Aunque en los
últimos años hemos tenido vasto acceso a interpretaciones y distorsiones históricas
del reinado de los Valois (Reign, The Serpent Queen) y los enredos del Rey Sol (Versalles, nos ha
quedado un amplio trecho sin explorar: el inicio de los Borbones en el trono
galo. Dangerous Friendship (Amitie
dangereuse) viene a llenar ese vacío con un retrato de la reina Ana de
Austria que se distancia de la imagen que Dumas nos ofreciese en Los Tres
Mosqueteros.
De Los Valois
a Los Borbones
Comencemos con un
poco de historia. A pesar de su fecundidad, Catalina de Médicis no pudo
mantener la estirpe de los Valois. Hoy sus descendientes vienen de la línea
femenina, los varones que paría Madame Serpente no dejaron hijos
para reinar. El trono pasó a manos de los Borbones gracias a Enrique de Navarra,
yerno de Catalina ,quien decidió que era mejor ser católico que protestante sin
reino.
Enrique, consiente
de la necesidad de un heredero, se divorció de la casquivana reina Margot y buscó
una esposa fértil. Así llegó a Francia y a su cama otra Medici, María, una
gordita que Rubens inmortalizó en sus cuadros y que dio hijos a su adúltero
esposo , entre ellos dos varones, Luis XIII y Gastón, Duque de Orleans. Un día,
un protestante, que no perdonaba la apostasía del rey, acuchilló a
Enrique fatalmente.
María se
convirtió en regente de Francia. Puesto que desempeñó ayudada por su favorito,
el noble florentino Concino Concini, muy odiado por la nobleza gala. Aunque María
no dejaba a su hijo reinar, si quería que continuase la dinastía borbónica. En
1615, concertó un matrimonio entre Luis y Ana María Mauricia de Austria, hija
de Felipe III de España.
Los novios, que solo contaban 14 años de edad, eran medio
parientes siendo ambos descendientes de Juana la Loca. A pesar de eso, no se
conocían. Los historiadores debaten si
hubo consumación o no. En la serie optan por creer que si la hubo y años más
tarde, Ana les describirá a sus damas lo brutal que fue su primer coito.
Para Luis esa
noche fue igualmente desagradable, tanto que se alejó del tálamo conyugal por
cuatro años. Su máxima preocupación, nos cuenta la serie, es sacudirse el yugo
de la madre, para eso cuenta con su favorito Charles de Luynes que organiza el
asesinato de Concini y el exilio de la reina regente al Castillo de Blois.
En recompensa,
Luis cubre a Charles de honores y este decide que es momento de tomar estado. Se
va a Bretaña, al castillo de los Rohan, una familia de vetusto linaje, pero
poca fortuna. El Duque se muestra reacio
a entregar a su hija a un advenedizo, por muy favorito del rey que sea.
María es chica
moderna (léase siglo XXI). Está dándose un chapuzón cuando viene una criada a avisarle
que Luynes quiere casarse con ella. Se presenta semi desnuda, chorreando agua,
en el establo donde su padre y su futuro hablan de negocios. María exige a su
padre que le permita casarse con este hombre importante. La chica es ambiciosa.
Maria vs Las
Españolas
Ya en la corte,
la flamante Madame de Luynes conquista al rey quien la nombra superintendente
de los asuntos domésticos y finanzas de su mujer, algo que escandaliza a la
reina adolescente ya que su marido no la ha consultado. En estos cuatro años de
soledad conyugal, Ana se ha rodeado de sus damas españolas que son capitaneadas
por la Condesa de Torres, que ejerce como figura materna de su joven soberana.
Inés de Torres es
muy clara con María, no recibirá ordenes de “una nenita”. Ana es más dura, le ordena a su nueva superintendenta que la
sirva, pero no le dirija la palabra. Sin embargo, María es tan alegre y
ocurrente que pronto está gozando de la simpatía de su ama. Cuando las
españolas se burlan de María al caerse esta de un caballo, el rey repara la
ofensa enviando a las damas de regreso a España.
Esta medida
destroza a su esposa. Ahí María se da cuenta de lo sola y postergada que está
su reina quien siente que su marido no la quiere ni respeta. Los De Luynes se
ponen en campaña para que el rey regrese al lecho nupcial. Tarea difícil puesto
que Luis confía a su privado que Ana provoca su impotencia con su frialdad e
indiferencia.
A su vez , la
reina les relata a sus damas (María entre ellas) la ordalía que fue su
desfloración. Entremedio, Madame de Luynes intenta seducir al rey perdiendo la confianza
de este, pero María ha comprendido, que debido al mal ejemplo del padre, Luis teme
y desconfía de las mujeres.
Las damas le dan
una lección del Kama Sutra a su reina. Luis, por su lado, ve pornografía en la
vida real. Su medio hermana (hija de Gabriela d’Estrees) lo invita a ser testigo
de su noche de bodas. A pesar del espectáculo , el rey se queda dormido. Cuando
lo despiertan se va a su cama, pero Ana muy aleccionada, va en camisón
transparente a despertar a Luis.
La Caída de
Ana y La Caída de María
De ahí en
adelante, la pareja real lleva un matrimonio normal. La reina queda encinta. El
agradecido soberano le regala a Luynes una mansión y le concede el título de duque.
La nueva duquesa no está contenta. Llena de envidia, recrimina a su marido por
no recibir ella reconocimiento. No se percata que Luis apenas la tolera.
Para agravar las
cosas, la atolondrada Marie lleva a Ana a patinar por el palacio. La reina cae
y pierde el bebé. Luis recibe la noticia cuando está en campaña en contra de
los hugonotes de Languedoc. Se enfurece , determina que María es una criminal,
le quita su puesto en la corte y la exilia al castillo de su padre. Luynes no
puede abogar por su mujer, puesto que es un cobarde como lo ha descrito María.
Hasta el rey lo nota y cuando el duque muere de escarlatina, Luis solo dice: “No
ha ganado ni una batalla”.
En Bretaña, la
ahora Duquesa viuda de Luynes se aburre como ostra, así que recibe encantada la
visita de su amiga, la Princesa de Conti. Las noticias de la corte son
lúgubres. Ana se ha convertido en una prisionera, su posición de reina carece
de poder al ser postergada por la Reina Madre y su eminencia gris El Cardenal Richelieu,
que intrigan en contra de ella. Luis no perdona a su mujer quien es obligada llevar luto eterno por su bebé muerto.
Ana necesita de aliados. A María se le ocurre una idea loca.
Antes de enviudar,
ya coqueteaba con Carlos de Lorena, Duque de Chevreuse, hermano de la Princesa
de Conti. Si se casa con él, pasa a ser esposa de un hombre muy importante. La
madre de Carlos es una Guisa, por lo tanto Chevreuse es primo del rey de
Inglaterra (recordemos que María de Guisa era abuela de Jacobo Estuardo). El
Rey Luis no podrá oponerse al regreso de la nueva duquesa a su corte.
La Princesa de
Conti intenta convencer a Chevreuse de casarse con María, pero él no quiere
importunar al rey. Conti lo acusa de cobarde y se van a las manos, pero ella le
gana (como ganamos las hermanas) con golpes y jalones de cabello.
Chevreuse acepta
entrevistarse con María, ella lo seduce, pero le hace, a último minuto, huelga
de piernas cruzadas. Solo podrá poseerla cuando estén casados. Chevreuse se
casa con ella y la trae a la corte. El rey es franco, no la soporta y, por
consejo de Richelieu, acaba con el puesto de superintendenta. La nueva Duquesa
de Chevreuse solo será una dama de honor más.
Entra Lord
Holland
María sigue
intentando reconciliar a la pareja real, pero sus esfuerzos acaban siempre en
desastres. Su matrimonio tampoco va bien. A Chevreuse lo han puesto a cargo de
una boda de la realeza, el enlace entre Enriqueta, hermana de Luis, con el
futuro Carlos I de Inglaterra. Para decidir el contrato matrimonial, ha llegado
a la corte francesa y a la vida de María, el Conde de Holland.
Lord Holland,
mujeriego, corrupto y oportunista― como corresponde al bisnieto de Richard
Rich― será la desgracia de María de Rohan La secundará en desastrosas empresas
como lo del Duque de Buckingham, más tarde utilizado por Dumas en sus Tres
Mosqueteros, pero también la traicionará hasta con la propia criada de la duquesa.
Eso no le importa mucho a María, ya que encontrará otros hombres para sus
intrigas y absurda venganza en contra del rey.
La serie es muy entretenida,
aunque aparte de la reina Ana, no hay personajes muy queribles. Las
protagonistas son bonitas y simpáticas. La franco canadiense Kelly Depault consigue
darle un toque de inocencia juvenil a su osada y alocada María. Stephanie Gil,
a quien ante viese como Lucia en Fátima, ha creado todo un personaje con
una Ana de Austria muy diferente , pero muy creíble, a las encarnadas, a lo
largo de la historia, por Dame Angela Lansbury, Geraldine Chaplin, Carmen
Maura, Catherine Deneuve y ahora Vicky Krieps.
Respecto al
factor histórico, hay algunos errores cronológicos. Por ejemplo, la serie
describe un solo embarazo de Ana que acaba debido a una caída. Aunque esto
sucedió, la caída tuvo lugar durante el segundo embarazo de la reina.
Entre 1619 y
1628, Ana quedó en estado cuatro veces sin que ninguno de esos embarazos
llegase a su término. De ahí que Louis XIII se abstuviese de visitar su cama
por años. En 1637, estando la reina al borde de los cuarenta años, hubo un
encuentro fortuito que dio al mundo a Luis XIV. Los soberanos probaron suerte
otra vez y en 1638 nacía “Monsieur”.
No hay otras
licencias graves. El Duque de Luynes nunca fue acusado de cobardía. Las damas
españolas no fueron exiliadas de Francia por haberse burlado de María de Rohan.
La Condesa de Torres fue despedida por malversación de fondos y otras
tramposerías cometidas con ayuda del embajador español.
Hay sin embargo,
un punto que me apena e irrita. La serie no nos cuenta que María de Rohan fue
madre cinco veces. Con Luynes procreό dos hijas, una que murió en la infancia, otra que permaneció soltera aunque no solita.
Fue amante del Cardenal de Retz. En
1620, asistida por la reina, María dio a luz al heredero de la Casa de Luynes.
Carlos Luis heredó el título del padre y los blasones de su madre al casarse
con Ana de Rohan-Chabot, su tía.
A pesar de que el ducado todavía existe, la
importante de la familia fue Juana Bautista, nieta de María e hija de Carlos
Luis. Esta damita salió de cascos ligeros como su abue y sedujo a Carlos de
Saboya de quien tendría descendencia y de quien descienden hoy los Reyes
Felipes de España y Bélgica.
Con el Duque de
Chevreuse, María tuvo otras dos hijas. Ambas tomaron el velo y acabaron de abadesas.
Con esa estirpe tan abigarrada que salió del útero de la duquesa, ¿para
qué excluirla de este relato que es su biografía? Pues es casi la única injerencia
woke de la serie. Una mujer fascinante no puede asociarse con la maternidad. ¡Ayayay!
¿Francia para dónde vas?
Contenido Violento
y Gore: Aparte de
discusiones es una serie muy tranquila ni una misera pelea de espadachines. Incluso
la guerra que Louis XIII emprende contra los hugonotes del Languedoc no nos
muestra batallas.
Contenido Sexual
y Desnudos: Sexo a
raudales, pero nadie muestra más de lo que debe.
Factor
Feminista: Aunque María
es de armas tomar y se escapa de los cánones de comportamiento de las mujeres
de su época (monta a horcajadas, fuma pipa) es demasiado intrigante y alocada
como para considerarla un icono feminista. Tampoco podemos sentirla como una
influencia que independiza a Ana ya que solo sabe meterla en líos.
Factor
Diversidad: Ninguno, no
parece serie francesa. Ni siquiera en el elenco encontramos actores de color
haciendo de blancos como en Diane de Poitiers. Lo más cercano es la actriz que da vida
a la criada de María, que es hija de una mujer afrocaribeña y de un judío
lituano.
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