Tras dos
capítulos de esta segunda entrega, no sabía qué era más laborioso, si engancharme
con una trama caótica o impedir que mi hermano se quedara dormido de
aburrimiento. Con excelente reparto y una respetable atmosfera de época, Perry
Mason sufre de un mal contagioso: libreto chapucero. Al menos ya para el
segundo episodio, se sabe de qué se va a tratar este caso que el bufete Mason-Street
ha tomado: el asesinato de un importante empresario del que acusan a los
Hermanos Gallardo, un par de mexicanos marginales. El error es que el argumento
se enfoca más en las vivencias personales de los personajes principales, que en lo que ocurre en tribunales, llegando a olvidarse que este es un noir
legal.
Gato Rafa decía
que tal vez el problema con esta serie, lenta e inconexa, es que se demoraron mucho en traernos una
segunda parte y se perdió el hype que suscitara la Primera Temporada. Yo prefiero
culpar a un libreto mediocre en donde se privilegia la diversidad antes que un cuento
bien narrado.
Ya vemos eso en
el primer episodio. Un Paul Drake desempleado celebra su fiesta de cumpleaños
en la casa de su cuñado donde están de allegados Los Drake. Aparece Perry Mason
que, cortésmente, se queda en la calle
como temeroso de acercarse a una festividad donde sería el único blanco. Clara
le pregunta al marido porque no ha invitado a su ex jefe, pero Paul Drake es un
personaje que representa los ideales de la nueva militancia BLM: no se Junta con
los blancos, no recibe nada de los blancos, los deprecia. Finalmente, va a la acera e interpela al abogado. Aquejado
de lo que en wokismo se conoce como White Guilt (sentimiento blanco de culpa),
el abogado intenta hacerle un préstamo que el ex policía rechaza.
Perry entonces le
consigue un trabajo como espía y fotógrafo de Pete que ahora trabaja para el
fiscal Hamilton Burger. Pete sigue
siendo mi personaje favorito porque, aunque oscuro, es genuino. Necesita que Paul ingrese en un
hotel de Perkins, un importante empresario afroamericano, y documente con fotografías las actividades
irregulares de este señor . Pues Drake descube que el empresario es un
prestamista y traficante de licor (estamos en el último año de La Prohibición),
pero agrega que es buena persona ya que
su dinero es empleado para ayudar a la gente de su comunidad.
Esto no impide
que la Fiscalía arreste al empresario. Paul Drake monta en colera : acusa a
Pete, acusa a Perry (que ni sabia en qué consistía el trabajo) acusa al Establishment blanco de haberlo
traicionado forzándolo a delatar a “uno de los míos”. . ¿A ver, Paul Drake tiene ocho años?
Cuando aceptó el
trabajo conocía las posibles consecuencias. ¿Acaso creyó que convencería a
Pete de no arrestar al empresario por
ser este un pilar de la sociedad afroamericana? ¿Acaso se tomó en cuenta todo
lo que Bill Cosby había hecho por su comunidad cuando lo declararon culpable?
Si Perkins fuera una blanca paloma nadie lo hubiese arrestado. Por supuesto que
era/es más fácil arrestar a una persona de color que a un blanco prominente y
poderoso, pero eso no lo exonera de sus actividades delictivas.
Cuando Mason y
Della solicitan los servicios de Drake este dice que no puede confiar en ellos
y Perry humildemente concuerda en que no son dignos de confianza. Esto es tan
estúpido como increíble. En medio de esa terrible Depresión, nadie iba rechazar
un empleo legal y regular por militancias que desaparecen cuando no hay comida
en la mesa familiar.
No sé qué sea más
irritante si la acusaciones de Drake o los remordimientos de Mason. No solo es
lo que ha hecho con Drake loque lo atormenta. Emily , su clienta de la primera
temporada, se ha suicidado y Perry carga esa culpa innecesaria sobre sus
hombros. El primer episodio lo trae borracho cayéndose de una motocicleta y
yendo a llorarle a Lupe porque ha convertido la casa de sus padres en un bar. No puedo tenerle lástima. Le remuerde la conciencia debido a culpas que
no le corresponden, pero no tiene empacho para envenenar innecesariamente a un
inocente perro.
El
detective-abogado llega sucio y sin afeitar a la corte y gana un caso de la
manera más truculenta y aplastante, irritando a Della quien se ha pasado noches
enteras preparando un alegato menos implacable, pero que no hubiese beneficiado
a su cliente. Y es que, durante este periodo, que trae a Mason en un purgatorio personal, es
Della quien se ha hecho cargo del bufete. Ella es quien ha contratado una
secretaria (china, por supuesto) quien
consigue clientes y los entrevista. Para ser francos, Della Street es la
protagonista esta temporada, y posiblemente el personaje más interesante y
mejor logrado.
Sabemos que es
importante, porque se cambia cuatro veces de vestuario en cada episodio. La humilde
secretaria del comienzo se ha vuelto una experta diplomática y mujer de
sociedad porque consigue clientes, e información sin dejar de ser una dama. Es
refinada tanto en una velada musical a la que acompaña a Hamilton Burger, como
en un match de boxeo donde la lleva Anita, su nueva conquista. Increíblemente elegante
es su primer encuentro con este espíritu libre inspirado por Anita Loos y eso
que tiene lugar en un tocador de señoras. Aunque un estándar de la ficción gay son
estos encuentros clandestinos en baños, aquí se la arreglan para hacerlo
glamoroso y sensual sin que intercambien ni un apretón de manos.
Si me detengo en
esta descripción porque es lo más claro en una oscurísima trama y tal vez lo
único agradable,. A pesar de que hay comentarios del público que desaprueban
que la recta Della le ponga los cuernos a Hazel. La famosa escena resultó un
reverso del cliché, no solo porque la tensión sexual fue intensa haciendo
innecesario un contacto físico, pero también porque como todo con el personaje de
Juliet Rylance, fue elegante. La ropa, la conversación llena de doublé
entendres y hasta la iluminación de las lamparitas del tocador con sus
pantallas rosadas.
Eso aporta más atmosfera de época que la banda sonora de
jazz callejero o las visiones de una Los Ángeles poco atractiva y oscura aun a
la luz del día. El problema de iluminación nos recuerda a City of Àngels con la que también comparte otra similitud:
el mal uso del tema latino.
Curioso porque
Tim van Patten se ha desligado de la dirección que ha caído en manos latinas:
la Latinx Nina López Corrado, productora de El Mentalista, el brasileño
Fernando Coímbra y mi compatriota Marily Rivas. Sin embargo, uno de los grandes
problemas de esta temporada está en el libreto que ha caído en manos de Jack
Amiel, autor de la infame The Knick.
Amiel y su equipo
han llevado a la pantalla latinos miserables, incapaces de hablar el idioma y
victimas del sistema. Aunque si bien es cierto que California tiene, hasta hoy,
un récord de abusos en contra de la población hispanoparlante (que estaba ahí
antes que los Anglos) cansa esta imagen de vagabundos siempre al borde de la
delincuencia. Si hasta en Wednesday se describe a la Abuela Addams como una
estafadora y a Tío Fester como un forajido fuera de la ley.
No soy la única
descontenta con el rumbo que ha tomado la serie. Gato Rafa anunció que, si no
se ponía mejor, más clara y específica, para el cuarto capitulo, la dejaba de ver. Mi hermano señaló que el
gran problema está en un argumento incoherente cuya primera misión parece ser
el espacio que ocupa cada actor en pantalla. Eso convierte a Perry Mason en una serie de viñetas, muchas
totalmente innecesarias que nos presentan personajes nuevos sin explicarnos su
importancia.
Para el tercer episodio sigo sin saber quién es Miss
Lawson o porque le reventaron la cabeza a Harry Goldstein. Lo único invariable de
este narración es que los ricos son sádicos perversos, que uno de ellos puede
haber matado a McCutcheon, y que los pobres son oprimidos y patéticos, el más
patético es , como siempre Perry Mason.
Contenido
Violento o Gory: Un factor
constante de la serie es que en cada episodio tendremos gore, sea un cadáver
con un balazo en el ojo al final del primero; Harry Goldstein con la cabeza prensada como
una uva en el siguiente; y en el
tercero, Lidell McCutcheon le rebana la cara a un imprudente que vino a
cobrarle una deuda .
Contenido
Sexual y Desnudos: Curiosamente
la woke Perry Mason tiene algo en común con las conservadoras series del
Oeste de Taylor Sheridan. No hay sexo gráfico y muy pocos desnudos. Cuando Catherine
Waterston, la nueva pareja de Perry va a su departamento por primera vez no los
vemos ni besarse. Tenemos que adivinar (como en una novela victoriana) que han
tenido un match en el ring de cuatro patas. En el próximo episodio los vemos en
paños menores, escena muy poco atractiva. A Della y Anita las vemos besarse—vestidas— con
las colinas angelinas de fondo y luego Juliet Rylance se levanta totalmente
desnuda de una cama para ir a encontrarse con su amante (ambas en bata) que
hace Huevos Rancheros en la cocina.
Factor
Feminista: Toda la serie se centra en Della, en su sentido común, su sentido de justicia,
su lado practico y el diplomático que le permite conseguir clientes y tratar
con ellos. Vemos también mujeres que surgen de la nada. Lupe que maneja su
propio negocio y que es la contraparte de las vulnerables mujeres Gallardo.
Anita, espíritu libre que supera convencionalismos
y tabúes para dedicarse a lo que le gusta, y la millonaria Camilla Nyrgard que ha llegado
alto sin necesidad de los hombres y que le señala a Della que no debería cargar
a un lastre como lo es el temperamental Perry Mason.
Factor
Diversidad: Mexicanos,
negros, lesbianas, sus historias ocupan mucho tiempo en pantalla ¿pero avanzan
realmente la trama? Hay una secretaria china que está ahí nada más que para
llenar la cuota de asiáticos en la serie.
Sometimes I wake up in the morning thinking what new wokismo will ruin the day ahead of me LOL Watching Eurosong semifinals last night, I puked out lunches from ten days ago - I just do not get the taste of these new times and it makes me sick. And then Lil Black Mermaid premiere yesterday.... pukeworthy..... Plus Facebook keeps pushing Queen Charlotte onto me on a daily basis, seems Shonda paid big buck for marketing.... ruins me day regularly whenever I see that abomination.... And the comments... my, my... you would not believe the idiocy.... someone wrote yesterday that her white portraits were a product of white race whitewashing the truth about her... took me a lot of strength not to go to the balcony and throw meself off it..... And then that vile racist actress from Charlotte, the old crone, who said "Royal family oh so white" while commenting on the coronation this weekend.... Why is not that evil bitch cancelled?
ResponderEliminarNetflix has thrown a lot of money in that cHarlotte garbage. including billboards in the street. Only ignoramuses fall for the story of a German Princess daughter and grandaughter of Germans to have African ancestry. I was witness to a fight in YT yesterday, when finally some idiot realized that having a Moorish ancestor didn't mean that fifteen generations after, her descendants would have "negroid"features, he jumped with 'she had other Back relatives". Really? Who? And they argue that hitorian and author Mario Valverde says. He is neither a historian nor has he authored books. He claims to be a "reseacher"" that's not enough to grant him credit since he has no sources to backup his outlandish claims.
EliminarAnd what do you say about the new historical Portuguese Brazilian drama that I posted about yesterday? That is your region of expertise :)
EliminarIf it is Brazilian then you can go ahead and watch it . They are the tops in Latin America when it comes to period drama. nO presentism and full attention to historical detail. iT is just that I'm so inmered in westerns this spring and probably summer, that i have no interest in anything else. I wonder who will show it in USA though
EliminarDesde FB de Rafael Ochoteco
ResponderEliminarSin comentarios. Me entristeció dejarla, pero no pasaba nada de nada...
Para Rafael Ochoteco Hiciste bien. Comenzó a moverse en el penultimo capítulo de manera tan acelerada que parecia que le habían editado escenas importantes y uno no entendía nada. En el afan wokista se sacrifican hasta los elementos más elementales de la narrativa.
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