En esta década,
la Tudormania se ha mantenido gracias a precuelas de la saga de Enrique VIII y
su harem. En España, en la magnífica “Isabel”, presenciamos el nacimiento de
Catalina de Aragón, pieza clave en el ajedrez de Los Tudor. En Inglaterra se
apoyaron en las novelas históricas de Philippa Gregory para mostrarnos el
origen de la dinastía: primero con “La Reina Blanca”, luego “La Princesa Blanca”
y ahora con” La Princesa Española”. SPOILERS de los primeros tres capítulos.
Lo cierto es que
de los libros de Doña Pippa solo se han quedado con los títulos y Gregory, de
por sí ya no era muy histórica. Como dijo la Gatita Bah Dom, las novelas son
fanfic y Emma Frost ha hecho fanfic de las novelas ¿Y la historia? Que siga su
camino, muchas gracias. Pero nosotros tenemos la obligación de recordarla.
Tal como vimos en
“Isabel”, Catalina fue la menor de las hijas de los Reyes Católicos. Se crió
con sus padres en Granada y como nos muestra la serie “the Spanish Princess”
fue muy querida y consentida. Isabel y Fernando tras cimentar su imperio y la
unificación de la península Ibérica comenzaron a buscar aliados para defenderse
de Francia. Gracias a los matrimonios de sus hijos se aliaron con Portugal y el
Imperio Habsburgo. Inglaterra era otro país con quien les interesaba establecer
vínculos, sobre todo porque Francia era un enemigo común. Así en 1488 cuando Catalina
tenía tres años la comprometieron con Arturo, el Príncipe de Gales.
Recordarán ese
vergonzoso capítulo de “La Princesa Blanca” donde los Tudor van como mendigos a la
corte española. Vergonzoso porque, además de falso, fue disparatado. Los Tudor
nunca viajaron a España, nunca Catalina bailó para ellos, todo se arregló por
medio de embajadores. Sin embargo, es cierto que los Reyes Católicos exigieron
que antes que su hija viajase, los Tudor deberían probar que estaban firmes en
el trono. Después de todo eran una dinastía nacida en un campo de batalla. No
tenían realmente la sangre real ni el derecho divino que se creía entonces
necesarios para ocupar un trono.
Irónicamente,
Catalina si tenía esa sangre real puesto que por parte de su abuela materna era
una Lancaster, descendiente de Juan de Gante y de los Plantagenet. Además de la
dote, de emparentar con la poderosa dinastía de los Trastámara y de tener un
aliado en contra de Francia, para Enrique VII era imperativo tener a Catalina
de reina ya que ella apuntalaba la legitimidad de los Tudor como reyes de Gran
Bretaña.
Por eso, en la
vida real, Henry Tudor decidió dar un golpe maestro para convencer a sus
consuegros de lo firme que estaba su bamboleante trono: mandó ejecutar al Perkins
Waebeck que andaba diciendo era uno de los Príncipes de la Torre, y también al Conde
de Warwick (Teddy para los amigos) un niño medio loco que llevaba años
encerrado en la Torre de Londres ya que era el último Plantagenet.
Es posible que
Henry los hubiese ajusticiado aun sin existir esa exigencia de los Reyes
Católicos, pero cuando se enteró Catalina se sintió muy culpable. Años más
tarde llegaría a creer que su desdicha se debía a haber sido parte de un
complot para derramar sangre real que en ese entonces era el peor de los
crímenes.
En “The White
Princess” Philippa Gregory usa como voz narrativa la de la Reina Elizabeth
“Lizzie”de York y deja claro tres factores: las ejecuciones son ordenadas por
el Rey, Lizzie no esta segura que Perkin no sea un impostor; la tragedia no
destruye su amistad con su prima Margaret “Maggie” Pole, hermana de Teddy.
Como recordaran
Emma Frost se inventa su propio cuento para resaltar la agenda y lo badass que
es su heroína, interpretada por Jodie Comer. Sin consultar al marido, Lizzie
(ayudada por el futuro cardenal Wolsey) le tiende una trampa a Teddy cuya mente
es frágil y lo hace firmar una confesión de estar complotando con Perkin.
Lizzie ordena una ejecución secreta aun sabiendo que Perkin es su hermano y
amenaza a Maggie. No la ha mandado decapitar solo porque Sir Richard Pole,
esposo de Maggie, ha suplicado por la vida de su mujer.
La Princesa Española
continua en esa línea. Han pasado doce años dsde ese viaje a Andalucia. Lizzie (ahora interpretada por
Alexandra Moen) se ha vuelto un personaje gris sin gran poder que se la pasa
rezando y teniendo visiones de la muerte de su hermano. Aun así, tiene el
corazón duro y amargado sobre todo en lo que le recuerda su crimen; léase
Maggie Pole y la Princesa Española.
Henry y Lizzie, 12 años más tarde |
Un placer ver a
Laura Carmichael, nuestra querida Lady Edith de “Downton Abbey”, encarnando a
Maggie. Aparte de que existe un parecido físico entre ambas actrices, Laura ha
copiado gestos y expresiones faciales de Rebecca Benson por lo que es muy fácil
verla como Maggie madura. Tal como en la vida real, Los Pole están encargados
de la educación y cuidado de Arturo, el primogénito de los Tudor.
Aunque para
Maggie, El Príncipe de Gales es como un hijo, eso no la hace perdonar a Lizzie,
Cuando la reina le pide a su prima que la acompañe en sus últimos meses de
embarazo, Maggie se rehúsa argumentado que está ocupada atendiendo a Arthur y a
su nueva esposa. Esto provoca un ataque de ira paranoica en Lizzie quien acusa
su prima de complotar en contra de los Tudor y de predisponerla con su hijo. La
irracionalidad de esas acusaciones no tiene validez y son contraproducentes
para cualquier esfuerzo de reconciliación con Maggie.
Lizzie obtiene
los mismos resultados con Arthur quien no entiende porque su madre cree que la Tía
Maggie, a quien el adora, quiera hacerle daño a su familia. Es en este estado
de disfuncionalidad que Catalina conocerá a los Tudor, y será uno más de los
muchos shocks que la Infanta encontrará en Inglaterra.
En 1501, Catalina
que todavía no cumplía los dieciséis años viajó a Inglaterra a conocer a quien
ya era su marido por poderes. Arturo, de quince años, había estado intercambiando
cartas con su prometida por un largo tiempo y ansiaba conocerla. Debido a que
tenían que manejar un reino, Los Reyes Católicos no acompañaron a su hija, pero
no se la envió sola sino con una comitiva de sesenta personas capitaneadas por
la formidable Doña Elvira Manuel quien había sido el ama (la “dueña) de la
Infanta desde que Catalina era niña.
Elvira gozaba de
toda la confianza de Isabel (aunque detestaba a Fernando) e iba con las ordenes
de su reina de hacerse cargo de todo lo referente a la nueva Princesa de Gales que
por su juventud e inexperiencia era incapaz de tomar decisiones importantes.
Además de Doña Elvira iban varias damas principales como Doña Maria de Salinas,
que tristemente no han incluido en ninguna serie (si aparece en el libro The Constant Princess) y Doña Catalina
de Cardones (o Cárdenas) que era de familia aristocrática y … ¡blanca!
Este fragmento de
información puede hacernos pensar que otra vez la televisión se esmera en
convertir a personajes caucásicos en africanos, pero por una vez el caso es
especial. Al parecer desde fines del Siglo XIX que ha habido una confusión histórica
en la que Catalina de Cardones se ha fusionada con otra mujer del mismo nombre
que también fue parte del sequito de la Princesa Española.
Se trata de una esclava mora de tez oscura que al ser bautizada tomó el nombre de su señora. Se sabe hoy que mucha impresión causó en Inglaterra que Catalina trajera en su cortejo a varias personas de raza negra. Los ingleses comenzaron a llamarles blackamoors para diferenciarlos de otros moros de piel más clara. Santo Tomas Moro en su repaso de la comitiva de la Infanta los llama “etíopes”.
Se trata de una esclava mora de tez oscura que al ser bautizada tomó el nombre de su señora. Se sabe hoy que mucha impresión causó en Inglaterra que Catalina trajera en su cortejo a varias personas de raza negra. Los ingleses comenzaron a llamarles blackamoors para diferenciarlos de otros moros de piel más clara. Santo Tomas Moro en su repaso de la comitiva de la Infanta los llama “etíopes”.
Una de esas etíopes
era una esclava mora de Granada. En el inventario de la Infanta está escrito
que esta Catalina de Motril estaba a cargo del lecho de su tocaya. No solo
hacia la cama, también cambiaba las sabanas. Algo que la haría importante más
adelante.
Al enviudar, la
Princesa de Gales pasó años de penuria económica. Su sequito disminuyó por no
poder mantenerlo. Como en Inglaterra no había esclavitud. Catalina, la mora de Motril,
quedó libre. Se casó con otro moro, un arquero llamado Oviedo, y apodado el
“hace ballestas”, así que este personaje también es real.
Los Oviedo
volvieron a España y se instalaron en Granada. Años mas tarde, en la época del Gran
Asunto del Rey, agentes de la corona española visitaron a la exesclava para
saber si realmente el matrimonio de los Príncipes de Gales había sido
consumado. Como encargada de las sabanas, Lina era quien mejor conocería la respuesta
a una pregunta que se hacían en todas las cortes de Europa. Tristemente no hay récords
de tal respuesta lo que ha hecho a muchos historiadores y Tudormaniacos creer
que Catalina de Aragón mintió sobre su virginidad.
Por lo menos
tanto Philippa Gregory como Emma Frost creen que Catalina mintió al jurar ser
viuda virgen. En el libro es Arturo quien, en su lecho de muerte convence a su
mujer que mienta para poder casarse con su hermano y quedarse en Inglaterra. Lo
cierto es que Catalina viuda virgen o no fue mantenida secuestrada por el
suegro para obligar a Fernando a pagarle la dote, pero de no ser así hubiese
vuelto a España y hubiese sido usada por su padre o su cuñado, tal como vimos
en “Carlos, Rey Emperador” para cimentar alianzas.
Los felices esposos |
Yo si creo que el
primer matrimonio de Catalina no fue consumado. Catalina, a diferencia de la de
la serie y la del libro tan inclinada hacia lo moro y hacia el islam (WTF?),
era una mujer sumamente religiosa, católica ortodoxa, incapaz de mentir en algo
tan serio. Además, algo que muchos creadores de ficción histórica parecen no
saber ni entender, el lazo entre cuñados era igual al de hermanos. Su
matrimonio estaba prohibido por considerárselo incestuoso.
The Spanish
Princess es descrita como una joven ambiciosa cuyo sueño es ser Reina de
Inglaterra. La verdadera Catalina era mujer de temperamento fuerte y decidida,
pero nunca le dio por el juego de tronos. ¿Así que por qué motivo iba a
arriesgar su alma inmortal? Si se casó
con su cuñado es porque estaba segura de que su primer matrimonio (al no ser
consumado) nunca existió.
En la serie todos
dan por contado que el matrimonio se consumó, Maggie escucha tras la puerta los
retozos de la pareja; Mi Señora la Madre del Rey recibe un cuervo anunciando
que ya la pareja tuvo sexo y Enrique VII en el funeral de su hijo habla de un
posible embarazo de la viuda. ¿Como van a creerse entonces lo de la virginidad
de Catalina?
En la vida real
fue diferente puesto que no era tan obvio que el matrimonio se hubiera
consumado. La costumbre de examinar la sábana de la novia parece que era
continental. La noche de bodas tuvo testigos de que los novios durmieron
juntos, pero nada más. Catalina y Arturo no compartían cama. A través del medio
año que duró su matrimonio, una vez al mes, los cortesanos escoltaban a la
Princesa de Gales a los aposentos del marido, pero lo que ocurría ahí solo lo sabía
la pareja.
Aparte que
Catalina era muy ignorante en cuestiones de cama. Ni ella ni Arturo sabrían
como hacer las cosas. En cambio, La Princesa Española parece terapeuta sexual y
ya comienza metiéndole la mano en la entrepierna al marido que reacciona con
justa sorpresa. Para colmo, Catalina ha estado escribiendo cartas atrevidas a
Arturo y recibiendo misivas similares, sin saber que con quien se cartea es con
su cuñado Harry.
He aquí el cambio
mayor que la serie de Emma Frost hace con el libro. En la vida real, apenas
llegada a la corte inglesa, la princesa española hizo amistad inmediata con sus
cuñados Margarita, de doce años, y Enrique de diez. Estuvo especialmente unida
a Enrique después de la muerte de Lizzie, pero como una hermana mayor.
En la serie se
han traído para interpretar a Enrique a un irlandés veinteañero y pelirrojo
llamado Ruari O’Connor que es un dechado de testosterona y arrogancia. Lo muestran
lleno de envidia hacia su hermano, algo imposible en la vida real donde había
bastante diferencia de edad entre ambos. En la serie, a pesar de que nos dicen
que es menor que el quinceañero Arturo (por lo que Harry como lo apodaban no
puede tener más de catorce años) se ve experto en todo, hasta en el terreno sexual
y bastante inescrupuloso.
Para fastidiar al
hermano le escribe a Catalina una carta de amor que ella cree viene del Príncipe
de Gales. Según nos cuentan, desde hace un par de años que Catalina le ha
escrito apasionadas (y gráficas) cartas a Arturo. Misivas leídas y respondidas
por un Harry entusiasmado ante la precocidad sexual de su cuñadita. Por muchas
y evidentes razones este episodio no solo es históricamente falso, es además
imposible.
Aunque Catita se
enoja y escandaliza al saber la verdad, sigue caliente con el cuñado y se la
pasa lanzándole miraditas incendiarias incluso cuando ya se ha consumado su
matrimonio con Arturo. De todos los personajes de la serie (y ninguno es muy simpático)
Harry es el mas repelente, aun para los Tudormaniacos que sabemos que se trata
de un psicópata con sangre real.
El problema es
que O’Connor lo interpreta como si fuera un chico moderno tanto en actitud como
en lenguaje. Me recuerda a Billy, el bully de “Las Escalofriantes Aventuras de
Sabrina”. Y es que es un típico colegial
deportista y machista que dice “¡whoa!” a cada rato, anda a empujones con el
hermano y manosea a la cuñada y todo a vista y paciencia de su consentidor
padre.
Hora es de hablar
de Charlotte Hope as quien solo conociera yo como Miranda de GOT y una prostituta
que interpretó en “Endeavour”. Aunque físicamente se acerca bastante a la
verdadera Catalina, sus desesperados intentos de parecer española la hacen
verse poco natural. Algo caricaturesco es que a ratos fuerza el acento y en otros
se olvida que interpreta a una extranjera.
La actriz ha
hecho declaraciones de que intenta acercar a su personaje al de Scarlet O’Hara. Ok, pero es que es una Scarlett un poco moderna: una especie de Chica Almodóvar
con los modales de la Infanta Leonor. Aunque lo que me provoca acidez es un
prurito pro-islam totalmente fuera de época y contexto. Esto viene del libro,
pero Frost ha elegido continuarlo puesto que representa algo cercano a la sensibilidad
británica moderna.
En libro y serie,
Catalina afirma que en su corazón tiene un gran respeto por islam, que la corte
española sigue costumbres moras, que hay médicos y músicos moros cercanos a sus
padres. ¿De qué siglo habla? Esto fue
cierto en la España medieval, pero no en 1501, un año antes de la expulsión de
los moriscos del territorio, cuando la corte castellana estaba empeñada en una
campaña de conversión forzosa, los textos sagrados del islam eran condenados a
la hoguera, y las costumbres moras eran repudiadas viéndoselas como una manera
de perpetuar una cultura y religión que no entraban en el programa de
homogenización de los Reyes Católicos.
Además, si
recordamos “Isabel”, una razón por la que el pueblo no confiaba en Enrique de
Castilla era precisamente por su afición a costumbres árabes y a tener moros en
la corte. Si algo aprendió Isabel fue a no cometer los errores de su hermano.
Como nos mostró la serie, la corte de los Reyes Católicos estuvo colmada de
judíos y luego de conversos, pero no vimos ningún morisco por ahí, aparte de la
renegada Isabel de Solís.
Debido a eso es
risible que el sequito de damas de Catalina esté compuesto por una mora y una
gitana. Los gitanos habían llegado a España en el siglo XV y aunque algunos
habían servido en el ejercito de Fernando, eran nómadas (se los conocía como
“peregrinos”) No se entiende por qué Isabela iba escoger a una de esa etnia
para servir a su hija. Sobre todo, porque la tal Rosa de Vargas, además de
atolondrada es bastante inútil y casquivana, lo que pone en entredicho a la
mujer gitana que hasta hoy debe presentar la sabana manchada ante la tribu como
prueba de virginidad.
Entiendo que se
quiera mostrar la cultura ibera como superior a la inglesa, es posible que lo
sea, pero se cae en situaciones un poco exageradas como presentar a los Trastámara
como gente tolerante y sofisticada. La historia comienza on Catalina en marcha a
Inglaterra. La acompaña su madre que va disfrazada de Juana de Arco. Aunque
Alicia Borrachero no tiene ningún parecido físico con Isabel, la Reina católica
si llevaba armadura completa para protegerse en el campo de batalla.
Espada de Isabel la Católica |
Armadura de Isabel la Católica |
Bueno, a mitad de
camino aparecen unos moros levantiscos e Isabel se despide de su hija y se va a
decapitar infieles. No nos explican, pero la España Cristiana estaba entonces
ante la primera Rebelión de las Alpujarras que acabó ese año de la boda de
Catita. Esta revuelta de moriscos fue castigada duramente, pueblos enteros
fueron arrasados, los hombres pasados por la espada y las mujeres y los niños
vendidos como esclavos. Los moros de piel oscura que viajaron con Catalina eran
esclavos, era la única manera de permitirles estar cerca de la Infanta.
Así que lo de
mostrar (y esto es invención de Frost) a toda la comitiva española bajo las
ordenes de una mora es tan absurdo como que la Reina Madre hubiese enviado, en
plena guerra mundial, a sus hijas de viaje con una nana nazi. Entiendo que Frost
busca empoderar a un personaje de piel negra, pero es falso desde una óptica
histórica.
Eso no quita que
Lina (Stephanie John-Levi) no sea un gran personaje. Es quien apoya a su señora
durante un viaje horrible por un mar tormentoso tal como fuera el verdadero
viaje. Vomitada, mareada y agotada Catalina se rehúsa a desembarcar en Southampton
donde la espera Margaret Beaufort. Desembarca en una caleta de pescadores y
emprende el camino a pie por un país desconocido. Por suerte, Catita y sus
chicas super-poderosas son angloparlante (¡falso! En el libro se comunicaba en
francés. En la vida real en latín que no creo ningún pescador entendería)
Así es como se
encuentran con Edward Stafford, Duque de Buckingham (al que vimos perder la
cabeza en “Los Tudors”) que les da un aventón. Stafford, entonces joven, guapetón,
y muy casado, es espía de Mi Señora la Madre del Rey y rápidamente nota que Rosa,
la gitana, es alocada y calentona. Le hace ojitos y en el segundo capítulo ya
la está follando en el pasillo. Lina, en
cambio, es orgullosa, virtuosa y se cree el cuento de que la Infanta le conseguirá
un marido en la corte. Por eso trata con desprecio a Oviedo que la salva de un
violador y la cuida cuando Lina enferma de la aterradora sweating sickness que dejará viuda a la otra Catalina.
Las Catalinas no les
caen bien a los ingleses. La Infanta exige dormir su siesta y antes darse un
baño, que el Rey y el pueblo se esperen. Lina se pone al brinco con la
escandalizada Margaret Beaufort exigiendo que los soldados españoles sean
hospedados en algo mejor que el pesebre asignado, puesto que nadie quiere que “huelan
a caca”.
¿Como fueron las
cosas en la vida real? Catalina y su sequito fueron recibidos en Southampton
por el Obispo de Bath. Luego, la Infanta fue escoltada al Castillo de Dogmersfield
donde conoció a Arturo. El único inconveniente es que los novios encontraron
que no se entendían porque hablaban latín con acentos distintos. No hubo tiempo
para siestas, porque había mucha fiesta.
Se han escrito
volúmenes sobre la entrada de la Infanta a Londres, de lo admirados que
quedaron los ingleses con la princesa española y su cortejo. La boda fue
fastuosa, pero aquí todo es reducido a) para mostrar el pobre recibimiento en
términos de recurso y de afecto que acoge a la nueva Princesa de Gales y b) El
estado de animo de Catalina que ha quedado turulata al enterarse que sus fantasías
sexuales son conocidas por el cuñadito acosador.
Quería detenerme
en lo más risible del intento de exagerar la superioridad española sobre
Inglaterra: la higiene. Ni los españoles eran tan poco aseados como nos cuenta
La Leyenda Negra ni de baño diario como nos quieren hacer creer Gregory-Frost.
La aristocracia y la nobleza se bañaban una vez al mes, tanto en el Reino Unido
como en el Continente. La gente pobre que no tenia acceso a agua caliente, y
menos a agua potable se bañaba con menos frecuencia.
La idea de
Catalina de Aragón dándose chapuzones constantes (y desnuda) y usando hierbas
aromáticas y perfumes es un anacronismo total. En el siglo XV y XVI el jabón no
existía, el uso de perfumes para cubrir malos olores corporales solo aparece en
las cortes europeas con Catalina de Medici, bien avanzado los 1500s. Lina habla
de perfumar el baño de su señora con vainilla. ¡Ups! Faltan 24 años para que Hernán
Cortes sea el primer europeo en oler vainilla en la corte azteca.
Más allá de
anacronismos, la serie continua su retrato de Lizzie como una mujer odiosa y
ahora mas paranoica que el marido. En la vida real, Catalina se llevaba bien
con su suegra y sabemos que pasaron juntas el día antes de la boda de la
primera. ¿Habrán hablado de la muerte del Conde de Warwick? A lo mejor. Sabemos
que era algo que pesaba en la conciencia Tudor. Cuando, tras la muerte de su
padre, Enrique VIII devolvió títulos y tierras a la tía Maggie exigió que ella
públicamente exonerara a su familia del crimen cometido en la persona de Teddy.
Debido a que
Lizzie nunca ha sido un personaje simpático en el imaginario de esta saga y ya
ni siquiera es interpretada por la fantástica Jodie Comer, es la que peor me
cae. Alexandra Moen parece un fantasma albino y la secundan dos damas tan
siniestras y lúgubres como ellas. Las damas serán quienes escolten a Catalina a
su primera reunión con la suegra. A pesar de que Catita se muestra humilde y
amable (le trae un piropo de parte de su madre), la suegra es un puercoespín
que inmediatamente culpa a los Trastámara de convertirla en una asesina.
A ver, no
necesitamos del síndrome Weiss&Benioff de personajes amnésicos, ya tenemos
bastante con Richard Pole que se olvidó que tenía un brazo inútil. Lizzie hizo
decapitar a primo y hermano porque temía que se hiciesen del trono y mataran a
su esposo e hijos.
Con justa razón, Catalina
se niega a cargar con esa culpa. Esto enfurece a Lizzie que, —sin motivo
aparente— pasa de la agresión verbal a la física. Parece creer que Catalina viene a
hacerle daño a su hijo. “Yo haría lo que fuera por mis hijos” ruge clavando sus
uñas en el rostro de la niña. Señora, si ni siquiera ha criado a sus hijos, no
los conoce, no sabe que Harry y Arturo se odian.
Además de
retorcerle la boca con las garras, Lizzie le escupe en el rostro “¡no te
interpongas en mi camino!’ para acabar plantándole un beso en la trompa a la
nuera. Mas allá de cualquier desubicada interpretación lésbica, el beso es lo
que parece ser, una agresión y una humillación. Yo que Catalina tomo el primer
barco de regreso a España, pero la serie nos cuenta que como Maergery Tyrrell,
Catalina quiere, por sobre todas las cosas, ser reina.
Es extraño que,
en la serie, Lizzie le cobre tanto odio a la nuera, cuando Maggie que tiene mayores
motivos para resentir la presencia de la Infanta se muestre amable con ella.
Margaret Pole es un personaje importantísimo en esta historia, debido a que la
trama está basada en dos novelas “gregorianas”, The Constant Princess y The
King’s Curse que es uno de los pocos intentos de examinar la vida de la
beata mártir. Como Maggie fue mi personaje favorito en “The White Princess” y Beata
Margarita Pole es uno de mis actores predilectos en el drama Tudor esa es mi
mayor razón para ver y recomendar “The Spanish Princess”
Otros méritos
están en el vestuario espectacular y en la escenografía que presenta mayor iluminación
que las oscuras precuelas “The White Queen” y “The White Princess”. A pesar de
algunos errores anacrónicos como que Meg Tudor había estado semi comprometida
con Jacobo de Escocia desde su infancia y que 'el no era un viejo decrepito
(solo tenia 30 años cuando se casaron, claro 16 más que la novia) o que Arturo
recuerde a Teddy, que fuera encerrado en La Torre antes de que el Príncipe de Gales
naciese, existe la suficiente atmosfera de época para desarrollar este
intricado juego de tronos.
Maggie no puede evitar que se lleven a Teddy |
Charlotte Hope
todavía no da la talla, y creo que será mas recordada por sus escenas de cama,
pero también hay destellos de talento histriónico, como en mi escena favorita,
en que, agradecida a Maggie por haberla salvado de un bochorno, se arroja a sus
pies y suplica el perdón de Lady Pole por la participación de su familia en el
asesinato de Lord Warwick.
Tudormaniacos,
esta es una serie que no pueden perderse. Eso no significa que no tengamos la
obligación de criticarla objetivamente