“ The Troubles” solía ser el apodo de la Guerra de
Independencia de Irlanda. Hoy también se usa para describir la guerrilla urbana
que asoló el Norte de Irlanda en la segunda mitad del Siglo XX. Basándose en el
libro de Patrick Radden Keefe , Hulu y FX han construido una visión― a
ratos trágica y a ratos cómica― de la lucha armada en contra del ocupante
inglés. A diferencia de otras obras sobre el tema nos muestra los daños
colaterales que provoca el terrorismo y el modo en que lentamente va
destruyendo al mismo guerrillero.
Los
Infortunios de Irlanda
Si vamos a hablar
de historias sangrientas, de reinos robados, de ocupaciones ilegales, y de pueblos
oprimidos, basta ver el ultimo milenio
de la historia de Irlanda. En la Antigüedad, la isla estaba lo suficientemente
lejana para que no la afectaran invasiones de griegos y romanos y para crear
una sólida civilización de reinos o clanes tribales unidos por la herencia
celta.
La cosa cambió en
el medievo cuando Irlanda fue presa de invasiones vikingas y normandas. Para el
siglo XV era vasalla de Los Tudor. Mas o menos se estableció un modus vivendis
en el que los reinos seguían siendo semi autónomos, pero el cisma de Enrique VIII
al imponer el anglicanismo destrozó toda oportunidad de armonía entre Inglaterra
y la Isla Esmeralda.
Irlanda había
sido una vez fervientemente pagana para convertirse en ferviente católica y no
iba a cambiar. A los ojos de la corona británica, esto era rebeldía y sedición
y a la isla le esperaban siglos de represión. Una de las mayores ocurrió en
días de la dictadura de Oliver Cromwell quien implantaría el sistema de
plantaciones, la importación de ingleses protestantes a Irlanda donde se
convertirían en la nueva clase de terratenientes que subyugarían a la población
católica.
Para La Hambruna
de 1848, los irlandeses (y no solo católicos) se habían levantado en armas en
contra del invasor en muchas ocasiones. Todas las revueltas habían fracasado.
Entonces se constituyó el primer grupo de guerrilleros urbanos, Los Fenianos.
The Fenian Brotherhood se dedicó a la lucha clandestina llegando a expandirse
hasta Estados Unidos desde donde realizarían ataques al Canadá. Su
especialidad, a fines de siglo, eran los asesinatos y bombas que hicieron
estallar en ciudades inglesas como Manchester y Londres.
A comienzos del
Siglo XX, la lucha irlandesa por la autonomía se batía en dos frentes: el
político en el Parlamento de Londres y el frente del terrorismo ahora
continuado por la Fraternidad Revolucionaria Irlandesa que tomaría parte en el
Alzamiento de Pascua en plena Gran Guerra. La última gran batalla, que tendría
lugar entre 1920 y 1922, se conocería
por el nombre coloquial de “Troubles” (problemas). En ese entonces la Fraternidad cambió de
nombre pasando a ser el Ejército Republicano Irlandés (Irish Republican Army o
IRA. ERI en español).
Esta guerra de
guerrillas, cruel y colmada de atrocidades por parte de ambos bandos, obtendría
la ansiada autonomía. En 1923 nacía el Estado Libre de Irlanda, pero con un
precio: seguirían en manos británicas un par de provincias del Norte que
incluían las ciudades de Belfast y Londonderry (Derry). Esto se debía a que
eran habitadas por una mayoría protestante. El ERI no aceptó esos términos
llevando a Eamon De Valera (el primer presidente de Irlanda) a proscribirlo.
El ERI trasladó
sus cuarteles y guerra a Irlanda del Norte. Aunque estuvieron activos antes de
la Segunda Guerra Mundial, su periodo más agresivo fue durante los segundos “Troubles”
que cubrirían casi tres décadas de lucha y que son el trasfondo de No digas
nada. Esta guerra clandestina se amparó en los tres principios que han
gobernado la lucha armada en contra de Inglaterra por siglos: el apoyo masivo
de la población civil; la ejecución de traidores y delatores (los “tout”) y la obligación
de los miembros de no revelar nunca información sobre la organización, aun bajo
tortura. De eso se trata Say Nothing.
Las Price: ¿Heroínas
o Terroristas?
Comenzamos en
Belfast en 1972. Una madre de familia es secuestrada delante de sus hijos por
un grupo que incluye una mujer. De ahí saltamos a fines del Siglo XX. Otra
mujer (Maxime Peake) cuenta su historia a un entrevistador que graba lo
narrado. Es un proyecto de la Universidad de Boston y solo saldrá a la luz,
cuando la mujer, cuyo nombre es Dolours Price, haya muerto.
De ahí pasamos a
un flashback de Dolours en 1969. Es hija de un matrimonio Republicano que ha
participado en la guerra perpetua contra el invasor inglés. La tía de Dolours
perdió las manos y la vista por estar manejando bombas. Dolours desprecia esa
violencia, cree en la resistencia pacífica tipo Gandhi, y se la inculca a Marian, su hermana menor.
Antes de partir a
estudiar en una academia de arte, Dolours y su hermana participan en una marcha
multitudinaria de protesta (La Marcha del Puente de Burntollet). Camino a Derry,
son interceptadas por bandas de rufianes
protestantes que las agreden. Fieles a su credo, los marchantes no responden a
la violencia, pero entran en pánico cuando ven que la policía no detiene a sus
agresores. Las Price intentan huir, pero son atrapadas por los protestantes que
las golpean salvajemente. Es ahí que Dolours toma conciencia de que la lucha armada
es el único camino para una Irlanda Unida.
Las Price son atacadas en una marcha pacifica
Para eso, y
siempre con su hermana a la zaga, Dolours busca al líder de la lucha armada en
Belfast y a su lugarteniente “Dark” apodo de Brendan Hughes (quien también
participa en el proyecto de entrevistas). Se sorprende al descubrir que el
líder es Gerry Adams a quien conoce como un chico tranquilo y de bajo perfil.
la ironía es que cada episodio de Say Nothing acaba con un disclaimer
sobre Gerry Adams―ex presidente del Sinn Feinn―que siempre ha negado
haber sido parte del ERI.
Después de una
entrevista con Adams, Dolours lo convence de reclutarlas a ella y a Marian.
Hasta entonces el ERI usaba a las mujeres como enfermeras, protectoras,
mensajeras, y recolectoras de información, pero no como guerrilleras. Las
Hermanas Price se hacen famosas por su capacidad de disfrazarse y por un
cómico, pero efectivo, asalto a un banco en el que ambas van vestidas de
monjas.
Luego que
participa en el rescate de un camarada, Dolours pierde el miedo a las armas, pero
su promoción no la complace. Debe “escoltar” a gente que está condenada a ser
ejecutada. Como Caronte, Dolours los lleva en su barca (en este caso un
automóvil) al sitio de ejecución. A veces tendrá que hacerlo con amigos o se verá
involucrada en el secuestro de algún Tout como fue el caso de Jean McConville.
Aunque no la vemos cometer crímenes de sangre, Dolours se siente culpable. “íNo
estoy en esto para matar católicos!” le dice a su hermana que sigue
secundándola en todo.
Entretanto, ha
llegado a Belfast un nuevo comandante, Frank Kitson (Rory Kinnear) que trae experiencia
de combatir a los Mau Mau de Kenia. Esa experiencia consigue hacer mella en la
sociedad clandestina del ERI, tanto en sus miembros como en la población que
los asiste. A Dolours se le ocurre una idea un poco loca, trasladar las
operaciones a Londres, darles a los ingleses donde más les duela.
A Adams le gusta
la idea y pone a las Hermanas Price a cargo de la operación. El error consiste
en proporcionarles un equipo de chicos casi adolescentes y sin entrenamiento,
entre ellos una joven asustadiza y llena de escrúpulos. Aun así Las Price
consiguen sobrellevar todos los obstáculos y situar bombas en sitios como Scotland
Yard y el tribunal de Old Bailey. El error es dar aviso a la policía, para
evacuar los edificios, con mucho adelanto.
La policía tiene tiempo de desmontar varias bombas, solo dos estallan y el grupo de terroristas novatos es arrestado en el aeropuerto. Me detengo ahí. Esto ocurre en el quinto episodio, pero hay mucho que no he contado y los siguientes cinco están llenos de sorpresas y vivencias trágicas y no tanto de Las Hermanas Price.
Familia,
Religión y el Espíritu Celta
Aunque se han
hecho filmes sobre estos “Troubles” de Irlanda del Norte, ninguno cubre con
tato detalle la estructura, acciones y experiencia del ERI y de sus miembros.
En esta serie quedan claros los vínculos que han mantenido unidas estas
organizaciones o “hermandades”. El ERI es una gran familia, pero el sentido de
familia que siempre ha marcado al irlandés, sea en su terruño o en la diáspora,
también es evidente.
Gerry Adams
arriesga su pellejo, y es arrestado, cuando visita a su esposa ( Megan Cusack de
Call the Midwife). El mayor sufrimiento de sus víctimas, los McConville
es perder a su madre y ser separados . Donde más patente es el sentido de clan
es con Las Price. Ellas vienen de una familia que por cien años ha luchado por
la libertad de Irlanda. Son una familia unida por ese vínculo, aunque cada
miembro lo viva de manera diferente, como la madre que no deseaba que sus hijas siguiesen
el camino de su hermana horriblemente mutilada por una bomba.
Sin embargo,
cuando Dolours y Marian son arrestadas, y aun sufriendo de cáncer, la madre
lucha como leona yendo a los medios a exigir que sus hijas sean llevadas a una
prisión de mujeres y en Irlanda (“donde han estado todas las mujeres de nuestra
familia”). Con ese sentido de tradición se entiende lo unidas que son las
Price. La Tía Bidie le inculca a Dolours desde pequeña que siempre debe tratar
bien a su hermanita “porque nunca sabes cuando la vas a necesitar”. Y a través
de la serie vemos a Las Price apoyarse mutuamente, aun en los peores momentos.
Curioso es que
otros elementos que solemos asociar con la lucha de los irlandeses por su
libertad no están tan presentes. Solo vemos dos circunstancias en que se habla
el gaélico. Durante el asalto al banco, Dolours nota que la cajera oculta unos
billetes. La chica le explica en gaélico que son billetes marcados que pondrían
a la asaltante en peligro. En el quinto episodio, Marian sintiéndose al borde
de la muerte debido a una huelga de hambre, reza el rosario “in the Irish”.
He leído que los
Price no eran muy religiosos y, en general, el catolicismo no forma parte de
esta historia. Al parecer esta ola de terrorismo se basó más en nacionalismo
que en su fe, pero hay detalles de que la iglesia sigue siendo parte de su
ethos. Vemos que las ejecuciones de los touts son acompañadas de un
sacerdote que les da la extremaunción. Vemos a Dolours, antes del bombardeo de Londres,
diciendo un “ Salve Regina” en la ducha, y cuando Marian es interrogada por la policía
londinense se pone su crucecita en la boca como sacralizando su silencio.
Los irlandeses, que han contribuido tanto a las letras británicas como a su teatro y cine, son histriones natos, pero este ensemble es magnífico. Yo no conocía ni a Lola Petticrew y ni a Hazel Doupe, pero su interpretación de Las Price es “priceless” , no me imagino a las verdaderas sino con sus rostros. Anthony Boyle me venció y convenció. En esta, su tercera actuación este año después de Masters of the Air, Manhunt y Shardlake, ha demostrado tremenda versatilidad.Su retrato de “Dark” Donovan combina humor, un sex appeal pedestre, y mucha humanidad.
Hasta Rory Kinnear (Penny Dreadful, Ridley Road), como siempre, esta excelente en su rol de Sir Frank Kitson que se revela no como un sádico fanático sino un hombre competente y sensato. Por algo eventualmente se convirtió en el comandante de las fuerzas terrestres del Reino Unido y luego, ayudante de campo de Su Majestad Isabel II. (NOTA: Me acabo de enterar que Sir Frank tenía mamá judía y sefardita lo que puede explicar su creatividad pragmática y sagacidad).
Digna de
mencionar la maravillosa dirección de Michael Lennox (Derry Girls) en
incluso en dos capítulos más emotivos de Mary Nighy, a la que siempre recordarė como
la Princesa de Lamballe de María Antonieta de Coppola. Para el final he
dejado a Joshua Zetumer, el creador y escritor de No digas nada.
Extraordinario trabajo de alguien que no es ni católico ni irlandés (es judío)
y que demuestra el puntilloso trabajo de investigación que Josh hizo para recrear este mundo donde la
violencia se comía con el desayuno.
No es una
Apología del Terrorismo
A pesar de lo
cautivante de la historia y de los personajes, los críticos temen que Say Nothing
pueda acabar siendo un elogió al terrorismo. “¿Sabe Disney lo horribles
que eran estas personas (los miembros del ERI)?” pregunta Camilla Long en el Times británico.
En general, la
perspectiva es crítica para ambos bandos. El enfocarse en Las Price podría
glamurizar el terrorismo, pero Zetumer ha incluido en su argumento periódicas
interrupciones a las vidas de las protagonistas con lo que ocurre con la
familia de Jean McConville dejó atrás. Si la serie inicia con el secuestro de
la madre de familia, también hay
flashbacks a los actos que la convirtieron en sospechosa para el ERI.
Primero, se niega
a ocultar armas pertenecientes a los terroristas, no por razones ideológicas
sino para no poner en peligro a su familia. Con esa negativa se distancia de
sus vecinos. Luego socorre a un soldado ingles herido. Tras el secuestro y ejecución de la señora McConvilel,
el ERI hizo circular el rumor (nunca probado) de que ella era una Tout.
Angustiosas son
las escenas de Los McConville después de la desaparición de su madre, como
intentan buscar ayuda en su comunidad que los rechaza por ser hijos de una
delatora. Llegan los trabajadores sociales que separan a los hermanitos y los
envían a orfanatos. Sabemos que esos sitios,
en Irlanda, eran antros de horror. Uno de los chicos McConville
declararía años más tarde que fue sistemáticamente abusado física y sexualmente
en el orfanato.
Helen, la hija
mayor, al llegar a edad adulta, inició
una investigación que es el centro del libro de Patrick Radden Keefe. Tenemos
amplia cobertura de las desventuras de Helen (Laura Donnelly de Outlander
y The Nevers)en la serie y que junto con el
encarcelamiento de Las Price sirve para ilustrar los daños colaterales del
terrorismo que ya no es una causa justa cuando afecta a inocentes y a los
mismos terroristas.
Esta serie me ha
encantado porque muestra el lado humano del ERI a la vez que señala la intransigencia
británica que nunca ha sabido manejar el problema irlandés. Sin embargo, hoy en
día en que el terrorismo sigue causando miedo y dolor en todo el mundo, es
bueno observar como este tipo de violencia daña a inocentes y como no se debe
idealizar una causa que, más que luchar por la libertad, acaba criminalizando a
sus miembros.
La crítica se ha
enamorado de la serie, hasta en Espinoff se la ha alabado. Tiene altos ratings de
audiencias (en los 90s) en Rotten Tomatoes e IMDB. La incógnita es porque se la
ha despreciado en las nominaciones a premios televisivos. ¿Será porque el
wokismo imperante en los medios idolatra el terrorismo y esta serie muestra un
rostro poco heroico y muy destructivo de esa lacra?
Lo certifica,
como siempre, la crítica de un reino del woke como lo es Salon, donde una Melanie McFarland, un poco desviada de la
realidad, identifica a Say Nothing
como una antítesis de odas al imperialismo tales como Bridgerton y The Crown. Acaba con un mega WTF? al
preguntarse si los estadounidenses tendrán el valor de ver esta serie después
de haber re-elegido a Donald Trump. ¿Qué tendrá que ver Trump con los Troubles de
Belfast?
Contenido violento
y Gory: Tenemos tantas y
tan tristes imágenes de violencia, desde las pobres Price apaleadas por fuerzas
que no respetan su pacifismo hasta la imagen de un hombre que agita un muñón
donde antes hubo un brazo cercenado durante los bombardeos de Londres. Sin
embargo, lo más sobrecogedor para mi es el episodio en el que Las Price inician
una huelga de hambre y son alimentadas a la fuerza. Las huelgas de hambre han
sido utilizadas como un arma por los revolucionarios irlandeses a través del siglo
XX y muchos mártires de su causa murieron de inanición, pero Las Price fueron
las primeras irlandesas en negarse a comer.
Mas allá de mi
repudio por el terrorismo y por los actos del ERI, el forzar a una persona a
comer utilizando la fuerza y la violencia es tortura. En 1975, el Convenio de
Tokio la declaró como tal. El equipo médico que por semanas forzó tubos dentro
del aparato gástrico de las prisioneras, finalmente se negó a seguir con una práctica
que iba en contra de su ética profesional. Vale recordar que Las Price eran
jovencitas, Marian solo tenía 19 años. No estaban exigiendo nada imposible de
conceder. Únicamente que las sacasen de una prisión de hombres en suelo inglés
para llevarlas a una cárcel de mujeres en Irlanda, un derecho que se le concede
a cualquier criminal.
Habían alcanzado
a ayunar tres semanas cuando las sometieron a la alimentación forzada por 165 días,
Aun después que los médicos se negaron a seguir con el proceso, continuaron su
ayuno por casi tres semanas más, antes
de ser trasladada a Belfast. La ordalía no solo las volvió mártires, pero les
dejó secuelas físicas y emocionales que las marcarían de por vida. Fueron esas secuelas
las que consiguieron, después de siete años de encarcelamiento, que Las Price
fueran puestas en libertad en 1980.
Ambas sufrían de
anorexia nerviosa, lesiones bucales e intestinales más supresión de sus reglas.
Fue un milagro que pudiesen tener hijos más tarde. Dolours se casó con el actor
Stephen Rea que se hizo famoso como el guerrillero del ERI afligido por remordimientos
en la galardonada The Crying Game.
Además, Dolours
sufrió de problemas psicológicos, depresión constante, y remordimientos. La
rabia que sentía por el curso que habían tomado los arreglos entre el ERI y los
ingleses la empujaron al alcoholismo. Acabó su vida con una sobredosis de
medicamentos, todos recetados por los médicos. ¿Suicidio o muerte accidental?
Nunca se sabrá.
NOTA: Lo que he contado no califica como Spoiler. Es
lo que se puede encontrar en la biografía de Dolours Price en la Wikipedia. La
serie incluye datos que no están ahí, algunos cambios basados en
interpretaciones del equipo y del libro, entre ellas, la mayor sorpresa de la
serie y que está relacionada con el asesinato de Jean McConville.
Contenido
Sexual y Desnudos: Un
mínimo. A Gerry Adams lo arrestan cuando está en cama con su esposa, y le vemos
las nalgas. Lola Petticrew protagoniza una sola escena desnuda, y es necesaria,
cuando Dolours se niega a ponerse el uniforme de presidiaria argumentando que
es una presa política.
Factor
Feminista. Es innegable
que la serie es un homenaje a la fortaleza de la mujer irlandesa, sea la que se
involucra en la lucha armada (aunque no comparte todos sus métodos) como Las Price
hasta la que quiere resguardar, en vano,
a su familia de este clima de violencia como Jean McConville. Existe en todas
estas mujeres un sentido de deber, una obligación matriarcal que impresiona.
Tal como impresiona la valentía, la determinación y el patriotismo de Dolours y
Marian. Solo que nos gustaría que hubiesen utilizado esas admirables virtudes
para un esfuerzo más constructivo que andar matando gente.
Factor
Diversidad: El mundo de los primeros episodios de No
digas nada está dividido entre irlandeses e ingleses blancos. Se pone más
diverso al trasladarse a Londres con un policía negro y el Dr. Mansir, de
origen árabe, a cargo de la alimentación forzada de Las Price.