Peter Bowker, creador
de “World on Fire”, dijo que quería hacer un drama de época que “no pareciese
drama de época”. No sé cuál sería su visión, pero lo que ha conseguido es una serie
atropellada y sin contexto. No es que sea presentista, es que todos sus
personajes se mueven a una velocidad tan acelerada que no hay tiempo de
conocerlos o quererlos. Y si le agregamos bloopers históricos que solo corresponderían
en una ucronía (y WOF no lo es) tenemos un desastre indigno aun de la mediocre
BBC de hoy.
De Manchester
a Varsovia
Jonah Hauer-King (el Laurie más aburrido que
hayan visto las Hermanas March) da vida a Harry Chase, un chico británico de la
alta. Al menos su madre Robyna (Lesley Mandeville) lo es, una aristócrata tan cliché
que parece caricatura. Antes de irse a Polonia, a traducir (no sabemos qué) en
la embajada británica de Varsovia, Harry anda en amores con una obrerita, Lois
(Julia Brown), que también canta, y tiene conciencia política. La tal Lois, en
su tiempo libre, debe encargarse de su casa, de un hermano delincuente (Ewan Mitchell)
y de un padre (Sean Bean) que todavía acarrea fatiga bélica de la Gran Guerra y
por eso es ferviente pacifista.
Harry se va a Polonia
y al rato anda en amores con la camarerita Kasia (Sofia Wiclacz). En Varsovia
conoce a Nancy Campbell (Helen Hunt que ha envejecido muy mal) una periodista
yanqui que, antes de irse a Berlín, le dice que debe abandonar Polonia, casarse
con Kasia y sacarla de su país. El
obediente Harry se casa con Kasia y trata de sacarla del país, pero su mujer le
encaja a su hermanito Jan (Eryk Biendunkiewicz) en el tren, y ella se queda en
la estación.
Harry desembarca
en su casa donde su madre no lo espera con mucho cariño. Está un poco harta de
las visitas de Lois y lo menos que quiere es otro hijo que criar. Harry no da
muchas explicaciones, obviamente no explica que Jan (que no sabe inglés) es su cuñado.
Tampoco se lo cuenta a Lois, que ha venido de ofrecida a buscarlo.
Lois es muy
avispada, sabe sumar y se da cuenta que los cuernitos en su frente son regalo de
la polaca. ¿Cuál es su venganza? Acostarse
con Harry y mandarlo a freír espárragos…pero ups, no contaba con la astucia de
la cigüeña. Entretanto, el padre del encargo se las ha arreglado para ser
expulsado del servicio diplomático y debe enlistarse acabando en Francia y
haciendo el loco porque el pobre Harry es un personaje patético. El que Jonah
siempre tenga cara de estar a punto de echarse a llorar no ayuda.
El primer capítulo
fue repulsivo y para mi sorpresa, muchos críticos concordaron. ¿Qué se puede
decir de un episodio en el que se nos presentaron una docena de personajes, nos
dieron un mínimo de información sobre ellos y antes de que pudiéramos
establecer algún rapport con ellos, saltaban a otro escenario y a otros
personajes?
La serie es ambiciosa,
quiere ser como “Winds of War” y tener personajes en diferentes capitales
europeas como París, Berlín y Varsovia. Un cambio ha sido no situar la acción (en
el Reino Unido) en Londres sino en Manchester lo que la acerca a “A Family at
War”, una de las primeras series inglesas en tratar el conflicto desde el home
front.
Tal como en esa
serie de 1973, Manchester sirve para dar mayor realce a una familia de clase
obrera. Lamentablemente, no son personajes tan intensos que queramos invertir
nuestra energía emocional en ellos. Al final solo sirven para estar en diferentes
escenarios bélicos como Tom, hermano de Lois, que nos lleva a vivir la Batalla
del Rio de la Plata desde las salas de máquinas del Exeter.
Los personajes
son acartonados o incoherentes como el dicho hermano que primero quiere
declararse un pacifista y negarse a ir a la guerra, luego sirve en la marina,
luego quiere ser pacifista,… ¡ya, chico, decídete! Otros personajes, en cambio,
evolucionan o muy mal como el protagonista que ya para la cuarta entrega es un
declarado pusilánime, desobligado, y cobarde; o para bien como su madre que se
ha convertido en mi favorita, sobre todo en la tierna relación que establece
con el huerfanito Jan.
Robyna defiende a Jan de los bullies escolares |
Los diálogos al
comienzo son penosos ejemplos de banalidades como “ningún hombre es así hasta
que lo es”; “Ninguna guerra es igual hasta que lo es”; y “Haz lo correcto y no
lo británico”. Esto último es dicho por Helen Hunt, el personaje más esquemático
de la serie. Alguien que es útil como lo es un mueble, que no tiene vida propia,
y que solo sirve para exponer verdades inconfortables sin darse nunca cuenta de
que como afectan al ciudadano común. Estoy de acuerdo con Ed Cummings que en el
Independent, la ha llamado “estridente”.
Vagamente basada en
la periodista inglesa Clare Holliworth, Campbell aparece como testigo del
incidente de Gliwitz donde prisioneros de campos de concentración fueron vestidos por la
SS con uniformes polacos para luego ser asesinados. Tras fotografiar los
cadáveres, los alemanes hicieron circular las fotografías como prueba de “infiltración
militar” y como excusa de su invasión a Polonia.
Pues Campbell ve
esto y se queda ahí esperando hasta que aparece un centinela alemán con el que
intercambia un dialogo grotesco, en inglés ella, en alemán el soldado. Luego la periodista, muy pancha,
se sube al auto y se marcha ignorando los gritos del soldado que, en vez de
dispararle a los neumáticos, le rompe un vidrio.
Mitos y
Realidades Sobre Polonia
Pronto vemos a
Campbell en Berlín reportando vía onda radial lo que pasa en Polonia y nos sale
con otro de los mitos propagados por historiadores que, hoy se sabe, son
mentiras. Básicamente que el ejército polaco era inferior al germano, que en
batalla se usaron métodos antiquísimos como cargas de caballería y soldados en
bicicleta contra tanques.
Soldados polacos en bicicletas |
The Guardian tenía una nota en la que vendía esta
serie a la comunidad polaca inglesa, una comunidad que se formó durante la Diáspora
polaca y gracias a la traidora cobardía de los Aliados. Según la nota se esperaba por fin contar la historia épica de
ese país eslavo, durante la guerra y ocupación alemana. Como decimos en inglés:
Fat Chance! Pueden esperar sentados porque “World on Fire” lo que ha
hecho es escupir sobre el pueblo polaco, después del judío, el más torturado
por los Nazis.
En 1939, Polonia
era un país muy grande. La joven nación (tenía menos de veinte años) había
adquirido la mayor parte de las tierras que compusieran el antiguo reino de
Polonia, más el puerto hanseático de Danzig, y varias ciudades que había
sustraído a Checoeslovaquia luego de la anexión de los Sudeten. Su población
era abundante y su ejército bastante poderoso, más que el alemán que, aunque
gozaba de excelentes estrategas, no había alcanzado a rearmarse desde que el
Tratado de Versalles se lo prohibiera.
La gran mayoría
del ejercito polaco estaba compuesta por divisiones de infantería esparcidas
por todo el país. La caballería solo componía el 10% del ejército. Eran 11
divisiones que incluían dos motorizadas, y un pelotón de 36 bicicletas. Su rol,
por prestigiosas que fuesen sus hazañas, no era considerado esencial.
Los Aliados, que
por tratados estaban obligados a apoyar a Polonia en caso de invasión,
esperaban entretener a los alemanes abriendo un segundo frente, mientras los
polacos se defendían por un par de meses. Incluso en Polonia se sabía que en
caso de un ataque perderían territorio—Danzig y Varsovia serian sacrificadas— pero
gran parte del ejército se replegaría hacia el este desde donde podrían
organizar un contrataque. Nadie esperaba una blitzkrieg o que Polonia tuviese
que bajar las armas en menos de dos meses. La razón por la que se les forzó a
hacerlo no la dice la serie. Fue la invasión soviética.
Dos semanas después
de la invasión alemana, y fieles a los términos establecidos en el Pacto
Ribbentrop-Molotov, el ejército soviético cruzó la frontera oriental de
Polonia. El ejercito polaco quedó como relleno de sándwich. Gran parte del
gobierno y el ejercito huyeron a través de Rumania y un mes más tarde
establecieron un gobierno en exilio en París. Los que no pudieron huir quedaron
atrapados entre la ocupación nazi y la comunista, cuál de las dos peor.
Polonia,
preparada para resistir por medio año, perdió la guerra no por culpa de las
bicicletas, ni los ulanos, ni siquiera (otro mito) porque su aviación fuera
destruida en tierra por stukas. Fue el ataque rastrero de los rusos lo
que la condenó. En el segundo episodio, en una de sus emisiones radiales a
Estados Unidos, ya en Berlín, Nancy masculla algo sobre que Alemania y la USSRS
van a repartirse Polonia. El espectador se preguntará de dónde salieron los
rusos.
Las Tragedias
de Gregor
La serie para
responderles hace uso del pobre Gregor (Mateusz Wieclawek), el hermano de Kasia
que está ahí para protagonizar un recuento paródico que tergiversa lo
histórico. Con razón acaba en una casa de locos.
El primer
episodio de Las Tragedias de Gregor comienza en Danzig. Este es el puerto hoy
conocido por su nombre polaco: Gdansk.
Un absurdo del Tratado de Versalles fue cederle a Polonia este “corredor” que dividía
Alemania en dos. La población era alemana y no ocultaba su deseo de
reincorporarse al Reich. Cuando Hitler, paralelo a la invasión de Polonia,
ordenó la invasión de Danzig solo se opusieron un puñado de patriotas polacos
que fueron masacrados. Eso nos lo muestra la serie. Ahí muere el padre de Kasia,
pero no explican de qué se trata el conflicto.
Lo de Danzig fue heroico, pero inutil |
Solo sobreviven
de esa desafortunada empresa, Georg y un amigo. Ambos parten a Varsovia que ya
ha caído, se entrevistan con Kasia y al descubrir que ya no hay familia (los
alemanes mataron a la madre) deciden irse a pie hasta la zona ocupada por Rusia.
Cuando descubren que los rusos son tan anti polacos como los alemanes, se pegan
la vuelta y regresan a la otra Polonia. De pronto, cruzando un bosque se
encuentran con… ¡Un tanque inglés! ¿Qué? ¿Por dónde entró?
¡Caspita! Británicos en un bosque polaco |
Espectadores
perplejos han tratado de hallarle un explicación a este despropósito. Unos
dicen que tal vez Bowker se fue por lo alternativo, tratando de acallar las
muchas acusaciones que han caído sobre Gran Bretaña por no ir a ayudar a sus
aliados polacos. Pero esto es tan absurdo como ver un tanque español en medio
de la Guerra de Vietnam.
Otros han dicho
que los fugitivos han alcanzado las líneas inglesas en los Países Bajos. Solo
que, para llegar hasta allá, tendrían que haber cruzado todo el territorio
alemán. Aunque la serie se empeña en mostrar a los alemanes como torpes y
descuidados, hubiese sido imposible para dos polacos atravesar un estado
policial sin ser detectados. No importa, el amigo recibe una bala perdida y el
solitario Gregor aparece en el próximo capitulo enloquecido en las playas de
Dunquerque (WTF?) exigiendo que lo dejen
subirse a un bote. De pronto todos entienden polaco, nadie cuestiona su
presencia, ni por qué no viste un uniforme.
¿Cómo llegó Gregor a Dunquerque? |
El desprecio por
la geografía ha alcanzado el máximo en esta serie. Al final, dicen de una
pareja que pretende huir de Polonia “brinden por nosotros cuando lleguen al a
frontera con Yugoeslavia”. Por favor, miren el mapa. Ni hoy en que Yugoeslavia es un país desmembrado,
hace frontera con Polonia.
Ojalá los
problemas fuesen solo errores geográficos. La descripción de la invasión y
ocupación alemana de Polonia es lastimosamente falsa y calumniadora. Toda una
ofensa y un desprecio hacia una tragedia del Siglo XX y hacia todos los que
dieron la vida por su patria.
Kasia, la
Asesina y la Verdadera Resistencia Polaca
Las tropas
invasoras aparte de bombardear un par de edificios y no recoger los escombros,
no se ven muy nocivas. Aunque vimos soldados matando a la madre de Kasia porque
los insultó, normalmente parecen tener todo el tiempo del mundo para coquetear
con camareras y dejarse matar por ellas. Kasia mata una docena de militares en
menos de un año. Atentados que ameritan un mínimo fusilamiento de rehenes. En
la vida real, aparte de haberla atrapado enseguida, hubiesen fusilado 10 o 20
rehenes por cada alemán muerto.
Es una ofensa a
la resistencia polaca mostrar a sus miembros como asesinos sin rumbo ni
propósito. El único país donde eso ocurrió fue en Francia. Los comunistas practicaban
esas ejecuciones arbitrarias de soldados anónimos. Las ejecuciones provocaron
tales matanzas de rehenes que el general De Gaulle las prohibió.
En Polonia, nunca
se mató a nadie sin haber motivo, Se trató siempre de ejecuciones de delatores,
colaboradores del invasor, etc. Siempre fueron precedidas por juicios in absentia,
y la primera tuvo lugar en el verano del 41, casi dos años después que Kasia
mató al primer soldado.
Esta es, a
grandes rasgos, la realidad polaca entre septiembre del 39 y verano del 40,
época que cubre la serie. Los alemanes cruzaron las fronteras a sangre y fuego,
determinados a destruir la nación polaca, promesa que se dedicarían a cumplir
con placer por los próximos cinco años. Aparte de bombardear salvajemente a
Varsovia, iniciaron su eliminación de lo que consideraban elementos hostiles de
inmediato.
Kasia bajo las bombas |
Las ejecuciones
sumarias eran pan de cada día. Se fusilaba o ahorcaba a las víctimas. En el
caso de los judíos de zonas rurales, se les encerraba en la sinagoga del pueblo
que luego se incendiaba. 200.000 fueron masacrados solo en septiembre del 39.
Los planes de la
SS estaban ya preparados de mucho antes de la invasión, no eran actos
caprichosos como la muerte de la madre de Kasia. En varias liquidaciones se
buscó destruir a la elite polaca fuesen oficiales del ejército (se tomaron
pocos prisioneros y la mayoría fueron ejecutados en el acto) y la nobleza que
todavía conservaba poder, propiedades y riqueza.
Otro plan era
acabar con la clase profesional polaca. Se ejecutó o deportó médicos, abogados,
ingenieros, artistas y profesores. La deportación masiva de los catedráticos de
la Universidad de Cracovia, que incluían al padre de la protagonista, en Sophie’s
Choice tuvo lugar en 1940. Las masacres del clero, que abarcaron sacerdotes
y monjas, fueron particularmente dolorosas y crueles.
La idea era
destruir a los polacos fuesen judíos o arios. Únicamente un 15% de la población
sobreviviría como bestias de carga para servir al invasor. Por lo tanto, no
podían tener más amo que los alemanes. Para mantener a la población sometida se
cerraron las universidades, solo se permitió la escuela primaria. Como parte
del genocidio cultural, se cerraron bibliotecas y museos. Se saqueó a la nación
de obras de arte que fueron a conformar las colecciones privadas del Fuhrer y
sus esbirros.
Como si ya esto
no fuera suficiente desgracia, la población vivía aterrorizada por un nuevo
flagelo: el secuestro. Desde el inicio de la ocupación alemana, los polacos
fueron sacados de sus hogares para ser deportados. Niños con “genes arios” fueron
arrancados de sus familias para ser criados en Alemania, Hubo adultos
deportados a campos de concentración y jóvenes llevados al Tercer Reich a
servir de esclavos. En The Long Road Home, Ben Sheppard describe la
odisea de un grupo de estudiantes de enfermería de un hospital de Cracovia que
una noche de 1940 fueron plagiadas y llevadas a Alemania a trabajar en granjas
y fábricas.
Como si fuera
poco, la mitad del territorio polaco invadido fue anexado a Alemania y se expulsó
a la población polaca que se aglomeró en ciudades ya desbordantes de población
y sin recursos para alimentarla. Nada de esto es presentado en “World on Fire”
que solo nos muestra una Kasia que vaga como zombi por Varsovia en ruinas
buscando soldados a quien matar. Ni siquiera nos cuentan donde duerme o donde
come.
En la vida real,
desde el primer instante, valientes patriotas polacos comenzaron a resistir,
pero no como muestra la serie. La hazaña de la resistencia aun cuando no era
una fuerza unida (la Armia Krajowa), y siguiendo órdenes del gobierno polaco en
el exilio, fue crear una sociedad subterránea con sistemas legales, escolares y
de propaganda. Las primeras labores de los diversos grupos de resistencia,
además de colaborar en la creación del estado clandestino, era recolectar armas
e información sobre el ejército alemán y pasarla al gobierno en el exilio y
ellos a los Aliados.
Aunque hubo desde
el comienzo actos de sabotaje y bandas de guerrilleros en zonas rurales, no
hubo acciones en contra del invasor en zonas urbanas hasta 1941. Para entonces,
los Aliados habían tomado conciencia de la excelente labor de la resistencia
polaca y les comenzaron a mandar suministros, pero muy pocos agentes y todos
polacos. Por eso, el reencuentro de la feliz pareja Harry y Kasia en 1940 es
otra anomalía histórica.
Después de la
guerra, el alto mando alemán diría que solo hubo dos movimientos de resistencia
que los mantuvieron en jaque: el yugoeslavo y el polaco. Una lástima que “World of Fire” no homenajee
el valor y pericia de los polacos y que deshumanice a su protagonista polaca
solo para mostrarnos que vale menos que la inglesa.
La tal Lois no es
tan maravillosa y tiene una voz tan ordinaria que, a su lado, Daisy de “Downton
Abbey” parece una duquesa. Me recuerda la de Max de “Two Broke Girls”. Además,
es un personaje tan falso. Me creo que haya enamorado a un oficial de la RAF
que obviamente se siente democrático por andar con un miembro del hoi polloi.
Lo que no puedo creer es que en una época en que aun la mujer casada andaba
ocultando su embarazo y apenas salía de casa, esta chica ande paseando su panza
en veladas para entretener a las fuerzas armadas, que anuncie con orgullo ser
madre soltera, y que se ponga a parir en el escenario. Nadie la hubiera
contratado.
Además, lo que
dijo Robyna de que las clases bajas eran más duras con la mujer trasgresora que
las altas, es cierto. Me acuerdo de lo que dijo la Tía Polly en “Peaky Blinders”
cuando Ada quedó embarazada: “La madre es una puta, el hijo es un bastardo”.
Si los escenarios
polacos e ingleses son tan ucrónicos como “Hollywood”, ¿que nos va quedando? El escenario alemán se ha concentrado hasta
ahora en la tragedia de los niños especiales condenados a la eutanasia. Creo
que el tema fue mejor tratado en “Charite at War”.
Webster y
Albert: una historia desaprovechada
Así llegamos al
segmento parisino que pudo ser lo mejor de la serie. La idea de un médico estadounidense (Brian J.
Smith) en el Paris Ocupado que, además, mantiene un romance gay con un musico negro
(Parker Sawyers) ofrecía un mosaico de posibilidades que fueron desaprovechadas.
Aunque se sabe
que los homosexuales fueron perseguidos y acabaron en campos de concentración
siendo conejillos de indias de experimentos nazis, todavía no hay un estudio
contundente sobre las políticas hitlerianas respecto de la población negra. Se
sabe que a los afro-germanos se les discriminó de igual manera que a los
judíos, pero no se les deportó.
Tampoco se sabe mucho
el caso de Francia que, debido a su imperio colonial y a que Paris era un imán
para artistas de color, estaba lleno de personas de origen africano. En “World on Fire”, una de las pocas veces
que Harry expresa carácter es cuando se niega a abandonar a un grupo de
soldados senegaleses que lo ayudan con su banda de pacientes mentales en esa
surreal road movie que lo lleva desde Flandes a Dunquerque. Hizo bien,
porque los alemanes ejecutaron tropas africanas durante la Batalla de Francia,
tal como lo harían en el 44-45 con soldados negros del ejército estadounidense.
Lo que todavía es
confuso es como se trató a la gente de color en el Paris Ocupado. La presencia
de mujeres negras en la resistencia, incluyendo a la famosísima estrella afroamericana
Josephine Baker, indica que no había realmente un reglamento para estos casos.
Para ser justos, al novio de Webster (el americano) lo arrestan por haberse opuesto
a que le requisaran el departamento no por el color de piel. Sin embargo,
cuando Webster lo visita en el campo en el que está detenido, Albert lanza un
discurso de que todos los que están ahí dentro (judíos, gitanos y queer)
saben que están condenados. Eso sonó raro en junio del 40.
Como nota Nancy
en su visita a Paris, en los primeros meses después del Armisticio, los
alemanes se portaron muy correctos. Se trató a Paris y a sus habitantes con una
deferencia que no se vería en ninguna otra capital ocupada. No hubo arrestos de
judíos ni de otras minorías hasta el 41. Había campos para judíos (Drancy,
Pithiviers, etc.) y otros para gitanos, pero se establecieron el segundo año de
la ocupación. No se tenía a los judíos mezclados con otras etnias.
Los Judíos y
el Fascismo Europeo
Otro desaguisado
es el modo en que retratan la situación europea en vísperas de la guerra. Si
bien es cierto que el fascismo (debido a su auge en Italia) había brindado
pautas políticas a seguir en los Balcanes y la Europa Oriental, no ocurría lo mismo
en la Europa Occidental. La Guerra Civil Española y la subida al poder en
Francia del Frente Popular habían cambiado las posturas de mucha gente y de sus
políticos.
La serie comienza
con un rally de la Unión de Fascistas Ingleses en Manchester en el verano del
39. Esto causó muchas quejas por parte de los críticos. Después del disparatado retrato de Sir Oswald
Mosley en “Peaky Blinders”, ya a mí no me perturbaba lo que hicieran con su
pandilla de fachos, pero si es verdad histórica que tras su torpe marcha en el
East End que precipitó la Batalla de Cable Street, el fascismo ingles quedó con
perfil bajo y no levantó cabeza sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Sir Oswald Mosley nunca fue a Manchester en 1939, y menos de uniforme |
No contentos con
este anacronismo, los de la producción se lanzan contra Francia (¡que odio le
tiene la BBC a la nación gala!) en un esfuerzo de mostrarla como un campo de
antisemitismo, fascismo, racismo, etc..
El primer acto de este ensayo de fake news tiene lugar cuando
Albert golpeado llega al hospital para que lo curen y le dice a Webster que ha
sido atacado por L’Action Française. WTF? L’Action Française era un
periódico.
Dirigido por el filósofo
Charles Maurras este periódico era un baluarte del conservadurismo de la vieja
Francia, una representación de valores monárquicos, católicos y antisemitas,
pero sus periodistas mataban con la pluma y la máquina de escribir, no andaban
apaleando gente y menos negros. Incluso sus Camelots de Rois, unos
mocitos que eran su brazo armado, no lo hubieran hecho.
Ese es otro
desacierto de la serie. ¿Por qué iban a golpear a un ciudadano francés, un
habitante de sus colonias? No voy a decir que el colonialismo francés era menos
malo que el de otros países, pero ciertamente era menos racista. La xenofobia
de la Francia de los 30 se abocaba a quienes quitaban el trabajo a los
franceses fuesen italianos o judíos de la Europa Oriental.
Los inmigrantes
de las colonias iban a Francia o a estudiar o a abrirse camino en el mudo de
las artes, como Albert con su saxofón o el líder vietnamita Ho Chi Min que en
ese entonces trabajaba de fotógrafo en Paris. En cuanto a los habitantes de la
Ciudad Luz, tanto en su Haute Monde como en sus círculos bohemios, eran
negrófilos.
Siguiendo con la
distorsionada visión del fascismo francés, ya declarada la guerra, Albert
encuentra su puerta cubierta de suásticas y una cabeza de cerdo en el suelo.
Ese es un tipo de ataque que se lanza contra judíos y musulmanes. Albert no es
ninguna de las dos cosas.
Suasticas y una cabeza de chancho |
Había en Francia
en los 30 organizaciones paramilitares clandestinas como La Cagoule (la capucha)
y la Croix de Feau (que admitía judíos de derecha en sus filas). Pero
ambas atacaban más a los comunistas que a los judíos- y ciertamente no atacaban
músicos negros ni andaban decapitando puercos. El Frente Popular acabó con ambas en 1937. ¿Entonces
por qué resucitarlas y vestirlas con falacias?
Yo aplaudo que,
en su descripción de la tragedia polaca, los productores y escritores hayan
querido dejar fuera el elemento judío. Lamentablemente ni aun así consiguieron
darnos información verídica sobre los hechos. Pues en el escenario francés han
intentado embutir, y otra vez de manera falaz, la presencia judía.
En la primavera
del 40, Henriette (Eugenie Derouand), la enfermera enamorada de Webster, le
trae una pareja de judíos que han sido apaleados por “fascistas”. Los fascistas
en ese entonces o estaban en el ejército, o en la cárcel, o calladitos en sus
casas. Solo Vichy les devolvería su gloria y majestad.
¿Además, cómo
supieron que se trataba de judíos? No tienen puesto ni shtreimel ni peluca. Los
apaleados le dicen a Webster que quieren salir del país. ¿Qué imagen es esa? ¿Los judíos, como ratas, abandonan el barco?
Primero que, hasta junio, no se tuvo conciencia que Francia iba a caer ante las
huestes germanas. ¿Por qué huir antes?
Lo más conmovedor de la tragedia judeo-francesa,
fue el patriotismo de sus víctimas, su insistencia en quedarse en lo que consideraban
su país. Nadie planeaba huir. Si se había sobrevivido a Dreyfuss y Stavisky, se
podía soportar un poquito de fascismo o antisemitismo local. El historiador
Marc Bloch fue evacuado en Dunquerque, pero regresó a Francia a resistir hasta
su captura, tortura y fusilamiento. Él fue uno más de miles de judíos que
dieron su vida por su patria.
Luego, Henriette
le confiesa a Webster que es judía, sus padres ya huyeron al extranjero, pero
ella permanecerá, aunque sea con un nombre falso. De nuevo nos encontramos con
estas visiones futuristas que preveían la caída de Francia, el surgimiento de Vichy,
la colaboración, y el resurgimiento de un antisemitismo militante que operó de
la mano con la Gestapo. Lo más aberrante de la colaboración con la SS, de la
deportación de judíos y del antisemitismo de Vichy es que nadie imaginaba que
pudiesen suceder esas cosas en una nación tan humanista y liberal como la
francesa.
Finalmente, llegamos
al personaje de Webster en quien yo tenía muchas esperanzas. Durante la Batalla
de Francia y las primeras semanas de la ocupación es un personaje heroico:
administrando auxilio médico en un hospital bajo fuego en el norte de Francia o
ayudando a evadirse a un marino ingles en las narices de los alemanes. Sin embargo,
a partir del arresto de Albert, cae en una caricatura homofóbica Como cuando
llega al piso y lo encuentra ocupado por soldados alemanes y su única
reacción es echarse a llorar. Con razón se burlan de él.
Otro llorón |
Luego cuando
debería mantener la cabeza fría y desarrollar un plan, se vuelve histérico dado
a actitudes impulsivas. El mismo Albert se queja de que no lo está ayudando. Finalmente,
cuando la tía Nancy (a la que casi han violado por intentar ayudar al sobrino)
fracasa en conseguir la libertad de Albert, Webster estalla en otra pataleta en
la que increpa a su parienta de la manera más injusta e infantil.
“World on Fire”
ha fracasado en todos los frentes: ha silenciado la poca conocida historia de
Polonia bajo los nazis y de paso ensuciado la memoria de los combatientes; ha
dado un retrato muy poco fidedigno de la sociedad inglesa con esa Lois
orgullosa de ser madre soltera; y ha perdido una gran oportunidad de explorar
el modo en que el nazismo afectó al colectivo queer y el de color. Agreguémosle
que aparte del pequeño Jan, no tiene personajes simpáticos, que visualmente es
tan mediocre como su libreto y las actuaciones, y comprenderán por qué no a
recomiendo.
Si alguien quiere
ver un mejor retrato de la invasión de Polonia aconsejo ver “Holocausto” o la estupenda”
Winds of War”. Ambas están completas en YouTube. Si prefieren lecturas sigue
como ficción incomparable del hecho Mila 18 de Leon Uris, pero si desean
una perspectiva menos “judía” hay dos volúmenes del matrimonio compuesto por
Bodie y Brock Thoen: Danzig Passage y
Warsaw Requiem.
Para el que
prefiere libros de historia, me temo que hay muy poco que no haya sido escrito
en idioma polaco y haya sido traducido. Mi información la saqué de Forgotten
Holocaust de Richard Lukas y Norman Davies y First to
Fight: The Polish War, 1939 de Roger Moorehouse.
En cuanto a lo
ocurrido en Francia tenemos el clásico de Robert Soucy French Fascism: The
Second Wave. En términos de ficción los refiero a la fantástica serie “UnVillage Francaise” que puede verse en Hulu.