martes, 11 de noviembre de 2025

Cuando las Suecas se Volvieron Policías: The New Force (Netflix)

 


Me hizo mucha gracia que Netflix tuviera que vender una serie aludiendo al producto, de Apple tv  Las Azules.  The New Force muestra lo difícil que fue para las suecas ser las primeras mujeres en entrar al cuerpo del país. Ahí paran las similitudes. Aparte de las diferencias cronológicas y culturales, este producto es inferior en casi todo a la serie de Bárbara Mori.

Tres Chicas de Azul

Comenzamos con una de estas azules o “policía con faldas” . Su nombre es Carin y es interpretada por Josefin Asplund, la Astrid de Vikingos. Aquí es una chica muy modosita que está cenando con su novio y unos amigos. ¿El tema de mesa? El que haya egresado de la academia de policía y sea una de las primeras azules de Estocolmo.

Los comentarios van desde que la policía es infame por su mal salario hasta el que Carin debe pensar en que se empleará una vez que la aburra ser representante de la ley. Carin tiene suerte ya que es apoyada por Arne, un estudiante de economía que también la ayuda a entrenar en el arte del jiujitsu.

                                   Hasta en el baile entran llaves de jujitsu

Cuando no pasa la noche con Arne, Carin comparte piso con Sivi e Ingrid, dos compañeras de academia y que, como ella, han sido asignadas al peligroso barrio de Klara.  El que vivan juntas crea un grado de intimidad entre las tres novatas.

Un Pésimo Dia de Trabajo

El primer día de trabajo es el típico en estas series: un desastre total. Es obvio por el chismorreo entre policías que las nuevas no son bien recibidas y eso que su superior inmediata es hembra. Al final del día es un milagro que el trio no renuncie.

Las han enviado a patrullar, cada una asignada a un policía veterano. La pareja de Ingrid no le dirige la palabra en toda la jornada. El compañero de Sivi parece más simpático. Entre los dos arrestan a un borracho. Cuando la novata pregunta si no deberían registrarlo, su pareja se encoge de hombros. Descubrimos que esa comisaria solo tiene un vehículo, ¡por lo que Sivi y su colega deben llevar al borracho en taxi!



Al llegar a la comisaria, el detenido despierta y saca unas contraplumas. Sivi rápidamente lo desarma obteniendo la admiración de Charlie, el más guapo de los detectives. Entonces el compañero de Sivi le grita que él le ordenó que revisara al borracho y ella no lo hizo. Sivi recibe una reprimenda de su superiora que no quiere escuchar la versión de la nueva.

El peor día lo tiene Carin. Aunque tiene un compañero más o menos decente, es obvio que no está contento de tenerla en su flanco. Ambos son testigos de cómo una mujer con ropa desordenada huye de un auto tras robarle su cartera al chofer. El policía le explica a su ingenua pareja que se trata de una prostituta que ha robado a su cliente. El hombre no quiere presentar cargos. Posiblemente por ser casado deduce el policía , así que él y Carin van en persecución de la ratera que responde al nombre de “Mónica”.

La encuentran en un callejón. Carin comete el error de solicitar ser ella la del arresto y su compañero comete el error de dejarla a cargo. La policía se acerca a Mónica y ve que la prostituta se siente mal. Se distrae y Mónica aprovecha de aventarla al suelo y huir.



Carin, La Tonta

Esa noche, Carin descubre algo terrible. Ha perdido su flamante chapa. Parte de la base que Mónica se la ha robado y en un acto de gran imbecilidad, vavestida de civila los bajos fondos en busca de la prostituta. La encuentra, la sigue y la ve entrar en un edificio usando como contraseña algo como “soy una chica de Jack”. La policía usa la misma estratagema le dice al de la puerta que viene a una “entrevista de trabajo” con Jack y logra entrar.

Adentro vemos que es un antro con camareras topless, clientes borrachos y libidinosos y una bailarina exótica encuerada en el escenario. Carin está en el bar tratando de ver donde está Mónica cuando se le acerca el propio Jack. Quiere saber si realmente lo conoce o si quiere trabajar para él.

Carin alcanza a divisar a Mónica que ha dejado a un cliente descontento. La pobre prostituta está sufriendo una hemorragia. Lo menos que quiere es ver una policía cerca. Le grita que no tiene su chapa. Aparece Jack. Quiere saber lo que pasa. Carin le aplica una llave de jiujitsu y sale huyendo.



A la mañana siguiente, descubre que la chapa se le cayó en la calle y que fue su compañero quien la recogió. El problema no acaba ahí. Poco después llaman a la pareja porque han encontrado un cadáver florando en el rio. Se trata de Mónica. Aunque la policía archiva el caso como suicidio, por las marcas en el rostro de la prostituta, Carin sabe que fue un asesinato.

De ahí ,y obviamente sin permiso, Carin se embarca en una pesquisa personal que acaba en una redada del burdel/cabaret de Jack y el arresto y pérdida de confianza del único contacto que la policía ha hecho en ese antro. Conclusión: Carin es tonta.

Miss Suecia sin Cerebro

La guapa Sivi hace buenas migas con el guapo Oscar al que confía sus ambiciones de llegar a ser, una anomalía en esa época, una mujer detective. Oscar se ofrece a ayudarla, pero el compañero de Sivi le dice que lo hace solo por ser ella bonita. Cuando Sivi descubre que en la comisaria la apodan “Miss Suecia” decide demostrar que es más que una candidata a reina de belleza.



Es ella quien le da a Oscar la pista para que hagan una batida en el cabaret de Jack, adjudicándose todo el crédito por la chambona investigación de su compañera de cuarto. Por supuesto que toma poco tiempo para que Oscar descubra la mentira. Sivi pierde la confianza y respeto del único policía que se lo ha brindado. Conclusión: Sivi es una tonta.

Ingrid en Problemas

Ingrid, en cambio, enfrenta un problema diferente. Descubre que el comisario gusta torturar prisioneros e incluso abusar sexualmente de las arrestadas. Cuando Ingrid intenta informar a sus superiores, se tropieza con ese muro de silencio y complicidad que acompaña estas denuncias en este tipo de serie.



El Comisario tiene mucho poder y sostiene una competencia con el otro jefe que es el único en el plantel que apoya a las policías con faldas. Lástima que sea un corrupto y que está en el bolsillo de Jack, el Padrote. Ingrid no es tonta, pero al intentar cumplir con su deber ha pisado callos y se ha hecho visible de una manera negativa.

Si hice hincapié en la poca sesera de las policías es porque estoy harta de ver protagonistas bobas. Ya para eso me pasé cuarenta años viendo telenovelas y ahí encontré heroínas más inteligentes que muchas de estas hembras empoderadas que las producciones progres nos ofrecen hoy en día.

El Subgénero de las Policías Novatas

Este cuento de la primera falda que cargó chapa y como sus colegas más estaban interesados en meterle mano debajo de dicha falda, ya ha sido tratado en series como Las Azules, la británica WPC56 y la rusa Neófita. Ya podemos hablar de un subgénero, por lo tanto se espera que no se apoye en clichés. 

                      Para ser policia bella hay que ver burros y estrellas

Masha, la protagonista de Neófita era ingenua como corresponde a la virginal hija de una familia acomodada de Leningrado, pero era abogado y criminóloga recién egresada. Más experta en teoría que en la práctica, pero versada de conocimientos nuevos para los policías machistas con los que debía trabajar. ( En castellano y en ruso la serie se titula La Estudiante Ejemplar .)Lo importante es que sus métodos eran apreciados por la jefa de la comisaria que apoyaba en lo que podía a la novata. En eso difiere con The New Force donde tener jefa hembra es más desventaja que respaldo.

En Las Azules, hubo momentos en que hubiese ahorcado al menos a cuatro de las patrulleras, pero en general, no eran tontas. La Mori será muy desempantane, pero su personaje era una ex universitaria obsesionada con novelas de detectives que la ayudaban a investigar el caso del Estrangulador de Tlalpan. Su hermana, por pesada que fuera, era una reportera con conexiones.



A pesar de (o gracias a) su Asperger, Angeles era brillante. La más bobita del grupo era Gabina, porque aunque hija y hermana de policías, también era niña de su casa, incapaz de reconocer la maldad del mundo. Muy diferente de la Annie Taylor de la tercera Temporada de WPC56, que apoyada por la experiencia de su padre, un detective retirado, desde el primer día enseñaba en su machista comisaria que con ella no se jugaba.

Annie tuvo que llegar a salvar esa serie inglesa, puesto que las primeras temporadas, esa comisaria de pueblo ingles de los 50 se rio a costillas de la novata Gina Dawson quien, como las policías suecas, caía en las trampas de ser mujer. En la primera temporada, cometía el error de enamorarse de su jefe casado. Aunque él pedía su traslado, y su relación no pasaba de lo platónico, la oficial Dawson quedaba marcada para siempre entre sus colegas.



En la segunda temporada, casi por desesperación, Gina perdía su virginidad con un sospechoso y terminaba matándolo. Con eso mató la serie y aunque la deportaron a otra comisaria y la reemplazaron por una oficial más seria, WPC56 permaneció como ejemplo de que pocas mujeres pueden sobrevivir a  la carrera policial.

Es que Gina, María de Las Azules, y hasta Masha de Neófita piensan con los ovarios y no la cabeza. Las policías suecas tampoco pueden huirle a su condición femenina. Ingrid es tímida y sumisa, como corresponde a una mujer que oculta su judaísmo del mundo. Lo que dice mucho de la sociedad sueca de entonces y de hoy.



Sivi es tan manipuladora que se vende a Oscar como una víctima de las acechanzas masculinas y luego cuestiona sus motivos para ayudarla.  Aun así, acaba con el detective en la cama sin preocuparse si es casado. ¡Ayayay! Tanto descaro me hace meditar sobre si Gretita Thurnberg debe algo de la desvergonzada manipulación de su imagen al hecho de ser sueca.

En cuanto a Carin, no tengo ni para empezar ni terminar. Es tan tonta y atolondrada que vive metiéndose en líos y poniendo en peligro a otros. A la mitad de la serie, Carin está siendo chantajeada por Jack. Eso lo dice todo de la supuesta heroína de este relato.



El no poder identificarme con los personajes, el no poder admirarlos o temerles, me hace indiferente a sus circunstancias. También encuentro que para ser una serie de solo seis episodios se siente lenta lo que la hace aburrida. Se nota que se ha gastado poco por lo que tanto vestuario como cinematografía son ralos y ramplones. Ni hablar de la anacrónica banda sonora.

En suma, tanto The New Force como House of Guinness me hace sentir que los dramas de época de Netflix son…bueno, que podrían haberse ahorrado hacerlos. Una lástima puesto que Gattocito Miroslav me dice que esa plataforma tiene el monopolio de los period pieces ya que puede costearlos, pues el producto se siente barato y tosco, peor aún, sosísimo.

Contenido Violento y Gory: Redadas, brutalidad policiaca, mucha violencia verbal.

Contenido Sexual y Desnudos: Un par de escenas de sexo. Desnudos en el bar/burdel de Jack.

Factor Feminista: Francamente, un espectáculo absurdo de victimización, sin explorar contexto o hacer notar las flaquezas de las “víctimas”, no puede ser catalogado de feminista. Lo único interesante que aprendí es que la razón por la cual la policía de Estocolmo contrató mujeres es que pagaban tan poco que ningún hombre quería el empleo. Así que no es como en WPO56 donde se contrata a Gina para trabajar con víctimas de violación o niños; o Neófita donde se contrata a Masha por su excelente currículo o que la creación de un escuadrón femenino mexicano sea una movida política como con Las Azules.



Factor Diversidad: Es una serie muy “blanca” como lo era Suecia en los 50, apenas vemos que Ingrid es judía y debe ocultarlo. Al final en una clínica de abortos disfrazada de peluquería, aparece una actriz de color.

martes, 4 de noviembre de 2025

Cerveza y Ambiciones: House of Guinness (Netflix)



Steven Knight hace rato que anda buscando una familia disfuncional como la de los Shelby en Peaky Blinders. Ahora la ha encontrado en los cuatro vástagos de Sir Benjamín Guinness, el de la famosa cervecería. No tengo problemas con la falta de historicidad del relato, porque han tenido la cortesía de ofrecer un disclaimer indicando que es ficción “inspirada” en personajes reales. Mi problema es Knight, y su amoralidad que se refleja desde sus personajes antipáticos hasta la obsesión con la palabra “F” que sale de boca de hampones, criados y damas de sociedad.

Un Entierro muy Movido

Estamos en Dublín, 1868. El cortejo fúnebre de Sir Benjamin Guinness, dueño de la cervecería más importante del mundo, va a cruzar la ciudad hasta la catedral (protestante por supuesto), pero el populacho tiene otras ideas, o se las imponen un par de agitadores profesionales. Uno es un pastor que cree en la temperancia. O sea no bebe alcohol, pero se mete cocaína. Supongo que para curar la sinusitis, el único uso de la coca en ese tiempo.

El otro grupo lo dirige Patrick Cochrane, leader de la Hermandad Feniana. Su rabia contra el difunto es que era protestante y abusaba de sus empleados. Patrick parece bonachón, sabe que viene la policía y le pide a su gente que no hieran a los caballos porque “todos los caballos son católicos”. Que no te oiga la diosa Epona.



Al parecer los empleados no eran tan desafectos del patrón, porque ya los ha armado Sean Rafferty (James Norton), el capataz de la cervecera ,y juntos marchan a impedir que los revoltosos interrumpan el cortejo. Entretanto, los cuatro hijos y herederos del difunto están reunidos, no muy apenados, ya que cada uno tiene algún problema propio que espera solucione la muerte del padre.

Arthur, el mayor (Anthony Boyle), ha vivido tanto tiempo en Londres que ya no parece irlandés. Su hermano Edward (Louis Partridge , el Lord Tewksbury de Enola Holmes) es ambicioso, tiene planes y se siente capacitado para manejar el negocio. Su hermana Anne, es la voz de la razón de la familia, y Benjamin, el menor, duerme una borrachera en el sofá. Estos son los protagonistas del cuento.

Los Cochrane y sus Planes

Mientras los Guinness, con lujo de hipocresía, entierran al padre y lo homenajean con un baile (deseos del difunto); en los bajos fondos dublinesas, Cochrane prepara otro golpe contra sus enemigos. Esa noche quemarán el cargamento de cerveza que espera en el puerto. Aparece su hermana Ellen, presidenta del Comité de Fenianas, carga cuchillo en la liga y tiene planes más nefastos, pero más coherentes que los de su hermano.



Usará los secretos de los Guinness para destruirlos. Aconseja a su hermano no andar quemando barriles que con eso solo afecta al pueblo que necesita de sus empleos en la cervecera y que goza su pinta de cerveza negra. Está claro que Ellen es más inteligente que  Patrick, pero me desagrada esa premisa de lucha de clases que siempre enarbola Knight y en la que ahora la clase domestica es la destructora de oligarquías.

Como defensora del servicio doméstico digo que no necesitamos de más ejemplos como Parasito que solo sirve para desacreditar un trabajo digno y tremendamente útil. Es el rechazo de quienes no saben de los lazos que se establecen entre amo y sirviente y que superan diferencias de clases. Aunque exagerado, el modelo “Upstairs Downstairs” que Lord Julian Fellowes ha promovido en cine y televisión, no está tan alejado de la realidad.

Lo que es cierto que los Guinness tienen muchos secretos, Ellen Cochrane no ha podido encontrarle ninguno a Arthur. En busca de esa información, Ellen va a entrevistarse con el hampón Bonnie Champion , pero este solo conoce las deudas de Benjamin. Durante esa entrevista, Ellen presencia el incendio de los barriles y es vista por  Rafferty. Yo estaba temerosa de que tuviéramos romance ente el capataz y la feniana, pero Rafferty va a estar ocupado preñando a las mujeres de la Familia Guinness.

                                                 Sean Rafferty

En el segundo episodio presenciamos la lectura del testamento: Edward y Arthur se ocuparán el negocio, a pesar de que la verdadera carrera de Arthur es la política. Para eso está dispuesto a llevar una doble vida e incluso casarse por interés. Benjamin es desheredado por su alcoholismo y por jugador. Huye de sus acreedores, yéndose a Londres a unirse al ejército y también a casarse por interés.

                             Arthur tratando de no parecer gay

Anne es excluida por ser mujer. Se dedicará a la beneficencia y a cuidar de sus achaques mientras expía la única vez que dejó que su carne pecara. En cuanto a Edward, sus planes incluirán expandir su negocio al otro lado del Atlántico y también a hacer un provechose matrimonio del cual descienden hasta hoy los dueños de la cervecera y todos los Guinness que hayan aparecido en las portadas de periódicos o en las crónicas sociales. En cuanto a Ellen,  seguirá con sus planes de recaudar secretos, pero Edward dará vuelta su vida y proyectos de una manera que ella no podría imaginar ni evitar.

Lo Mejor y lo peor de The House of Guinness

Por ese motivo, voy a recomendar esta serie para los fans de Steven Knight. Sin ser aparatosamente exagerada como su último esfuerzo A Thousand Blows, pero sin llegar al pathos profundo de Taboo, cumple con los requisitos que han hecho al director reconocido. Puedo recomendarla para el fandom de Anthony Boyle y James Norton. Aquí interpretan roles vigorosos aunque no muy simpáticos. Para los amantes del género de época les cuento que es una combinación de The Gilded Age y Warrior. El parecido con esta última reside en que los irlandeses no están retratados con mucha justicia.

Ahora que he sido objetiva, puedo decirles que no me gustó. No es por no considerarla histórica. No hubo un escándalo público en el entierro de Sir Benjamín Guinness, pero le quedó divertido a Knight ese episodio. No hay registros de que Arthur Guinness fuese gay, pero su tío y tocayo si lo era. Una licencia legitima y un bono para la diversidad de Netflix. Los americanos estaban bebiendo cerveza desde 1817 y no hay registro de ningún primo Byron, pero , vamos, que ver nuevamente la sonrisa diabólica de Joffrey Baratheon valió la pena.

                           Joffrey cambio la corona por un sombrero hongo

Visualmente la serie es oscura, la recreación de Dublín está hecha con CGI (tal como la Birmingham de Peaky Blinders)  y fue filmada en Liverpool. La banda sonora es totalmente contemporánea salpicada de folk rock y de canciones en gaélico. El vestuario es feo, tan oscuro como la iluminación y no hay personaje que me atraiga,  con el que me identifique o que me arrebate el sueño. El libreto sigue los tropos tan amados por Knight. Un clérigo villano, fenianos bobos peligrosos, enemigos que olvidan sus ideologías en la cama.

En suma,  House of Guinness me aburrió. Parece increíble, pero pasada la batalla del cortejo, la serie me pareció tan poco original, los personajes tan poco atractivos,  que la seguí viendo con bostezos y reticencia. Me alegra saber que muchos espectadores comparten mi sentir. En IMDB me encuentro con adjetivos como “banal” y “aburrida”. El incorregible James Delingpole la calificó en The Spector de “excruciating”. Mas o menos es  lo que encuentro en Rotten Tomatoes donde la batalla de la cerveza obtiene un puntaje más bajo del auditorio que el de IMDB (7, 5 de IMDB y 6,6 en RT).

En Rotten Tomatoes, la crítica le ha dado un alto rating a la serie, algo común con el producto Netflix. Sin embargo, quienes aprueban no parecen ser de sitios muy conocidos y aun los conocidos reconocen que le falta algo.



Miren lo que dice Robert Levin en Newsday: “Casa de Guinness es siempre entretenida, pero presenta una insipidez que es difícil de ignorar”. John Anderson en el Wall Street Journal,  describe a la serie como algo para los que gustan de lo irlandés, lo sexy-violento y con una actitud casual hacia lo histórico,  y  termina con “ te dejará cómodamente atontado”. India Block en the London Standard dice que para gozar esta serie hay que “apagar el cerebro”.

Aun los críticos en nuestra lengua han tenido quejas. En MundoCine, Marta Medina revela dos falencias de la serie:Donde la serie tropieza es en su incapacidad para profundizar en los conflictos sociales de la Irlanda de la época. La tensión entre la familia Guinness, protestante y unionista, y la clase obrera feniana que lucha por la independencia de Irlanda, aparece esbozada de manera muy superficial. A ello se añade una cierta querencia por las subtramas amorosas, articuladas con un aire telenovelesco de sobremesa, que no necesariamente seducirá a todo tipo de público.”

Quienes se han lanzado en picada en contra de la serie han sido los medios irlandeses y con motivo de causa. Knight ha vilipendiado a los Hijos de Erin adjudicándoles todos los estereotipos posibles,  O son brutos o brutales o borrachos, o todo eso. Ya solo falta que los vistan de verde.

                                  A Ellen la vistieron de verde

Anna Marie Hourihan, escribiendo para el Irish Independent acumula “piropos” sobre la Casa de Guinness: llena de clichés, poco realista, aburrida y previsible. Ed Harris en The Irish Times describe el conocimiento de Steven Knight sore la experiencia colonialista de Irlanda bajo los ingleses como “rudimentaria”  y lo acusa de  aglomerar a todos los irlandeses bajo un mismo rotulo, incluyendo a los fenianos a los que ha caracterizado y vestido de “leprechauns ferales”.  En The Irish Examiner, Pat Fitzpatrick resume la poca originalidad de la historia con un “lo hemos visto antes”.

Contenido Violento y Gory: Comenzamos con fenianos, policía y empleados de la Guinness agarrándose de las greñas en medio de Dublín, . En típico humor Knight tenemos a los Fenianos a través de la serie confirmando la reputación de peleones de los irlandeses.

Contenido Sexual y Desnudos: Es Netflix…

Factor Feminista: Cero. Las mujeres de Steven Knight son osadas, transgresoras y furibundas, pero siempre terminan pagando sus pecados y los de sus hombres, sean estos sus amantes o sus hermanos. La verdadera Anne Guinness fue una mujer perseguida y limitada por sus achaques físicos. Aquí han querido empoderarla convirtiéndola en adúltera y no lo han logrado.

                                  Anne enfermiza e infiel.

Factor Diversidad: Por ahí hay algunos actores de color, pero ningún rol importante. (El incorregible Delingpole dijo que había que agradecer que de los cuatro Hermanos Guinness ¡ninguno fuese negro!) La diversidad sexual está representada por dos personajes importantes, pero Knight no es un campeón del wokismo en ese sentido. En cuanto a la enfermedad de Anne es tratada como un aspecto de su debilidad (tal como su adulterio) no como un estudio de como una minusválida lucha por ser relevante en un mundo donde las mujeres sanas ya son vistas como inútiles


miércoles, 29 de octubre de 2025

El Antisemitismo Cultural Polaco: ¿Se manifiesta en The Breslau Murders?

 


Acabado de ver el cuarto episodio, Gato Rafael me preguntó por qué le había recomendado una serie donde todos los judíos eran malos . Ahí caí que cada judío de este cuento encarna un estereotipo antisemita. Con este leitmotiv se disminuye la tragedia judía y da una impresión de que las víctimas eran unos rufianes. Ese negativismo sutil está muy de moda en las series angloparlantes, fomenta la judeofobia y es, tristemente, un dejo del pasado que resurge en el antisemitismo presente. Revisemos la galería de los miseros representantes de la raza hebrea en The Breslau Murders:

Jugadores, Lascivos y Mendigos

La primera en aparecer es la niñita de las trenzas cuya presencia motiva a Podolsky a matar al “Monstruo de Breslau”. Luego vemos que mendiga por las calles de la ciudad. Ejemplo 1: judía mendiga=lumpen.



Nuestro segundo ejemplo es Leon Rosenblum, el atleta polaco que se mofa de la superioridad deportiva aria y exhibe una arrogancia impertinente. Para colmo se lleva a una prostituta aria al cuarto del hotel donde los sorprende el serial killer: Ejemplo 2: Rosenblum arrogante y putero=lascivia y soberbia judía.



Quería detenerme en una omisión importante de la serie sobre las políticas del Tercer Reich.  A partir de las Leyes de Nuremberg (1935), se prohibieron terminantemente no solo los matrimonios sino también las relaciones heterosexuales entre judíos y arios. En el caso del hombre no había mucho castigo, pero la mujer aria que sostenía una relación con un judío era considerada “impura”, contaminada para siempre y por lo tanto inadecuada para ser esposa/ amante de un ario y madre de sus hijos.

Por muy prostituta que fuese, Zelda no hubiese arriesgado sus posibilidades de trabajo, ya que ningún burdel la admitiría. Hablando de lupanares, el dueño del sitio donde trabajaba Zelda y que frecuenta Podolsky, se llamaba Leviakov, un apellido judío. Aunque los prostíbulos pulularon durante el Tercer Reich  (el famoso Salón Kitty) no había empleo para prostitutas judías ni para sus padrotes. Ninguna campaña de blanqueamiento del ‘36 cambió esa situación. Así que Leviakov está ahí solo para recordarnos que… Ejemplo 3 : judíos=trata de blancas

Casi al final del episodio, Podolsky se encuentra con su ex forense, Otto Kracauer, en el casino. El médico está feliz porque se ha levantado la prohibición de que los judíos no puedan entrar en casas de juego. Aunque el Dr. Kracauer es el judío más simpático y benévolo de la serie, lo que primero vemos es su afición a la ruleta. Ejemplo 4: Judío Jugador= gente viciosa aficionada al dinero fácil y a los juegos de azar.




La Pornografía Judía

Pasamos a la tercera víctima, otro judío. Bruno Blumenstein. A este lo vemos antes y después de muerto. Lo vemos en su estudio de fotografía quemando fotos. Aparece un hombre, solo lo vemos de espalda que le dispara. A la mañana siguiente, Abram Niepold, el joven asistente del fotógrafo,  encuentra a su patrón asesinado y sin ojos. Curiosamente, el cadáver está rodeado de fotos que el chico se apresura a ocultar.





Cuando llega Podolsky comienza registrando el local y descubre en un doble fondo de un buffet varias fotos de tipo erótico. Cuando interroga a Abram, este niega saber de qué se trata. Podolsky le toma un extraño fastidio y, sin tener motivo, hace que lo encierren en una celda con criminales comunes.

Como no hay récords criminales de Blumenstein, Podolsky va a la comunidad hebrea de la ciudad a entrevistarse con Herzog, el rabino en jefe. A pesar de que Herzog le da un cumulo de datos sobre el fotógrafo y, sin hacerse la víctima, revela el pésimo estado de los judíos de Breslau, durante toda la entrevista Podolsky no dice una palabra, pero fija una mirada despectiva en el rabino.

Ese desprecio no lo reserva para un muy buen sospechoso. Fischnell, un jefe nazi local que amenazaba al fotógrafo para que le vendiera su local a un precio mínimo . Como explica el Rabino Herzog, esa es la costumbre de los nazis, obligar a los comerciantes a venderles sus negocios por mucho menos de los que valen. Este nazi que amenazaba a Blumenstein lo hizo apalear en varias ocasiones. Es un ex proxeneta que una vez fue acusado de matar una prostituta.



A estas alturas, ya Podolsky sabe que el verdadero objetivo del Quemador de Ojos era Zelda, no Rosenblum. Aparte de todos estos factores, Fischnell tiene vasto acceso a la clorina que el asesino en serie usa para quemar los ojos de sus víctimas. Aun así, Podolsky gasta poco tiempo en Fischnell, no lo obsequia con más sarcasmo o brutalidad que a otros, y deja caer ese sospechoso sin siquiera gastar tiempo en investigarlo.

Mientras interroga a sus amigas prostitutas, Podolsky accidentalmente se tropieza con un dato importantísimo. El fotógrafo era el otrora famoso “Budo Blumenstein”  creador de películas “artísticas” (léase filmes eróticos). Armado con este conocimiento, el comisario vuelve a interrogar a Abram Niepold, sabedor de que el chico ha sido brutalizado en la celda común.

Ahora amenazándolo con la Gestapo, y mirándolo con el mismo desprecio con el que miró al Rabino Herzog, consigue confirmación de que el fotógrafo y Zelda eran cómplices que creaban filmes y fotografías con contenido sexual y que posiblemente chantajeaban clientes para conseguir dinero y huir juntos a América. Ejemplo 5: Blumenstein, fotógrafo de encueradas a las que chantajeaba= judío extorsionador y pornógrafo.



Era una creencia de los antisemitas, y no solo en Alemania de que la industria pornográfica era manejada por judíos cuya intención era pervertir a los jóvenes. Lo que se llamaba “pornografía” entonces no es lo que conocemos hoy, filmes en los que se retratan simulacros (y no tan simulacros) de actos sexuales para excitar a determinado público.

La República de Weimar se conoció por su liberalismo de costumbres o libertinaje como lo llamaron sus detractores. Existía un gran interés por enfermedades y desviaciones sexuales. Como expliqué y vimos en el documental de Netflix,  El Dorado, en conjunto con bares gays, espectáculos desnudistas en cabarets y revistas pornográficas, existía el instituto de Magnus Hirshfield dedicado a estudios sexuales y donde se efectuaron las primeras operaciones de cambio de sexo.

El cine no se abstuvo de participar en ese zeitgeist. Las temáticas eran muchísimo más fuertes que en Hollywood. Recordemos los filmes de la escandalosa Anita Berber y joyas como Tres Páginas de un Diario de Pabst o la famosa Metrópolis.  También fue el nacimiento del cine queer que era considerado como “concientizador” y “educativo”. A lo que voy es que un director de filmes eróticos que en la progresista” sociedad de Weimar sería considerado un artista más, en el Tercer Reich seria visto como un corrupto, y más siendo judío.





   
                                                   Afiche de un filme de Anita Bereber

Polonia y El Antisemitismo Sistémico

Quizás The Breslau Murders no sea una representación ni completa ni veraz de la vida en Silesia en 1936, pero es una ironía que si nos brinda un retrato negativo de los polacos (Podolsky) y ejemplariza una característica de su cultura. Desde la Partición de Polonia, en días de Catalina la Grande, que esa gran nación ha sufrido de un sistémico antisemitismo cultural.

Algo en lo que no erró Krol fue en mostrar esa judeofobia en los ‘30, tanto en el auge del nacionalismo fascista como en el socialismo gubernamental. Hoy en día, un partido como Corona tiene muchísimos adherentes y su líder,  Grzegorz Braun, bajo la máscara del antisionimo, fustiga a sus compatriotas a desarrollar sentimientos que van más allá del repudio a Israel. Como ejemplo recordemos que el ultimo diciembre, Brun protagonizó un incidente durante las celebraciones de Janucá llegando a apagar con un extinguidor el menorah que habian encndido en el parlamento polaco.



Esto no significa que exista en mi un sentimiento antipolaco. Seria renegar de una gran y sufrida tierra donde se recibió a los judíos en un tiempo en que monarcas medievales y renacentistas los habían expulsado de sus reinos. En ningún momento he querido ofender al país mártir de los nazis, al pueblo más perseguido y maltratado por el gobierno hitleriano, después de los judíos. Según Keith Lowe en su Savage Continent, 6 millones de polacos (160.000 judíos entre ellos) perecieron durante la Segunda Guerra Mundial.

No olvido que la mayor cantidad de rescatistas que Yad Vashem ha homenajeado como “Justos Entre las Naciones” está compuesto por ciudadanos de esa nación eslava,  y tampoco olvido que Polonia fue uno de los países que votó en la ONU a favor de la creación de Israel.

Es mi sentir que esa generosidad coexistió con un antisemitismo sutil que permeó las relaciones judeo-polacas a través del Siglo XX durante gobiernos en su mayoría de izquierda y que sigue existiendo hoy. Es mi sentir que se manifiesta sutilmente en su representación de judíos en la ficción como lo demuestran Los Crímenes de Breslavia. Sigo recomendando la serie por entretenida, por ser visualmente atractiva, pero para quien se da el trabajo de verla un par de veces (como Gato Ernesto y yo) da mucho que pensar sobre esos tiempos y se vale compararlos con los de ahora.

 

 

jueves, 23 de octubre de 2025

¿Tiene esta serie semejanza con los tiempos actuales? The Breslau Murders (Disney II)

 


En uno de los pocos ejemplos de publicidad que ha merecido esta serie, encontré una entrevista con el director, Leszek Dawid quien la ha vendido como un relato que presenta parecidos con el presente. Los tiene, pero como  buen Noir no es factualmente histórica, y aunque sus esfuerzos por explotar todas las gamas de la “diversidad” la pueden hacer actual, también la hace complicada y confusa.

En su nota para MSN, Anna Magdalena Lubowska ha dicho que la trama ofrece paralelos con tiempos actuales. El director Leszek Dawid ha comentado que “una vez más (los polacos) somos sacudidos por eventos históricos y amenazas similares”. Lubowska y el director se refieren a las constantes provocaciones de Rusia quien, recientemente, ha hecho volar drones sobre territorio polaco. Los paralelos son referencias a septiembre 1939 cuando el país eslavo fue invadidocasi simultáneamente por tropas germanas y soviéticas que se dividieron el territorio entre ambos.

                            Soldados soviéticos y germanos  compartiendo la partición de Polonia

En 1936, año en que tiene lugar esta historia, Polonia llevaba tiempo sintiéndose amenazada por los dos regímenes totalitarios más amenazantes de Europa. Hitler había dejado claro en su libro Mi Lucha que su objetivo era apoderase de Polonia para ampliar su Reich. Los nazis no escondían  su desprecio por el pueblo eslavo y sus deseos de aniquilarlo.

Todo esto es histórico y hace más impactante que Alemania, en un esfuerzo de parecer una nación afable y amiga de la ley, haya invitado a la delegación olímpica polaca a entrenar en Breslau. Sin embargo hay un problema. Polonia es la nación amenazada, pero la acción no tiene lugar en Polonia. Los personajes, con la excepción de los atletas, son alemanes. Incluso Podolsky, aunque hijo de un carnicero, es nacido y criado en Breslau.



Según Agata Kulesza, que interpreta a Frau Holz, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un trauma para los polacos y a ella le resultó difícil meterse en la piel de una alemana nazi. Es lo que ha hecho que algunos polacos se sientan incomodos al ver a nazis de uniforme hablando en polaco. Me sorprende ese lapsus, ya que en Guerreras teníamos personajes alemanes hablando alemán.

                                           Agata K. como Gerda Holz

Este detalle explica  lo problemas del libreto con la verisimilitud de la historia, su desconocimiento de la geopolítica de la región y su pasado histórico. Solo se puede culpar a Disney que,  ya hace rato, demuestra su inoperancia en la fabricación de series de época.

Breslau: Entre Germanos y Eslavos.

Hace ochenta años, que Breslau pasó a llamarse Wroclaw y a ser parte de Polonia. No siempre fue así. Originalmente, la región de Silesia fue parte de la esfera eslava, perteneciendo alternativamente al reino de Bohemia y al de Polonia.  En el Siglo XIII, empujados por las invasiones mongolas, llegaron los primeros inmigrantes alemanes. Para el siglo XVIII, Silesia era parte del reino de Austria, pero María Teresa la perdió en sus guerras con Prusia. Silesia y sus ciudades, incluyendo Breslavia, pasaron a ser parte del imperio de Federico el Grande. Consecuentemente, la zona se germanizό y se convirtió ,después de la unificación alemana, en parte del imperio de los Hohenzollern.



El fin de la Primera Guerra Mundial vio nacer la republica de Polonia, pero Silesia no le fue otorgada. El tratado de Versalles dividió la provincia en dos. La Baja Silesia, con capital Breslau, pasó a ser parte de la Alemania de Weimar. La alta Silesia permaneció como zona independiente hasta que, en 1937 (un año después de los Juegos Olímpicos), un plebiscito permitió que la provincia entera se uniese al Tercer Reich. Esta es una indicación del apego de la población alemana silesiana al régimen hitleriano.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Polonia anexό Silesia a su territorio, pero muchos silesianosentre ellos el escritor de Krolno se sienten polacos y hay un fuerte movimiento separatista.

Las Olimpiadas de 1936

Me ha sorprendido un poco la idea de usar las Olimpiadas del ‘36 como trasfondo para la persecución de un asesino en serie. No es que esa olimpiada no haya aparecido antes en el cine, Desde que el famoso  detective chino  se fuera a investigar robos de joyas en Charlie Chan at the Olympics (1937) hasta el documental Triumph: Jesse Owens and the Berlin Olympics, sin olvidar el extraordinario documental de Leni Riefenstahl , Olympia (1938) que ese evento ha sido expuesto en las pantallas. Lo diferente es que aquí la acción no tiene lugar en Berlín, la sede de los juegos, sino en Breslau.

              Este es Jesse Owens en Los Asesinatos de Breslavia. El verdadero era más  flaco

Antes que todo deberíamos hablar de por qué motivo estas olimpiadas fueron tan significativas. Como parte del castigo de Alemania, al acabar la Primera Guerra Mundial, se prohibieron competencias deportivas internacionales en suelo germano. Para 1931, los adelantos científicos, intelectuales y sociales de la República de Weimar levantaron el castigo a la nación alemana y se decidió que los juegos de 1936, tanto de invierno como de verano, se celebrarían en Alemania.

El problema fue que con el ascenso de Hitler al poder la imagen de Alemania como una sociedad progresista y liberal se desvaneció. Los campos de concentración para disidentes, la creación de un estado policiaco, las purgas y la persecución sistemática de los judíos y otras minorías, llevaron a varios deportistas y organizaciones deportivas a hablar de buscar otra sede o boicotear las olimpiadas. España, por ejemplo decidió celebrar sus propios eventos bajo el título de la “Olimpiada Popular” que tendría lugar en Barcelona ese verano del ‘36.

Para Hitler y su gente esto era un golpe tremendo ya que planeaban unas olimpiadas que demostrarían la superioridad física de la raza aria.  Cuando el Conde Baillet-Latour, presidente del Comité Olímpico vio los carteles antisemitas y los letreros en las tiendas judías que prohibían a los arios a comprar ahí, le dijo al Fuhrer que eso era inadmisible. De ahí que veamos en The Breslau Murders como se limpian escaparates y se retiran afiches en contra de los judíos. Aunque con eso no limpiaba las mentes de los breslavianos de una judeofobia que el Reich llevaba tres años inculcándoles.

                      Limpiando letreros antisemitas de los escaparates

Hubo otras formas en que la Alemania Nazi siguió llevando al cabo su programa de expulsar a los judíos de la vida civil teutona. Uno de ellos fue purgar el equipo olímpico de atletas judíos. No pudieron hacer eso con los equipos extranjeros aunque algunos países, como Italia, no mandaron judíos “para no ofender al Fuhrer”. En otros casos, los mismos deportistas eligieron no ir como un modo de protesta. Aun así muchos judíos ganaron medallas como el boxeador francés, Victor Perez,  y el campeón olímpico de esquí Bronislaw Czech. Ambos morirían en Auschwitz.

Fantasilandia Nazi

Donde la serie se cae como fruta podrida, es en su descripción de la sociedad alemana de 1936. Hay tantos errores que tal vez se entienda que Podolsky no comprenda lo que está pasando en su país y en su ciudad, pero le resta verosimilitud al relato.

Me sorprendió descubrir que Los asesinatos de Breslavia está inspirada en Muerte en Breslau del autor polaco Marek Krajeswki. Como no la he leído no puedo hablar de plagio, pero por reseñas y sinopsis veo que se han aprovechado algunos aspectos tanto en la creación de Franz Podolsky como en la recreación sociohistórica de Breslau .



En ambos Noirs breslavianos observamos una ciudad de provincia en la que se sienten las pisadas de un totalitarismo que va a cambiar las reglas del juego. Hay dos estratos sociales: una aristocracia añeja, caduca, depravada y hedonista. Por otro lado tenemos un lumpen compuesto por criminales, prostitutas, igualmente corruptos y degradados.

                  Las zorras de la "alta" amigas de Lena

Entre estos dos mundos se equilibra el investigador que  se siente como  “los de abajo”, pero que está atado a los de arriba. En el caso de Eberhard Mock de Krajewski por su mentor el Barón von der Malten. En el caso de Podolsky, por su matrimonio con una aristócrata vienesa.

El problema es que la trama es convincente en la novela de Krajewski porque tiene lugar en el primer año de los nazis en el poder. Todavía hay posibilidades de vivir como se vivía antes, todavía las garras del poder no lo han atrapado todo, todavía hay asombro en muchos cuando se tropiezan con ejemplos de cómo un régimen político puede cambiar su existencia.

En cambio The Breslau Murders usa de telón de fondo a los Juegos Olímpicos de 1936. Tanto ha cambiado Alemania que hay amenaza de que se boicotearan los juegos. Hay conciencia en el mundo civilizado que el Tercer Reich es un estado que reprime las libertades individuales, que inhibe la libertad de expresión, que ha prohibido sindicatos y huelgas y que persigue, encarcela y mata a quienes se le oponen. Por eso es que resulta absurdo que Lena y sus amigos vivan con tanta libertad y que Podolsky se niegue a entender los peligros que corren su gente, él ,y la gente que él pone en peligro. ¿Será embotamiento de borracho o acaso,  al intentar fusionarlo con el protagonista de la novela de Krajewski, la IA les falló?



Eberhard es un policía sin mucho amor por las reglas, que usa métodos a veces poco éticos, que bebe de más y gusta pasársela en prostíbulos. Ahí paran las similitudes con Podolsky.  Eberhard es un escalador social que busca estar siempre arriba y controlar su ambiente. No le molestan los nazis mientras no se metan con él y su único miedo es que el descubrir su pasado en la masonería pueda afectar sus posibilidades de acenso.

Tal vez esas diferencias sean las que expliquen la contradicción de Podolsky, su arrogancia estúpida, su desprecio por los métodos de la Gestapo cuando él los utiliza constantemente y a lo mejor, siendo Eberhard antisemita, eso explicaría el menosprecio que Podolsky exhibe hacia los judíos que se le cruzan por el camino. Incluso el Dr. Kracauer es nada más un instrumento y no duda en ponerlo en peligro.



Siguiendo con la incongruencia de la sociedad nazi de Breslau, examinemos a la misma SS. Aparte de Holzel personaje mejor perfilado del argumento no tenemos ningún subalterno que destaque en nada. Es como si no hubiese evolucionado Disney de los días de Hogan’s Heroes. Los Caballeros de Negro aquí siguen siendo estereotipos risibles: el forense mediocre; el ayudante robótico, el ex proxeneta y asesino que ahora quiere hacer una fortuna robándole a los judíos de manera legal (“¡Hitler es un genio!”).

Creo que ya deberíamos tener la madurez necesaria para saber que el Tercer Reich no estaba manejado por clichés cómicos. Los había ignorantes, oportunistas, y ex criminales, pero si toda la cúpula nazi hubiese sido una manga de rufianes ignaros y estólidos, no hubiesen conquistado Europa.

Otro toque interesante es el entusiasmo de las clases humildes por las políticas del Fuhrer que queda en evidencia cuando Los Podolsky comen con la cuñada de Franz y el sobrino. Es una comida desagradable donde Lena intenta saltarse  las rencillas familiares y las diferencias sociales compartiendo con el joven su amor por la poesía. Todo para que Franz, celoso, la degrade exponiéndola como tan impúdica y tosca como él.



Antes del show del pepino (ecos de Jennifer Jasón Leigh en Fast Times at Ridgemont High), la cuñada ha expresado su agradecimiento y admiración por Hitler, un hombre de clase humilde, que entiende a los pobres. Este panegírico irrita a Los Podolsky, no porque sean opositores al régimen, sino porque es un agregado más a una cena incomoda y soporífera.



Sin embargo, es importante entender el espíritu de la época y la aceptación de gente que, al no ser judíos ni de izquierda, celebraron las políticas nazistas. Basta ver en Babylon Berlin la miseria en que vivían los obreros y sus familiasejemplarizado por el piso ruinoso de Charlotte Ritterpara ver lo que el gobierno nazi hizo por esa gente.



Durante del Tercer Reich, se construyeron edificios para las clases trabajadoras, con apartamentos más amplios, más limpios, dotados de baños. Todo un lujo. Aunque se acabaron los sindicatos y el derecho a huelga, la inmensa masa de desempleados consiguió trabajo , más o menos digno. El gobierno instituyó varias agencias para aliviar las necesidades de los más pobres. No es de sorprender entonces que el pueblo recibiese con alborozo a HItler y cerrase los ojos a la represión que exigía el vivir un poco mejor.

Medicina en el Tercer Reich

La aparición del forense mediocre que reemplaza al Dr. Kracauer, podría haber sido un momento para explicar que en la Alemania Nazi, las ciencias, incluyendo la medicina, habían sido depuradas de elementos judíos. Eso incluía la psicología de Freud (tan admirado por Inga Eissmann) tal como las teorías del criminólogo Cesare Lombroso.

Sin embargo, esta fue la gran época de la medicina forense alemana. Para los médicos nazistotalmente carentes de éticatodo cadáver, fuese de un comunista fusilado, un judío gaseado o un niño ario con problemas mentales, servía para experimentos. Se les despezaba en honor a la medicina nazi que buscaba respuestas para el comportamiento criminal del muerto tal como motivos para explicar sus políticas étnicas o evitar la procreación de seres inferiores. Un verdadero forense de la SS hubiese querido llevarse el cuerpo de Blumenstein para examinarlo.



Lo que la serie nos enseña fue un tema ya explorado en  otros shows como Charite,  World on Fire y hasta en El Cisne Dorado. Ese miedo que existía en el Tercer Reich hacia las enfermedades fuese las ulceras de Himmler o una alguna tara familiar que pudiese ser heredada, era real y terrible.



 Debido a eso, Los Holz han ocultado la patología de su único vástago. Lo de Jurgen solo lo conocen sus padres y su psiquiatra, la freudiana Inga Eissmann.  Lena también necesita terapia, y su narco dependencia ya no pasa del “uso social de drogas”  Podolsky se define como borracho, ¡Qué bonita familia! ¿Así quieren encargar un hijo?

                                                Jurgen Holz

Polacos y Gays: La anti diversidad de los nazis

Tratándose de una serie polaca debería haber más énfasis en la animosidad que había entre Polonia y Alemania. Apenas tenemos una visita del embajador a Breslau para amenazar con boicotear las olimpiadas. Vemos a la delegación olímpica metiendo bulla en las calles de la ciudad y arrastrando a Franz, ya borracho, a su francachela que está salpicada de insultos hacia los alemanes y los nazis.

                                La delegación olímpica polaca

Nos preguntamos si Podolsky sobrio  los hubiese seguido y hubiese cometido el faux pax de ponerse el blazer del equipo. Ni hablar de vomitarle las botas a Himmler. Para el espectador lego, esto es solo una manifestación de gente basta e ingrata con el buen recibimiento que se les ha dado , por hipócrita que este sea.

                      Himmler vino a Breslau a ver a Podolsky vomitar

Hubiera sido interesante que se hablase de los planes de Hitler para Polonia expresados en Mein Kampf. Estos abarcaban su deseo de apoderarse de la nación polaca incrustada en el rumbo que el Tercer Reich se había trazado para su Lebensbraum, la ampliación de la nación aria hacia el Este. Con eso se entendería el odio polaco y el desprecio teutón.

Tenemos el conflicto eterno en Silesia entre germanos y eslavos, pero esta serie de tramas aglomeradas no llega a explicar bien como ese conflicto ha adquirido tonos dramáticos en el Tercer Reich. Cuando Ágata Holz expresa su desprecio por la inferioridad racial de Franz Podolsky asume el espectador lego que se trata del descrédito que merece un policía tan desprolijo y poco amigo del reglamento no de un racismo que se ha vuelto política de estado.

Nunca se llega a entender que las políticas raciales del nazismo contemplaban un triple genocidio: judíos, gitanos y eslavos y que casi se llevó a cabo. De ahí mi indignación cuando se mal usa el término “genocidio” para definir la tragedia de Gaza.



Sabemos que en el paraíso hitleriano no había cabida ni para el multiculturalismo ni para la pluralidad y en eso entraba en juego una lucha en contra de las libertades sexuales de la república de Weimar desde transgéneros que circulaban públicamente en drag hasta revistas y cine pornográfico que era considerado artístico. De eso hablé en mi reseña del documental ElDorado.

Los nazis no se tragaron el adjetivo “artístico”. En l famosa quema de libros del 33, junto a los tratados de Freud y la poesía de Heinrich Heine, ardieron libros y revistas consideradas “pornográficas” por los nazis. Los transgéneros que en el previo gobierno se habían inscrito en las comisarías para poder salir a la calle, vistiéndose de acuerdo al sexo que creían pertenecer, se encontraron ahora en una peligrosa lista negra.

                             Destrucción de revistas de caballeros

Barens no miente cuando le dice a Podolsky que acabará junto a “comunistas y sodomitas” en un campo de concentración. Para 1936, Buchenwald, Dachau y otros campos cuyos nombres vivirán en la infamia, tenían como prisioneros a disidentes (muchos de ellos judíos) ,criminales comunes y los que caían bajo la Ley de Vagancia, léase un lumpen de mendigos, homeless, alcohólicos, drogadictos y lo que se conocía como “desviados sexuales”.

Desde la subida de Hitler al poder que la vibrante diversidad sexual alemana cesó de existir. No solo los gays eran arrestados, sus espacios como bares, restaurantes y cafés también fueron clausurados. por eso es que resulta absurdo que en Breslau exista un café donde todavía frecuentan homosexuales en busca de pareja.

Aunque no habría tanta persecución de lesbianas como de homosexuales y trans en el Tercer Reich, desde 1936, el campo de detención de Moringen comenzó a recibir a lesbianas muy notorias bajo el cargo de ser “antisociales”. Ahí es donde Holz espera mandar a la psiquiatra de su hijo. Ya Inga llama la atención por vestirse de varón.



La serie nos deja en claro quiénes son los enemigos del Reich: comunistas, homosexuales, polacos/eslavos y, por sobre todo, judíos. De estos últimos hablaré la próxima semana.