Acabado de ver el
cuarto episodio, Gato Rafael me preguntó por qué le había recomendado una serie
donde todos los judíos eran malos . Ahí caí que cada judío de este cuento encarna
un estereotipo antisemita. Con este leitmotiv se disminuye la tragedia judía y
da una impresión de que las víctimas eran unos rufianes. Ese negativismo sutil está
muy de moda en las series angloparlantes, fomenta la judeofobia y es,
tristemente, un dejo del pasado que resurge en el antisemitismo presente.
Revisemos la galería de los miseros representantes de la raza hebrea en The
Breslau Murders:
Jugadores,
Lascivos y Mendigos
La primera en
aparecer es la niñita de las trenzas cuya presencia motiva a Podolsky a matar
al “Monstruo de Breslau”. Luego vemos que mendiga por las calles de la ciudad.
Ejemplo 1: judía mendiga=lumpen.
Nuestro segundo
ejemplo es Leon Rosenblum, el atleta polaco que se mofa de la superioridad
deportiva aria y exhibe una arrogancia impertinente. Para colmo se lleva a una
prostituta aria al cuarto del hotel donde los sorprende el serial killer:
Ejemplo 2: Rosenblum arrogante y putero=lascivia y soberbia judía.
Quería detenerme
en una omisión importante de la serie sobre las políticas del Tercer
Reich.A partir de las Leyes de
Nuremberg (1935), se prohibieron terminantemente no solo los matrimonios sino
también las relaciones heterosexuales entre judíos y arios. En el caso del
hombre no había mucho castigo, pero la mujer aria que sostenía una relación con
un judío era considerada “impura”, contaminada para siempre y por lo tanto
inadecuada para ser esposa/ amante de un ario y madre de sus hijos.
Por muy
prostituta que fuese, Zelda no hubiese arriesgado sus posibilidades de trabajo,
ya que ningún burdel la admitiría. Hablando de lupanares, el dueño del sitio
donde trabajaba Zelda y que frecuenta Podolsky, se llamaba Leviakov, un
apellido judío. Aunque los prostíbulos pulularon durante el Tercer Reich(el famoso Salón Kitty) no había empleo para
prostitutas judías ni para sus padrotes. Ninguna campaña de blanqueamiento del ‘36
cambió esa situación. Así que Leviakov está ahí solo para recordarnos que… Ejemplo
3 : judíos=trata de blancas
Casi al final del
episodio, Podolsky se encuentra con su ex forense, Otto Kracauer, en el casino.
El médico está feliz porque se ha levantado la prohibición de que los judíos no
puedan entrar en casas de juego. Aunque el Dr. Kracauer es el judío más simpático
y benévolo de la serie, lo que primero vemos es su afición a la ruleta. Ejemplo
4: Judío Jugador= gente viciosa aficionada al dinero fácil y a los juegos de
azar.
La Pornografía
Judía
Pasamos a la
tercera víctima, otro judío. Bruno Blumenstein. A este lo vemos antes y después
de muerto. Lo vemos en su estudio de fotografía quemando fotos. Aparece un
hombre, solo lo vemos de espalda que le dispara. A la mañana siguiente, Abram
Niepold, el joven asistente del fotógrafo, encuentra a su patrón asesinado y sin ojos.
Curiosamente, el cadáver está rodeado de fotos que el chico se apresura a
ocultar.
Cuando llega Podolsky
comienza registrando el local y descubre en un doble fondo de un buffet varias
fotos de tipo erótico. Cuando interroga a Abram, este niega saber de qué se
trata. Podolsky le toma un extraño fastidio y, sin tener motivo, hace que lo
encierren en una celda con criminales comunes.
Como no hay récords
criminales de Blumenstein, Podolsky va a la comunidad hebrea de la ciudad a
entrevistarse con Herzog, el rabino en jefe. A pesar de que Herzog le da un
cumulo de datos sobre el fotógrafo y, sin hacerse la víctima, revela el pésimo
estado de los judíos de Breslau, durante toda la entrevista Podolsky no dice
una palabra, pero fija una mirada despectiva en el rabino.
Ese desprecio no
lo reserva para un muy buen sospechoso. Fischnell, un jefe nazi local que
amenazaba al fotógrafo para que le vendiera su local a un precio mínimo . Como
explica el Rabino Herzog, esa es la costumbre de los nazis, obligar a los
comerciantes a venderles sus negocios por mucho menos de los que valen. Este
nazi que amenazaba a Blumenstein lo hizo apalear en varias ocasiones. Es un ex
proxeneta que una vez fue acusado de matar una prostituta.
A estas alturas,
ya Podolsky sabe que el verdadero objetivo del Quemador de Ojos era Zelda, no
Rosenblum. Aparte de todos estos factores, Fischnell tiene vasto acceso a la
clorina que el asesino en serie usa para quemar los ojos de sus víctimas. Aun así,
Podolsky gasta poco tiempo en Fischnell, no lo obsequia con más sarcasmo o
brutalidad que a otros, y deja caer ese sospechoso sin siquiera gastar tiempo
en investigarlo.
Mientras
interroga a sus amigas prostitutas, Podolsky accidentalmente se tropieza con un
dato importantísimo. El fotógrafo era el otrora famoso “Budo Blumenstein”creador de películas “artísticas” (léase
filmes eróticos). Armado con este conocimiento, el comisario vuelve a
interrogar a Abram Niepold, sabedor de que el chico ha sido brutalizado en la
celda común.
Ahora amenazándolo
con la Gestapo, y mirándolo con el mismo desprecio con el que miró al Rabino Herzog,
consigue confirmación de que el fotógrafo y Zelda eran cómplices que creaban
filmes y fotografías con contenido sexual y que posiblemente chantajeaban
clientes para conseguir dinero y huir juntos a América. Ejemplo 5: Blumenstein,
fotógrafo de encueradas a las que chantajeaba= judío extorsionador y
pornógrafo.
Era una creencia
de los antisemitas, y no solo en Alemania de que la industria pornográfica era
manejada por judíos cuya intención era pervertir a los jóvenes. Lo que se
llamaba “pornografía” entonces no es lo que conocemos hoy, filmes en los que se
retratan simulacros (y no tan simulacros) de actos sexuales para excitar a
determinado público.
La República de
Weimar se conoció por su liberalismo de costumbres o libertinaje como lo
llamaron sus detractores. Existía un gran interés por enfermedades y
desviaciones sexuales. Como expliqué y vimos en el documental de Netflix, El Dorado, en conjunto con bares gays, espectáculos
desnudistas en cabarets y revistas pornográficas, existía el instituto de Magnus
Hirshfield dedicado a estudios sexuales y donde se efectuaron las primeras operaciones
de cambio de sexo.
El cine no se
abstuvo de participar en ese zeitgeist. Las temáticas eran muchísimo más
fuertes que en Hollywood. Recordemos los filmes de la escandalosa Anita Berber y
joyas como Tres Páginas de un Diario de Pabst o la famosa Metrópolis.
También fue el nacimiento del cine queer
que era considerado como “concientizador” y “educativo”. A lo que voy es que un
director de filmes eróticos que en la progresista” sociedad de Weimar sería
considerado un artista más, en el Tercer Reich seria visto como un corrupto, y más
siendo judío.
Afiche de un filme de Anita Bereber
Polonia y El Antisemitismo
Sistémico
Quizás The
Breslau Murders no sea una representación ni completa ni veraz de la vida
en Silesia en 1936, pero es una ironía que si nos brinda un retrato negativo de
los polacos (Podolsky) y ejemplariza una característica de su cultura. Desde la
Partición de Polonia, en días de Catalina la Grande, que esa gran nación ha
sufrido de un sistémico antisemitismo cultural.
Algo en lo que no
erróKrol fue en mostrar esa judeofobia en los ‘30, tanto
en el auge del nacionalismo fascista como en el socialismo gubernamental. Hoy
en día, un partido como Corona tiene muchísimos adherentes y su líder,Grzegorz Braun, bajo la máscara del antisionimo,
fustiga a sus compatriotas a desarrollar sentimientos que van más allá del
repudio a Israel. Como ejemplo recordemos que el ultimo diciembre, Brun protagonizó
un incidente durante las celebraciones de Janucá llegando a apagar con un extinguidor el menorah que habian encndido en el parlamento polaco.
Esto no significa
que exista en mi un sentimiento antipolaco. Seria renegar de una gran y sufrida
tierra donde se recibió a los judíos en un tiempo en que monarcas medievales y renacentistas
los habían expulsado de sus reinos. En ningún momento he querido ofender al
país mártir de los nazis, al pueblo más perseguido y maltratado por el gobierno
hitleriano, después de los judíos. Según Keith Lowe en su Savage Continent,
6 millones de polacos (160.000 judíos entre ellos) perecieron durante la
Segunda Guerra Mundial.
No olvido que la mayor
cantidad de rescatistas que Yad Vashem ha homenajeado como “Justos Entre las Naciones”
está compuesto por ciudadanos de esa nación eslava,y tampoco olvido que Polonia fue uno de los
países que votó en la ONU a favor de la creación de Israel.
Es mi sentir que
esa generosidad coexistió con un antisemitismo sutil que permeó las
relaciones judeo-polacas a través del Siglo XX durante gobiernos― en su
mayoría de izquierda― y que sigue existiendo hoy. Es mi sentir que se
manifiesta sutilmente en su representación de judíos en la ficción como lo
demuestran Los Crímenes de Breslavia. Sigo recomendando la serie por
entretenida, por ser visualmente atractiva, pero para quien se da el trabajo de
verla un par de veces (como Gato Ernesto y yo) da mucho que pensar sobre esos tiempos
y se vale compararlos con los de ahora.
En uno de los
pocos ejemplos de publicidad que ha merecido esta serie, encontré una
entrevista con el director, Leszek Dawid quien la ha vendido como un relato que
presenta parecidos con el presente. Los tiene, pero como buen Noir no es factualmente histórica, y
aunque sus esfuerzos por explotar todas las gamas de la “diversidad” la pueden
hacer actual, también la hace complicada y confusa.
En su nota para
MSN, Anna Magdalena Lubowska ha dicho que la trama ofrece paralelos con tiempos
actuales. El director Leszek Dawid ha comentado que “una vez más (los polacos)
somos sacudidos por eventos históricos y amenazas similares”. Lubowska y el
director se refieren a las constantes provocaciones de Rusia quien,
recientemente, ha hecho volar drones sobre territorio polaco. Los paralelos son
referencias a septiembre 1939 cuando el país eslavo fue invadido―casi simultáneamente― por
tropas germanas y soviéticas que se dividieron el territorio entre ambos.
Soldados soviéticos y germanos compartiendo la partición de Polonia
En 1936, año en
que tiene lugar esta historia, Polonia llevaba tiempo sintiéndose amenazada por
los dos regímenes totalitarios más amenazantes de Europa. Hitler había dejado
claro en su libro Mi Lucha que su objetivo era apoderase de Polonia para
ampliar su Reich. Los nazis no escondían su desprecio por el pueblo eslavo y
sus deseos de aniquilarlo.
Todo esto es
histórico y hace más impactante que Alemania, en un esfuerzo de parecer una
nación afable y amiga de la ley, haya invitado a la delegación olímpica polaca a
entrenar en Breslau. Sin embargo hay un problema. Polonia es la nación
amenazada, pero la acción no tiene lugar en Polonia. Los personajes, con la
excepción de los atletas, son alemanes. Incluso Podolsky, aunque hijo de un carnicero, es nacido y criado en Breslau.
Según Agata Kulesza,
que interpreta a Frau Holz, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un trauma
para los polacos y a ella le resultó difícil meterse en la piel de una alemana
nazi. Es lo que ha hecho que algunos polacos se sientan incomodos al ver a
nazis de uniforme hablando en polaco. Me sorprende ese lapsus, ya que en Guerreras teníamos personajes alemanes hablando
alemán.
Agata K. como Gerda Holz
Este detalle
explicalo problemas del libreto con la verisimilitud
de la historia, su desconocimiento de la geopolítica de la región y su pasado
histórico. Solo se puede culpar a Disney que, ya hace rato, demuestra su inoperancia en la
fabricación de series de época.
Breslau: Entre
Germanos y Eslavos.
Hace ochenta años,
que Breslau pasó a llamarse Wroclaw y a ser parte de Polonia. No siempre fue así.
Originalmente, la región de Silesia fue parte de la esfera eslava,
perteneciendo alternativamente al reino de Bohemia y al de Polonia.En el Siglo XIII, empujados por las
invasiones mongolas, llegaron los primeros inmigrantes alemanes. Para el siglo
XVIII, Silesia era parte del reino de Austria, pero María Teresa la perdió en
sus guerras con Prusia. Silesia y sus ciudades, incluyendo Breslavia, pasaron a
ser parte del imperio de Federico el Grande. Consecuentemente, la zona se
germanizό y se convirtió ,después de la unificación alemana, en parte del imperio de
los Hohenzollern.
El fin de la
Primera Guerra Mundial vio nacer la republica de Polonia, pero Silesia no le
fue otorgada. El tratado de Versalles dividió la provincia en dos. La Baja
Silesia, con capital Breslau, pasó a ser parte de la Alemania de Weimar. La
alta Silesia permaneció como zona independiente hasta que, en 1937 (un año
después de los Juegos Olímpicos), un plebiscito permitió que la provincia
entera se uniese al Tercer Reich. Esta es una indicación del apego de la
población alemana silesiana al régimen hitleriano.
Después de la
Segunda Guerra Mundial, Polonia anexό Silesia a su territorio, pero muchos
silesianos―entre ellos el escritor deKrol―no se sienten polacos y
hay un fuerte movimiento separatista.
Las Olimpiadas
de 1936
Me ha sorprendido
un poco la idea de usar las Olimpiadas del ‘36 como trasfondo para la
persecución de un asesino en serie. No es que esa olimpiada no haya aparecido
antes en el cine, Desde que el famosodetective chino se fuera a
investigar robos de joyas en Charlie Chan at the Olympics (1937) hasta el
documental Triumph: Jesse Owens and the Berlin Olympics, sin olvidar el
extraordinario documental de Leni Riefenstahl , Olympia (1938) que ese
evento ha sido expuesto en las pantallas. Lo diferente es que aquí la acción no
tiene lugar en Berlín, la sede de los juegos, sino en Breslau.
Este es Jesse Owens en Los Asesinatos de Breslavia. El verdadero era más flaco
Antes que todo
deberíamos hablar de por qué motivo estas olimpiadas fueron tan significativas.
Como parte del castigo de Alemania, al acabar la Primera Guerra Mundial, se
prohibieron competencias deportivas internacionales en suelo germano. Para
1931, los adelantos científicos, intelectuales y sociales de la República de
Weimar levantaron el castigo a la nación alemana y se decidió que los juegos de
1936, tanto de invierno como de verano, se celebrarían en Alemania.
El problema fue
que con el ascenso de Hitler al poder la imagen de Alemania como una sociedad
progresista y liberal se desvaneció. Los campos de concentración para
disidentes, la creación de un estado policiaco, las purgas y la persecución
sistemática de los judíos y otras minorías, llevaron a varios deportistas y organizaciones
deportivas a hablar de buscar otra sede o boicotear las olimpiadas. España, por
ejemplo decidió celebrar sus propios eventos bajo el título de la “Olimpiada Popular”
que tendría lugar en Barcelona ese verano del ‘36.
Para Hitler y su
gente esto era un golpe tremendo ya que planeaban unas olimpiadas que
demostrarían la superioridad física de la raza aria.Cuando el Conde Baillet-Latour, presidente
del Comité Olímpico vio los carteles antisemitas y los letreros en las tiendas judías
que prohibían a los arios a comprar ahí, le dijo al Fuhrer que eso era
inadmisible. De ahí que veamos en The Breslau Murders como se limpian
escaparates y se retiran afiches en contra de los judíos. Aunque con eso no
limpiaba las mentes de los breslavianos de una judeofobia que el Reich llevaba
tres años inculcándoles.
Limpiando letreros antisemitas de los escaparates
Hubo otras formas
en que la Alemania Nazi siguió llevando al cabo su programa de expulsar a los
judíos de la vida civil teutona. Uno de ellos fue purgar el equipo olímpico de
atletas judíos. No pudieron hacer eso con los equipos extranjeros aunque
algunos países, como Italia, no mandaron judíos “para no ofender al Fuhrer”. En
otros casos, los mismos deportistas eligieron no ir como un modo de protesta.
Aun así muchos judíos ganaron medallas como el boxeador francés, Victor Perez, y el campeón olímpico de esquí Bronislaw
Czech. Ambos morirían en Auschwitz.
Fantasilandia Nazi
Donde la serie se
cae como fruta podrida, es en su descripción de la sociedad alemana de 1936.
Hay tantos errores que tal vez se entienda que Podolsky no comprenda lo que está
pasando en su país y en su ciudad, pero le resta verosimilitud al relato.
Me sorprendió
descubrir que Los asesinatos de Breslavia está inspirada en Muerte en Breslau
del autor polaco Marek Krajeswki. Como no la he leído no puedo hablar de
plagio, pero por reseñas y sinopsis veo que se han aprovechado algunos aspectos
tanto en la creación de Franz Podolsky como en la recreación sociohistórica de Breslau
.
En ambos Noirs breslavianos
observamos una ciudad de provincia en la que se sienten las pisadas de un
totalitarismo que va a cambiar las reglas del juego. Hay dos estratos sociales:
una aristocracia añeja, caduca, depravada y hedonista. Por otro lado tenemos un
lumpen compuesto por criminales, prostitutas, igualmente corruptos y degradados.
Las zorras de la "alta" amigas de Lena
Entre estos dos
mundos se equilibra el investigador quese siente como“los de abajo”,
pero que está atado a los de arriba. En el caso de Eberhard Mock de Krajewski
por su mentor el Barón von der Malten. En el caso de Podolsky, por su
matrimonio con una aristócrata vienesa.
El problema es
que la trama es convincente en la novela de Krajewski porque tiene lugar en el
primer año de los nazis en el poder. Todavía hay posibilidades de vivir como se
vivía antes, todavía las garras del poder no lo han atrapado todo, todavía hay
asombro en muchos cuando se tropiezan con ejemplos de cómo un régimen político
puede cambiar su existencia.
En cambio The
Breslau Murders usa de telón de fondo a los Juegos Olímpicos de 1936. Tanto
ha cambiado Alemania que hay amenaza de que se boicotearan los juegos. Hay
conciencia en el mundo civilizado que el Tercer Reich es un estado que reprime
las libertades individuales, que inhibe la libertad de expresión, que ha
prohibido sindicatos y huelgas y que persigue, encarcela y mata a quienes se le
oponen. Por eso es que resulta absurdo que Lena y sus amigos vivan con tanta
libertad y que Podolsky se niegue a entender los peligros que corren su gente,
él ,y la gente que él pone en peligro. ¿Será embotamiento de borracho o acaso, al intentar fusionarlo con el protagonista de
la novela de Krajewski, la IA les falló?
Eberhard es un
policía sin mucho amor por las reglas, que usa métodos a veces poco éticos, que
bebe de más y gusta pasársela en prostíbulos. Ahí paran las similitudes con
Podolsky. Eberhard es un escalador
social que busca estar siempre arriba y controlar su ambiente. No le molestan
los nazis mientras no se metan con él y su único miedo es que el descubrir su
pasado en la masonería pueda afectar sus posibilidades de acenso.
Tal vez esas
diferencias sean las que expliquen la contradicción de Podolsky, su arrogancia
estúpida, su desprecio por los métodos de la Gestapo cuando él los utiliza
constantemente y a lo mejor, siendo Eberhard antisemita, eso explicaría el
menosprecio que Podolsky exhibe hacia los judíos que se le cruzan por el
camino. Incluso el Dr. Kracauer es nada más un instrumento y no duda en ponerlo
en peligro.
Siguiendo con la incongruencia
de la sociedad nazi de Breslau, examinemos a la misma SS. Aparte de Holz―el personaje
mejor perfilado del argumento― no tenemos ningún subalterno que destaque
en nada. Es como si no hubiese evolucionado Disney de los días de Hogan’s
Heroes. Los Caballeros de Negro aquí siguen siendo estereotipos risibles:
el forense mediocre; el ayudante robótico, el ex proxeneta y asesino que ahora
quiere hacer una fortuna robándole a los judíos de manera legal (“¡Hitler
es un genio!”).
Creo que ya
deberíamos tener la madurez necesaria para saber que el Tercer Reich no estaba
manejado por clichés cómicos. Los había ignorantes, oportunistas, y ex
criminales, pero si toda la cúpula nazi hubiese sido una manga de rufianes
ignaros y estólidos, no hubiesen conquistado Europa.
Otro toque interesante
es el entusiasmo de las clases humildes por las políticas del Fuhrer que queda
en evidencia cuando Los Podolsky comen con la cuñada de Franz y el sobrino. Es
una comida desagradable donde Lena intenta saltarselas rencillas familiares y las diferencias
sociales compartiendo con el joven su amor por la poesía. Todo para que Franz,
celoso, la degrade exponiéndola como tan impúdica y tosca como él.
Antes del show
del pepino (ecos de Jennifer Jasón Leigh en Fast Times at Ridgemont High),
la cuñada ha expresado su agradecimiento y admiración por Hitler, un hombre de
clase humilde, que entiende a los pobres. Este panegírico irrita a Los Podolsky,
no porque sean opositores al régimen, sino porque es un agregado más a una cena
incomoda y soporífera.
Sin embargo, es importante
entender el espíritu de la época y la aceptación de gente que, al no ser judíos
ni de izquierda, celebraron las políticas nazistas. Basta ver en Babylon Berlin
la miseria en que vivían los obreros y sus familias―ejemplarizado por el
piso ruinoso de Charlotte Ritter―para ver lo que el gobierno nazi hizo por
esa gente.
Durante del
Tercer Reich, se construyeron edificios para las clases trabajadoras, con
apartamentos más amplios, más limpios, dotados de baños. Todo un lujo. Aunque
se acabaron los sindicatos y el derecho a huelga, la inmensa masa de
desempleados consiguió trabajo , más o menos digno. El gobierno instituyó varias
agencias para aliviar las necesidades de los más pobres. No es de sorprender
entonces que el pueblo recibiese con alborozo a HItler y cerrase los ojos a la
represión que exigía el vivir un poco mejor.
Medicina en el
Tercer Reich
La aparición del
forense mediocre que reemplaza al Dr. Kracauer, podría haber sido un momento
para explicar que en la Alemania Nazi, las ciencias, incluyendo la medicina,
habían sido depuradas de elementos judíos. Eso incluía la psicología de Freud
(tan admirado por Inga Eissmann) tal como las teorías del criminólogo Cesare
Lombroso.
Sin embargo, esta
fue la gran época de la medicina forense alemana. Para los médicos nazis―totalmente
carentes de ética―todo cadáver, fuese de un comunista fusilado, un
judío gaseado o un niño ario con problemas mentales, servía para experimentos.
Se les despezaba en honor a la medicina nazi que buscaba respuestas para el
comportamiento criminal del muerto tal como motivos para explicar sus políticas
étnicas o evitar la procreación de seres inferiores. Un verdadero forense de la
SS hubiese querido llevarse el cuerpo de Blumenstein para examinarlo.
Lo que la serie
nos enseña fue un tema ya explorado en otros shows como Charite, World on Fire y hasta en El Cisne Dorado. Ese miedo que existía en el Tercer Reich
hacia las enfermedades fuese las ulceras de Himmler o una alguna tara familiar
que pudiese ser heredada, era real y terrible.
Debido a eso, Los Holz han ocultado la
patología de su único vástago. Lo de Jurgen solo lo conocen sus padres y su
psiquiatra, la freudiana Inga Eissmann.Lena también necesita terapia, y su narco dependencia ya no pasa del “uso
social de drogas” Podolsky se define
como borracho, ¡Qué bonita familia! ¿Así quieren encargar un
hijo?
Jurgen Holz
Polacos y Gays:
La anti diversidad de los nazis
Tratándose de una
serie polaca debería haber más énfasis en la animosidad que había entre Polonia
y Alemania. Apenas tenemos una visita del embajador a Breslau para amenazar con
boicotear las olimpiadas. Vemos a la delegación olímpica metiendo bulla en las
calles de la ciudad y arrastrando a Franz, ya borracho, a su francachela que está
salpicada de insultos hacia los alemanes y los nazis.
La delegación olímpica polaca
Nos preguntamos
si Podolsky sobriolos hubiese seguido y
hubiese cometido el faux pax de ponerse el blazer del equipo. Ni hablar
de vomitarle las botas a Himmler. Para el espectador lego, esto es solo una
manifestación de gente basta e ingrata con el buen recibimiento que se les ha
dado , por hipócrita que este sea.
Himmler vino a Breslau a ver a Podolsky vomitar
Hubiera sido
interesante que se hablase de los planes de Hitler para Polonia expresados en Mein
Kampf. Estos abarcaban su deseo de apoderarse de la nación polaca
incrustada en el rumbo que el Tercer Reich se había trazado para su
Lebensbraum, la ampliación de la nación aria hacia el Este. Con eso se
entendería el odio polaco y el desprecio teutón.
Tenemos el
conflicto eterno en Silesia entre germanos y eslavos, pero esta serie de tramas
aglomeradas no llega a explicar bien como ese conflicto ha adquirido tonos
dramáticos en el Tercer Reich. Cuando Ágata Holz expresa su desprecio por la
inferioridad racial de Franz Podolsky asume el espectador lego que se trata del
descrédito que merece un policía tan desprolijo y poco amigo del reglamento no
de un racismo que se ha vuelto política de estado.
Nunca se llega a
entender que las políticas raciales del nazismo contemplaban un triple
genocidio: judíos, gitanos y eslavos y que casi se llevó a cabo. De ahí mi
indignación cuando se mal usa el término “genocidio” para definir la tragedia
de Gaza.
Sabemos que en el
paraíso hitleriano no había cabida ni para el multiculturalismo ni para la pluralidad
y en eso entraba en juego una lucha en contra de las libertades sexuales de la república
de Weimar desde transgéneros que circulaban públicamente en drag hasta revistas
y cine pornográfico que era considerado artístico. De eso hablé en mi reseña
del documental ElDorado.
Los nazis no se
tragaron el adjetivo “artístico”. En l famosa quema de libros del 33, junto a
los tratados de Freud y la poesía de Heinrich Heine, ardieron libros y revistas
consideradas “pornográficas” por los nazis. Los transgéneros que en el previo
gobierno se habían inscrito en las comisarías para poder salir a la calle,
vistiéndose de acuerdo al sexo que creían pertenecer, se encontraron ahora en
una peligrosa lista negra.
Destrucción de revistas de caballeros
Barens no miente
cuando le dice a Podolsky que acabará junto a “comunistas y sodomitas” en un
campo de concentración. Para 1936, Buchenwald, Dachau y otros campos cuyos
nombres vivirán en la infamia, tenían como prisioneros a disidentes (muchos de
ellos judíos) ,criminales comunes y los que caían bajo la Ley de Vagancia, léase
un lumpen de mendigos, homeless, alcohólicos, drogadictos y lo que se conocía
como “desviados sexuales”.
Desde la subida
de Hitler al poder que la vibrante diversidad sexual alemana cesó de existir. No
solo los gays eran arrestados, sus espacios como bares, restaurantes y cafés
también fueron clausurados. por eso es que resulta absurdo que en Breslau
exista un café donde todavía frecuentan homosexuales en busca de pareja.
Aunque no habría
tanta persecución de lesbianas como de homosexuales y trans en el Tercer Reich,
desde 1936, el campo de detención de Moringen comenzó a recibir a lesbianas muy notorias bajo el cargo de ser “antisociales”. Ahí
es donde Holz espera mandar a la psiquiatra de su hijo. Ya Inga llama la
atención por vestirse de varón.
La serie nos deja
en claro quiénes son los enemigos del Reich: comunistas, homosexuales,
polacos/eslavos y, por sobre todo, judíos. De estos últimos hablaré la próxima
semana.
Interesante que
para su primera coproducción con Polonia, Disney haya escogido un Noir de
época. Teniendo como trasfondo la capital de Silesia en 1936, en vísperas de las Olimpiadas de Berlín,
conocemos a Franz Podolsky un policía que maneja sus problemas personales con
la misma poca ortodoxia con la que maneja la investigación de los crímenes que
le encargan.
Es una lástima
que las plataformas de streaming estén tan enfocadas en filmar historias en el
extranjero para luego desenfocarse totalmente de una campaña para promoverlas.
Este primer esfuerzo conjunto entre Disney y la televisión polaca ha tenido tan
poca publicidad que hasta una semana antes de su estreno yo no tenía la
seguridad de que fuesen a pasarla en Estados Unidos.
Comenzamos en Breslau,
capital de Silesia, en el Año de Gracia de 1936 (léase tercer año del reinado
de Adolfo Hitler, el Primero de su Nombre). El comisario Franz Podolsky tiene
ordenes de trasladar un criminal del juzgado, donde se le ha encontrado
culpable de la violación y asesinato de catorce niños, hasta su nueva cárcel.
Debido al dinero
y poder de su familia, el pedófilo se ha librado de la guillotina y de una
temporadita en Buchenwald. “ El monstruo de Breslau” irá a un manicomio en los
Alpes. Podolsky observa entre la muchedumbre aglomerada en la calle a una niñita
morenita de trenzas y aspecto desaseado. Esa imagen le da el valor de seguir
con su plan. Demanda poder viajar con el asesino en un vagón policial.
A la mitad del
camino le quita al preso las esposas, justo cuando Erwin Benk, devoto ayudante
y cómplice de Podolsky, choca su carro contra el vagón. Podolsky saca su
revolver y mata al prisionero. Nadie cree su excusa de que el muerto se desembarazó solo
de las esposas y el comisario es suspendido mientras se investigan los hechos.
La acción pasa a
tres meses más tarde y a tres subtramas. Vemos a la niñita de las trenzas, mendigando
y cantando en yiddish bajo la ventana del ginecólogo de la esposa de Podolsky.
El matrimonio ha venido a que el medico confirme que Lena puede embarazarse.
Mal momento para escribirle a la cigüeña. Podolsky no le ha dicho a su mujer
que lleva tres meses desempleado, que hay una investigación en su contra, y que
es posible que vaya preso.
Va a suplicarle,
sobre copas de vodka―nuestro protagonista es aspirante a alcohólico―a su
superior, Leopold Barens, que le devuelva su empleo. Barens le dice que debió
haberlo pensado antes de matar a Félix von Berg alias “El Monstruo de Breslau”.
La KRIPCO (policía criminal) alemana ha sido fusionada con la SS/Gestapo. Quien
manda ahora es Heinrich Himmler. A los nuevos lideres no les simpatiza un
policía que desobedece órdenes y que es hijo de un carnicero polaco. El
problema de Podolsky es que no entiende los tiempos que vive y no toma a los
nazis muy en serio.
La Muerte de
un Atleta Judío
Entretanto, en la
estación de Breslau se espera a la delegación deportiva polaca. Son quienes competirán
en Las Olimpiada de Berlín, pero han aceptado hacer su entrenamiento en las
facilidades deportivas de la capital de Silesia. Esta generosa oferta a un país
que Hitler desprecia es una manifestación de la atmosfera de buena voluntad que
Alemania pretende crear en la prensa extranjera y así poder continuar siendo la
sede de los juegos olímpicos.
Antes de la
llegada del tren, vemos a un grupo de camisas pardas armados de rocas, Erwin
Benk está ahí y los desarma y dispersa. Se le acerca Zelda, una prostituta
amiga, que lo soborna con cinco marcos para saber en qué hotel estarán alojados
los polacos.
Bajan del tren
los atletas y destaca el lanzador de jabalina, Leon Rosenblum. Con mucho
desplante anuncia que viene preparado para ganarle al campeón alemán, Helmuth
Sule a quien ya ha vencido en otras competencias. Ante las cámaras, Rosenblum
anuncia que con su “fuerza judía y valor polaco” derrotará al campeón ario. El público
lo abuchea. Francamente, este Rosemblun corteja algo más que un par de
piedrazos.
Hay una subtrama
que interrumpe la acción. Se trata de la relación marital de Podolsky. El ginecólogo
le ha anunciado al comisario y a Lena, su mujer, que no hay nada que les impida(físicamente)
la posibilidad de ser padres. Para ayudar el proceso les proporciona el famoso
calendario del ritmo solo que ahora deben usar los días prohibidos para quienes
lo utilizan como método anticonceptivo.
SPOILER: Presten
atención a Lena. Es la gran Pistola de Chejov de la trama.
Ante de ir a
entrevistarse con Barens, el comisario le promete a Lena regresar en la noche
para aprovechar el calendario. Ella exige que le traiga champaña. “El vino es
para las putas” Lo siento Lenita, pero la con facha de zorra aquí eres tú. ¿Tanto collar de perlas
para ir al ginecólogo? El resto del episodio me da la razón.
Con el dinero que
le da su jefe, Podolsky se va a jugar a las cartas, bebe y gana. Compra buena champaña
y un ramo de rosas y vuelve al hogar. Lena lo espera vestida con una sábana,
pero se niega a acostarse con un borracho.
El policía pasa
la noche en el sofá de la sala. Únicamente en la mañana consigue arrimarse a su
mujer en un rincón. Están en lo mejor, cuando tocan la puerta, es el pobre Benk
que viene con mensaje de Barens. Ha ocurrido un doble asesinato y es la última
oportunidad de Podolsky de reintegrarse a la policía.
Cuando Podolski
llega a la suite del Hotel Hungría se encuentra dos cadáveres desnudos. Son la
prostituta Zelda y el atleta judío Rosenblum. El asesino los ha ultimado a
balazos y después les ha quemado los ojos con cloro. Además ha tenido la
precaución de extraer las balas para que los polizontes no puedan identificar
el arma homicida. Podolsky se da cuenta que se las tiene que ver con un psicópata
sádico, pero inteligente.
Se le va la
mañana al policía descartando al atleta rival (muy tonto para ser el asesino)
como sospechoso, y entrevistándose con Barens y su verdadero patrón, el Oberststurmbannfuhrer Johann Holtz que
se ve muy afable, pero es clarísimo. Si Podolsky resuelve el caso podrá
reintegrarse a la policía con todos sus derechos, privilegios y una hoja
limpia. Si no lo hace demostrará que Barens estaba errado. A solas con Barens,
Podolsky descubre que si no encuentra al asesino, se culpará a Holz
de incompetente y que este los arrastrará a todos en su caída.
Buscando Desesperadamente
a Lena
En su retorna al
hogar, a Podolski lo espera un desorden
de vestuario, restos de cocaína y desaparición de Lena. Parte a buscarla y eso
nos permite un atisbo de la alocada vida nocturna breslaviana que no parece
envidiarle nada a la de Berlín. Comienza en el Bar Luxor, sigue en un salón de
baile donde (como corresponde a la imagen “moderna’ que quiere proyectar el Reich)al son del swing, las parejas bailan
jitterbugh, y acaba en un casino donde se encuentra con su forense, el Dr.
Kracauer.
Hay un leitmotiv
en todos estos espacios. Todos los camareros y barmen conocen a Podolsky, saben
que es un alcohólico, saben que tiene una esposa más joven y que su matrimonio
no es ideal. Es en el baño del casino donde Podolsky encontrará a su mujer con
la cabeza metida en el inodoro y semi inconsciente.
La carga de
regreso al hogar donde, mientras Lena duerme su borrachera, el detective
registra el bolso de su esposa y encuentra varias sorpresas. Junto a la cocaína
están las bragas de Lena muy dobladitas. La revisa y ve que anda sin calzones,
parte de la base de que ha tenido sexo con otro (y justo en los días del
calendario).
El tema pasa a
segundo plano cuando encuentra el policía también un recorte de la noticia de
la muerte del “Monstruo de Breslau”. La foto tiene los ojos quemados por
cigarrillos y con la nota viene un mensaje del asesino en serie que comienza
con una cita bíblica para pasar a lo personal: “Tú y yo Podolski somos iguales.
Ambos queremos limpiar la ciudad”.
Esto es nada más
que en el primer episodio los otros nos tendrán involucrados en una frenética
búsqueda de un psicópata que alcanza a acabar con cinco vidas (ni hablar de
daños colaterales) antes de ser atrapado y ultimado. En este misterio hay tal
cantidad de pistolas de Chejov y pistas falsas (red herrings) que
dilatan la investigación llevando a Podolsky a cul-de-sacs y que
cofunden al policía y al espectador.
Podolski No me
Simpatiza
Yo soy de las que
se engancha con un relato si los personajes me interesan. The Breslau
Murders no es una excepción. Tengo mis favoritos, los dos únicos decentes
en esta fabula sórdida donde pululan personas depravadas y mezquinas. Me
refiero a Erwin Benk, tan leal, tan honesto, tan buena gente y a su superior Leopold
Barens, un caballero que se debate (para no perder su puesto) entre tener que
inscribirse en el Partido Nazi―todo policía del Reich debía ser miembro―que desprecia,
o seguir apoyando las insubordinaciones de Podolsky.
Obvio que en una
historia donde no se sabe quién es más destructivo: si los nazis o el
protagonista, hay muchos personajes que inspiran compasión: Zelda, la primera víctima;
el Dr. Kracauer; el pobre Abram al que Podolski le toma un inexplicable
fastidio; Uwe Gruber y su familia. incluso me conmueven los poderosos Holz , en
su faceta de padres que descubren que ni ser arios, ni ser nazis, ni tener
poder los libra del miedo y dolor de tener un hijo enfermo. Un tema que mejor
se desarrolló en la Segunda Temporada de Charite.
Los Holz quieren proteger a su hijo de un regimen al que sirven.
Todo este
preámbulo es para explicar que no hay manera en que pueda sentir empatía por el
comisario Podolski. Hay quien ha comparado a Podolsky con Carl Morck del Departamento Q. Hay quien dirá que a mí me gustó Morck
porque lo interpretaba Matthew” Slurpy” Goode y aquí en cambio tenemos un actor
que no sigue los cánones de belleza occidentales.
Por empezar, Tomas
Schuchardt es considerado galán en su patria y a mí me gustan los gorditos si
sus personalidades superan sus kilos de más. Por eso me han gustado muchos
personajes interpretados por Spencer Tracy, Topol, Orson Wells y otros histriones pasados de peso.
Mork y Podolski tenían
en común ser arrogantes e incapaces de demostrar su efecto por otros, pero el protagonista
de Departamento Q poseía una intuición que le falta a su colega alemán.
Mork era lo suficientemente listo para ver el potencial de Akram, Rose y Claire
y a Hardy lo trataba como un igual. Podolsky trata a todos como inferiores
incluso a los superiores. Es tan tonto y egoísta que no ve ni la realidad
política, ni el peligro en que pone a la gente que lo quiere y lo asiste. Su
tratamiento del devoto Sargento Benk es la apoteosis del egoísmo.
Podolsky y su leal Benk
El detective huraño,
dependiente de substancias y arrogante, es un tropo de los whodunnit históricos,
pero Podolsky no tiene cualidades redimibles. Como se lo explica Barens―que es
el Pepe Grillo de este Pinocho― Podolsky, en su incapacidad de entender
que vive bajo un régimen totalitario, “es más estúpido de lo que pareces”. Barens
además lo define como alguien que “destruye lo que toca”y a quien no le importa nadie más que el mismo.
La serie nos dice
que Franz Podolsky es una leyenda, pero nunca llegamos a saber el motivo.Su cuñada se queja de que el carnicero Podolsky gastó lo
que no tenía enviando a Franz a la universidad. No se nota. No solo Franz es
ignorante y poco intuitivo, incluso cuando no está embotado con el alcohol, le
molesta ver gente más culta que él. Por eso se pone celoso al ver a Lena hablar
en inglés con Peter Fox y al oírla recitar poesía con su sobrino.
En Babylon Berlin, la narcodependencia
de Gereon Rath nunca puso en peligrosus
casos. En apariencia era un tipo atractivo y simpático, también un gran bailarín.
Su error era permitir que los prejuicios y problemas personales lo hiciesen
prescindir de personas que podían ayudar en sus casos. Solo en las últimas
temporadas cuando se convertiría en el robot de su propio hermano, que el
personaje decayó .Hemos visto policías
con graves problemas personales enSol Negro
y en Vienna Blood, pero ningunotan inoperante, ordinario e infantil como el
protagonista de Los Asesinatos de Breslavia.
Creo que lo más
desagradable de Franz Podolsky ,aparte de sus modales ramplones y su soberbia ,
es su ingratitud. Es ingrato con Erwin,
con el Dr. Kracauer, con Inga y sobre todo con Barens a quien llama “un viejo jodido”
cuando este lo ha rescatado después que el inmaduro policía ha tenido una
pataleta depresiva que lo lleva a lanzarse a un rio.
En cuanto a sus
métodos detectivescos, Podolsky no es ningún Sherlock Holmes . El modo en que
conduce sus interrogaciones no es muy dispar a la de los SS: manipulaciones,
amenazas, chantajes. Es el investigador más
patético que se haya visto desde que Matthew Rhys se puso los calcetines de Perry Mason.
Lo Mejor de
Los Crímenes de Breslau
A pesar de este
protagonista tan poco recomendable, voy
a recomendar la serie, pero antes vamos a examinar sus virtudes
cinematográficas, comenzando por las actuaciones. Al no conocer a muchos
actores, me he quedado con el histrionismo de tres secundarios a quienes veo en
facetas muy diferentes a otras actuaciones que he presenciado.
Encabeza la lista
Adam Bobik quien ya atrajera mi atención en Krol como el líder fascista polaco. En su rol del
Sargento Erwin Benk, Bobik exuda humanidad, lealtad, e intuición. Recuerdo a Carolina
Gruszka quien diese vida a la amante alemana del protagonista de Los Optimistas, a la que una bala perdida ultimaba el día
de la inauguración del Muro de Berlín. Claramente el rol de la Dra. Eissmann exige más de su capacidad actoral.
Ni en IMDB ni en
la Wikipedia mencionan en el reparto a Jan Hrynkiewicz quien me hiciese llorar
como el infortunado Herschel que tras sobrevivir Auschwitz encuentra el amor en
la persona equivocada en la miniserie suiza Laberinto de paz. Aquí da vida a Abram Niepold, un joven
sospechoso que, por una razón incomprensible, merece un trato más duro y hostil
de parte de Podolsky, pero hablaré más de eso en una nota separada.
The Breslau Murders es un agasajo visual gracias a la
filmación en zonas históricas lo que permite apreciar la belleza de la ciudad
reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial. En términos de vestuario hay
una ironía. Las mejores prendas se las han puesto a las extras que se pasean
por las calles o por los espectáculos nocturnos breslavianos.
En cambio las
protagonistas no lucen sino deslucen. Inga se entiende, siempre está en drag,
pero Frau Podolski debería haber sido un maniquí para la moda de ese verano. A
la pobre Lena la tienen en tres atuendos: el de Eva: ropa interior, y muchos
vestidos de noche que no llaman la atención tal vez porque la modelo no tiene
con que llenarlos.
En cuanto al
resto, La banda sonora es lastimosa
combinando opereta con lieders; temas del swing estadounidense (la
versión de “Bei Mir Bist Du Schon” de las
Hermanas Andrews (1937) con algo más contemporáneo como un “That’s Life “ que corresponde
a un Sinatra del ‘66 y alguna música incidental que no captura ni la época ni
la atmosfera de novela negra. Con tanta música popular alemana de los 30s que
hay en YouTube, lo mejorcito que encontraron fue este tema polaco de 1932 que
Lena baila durante una de sus borracheras.
Hablando del
libreto, este intenta abarcar demasiado sin nunca decidirse a qué género
pertenece Los asesinatos de Breslavia, si novela negra o drama
histórico. Esto lleva a varias subtramas, algunas prescindibles como la del
periodista inglés, y a una hilera de cabos sueltos que deja el atropellado
final.
Ayuda eso un pésimo
trabajo de edición. Gato Rafael notaba los saltos de cámara y me preguntaba si
se debía a señales para el corte comercial. Como en todo el mundo la ha
presentado Disney sin spots, la única explicación es que esos saltos
corresponden a recorte de material, a lo mejor necesario para darle coherencia
a muchos aspectos de la historia que es muy diversa, pero a ratos poco
histórica. De eso hablaremos la próxima vez.
Contenido
Violento y Gory: Aunque
ver cadáveres sin ojos es bastante Gory, esta serie es menos grafica que Babylon
Berlin e incluso que Krol. Para tener lugar en el Tercer Reich da erróneamente
la impresión de un mundo apacible en donde los únicos que lo pasan mal son los judíos.
Contenido
Sexual y Desnudos:
Tenemos dos cadáveres sin ojos y sin ropa en el primer episodio. Lena anda
siempre a medio vestir y ofrece varios topless. En el tercer episodio, tenemos
lo que debería ser una escena erótica con imágenes superpuestas de Los Podolsky
teniendo sexo en el baño (con un preámbulo de Podolski orinando. ¡Qué
sexy!) con el pobre Benk viendo porno y excitándose con las imágenes de la
difunta Zelda.
Imagino que la
idea era presentar una dicotomía entre una pareja casada haciendo el amor y un
hombre solitario que necesita de pornografía para interesarse en el sexo. Pues
no quedó así. Benk me dio lástima porque a esas alturas, ya está claro que
estaba enamorado de Zelda y los Podolski son una pareja tan dispareja, tan poco
sana, que la escena se siente vergonzosa, no es ni romántica ni erótica.
El sexo en la
serie es visto como moneda de intercambio (prostitución , chantaje) pero
también como arma. Es lo único que tiene Lena para defenderse del mundo e
incluso de un marido al que ni ama ni respeta. Es la ausencia de amor y ternura
lo que hace a la pareja principal más deprimente e indigna, algo que no ocurría
en Babylon Berlin. Sobre todo porque es en el capítulo final que
descubrimos que Lena posee una carga de devoción y ternura que se ha perdido en
su desdichada vida matrimonial.
Amor a la Babylon Berlin/amor a la Breslau. Cuál es mas romántico?
Factor Feminista: Un problema de las series polacas, y no
solo las de época (Eastern Gate) es que los personajes femeninos son
deplorables. Por eso me gustó tanto Guerreras. Ahí había chicas con voz (incluso una
judía) y que contribuían al bien de su sociedad. En Breslau no parece
haber ninguna mujer decente, útil o inteligente. Lo más cercano es Inga
Eissmann, pero por su profesión y orientación sexual no puede considerarse un ejemplo
típico.
Gran parte de la
trama gira en torno al misterio de Lena, un rompecabezas cuyas ultimas piezas
solo se juntan en el último episodio. Es obvio a partir del segundo episodio
cuando una amiga de su mujer le grita a Podolsky “¿Sabes por qué se casó
contigo?” que intuimos que Lena tuvo razones para convertirse en Pani Podolsky
que nada tienen que ver con amor. El hecho de que Franz no se interese por descubrir esas razones demuestra no solo su estolidez sino que establece que
tipo de relación existe en esa pareja.
Para Podolsky, Lena
es una vagina y un útero. La encuentra guapa, la quiere cuidar como algo de su
posesión, pero no se puede amar a quien no se conoce y él no quiere conocerla.
Se lo dice Lena a Inga. La psiquiatra agrega que el comisario es machista y no
sabe tratar a las mujeres. Lo notamos en su comportamiento con otras féminas: o las amenaza como a Gerda Holz y a la
pandilla de Lena, o las ataca físicamente como a la pobre chinita Frida y a Frau
Gruber, o las desprecia como a la prostituta Lila.
En realidad, para
el comisario, acostumbrado a pagar por sexo, Lena no es más que una prostituta
cara. La trata como tal, le echa en cara lo que se ha gastado en ella y la
obliga a ser obscena, ordinaria y borracha como las rameras que él conoce. Ahí
vi la diferencia entre este policía y el Rudle Havlik de Los Misterios de Praga, que, antes de casarse con una prostituta, la trae
a su entorno doméstico, la convierte en madre de su hija adoptiva, y le da el
respeto que merece su compañera y señora de su hogar.
Rudle Havlik era un policia que respetaba a su mujer
En un podcast
polaco encontré dos conclusiones que definen como la mala relación matrimonial
de Podolski ayuda a enredar la trama innecesariamente. Por un lado, los
podcasters no entendían la raison d’etre de ese matrimonio. Cierto, si
no se quieren y no hay química entre ellos, ¿por qué siguen juntos? La
otra conclusión es que si Podolsky se hubiese preocupado por conocer a su
mujer, por saber su pasado, por entender sus motivaciones, tal vez hubiese
dejado de seguir pistas falsas, hubiese hallado al asesino antes y no hubiese
dejado una estela de cadáveres tras de si.