por el impecable acento de Sir Laurence Oliver hasta el hecho de que siendo de 1973 se podía entrevistar a muchos participantes como generales de la Werhmacht, resistentes franceses y sobrevivientes del Blitz de Londres. Hasta la música me encantó, siendo la primera vez que escuchaba canciones típicas de esa guerra como “We’ll meet again”, “Bless ‘em All” hasta el “Boum” de Charles Trenet.



Un motivo por el cual A Family at War no fue bienvenida es que en 1970 el ánimo británico era más bien pacifista, más que nada porque la Guerra de Vietnam seguía en curso. Fue solo a fines de la década que comenzaría un interés por la Segunda Guerra Mundial y que era un presagio de Tenko, Fortunes of War y otras celebres series bélicas de Los 80.

En 1977 debutaba Secret Army, un interesante retrato de una Bélgica Ocupada donde un tabernero crea una red de resistencia, mientras trata de poner en orden su vida privada. Esta popular serie tuvo la novedad de intentar dar un rostro humano al invasor. Dos años más tarde, Anthony Andrews todavía no el gran galán de los 80 protagonizaba Danger UXB sobre otro tema novedoso: el desmontaje de bombas sin explotar durante el Blitz.



Viajes a Tiempos Lejanos y Futuros

El éxito de tantos period pieces hacía que la BBC invirtiera en los dramas de época y no necesariamente los que tenían lugar en Inglaterra. En 1972,  decidieron dedicarse a otra familia, una más musical. Yo vi The Strauss Family en Telemundo, en español y en 1981, pero no la sentí prehistórica. Me encantó conocer la historia del Rey del Vals, de su conflictiva familia y de sus muchos amores.



La BBC y el Masterpiece llevarían a su audiencia a un viaje más dentro del pasado cuando, en 1975 se decidió adaptar la saga de Winston Graham sobre un oficial del ejército continental que al final de la Guerra de Independencia Americana, retorna a su terruño en Cornualles para encontrarlo todo cambiado y para mal. Poldark tendría dos temporadas para reorganizar su mundo y formar su propia familia en una Inglaterra dieciochesca y en la costa córnica donde parecía vivirse en otro mundo.



Sin menospreciar la magnífica adaptación del 2015 o las actuaciones de Aidan Turner como el Capitán Poldark y de Eleanor Tomlison como su Demelza,  la de 1975 se erige sobre méritos propios.  Como doy más detalles en otra entrada, me limito a decir que en solo dos temporadas este ejemplo de ficción histórica conquistó no solo al Reino Unido. La Poldarkmanía atrapó a muchos países, principalmente a España donde aumentó gracias a visitas promocionales de sus estrellas, Robin Ellis y Angharad Rees.



Envalentonados con el éxito, los de la BBC se atrevieron a viajar más lejos en el pasado adaptando las novelas históricas de Robert Graves. Ni Roma ni Domina, ni menos esa payasada Those About to Die, le llegan ni a la chancla a Yo Claudio. Fue una serie innovadora y para la época muy osada y cruda. Nos ruborizábamos al ver desnudos y descripciones de comportamientos semi aberrantes como los incestos de Calígula y la ninfomanía de Mesalina.

Hoy pueden verla con subtítulos en Acorn. Si se siente antigua por sus espacios cerrados y su ausencia de exteriores, pero sus diálogos y actuaciones son insuperables. Imagínense nada más una serie que goza de las actuaciones de Sir Derek Jacoby como Claudio, de Dame Sian Philips como su abuela Livia, de Sir John Hurt como Calígula y de Sir Patrick Stewart como El Prefecto Seyano.



El interés en el pasado no borraba la fascinación de dramas futuristas. A través de la década seguían los viajes por el tiempo del Dr. Who y otros intentos de emular la ciencia ficción estadounidense. En 1970 iniciaba y acababa UFO , una distopia en la que los alienígenos andaban secuestrando humanos para crear una nueva raza hibrida.

Ed Bishop era Straker, un oficial de SHADOS, una organización de máxima tecnología encargada de impedir una invasión de estos extraterrestres, pero también de aprender sus métodos y objetivos. Suena más interesante en papel que en pantalla. Cuprosamente,  esta breve serie llegó a Chile ese mismo año, en una época cuando los programas extranjeros se demoraban casi dos en llegar a nuestras pantallas.



Mas suerte corrió Space 1999 que en 1975 trajo a la pantalla al matrimonio de la vida real compuesto por Barbara Bain y Martin Landau quienes se habían hecho famosos en Misión Imposible. Esta saga cuenta  que a finales del siglo XX se ha establecido una base espacial en la luna que también se ha convertido en basurero de desechos nucleares terrícolas. Un día esos desechos explotan desorbitando a la luna, la base y sus 300 empleados.

De pronto la luna se sale de la galaxia, atraviesa un agujero negro y parte como un nuevo Enterprise a encontrar algún otro planeta donde aterrizar. Eso los lleva a encontrarse con diferentes sociedades alienígenas. Creada por Los Anderson, los mismos de las Supermarionetas, este fue su primer intento de trabajar con actores de carne y hueso. Duró dos temporadas, a mi padre le gustaba. A mí me aburría, considerándola inferior a Viaje a las Estrellas.



El Prosaico Presente

No todo en la BBC era pasado o futuro. En los últimos años que pasé en Chile (1972-1974) alcancé a ver las ultimas series inglesas que no eran customers y que tuvieron algún éxito. Todas tenían algo en común, mucho glamur, muchos viajes por espacios del jet set y algún misterio que resolver. Era la fórmula del momento.

Jasón King era un novelista famoso (tipo Ian Fleming). En busca de inspiración, viajaba a sitios donde, detrás de alguna belleza, nuestro mujeriego héroe encontraba algún misterioso crimen que podría aparecer en la próxima entrega de Mark Kane, el protagonista de sus novelas. Aunque la serie era entretenida, Peter Wyngard era el prototipo de belleza masculina de ese entonces: cabello largo, barba y bigotes frondosos, casi no se le veían las facciones, era una ensalada de pelos. Ni a madre ni a mí, que seguíamos a Jason King por inercia, nos parecía atractivo.



Mucho mejores eran The Persuaders o Dos Tipos en Apuros que llegó a Chile el ’73. Imagínense una serie que tiene lugar en la Costa Azul, con escenarios y personajes del Jet Set,  y protagonizada por Tony Curtis y Sir Roger Moore. Danny Wilde (Curtis) era un neoyorquino del Bronx que había hecho varias fortunas, con métodos no muy limpios y las había perdido.  Lord Brett Sinclair era un aristócrata inglés, ex oficial y ex piloto de Fórmula Uno.



Ambos se encontraban en medio de una trifulca en un bar de Montecarlo, justo cuando llegaba la policía  que  los arrestaba. Al juez se le ocurría un castigo ejemplar para estos privilegiados: “persuadir” a villanos de la zona de no cometer más crímenes. De esa manera, el dúo se encontraba con todo tipo de maleantes, muchos de ellos gente importante y no muy dada a dejarse persuadir de abandonar sus lucrativos negocios.



A pesar de lo interesante de la trama, la serie no tuvo más que una temporada. Se dice (lo dijo Dame Joan Collins en su autobiografía) que Curtis y Moore se llevaban de la patada, otros dicen a que a Sir Roger le interesó más ser James Bond que Lord Sinclair. Y ese fue el fin del cuento.

Tres temporadas tuvo Los Protectores (hoy puede verse por Tubi) , la historia de una agencia de detectives internacionales que operan desde tres capitales europeas: Harry (Robert Vaughn) desde Londres; La Condesa (Nyree Down Porter) desde Roma,  y Paul Buchet (Tony Anholt) desde Paris. La veíamos porque a mí me gustaba Vaughn desde El Agente de Cipol y mi hermano por el tema “Avenues and Alleyways”), pero yo no soportaba a la ex Irene de La Saga de los Forsyte.



De Buen Humor

Los 70 impactaron en la televisión mundial experimentando diferentes géneros.  Por ejemplo, les fue bien con las comedias. En 1973 llegó a TVN en Chile El Show de Marty Feldman, volviéndonos fanáticos de este excéntrico comediante y a su más excéntrico humor. De ahí nos volveríamos adictos a todos sus filmes bajo la dirección de Mel Brooks (Young Frankenstein, El hermano más listo de Sherlock Holmes) y sentimos su temprana muerte.

No recuerdo si Are You Being Served?  fue tan exitosa en USA como en Inglaterra y no conozco a nadie en Chile que la haya visto. Muy diferente fue el caso de la excelente Fawlty Towers (1975),  la obra maestra de John Cleese como el temperamental dueño de un hotel en el campo inglés y sus muchos problemas con clientes y empleados. Fawlty Towers, que duraría décadas,  encantó a los estadounidenses y tuvo mucha suerte en otros países.



Un caso curioso ocurrió en España donde no les agradó que el torpe camarero, Manuel,  fuese español. Se arregló traduciéndolo como Carlo, el italiano. En la versión en catalán, es portugués, pero vuelve a ser español en el País Vasco.



Los 70 se caracterizaron por ser la última década en experimentar con diversos géneros y por imponer glamur aun en historias que tenían lugar en el prosaico presente. Los 80 traerían otros cambios al producto inglés sobre todo en las adaptaciones literarias ya que una de ellas iba a provocar una anglofilia al otro lado del Atlántico no vista desde la Beatlemanía.

 

jueves, 6 de junio de 2024

Un Detective Tudor: Shardlake en Disney



En medio del banquetazo de series de época que nos hemos dado en esta primavera no podía faltar algún bocado para los Tudormaniacos. Se trata de la adaptación al streaming de los whodunnit históricos de C.J. Samson que tienen como protagonista a un magistrado del siglo XVI al que su cercanía con el poderoso Thomas Cromwell lleva a involucrarse en muchos casos de asesinato.

Hace ya casi una década que se habló de adaptar la serie de Shardlake. Se compraron los derechos de la primera novela Dissolution (2003) y Sir Kenneth Branagh la protagonizaría. Se postergó para no chocar con Wolf Hall que también era un Tudor Drama. Entretanto Sir Kenneth firmó contrato para Wallander y tomarían diez años para que Disney pudiese filmar la novela de Samson.



 Hubo un momento que se pretendió cambiar al personaje principal de jorobado a enano y dárselo a Peter Dinklage. Por suerte,  tal idea no prosperó y el protagónico lo lleva un buen y carismático actor que sufre del mismo problema de espalda que Matthew Shardlake. Su nombre es Arthur Hughes

Estamos en 1536. Han pasado seis meses de la ejecución de Ana Bolena. Enrique VIII y su nueva esposa, Jane Seymour, están esperando el nacimiento del ansiado heredero. Para Thomas Cromwell (Sean Bean) es un momento de triunfos. Por fin ha recibido la venia real para clausurar los monasterios. Todo dentro de un marco legal.

Muerte en la Abadía

Se debe probar, para su clausura, que un monasterio es o un centro de vida depravada o un espacio de acaparamiento ilícito de riquezas. Para eso, Cromwell envía a hombres de confianza a investigar estos claustro. En la abadía benedictiná de San Donato en Scarnsea, Robin Singleton,  el hombre de Cromwell,  es encontrado asesinado brutalmente. Es hora de que Cromwell envíe por otro hombre de confianza, el magistrado Matthew Shardlake.



Maese Shardlake no puede negarse a una orden del Lord Protector, pero, aunque aprueba la clausura de los monasterios no le gustan los métodos utilizados puesto que a veces transgreden la ley. A regañadientes,  Shardlake emprende el viaje hasta Cornualles, pero es un viaje acompañado de molestias.

La primera es que antes de emprender su misión ya Shardlake se ha convertido en doble agente. El Duque de Norfolk le ha ordenado que lo mantenga informado de todos los detalles de su investigación. Los Tudormaniacos sabemos que Norfolk era el líder católico, gran enemigo de Cromwell, pero aquí lo muestran como un ambicioso que quiere parte del botín del clero.

Su Gracia le dice al abogado que no crea lo que Cromwell le ha dicho de repartir el oro confiscado  “entre el pueblo”. Todo irá las arcas del rey y a las de su hombre de confianza. Shardlake no lo pone en duda y la historia ha probado que Norfolk tenía razón.

El otro problema es más difícil de evadir. Cromwell le impone un compañero de viaje al abogado. Jack Barak (Anthony Boyle)es un individuo insoportable,  vanidoso,  mujeriego y que se rumora es sicario de Cromwell. Shardlake intenta evadir esa presencia incomoda argumentando que no necesita asistente. Barak le responde que va como “guardaespaldas”, pero el jorobado sospecha de que se trata de un espía, lo normal si recordamos que  Cromwell instituyó un estado policial en la Inglaterra Tudor.





Shardlake y Barak llegan a la costa de Cornualles al monasterio. Tanto el Abate Fabian como su prior el Hermano Mortimus,  creen que la muerte de Singleton fue accidental. Esa misma noche desapareció del monasterio su reliquia más preciada, la mano del Buen Ladrón. Posiblemente el ratero se encontró con Singleton y lo mató.

Shardlake no se traga esa teoría. El monasterio está alejado del pueblo y rodeado de zona pantanosa, un lugar de difícil acceso para un forastero. Además, Shardlake ha identificado al asesino como un perfecto espadachín que cercenó la cabeza de Singleton con la pericia de un verdugo. En la orden hay dos candidatos. tanto Mortimus como el hermano Edwig (el contador) tienen experiencia con la espada como militares que fueron.

En el monasterio, Shardlake se enfrenta a otro problema. Singleton tenía un asistente el Dr. Goodhap, que desde el asesinato de su patrón se ha encerrado en su cuarto temeroso de ser la próxima víctima. Enojado al saber que debe permanecer en el monasterio hasta el fin de la investigación, Goodhap no aporta mucho a ella. Aparte de cobarde, Goodhap puede ser agente de Norfolk. Al menos de eso lo acusa Barak. Goodhap se burla del petimetre diciendo que Cromwell lo sacó de una alcantarilla.


Un Moro, Un Sodomita y un Cartujo

En la primera noche, Shardlake queda impresionado con lo opípara de la cena monacal rociada de buenos vinos franceses. En la mesa va conociendo a otros habitantes de San Donato como el Hermano Guy, un moro,  que funge de medico con la ayuda de Alice, la única mujer en el monasterio.

Shardlake también identifica al hermano Gabriel el sacristán. Goodhap lo llama “sodomita” enfrente de todos. Inicia una discusión interrumpida por un fraile que usa un habito blanco diferente al oscuro de los benedictinos. Acusa a toda la congregación de ser sodomitas y de cometer todo tipo de pecados. Sigue a esto una diatriba en contra de Cromwell.

                                  El Hermano Gabriel

El abate se agita, todos los comensales se alborotan y sacan a la rastra al rabioso fraile. El compungido abate pide excusas. El Hermano Jerome está loco, es pariente de Jane Seymour por eso están obligados a aceptarlo, aunque ni siquiera es de la orden, “es cartujo” dice el prelado como si fuese una ofensa.

Se Acumulan los Cadáveres

Desde su llegada, que Shardlake se ha interesado en el tímido Simon Whelphy, un novicio un poco torpe al que todos humillan y maltratan. Durante la cena es obligado a pararse en un rincón con un casquete con la letra “M” escrita en el.  Esta especie de orejas de burro es para indicar que él es un “maleficum”, una encarnación del mal. Al final del primer e[episodio, Simon es golpeado en la cabeza y cae en profunda fiebre. Es ahí cuando pide hablar con Matthew Shardlake.



Simon le cuenta que Singleton no ha sido el primer asesinato en la Abadía. Que él intentó advertírselo a “ella”, el joven novicio no puede ser más coherente. A sabiendas que es la única mujer en los alrededores, Shardlake interroga a Alice, pero la enfermera no parece saber nada de lo que ha dicho Simón.



No se llega a saber más, porque Simon enloquece,  huye de la enfermería y se suicida arrojándose de un tejado. El magistrado descubre que antes de su suicidio, Simon recibió varias visitas entre ellas la del cartujo. Shardlake lo interroga y se lleva una sorpresa. Aunque sabemos que Fray Jerome advirtió a Simon de guardar silencio, la conversación se desliga del suicida.

El cartujo lanza su ira en contra de Cromwell quien lo torturó personalmente en la Torre de Londres. Shardlake cae en un obtuso negacionismo y dice que todo eso  es  mentira. Fray Jerome ofrece mostrarle las marcas que el potro ha dejado en su cuerpo. De pronto cambia el tema y comienza a hablar del prisionero de la celda contigua en La Torre: Mark Smeaton.

Los Tudormaniacos sabemos que Smeaton era el joven musico acusado de ser amante de Ana Bolena. Jerome dice que Smeaton lloró al conocer su sentencia de muerte. No por miedo a esta sino porque perdería su alma inmortal al haber confesado (bajo tortura) un falso adulterio que provocaría la muerte de una inocente: Ana Bolena.



Shardlake sigue negándose a creer. El monje le entrega un folio, ahí está la confesión de Smeaton. Barak,  que ha escuchado la confesión, exige que Shardlake destruya ese folio. Teme que Cromwell se entere de que han fracasado en su misión y los castigue.

La situación está peliaguda y Shardlake está en peligro. Sabe que hay una sombra negra que lo vigila, pero cuando intenta enfrentarlo, el encapuchado lo derriba de un empellón y huye. Incluso el medio ambiente está en contra del pobre jorobado. Paseando por el pantano, cae en arenas movedizas y es rescatado por Alice. Pero el mayor problema para el abogado detective lo representa Jack Barak.



El Odioso Jack Barak

Barak es un hombre impulsivo, tosco, obsesivo hasta el punto de la histeria. Parece odiar a la religión católica, pero a ratos es solo un gánster que quiere cumplir con las ordenes de su padrino a costa de la verdad y la justicia. La oportunidad se la da el Dr.  Goodhap que intenta huir sin permiso. Barak lo mata  para hacer creer que fue asesinado por la misma mano que decapitó a Singleton, alguien del monasterio.



Originalmente, Jack Barak aparece más adelante en la serie de novelas de Samson. Decidieron embutirlo aquí y no puede ser más desagradable. Hasta prefiero a Boyle en Manhunt. En cambio Shardlake es un protagonista maravillo. En dos capítulos nos mueve a compasión y respeto, todo gracias a la soberbia actuación de Hughes. Su interpretación de un hombre marcado por un defecto físico es más conmovedora cuando sabemos que el actor entiende lo que vive Shardlake.

Sabemos que es sensible, compasivo y creyente. En su infancia quiso tomar los hábitos, pero la Iglesia lo rechazó debido a su deformidad física. Desde entonces apoya una reforma de una institución que no propaga realmente el mensaje de tolerancia de Cristo.

Por otro lado, el magistrado no comulga con los métodos de su patrón. La ejecución de Ana Bolena, a la que fue obligado a asistir, lo ha dejado consciente de que la reina fue víctima de un complot fraguado por el rey y por Cromwell. Lo vemos empeñado en usar la justicia y la verdad para resolver un crimen precisamente porque son la armas que el Lord Protector, y su sicario Barak desprecian.

Encontré muy simpático que Shardlake le tenga celos a Barak por su éxito con las mujeres. Su soledad y sensibilidad lo hacen añorar una compañía femenina y lo llevan a enamorarse como un colegial de Alice y deseamos que ella le corresponda.



Con la buena combinación de un guion coherente, un elenco competente y un misterio fascinante, ya tendríamos bastante para recomendarla, pero hay que agregar la atmosfera histórica. Desde el vestuario hasta el paseo inicial de Shardlake por las calles de Londres, nos hace sentir que nos movemos en un mundo pretérito.

Otra maravillosa particularidad es que ni la Abadía ni sus alrededores son productos de efectos especiales. Disney ha encontrado su nicho en Europa y ha filmado allá esta serie que esperamos merezca una segunda parte. El monasterio ha sido filmado en el castillo rumano de Hunedoara (donde se filmó The Nun) una inspiración para el Castillo de Drácula y el Castillo Kreuzenstein en Austria.


                                 Castillo Kreuzenstein

Recomiendo la serie por su valor como ficción histórica y por una enmarañada trama. Nunca me imaginé quien era el asesino, y en cuanto a acción, para el tercer episodio ya llevamos cinco cadáveres.

No es la primera vez que tenemos misterios en monasterios, incluso hemos tenido detectives clérigos como el Hermano Cadfael, pero las novelas de Ellis Peters tienen lugar en el medievo tal como la sobrevalorada Nombre de la Rosa de Umberto Eco, pero no recuerdo ningún whodunnit histórico que tuviese lugar durante el reinado de Enrique VIII.

Contenido Violento y Gory: Es una serie detectivesca, hay asesinatos, violencia por doquier, pero es menos gráfica que otras series sobre la Era Tudor.

Contenido Sexual y Desnudos: Barak y Alice se acuestan, pero nada gráfico.

Factor Feminista: Una de las víctimas es mujer, y Alice demuestra lo difícil que es para una mujer trabajar en el mundo de hombres aun cuando se trate de monjes célibes.

Factor Diversidad: Aquí es donde entra lo woke. No pueden acusar a Disney de no integrar actores de color, aun cuando interpretan a personajes blancos. Ya al comienzo vemos que Cromwell tiene un asistente negro. En la Abadía de San Donato el abad, el sacristán y el hermano enfermero son interpretados por actores de origen africano.

                                   El Abate Fabián

El único que se entiende que sea interpretado por alguien de color es el hermano Guy, el enfermero, que se supone es un moro malagueño. Ese personaje se vuelve recurrente en la serie de Shardlake.

Por supuesto que el gran aporte a la diversidad de esta serie es tener un protagonista con un defecto físico que marca a Shardlake y lo hace un detective diferente. Desde el momento en que una transeúnte se persigna al ver al magistrado en la calle que sabemos que, a pesar de su inteligencia y estatus, Shardlake es un paria. Shardlake se puede ver por Hulu/Disney en USA, Disney en España y Star + en América Latina.