La Premisa de “Terra
Nullius” es casi refrescantemente cercana a la realidad. En 1982, Los Príncipes
de Gales viajaron a Australia. Diana se ganó
el cariño de un pueblo e incurrió en los celos irracionales de su marido. Ana y
su cuñada se llevaban pésimo, pero ese aquelarre de brujas envidiosas de la
joven y bella Cenicienta sigue siendo un cuento de hadas de Hans Christian Morgan.
Como tampoco me creo que la Reina Isabel fuese una suegra infernal.
En 1982, Australia,
bajó su primer ministro Bob Hawke, se preparaba para recibir a la comitiva real
capitaneada por los Príncipes de Gales. Aunque el episodio exagera la
importancia del viaje y el republicanismo del Primer Ministro, lo cierto es que
era una prueba de fuego para una jovencita inexperta como lo era Diana.
Richard Roxburgh como Bob Hawke
La Reina tenía
sus preocupaciones (puesto que ya conocía la bulimia y las manías suicidas de
su nuera). Preocupaciones que se desvanecieron cuando, tras un inicio un poco
incomodo, Diana se ganó los corazones de los australianos y alejó cualquier resquemor
de que tuvieran que rendir tributo a una dinastía extranjera. Lamentablemente,
el enamoramiento de los hijos de Oz con la Princesa no abarcó a su marido. Carlos
siempre inseguro, le agarró envidia a su mujer culpándola de quitarle cámara.
En sus
grabaciones, Diana tiene un raro momento en que comprende a su marido—
“cualquier hombre orgulloso se hubiese sentido mal en esa situación”—, pero,
y con razón, se queja de que Carlos fue injusto en sus criticas de un
comportamiento que lo honraban tanto a él como a La Corona. En Nueva Zelandia,
Diana no pudo más y sucumbió a la bulimia. Sin embargo, en los anales de su reinado,
este viaje fue su gran triunfo. El primer paso para convertirse en La Reina de
Corazones fue ser Reina de Oz.
Los Gales y Los Hawke en Canberra
Aunque es más que
posible que ya para estas alturas Isabel II encontrase paz y consejo en las
mujeres de su familia, “The Crown” las presenta como un aquelarre de mujeres
envidiosas que conspiran en contra de la princesa del cuento. Solo Margaret expresa
alguna compasión hacia Diana. Irónico porque, al final, Margaret se volvió peor
enemiga de su sobrina política que todas sus otras parientas juntas.
¿Qué hubiera
ocurrido si Diana se hubiese adaptado como hizo Felipe y tal como espera La
Reina Madre? Es que esto va más allá de adulterio (¿me van a decir que una nena
joven y guapísima no se las iba a poder con una mujer avejentada, usada y más
encima casada?) El problema es que Diana tenía problemas.
La gente se cohíbe cuando debe describir los problemas
de la Princesa como mentales, emocionales o psicológicos. Lo siento. Si vomitas
lo que comes, si te tratas de suicidar una vez al mes, y si en medio de una
discusión marital, agarras un cortaplumas y te haces cortes en el pecho, no estás
en tus cabales. Necesitas ayuda médica, medicamentos, terapia de apoyo y la Familia
Windsor no tenía la preparación para asistirla y menos Carlos que tampoco era
muy estable emocionalmente.
La serie nos
muestra que Carlos, su hermana y su madre están celosos de la popularidad de
Diana. Jamás he oído que se acuse a Isabel de envidiar a su nuera, pero Ana si tenía
un problema con su cuñada. Desde antes del matrimonio, Ana consideró a Diana
como “una niña tonta” y que no estaba a la altura de lo que debía ser una Princesa
de Gales. Pero también debe haber habido un elemento de celos. Ana se quejaba
de la adoración que su cuñada generaba en el pueblo, algo que ella nunca
consiguió.
Es que, para ser francos,
la personalidad de puercoespín de la Princesa Real nunca la hizo una favorita
de la prensa. No tiene nada que ver con belleza física (ahora todos la quieren)
sino con su actitud rebelde y malcriada. Diana era toda ternura y simpatía. Era
imposible no quererla.
Eso me lleva a una
gran queja que tengo con Emma Corrin. Es cierto que Diana era irascible e
impaciente, peto no creo que anduviese todo el día con cara larga o haciendo muecas
como nos la muestra la serie. Y su peor lado (cuando despidió criados, expulsó
a los amigos de Carlos de su vida y hasta exilió al perro del marido) no
afloraría sino hasta después del nacimiento de Harry.
Hora es de hablar
del famoso Magical Mystery Tour por Australia, y de sus mitos, algunos
inventados por Morgan, otros por la prensa que endiosó a la Princesa de Gales, pero
también la usó, manipuló su imagen, lucró a costa de ella y finalmente la mató.
Bebé a Bordo
El primer mito, y
que molestó incluso a la Princesa, es que ella insistiese en llevar a su hijo a
Australia. Primero que es un absurdo total cargar con una criatura de menos de
un año, y que está en medio de su dentición, al otro lado del mundo en un viaje
complejo donde no se sabe quién lo va a cuidar. Segundo, Diana le contó a
Andrew Morton— él lo incluyó en su biografía oficial— que
ella nunca quiso exponer a William,, que era consciente de que ella iba cumplir
con sus deberes oficiales y no iba a tener tiempo de atenderlo: “Estaba
dispuesta a dejarlo, aunque no me iba ser fácil”.
La razón por la cual
se decidió romper un precedente y cargar con él bebé fue por consejo de un ex primer ministro australiano, Malcolm Fraser, quien consideró que añadiría
humanidad y simpatía a la joven pareja. Por eso se tomaron medidas. Al
principito no lo iban a arrastrar al errático tour de sus padres. Él iba a
tener una experiencia australiana en un pueblito ovejero (lo que allá se llama
una “sheep station”) llamado Woomargama que quedaba entre Sídney y Melbourne.
El niño y su nana,
Barbara Barnes, que viajaba con Los Príncipes de Gales, fueron alojados en la propiedad
de Los Darling. Estos amigos del famoso Mike Parker, secretario del Duque de Edimburgo,
ya habían sido anfitriones del Presidente Reagan y la Primera Dama en su viaje
a Australia.
Los Príncipes y Wills en Nueva Zelandia
Diana puso
algunas exigencias (sobre la seguridad de William) que se cumplieron por lo que
el bienestar del niño no jugó un rol en el estado emocional de la Princesa.
Toda esa sorpresa cuando le arrebatan al bebé en el aeropuerto’, su histérica
insistencia en interrumpir el tour para visitar él bebé, esa entrada impulsiva
y corriendo a la casa de los Darling son licencias melodramáticas que, más que
mostrarnos a una madre angustiada, retratan a Diana como histérica y descontrolada.
Es casi igual de
absurda que ese interrogatorio pedante y humillante al que Diana somete al
pobre Edward Adeane cuyo único resultado es hacer creer que ella no quiere
separarse de su hijo porque es bonito y no llora. Lo chistoso es que el bebé se
larga a llorar justamente al final del discurso. ¿Tendrán grabado el llanto o
será que los alaridos de la Corrin alarmaron a la criatura? Sabido es que gatitos
y bebés se contagian del ánimo alterado de quienes están cerca de ellos. Lo que
hace pensar sobre como los bochinches de los padres habrán afectado la psiquis
de William y Harry.
Morgan vs
Australia
El pueblo
australiano se ha sumado a larga lista de descontentos con la Cuarta Temporada
de The Crown”. Según The Guardian la representación del tour en “The Crown” ha
dejado descontentos a los habitantes de Oz. El primer ultraje ha sido en contra
del ex primer ministro Bob Hawke quien nunca comparó a la Reina Isabel con una
cerda, y aunque republicano, tenía otras preocupaciones como las de reducir el
nivel de pobreza de su pueblo antes que salirse de la Commonwealth.
Si bien es cierto
que la presencia de Diana creó más sentimiento monárquico entre los australianos,
nadie estaba predispuesto en contra de la Visita Real. Nunca hubo protestas en
Canberra ni en ningún otro sitio de la isla-continente. Tampoco la audiencia se
burló cuando Carlos se cayó durante el match de polo. Por el contrario, lo aplaudieron
al verlo continuar el juego. A la que le están haciendo “buuh”es a la serie porque,
para colmo, muchas escenas de Australia las grabaron en España.
Un dato curioso
es que el público australiano, y principalmente el gremio periodístico, no
esperaba mucho de Diana. Gracias al Daily Mirror su bulimia era conocida
por todo el mundo. Muchos creían que no iba a aguantar el arduo recorrido sobre
todo en ese clima inclemente que caracteriza los veranos Down Under. Lo cierto
es que el calor casi la mató. El Príncipe Carlos dio explicaciones públicas de
que su mujer y él sufrían de jetlag para explicar sus caras rojas y su cansancio.
Sin embargo, poco a poco, se acostumbraron al clima y todo comenzó a funcionar.
ES hora de hablar
de la infame representación de ‘the Crown” del ascenso a Uluru. Diana nunca la llamó “Ayers Dock” y si no pudo escalarla
fue porque llevaba un vestido abierto en el frente y el viento le alzaba las
faldas obligándola a enseñar lo que las princesas no deben mostrar. No fue
porque fuera “frágil y patética” como en la serie la describe Carlos a Camilla.
La verdadera razón para la incomodidad de Diana en Uluru
Solo en una ocasión
Diana perdió los estribos. Fue en Sídney cuando la multitud se le abalanzó
encima arrinconándola. Ahí la Princesa se echó a llorar. Leí en la Paula en 1968, y me lo confirmaron
gente que estuvo ceca de ella, que ocurrió algo parecido con Isabel II en Valparaíso.
Los porteños rompieron el cerco de Carabineros y le cayeron encima a Su
Majestad. Alarmada, Isabel no lloró como su nuera, sino que se taimó y se puso
de muy mal humor. Se entiende, es una experiencia que asusta casi ser arrollada
por un tumulto.
Sin embargo, el
tour fue un triunfo gracias a la simpatía y sencillez de Diana que se metió a
los australianos en el bolsillo. Una lástima
que sus esfuerzos solo consiguieron envidia de parte de su marido. Eso arruinó
lo que pudo ser una verdadera luna de miel. A su llegada a Nueva Zelanda, la pareja se
llevaba mal y Diana estaba exhausta. Mas encima, el recibimiento en el país de
los kiwis no fue muy agradable. Ahí si hubo protestas, les lanzaron huevos al
automóvil donde viajaban y el infamoso activista maorí Te Ringa Mangu
Mihaka les mostró las
nalgas. No es de sorprender que, con tanta presión, Diana recayese en sus
ataques de bulimia.
La serie hace parecer que la danza maorí provocó la bulimia de Diana
Una Audiencia
con la Suegra
Sin embargo, es
la última escena del episodio la más irritante porque es imposible que haya sucedido.
Una Diana alteradísima irrumpe en el saloncito de la suegra, acusa no solo a Carlos
de resentir sus logros, sino también a La Familia Real en pleno. La Reina se
pone a la defensiva y Dina remacha su faux pas abrazándola y llamándola
“mamá”. Isabel cuenta este suceso a su horrorizado aquelarre que ponen caras de
asco. ¡Por favorrrr!
1.Diana,
tal como hoy lo hacen la Condesa de Wessex (esposa del Príncipe Eduardo) y Duchess
Kate, llamaba a Isabel y a Felipe “Mamá” y Papá”. No se entiende la sorpresa de
la Reina cuando su nuera lo hace.
2.La
Reina está acostumbrado a que la abracen y no solo sus íntimos. Michelle Obama,
deportistas y hasta políticos, la han abrazado. Aunque su costumbre es saludar
de besos a íntimos, no es como que un abrazo la desarme.
3.Diana
estaba acostumbrada, en los primeros cinco años de casada, a ir frecuentemente
a visitar a su soberana y a pedirle consejo. Siempre salía más tranquila de
esas reuniones y en una ocasión le conto a la biógrafa Íngrid Seward “tengo la
mejor suegra del mundo”.
4.A
diferencia de lo que nos muestra “The Crown”, La Pareja Real no llegó de Nueva
Zelanda a Londres en medio de lluvia y dándose codazos. Para descansar, se
pasaron unos días en Las Bermudas y estuvieron muy cariñosos. Las fotos no
mienten. Pasado el viaje, Carlos superó sus inseguridades por un rato y comenzaron
días felices para los Príncipes de Gales. Recordemos que menos de un año más
tarde, encargaron a Harry, y que Diana recordaría esta etapa como las feliz de
su matrimonio.
Y esto pasó despues del tour australiano, Carlos y Diana en Eleuthera
Mi primer mes con
Ruhami (ya le puse nombre) ha sido pisar un sendero por el mundo del period
drama mundial, más sabroso que la fábrica de chocolates del Willy Wonka. Una
sorpresa ha sido que, entre saltar de streaming service a otras plataformas, he
encontrado una considerable cantidad de dramas de época inspirados por Catalina
la Grande: “The Great” en Hulu, “Ekaterina” en Tubi, “Catherine the Great” en
HBO/Max y "Velikaya" en YouTube. Se entiende que la señora haya
capturado la imaginación popular por tres siglos, pero estas series son de los
últimos cinco años. Se ha convertido a La Emperatriz de todas las Rusias en un
icono feminista, un símbolo de progreso y de cambios revolucionarios. ¿Fue todo
eso?
Un Relato
Ocasionalmente Histórico
Aunque sabía la
respuesta decidí comenzar con la obra más alejada de la realidad porque en ese tipo
de dramas-no-de-época es donde más se reflejan las ideas presentistas que se
quieren promover. Nada mejor que “The Great”, la serie de 12 episodios de Hulu.
Sabía que se vendía como serie “antihistórica” lo que ya era refrescante, como
siempre lo es la verdad en un mar de mentiras. Luego, encontré simpático el mini
disclaimer que acompaña el título “an occasionally true story”.
¿Qué es eso de “relato
ocasionalmente verídico”? Significa que “The Great’ es una farsa basada en
algunos minúsculos detalles de la vida de Catalina, tales como que era alemana,
que se casó con un futuro emperador de Rusia y que lo derrocó para quedarse con
el trono. Agréguesele que era una mujer erudita, adelantada a su época, que convirtió
a Rusia en un inmenso imperio.
¿Como utiliza
estos detalles la serie de Hulu? Pues
tenemos una princesa alemana que a los 20 años (no a los 16 como la verdadera
Cati) viaja a Rusia a casarse con el Emperador Pedro III. No hay necesidad de
contarnos que la joven Emperatriz se llamaba Sofia von Anhalt y que se convirtió
al rito ortodoxo. Tampoco que, en la vida real, Pedrito, tan alemán como
Sofia-Catalina (de hecho, eran primos,) era solo un heredero. Quien mandaba en
Rusia era la Emperatriz Elizabeta Petrovna, hija de Pedro el Grande.
En la serie, Catherine
se da cuenta rápidamente que Pedro es tan mal marido como gobernante y comienza
a complotar para quitarle el trono. Algo que también hizo Catalina, pero solo
cuando Pedro fue coronado y ya llevaban 18 años de casados.
Cuando leí que Tony
McNamara denominaba la adaptación de su pieza teatral como “antihistórica”.
decidí verla, a pesar de que le tengo miedo al australiano. Después de todo ganó un Oscar por coproducir”
La Favorita “, un vergonzoso, ofensivo, cruel y falso retrato de la desdichada
Reina Ana. Como sabía que no es amigo de la historia me preparé para un amasijo
de “La Favorita” con” Reign”, pero me equivoqué.
Por empezar, McNamara
que basó “The Great” en una obra escrita a comienzos de siglo, siente respeto
por su protagonista y nos presenta una Cathetine (Elle Fanning) deliciosa que,
a ratos puede ser soberbia, en otros tan ingenua que ya es bobita, y al final,
nos indica que ha aprendido la lección. Para conseguir el poder absoluto debe
ser tan implacable como los tiranos que quiere derrocar. Creo que esa es la
moraleja de esta fábula satírica que más se parece a “La muerte de Stalin” que a
“Reign”.
No es una serie
que recomiende a quienes teman al humor patibulario (la escena en que el Emperador
exige que les saquen los ojos a cabezas de enemigos decapitadas es un poquito extrema),
o al lenguaje de alcantarilla, al sexo gratuito ya la demencia infantil de Peter
(Nicholas Hoult). Sin embargo, hay momentos conmovedores, verdades duras de tragar
y cuando Catherine no está disfrutando de sus privilegios, se convierte en una
combinación de Daenerys y Sansa en una lucha de poder que le queda grande.
Confieso que
todavía no acepto a Nicholas Hoult como una versión adulta del Marcus de “About
a Boy”, y que me lo he perdido en los roles que lo han convertido en el nuevo
galán del cine británico. Me dicen que estaba en “La Favorita”. ¿Había hombres en esa película? Fuera chistes,
Hoult es totalmente carente de divismos, capaz de no tomarse en serio, y darnos
un retrato gigante de un déspota comiquísimo, aunque demente.
La serie tiene
personajes muy interesantes, villanos y buenos. Yo ya tengo mis favoritos.
Marial (Phoebe Fox) una dama caída en desgracia y que han convertido en
criada/sierva de Catherine y su pariente, el arzobispo “Archie” (Adam Godley),
un retorcido Richelieu ruso que, sin embargo, es lo suficientemente pragmático
para entender que los cambios en Rusia deben ser limitados y sutiles.
Marial y su perrito Blini
¿Imperialismo
Cultural Anti-Eslavo?
“The Great” ha tenido
un excelente recibimiento en todo el mundo. Sin embargo, hay gente que ha
reclamado sobre la serie. No hablo de historiadores o amigos de la historia. Después
de todo no pretende ser histórica y McNamara ha hecho declaraciones que este es
el nuevo rostro de los period pieces. Hablo de un público al que no se
le puede cancelar, el ruso.
Como Rusia es un
país sui generis, no vamos a esperar una reacción como la de los
franceses ante “Emily in Paris”, ni tampoco que su ira importa mucho a los
productores de la serie, pero fue en IMDB donde encontré algunas quejas que me
hicieron pensar. La primera, y la más obvia, puesto que la ex Unión Soviética
no comparte nuestros estándares de corrección política ni nuestro culto a la
diversidad, es ¿por qué colocar tener tantos actores de color interpretando a
los cortesanos del Zar Pedro III?
Lo cierto es que
desde días de Pedro El Grande había pajes africanos en su corte. Uno de ellos
se convirtió en el famoso General Ganibal que fue también abuelo del famoso
poeta Pushkin, pero estoy de acuerdo que tener boyardos, militares y otros
miembros de la elite representados por actores de color es ejemplo de color-blindness.
La segunda queja suena
más valida. Si el mundo angloparlante quiere irrespetar o satirizar su historia
que lo haga, pero que no se meta con la rusa. La tercera es la que más me ha
impresionado. Todos hemos oído sobre el imperialismo cultural angloparlante y
de cómo la cultura blanco-patriarcal reduce-opaca-oculta la de países
no-blancos, pero no me había enterado de que dentro del “blanquerio europeo” también
existe una escala de prejuicios.
Aparentemente,
algunos países mediterráneos, balcánicos y todo el bloque de la Europa Oriental
resienten que en la cultura europea se privilegie lo angloparlante, lo germano
y lo francés. Rusia, en particular, se incomoda ante las constantes descripciones
de su gente— sea en filmes de la Segunda Guerra Mundial o en “Vikingos”— como
salvajes brutales, ignorantes y retorcidos.
Por ejemplo, en
las biopias de Catalina siempre es representada como rubia y como un ejemplo de
la superioridad intelectual germana sobre la rusa. Ahora que pienso es cierto.
Por algo en los primeros filmes sobe ella, la interpretaron actrices alemanas.
En el cine mudo alemán se hicieron dos versiones de su vida, una en 1919 y
1920. En el Hollywood silente (1924), Ernst Lubitsch dirigió a la austriaca
Pola Negri como la Zarina en “Paraíso Prohibido” y en el Hollywood parlante, un
par de refugiados de la Alemania de Hitler, Josef von Sternberg y Marlene Dietrich,
crearon un retrato icónico de Catalina en “La Emperatriz Escarlata” (1934).
La mayor ironía
es que si en Inglaterra la judia alemana Elisabeth Bergner interpretaba a Catalina en "The Rise of Catherine the Great) (1934) , Brigitte Horney, una de las actrices mimadas del Tercer Reich, encarnaba a
la Zarina en “Munchaussen” (1943), el filme más caro hecho en la Alemania Nazi.
Con todo el desprecio que los nazis sentían por la nación eslava, eran conscientes
de que Catalina era alemana y que si Rusia era grande era porque ella la había
reinado haciendo uso de sabiduría germana y progreso teutón.
Esa misma idea es
la que la televisión nos ha transmitido en los últimos 30 años. Desde las
miniseries inglesas de los 90s hasta “The Great” y no nos olvidemos de la”
Catalina la Grande” de HBO, interpretada por Helen Mirren. Por algo en “The Great”
Elle Fanning (usando acento británico) se ve rubia y voluptuosa como una Miss
Tercer Reich 2020. Por algo han hecho que Peter sea hijo, y no nieto de Pedro el
Grande.Así es totalmente ruso y podemos
tener la dicotomía deseada Alemana culta—Ruso bruto.
Se supone que “The
Great” ama a Rusia, pero no la conoce. Solo ha visto esa corte extravagante,
corrupta y explotadora de siervos. Lo ruso le repugna desde su religión hasta
su comida. Constantemente habla de traer a esa tierra la civilización
occidental, léase la alemana y la francesa. Alardea de los sabios que ha
conocido incluyendo a Descartes (nique fuera viajera del tiempo, Descartes
murió medio siglo antes de que Catalina naciera) y habla de importar nuevas
ideas incluso de América (¿WTF?) ¿A quién planea traer? ¿A un juez de Salem o a
un chamán iroqués?
Una Ensalada
Rusa de Catalinas
Con eso entendí
que la serie no parezca neutral ni justa con los rusos. Lo que me llevó entonces a
ver como su pueblo percibe a la Emperatriz de Todas Las Rusias. Me sorprendió
saber que mientras Occidente babeaba sobre Cati, la cultura popular rusa la
ignoraba totalmente. ¿Por qué la Unión Soviética iba a recordar a una Romanov
(por matrimonio) miembro de la dinastía que ellos derrocaron?
En el Siglo XX, apareció
Catalina como personaje marginal en filmes rusos que cubrían el siglo XVIII.
Recién en el 2005 se hizo una miniserie “Favorito” sobre Catalina y Potemkin
que no creo haya sido visto más allá de las estepas. Fue en el 2014—en
pleno reinado del Zar Vlad— que inició el rodaje de “Ekaterina” que
ya lleva tres temporadas. Lamentablemente, solo encontré las dos últimas temporada
en Tubi, la primera la tiene Amazon. También está en YouTube, pero solo en
ruso.
Por suerte
YouTube tiene completa “Velikaya” (La Grande), otra visión rusa de su más
famosa monarca hecha un año después de “Ekaterina”. Me puse a verla y la
recomiendo, más que nada porque es una mirada totalmente diferente a la que Occidente
tiene de Catalina y del Imperio Ruso de su época. Filmada en escenarios reales
y edificios del siglo XVIII, interpretada por un elenco totalmente ruso y con
un vestuario que eclipsa todas las otras series, “Velikaya” se siente real (las
dos acepciones de la palabra) y nos creemos su atmosfera que nos acerca a esos
tiempos tan lejanos.
Las tres actrices
que interpretan a Velikaya (incluyendo Yulia Srigin, la Katia de “Road to
Calvary”) tienen el cabello oscuro como la verdadera Sofia de Anhalt. La
princesa alemana llega a la corte con solo 16 años y acompañada de su madre, no
como en “The Great” que viaja totalmente sola. La Tía Bet es la formidable
Emperatriz Elizaveta Petrovna y el novio de Catalina es solo un Gran Duque con
quien se conocen desde la infancia y se llevan de la patada.
El problema de la
serie es que es lentaaaa y las actuaciones, aunque buenas, son poco dinámicas.
Sin embargo, vale la pena soportarla porque visualmente es muy atractiva y
porque fascina conocer esta perspectiva que difiere de las interpretaciones
fílmicas occidentales, de las teorías de los historiadores e incluso de las
memorias de la verdadera Velikaya.
¡Abajo lo
Alemán!
Comencemos por la
manzana de la discordia: los alemanes. La primera mitad del Siglo XVIII vio el
auge de Prusia como imperio bajo el reinado del legendario Federico el Grande.
Muchos pequeños principados germanos cayeron en su órbita, alejándose del Sacro
imperio Romano que giraba en torno a Austria y los Habsburgo. Es por eso por lo
que tanto Catalina como su esposo Pedro, ambos Anhalt, crecieron bajo la sombra
de Federico y de Prusia, y Pedro nunca lo olvidó.
Pedrito y El Tío Fritz
En “Velikaya”,
vemos a la joven Sofia llegar a San Petersburgo en compañía de su madre Johanna
que viene en plan von Ribbentrop, con muchas sonrisas y dispuesta a apoyar al
país donde reinará su hija, pero a espaldas de los rusos se dedica a conspirar
con facciones pro-prusianas y para todos los efectos es espía de Federico. Eventualmente,
Elizaveta descubre este doble juego y de una patada en el trasero envía a
Johanna de regreso a Anhalt.
Un caso diferente
es el de Sofia. Cansada de los golpes y malos tratos de su madre, encuentra un
poco de paz en su nuevo país, sobre todo en la Iglesia Ortodoxa. Esto contrasta
con la postura anticlerical de “The Great” donde Catherine sostiene una batalla
constante contra el oscurantismo religioso representado por el astuto” Archie”,
arzobispo de la Iglesia Rusa Ortodoxa.
“Velikaya”, en cambio,
nos muestra a Sofia apoyarse en la guía del Patriarca, que es retratado como
generoso y de amplia mente, quien le da la extremaunción según el rito ortodoxo
a la joven luterana durante una grave enfermedad y sin estar ella bautizada.
Esto choca con Pedro
que, fiel a su naturaleza germana, desprecia estos ritos primitivos y hace
burla de ellos en el bautizo de su prometida lo que no le acarrea la simpatía
de su pueblo. Catalina es consciente de lo religiosos que son los rusos y una
discusión que tiene con Pedro es precisamente porque él desea talar el poder de
la Iglesia.
Volviendo al tema
alemán, al llegar Catalina a Rusia su madre le susurra que pronto los rusos
hablarán alemán. Parece salido de Mein Kampf, pero nos demuestra que— aun
antes de Hitler— ya los alemanes se interesaban en expandir su
territorio abarcando el de la Madre Rusia. La situación adquiere ribetes irónicos
cuando casi al final de “Velikaya”, la Corte se ha dividido en dos bandos que
rivalizan por el trono, el de Catalina y su hijo Pablo, y el de su esposo. lo
que lleva al Ministro Beztushev a comentar que es irónico que dos alemanes se
peleen el trono de un país que es enemigo de Alemania.
Antes de su
matrimonio, Pedro III le muestra a su prometida un teatro de títeres que ha
construido donde se representa el triunfo de los godos sobre los romanos. Le
recuerda a Catalina que ambos descienden de los godos. Serena, Catalina
responde que no vale mucho descender de gente que destruyó el más grande imperio
conocido (¡Tomen Barbarians!)
In “the Great”, Tony
McNamara se empeña en mostrar a Rusia como un imperio de ignorancia, oscurantismo,
brutalidad, en donde hasta en La Corte se tortura y mata sin piedad. Incluso
las mujeres son feroces e intrigantes y eso que son analfabetas y no saben ni
portar una peluca. En “Velikaya” no solo visten a la última moda de Paris, pero
tanto mujeres como hombres gozan en la corte de Elizaveta Prtrovna de un nivel
de vida elegante, con fiestas y eventos campestres que rivalizan con lo mejor
de Europa.
Esto se asemeja a
la realidad donde la Corte Rusa era admirada por su boato, por sus vestidos,
arquitectura etc.. Aunque vemos que se tortura a traidores, lo cierto es que
Elizaveta no firmó un decreto de muerte sino hasta su vigésimo año en el trono.
Esa tolerancia le acarreó popularidad, la misma que el pobre Peter intenta
conseguir en “the Great” de la manera más torpe posible.
Vacunas y
Pruebas de Virginidad
A ratos parecieran
haber afinidades entre “The Great” y “Velikaya” pero acaban contradiciéndose.
En “The Great” vemos a Catalina recurrir a la variolización para demostrar que
se puede evitar la viruela. La variolización (insertar pus extraído de las pústulas
de los enfermos en el cuerpo a través de incisiones cutáneas) era el método
profiláctico usado en África y Oriente desde tiempos inmemoriales. Había sido
introducido en Inglaterra por Lady Mary Wortley Montague (que lo descubrió en
Turquía) y en America por esclavos africanos.
En “Ekaterina”
tras la muerte de su dama debido a la viruela, la Emperatriz se somete a la variolización
y crea la primera campaña (obligatoria) de inoculación en Rusia. En “Velikaya”
vemos a Pedro III sobrevivir la viruela y a su mujer preocuparse por él (algo
que Catalina aludía en sus Memorias), pero nunca menciona la posibilidad
de inocularse la enfermedad para combatirla. Sin embargo, sabemos que, en el octavo
año de su reinado, la Emperatriz se sometió a la variolización y por eso hoy es
conocida como un icono de la lucha en contra de los anti-vaxxers.
Ekaterina es inoculada
El problema es
que la variolización, como explica el Dr. Chejov en “The Great”, no es cien por
cierto segura y acarrea muchos riesgos incluyendo la muerte del paciente. En
eso se diferencia de la verdadera vacuna contra la viruela creada por Edward
Jenner en 1796, el mismo año en que murió Catalina. Thomas Dimsdale, el medico
inglés que inoculó a la Emperatriz tenía listo un carruaje para huir en caso de
que la paciente se le muriera. Aunque hay que admirar a la intrépida dama, la variolización
no es el símbolo ni de las vacunas modernas ni su uso demuestra progresismo.
Ya hemos hablado
de la rivalidad entre “The Great” y Archie, el representante de la Iglesia. La
razón por la que Archie es mi personaje favorito es porque es practico, adulto
y uno de los pocos de la corte de Peter (aparte del cobarde Orlov y la sierva
Marial que son ceros a la izquierda) que quiere que su Zar cambie para mejor.
El temor de Archie al progreso tiene sus bases y esa es una ambigüedad de la
serie. Cuando Archie le relata a Peter los peligros que han salido de la
imprenta que le ha regalado Catherine, muestra (junto con dibujos procaces del
Zar) un manifiesto solicitando el exterminio de los judíos.
En un encuentro
con el rey sueco y la familia real rusa en “The Great”, se comenta que el
pueblo sueco goza de libertades impensadas por el imperio ruso, pero que eso
hace que sus súbditos consideren a su soberano como un gobernante débil.Aunque nunca existió un Rey Hugo de Suecia, y
no hubo tal encuentro (para cuando Catalina se casó, la Guerra con Suecia había
acabado), el verdadero monarca de Suecia, Federico había instaurado lo que en
la historia del país escandinavo se conoce como “La Era de la Libertad”. Solo
que ese liberalismo era percibido como falta de don de mando del rey, y algo
que todas las Catalinas tienen en común es que saben lo importante que es para
un monarca lucir poderoso y enérgico.
El motivo de discordia
entre Catherine y Archie es que él fue el encargado de certificar su virginidad
a su llegada la corte. Estos test de virginidad que están apareciendo en los
dramas históricos recientes son totalmente falsos, solo se usaban para certificar
matrimonios no consumados. Eso ocurre en “Velikaya” cuando el macuco Pedro III
acusa a su esposa de no ser virgen. Antes de darle un par de bofetones al
sobrino, la Emperatriz Elizaveta manda examinar a Catalina. El examen en
privado, tras de un biombo, no es practicado ni por clérigos ni médicos (como
en “The Great” y “Versalles) sino por monjas matronas.
En “Ekaterina” es
más elaborado. La candidata debe pararse (piernas abiertas y sin ropa interior)
sobre un espejo. Un médico observa la vagina en el reflejo y certifica si
corresponde a la de una doncella o no. Es tan humillante que la Emperatriz exime
a su primera nuera de tal examen.
¿Fue Catalina
Pluralista, Pacificadora y Abolicionista?
Volviendo al tema
de la iglesia, la verdadera Catalina La Grande era indiferente a temas
religiosos. “Velikaya” en cambio nos la muestra creyente y devota. Es su marido
quien busca limitar el poder de la iglesia, una actitud que Pedrito comparte
con su abuelo, Pedro el Grande. En esa aberración de HBO “Catherine the Greast”
el tema de la religión es intocado.
En “Ekaterina” la
Zarina se enfrenta a la iglesia cuando el Patriarca se rehúsa darle el permiso para
casarse con el Conde Orlov. Sin embargo, en su disparatado final, es el
Patriarca quien convence a la Emperatriz de enmendar sus errores, hacer
penitencia y dejar de vivir en pecado. Como la serie acaba en 1782, no llegamos
a ver que, aun convertida en la Señora Potemkin, Catalina siguió teniendo amantes;
nunca se arrepintió, y no solo no le devolvió a Alejandrito a su nuera, ¡además
le quitóo otro hijo!
En su Diccionario
Universal (que me robaron alevosamente) Voltaire hace un panegírico de
Catalina diciendo que abolió la tortura y promulgó tolerancia universal. En “Velikaya”,
es Pedro III quien acaba con la Policía Secreta de Shuvalov que eran los
torturadores oficiales, y declara tolerancia religiosa para proteger a los
disidentes de la ortodoxia y poder construir una iglesia luterana en suelo
ruso. Sabido es que fueron sus medidas en contra de la Iglesia Ortodoxa (que ya
habían comenzado en días de su abuelo) las que inclinaron al clero hacia el
lado de su esposa.
¿Fue la Emperatriz una abogada de la
pluralidad religiosa? Pues combatió a los disidentes de la ortodoxia; impuso
impuestos a los católicos de las tierras polacas que Rusia anexó y fue la
creadora de la brillante idea de encerrar a los judíos en un ghetto natural (el
Área de Asentamiento) donde eran señuelos para pogromos y otros abusos. Digamos
que no era muy tolerante en lo que se respecta a otros credos.
En “The Great”
muestran a Catalina con dos objetivos: evitar más guerras y liberar a los
siervos. ¿Cumplió esos objetivos la verdadera Emperatriz de todas las Rusias?.
En vida de Elizaveta Petrovna, Rusia tomó parte en La Guerra de los 7 años en
contra de Prusia. En 1756, Pedro III firmó (tal como muestra “Velikaya”) una
vergonzosa paz con Federico el Grande cediéndole todos los territorios ganados
por Rusia lo que puso al ejército ruso en su contra.
Aunque durante su
reinado, la Emperatriz Catalina crearía una Liga neutral (que ayudó a la
independencia de las 13 Colonias Americanas) y fue mediadora en la Guerra de
Sucesión de Baviera, sostuvo una serie de cruentas guerras con Turquía; reanudó
la guerra con Suecia, y estaba planificando una campaña contra Persia cuando la
muerte se lo impidió. Participó en el desmembramiento de Polonia, a pesar de
que el Rey Stanislav Poniatowski era el padre de su hija, y se quedó con gran
parte del territorio polaco. Se puede decir que durante todo su reinado no hubo
paz en el imperio.
Luego está el
espinoso tema de los siervos. En todas las series sobre Catalina, incluso la de
HBO, nos la muestran preocupada por esa esclavitud, pero no hace nada para abolirla.
En “Ekaterina”, nos muestran los horrores de la esclavitud blanca en la visita
a las tierras de Daria Saltykova, pero Panin le dice a la Emperatriz que no se
puede castigar a los nobles, así que las torturas y asesinatos de una especie
de Quintrala rusa acaban con cadena perpetua, pero otros nobles abusadores no
reciben sanciones.
Ekaterina y su amiga "Saltishika"
La verdadera
razón por la cual, Catalina nunca pudo hacer nada (y lo insinúan en “The Great”)
es porque toda la economía rusa se apoyaba en el trabajo de esclavos. Tanto
Pedro III como su hijo quisieron liberar a los siervos y acabaron asesinados
por nobles que vivían a costa de sus esclavos.
Daria es arrestada
Por eso es por lo
que resulta hipócrita que traten de hacernos creer que Catalina era
abolicionista. Sobre todo, porque durante su reino creó leyes más duras contra
los siervos tales como repeler un antiguo permiso para que el esclavo
maltratado acudiese directamente a la Emperatriz, en vez de hacer una denuncia
ante autoridades que simpatizaban con los amos. Catalina estaba ocupada y no quería
ser molestada.
Siervos torturados
¿Entonces cuáles
fueron los grandes méritos de Catalina? ¿Resumiéndolos
en una capsula? Gobernar como varón, hacer la guerra, conquistar tierras,
ampliar fronteras. Convertir al país un gran imperio, pero donde solo una elite
tendría el poder, y sobre ellos reinaría una Catalina autócrata, como lo serían
los zares hasta la Revolución.
El Falso Feminismo
de La Emperatriz
Lo más feminista de Catalina solo es
mencionado en “The Great”: su pasión por educar a las mujeres. Vemos a
Catherine montar una escuelita de niñas que su marido rápidamente quema. La
vemos clandestinamente enseñar a leer a sus siervos Marial y Vlad. En la vida real,
una vez en el trono, Catalina promovió la educación (incluso superior) para
ambos sexos. ¿Por qué se menciona esto solo en una sátira?
En la vida real,
Catalina no quería a su género. Cuando nació su primera nieta escribió
“prefiero los niños a las niñas”. Cuando notó que había acumulado siete nietas
se quejó de que no las iba a poder colocar” (léase casarlas). Nunca se le
ocurrió que una de ellas podría ser su sucesora u ocupar un puesto importante
político. Nunca colocó a ninguna mujer en un puesto importante. Lo de nombrar a
La Princesa Dashkova como directora de La Academia de Ciencias, fue como una
disculpa por haberla exiliado. Catalina fue muy injusta con todas sus
confidente, incluyendo a la Condesa Bruce. No era mujer de tener amigas. Y no
han mentido las series al mostrarla cruel con sus nueras y con sus damas.
Dashkova y Velikaya
Por siglos,
Catalina la Grande ha sido descrita como una ninfómana de apetitos exóticos (el
cuento del caballo). Los historiadores modernos rebaten esa imagen. Simon Sebag
Montefiore la ha calificado de “monologa serial”. O sea, tuvo una docena de
amantes, pero mantuvo una relación con cada uno, y mientras duro esa relación
no hubo otros.
En “Velikaya” que
es una historia dirigida a jovencitas románticas, Catalina es casi asexual.
Incluso da la impresión de que esta enamorad de Pedro. Hasta el final titubea
antes de derrocarlo y se horroriza ante el asesinato del marido. Su relación
con Saltykov es solo porque Elizaveta la desea (Catalinainsiste en que Pavel es
hijo del marido); nunca se entiende que siente por Poniatowski, y con Orlov
parece estar seduciéndolo para que apoye a su causa. No la vemos depender ni
sexual ni emocionalmente de él.
Totalmente diferente
de” Ekaterina” donde la húngara Marina Alexandrovna nos presenta una Emperatriz
mega carnal que no se la puede pasar sin un hombre en su cama, que ve amor en
pasión y que le vienen ataques de ira cuando a Orlov lo gana la impotencia. Sin
embargo, esta mujer de apetitos intensos no permite que la pasión supere su
ambición. Si desea casarse con Orlov es para legitimar al fruto de esa
relación, el pequeño Alyosha.
Extraño porque Caterina
ya tiene un heredero legítimo, Pavel Petrovich, pero no lo quiere. Lo encuentra
demasiado parecido al padre, se pregunta idiotamente si no se lo habrán
cambiado al nacer. Hace traer a Alyosha de apenas seis años a la corte, y
cuando al niño ya está acostumbrado y él y Pavel se ven como hermanos,
cruelmente Caterina lo expulsa de su vida.
Catalina sigue
empeñada, casi con obsesión nazi, de hacer un heredero perfecto. El descubrir que,
para curarse de su impotencia, Orlov se sometió a un tratamiento que lo dejo estéril,
la hace olvidar sus planes de matrimonio. Su incapacidad de quedar embarazada
de Potemkin, la hace virar sus proyectos de ingeniería genética. El modo en que
habla de casar a Pavel con una alemana caderona, para manufacturar nietos que
pueda manipular y convertir en Super Zares la hace parecer una científica loca.
Pavel Petrovich de romance con Sofiya Stepanova
Lo peor es que se
lo cuenta a su dama/confidente Sofiya Stepanovna sin reparar en que la ha
obligado a embarazarse de Pavel-y ahora la obliga a abortar sin preocuparse de
sus sentimientos. En “Ekaterina” la emperatriz es particularmente abusiva y
poco solidaria con las mujeres sean sus damas (Sofiya Stepanovna, Anna
Schermatova), sus nueras o niñas maltratadas como las hijas de Antón Ulrich, a
las que incluso desea matar. Una ironía es que la única mujer que parece caerle
bien es la asesina serial Darya Saltykova tan abusadora de poder y dura como
Caterina Alexeievna. También se deja engañar por la hipocresía de su primera
nuera. Pareciera que la Emperatriz no supiera juzgar a la gente o solo le
simpatizaran las zorras crueles.
Por eso las
cartas de amor que le escribe a Potemkin no me conmueven puesto que la serie
nos muestra una Catalina sin sentimiento que desconoce el amor, el cariño maternal,
la amistad o la empatía. ¡Que contraste con “Velikaya” que era toda ternura y
corazón! ¡Que contraste las conversaciones con Sofiya Stepanovna que no pasan
ningún test Bechdel con la intensa, pero intelectual amistad entre Velikaya y
la Princesa Dashkova! Incluso con las
discusiones que alternan geopolítica, conspiraciones para cometer regicidio y
labores intelectuales entre ‘The Great” y su sierva Marial.
HBO Vs el Test
Bechdel
Ahora, una serie
que va totalmente en contra del test Bechdel es la horrorosa “Catherine the
Great “de HBO donde la emperatriz es interpretada por una septuagenaria que
actúa como alumna de “Elite”, vive pensando con los genitales y hablando de
hombres y sus atributos corporales. Esta horrorosa serie limitada es un
producto de la vanidad de Dame Helen Mirren quien, aunque admite no saber mucho
de la Emperatriz, se empeñó en producir esta serie (que imita en muchas cosas a”
Ekaterina” incluyendo el mito de que los Orlov dejaron tuerto a Potemkin) y en
interpretar a la protagonista.
Ningún problema
en que la bella señora de la actuación de vida a una Catalina cincuentona, pero
la misma actriz no puede interpretarla en su juventud. . Mirren ha dicho que su
personaje tiene 35 años al comienzo de la serie. ¿Como así si Pablo ya tiene 18
años y el nació cuando su madre tenía 25? A diferencia de la Segunda Temporada
de “Ekaterina” donde todo parece ocurrir en 1768, la verdadera Emperatriz
comenzó a pensar en un affaire con su teniente (diez años menor que ella) en
1772 y el romance —y posible matrimonio—tuvo lugar dos años más
tarde, cuando Catalina tenía 45 años.
Sin embargo, el
modo en que se comporta el personaje de Mirren, y su amistad con Praskovya
Bruce (Gina McGee) ya la hacen parecer más inmadura que las “Pretty Little
Liars”. Cuando Catalina, en el segundo episodio, le dice a Bruce “quiero hablar
de sexo” es redundante ya que todas sus charlas son sobre hombres, romance, etc..
El mayor problema no es que me parezca imposible que una mujer de 30 o 40 años
sea tan cabeza loca para hablar solo de amor y sexo, pero no puedo reconciliar
esa inmadurez emocional con el intelecto de una gran estadista.
En “Catherine the
Great” la protagonista habla siempre de todo—lo sagrado y lo profano— en
tono frívolo, despreocupado, guasón, que no corresponde a alguien tan
obsesionada con mantener su poder. Yo soy la primera en reconocer que el amor
sexual y romántico se puede vivir después de la menopausia, e incluso en la
senectud, pero es una experiencia diferente. La serie nos muestra a Bruce llegando
con ojos dilatados ante su ama a decirle ¡He visto a un hombre guapísimo!” y
las dos corren por el pasillo a espiar al paquidérmico Potemkin que tiene más
arrugas que virtudes.
Bruce y su "bestie"Catalina
Jason Clark se ve
feo, no porque sea cincuentón, sino porque lleva mal sus años. Helen Mirren se
ve…poco creíble…no porque sea fea o anciana, sino porque parece una abuelita
miope queriendo interpretar a Kirnst Dunst en “Maria Antonieta”. Por eso da
risa cuando Jane Martinson en The Guardian llama ä Mirren revolucionaria por mostrar cómo se
vive el amor a los 70.Lo seria si Dame
Helen interpretase a una mujer de 70 años, pero da vida a una cuarentona que se
comporta como quinceañera.
Al menos, como no
nos hablan de Alexei el hijo de Orlov, no tenemos que soportar las ausencias de
amor maternal que tanto afean el personaje de “Ekaterina”. ¿Si toda la serie dé
HBO iba a estar dedicada al romance con Potemkin, porque no llamarla “Catherine
y Gregory”? Todos los sucesos históricos son mero trasfondo. La revuelta de
Pugachev es vista como un mero capricho de campesinos. A Tarakanova ni se la
menciona. Toda la tercera parte de “Ekaterina” fue dedicada a estos impostores
así de importantes fueron en la vida de la Emperatriz.
Lo gracioso es que,
al comienzo, Mirren estaba indignada es que se resumiesen los logros de
Catalina la Grande a sus aventuras de alcoba. Al final, cambió de idea y dijo que era
importante hacernos conocer a una mujer que tenía una perspectiva masculina del sexo. (WTF). Mas encima, antes de su muerte,
la muestran quemando los tratados franceses que tanto influyeron en su
pensamiento intelectual. eso es tan absurdo como cuando “Ekaterina”se burla de Luis
XVI de Francia diciendo que un ‘reformista” como ese no durará mucho en el
trono. Es como si las series angloparlantes y las rusas tuvieran un pensamiento
en común: reformas y justicia social no van con un gobierno firme y poderoso.
¿Como era
Catalina La Grande en realidad? Efectivamente
era carnal, le gustaban los hombres no solo como amantes sino como
pretendientes. Era amiga de fiestas, pero también una mujer muy intelectual.
Sin llegar a ser un “Tartufo con faldas” como la apodó Pushkin, podía ser
hipócrita, manipuladora, mentirosa, si convenia sus intereses.
Como madre,
lamentablemente es cierto que Catalina no era cariñosa con Pablo, lo veía
débil, demasiado parecido al padre y si se dedicó totalmente a sus nietos. Pero
también amó tanto a su hijo ilegitimo Alexei que trató de darle fortuna y buena
vida, pero mantenerlo lejos de la corte para que llevase una vida “normal”.
Catalina nunca quiso que Sofiya Stepanova abortara. Crió a Semyon en su recamara
y solo se lo regresó a la madre cuando el niño estaba en edad escolar.
En "Catherine the Great"Helen Mirren le da algunos toques maternales a su personaje
Una lástima que
la ficción no sepa recoger la esencia de esta mujer fascinante. Entretanto les
recomiendo —si son de estómago fuerte y amigos de la sátira— que vean The Great” (Hulu
en USA), (Starzmedia en España y Latinoamérica) y si son angloparlantes, “Velikaya”
está en YouTube, y las dos temporadas finales de “Ekaterina” en Tubi. Ohh, y si
se atreven, vean “Catherine The Great” en HBO/Max.
Para quienes
estén interesados en conocer más de Ekaterina Alexeievna, aunque saqué muchos
datos de la Wikipedia rusa y que pertenecen a publicaciones que ni están en
inglés, hay dos libros excelentes, ambos traducidos al castellano: Catalina,
La Grande: retrato de una mujer de Robert K. Massie y Catalina la Grande:
la rusa europea de Isabel de Madariaga.