Pasó algo
insólito. En octubre, Netflix lanzó una cascada de dramas de época, cual peor
que el otro, pero en HBO se mandaron un par de series excelentes y visualmente más
intensas que ningún period piece. En la sexta temporada de “Fargo”, Los
Hermanos Coen se fueron a la Kansas City de los 50 y no dejaron nada que desear.
Tristemente la segunda temporada de “The Spanish Princess” estuvo peor que la
primera. Vamos a ver como estuvo esta vendimia otoñal.
Final de
Lovecraft Country (HBO)
No se puede
hablar de HBO, y de dramas de época de este otoño pandémico, sin mencionar “Lovecraft
Country”. Yo ya he habado en público y privado de mi desaliento ante esta
adaptación de la novela de Matt Ruff. Ahora me concentraré en el final.
¿Qué se puede
decir de una serie donde TODOS los blancos son malos? ¿Peor aún, donde la policía de Chicago está
compuesta por hechiceros? Al final los
negros recobraron su magia y despojaron a los blancos de la suya. Nada mejor
podía esperarse cuando un jefe de policía hechiza a una niñita negra, pero no puede
entrar en la casa de Leti ya que un hechizo vudú (confeccionado con la sangre
de una cabrita sacrificada en el porche) se lo impide.
Matt Ruff, en el
fondo, debe sentirse triste al ver como
despedazaron su libro, en el cual no morían ni Tic, ni Christina (que se
llamaba Caleb) ni siquiera el tío George, pero como dijeron en The Ringer la historia está mal contada comenzando por
cables sueltos que nunca llegan a amarrarse. ¿Por qué los monstruos a los que
Christina cuidaba y ayudaba a nacer iban a pasarse al lado de Diana y devorarse
a su benefactora? ¿Por qué toda la brutalidad de Montrose como padre fue
perdonada una vez que Tic supo lo que había sufrido por ser homosexual? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Ni hablar de
Yahima (hasta nombre tenía) la shemale venezolana que fue asesinada
alevosamente por Montrose, sin que nunca supiéramos las razones detrás del
crimen. Cuando, en Twitter la productora Misha Green, fue interrogada respecto
a la muerte de Yahima, respondió crípticamente que era ün punto digno de
explorar, “pero que había fracasado en el modo que escogió hacerlo”. Da gusto ver lo responsables que son los encargados
con sus personajes. Y así se la alaba como si fuera la Capilla Sixtina de las
series. En realidad, la pobre Yahima es una señal más de que este mito de que
negros y latinos bailamos juntos no es al mismo compas.
The Third Day
(HBO)
Muy diferente fue
el caso de “The Third Day” que presentó HBO entre septiembre y octubre.
Producida por HBO y Sky, se trata de una miniserie de seis episodios que
aparenta ser sobrenatural, pero es más horror que terror. El tema principal no
es el conflicto entre tradición ni progreso, ni como la religión degenera en
luchas de poder, sino como los traumas y miedos pueden destruir familias y comunidades.
Al comienzo pensamos que se trata de una variación de ‘Folk Horror” cuyo mayor exponente es la fabulosa “The Wicker Man” (la versión del 71). Sam (Jude Law), un hombre agobiado por problemas personales que no ha podido superar el asesinato de su hijo mayor, llega a la isla de Osea acompañando a una jovencita a la que ha salvado de un intento de suicidio.
Osea es un
antiguo santuario de los celtas cuyos habitantes siguen conservando tradiciones
ancestrales, aprovechando el aislamiento de la comunidad. Aislamiento que se hace
más patente cuando el único sendero que comunica la isla con Inglaterra queda cortado
por subidas de marea toda la noche y parte del día.
Sam queda
atrapado en un mundo lleno de misterios y mentiras, sufre de espeluznantes
visiones, pero nos damos cuenta de que no quiere irse de Osea. Se olvida de la familia
que abandonó y tiene un affaire con Jess (Katherine Waterston), otra forastera
que también ha hallado en la isla un refugio para sus cuitas domésticas. Eventualmente,
Sam descubrirá verdades que lo obliguen a permanecer en Osea.
La segunda parte,
trae otra visita a la isla. Helen (Naomei Harris), la esposa abandonada por Sam
llega a Osea a investigar qué pasó con su marido. No sigo contando porque
tienen que verla. Se trata de una historia con muchas capas, que a ratos puede
irritar o perturbar, pero que impresiona tanto por sus actuaciones como por su ambientación.
Osea existe, se
trata de una isla fluvial localizada en el Rio Blackwater en Essex y su paisaje
es personaje importante en la trama. El impacto visual de los primeros capítulos
grabados en verano con un sol tibio y una vegetación frondosa contrastan con
los últimos episodios en donde la isla parece sumergirse en brumas grises
invernales. Ayuda al efecto la competente banda sonora del compositor chileno-canadiense
Cristóbal Tapia de Veer.
Respecto a
actuaciones, todos sabíamos que Jude Law era más que una cara bonita, pero la
voz cantante en términos actorales la llevará en la segunda parte Naomie
Harris, que a pesar de su que su personaje no es querible, posee unas
fantásticas expresiones faciales que contrarrestan con su hosquedad. Entre los secundarios
destacan Paddy Considine y Emily Watson como los dueños de la única posada de
la isla que comienzan como raisonneurs, pronto se revelan como cómplices, y
acaban siendo víctimas.
The Undoing
(HBO)
Aunque aún no ha
terminado, recomiendo esta serie estupenda sobre como un crimen obliga a una
mujer a enfrentarse al hecho de que todo en su vida es falso y que su esposo es
un desconocido. Es argumento parecido al de “Oscuro Deseo” sin ese sexo tan rebuscado,
y dotada de un glamur que recuerda a “Gossip Girl” porque transcurre en el
mundo del Upper East Side que una década más tarde sigue siendo tan
privilegiado y blanco como en la serie de WB.
Nicole Kidman
(quien es también una de las productoras) y Hugh Grant son los Doctores Fraser,
Grace una psiquiatra experta en terapias de pareja, Jonathan un pediatra/oncólogo.
Los Fraser llevan quince años de casados, se adoran en la cama y en todas
partes, son exitosos en su trabajo y en la crianza de un único hijo al que
tienen en una escuela elite que les cuesta cincuenta mil dólares al año. Son hermosos,
simpáticos, un ornamento para su vasto círculo social.
Además de sus
labores domésticas y su desgastante práctica médica, Grace toma parte activa en
una agrupación de madres y apoderadas. Es a ese ambiente donde entra un
elemento foráneo, Elena Alves (Matilde de Angelis), latina, pobre, casada con
un afrolatino, y cuyo hijo, Miguel, ha sido aceptado por la escuela Reardon
gracias a una beca.
En su primer
encuentro con Elena, durante una de sus reuniones de madres, Grace es la única
en interesarse en ella y su bebé Teresa. Las demás la ignoran, a lo que Elena
reacciona amamantando a su hija en público. Lo que para mí sería un gesto
normal, siendo que está en una casa privada y Elena está rodeada de madres, es
mal recibido por las demás mujeres.
Para Grace, Elena
está enviando un desafiante mensaje de como ella si es una madre de verdad.
Según su amiga Silvia, Elena quería apantallarlas con su magnífico busto, fuera
para provocar envidia o excitación sexual. Y para mí lo más extraordinario
(siendo que he visto mujeres de todas las edades, colores y clases sociales dando
pecho en público) es como el esnobismo y clasismo pueden en un segundo borrar
todo ese mito de la Hermandad Femenina. ¡Toma MeToo!
Grace y Elena
vuelven a encontrarse esta vez en un gimnasio. Nuevamente, Elena usa su cuerpo
como arma. Totalmente desnuda, se acerca a Grace y comienza una especie de
seducción de la psiquiatra con susurros, toqueteos y arrimos. Yo ya esperaba
que le hiciera una lapdacing. Lo chistoso es que todo este comportamiento—que
con razón hace a la psiquiatra sentirse invadida— va acompañado de un
dialogo perfectamente normal, el típico intercambio entre madres cuyos hijos
van a la misma escuela.
Aunque muchos encontrarán
esa escena muy sexy, yo la encontré perturbadora sobre todo porque Elena parece
una stalker. ¿Como se explica que una madre de bajos recursos que vive
en el Spanish Harlem, sea clienta de un gimnasio del Upper East Side que debe
costar un ojo de la cara?
El tercer
encuentro es en una gala para recaudar fondos para la escuela. Aunque Grace va más
escotada que Elena, es esta ultima la que atrae la indeseada atención de una jauría
de invitados. Esto no alegra a la Alves ya que Grace la encontrara llorando en el
baño. Mas tarde, en el elevador, Elena
besa a Grace en la boca tras agradecerle su interés por ella.
Todo esto pasa a segundo
término cuando el pequeño Miguel encuentra el cadáver de su madre en su estudio.
El brutal asesinato de Elena sacude a la comunidad de madres. Entran los
policías al cuento que tal vez por ser detectives, y no patrulleros con
rodillas asesinas, o tal vez porque el detective a cargo es latino, son retratados
como buenas personas.
Aunque todas las
madres son interrogadas, es Grace la que más se les hace sospechosa a los
detectives. La psiquiatra tiene sus propios problemas. Su esposo ha
desaparecido dejando atrás su celular. En el hotel donde se hospedaba no lo
conocen, la supuesta conferencia médica a la que asistía no existe, y cuando Grace
va al hospital donde Jonathan trabaja, descubre que hace rato que lo
despidieron.
Será el Detective
Mendoza (Edgard Ramirez) quien acabe de informarla de malas noticias. Miguel
era paciente de Jonathan. Elena acusó al oncólogo de haberse propasado con
ella, pero retiró los cargos. Jonathan y Elena eran amantes. Es posible que él
sea el padre de Teresa y ciertamente es el mayor sospechoso del asesinato.
Grace descubre
que todo su prestigio profesional y social desaparece ante estos factores y
acusaciones. Ni refugiándose en su casa
en la playa, puede huir de sus realidades: su matrimonio tenía bases falsas, su
marido es un desconocido y ella también pasa a ser sospechosa del asesinato de
su rival.
La serie es
intrincada, dura, llena de pistas falsas y de descubrimientos pavorosos. Está
muy bien actuada y estéticamente es una belleza desde el departamento de Park
Avenue de los Fraser hasta Nicole que parece haberse quitado diez años de
encima y cuya presencia ilumina la pantalla con esos cabellos largos, eso
abrigos de brocado que la hacen parecer escapada de un retrato prerrafaelista
The Spanish
Princess (Starz)
La segunda
temporada de la serie de Emma Frost me ha entretenido en algunos aspectos, hasta
el punto de que perdono las licencias históricas y a la insufrible
protagonista. Charlotte Hope no es buena actriz, tiene una cara rara con venas protuberantes,
ojos saltones y labios temblorosos, y es antipática. Eso no ayuda a que los
Tudormaniacos queramos a un personaje que poco tiene de Catalina de Aragón.
Efectivamente la
reina se fue a la frontera escocesa y ganó la Batalla de Flodden. Efectivamente
se mandó fabricar una armadura que le acomodase la panza, ¿pero ¿qué es eso de
andar dando mandobles por el campo de batalla y en estado interesante? Yaaa,
solo las locas pondrían en peligro sus embarazos y mi Doña
Catita no era ninguna loca.
Tampoco me la
imagino desnuda, de rodillas, intentando despertar la virilidad dormida del Enrique.
Es que todo lo que amamos de Catalina, su dignidad, su compasión, su sabiduría
y sobre todo su piedad, ha sido eliminado del personaje porque Emma Frost la
quiere acercar a un ideal mitutero.
Eso queda en
evidencia en esa carta que le envía a su cuñada Margarita de Escocia diciéndole
que su piedad es fingida. ¿Queee? Si lo más valioso de Catalina fue su fe y
aquí nos dicen que nunca existió. ¿Con que pruebas con que fundamentos? Llevo un tiempo tratando de explicarle a un
amigo que la licencia histórica debe usarse solo cuando se es necesario y nunca
abusarse. Este es un ejemplo del abuso.
En cambio, no me
molesta que Henry deje tuerto al pobre Buckingham, si después igual le va a
quitar la cabeza. Efectivamente, Úrsula Pole fue nuera de Buckingham y de ella
descienden los Barones Strafford. Pobre William Compton, ya no saben que inventarle.
En “Los Tudors” lo hicieron tener un affaire con Thomas Tallis y ahora lo
tienen babeando por Beata Margarita Pole.
No he encontrado
indicio de que Enrique VIII quisiese casar a su amigo Compton con la Tía Maggie.
Pero si ya al Compton lo pusieron de gay en “Los Tudors”, ¿qué importa
levantarle otro falso? Es lo que en Chile llamamos un tonto útil. Ohhh y la Ann
Hastings es la misma Anne Buckingham que se revolcaba con Charlie Brandon en la
serie de Showtime. En cuanto a ese interludio en medio de la epidemia en que
Maggie y Tom More casi confiesan estar enamorados me pareció una licencia romántica
aceptable, aunque se tratase de dos santos de calendario. Me recordó los amores
de santos que el Cardenal Wiseman nos narrase en Fabiola.
Al menos aquí
conocemos la verdadera historia de Maria Tudor, Reina de Francia (no de
Portugal como en “Los Tudors”) y su amistad desde la infancia con el futuro
Duque de Suffolk. Vemos que su relación
no estivo basada en lujuria como en “Los Tudors” sino en un amor de años que
ninguno se atrevía a confesar. ¿Pero por qué no nos cuentan de sus hijos de
quienes desciende La Familia Real Británica?
Y conocemos a la verdadera
Margaret Tudor, bisabuela de Maria Estuardo, y vaya que interesante y patética
es su historia. Me encantó su relación
un poco violenta con su esposo, el Rey de Escocia. Su torpe enamoramiento de
Angus Douglas con quien se casó perdiendo el apoyo de su hermano. Lo único que
obviaron aquí fue la hija que Meg tuvo con Angus que eventualmente seria la
suegra de Maria Estuardo y abuela de Jaime, el primer rey de Gran Bretaña
Las princesas Tudor
me caen mejor y me inspiran más lástima que esta parodia de Catalina de Aragón
que me la han puesto caprichosa, egoísta, hormonal, mala amiga y…y…y me
tiemblan los dedos escribirlo… ¡mala madre! No solo le han quitado a devoción y
la erudición a Catalina sino también su intensa relación con su única hija
sobreviviente. Y todo porque Emma Frost le tiene inquina a Catalina porque no
corresponde a una imagen de lo que debe ser una hembra en la Era Me Too.
Lástima que Emma decida
recordar la devoción de Catalina para combinarla con esa obsesión británica de
La Leyenda Negra. El séptimo episodio es un vergonzoso salmagundi en el que se
mezcla la ejecución de Buckingham (¡que está enamorado de la Rina!); una quema
de libros instigada por Catalina y el enfriamiento del amor de Maggie por Tomasito
More cuando descubre que al lado de su despacho el futuro santo tiene una cámara
de tortura.
Veamos la
historia. Buckingham fue decapitado
siete años antes que se comenzase a perseguir herejes, nunca tuvo amistad con
protestantes. Catalina jamás abogó ni por la quema de herejes ni sus libros y
lo de la cámara de torturas, aparte de ser una invención nunca probada, según los
calumniadores More la tuvo cuando ya era canciller (mucho después de los hechos
narrados en este episodio) y estaba en el sótano.
Fargo (FX)
Para su sexta
temporada, los Hermanos Coen han escogido un escenario de época, Kansas City en
1950 donde se desarrolla una guerra de gánsteres que alcanza niveles de ópera y
no siempre buffa. Retrocedemos em el tiempo, cuando la familia mafiosa
irlandesa Milligan decide hacer una tregua con sus rivales, los judíos Moskowitz.
Para cimentar la paz hacen un intercambio de rehenes como en las guerras
tribales de la antigüedad. Así el pequeño Patrick Milligan es obligado a vivir
con extraños.
Años más tarde, Patrick traicionará a Los Moskowitz
para favorecer a sus parientes de sangre. La historia se repetirá cuando los Milligan
se enfrenten a los recién llegados, los italianos Fadda, y vuelva a ocurrir un
trueque de hijos,. Patrick, tal vez por lealtad a su familia adoptiva, tal vez
por rabia a como se le usa como simple peán, apoyará a Los Fadda y matará a su
propio padre.
Cuando la serie comienza,
tenemos a Patrick (Ben Winshaw) -—ahora apodado “El Rabino”—sirviendo
a los Fadda, que en esta década batallan contra los Cannon, gánsteres
afroamericanos. Cuando ocurre un nuevo intercambio de niños, se le encarga a
Milligan ocuparse del pequeño Satchel (Rodney L. Jones III). Sea por lástima,
cariño, sentimientos de culpa, o por ser el único personaje de este cuento con
un compás moral, Rabbi Milligan se ocupará de proteger al pequeño de estas
familias criminales que no les importa la inocencia de un niño.
He hecho hincapié
en este ángulo de la historia porque el resto es incidental, las batallas entre
gánsteres, a lo Peaky Blinders- Boardwalk Empire, no son más que un telón de
fondo; el conflicto entre los hermanos Fadda el embrutecido Gaetano (Salvatore
Esposito) y el ladino Justo (Jason Scwartzmann) nunca llegan a ser el centro
del cuento. Y si hay obviamente un elemento relacionado con el tema del racismo.
Los Cannon capitaneado por Lloyd (Chris Rock), han encontrado respeto y
dignidad en el estilo de vida mafiosa que se les ha negado en la sociedad de
blancos respetables.
Cuándo alguien le
pregunta a Lloyd si peleó en la guerra, él se mofa: “¿Por qué pelear por un
país que quiere verme muerto?” Y cuando le pregunta a un policía si sabe “lo
que se siente el ser propiedad de otro” se responde a sí mismo “nosotros (los
afroamericanos) hemos sido propiedad de otros por 400 años”.
Mas fuerte,
efectivo y conmovedor será el tema del racismo cuando Rabbi Milligan y Satchel
deban emprender su propio viaje de regreso a Kansas. En esta road movie
donde no se sabe quién es Toto y quien es Dorothy, y donde un tornado literalmente
se lleva gente, Satchel descubrirá que aun los niños deben pagar un precio por
tener la piel oscura.
Otra razón por la
que el conflicto gansteril pasa a segundo plano es la riqueza de personajes,
cada uno protagonista de una historia casi paralela. Ahí tenemos a Jessie
Buckley como Orietta Mayflower una divertida enfermera que también es una
asesina serial; Timothy Oliphant como Dickie “el Sordo” Wickware un agudo
detective mormón que ha venido a KC a buscar una pareja de lesbianas fugadas de
la cárcel, y Jack Huston como un veterano cuyo trauma se manifiesta en tics
nerviosos, actos compulsivos y el mal hábito de venderse al mejor postor.
¿Cuál de todas
estas series has visto? ¿Cuál te ha
gustado más? ¿Cuál te gustaría ver?