Esta serie de
entradas nacen de tres inquietudes. Desde antes de venir a USA planeaba un
examen de las series de televisión juveniles y como habían variado con el
tiempo. Mi nueva fascinación con “Gossip Girl” me llevó al encuentro de un par
de series europeas que acusan la influencia de la mencionada fabula de nene
pobre y nenas ricas en la Manhattan del Tercer Milenio. Finalmente, me queda la
interrogante de si quizás las rebeldías, el ausentismo escolar y la
manipulación que nos ofrece Greta Thunberg son menos malos que esa cultura de
drogas, alcohol, y bullying que fomentan estas series dirigidas a la juventud.
¡Pobre Greta! Ser
elegida Persona del Año no le ha granjeado mucho cariño. Hasta el presidente
Trump le ha tuiteado que se vaya al cine con una amiga para calmarse. Greta
tiene millones de seguidores, ¿pero tendrá amigos? Su manera de militar con mensajes entre soberbios
e incoherentes, su rebeldía ante cualquier forma de autoridad y su agresivo
nivel de discurso no la hacen muy simpática. Sobre todo, porque muchos jóvenes
han transformado su angst adolescente en un seguimiento ciego de Greta
que predica que la escuela no es necesaria, que los padres pueden ser
manipulados y que los políticos (menos los de la China. Gretita nunca ataca al
país que mayormente contamina el mundo) deben ser llevados al paredón de
fusilamiento.
Sin embargo, si
les quitamos a los jóvenes modelos como Greta, que abraza causas justas como el
anti-consumismo y la protección del medio ambiente, ¿dónde van a
encontrarlos?Ciertamente no en el mundo
mediático y menos en los programas supuestamente dirigidos a un público
juvenil.
Los Peligros
del Upper East Side
El revuelo que ha provocado el reboot de “Gossip
Girl” me llevó a verme enteras las seis temporadas. En otro sitio hablé de los méritos de la serie de Times Warner,
eso no quita que su trama posea graves fallas como la fomentación del acoso
escolar, la glorificación del violador, y la incentivación de conductas como la
práctica desenfrenada del sexo seguro o inseguro y el consumo desmesurado de
alcohol y drogas.
“Gossip Girl” ha
sentado catedra. Me encuentro con esas mismas fallas (y ninguno de sus méritos)
en series del otro lado del Atlántico como la española “Elite” y la italiana “Baby”.
Aunque ambas son buenísimas, uno se pregunta qué mensaje pretenden impartir.
“Gossip Girl”
tiene lugar en la exclusiva Constance Billard una escuela de chicas que va
aparejada a la igualmente prestigiosa St. Jude donde estudian los varones de la
serie. La idea es que estos centros preparen el camino de sus mejores alumnos
para ir a las universidades de la Ivy League (mi escuela elite U.N.I. S. tenía
un programa, el InternationalBaccalaureate, que te permitía postular
a Oxford, Cambridge y a la Sorbona).
Es por esa razón
que el rockero fracasado Rufus Humphrey (Matthew Settle) se gasta lo que no
tiene para enviar a sus hijos Dan (Penn Badgley) y Jenny (Taylor Momsen) a esos
espacios aventajados. Ahí Dan y Jenny conocerán el bullying y la humillación sistemáticos.
Para salir del anonimato y compartir este paraíso lleno de serpientes ambos buscarán
caminos tortuosos.
La Feliz Familia Humphrey
Jenny acabará
siendo expulsada del paraíso por Blair Waldorf (Leighton Meester), una
jovencita insegura que adquiere confianza gracias su titilo de Queen Bee
que le permite sentar normas en su escuela y controlar y abusar de sus compañeras.
Dan, luego que su corazón es destrozado por la confundida y promiscua It Girl,
Serena van der Woodsen (y también por Blair) descubrirá un modo cruel, pero novedoso,
de bajar de sus pedestales a todos estos ídolos de barro que pululan por el
mundo de “Gossip Girl”.
Ídolos como el vacuo
Nate Archibald (Nace Crawford), cuyo único mérito parece residir en su físico
que atrae a mujeres de todas las edades; y el peligroso Chuck Bass (Ed
Westwick) que, a los dieciséis años, consume con la misma velocidad y apetito
tanto drogas como mujeres y que ya en el primer episodio se revela como un
cuasi violador. Ni hablar de la demente Georgina (Michelle Trachtberger) que
merece más ir a un psiquiátrico que a la escuela.
También
conoceremos a los padres, casi tan nefarios como sus hijos. Lily van der
Woodsen (Kelly Rutherford), bella, refinada pero tan implacable que ha enviado
a la cárcel a un hombre inocente acusándolo de haber violado a su hija. Su exmarido,
el Dr. Van der Woodsen (William Baldwin), un médico sin fronteras que inventa
un cáncer para destruir el nuevo matrimonio de su exmujer.
Lily se casó con Bart. La unión de dos padres terribles
Padre de Chuck,
es Bart Bass (Robert John Burke) el villano y estafador genio de la
construcción y de la industria hotelera. Al lado de él, el drogadicto y
estafador Capitán Archibald, padre de Nate, es un alumno de kindergarten. Y no
podemos olvidar a la exigente y dominante Eleanor Waldorf (Margaret Colin) que
controla a su hija con la misma mano de hierro con la que trata las modelos y
modistas que conforman su imperio de la moda.
Debido a que “Gossip
Girl” duró seis temporadas, la serie siguió los pasos de los alumnos después de
su graduación, a través de sus breves carreras universitarias, y sus búsquedas
de oficio en el mundo adulto. Baby” y “Elite”, con solo dos temporadas, se
concentran en la etapa de colegiales—por supuesto en acreditadas escuelas
privadas—de los protagonistas.
Prostitutas y Vendedores
de Droga
La italiana “Baby”
tiene lugar en Collodi, una afamada secundaria romana. Ahí llega Damiano Younes
(Riccardo Mandolini) que, a pesar de ser hijo de un embajador de un país árabe,
es tan despreciado y mirado con desconfianza como lo era Dan Humphrey en
“Gossip Girl”. Es que todos saben que Damiano es ilegitimo, que se crió con su
madre en un barrio pobre de Roma, y que, al morir en ella, fue reconocido y
recogido por su padre biológico, un hombre que ha formado otra familia.
Damiano es antisocial,
no se deja controlar por reglas escolares, y comete el gran gaffe de comenzar a
vender marihuana en su clase lo que lo molesta otros vendedores de la escuela, los
esnobs Niccolo (Lorenzo Zurzolo) y Brando (Mirko Trovato) que son peores que
Nate y sin el cache de Chuck Bass. Damiano, cada vez más alienado de su familia,
se mete en un negocio de droga mayor con Fiore (Giuseppe Maggio) y su primo
Saverio (Paolo Calabresi). Es ahí que descubre que la otra paria de su scuola
también trabaja para ellos, pero en el negocio de escorts/Call Girls.
Damiano
Ludovica (Alice
Pagani) es el personaje que más lástima me inspira. Sus padres también creyeron,
como Rufus Humphrey, que una educación elite le abriría las vías del éxito a su
hija. Ludovica detesta la escuela y está la detesta ella. Como en “Gossip Girl”,
su estatus de nueva/clase media la lleva a pasar humillaciones relacionadas con
videos.
Estas series nos muestran cuan fácil es
practicar el bullying cibernético en eras de redes sociales. Un video de Ludo
teniendo sexo oral con Brando circula por Collodi y la reputación de la chica
queda arruinada. Las madres prohíben a las hijas juntarse con la paria.
Ludo y Chiara la amistad de dos Call Girls
Ludo enfrenta
otros problemas. Sus padres se divorcian. El padre se casa otra vez y no quiere
pagar la colegiatura de Ludovica. La madre se gasta lo poco que gana con
chulos. Ludo, que por fin ha conseguido una amiga, no quiere que la expulsen
por no pagar. Su única solución es dedicarse al negocio de las señoritas de
alterne.
En ese negocio entra
Chiara (Benedetta Porcareli), mejor amiga de Ludo, que también tiene problemas
con sus padres y como Serena de “Gossip Girl”, ha caído en desgracia luego que
se hizo público que se acostaba con Niccolo, novio oficial de una compañera, y
hermano de Camila, la otrora mejor amiga de Chiara.
Gossip Girl a
la Española
Como ven, y a
pesar de que está inspirada en hechos reales, “Baby” le debe mucho en términos
de libreto a “Gossip Girl” aunque carezca del humor, chic y extraordinaria escenografía
de la serie de Times Warner. El caso de “Elite” es diferente, aunque se la ha
llamado “Gossip Girl a la española”. Ciertamente es más oscura, más realista,
más diversa, ¿más española? Juzguen ustedes.
En la San Esteban,
una escuelita de barrio ocurre un derrumbe. Hay heridos, hay que evacuar a los
estudiantes, un caos. Todo apunta que la culpable es la Constructora Nuniez
S.A. Para sacarse de encima la investigación y el ostracismo social, a Ventura Nuniez
(Ramón Esquinas) se le ocurre pagar las becas de tres alumnos de la San Esteban
que les permitirá estudiar en Las Encinas, colegio de elite donde van los hijos
del constructor y donde se preparan “los líderes del mañana”.
Los afortunados
son el loquillo Cristian (Miguel Hernán), un irreverente y extrovertido marginal
que ha venido a Las Encinas a buscar esposa rica porque ahí “¡las pibitas mean
colonia!”. El otro es el esforzado y discreto Samuel (Itzan Escamilla) que
podría calificar como el Dan Humphrey de Las Encinas si Dan fuese hijo de madre
soltera tarotista y tuviese un hermano preso. Como Dan, Samuel le hace al
camarero para poner plata en su bolsillo y se enamora de Marina Nuniez (María
Pedroza), que pudo ser la “It Girl” de Las Encinas hasta que la contagiaron de
SIDA. ¿No les dije que “Elite” era muy novedosa?
La última becada
es la más interesante. Una Hermione Granger étnica sin más magia que su
aplicación en los estudios y su capacidad de observar y reconocer las fallas de
la escuela, de una clase social vacía y de Occidente. Nadia Shanaa (Mina El
Hamanni) es palestina, criada en España, pero todavía reza cinco veces al día
mirando hacia La Meca. Eso no quita que sea la única del trio que ve en Las
Encinas una oportunidad para cumplir sus sueños de algún día trabajar para la ONU
como diplomática o traductora.
Nadia
Solo que, como Doña
Inés, Nadia verá su virtud, fe y valores tambalear ante Guzmán Nunies (Jaime
Bernandeau), que, aunque parezca ser el Don Juan de la escuela (y el Valmont
empujado a seducir a la virginal morita por su amante), tiene más decencia y corazón
que todos sus compañeros, maestros y de Las Encinas.
Darío Moreno y
Carlos Navarro (director de “Física o Química”) le han entrado al tropo de la escuela
elite, pero para variar han combinado la fábula de “Gossip Girl” con un esquema
a lo “How to Get Away with Murder”. Desde el primer episodio nos queda claro
que la trama es una serie de flashbacks, que ha ocurrido un asesinato dentro de
Las Encinas, que un personaje importante ha muerto y que todos los alumnos son
sospechosos. Eso le aporta una oscuridad y un realismo al tema que trasciende
los parámetros de la serie juvenil.
Aunque me estoy
gozando estas series, casi tanto como “Gossip Girl”, mi ojo de vieja nota algunas
pautas de comportamiento que parecen sentar modelos que no deberían ser emulados.
A diferencia de “Beverly Hills 90210”
que fue la madre del drama juvenil, aquí no hay critica ni del bully, ni del
violador, ni siquiera del uso de drogas, más bien se les glamoriza. Al final me
deja pensando si tal vez no será mejor para los jóvenes enarbolar la bandera de
Greta, no ir mas a la escuela, y convertirse en la voz de la conciencia de
quienes destruyen el medioambiente.
En mis próximos
blogs hablaremos más sobre estas series. Veremos si es verdad que ir a una
escuela exclusiva ayuda a ser una persona exitosa; revisaremos los mensajes
retorcidos de estas series tales como la glorificación de prostitutas
adolescentes y de los vendedores de drogas; y sondearemos el concepto del poder
femenino encerrado en jovencitas manipuladoras, misóginas e imitadoras de la
Marquesa de Merteuil.
¿Han visto
“Elite” o Baby”? ¿Qué les parecen? ¿En
que son o no son parecidas a Gossip Girl”?
En mi entrada
anterior señalé el fastidio que Peter Morgan siente por los Battenberg, pero de
todos ellos el que más detesta es el Príncipe Consorte. En la primera temporada
de “The Crown”, nos lo mostró como un vividor infiel; en la segunda, Felipe, fue un padre brutal; y ahora nos
presenta un fardo inútil que frenéticamente busca encontrarle relevancia a su
rol.
La
Conspiración de Morgan contra el Duque de Edimburgo
Después de la
publicación de su libro The Crown Dissected, Hugo Vickers se ha atrevido
a atacar el programa frontalmente en este artículo en The Daily Mirror. La preocupación del
experto en realeza y semi oficial biógrafo de la Familia Real es que el
programa presente velados mensajes antimonárquicos. Ni tan velados, Don Hugo.
Vickers nota la
agenda republicana en dos factores, uno es la cantidad de patrañas que incluye
el programa. Alarmante es que, según el biógrafo, han aparecido nuevos
documentales que se apoyan en “The Crown” como fuente de autoridad. Mayor razón
para desconfiar de los documentalistas cuya pereza mental con esto queda
confirmada.
El otro factor es
que, en la serie, aparte de Isabel, no parece haber en la Familia Real nadie
competente ni digno de confianza. Como dice Vickers, queda la impresión que una vez muerta la reina,
nadie podrá llenar sus zapatos y será hora de proclamar la república. Como
saben, hace rato que me quejo del anti-monarquismo y de las engañifas de Morgan,
pero donde más claro se nota su siniestro plan es en lo que respecta Felipe.
Tras exponerlo como
mal marido, mal padre y un inútil descontento con todo, ahora ya en su vejez
nos lo presentan como alguien que necesita un empleo, un hobby, algo que no lo
haga sentir tan anónimo. Por eso en “Bubbikins” lo vemos enfrascado en un
documental sobre la Familia Real. Toda la génesis de documental “Familia Real”
(Royal Family) es descrita como grotesca.
Según “The
Crown”, en 1967, el Duque de Edimburgo hace el loco en “Meet the Press”, un
programa de televisión estadounidense. Esto se entrecruza con la negativa del
gobierno laborista de subirle la mesada a los Windsor-Mountbatten. A Felipe se
le ocurre la brillante idea de que si pueden demostrar lo arduamente que
trabajan se vería con buenos ojos lo del aumento de sueldo.
La idea del Duque
es filmar un documental sobre la familia real así en famille, sin
tapujos, como si fuera un reality show. El único que cree que es una
gran idea es el pobre Príncipe Consorte. Su mayor crítica es Ana, su hija
predilecta. No sabemos lo que opinan los otros hijos porque no aparecen en el
documental.
Felipe está tan
obsesionado con el documental que se niega a rescatar a su madre en peligro de
la Junta de Coroneles que ha tomado el poder en Grecia. Por supuesto que el
documental es un fracaso. La prensa lo hace pedazos, sobre todo John Armstrong
un joven periodista de The Gurdián (¿cuándo no?) Interpretado por Colin
“Merlín” Morgan, Armstrong ha estado escribiendo lapidarios reportes sobre Los
Royals desde que Felipe metiera la pata em “Meet the Press”.
El Duque toma una
medida desesperada y concierta una entrevista entre Armstrong y Ana, la más “normal”
de la familia. Como si fuera una comedia romántica, Ana envía en su lugar a su sorda
y anciana abuela. Alicia se gana a Armstrong con su saga de ovarios
achicharrados (cierto) y electroshocks (falso). Conmovido por el artículo,
Felipe tiene una epifanía y se acerca a su madre a pedirle perdón. La reina
exige que se oculte el documental para que nunca más abochorne a la familia.
El Royal
Reality
¿Ok, cual es la
verdad? Felipe estuvo presente en “Meet
the Press”, pero eso ocurrió en noviembre de 1969, cinco meses después del
debut de “Royal Family” en la BBC. Nunca se planeó usar el documental para demostrar
lo trabajadores que eran en esa familia.
La idea no vino
de Felipe sino de su primo político, Lord Brabourne (yerno de Dickie Mountbatten.
Morgan perdió una excelente oportunidad de convertir esto en otro complot
Mountbatten) quien planeó el proyecto junto con William Heseltine, el nuevo
secretario de prensa de la casa Real
El plan era que, en ese mundo radical, contestatario,
hippie de 1969, el público viese el lado humano de la Reina Isabel y su familia.
A Felipe le encantó la idea, a la reina no tanto, a la Princess Royal no le
pareció para nada. Sin embargo, Isabel finalmente aceptó. Se contrató a Richard
Cawston para dirigirlo, a Michael Flanders para narrarlo y fue un esfuerzo
conjunto de la BBC y la ITV.
El documental
cubre los quehaceres de la Familia Real en su vida oficial y en su intimidad,
incluyendo el viaje a Chile en noviembre de 1968. En este programa aparecen la
soberana, su marido y todos sus hijos, al igual que Margarita y su familia. La
Princesa Alicia llevaba más de un año viviendo en casa de su nuera y no
apareció porque estaba ya muy delicada de salud.
Se esperaba que
el documental fuese un acompañamiento para la investidura del nuevo Príncipe de
Gales (que en este capítulo no aparece ni en pintura). La reina vio y aprobó el
programa un mes antes de este salir al aire. Ella y su marido solo tuvieron un
reparo, una escena en que accidentalmente Carlos golpea a su hermanito con la
cuerda de su cello, pero finalmente la incluyeron.
“Royal Family”
debutó en las pantallas de la BBC, en versión blanco y negro, el 21 de junio de
1969.Su sintonía fue altísima al igual
que la de su repetición una semana más tarde por ITV (en colores). De ahí pasó
a ser transmitida en Australia y en la America angloparlante.
Debido a que fue
ofrecida un sábado, The Guardian no se interesó en reseñarla. John
Armstrong nunca escribió ningún artículo porque John Armstrong nunca existió.
Los pocos periódicos que reseñaron el documental tuvieron reacciones mixtas. The
Times lo elogió, pero el crítico de cine, entonces empleado de la BBC,
Milton Shulman se quejó de que este programa trivializaba a La Corona.
En privado, Sir David Attenborough le dio su
visión de antropólogo a Richard Cawston: “Toda la institución depende de su mística y
del jefe tribal en su tienda. Si algún miembro de la tribu husmea dentro de la
tienda, entonces se daña todo el sistema de liderazgo tribal y la tribu se
desintegra”.
El público tuvo
reacciones igualmente diferentes. Hubo quienes odiaron el quiebre del protocolo
y la desaparición del velo del misterio que envuelve a la realeza (como el Doctor
Ernesto Medalla que se horrorizó al descubrir que la reina usa Tupperware).Otros gozaron con la cercanía a ese mundo privado.
Para quienes vimos “Victoria” es parecido a la reacción del pueblo cuando se “liquean”
bosquejos que muestran a la reina bañando a sus hijos.
La serie nos dice
que todas las reacciones fuero negativas y que la reina ordenó retirar el
reality de circulación. Por el contrario, el documental fue tan exhibido que
ese año Isabel lo usó como mensaje navideño. “Royal Family” siguió mostrándose
completo hasta 1972 en que la reina consideró juicioso guardarlo. Había tenido
su momento y había cumplido su propósito. En el futuro habría otras maneras
mediáticas para que la Familia Real llegase a su pueblo. A propósito, yo vi varios
clips en 1981, cuando para celebrar la boda de Carlos y Lady Di, la PBS los
pasó, también una pantomima escrita, actuada y dirigida por El Príncipe de
Gales.
Mostrar el
documental a) como un fracaso total y b) como un proyecto desatinado que solo
puede salir de la afiebrada mente de un Felipe empeñado en demostrar su relevancia
es totalmente falso.
Felipe al
Borde del Ataque de Nervios
Sin embargo, esa desesperación
es un leitmotiv de esta temporada. En “Coup” vemos a Felipe lleno de celos e
inseguridades por un viaje de su mujer y Porchey. Como les he dicho, ese viaje
no tuvo lugar por lo que me horroriza que haya reseñadores que leen entre
líneas y creen que la serie insinúa que el viaje fue una excusa para que Isabel
y su caballerizo se revolcaran en el pasto azul de Kentucky. ¿En una serie que
nos muestra gente desnuda y encamada, creen que serían tan sutiles para
hacernos creer que hay un affaire entre un par de amigos que se la pasan viendo
caballos y comiendo?
El caso es que
Felipe si lo cree porque según Morgan en ese tiempo Felipe era presa de
inseguridades, y tuvo una crisis típica de los que alcanzan el climaterio en
que cuestionaba su vida, logros y decisiones. Según la historiadora y biógrafa
de la realeza Sally Bedell Smith , dicha en una entrevista telefónica conla NBC, eso es imposible. “Él siempre ha sido seguro y dotado de
confianza en sí mismo”.
Felipe por entonces no solo tenía muchos hobbies
y proyectos, además en 1969 acababa de meterse en uno nuevo en contra de la
contaminación ambiental. Estaba demasiado ocupado para andar inmerso en
problemas metafísicos. Puede que se haya interesado desde el punto científico-tecnológico
en el alunizaje, pero de ahí a volverse un fanboy idolatra…es que dio vergüenza
ajena.
Un hombre que
peleó una guerra mundial en dos frentes, que desde la infancia conoció gente
importante y poderosa, y que ha visitado las junglas de Nueva Guinea y los
hielos de la Antártica no puede caer en esas extravagancias de colegiala o
groupie. Ni menos creer que el trio de astronautas—dos de ellos militares
de carrera—se hubieran metamorfoseado en dioses nada más que por caminar en la luna.
Neil Armstrong,
Buzz Aldrin y Michael Collins fueron de visita a Buckingham Palace. Estaban
acatarrados, Armstrong tosió en la cara de la reina, Collins se cayó por las
escaleras, pero no hubo reunión privada para que Felipe se desilusionara con
sus ídolos. Si la hubiese habido, Aldrin le hubiese contado que es el único
hombre en el universo que ha comulgado en tierras selenitas. Un presbiteriano
devoto, el Coronel Aldrin solicitó permiso de su pastor para portar una hostia al
espacio y tomó la comunión una vez que había pisado la luna.
La reina y los astronautas
Todo el episodio
fue grotesco desde Felipe arriesgando su vida y la de su copiloto para jugar con
su avioncito hasta la arrogancia insolente con la que el Duque se dirige al
grupo de clérigos amparados por el Deán Woods. Como dicen los créditos finales,
el Príncipe Felipe y el Deán fueron amigos de toda la vida y fundaron juntos La
Casa St. George, un espacio de retiro
para pastores en crisis. Solo que tanto la fundación de St. George como la
amistad entre ambos individuos data de 1966. Entonces no había necesidad de
mostrar que Felipe también sufría de una crisis espiritual nacida de la muerte
de su madre y del envejecimiento.
La reina y Robin Woods
Curiosamente hubo
un momento en que Felipe tuvo sus problemas con la Iglesia de Inglaterra de la
cual su esposa es cabeza. En 1964, tuvo lugar la confirmación del príncipe
Carlos. Felipe consideraba que Carlos, de 16 años, era demasiado joven. Carlos
no opinaba lo mismo. Por una vez su madre lo apoyó y en su auxilio vino el arzobispo
de Canterbury. Para demostrar su descontento, durante la ceremonia, el Duque sostuvo
el libro de oraciones en alto como escudándolo de un espectáculo que lo
disgustaba. ¿Y después se preguntan de donde Andrés salió tan payaso y Carlos
tan teatrero?
Fue Robin Woods,
que en ese año había sido nombrado Deán de la Catedral de Windsor, quien se encargó de ofrecer apoyo espiritual
al Príncipe Consorte. Cuando Woods le habló de su proyecto de ofrecer
asistencia espiritual a clérigos cansados, Felipe lo vio como parte de un hogar
físico. El mismo ayudó a renovar y reconstruir algunos edificios antiguos que
todavía existían en total abandono en Windsor. Así se creó la Casa San Jorge. Felipe
recaudó fondos para su creación y dio el discurso inaugural en 1966, que género
un debate sobre el tema “¿qué espera la nación de sus iglesias?”.
A través de su vida
madura, Felipe ha sido guiado por esta fe renovada. Escribió un libro en 1982
sobre el tema (A Question of Balance). En 1986 convocó a un simposio de clérigos
de diferentes religiones para reunirse en Asís, bajo la egida de San Francisco,
para debatir sobre los vínculos ente la fe y el medioambiente. Las campañas
ecológicas emprendidas por el Duque de Edimburgo también nacen de su lado
espiritual.
Este aspecto del Príncipe
Consorte siempre me ha parecido fantástico, admirable y hasta atractivo, pero
entiendo que en el 2019 no se puede incluir en un programa de Netflix. Por eso
Morgan, que de espiritual tiene menos que una lombriz solitaria, convierte esta
búsqueda de aliento religioso en una manifestación de alguien que ya necesita
de Viagra.
En su afán por
demostrar la inutilidad de la monarquía, Morgan encuentra otra cabeza de turco
en Lord Mountbatten, a quien, desde la primera temporada, se la tenía jurada.
Es verdad que Dickie Mountbatten tuvo conocimiento de un posible golpe de
estado el ’67, pero la realidad nuevamente choca con los delirios morganianos. ¿Qué
hay de verdad en “Coup” y que motivos tiene Morgan para no querer a los
Battemberg, llámense Felipe o Dickie?
Voy a hacer algo
diferente esta vez. Voy a comenzar por lo mejor de “Coup”, para seguir con lo
que realmente sucedió. De ahí pasaré a una teoría sobre los motivos de Morgan para
destruir a cientos personajes que históricamente han sido venerados (la Queen
Mom es un gran ejemplo).
Lo Mejor
1)Obviamente
la escena romántica entre Isabel y Felipe al final. Buena idea resucitar a
Porchey para que Felipe se ponga un poco celoso, pero (demostrando madurez) enfrenta
sus celos de la mejor manera con avances sexuales que la reina recibe muy
contenta. Esa escena final de Felipe por el pasillo, con sonrisa de oreja a oreja,
hizo que Tobías Menzies se viese como el Duque de Edimburgo en ese entonces, o
por lo menos se consiguió un parecido con el Duque que yo recuerdo (su sonrisa
era genial).
2)Charles Dance como Lord Mountbatten. Mas allá de todas las semejanzas con Tywin
Lannister, este episodio me recordó porque mi corazón se iba en taquicardias
por ‘él en Los 80. Ha envejecido muy bien. Y su actuación estuvo fantástica.
Muchos ya lo quieren interpretando a Felipe en la recta final de “The Crown”.
3)The Road to Mandalay esaescena de Lord Mountbatten en la Asociación de la Estrella de
Birmania (Burma Star) me conmovió. Soy un poco sentimental con estos encuentros
de viejos soldados. El tema de los veteranos es siempre tema de hoy y la Campaña
de Birmania, tremenda de sangrienta, es uno de los episodios olvidados de la segunda
Guerra Mundial. Pocos saben que fue el gran momento de gloria de Lord
Mountbatten (cuyo título nobiliario fue Conde Mountbatten de Birmania), que duró
dos años comenzando en el Arakan, en la frontera hindú, hasta llegar a Rangún.
Ahí incluso pelearon chinos y estadounidenses (como el padre de Steven Spielberg)
y murieron soldados de todos los colores y clases sociales (como el Marqués de
Duferin y Ava). También me conmueve siempre escuchar a Kipling. Después de Yeats
es mi poeta favorito en idioma inglés, y hoy está tan despreciado como Margaret
Mitchell por la Policía de la Corrección Política.
Dickie Mountbatten y el Famoso ‘Golpe de Estado
Los gobiernos de
Harold Wilson fueron tremendamente impopulares. A pesar de sus muchos logros
sociales su política económica incomodó a diversas facciones. Tanto derecha
como el pueblo lo culpaban de la inflación, del alza de impuestos, de la devaluación
de la moneda, etc. Durante ese tiempo, hubo muchas protestas públicas y, según
el primer ministro, varios complots para sacarlo del poder.
A pesar de que
Wilson sospechaba que sus enemigos estaban en MI5 donde se creía a pie
juntillas que el primer ministro era agente soviético, a la histérica de Marcia
Williams (secretaria política y posible amante de Wilson) se le había metido en
la cabeza que el complot vendría liderado por Dickie Mountbatten. Cada vez que
le venía una pataleta a la futura Lady Falkander (muy socialista, pero luchó
con uñas y dientes para que la hicieran baronesa) corría a contarles a los
periodistas de sus sospechas. Por eso esta conspiración era de dominio público.
Sinead Matthews como Marcia Williams
Esta es la
versión pública y oficial basada en lo contado por Hugo Cudlipp, un periodista
gales y editor del Daily Mirror. En su libro Walking on Water,
escrito tres años antes del asesinato de Mountbatten, Cudlipp narra como Cecil
King dueño del Daily Mirror comenzó a planear un coup en contra de
Wilson.
King deseaba que
el movimiento fuese liderado por una figura carismática y reconocida como la de
Lord Mountbatten. El primer acercamiento fue en la Asociación de la Estrella de
Birmania. Luego, Dickie invitó a Cudlipp a su residencia de Broadlands.
Se decidió que Mountbatten
se encontraría con King en determinada fecha para dar una respuesta. Lord
Mountbatten llegó a la reunión en compañía de Sir Solly Zuckerman, consejero
del gobierno en asuntos científicos. Cuándo King acabó de detallar sus planes,
Mountbatten le preguntó a Zuckerman: “¿qué opinas de esto, Solly?” Sir Solly
respondió que el plan le parecía “rancia traición”. Que él no quería involucrarse,
“Y tu tampoco, Dickie”. Cn eso se dio por terminada cualquier posibilidad de que
Lord Mountbatten participase en este endeble coup d’etat.
Titular del Daily Mirror en contra de Harold Wilson
Pero cuando el
rio suena… En 1997, el ex funcionario de MI5, Peter Wright, en su libro
Spycatcher aseguró que existió una conspiración fraguada por MI5 de la cual
King era agente y que Mountbatten estuvo involucrado.Pero en el 2006, la BBC hizo un documental
sobre otro supuesto golpe de estado, liderado por Dickie y que casi ocurrió en Los
70 durante el segundo (e igualmente caótico en términos económicos) mandato de Wilson.
Según el documental
“The Plot Against Harold Wilson”, este complot estaba compuesto por
funcionarios de MI5, oficiales de las fuerzas armadas y “ejércitos
privados”.Este documental combinado con
los ataques histéricos de Marcia William que cuando el ejercito ocupó Heathrow
en 1974, por miedo a un ataque del IRA, lo percibió como un ensayo del coup,
ayudó a despertar de nuevo estos rumores.
Tanto rumor demandó
la aparición de una historia oficial sobre MI5. Publicada en el 2006, The Defense
of the Realm de Christopher Andrew, condensa el resultado de investigaciones oficiales (secretas)
y demuestra que tal conspiración nunca fue algo concreto sino un plan
descabellado de algunos malcontentos en la agencia, gente de extrema derecha como
Peter Wright que además era rencoroso, vengativo y malicioso.
Sin embargo, en
su cacareada biografía de Dickie, The Mountbatten, Their Lives and Loves,
publicada este año, Andrew Lownie resucita viejos mitos sobre Mountbatten como
su pedofilia (que puede ser cierto) y su afición a las conspiraciones. Lo
chistoso es que para afirmar lo último no aporta ninguna prueba. Nos sale
conque todo el material referente al golpe de estado “ha desaparecido”. ¿No
será que nunca existió?
Peter Morgan le
compró la pomada a Lownie para crear un espectáculo alrededor de la figura de Mountbatten,
al que, sin embargo, no deja tan mal parado. Como siempre su cuento se basa en
verdades escritas en papel mojado y agujereado.
¿Héroe o
Villano?
Yo crecí con una
imagen— quizás tan frágil como la de la serie— de Dickie Mountbatten
como un gran héroe, el hombre obligado a encargarse de una India que ya no quería
seguir siendo La Joya de la Corona; el apto estratega de la Campaña de Birmania;
y, por supuesto, el valeroso marino interpretado por Sir Noel Coward en “In Which
We Serve”. Por eso lloré cuando supe que había muerto asesinado.
Sir Noel Coward en "In Which We Serve"
Para los 90, la visión
de Dickie Mountbatten era menos rosácea. Los canadienses lo acusaban de haber
orquestado el trágico y fallido Desembarco de Dieppe; los conservadores lo
acusaban de haber perdido la India; Philip Zeigler en su biografía fue el
primero en mencionar públicamente la venalidad y posible bisexualidad de Lord
Mountbatten (tema que hoy no escandaliza a nadie).
Gillian Armstrong y Hugh Bonneville como Los Mountbatten en "La Casa del Virrey".
El consenso era
que Dickie había sido ambicioso, mentiroso, vanidoso y tan retorcido que El
Mariscal de Campo Sir Gerald Temple le espetó en la cara “¡Dickie, eres tan
retorcido que si te tragas un clavo cagas un sacacorchos!” Aun así, no creo que
estuviese tan involucrado en conspiraciones como lo pinta “The Crown”.
Por empezar, Dickie
Mountbatten tenía fama de liberal y progresista. Segundo, él tenía claro que este complot era
traición. En “The Crown” nos hacen creer que su participación en el golpe sería
por venganza puesto que Wilson lo despidió. Hacía dos años que Dickie se había
retirado y por su propio pie.¿Y que eso
de “convencer a la reina”? ¿Por qué ella habría de secundar un plan sin pies ni
cabeza? Lo peor es que la serie da a entender que la conspiración estaba en
marcha. Algo que nunca sucedió.
Una de las
escenas que más me exasperan es la de la llamada de Wilson a la reina en sus
vacaciones en Kentucky.Isabel no pisó
un establo estadounidense sino hasta 1969. ¿Luego, porque Wilson iba exigirle
que regresara y metiera al Tío Dickie en cintura? ¿Y esa pavada de que el pueblo
quiere expulsar a la reina de su trono y solo Wilson lo impide? Aparte de que
sonó a chantaje/amenaza, es una burrada.
Todas las
noticias indican que la gente está harta de Wilson, no de la reina. A mí me arruinan
el mejor día de mi vida con una impertinencia semejante, ya rapidito estoy
llamando al Tío Dickie para que le ponga una bala ente los ojos al impertinente
socialista.
Después, ¿qué es
eso de que el Wilson ha estado protegiendo a Isabel? Si todos los problemas que
le caen a la pobre reina y su familia nacen de la Peña Wilson capitaneada por
la alocada Marcia Williams. Pero la reina corre a Londres, le lanza un discursete
a Mountbatten sobre democracia y termina afirmando que el deber de la Corona es
hacer NADA. ¿Queee?
En el capítulo 3 se criticó a la reina por no
hacer NADA respecto a la tragedia de Aperfan. Felipe hizo ese documental chambón
para pedir un domingo más gordito porque es mentira que la Familia Real sean
unos perezosos que no hacen NADA por el país. Aparte que impedir que ocurra un
golpe de estado es hacer ALGO, no es hacer NADA. Quisiera que Morgan organizase
sus ideas un poquito.
La Reina manda a
Lord Mountbatten a visitar a su hermana (algo que Dickie hizo a menudo hasta la
muerte de Alicia). Aunque la conversación es encantadora y sirve para resaltar
el talento de Charles Dance y de Jane Lapotaire, está llena de incorreciones
que se salen de la personalidad tanto de Alicia como la de su hermano.
No me gusta que
digan que los viejos están obsoletos (algunos sí, pero sin generalizar). Me
molesta más que sea un viejo el que lo diga. Yo conozco ochenteros agiles de
cuerpo y mente y aunque no les aconsejaría planear conspiraciones, me parece
justo que se mantengan activos y hagan oír y valer su opinión.
En 1967, Alicia
estaba a dos años de su muerte y enferma. Es posible imaginarnos que estaría más
interesada en el Otro Mundo que en este. Pero no creo que alguien que aun
demente escribía constituciones y que aun a riesgo de su vida, ocultaba
fugitivos iba a salir con “¿a quién le importa?” Menos decírselo a Dickie que a los 67 años
todavía se sentía y era relevante.
¡Abajo con los
Mountbatten!
Morgan pone en
boca de la monja-princesa una palabra muy fea. Mongrel es como se llama
en inglés a los perros que no son de raza, lo que en Chile conocemos como “quiltros”.
Como no creo en superioridad racial canina (menos en la humana) el término me
es ofensivo. “Mongrel” en alemán es mischlinge y los nazis lo usaban
para definir a gente con dos abuelos judíos (como Servidora). Luego Alicia
insinúa que los Battenberg son gente sin país. Tanto “mongrel” como apátrida
son palabras adjudicadas a los judíos por sus enemigos.
Por un lado, es
inconcebible que Alicia se expresará en términos tan despectivos de su familia.
Segundo tanto ella como su hermano nacieron en Inglaterra, emparentados con la casa
Real Británica, hablaron inglés toda la vida. Dickie sirvió honrosamente en la
marina británica en dos guerras. ¿Si no eran ingleses, que eran?
Morgan sigue ese
juego de temporadas anteriores de demostrar que Felipe de Edimburgo es un
elemento foráneo y perturbador en una casa real que ya en si es bastante
alemana. Pero el racismo morganiano es aberrante sobre todo viendo que su madre
era una católica polaca que huyó del comunismo y su padre un judío alemán que huyó
del nazismo. ¿Morgan percibe a sus padres como mongrels y apátridas? ¿Qué es el
entonces, que, después de todo, se casó con una princesa austriaca con la que
tuvo cinco hijos?
Creo que voy
entendiendo lo que busca Morgan. Ya sabemos que es antimonárquico; es evidente
que le tiene fastidio a la Reina Isabel y desprecia al Príncipe Consorte. Sin
embargo, le apuesta sus chauchas al Príncipe de Gales. Cree que será mejor rey
que su madre (WTF?).
Para hacerle la
campaña a Carlitos, Morgan debe desasociarlo de todo elemento negativo. Por eso
nos lo ha mostrado como la victima de negligencia materna y brutalidad paterna
y este año nos lo muestra como el enamorado cuyo corazón es roto por su
familia. Como la biografía de Lownie hasta mí me ha convencido que Dickie
Mountbatten tenía hábitos pedófilos es necesario borrar esa impresión de toda
una vida que Carlos lo veía como su mentor y el abuelo que nunca tuvo.
Príncipe Carlos y el Tío Dickie
Pero como siempre, Morgan ejerce la sutileza
del elefante, y desemboca en un mensaje ambiguo. En la serie Lord Mountbatten
fue un traidor, pero sus motivos eran nobles y legítimos. Un poco como el Duque
de Buckingham que Charles Dance interpretó en “Enrique VIII”.
Lo triste es que,
si hay pruebas de la pedofilia, pero no de la traición y los Battemberg son tan
británicos y patriotas como los Saxe-Coburgo disfrazados de Windsor. Ahora si
Morgan no lo cree así... En la próxima entrada veremos cómo ridiculiza a Felipe
mostrándolo como un elemento irrelevante y más encima obsesivo. ¿Solo por
llamarse Battenberg? Perdón, Mountbatten.
En mi primera
entrada los llevé a conocer a la princesa Alicia de Battemberg desde su cuna
hasta sus exiliados 45 años. La dejamos colapsada por tanta experiencia traumática
y en manos de sus peores verdugos, la orden inquisitorial de médicos
psiquiatras. Ahora conoceremos su ordalía, veremos el largo camino para
recuperar su cordura y a su familia y la alabaremos como una benefactora del
prójimo.
Taquicardias y
Ataques de Pánico
Estando encerrada
en Bellevue, un manicomio suizo, a Alicia se le ocurrió redactar un par de
documentos. Uno fue una nueva constitución para Grecia. El otro un artículo
sobe su vida en el sanatorio que envió al Daily News y que su madre, Victoria,
alcanzó a detener. Lo curioso es que ambos trabajos denotaban haber sido
redactados por una mente organizada y lógica.
Fue en mayo 1931 que
ocurrió un incidente que representó un retroceso en la curación de la paciente.
Desde su cirugía, Alicia sufría de fuertes taquicardias. Se le había ocurrido
que tenía una seria aflicción cardiaca y que estaba cercana a la muerte. Comenzó
a regalar sus posesiones y a expresarse de manera mórbida sobre su cercano
final. A pesar de ese comportamiento, se le otorgó permiso para pasar unos días
en un hotel de Lucerna con acompañantes.
Estando allá la
princesa presentó un cuadro agitado, se puso histérica e intentó lanzarse por
un balcón. Esa fue la versión de los hechos que le llegó al Dr. Binswanger.
Combinado con la reciente obsesión con la muerte de Alicia, se dedujo que
sufría de manías suicidas. Yo no lo veo así.
Alicia fue presa
de un ataque de pánico. Yo los he sufrido desde mi menopausia. Mi Ma los sufrió
por años después de su histerectomía. El ataque de pánico suele ser provocado
por taquicardias y estas por algo tan simple como gases estomacales. Los gases,
taquicardias, y ataques de pánico son comunes durante la menopausia y en las
mujeres que, como mi madre y Alicia, han sufrido histerectomías. El peor
aspecto de un ataque de pánico es que si no se le ataja puede devenir en un
ataque similar al asmático cuando los músculos de la garganta se cierran. Yo lo
he sufrido y recuerdo a mi madre ante una ventana arañándose la nariz para
poder respirar mejor.
Desconociendo
estos síntomas, las enfermeras pueden haber aumentado el ataque con sus
esfuerzos por calmarlo. El que Alicia hubiese buscado aire en el balcón pudo
ser malinterpretado por un intento de suicidio. El hecho es que se le quitaron
privilegios, se la vigiló más de cerca y se la creyó más loca que lo que
estaba.
Para colmo, ante
las exigencias de la princesa de ser dada de alta, el exasperado Binswanger le
dijo la verdad. Aunque los médicos la considerasen cuerda no podían darla de
alta. Al haber sido internada por su madre, solo Victoria podía liberarla. Este
fue un golpe terrible para Alicia quien nunca perdonaría la traición de su
madre.
Huida y
Liberación
Desde ese
momento, Alicia comenzó a tener una relación más reservada con su familia y se instaló
en su cabeza un plan de huida. Cuando se le prohibió ir a pasar una temporada
con su hija Dolla en Baden y cuando Victoria interceptó una carta de Alicia
dirigida al cónsul británico solicitando su ayuda, la princesa decidió cortar
por lo sano.
Una noche,
simplemente saltó desde su ventana, cayó en un amasijo de flores y emprendió el
camino hasta la estación más cercana. Su huida fue impedida cuando estaba a
punto de abordar un tren. El Dr. Binswargen que pasaba por una racha de mala salud,
se dio por vencido. Le comunicó a Victoria que no se sentía capaz de controlar
a una mujer tan intrépida.
Médicos y
parientes cercanos a Victoria le aconsejaron encerrar a Alicia en otro
manicomio de lujo, en Nyon, donde estuviera internada Zelda Fitzgerald. Por una
vez Victoria confió en sus instintos de madre. Tras consultar con la Reina de
Italia, envió a su hija a Merano, en el Tirol italiano. El nuevo sitio era muy
diferente a Bellevue. No había médicos ni enfermeras de uniforme y Alicia
gozaba de mucha más libertad.
No hay que pensar
que Alicia era una paciente perfecta o que era cuerda los siete días de la
semana. En sus horas más oscuras llegó a abofetear a Binswargen y a hacer
trizas las fotos de su nieto mayor. Aun en su periodo de recuperación golpeó a
una camarera y había días en que lloraba o se aislaba de la gente. Pero era
obvio que, aunque excéntrica, Alicia estaba casi curada. Había que pensar donde
se instalaría y con quien.
Alicia tenía respuestas
para ambas interrogantes. Tras dos años y medio de encierro, sabía que su familia,
avergonzada de ella, la había abandonado. Aunque volvió a ver a sus hijos—para
entonces Felipe era un extraño para ella y viceversa— decidió que nunca más
les acarrearía una vergüenza. Como dice Hugo Vickers, Alicia “renunció a su
derecho a ser madre”.
Alicia se volvió
una princesa errante gravitando de Italia a Suiza (Basilea) y luego a Alemania.
A falta de familia tenía nuevos y leales amigos. El Conde von Hardenberg,
tesorero de la Familia de Hesse, se convirtió en su administrador financiero y
amigo. En Alemania, Alicia hizo amistad con Reinhold Markowitz y su familia.
Los Markowitz eran antinazis y algo influyeron en la psiquis de Alicia para
convertirla, a diferencia de sus hijas y otros parientes, en alguien que no
veía con buenos ojos lo que ocurría en Alemania.
Los 30 fueron una
serie de tragedias para la princesa que ante la sorpresa de todos supo
sobreponerse a ellas y dar muestras de su entereza y sensatez. La primera fue
la terrible muerte de Cecilia y sus hijos en 1935. En otro lado he hablado de
las viles mentiras que “The Crown” inventa alrededor de ese hecho. Lo único
cierto es que el entierro fue la oportunidad para Alicia de encontrarse con su
marido tras casi seis años de separación, solo para constatar que no había
ninguna posibilidad de reconciliación.
Andres, Dickie y Alicia segun Morgan
En la serie nos
muestran una Alicia confusa que no reconoce a Felipe. Totalmente ridículo, por
ese entonces Felipe pasaba mucho tiempo con su madre. En cuanto a la confusión,
ante el asombro de su familia, la muerte de Cecilia “curó” a Alicia. Los
médicos hablarían de que el shock de perder a su hija y nietos había
esclarecido la mente de la paciente. Además, en Alemania encontró un médico que al
tratar sus gases acabó con sus taquicardias y ataques de pánico
En "The Crown" Alicia no reconoce a sus hijo
Nunca más Alicia
volvió a mostrar síntomas de desequilibrio. Ni ante la muerte de su hermano, el
Marques de Milford Haven ocurrida en 1936, ni por el fallecimiento, provocado
por una meningitis, de la pequeña Johanna, la única hija sobreviviente de Cecilia.
A fines de Los
30, Alicia tenía un objetivo: retornar a
Grecia y ocuparse de que Felipe comenzase a portarse como un príncipe griego.
En 1938, Alicia tomó un departamento en Atenas y le escribió a su hijo manifestándole
el deseo de que viniese a vivir con ella. Fue Dickie Mountbatten, quien ahora
estaba a cargo de su sobrino, el que negó el permiso. Su deseo era que Felipe
estudiase en la Academia Naval de Darthmouth.
Aun así, Felipe
fue a pasar sus vacaciones de verano con su madre en 1939. Ahí lo encontró la
invasión de Polonia y subsecuente declaración de guerra del Reino Unido. Felipe
encaraba un dilema. ¿Debía quedarse en la corte griega de la cual era miembro o
volver a Inglaterra? La solución le llegó con una orden del Rey Jorge VI de Inglaterra
quien le exigió que se incorporara la matina británica en la cual Felipe servía
como cadete. Esto implicó otra separación de años entre madre e hijo.
En la Atenas
Ocupada
En 1941, Alemania
invadió Grecia. La Familia Real huyó a Sudáfrica. Las únicas en permanecer en
Atenas fueron Elena, viuda del Príncipe Nicolas de Grecia, y Alicia. Elena,
nacida Romanov, no tenía problemas con las nuevas autoridades. A pesar de su
sangre alemana, Alicia se sentía inglesa de nacimiento y griega por matrimonio.
Cuenta la leyenda que al visitarla un general de la Wehrmacht le preguntó que
podía hacer por ella, la resuelta princesa respondió “saque a sus tropas de mi
país”.
Elena Vladimirovna, viuda de Nicolás de Grecia
Lo primero que
hizo Alicia después de la ocupación, fue preocuparse de su país. Cortados de
suministros los atenienses, sobre todo los más pobres, estaban muriéndose de
hambre. Alicia se arremangó las mangas y se puso en campaña para alimentarlos.
Creó cocinas
populares para servir sopa a los menesterosos. Organizó grupos de enfermeras, recogió
niños huérfanos o abandonados. Trabajó con el Comité Vanderbilt que estaba costeando
barcos turcos para traer alimentos a Grecia y con la Cruz Roja Americana.
Obtuvo permiso de los alemanes para viajar a Suecia con la excusa de visitar a
su hermana, la reina Luisa. La verdadera razón era para facilitar la llegada a
Grecia de comida y medicina enviadas por la Cruz Roja Griega en el exilio.
En medio de tanta
actividad, y de la preocupación por su hermano e hijo (ambos servían en la marina
inglesa) Alicia también debía pensar en cómo alimentarse ella. Un club al cual había
pertenecido su esposo le enviaba el almuerzo, pero sin alimentos el almuerzo
era cada vez más pequeño.
Alicia se mantenía
gracias a paquetes de comida que le hacía llegar la Reina Luisa de Suecia y la
Reina Helena de Rumania. En 1942, algunos terratenientes amigos le suministraron
verduras. Lo cierto es que Alicia bajó 27 libras en el primer año de la ocupación.
En una de las pocas cartas que le hizo llegar a su hijo en 1942, le cuenta que
de tanto trabajo ha colapsado y ha debido tomar descanso en una granja, pero le
asegura que no ha vuelto a subir de peso.
Alicia pudo vivir
en relativa tranquilidad los primeros años de la guerra debido a que Atenas
quedó bajo la ocupación italiana. Tras la caída del Duce en 1943, Atenas y toda
su población estuvieron a merced del ejército alemán, de la Gestapo y de las SS
que inmediatamente comenzaron a arrestar judíos. Fue entonces que la familia de
Haimakin Cohen decidió buscar la ayuda de la princesa Alice. Cohen, quien había
fallecido a comienzos del 43, había sido miembro del parlamento griego y
cercano a la familia real. Su muerte había dejado viuda a Rachel (que era
ciudadana británica). Ella y sus hijos ahora estaban en peligro.
Alce estaba viviendo
en una casa de tres pisos que había pertenecido al rey Jorge. Tenía un par de
ciados, además de Popoulos. Ahí es donde invitó a vivir a Rachel y a su hija Tilde.
Poco después se les uniría Michel, el más pequeño de la familia. Con ellos amparados,
los hijos mayores huyeron a Turquía y de ahí a Egipto donde se unieron a las Fuerzas
Griegas Libres. Recientemente Kathy Kacer ha publicado un libro para niños titulado The Brave Princess and Me (La valiente princesa y yo) escrito desde el punto de vsta de Tilde.
Ilistración de The Brave Princess and Me"
Mucha gente
cuando me interroga sobre el Holocausto me pregunta por qué no hubo más
rescatistas. Mi respuesta es una de admiración por los muchos que ayudaron a
judíos en la Europa Ocupada. La tarea era difícil y peligrosa. Los Nazis castigaban
duramente a quienes se atrevían a dar refugio a judíos, o se les ejecutaba
inmediatamente o se les enviaban a campos de concentración donde les esperaban
muertes más lentas y dolorosas. Ni la nobleza ni la realeza estaban libres del
castigo nazi. La Princesa Mafalda, hija del Rey de Italia, murió en Buchenwald,
y ni su status diplomático impidió que la millonaria chilena Maria Edwards McClure
fuese interrogada y torturada por la Gestapo por esconder niños judíos en
Paris.
Para explicar la
presencia de Rachel y de sus hijos a los criados, Alicia inventó que la Viuda
Cohen era una antigua institutriz de sus hijos, que, aunque suiza, les temía a
los alemanes. Aun así, la Gestapo sospechaba de la Princesa y ella recibió
muchas visitas molestas durante el año en que ocultó a los Cohen.
Ilustracion de The Brave Princess and Me
Para deshacerse
de los agentes, la princesa exageraba su sordera hasta que ellos se marchaban
exasperados. Los Cohen recordarían más tarde la hospitalidad de la princesa, su
cariño y simpatía. A Alicia, siempre interesada en la religión, le encantaba
sostener largas conversaciones con Rachel sobre judaísmo.
Alicia, nunca sintió que lo que había hecho tenía
importancia. Se molestó incluso cuando Jaques Cohen más tarde intentó
agradecerle. Nunca habló de lo ocurrido con su familia. Serian Freddy y Michel
Cohen, ciudadanos israelíes, quienes harían publica esta asombrosa historia, años
más tarde, cuando Alicia ya había fallecido.
En octubre de
1944, los alemanes abandonaron Atenas. Antes, Alicia emprendió un último viaje
a Alemania. Sophie, su hija menor, había enviudado. Al buscar refugio con sus
suegros, Tiny (como la apodaban), había saltado de la sartén al fuego. La zona
de Frankfurt donde Tiny viviría estaba bajo fuerte bombardeo aliado y una bomba
incendiaria ultimó a su suegra. Alicia se quedó con su hija embarazada hasta el
nacimiento de su nieta Clarissa. Mas tarde le escribiría a su madre que lo
vivido bajo las bombas era “peor que el accidente (la muerte de Cecilia)”.
Elena vs
Alicia
De regreso a
Atenas, Alicia se abocó a sus labores caritativas y a su orfanato. Tras la
partida de los alemanes, había estallado una guerra civil en Grecia entre
partisanos monarquistas y comunistas. Para Churchill era de gran importancia
que Grecia no cayera en la órbita estalinista. Los ingleses bajo el mando del
General Scobie se debían encargar de mantener el orden en Atenas y ayudar a la
restauración de la corona. También Winston envió a Harold Macmillan a examinar
las cosas en la capital griega. Al saberlo, Dickie Mountbatten le pidió a
Macmillan que visitase a su hermana.
El Comendador Ray
Badilla me ha preguntado si es cierto que Alicia y Elena de Grecia se llevaban
mal. Lo cierto es que Elena, hija y hermana de Zares, despreciaba a Alicia por
venir de una familia de realeza mínima como eran los Battenberg. Para colmo, la
maliciosa Elena le contaba a todo el que quisiera escucharla que su concuñada
seguía loca como cabra.
Elena
Macmillan comenzó
visitando a Elena y quedó muy impresionado al verla viviendo en un lujo
moderado, cubierta de joyas y preocupada por la amenaza comunista. En cambio,
lo desilusionó Alicia que vivía en la pobreza, andaba desastrada, y a la que
encontró tonta.
Poco después las princesas
recibieron la visita de un diplomático francés que elogió la devoción religiosa
de Elena quien asistía a misa diaria. En cambio, encontró que Alicia tenía una
visión más pragmática (“más germana”) de la religión. Estas injustas
comparaciones colorearían por una década la percepción popular de ambas señoras.
Por suerte tenemos una visión más ecuánime del Mayor Gerald Green, ayudante del
general Scobie, que se convertiría de por vida en amigo de la princesa Alicia.
Green se dio
cuenta que la razón por la cual Macmillan tildó de tonta a Alcia fue porque
ella no podía leerle los labios debido al tupido bigote del futuro primer
ministro. Fue Green quien convenció a Elena de irse a vivir con Alicia que
habitaba un barrio más seguro en un momento en que la guerra civil había
alcanzado las calles atenienses.
Una noche, Alicia
desapareció, regresando después del toque de queda. Como siempre, se había preocupado
de los olvidados. En este caso, los policías griegos que se estaban batiendo
con los comunistas. Alicia había llenado un carrito de bebé con cigarrillos y
golosinas que había repartido entre los policías. Greene estaba tan preocupado que,
olvidándose del protocolo, le levantó la voz a la princesa. Esta estaba
encantada. “Hacía años que un hombre no me hablaba así” comentó.
Restaurada la
monarquía en Grecia, Alicia regresó a Inglaterra a visitar a su madre y
hermano, y a atender los asuntos que Andrés había dejado al morir. No vio a su
hijo, porque Felipe había sido trasladado a otro teatro bélico, el del Lejano
Oriente, pero se conservan cartas intercambiadas entre ambos que evidencian el
gran cariño de Alicia por su “Bubbikins”.
Y llegamos a
1947, un año importantísimo en la vida del Duque de Edimburgo. Desde el final
de la guerra, Felipe se había instalado en Inglaterra y su madre lo visitaba
menudo. Aunque no vivían bajo el mismo techo, pasaban tiempo juntos puesto que Felipe
ayudaba a Alicia ordenar y disponer de las muchas cajas ocupadas por las
pertenencias del difunto Andrés.
La Suegra de
la Reina
Aunque Alicia
aprobaba el matrimonio de su único hijo varón, no metió mano en su concertación
como la metieron Victoria y Dickie. Sin embargo, estuvo involucrada en los preparativos
del compromiso. Alicia retiró de la bóveda del banco sus joyas e hizo que desmontasen
varios brillantes para un anillo de compromiso digno de la futura reina de Inglaterra.
Fue ella quien diseñó el anillo y encargó la joya a un orfebre parisino.
En la serie nos
muestran a la Queen Mom burlándose de la aparición de su consuegra como si
fuese alguien ajeno a la familia. En realidad, el rey Jorge pidió consejo a
Alicia para organizar la fiesta de compromiso y ella estuvo presente. Para la boda,
Alicia viajó desde Grecia con un equipaje cargado de casimires y seda para
camisas. Se las enviaban a Felipe como regalo de matrimonio. Con ellas, Alicia
mandó confeccionar un guardarropa completo para el novio. La noche antes del
matrimonio, Felipe estaba tan nervioso, que el equipaje se lo tuvo que empacar
su madre.
Todos estos
detalles indican no solo el contacto constante entre madre e hijo sino también
lo involucrada que estuvo Alicia en el proceso de las bodas reales. Otra
falsedad de “The Crown” es mostrárnosla vestida de monja en la Abadía de Westminster.
Alicia no había profesado aún. Ella asistió en un elegante vestido de
terciopelo hecho con capas rusas de esas de cola que usaban las princesas
cuando eran del linaje de los zares.
Alicia en la boda de su hijo
El único nubarrón
en la alegría de Alicia fue que se les prohibió a sus hijas a asistir a la boda
de su hermano. Alicia trató de compensar ese desprecio escribiendo una crónica
de 25 páginas sobre los hechos para ellas, y de invitarlas por separado a
visitarla en Grecia.
Sin embargo,
Alicia había tomado la decisión de tomar el velo y quedarse en Grecia. Para
tales efectos se trasladó a la isla de Tinos para su entrenamiento como diaconisa.
Allí se levantaba a las cinco, lavaba su ropa y se atendía sola. Aun así, y
ahora envuelta en un hábito gris, Alicia quería seguir recibiendo parientes y
amistades en la tierra firme.
Para esos
efectos, Felipe le compró un departamento en Atenas. Alicia vivía frugalmente,
recibía una pensión de Edwinna Mountbatten, otra de la reina Luisa, y una del
gobierno griego correspondiente a la viuda de un general. Esto hubiese sido
suficiente, pero Alicia siempre estaba socorriendo a alguien.
Un par de años más
tarde (1950) Alicia anunció que vendería el departamento y se iría a un convento.
Ahí su familia revisó las finanzas de la princesa y descubrió que sus números
estaban en rojo. Además, le debía una fuerte suma a un almirante amigo. Felipe
(que ya estaba pagando las deudas de su padre) le pagó al almirante, puso el
departamento a su nombre y así se aseguró que Alicia siempre tuviese un lugar
donde parar en Atenas.
“Una Monja que Fuma
y Juega Canasta”
Alicia logró
formar una orden religiosa, a pesar de las burlas de su madre. “¿Dónde se ha
visto una monja que fuma y juega canasta?” comentaba Victoria. La Orden de Marta y Maria no
prosperó debido a falta de novicias. Lo que nunca escasearon fueron
desamparados a quienes atender. Alicia se apoyaba en la caridad de sus amigos,
pero cuando Elena los convenció de no promover las chifladuras de su parienta,
la princesa emprendió dos viajes a Estados Unidos para recaudar fondos.
Su salud nunca
fue buena, sufría de frecuentes bronconeumonías y gripes. Su hígado no
funcionaba bien y se le encontró un virus en la sangre. Aun así, la infatigable
religiosa viajó por el mundo desde Jerusalén hasta la India, pero sobre todo
viajaba a Inglaterra a estar con su familia. Asistió al nacimiento de su nieta Ana
de la cual fue madrina. Acompañó las últimas horas de su madre cuando Victoria
falleció y también estuvo presente en el segundo cumpleaños del príncipe Andrés.
Alicia se llevaba
bien con la Familia Real y la gente del entorno de su hijo, sobre todo con el
australiano Mike Parker, secretario de Felipe. La princesa sintió mucho el divorcio
de los Parker. Al príncipe Carlos le agradaba mucho recibir visitas de su
abuela porque le traía estampillas de Grecia. Cuando a Carlos le extirparon el
apéndice, su abuela paterna estuvo a su lado.
Alicia y sus nietos en los 50
En 1966, Alicia
acompañó a su hijo y a Ana a Jamaica. Iban a reunirse con Carlos que regresaba
de su estadía en Australia. Fue ahí que Felipe, preocupado por la situación
política griega, le pidió a su madre que volviera a vivir a Inglaterra. Alicia
se negó aun después que estalló la revuelta que derrocaría al rey Constantino.
En dos ocasiones
en 1967, Felipe viajó a Atenas, pero no pudo convencerla. Fue su hermana Sofia
quien logró hacer que su madre saliera de Grecia y solo porque trajo una
invitación formal de la Reina Isabel. Eso encantó a Alicia que rápidamente hizo
su mínimo equipaje.
Los primeros días
en el Palacio de Buckingham fueron difíciles para la anciana, pero más que nada
porque todo la disgustaba y no se hallaba. Fueron las atenciones de su nuera
las que la ganaron. Carlos y Ana estudiaban fuera, pero pasaban gran parte de
su tiempo libre con su abuela. Andrés y Eduardo, que eran pequeños, venían
diariamente a jugar en el cuarto de Alicia. Pero la mayor alegría de la
princesa eran los momentos que compartía con su “Bubikkins” a pesar de que,
según la Princesa Ana, tenían muchas discusiones ya que eran ambos porfiados.
En esas ocasiones, el Duque de Edimburgo se iba murmurando por el pasillo
mientras su madre se quedaba murmurando en el cuarto.
Alicia con Carlos y Ana
Ese primer año,
cuando la Familia Real se fue a pasar las vacaciones en Balmoral, Alicia no fue
con ellos. Su salud no se lo permitió, pero siempre considerada prefirió irse a
un hotel por el verano. Eso sí, el Príncipe Eduardo que también había quedado
rezagado iba todos los días, con su nana, a visitar a la abuela.
La salud de
Alicia le estaba jugando malas pasadas. Tenía más de ochenta años y en su
periodo en Londres estuvo dos veces hospitalizada. Al final andaba en silla de ruedas
y no salía del palacio. Eso si recibía visitas, principalmente de su hermano y
de sus hijas. Un duro golpe para ella fue que su Teodora la antecediera a la
tumba. Después de ese fallecimiento, Alicia dejó de tener ganas de vivir y
murió el 5 de diciembre de 1969. Tanto la reina como “Bubbikins” estuvieron al
lado de ella.
Ana, quien no alcanzó
a llegar, solicitó permiso para ver el cadáver de su abuela. Diría más tarde
que Alicia se veía serena y que había recobrado esas facciones que Philip de
Lazlo había retratado en su juventud. Era el deseo de Alicia ser enterrada en
el Monte de los Olivos en Jerusalén, cerca de su tía Ella, pero por razones
políticas (el Reino Unido no reconocía ese sector de Jerusalén como parte de
Israel) tuvo que esperarse varias décadas antes de cumplirse la última voluntad
de la difunta.
Duque de Cambridge visita la tumba de su bisabuela
En 1988, el cuerpo
de Alicia fue enterrado en Tierra Santa. Cinco años más tarde, los esfuerzos de
los Cohen dieron fruto, y Yad Vashem declaró a Alicia Justa entre las Naciones.
El Duque de Edimburgo y su hermana Sofia asistieron a la ceremonia y plantaron
un árbol en nombre de su madre en La Avenida de los Justos.
¿Después de lo
leído podemos afirmar que “The Crown” le hizo justicia a Alicia? ¿Que la pintó en
toda su grandeza? Peter Morgan, con ese eterno problema que tiene con la
psiquis femenina, decidió retratar a la suegra de la reina como una victima del
mundo masculino, incluso de su propio hijo. Al hacerlo se apoyó en el zeitgeist
mitutero que predica que todas las que nacemos con vagina somo mártires potenciales
de los hombres, pero de un plumazo borró la verdadera y poderosa historia de
Alicia de Battenberg.
Aunque he sacado
esta información de muchos artículos, mis mayores fuentes son Alice:
Princess Andrew of Greece, la biografía oficial de Alicia de Hugo Vickers y
Prince Philip de Philip Eade