La triste noticiar
del cáncer del Rey de Inglaterra, me encontró siguiendo tres series sobre el
reinado de los Estuardos, The First Churchills, Charles II y The
Great Fire. Si le creemos a la ficción, los Carlos de la Familia Estuardo la han
pasado mal y se granjearon el odio de sus súbditos. ¿No sería mejor que Carlos
III se cambiara de nombre?
¿Por qué el
Rey de Inglaterra Lleva ese Nombre?
Comencemos con el
docudrama que se acerca. Royal Kill List es producido por A+E y Sky
Historicals y debuta el 12 de este mes. Al rey decapitado lo interpretará Joseph
Fiennes que lleva sangre Estuardo en las venas, siendo descendiente directo del
Rey Jacobo IV de Escocia. Si existía alguna duda sobre la vinculación con el
actual monarca, ya lo dicen todo las palabras de Dan Korn, vicepresidente de Programación de A+E:
“siguiendo las recientes celebraciones
que anunciaban el inicio de una nueva Era Carolina, no hay mejor momento para
recordar los eventos que rodearon al más famoso tocayo y ancestro de Carlos
III…
A muchos les
pareció extraño que la Princesa Isabel le diese a su primogénito el nombre de
dos reyes que no son recordados como grandes monarcas. Lo normal es que se
hubiese llamado Jorge como su abuelo y bisabuelo, pero tanto la futura reina
como su esposo estaban hartos de tanto recordatorio de los Hanover. A ambos les
gustaba el nombre y así quedó. Hay también un rumor de que Isabel quería
homenajear el linaje escoces de su madre y de paso, recordar a los Estuardo . Por algo su hija
llevaba el nombre de la última reina Estuardo
Esperamos que hacer
un documental sobre Carlos I no sea una alusión a un retorno a la única república
que el Reino Unido ha conocido o una amenaza literal o figurativa de dejar a la
monarquía sin cabeza. Después de todo, Los Carlos han protagonizado y aparecido en
muchos documentales, filmes y seriados televisivos que ahora podemos recordar.
Cuando Los
Estuardo Reemplazaron a Los Tudor
Antes me permitiré
darles un poco de trasfondo histórico. Como todo buen Tudormaníaco sabe, en su
lecho de muerte, Isabel I nombró su sucesor
a Jacobo Estuardo, rey de Escocia e hijo de una mujer que la reina había
mandado ejecutar. Jacobo tenía genes Tudor, puesto que su bisabuela era Margaret
Tudor, hermana de Enrique VIII.
Del Rey Jacobo (o
James I o Jaime, más castizo) se sabe poco en el mundo de la ficción. Los
historiadores lo retratan como un acérrimo protestante que comisionó un panel
de escritores, traductores y exegetas para compilar la versión inglesa oficial
de la Biblia (King James ’Bible). Su fervor religioso lo llevó a promover la cacería
de brujas más sangrienta de la historia europea. Jacobo, el Primero de su
Nombre, Rey de los Ingleses, Escoceses e Irlandeses, No Ardía, pero sabía hacer
arder brujas.
La ironía es que a
este señor tan devoto parece que le gustaban más los hombres que las mujeres.
Sabremos más este próximo mes, cuando Starz nos traiga George and Mary
que cubrirá el favoritismo, en corte y cama, del rey Jaime por el Duque de
Buckingham.
Jacobo sabía que
un rey puede tener favoritos, pero también debe casarse y proveer de herederos
a la corona. Es lo que hizo. Con la ayuda de Ana de Dinamarca procreó nueve
hijos de los cuales sobrevivirían tres. Estos serían Isabel de Bohemia de la
cual desciende el Rey Carlos III; Enrique, Príncipe de Gales; y Carlos I a quien
, a diferencia de Harry Sussex, no le molestaba ser el “spare”.
Carlos, El Rey
que Perdió su Cabeza
Esto cambio
cuando Enrique murió a los 18 años. Todo indicaba que el tímido Carlitos sería
el nuevo rey. Carlos no tenía mucha personalidad y dependía de una extraña
figura paterna, el Duque de Buckingham,
que había sido amante de su padre. Históricamente no se le conocen más amores
gays a Buckingham, que se casó, tuvo
hijos, y adquirió fama como mujeriego
incansable. Su influencia sobre el nuevo Príncipe de Gales no tenía nada
sexual, pero era funesta.
Jacobo era un rey
protestante como lo era su reino, pero España era la potencia más grande del mundo.
¿Qué tal si la futura reina consorte fuera una española? A Carlos y a su niñera
Buckingham los empacaron a Madrid a cortejar a la Infanta Maria Ana, una de las
hijas de Felipe III. Los fans de Pérez Reverte recordarán este episodio que
tantas incomodidades le provocó al Capitán Alatriste.
En la vida real
si ocurrió algo de esto. Por un lado, a lo españoles no les parecía que un
luterano cortejase a su princesa. Por otro, Buckingham fue, de costumbre, un poco grosero.
Tanto el entonces Marqués de Buckingham como su futuro soberano volvieron a Londres con las manos
vacías. España siguió siendo enemiga del Reino Unido y Carlos no tomaría esposa
sino hasta después de su coronación. Se casaría con Enriqueta Mara de Francia,
princesa católica, con la que procrearía nueve hijos de los cuales cinco sobrevivirían
la infancia.
El reinado de Carlos no fue muy bueno. Muchas
guerras (la de Los 30 años principalmente) vaciaron las arcas reales, su pueblo
estaba descontento sobre todo en materia religiosa. Unos reprochaban a la reina
practicar el catolicismo, los más puritanos se quejaban de los anglicanos. El
rey respondió convirtiéndose en un tirano absolutista. Sus súbditos se alzaron
en armas y se declaró una guerra civil.
Las fuerzas
realistas perdieron, el rey fue capturado y tras un juicio—que puede haber sido
injusto— se le ejecutó. Por suerte, Enriqueta y su prole encontraron refugio en la corte
francesa. Ahí se crio el futuro Carlos II. Inglaterra cayó en manos de Oliver
Cromwell que implantó una república que era una dictadura. Un día Cromwell
murió, su hijo no era de la misma madera, y los generales que habitan exigido la muerte
de Carlos I ahora querían un Carlos Segundo.
La
Restauración Carolina
La corona retornó
a Los Estuardo. El nuevo rey era joven, guapo y parecía bien intencionado. Se ofreció a ser un monarca parlamentario; proclamó la libertad religiosa y declaró una
amnistía de la cual se salvaron muchos, menos un par de “Matarreyes” que
sufrieron la muerte de traidores (léase fueron descuartizados).
El nuevo rey
levantó las prohibiciones puritanas sobre el teatro y otros espectáculos
públicos. Las mujeres pudieron seguir modas fastuosas y lucir osados escotes,
hubo bailes en la corte y la nobleza volvió a residir con lujos. Este periodo
es conocido por los historiadores como Restauración y tiene dos
particularidades. El auge literario , sobre todo en el teatro, y las aventuras románticas del soberano.
Cuando se piensa en Carlos II enseguida se recuerda a sus amantes, todas muy
poderosas, muy fértiles y muy intrigantes.
A Carlos le tocó
vivir una gran era, pero marcada por dos catástrofes: La Plaga de 1665 y el gran
Incendio de Londres (1666). El Rey se encargó de la reconstrucción de Londres
por lo que es recordado como un mecenas de la arquitectura. También fue patrón
de las ciencias, fundando el gran
observatorio de Greenwich, pero el cine lo retratará siempre como un ladino
Casanova.
Al menos Carlos
II se queda en la imaginación popular del cinéfilo. No se puede decir lo mismo
de su padre y su abuelo. Las pantallas de cine de todo el mundo conocen la saga
de Maria Estuardo. No así el reinado de su hijo. Apenas sabemos del Rey Jaime
gracias a Jonathan Pryce en esa apología de Pocahontas llamada The New
World (2005).
Su hijo, el
decapitado ha corrido con un poco más de suerte.. En el filme de 1970 Cromwell,
Sir Alec Guinness opaca a Sir Richard “Dumbledore” Harris en su interpretación
del rey mártir. En To Kill a King 2003), Rupert Everett se guarda sus
usuales manerismos y sarcasmos, para
subir al cadalso, enviado ahí por un siniestro Cromwell (Tim Roth).
Si la ficción se
apiadaba del rey decapitado, lo natural es que explotaran la restauración de la
corona a su hijo. La lista de los intérpretes de Carlos II es larga. Solo me
detendré en las que considero más importantes. Nada más en el cine silente hay
ocho versiones, casi todas enfocadas en la actriz Nell Gwynn, la más famosa de
las queridas de Carlos II y de quien descienden los Duques de Grafton.
Los amores de Carlos
II y Mistress Nell siguen interesando en este siglo. Aunque los protagonistas
de Stage Beauty (2006) sean Billy Cruddup y Claire Danes, los opaca la
presencia luminosa de Zoe Tapper como Nell y de Rupert Everett que si ya había
interpretado al padre bien podía interpretar al hijo.
Por largo tiempo,
a Carlos II se le incluyó en filmes sobre grandes figuras de su época como el
arquitecto Christopher Wren o el musico Henry Purcell. En ese aspecto mi
favorito es Vincent Price dando la venia a Paul Muni para que vaya a explorar
las costas de Norte America en Hudson Bay (1940). Aun como benefactor de
Henry Hudson, Carlos aparece como un hombre disoluto y Virginia Field se
encarga de retratar a Barbara Castlemaine, una del infame trio de amantes más
conocidas del monarca.
El Incendio de
Londres y Forever Amber
Sin ser
protagonista el rey volverá a aparecer en el cine vinculado al mayor evento de
su reinado, el Gran Fuego de Londres. Este incendio, que acabaría con mucho del antiguo Londres
permitiría una reconstrucción esplendorosa bajo la guía de Sir Christopher Wren,
para el pueblo fue una catástrofe de gran magnitud a pesar de que solo hubo 72
muertos.
El reinado de
Carlos II fue un apogeo de las artes, la arquitectura, las ciencias, pero también
un caos en lo que respecta a política y esto se debió a rivalidades religiosas.
El reino estaba divido por diferentes sectas, cual de todas más supersticiosa o
excéntrica en sus interpretaciones de la Biblia. Su vínculo en común era un
odio al “papismo”(catolicismo). Aunque el rey fingía ser anglicano, la
presencia de católicos en su familia como su madre, esposa, hermano y segunda
cuñada, lo hacían sospechoso. Su vida disoluta lo hacia una abominación para
los más puritanos quienes vieron en la fecha del incendio (1666) un señal
apocalíptica. ¿No era ese el Número de la Bestia?
El incendio que
inició en una panadería de Pudding Lane fue adjudicado a un complot extranjero.
Mientras la ciudad ardía se persiguió, golpeó y hasta linchó a inocentes
ciudadanos franceses y holandeses. Estos últimos porque Carlos vivía guerreado
contra el nuevo imperio colonialista europeo.
Los problemas
religiosos continuaron después del incendio. Uno de eso grandes villanos de la
historia, un tal Titus Oates, propagó la
fake news de que los “papistas” pretendían apoderarse del trono. Eso
propició una serie de matanzas y persecuciones en la cual una docena de
jesuitas fueron sumariamente ejecutados y muchos clérigos debieron huir del país.
El reinado de Carlos
II estuvo marcado entonces por grandes tragedias que opacaron sus logros. Es
por lo cual el retrato del rey siempre ha sido el de un bon vivant que se la pasaba
entre bailes y amantes. Es una imagen reforzada por la novela rosa como ocurre
en la vilipendiada Por Siempre Ámbar.
Kathleen Windsor,
una chica californiana que, después de
graduarse de Berkeley, se dedicó al
periodismo, tenía un sueño: escribir un mega bestseller tipo Lo que el
viento se llevó. Lo logró durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras su marido
estaba en el frente, Kathleen se leyó como trecientos libros sobre el periodo
de la Restauración. Con eso escribió un mamotreto que los editores lograron
recortar a mil páginas.
En ese libro, Windsor
narra la historia de la huérfana Ámbar, hija ilegitima de un conde, quien
escala puestos en la sociedad a punta de saltar de cama en cama. Se casa varias
veces, tiene hijos dentro y fuera del
matrimonio (aunque no siempre del marido de turno) y hasta se hace abortos. Es
a veces respetable, otras buscan empleo en la profesión más antigua del mundo.
Trabaja tanto en el escenario como estafando a la gente a lo Moll Flanders.
Finalmente llega a la corte donde rivalizará con la Castlemaine por el favor
del Rey Carlos con quien tendrá un hijo.
Como se imaginarán
tamaña novela causaría un gran escándalo. A pesar de que no era ni la mitad de
grafica que los bodice rippers de los 70s, fue acusada de ser
“pornográfica” y varios estados prohibieron su venta. Esto por supuesto aumentó
su popularidad y el libro encabezó las listas de superventas por meses.
El sueño de
Kathleen Winsor alcanzó su máximo nivel cuando en 1947 Hollywood compró los
derechos de la obra. El proyecto estuvo rodeado de mucha propaganda incluyendo la
búsqueda de la protagonista que rivalizó con la de Scarlett O’Hara. La elegida
fue la desdichada Linda Darnell que, en 1943, había interpretado a la Virgen de
Lourdes en La Canción de Bernadette.
Obvio que el Código
Hayes no iba a permitir que se incluyesen todas las inmoralidades del libro. Ámbar
solo tenía un hijo, se redujo la lista de sus amantes y maridos, pero se mantuvo
su relación con Carlos II y su visión de la Restauración como una época excitante
y aventurera émula del rey y su corte. George Sanders trajo su acostumbrado sarcasmo
al papel del monarca y dejó una maqueta para que en el futuro se retratase a Carlos
II.
Sam Neill y
John Malcovich Se Ponen La Peluca de Carlos II
No habrá otro
retrato importante de Carlos II en el cine hasta que en 1988 Hollywood lleve a
la pantalla la novela de Rose Tremain, Restoration.
Ahí es Sam Neill quien se pone la larga peluca rizada del rey Estuardo. En esta
historia, Carlos convoca a su palacio al joven medico Robert Merivel (Robert
Downey Jr.), una prometedora estrella de la medicina inglesa para que cure a su
Spaniel favorita. Merivel logra lo que los otros médicos no pudieron y el rey
le da un puesto en la corte.
Carlos se ha
encaprichado de Celia Clemens (Polly Walker), pero teme ofender a su amante oficial, Bárbara
Castlemaine. Casa a Celia con Merivel y los pone a vivir en un palacete con órdenes
de no consumar su matrimonio. Cuando el médico comete el error de enamorarse de
su mujer, el indignado monarca lo expulsa de su corte.
Robert se va a
trabajar en un manicomio manejado por lo cuáqueros . Ahí embaraza a Katharine
(Meg Ryan), una de las pacientes. Son expulsados, se van a Londres y sobreviven
la Plaga de 1665, pero Katharine muere durante una cesárea. Robert se dedica a
criar a su hija y a ayudar a los pobres. Es lo que hace durante El Gran
Incendio, pero cree haber perdido a la niña en las llamas. Será el rey quien se
la devuelva junto con honores y la posibilidad de construir su propio hospital.
En ese filme,
Carlos II es descrito como un rey frívolo, pero justo. No será así como
aparezca en El Libertino, la historia del infame poeta carolino, John Wilmot,
Conde de Rochester. Johnny Depp logra una de sus mejores caracterizaciones como
un hombre depravado, cínico y sin D-s ni ley, que a pesar de su alcurnia y
talento acaba destruido por el alcohol y la sífilis. Sin embargo, la película nos
dice que el rey Carlos (John Malkovich) es peor que este desvergonzado cortesano.
Hoy Forever
Amber es un libro ( y filme) olvidado. En Los 80, Raquel Welch intentó convertirlo
en miniserie, pero nunca lo logró. Eso no significa que Carlos II, sus
favoritas y sus parientes y cortesanos no llegasen a la pantalla chica. La BBC ya
describiría la corte Carolina en The First Churchills (1969), pero de
eso hablaremos en nuestra próxima entrega.
Poor Charles III, I a worried about him these days....
ResponderEliminarI cannot remember who played Charles in Gunpowder, Treason and Plot, was it that Huston guy? Or is that some other Charles?
Gunpowder took place during the reign of James the I. Charles I (his brother Henry and his sister Elizabeth) appeared only as children who listened to their mother fairy tales
Eliminarjack Huston played a rather cute Charles II in the miniseries "The Great Fire"
EliminarOh, right, that was The Great Fire, I am always confusing that one with Gunpowder!
EliminarDesde FB de Alfonso Velasco Sendra
ResponderEliminarNo lo sé pero a mí me gustó mucho "La cuarta verdad" de Iain Pears. Me gustaría leer una novela llamada Oddfish de Robert Hugh Benson. Recientemente en "La Leyenda Negra en Inglaterra" de Williams S. Maltby se presentaba a Jacobo I como un monarca que buscaba la paz y, un hombre culto aunque fácil de manipular por un Gondomar vilipendiado injustamente por Thomas Nashe. Joseph Pearce es muy hostil con Jacobo I por su debilidad en la conspiración de la pólvora y, por fomentar el anglicanismo. En cambio sus nietos sobre todo Jacobo II tuvieron el valor de hacer lo que no hizo Jacobo I volver al catolicismo. La imagen positiva de los Estuardo procede de Hilaire Belloc y, de G.K. Chesterton. Si quieres saber más tengo una especialista en el tema también chilena Andrea Zuvich . Película no me gustó la novela, pero está "Transición" de Rose Tremain de Michael Hoffmann con Robert Downey Jr. Y, Sam Neill. Pero no se llevó nada en los Oscar. Más oscura es belleza negra que es el precedente de The Artist un actor que hace papeles de mujer y, que es reelegado por su novia de Richard Eyre con Billy Cudrup Claire Danes, y Rupert Everett. Luego está Wilmot con Johnny Deep y, John Malkovich. Me encanta Lorna Doone la miniserie en época de Jacobo II con el temible juez Jefries.
Para Alfonso Velasco Sendra Menciono en mi articulo los tres filmes. Restoration (Transición); Stage Beauty la de Billy Cruddup y The Libertine (Se llamó Wilmot en castellano?). En la Gunpowder de Kit Harington también ponen a Jacobo I como dispuesto a dejar en paz a los recusantes, pero ya hablaré de eso en unos días. Por algo Jacobo I intentó casar a su heredero con una Infanta.
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