Es de noche, y
los policías van a casa de Tristán Rot. Bohm y Gereon intercambian comentarios
ofensivos. Se confiesan su mutua desconfianza. Encuentran a Lotte esperando
fuera de la mansión, la han contratado como bailarina. Lotte da la contraseña
(Osiris) en la puerta y un ama de llaves los hace pasar. Al entrar los separan.
Los policías son llevados a una antesala donde se les proporcionan antifaces y
capas con capucha. Se reúnen con otros caballeros, todos de smoking, en un
salón, donde una mesa-altar ocupa el centro.
Aparecen las
bailarinas vestidas con túnicas griegas como de Isidora Duncan. Ellas hacen un círculo
alrededor de la mesa, y los hombres otro alrededor de ellas. Llega el maestro
de ceremonias, se quita la capa y vemos que es el Dr. Schmidt (este no se pierde
desfile). Hacen invocaciones a Hermes en latín.
Las bailarinas
bailan una ronda. Schmidt separa a una de ellas, Juliana, del grupo, le quita
capa y mascara y la hace tenderse sobre la mesa. Juliana parece ser médium y la
idea es que canalice el espíritu de Betty Winter.
Es una ceremonia
muy simple, no hay ritual satánico ni orgia. Lo más erótico es que a una orden
de Schmidt, las bailarinas echan la cabeza para atrás y reciben en sus bocas las
lenguas de los caballeros. Lotte muy vivaracha se las arregla para recibir la de
Gereon.
Schmidt guía a Tristán,
vestido con túnica negra, hacia Juliana. Lo hace beber una poción de curare.
Enardecido, el actor se olvida que es gay y se abalanza sobre la médium. Esta
se retuerce chillando “¡me quemo!” Bohm, ya no aguanta más, dispara al aire,
grita que es policía y arresta a Rot.
Schmidt huye.
Rath lo sigue y lo llama por su nombre. “Anno está muerto” dice el médico
“murió en Flandes. Yo soy el Dr. Schmidt. ¡Y tú no me has visto!” de un solo coscorrón
pone a su hermano en estado de trance.
Al día siguiente,
Lotte llega al trabajo. Los compañeros la reciben con piropos, silbidos y maullidos.
Como no son ni vulgares ni agresivos, ella les brinda sonrisas. Diferente es
Bohm que combina chistes ordinarios con prepotencia. Para apilar injuria sobre ofensa,
Bohm ordena a Lotte hacer el trabajo de mecanógrafa.
La asistente a
inspectora se encuentra con Gereon en el elevador. Como siempre se guarda sus
problemas personales, pero nota que el inspector no anda bien, no se ha
cambiado de camisa, huele a alcohol ni se ha peinado. (¿Me quieren decir que
este hombre siempre necesita de mujeres que lo atiendan?). Gereon le miente
diciéndole que su “familia” ha ido a pasar unos días en Colonia. Lotte sabe que
miente, pero se muestra discreta. Rath aprovecha de cargarle la mano a la pobre
Fraulein Ritter haciéndola que averigüe teléfonos y direcciones de todos los de
la lista que fotografió Herr Graf.
Uno de los
nombres en la lista es el de Katelbach (otro es Hans Litten). Gereon se
encuentra con Katelbach para desayunar. El periodista todavía está molesto por el
modo en que Rath cambió su declaración en el juicio del Primero de Mayo. Gereon
dice que el solo se puso del lado de la institución a la que pertenece. Katelbach
le cuenta de su investigación de Lufthansa.
A Bohm le va mal
con el arresto de Rot. El abogado demuestra que su cliente solo conducía un
ritual espiritista. Tristán explica que las velas que Lotte vio en el camerino
de Betty Winter eran parte de un ritual. Deberían arder por tres días después
del asesinato entones ya se podría invocar el espíritu de la difunta. Otra
muestra de la tolerancia de Weimar es que nada de lo hecho es considerado
ilegal.
A pesar de que el
ocultismo fue una obsesión en la Europa de fines del siglo XIX hasta después de
la segunda Guerra Mundial (muchos jerarcas Nazis eran ocultistas) no todos los
países tenían legislaciones tan liberales. En Gran Bretaña la ley anti-bruja
permaneció en los códigos hasta 1945 (fue abolida por servicios brujiles durante
el conflicto).
Llega el momento de
dictar sentencia en contra de Greta. En el tribunal, Gereon cree como todos los
presentes que, por haber confesado y haberse mostrado arrepentida de los hechos,
Greta recibirá cadena perpetua. Pero el juez es implacable y la condena a
muerte, con beneplácito de Wendt y Frau Benda (por razones diferentes). Greta
acepta la sentencia y se niega a apelarla. Para colmo, pasará sus últimos días
en la compañía de la Dra. “Stalina”, ya que las han puesto en la misma celda.
Gereon y Lotte
almuerzan juntos y él le cuenta lo que sucedió en la corte. Lotte pregunta quién
puede indultar a Greta. Solo Gustav Stressman, presidente del Reich. Los únicos
cercanos a Stressman que el inspector conoce son Zorgiebel y Wendt y ninguno
levantará un dedo por la condenada. Gereon aconseja a Lotte ir al Rote Hilfe,
un servicio legal pro bono que conduce Hans Litten.
Lotte se echa a
llorar. Rath la consuela de la manera más torpe posible. Le dice que por dura
que parezca la sentencia, Greta la merece puesto que es una asesina. Indignada,
la asistente de detective lo acusa de mentirle. Helga no está en Colonia. Lotte
la vio entrar a un hotel en Berlín.
Gereon corre al
hotel, descubre que su cuñada se hospeda bajo su nombre de soltera. Obliga al
conserje (con su chapa policial) a dejarlo entrar a la suite. La encuentra vacía,
pero se impresiona ante el lujo. Ve una cesta de rosas con una tarjeta que dice
“Gracias por traer luz a nuestras almas. A.”
Entra Moritz,
abraza feliz al tío. Gereon lo interroga, ¿dónde está Helga? ¿Quién es A? Quien paga el hotel? Cuando
Moritz confiesa que no tiene respuestas, su tío lo agarra de las solapas y lo sacude.
Gereon vuelve a estar descontrolado. Pide disculpas y se marcha.
Y ahora pasamos a
un personaje menor que ya conocíamos, pero que ahora adquiere mayor dimensión.
Se trata de “Otto” el nazi, amigo de Fritz. El que convenció a Greta de poner
la bomba bajo el escritorio de Benda. Su verdadero nombre es Horst Kessel.
Tanto el, como Richard Techman alias “Fritz” están en esa lista secreta de la
policía que fotografió Graf.
Vemos a Horst
entrando en un bar. Se acerca a una prostituta borracha y avejentada. La llama
“Erna” y le pide que se vaya con él. La prostituta le recuerda que debe hacer negocio
con su chulo, “Ali”. El tal Ali, todo cubierto
de tatuajes, recibe el dinero del joven nazi y le dice que puede llevarse a Erna
hasta el día siguiente.
Horst lleva a
Erna a su piso. Le prepara comida, le dice que va a cuidar de ella, a comprar
su libertad para que no tenga que prostituirse. Erna se ríe, no entiende, se
queda dormida y el nazi la cubre con una cobija. Por si no lo saben, estos tres
personajes: La puta, el cafiche y el nazi son reales. Él es el famoso Horst
Wessel, el del himno nazi.
Hay fans que han
criticado esta descripción tan humanizada de un nazi. Ni tanto, pregúntenle a
las mituteras que les dirán que Horst es un tipo de hombre muy peligroso, el
que sufre de “Complejo de Salvador”. Después de todo Erna no quiere ser
rescatada. Ella quiere ejercer su derecho a putear, a andar borracha por la
calle (y a repartir gérmenes).
Como serie es excelente, su factura y la interpretación de los actores... muy bien ambientada, pero cae en el error de mezclar eventos y hechos y confundir la historia original... pienso que si alguien hace una película de Julio César, no puede terminar que Don Julio se escapa a Nueva York con Cleopatra... y acá la serie culpa a los nazis hasta de la lluvia, el frío y el calor y si bien los nazis no eran buenitos e inocentes, librar de culpas a los comunistas y a Francia a y a Inglaterra de los desastres que pasaron en esa época en ese país ayuda a confundir la realidad histórica, que puede ser muy cruel, pero es como es... Buen resumen. Saludos desde Buenos Aires
ResponderEliminarHola, bienvenido , muy interesante tu comentario, pero discrepo en algunos puntos. Respecto a los errores históricos en dramas de época, si revisas mi blog veras que una misión personal mía es exponerlos. En Babylon Berlin solo he encontrado dos: el supuesto asesinato de Stressman por parte de Wendt y la caída de la bolsa berlinesa como una maniobra de Nyssen. Pero ni Nyssen ni Wendt son nazis y como Stressman murió de un infarto y la bolsa cayó (como rebote del debacle de Wall Street) los tomo como licencias creativas.
EliminarTwyker y su equipo hicieron declaraciones al inicio de la serie de que no mostrarían a los nazis sino hasta el final de la segunda temporada porque el movimiento fue periférico y solo adquirió poder durante la Depresión. La serie muestra como la sociedad alemana se convierte en terreno fértil para ideologías totalitarias. Ante un gobierno débil, instituciones corruptas, el miedo al auge del comunismo y mas encima con una economía en el suelo, más de la mitad de los alemanes se lanzaron a los brazos de los Camisas Pardas.
Otra cosa que me ha gustado de la serie es que no idealiza a los comunistas. Desde los diplomáticos soviéticos hasta Malou Seeger vemos a los Rojos ser retratados como asesinos, torturadores, manipuladores y fanáticos. En cambio, el personaje de Horst Wessel cae casi simpático, a mí me dio pena cuando lo mataron.